martes, 29 de diciembre de 2015

Avances y retrocesos en la Responsabilidad Empresarial durante el 2015


Sigue siendo una moda que al final y comienzo del año proliferen los repasos a lo ocurrido o se hagan pronósticos y listas sobre las tendencias en el nuevo año en la responsabilidad empresarial (sostenibilidad).  La mayoría de las veces los pronósticos y listas para el futuro no son sino extrapolación de lo que ha venido sucediendo y pocas veces añaden algo. En cuanto a la mirada al año que acaba de terminar se suelen destacar eventos que son poco transcendentales, no porque no se haga un buen repaso, sino porque no los hay o son muy pocos.

Pero el 2015 ha sido un año muy rico en eventos que pueden significar un cambio importante en el rumbo de la responsabilidad empresarial.  Cuando se analicen estos eventos dentro de algunas décadas se podrá determinar si en efecto fueron significativos, o como en casi todo, si nos esforzamos mucho en la definición y descuidamos la implementación.  Estos son los eventos más destacados, sin orden especial (así el lector puede cambiarlo). 


A.   Avances

1.      Acuerdo de París

Después de muchos años de frustraciones y negociaciones entre los países del planeta, a mediados de diciembre se logró el llamado Acuerdo de París que pretende guiar las acciones de los gobiernos y empresas en la mitigación y adaptación al cambio climático.  El Acuerdo incluye recomendaciones (1) sobre los planes nacionales para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que deberían implementar los países, (2) para la financiación de las medidas necesarias para la adaptación a los cambios (desastres naturales, subida del nivel del mar, cambios en la productividad de la agricultura, ganadería y pesca, etc.) que son inevitables y, (3) mecanismos para la información sobre las medidas tomadas y sus efectos.  Si bien este Acuerdo es vinculante para los países que lo ratifiquen, el documento está redactado de tal manera que no adquieran obligaciones legales.  Aun cuando el objeto del Acuerdo son los países, gran parte de las medidas que se tomen afectarán a las empresas en su relación con el medio ambiente, de allí que impacten directamente su responsabilidad empresarial.  Para mayores detalles ver mi extenso análisis en Acuerdo de París: sencillamente analizado y explicado.

2.      Los Objetivos de Desarrollo Sostenible

También después de extensas discusiones, tratando de complacer a la mayoría de los participantes en el proceso, el 27 de septiembre del 2015 los países miembros de las Naciones Unidas acordaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS (17 objetivos y 169 metas) para guiar las acciones de todos los participantes en ese desarrollo. Aun cuando no son dirigidos a nadie en particular, ni se establecen responsabilidades, el ámbito recae mayormente en los gobiernos aunque se espera y se necesita que las empresas hagan su contribución a su logro.  Buena parte de las actividades para el logro de los ODS recaen en las empresas que son las que ejecutan la mayor parte de la actividad económica y pueden contribuir, por ejemplo, a reducir la pobreza a través de la creación de empleos dignos y mejorar sus oportunidades de participación, a mejorar la salud y la educación a través de actividades directas e indirectas, a la reducción de los impactos ambientales, a la generación de energías limpias, entre múltiples otras contribuciones económicas, sociales y ambientales, en un marco de políticas y regulaciones conducentes bajo la responsabilidad de los gobiernos. Para mayores explicaciones sobre lo que son y no son los ODS ver mi artículo  Objetivos de Desarrollo Sostenible y sus implicaciones para la responsabilidad de las empresas ante la sociedad.  Ia. Parte: ¿Pueden cumplir su objetivo?  y para ver las implicaciones para las empresas ver la IIa. Parte: ¿Qué pueden/deben hacer las empresas?.

3.      Encíclica Laudato Si: Sobre el cuidado de la casa común

El Papa Francisco emitió una Encíclica sin precedentes dedicada el tema del medio ambiente y su impacto sobre la pobreza y dignidad de las personas.  Fue una encíclica que inmediatamente fue objeto de mucha discusión, tanto por las reacciones positivas generalizadas como por algunas negativas, mayormente de parte de los que niegan el cambio climático, que ven una disyuntiva entre el cuidado del medio ambiente y el desarrollo económico y, los más extremistas, que piensan que la Iglesia Católica no debe inmiscuirse en estos temas controversiales y terrenales.  Muchas veces estos últimos tienen una visión cortoplacista del desarrollo y no se preocupan de su sostenibilidad, además de no entender que el objetivo de la Encíclica es abogar por un entorno planetario más favorable al desarrollo personal y con menor impacto sobre las poblaciones vulnerables. A pesar de tener una visión relativamente macro del planeta y la sociedad, la encíclica contiene muchas implicaciones para la responsabilidad a nivel de las empresas, como por ejemplo su contribución a la reducción de las emisiones, la protección del medio ambiente, promoción del consumo responsable y la incorporación de esas poblaciones al círculo de intercambio económico entre otras. Ver mi análisis en Encíclica Laudato si: Implicaciones para la responsabilidad de las empresas ante la sociedad.

4.      Código de Buen Gobierno en España

En España el 4 de febrero del 2015 entró en vigencia el Código de Buen Gobierno para las empresas cotizadas en las bolsas españolas, lo que además de ser aplicable a esas empresas puede ser de inspiración para la reforma de los códigos de otros países de habla hispana.  El Código incluye recomendaciones para el gobierno de las empresas, que por su naturaleza son de carácter voluntario, bajo el principio de “cumplir o explicar”.  Tiene referencias explícitas a temas de responsabilidad empresarial y cubre por ejemplo el involucramiento del Consejo en la gestión de la responsabilidad empresarial, la sugerencia de aumentar la participación de las mujeres en los Consejos a no menos del 30% y ofrece sugerencias para las  remuneraciones para los directores en sus partes fijas y variables.  Lamentablemente también enfatiza la “maximización del valor económico” como parte de las responsabilidades de los Consejos, lo que, interpretado estrictamente, conspira con las medidas de responsabilidad social y ambiental.  Tampoco menciona la necesidad del nexo entre las remuneraciones de los consejeros y su responsabilidad social y ambiental.  Para un análisis más detallado de las implicaciones para la RSE de las empresas ver la serie de cuatro artículos con Helena Ancos: (1) ¿Gobierno Corporativo o RSC?   ¿Quién gana en el Código de Buen Gobierno?  (2) RSC en el nuevo Código de Buen Gobierno: Lo bueno, lo malo y lo feo  (3) Código de Buen Gobierno: Cuotas para mujeres en los Consejos y, (4) Código de Buen Gobierno: Remuneraciones de los Consejeros).

5.      Desarrollos en la información sobre la responsabilidad empresarial[i]

El Global Reporting Initiative, GRI, cambió de Presidente (Chief Executive) a mediados del 2104 y anunció una nueva estrategia por la que se pondría más énfasis en el “empoderamiento de las decisiones sobre sostenibilidad” (léase mejorar la relevancia de la información sobre sostenibilidad), que en la preparación de la información, que había sido su objeto. En el 2015 la estrategia se movió hacia hacer  del GRI una institución que prepararía estándares de reporte, al nivel de estándares de contabilidad o de los estándares del ISO, más que lineamientos como lo venía haciendo hasta ahora.  Ello requiere la separación de la función de preparación y gestión de los estándares de las demás actividades tradicionales del GRI, para lo cual se creó un consejo independiente, el Global Sustainability Standards Board, GSSB (cualquier parecido con el nombre de abajo, su competidor, es coincidencia).  Está todavía por determinar la separación e independencia de estas actividades. Ver mi análisis en Nueva estrategia del GRI: ¿Cambio de dirección o pérdida de rumbo?

El Sustainability Accounting Standards Board, SASB, es una institución dedicada a establecer indicadores para el reporte de los resultados de sostenibilidad de las empresas.  También pretende que sus indicadores se conviertan en estándares para los reportes, en particular pretenden estandarizar la información que se reporta a la Securities and Exchange Commission de EEUU, (Comisión de Valores y Bolsas) como parte de los requisitos de reporte anual de información no financiera de las empresas (formularios 10-K y 20F) que son sujeto de su supervisión.  Son de aplicación voluntaria y en principio no aplican a otras empresas del mundo, aunque constituyen buenas guías de referencia y es de esperar que sean adoptadas por muchas multinacionales.  Han sido objeto de extensa discusión, en un contexto riguroso. Hasta fines del 2105 se habían publicado indicadores para 9 sectores y cerca de 70 industrias.  Solo falta el sector de infraestructura (con industrias como servicios de energía, agua, vivienda, ingeniería y construcción entre otras),  que estarán disponibles en el primer trimestre del 2016.  También está disponible una Guía de implementación para empresas (disponible al registrarse en www.sasb.com).

       B.    Retrocesos

1.      El fraude de Volkswagen

En el frente negativo se suceden continuamente eventos sobre irresponsabilidades de las empresas pero que suelen tener transcendencia en el corto plazo y eventualmente son olvidados.  Algunas veces hay eventos que tienen un impacto significativo sobre el rumbo de la responsabilidad empresarial.  En el 2015 ocurrió uno de estos, que se recordará por mucho tiempo y que muchos esperamos que tenga efectos muy positivos para el avance de la responsabilidad empresarial.  Es el conocido caso del fraude de Volkswagen que, para estimular ventas, manipuló el control de los indicadores de emisiones, para que cuando los vehículos fueron sometidos a control de emisiones diesen mejores resultados que cuando fueran usados bajo condiciones normales.  Ello ha tenido ya costos para la empresa en las decenas de miles de millones de dólares (o euros) y continuará teniéndolos por algún tiempo más hasta que se resuelvan las indemnizaciones y los juicios. Pero, ¿es este evento un retroceso o un avance? Esperemos que las empresas aprecien la importancia de la responsabilidad.  Ver mis artículos: (1) Rankings de RSE y el fraude de Volkswagen y, (2) La maldición de la RSE: El VWatergate.

2.      Balance de género en los Consejos

Finalmente la Unión Europea no aprobó, el 7 de diciembre, la obligatoriedad de las cuotas para mujeres en los Consejos Directivos, algo que venía proponiendo con fuerza desde el 2012.  El asunto es muy complejo ya que hay muy buenos argumentos a favor y en contra. Por una parte los que creen que sin las cuotas las empresas tendrán un progreso voluntario muy lento y que son necesarias para el progreso, en general, de la mujer dentro las posiciones ejecutivas, además de producir beneficios tangibles al aprovechar la diversidad.  Por otra parte hay quienes creen que ese progreso será artificial, no sostenible y que se degrada a la mujer ya que parece que no logra el progreso por méritos propios.  Un caso paradigmático de esta disyuntiva es el de Alemania que votó en contra de las cuotas a nivel de la Unión Europea pero que hizo obligatorias en su país.  El argumento de Alemania es que esto debe ser algo que se adapte a las realidades nacionales, que cada país apruebe las leyes y regulaciones que crea pertinentes.  Para algunos es un retroceso, o por lo menos una oportunidad perdida. Ver mi artículo más reciente sobre el tema Balance de género en los Consejos: Otra vez las cuotas y la serie de artículos con Helena Ancos.

     C.   Ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario

1.      Implicaciones para la RSE de los resultados electorales en España

No, mejor no me meto en política, que no es mi fuerte.

2.      Mis publicaciones

Y aquí abuso de ser el autor de este artículo para recordar mis publicaciones.  Son de poca importancia para el mundo, pero de mucha para mí ya que son la culminación de extenso estudio y trabajo.  Durante el 2015 se publicaron un par de libros (ambos obtenibles de forma gratuita):



Como me dijo su secretaria una vez que un profesor me pidió que escribiera mi propia carta de recomendación para su firma: “no necesitas a tu abuela para que te alabe”.

     D.   Y mi gran deseo para el Año Nuevo ……….y todos los que vendrán

Que todos entendamos que “La RSE no es ni voluntaria, ni obligatoria, ni es ir más allá o más acá de la ley.  Es un criterio para la gestión empresarial global. Nada más, nada menos”. Puedes usar este buen criterio, puedes usar otros menos buenos para la sociedad.





[i] Aunque no es un evento del 2015 vale pena recordar que el 22 de octubre de 2014 se aprobó la Directiva 2014/95/UE del Parlamento Europeo y del Consejo por la cual unas 6.000 de las empresas más grandes, a partir del año fiscal 2017,  deberían reportar sobre sus políticas, riesgos y resultados en lo que se refiere a:  (1) Aspectos ambientales, (2) Aspectos sociales y los relacionados con los empleados, (3) Respeto a los Derechos Humanos, (4) Anticorrupción y sobornos y, (5) Diversidad en los Consejos Directivos (esto solo para empresas cotizadas en bolsas).

martes, 22 de diciembre de 2015

Los doce artículos del blog de Cumpetere más leídos durante 2015


Este ha sido un año record para el blog.  He publicado 55 artículos.  Como en años anteriores he seleccionado los doce más leídos, por si acaso se les pasó alguno a los lectores, según el contador del blog.  Casi todos los artículos han sido reproducidos en otros medios, en algunos a los que los envío directamente (Diario Responsable y ÁgoraRSC) y otros que lo reproducen por su cuenta (basta que indiquen la fuente del artículo).  De estas reproducciones no conozco las estadísticas de lectura.

Estos son los doce más leídos en orden de popularidad (para los de los últimos dos meses extrapolo la tendencia):

25 de enero y 15 de febrero

17 de mayo

23 de septiembre

14 de junio

5 de abril
           
28 de junio, 5 de julio y 30 de agosto

4 y 11 de octubre

5 de mayo

19 de julio

9 de noviembre

28 de septiembre

16 de diciembre

Y un post también muy visitado, aunque no sea un artículo, es el anuncio de mi libro

6 de septiembre


domingo, 20 de diciembre de 2015

Cómo incorporar la RSC en el comportamiento corporativo de una organización? Cultura y RSC: IIIa. Parte


Con Alberto Andreu


Este es el tercer artículo de una serie de cuatro en los que queremos descubrir cómo se puede desarrollar una cultura de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) como parte de la Cultura Corporativa de cualquier organización.

Hasta la fecha, hemos publicado dos artículos. En el primero, analizamos qué se entiende por cultura empresarial, cuáles son sus elementos básicos, porque es importante estudiar el tema y cómo surge y se desarrolla la cultura y abordar la relación entre cultura corporativa y responsabilidad social. En el segundo, vimos cómo empotrar la cultura en las principales palancas en la que se soporta la cultura corporativa, que son la visión, los valores, los principios que se han dado para “convivir”, y el sistema normativo que desarrollan esos principios. 


En este tercer artículo queremos descender un poco más y ver qué piezas hay que impactar para incorporar la cultura de RSC de manera permanente en el comportamiento de una organización y, en
consecuencia, en su cultura corporativa. 
 
Entendamos el comportamiento corporativo

Analizar una compañía desde la óptica del comportamiento organizacional (Organizational Behavior) persigue tres objetivos: comprender por qué en una empresa cualquiera pasan las cosas de una determinada manera, y no de otra; prevenir comportamientos futuros; y, en lo posible, intervenir sobre algunas cosas para cambiar, si se desea, una determinada manera de actuar.

En la práctica, el objetivo de este tipo de análisis es simple: saber por qué, cuando se pone en marcha un proyecto, es factible que las cosas funcionen razonablemente; o, por el contrario, entender por qué, aun queriendo poner en marcha cualquier proyecto, es una batalla titánica por la existencia barreras organizativas no siempre nítidas y explícitas para la dirección.



Las palancas del Comportamiento Corporativo y cómo incluir en ellas la semilla de la RSC



John Hunt, en su libro “Managing People at Work: A Manager's Guide to Behaviour in Organizations”, identifica la necesidad de estudiar cuatro planos para comprender el comportamiento de las organizaciones. Lo relevante de este tipo de análisis es que ayuda a comprender cualquier organización de una manera holística, de forma que, para introducir cambios en ella, no es posible mover exclusivamente una de estas cuatro palancas, sino que es necesario intervenir en cada una de ellas en su justa medida para que el comportamiento varíe progresivamente.

Pues bien: de lo que se trata ahora es comprender qué se entiende por cada una de las palancas y cómo se puede incluir en ellas la RSC para que pueda incorporarse de forma natural en el comportamiento de una organización.

Primer bloque: la estructura formal. Tiene que ver con el tipo de organización que adopta una compañía, con sus normas y procedimientos escritos, organigramas y modelos de reporte, modelo de gobernanza, sistema de toma de decisiones, diseño de puestos, reparto de responsabilidades, sistemas de fijación de objetivos, sistemas evaluación del desempeño, modelos de asignación de recursos y presupuestos, sistemas de costes de trasferencia, controles internos, sistemas de incentivos y sanciones, etc. En materia de RSC hay algunas


·       La existencia o no de un responsable de RSC y, en su caso, su nivel de dependencia. Ambas circunstancias dan pistas sobre el nivel de penetración de la función en cualquier compañía. Parece lógico pensar que, si una función es importante, se le dediquen recursos económicos y humanos. Según el “I Estudio de la Función de RSC en la Empresa Española realizado por la Asociación de Directivos de RSE (DIRSE), el 33% de los encuestados respondieron que su organización contaba con una posición en la estructura dedicada en exclusiva a esta función.

Sin embargo, y aunque en nuestra opinión no es estrictamente necesario crear una posición en el organigrama para que una empresa sea responsable, hay datos que conviene analizar porque la dependencia del responsable de RSC determina su naturaleza y, sobre todo, su impacto. Por ejemplo: si el director de RSC depende de la Fundación de la empresa, ya se ve que estaremos ante una función periférica y dedicada fundamentalmente a los temas sociales; si depende de Comunicación o Relaciones institucionales, su principal foco será el reporte y las relaciones con los grupos de interés; pero si depende del Consejo Directivo, el mensaje es que la RSC debe formar parte de todas las actividades de la  organización.

Por eso, creemos que la posición optima es la que apunta el estudio “The State Of The Corporate Responsibility Professionrealizado por The Corporate Responsibility Officer Association (CROA) (Marzo 2012). Para este estudio la mejor ubicación es la dependencia directa del CEO como Staff, no como línea. Esta posición aleja al director de RSC de la “batalla diaria” con otras áreas que dependen del CEO, le permite tener una mirada horizontal en toda la estructura y, además, sus decisiones no son ejecutivas salvo que se conviertan en tales a través del respaldo expreso del máximo órgano ejecutivo.  Y en todo caso, el área de Recursos Humanos, tiene un impacto clave porque incide en aspectos muy sustantivos para la RSC como son las fórmulas de contratación, los sistemas de incentivos, la selección, la formación, las relaciones laborales, etc.

·       La existencia o no de unas preguntas ácidas que actúan como filtro en el proceso de toma de decisiones. En nuestra opinión ésta es la prueba “del algodón” para incluir la RSC en el comportamiento y en la cultura de la organización. Algunas compañías como Johnson & Johnson, Google o Barclays, cuentan con un conjunto de preguntas ácidas que se toman como filtro en el proceso de toma de decisiones. Algunos ejemplos de preguntas ácidas son: “Si eliges el beneficio a corto plazo, cómo impactará la decisión en tus clientes más fieles”; o “se sentirán tus propios empleados orgullosos de trabajar para ti después de tomar esa decisión?; o “¿pensarán tus empleados que tus valores no son más que un conjunto de palabras vacías?”; o ¿cómo le explicarías esta decisión a tu hijo?”; “Qué titular de periódico no quisieras ver si tomases esta decisión?”; o ¿cumple la decisión tomada con la ley, con el espíritu de la ley, y con las normas internas?”

En cualquier caso, al menos en España, la aprobación del nuevo “Código unificado de buen gobierno de las sociedades cotizadas” facilita mucho las cosas en el mundo de la gran de empresa. En su recomendación 8.V se establece que la política de Responsabilidad Social Corporativa es materia indelegable del Consejo de Administración de la Compañía. En concreto, se recomienda “Que el Consejo asuma, como núcleo de su misión, aprobar la estrategia de la compañía y la organización precisa para su puesta en práctica, así como supervisar y controlar que la Dirección cumple los objetivos marcados y respeta el objeto e interés social de la compañía. Y que, a tal fin, el Consejo en pleno se reserve la competencia de aprobar… (V) la política de Responsabilidad Social Corporativa”.

Segundo bloque: la estructura informal. Se trata de comprender cuáles son los “otros” motores que hacen que las cosas pasen, o no pasen, más allá de lo que establece el organigrama o, en palabras de John Hunt, en una suerte de red latente que mueve las organizaciones. Para ello hay que entender los grupos o las “castas organizativas” que conviven en la empresa (consecuencia, por ejemplo de sucesivas adquisiciones), los liderazgos informales, la forma de comunicación interpersonal, las normas tácitas que se construyen con el tiempo y que impactan en la toma de decisiones, los círculos familiares o de amistad vinculados a personas con relevancia organizativa, etc.

Para incorporar la RSC en la estructura informal, hay que comprender el rol de la posición de RSC en la compañía. Aunque cada empresa es distinta, en términos generales, la posición de RSC, desde un punto organizativo, tiene un doble rol: vertical (es decir, las “funciones propias del área” que figuran en la descripción del puesto y que, por regla general, tienen que ver con la información sobre la RSC, con algunos proyectos de impacto social y ambiental); y horizontal (es decir, la capacidad de conseguir que otras áreas de la casa asuman como propias responsabilidades con impacto en el comportamiento responsable de una compañía, como son los temas relativos a la cadena de suministro, a los derechos de los consumidores, al desarrollo de productos con impacto social, etc).

Para entender este rol de trabajar en trasversal, nos parece de especial interés el estudio realizado por PWC bajo el título “The Sustainability Executive: Profile and Progress”. En este estudio se indica que un director de RSC dedica el 53% del tiempo de su jornada laboral a realizar tareas de relacionamiento, tanto interno (32%) como externo (21%), como puede verse en el cuadro adjunto



Cuadro 1: Responsabilidades del Director de RSC por tiempo dedicado




Fuente: PWC bajo el título The Sustainability Executive:Profile and Progress


Podríamos decirlo de otra forma, pero la esencia de esta función está en crear redes informales y ganarse la confianza para poder, simplemente, hacer dos cosas:

·       Trabajar para tus stakeholders internos, es decir, trabajar para ellos; escribirles los papeles y prepararles las presentaciones; convertirte en una incubadora de proyectos conjunto y, si es necesario, cofinanciarlos al principio; abrirles los ojos sobre cosas que están pasando en el mundo, o que les están pasando a otros competidores. Después de mucho tiempo trabajando en grandes organizaciones, nos hemos dado cuenta de que la mejor manera de incorporar la RSC en la compañía es creando relaciones de confianza basadas en prestar un servicio de calidad. A eso se refiere el estudio de PWC cuando dice que el director de RSC dedica al involucramiento interno, se centra en la socialización y la comunicación (8%) y en dar soporte a los directivos senior o a los miembros del consejo (10%) y en crear relaciones con los empleados.

·       Trabajar con los stakeholders externos, es decir, creando alianzas de apoyo mutuo. Hace tiempo un responsable de RSC nos dijo que su trabajo consistía en defender a la compañía de los de fuera pero, también defender a los de fuera de la compañía. Por muy fuerte que sean las confrontaciones con grupos de presión u ONG’s siempre hay que dejar puertas abiertas y puentes tendidos para arreglar conflictos. Y esas puertas y esos puentes sólo se pueden mantener en el plano de lo informal.



En definitiva, como afirma el estudio de PWC, las relaciones personales y el networking (todo ello, pura estructura informal) es tan importante, si no más, que las líneas de reportes formales.


Tercer bloque: las personas
. Por regla general, en todo colectivo conviven personas con diferente formación, cocientes intelectuales, nivel de inteligencia emocional, capacitación técnica, motivaciones y expectativas profesionales, edades, estados civiles, culturas e idiomas diferentes, etc. Se trata de comprender a la persona en su integridad, más allá de sus capacidades y habilidades profesionales.

Entonces… ¿Cuál es el perfil personal idóneo para favorecer la RSC en la compañía? La práctica nos indica que hay personas gracias a las cuales es más fácil sacar adelante los proyectos de RSC que otras. Así que la pregunta es sencilla: ¿Cuáles son los rasgos que definen al responsable de RSC?

·       Capacidad de crear confianza. Si la función de RSC es trasversal, si estás obligado a trabajar con otros para que las cosas pasen, crear entornos de confianza es clave.  Se podría escribir un tratado sobre la confianza, pero en síntesis, la confianza la genera aquel que es trasparente y, sobre todo, es capaz de cumplir sus compromisos en tiempo y en forma.

·       Capacidad de comunicar. En el mencionado informe de PWC se afirma que “Comunicar es la habilidad más citada” por todos para poder avanzar en la agenda de la RSC. Especialmente prima la capacidad de no generar reacciones defensivas. Comunicar no significa solamente traducir al lenguaje del otro tu proyecto, ni siquiera trasmitir bien tus ideas. Comunicar, sobre todo, consiste en no crear lo que F. J. Roethlisberger y Carl R. Rogers en un artículo clásico titulado Barriers and Gateways to Communication” denominan “comunicación defensiva” que es aquella forma de dirigirse a los demás que genera que el otro se ponga a la defensiva como consecuencia de actitudes y comportamientos basados en el control, la superioridad y la falta de empatía.
  
·       Motivaciones basadas en la gente y el logro En el perfil motivacional tiene que primar las necesidades sociales, tanto que la autorrealización se alcance mediante esta vía. De hecho, en el estudio de DIRSE se identificaron las motivaciones del responsable de la RSC que, entre otras, destacaban la aportación de valor a la sociedad y observar un retorno positivo para la empresa, conseguir un compromiso de colaboración de las otras áreas de la empresa, y el afán de transformación progresiva de la compañía.

·       La capacidad de gestionar la política. Es muy frecuente quejarse de que las cosas se aceleran o se paran por “política”. Y en RSC en importante gestionar la política porque, en cierta medida, ser politico fuerza a la organización a hacer cosas que no siempre se quiere. Por eso, la capacidad de gestionar la “política es clave”. En este sentido, nos parece admirable la definición que hace el filósofo Ortega y Gasset del “político puro” y que se recoge en el libro “Anatomía de un instante” de Javier Cercas. Según recoge Cercas, en “la naturaleza del político puro… conviven algunas cualidades que, en abstracto, suelen considerarse virtudes con otras que, en abstracto, suelen considerarse defectos, pero aquellas no le son menos consustanciales que estos”. Y enumera algunas virtudes: “la inteligencia natural, el coraje, la serenidad, la garra, la astucia, la resistencia, la sanidad de los instintos, la capacidad de conciliar lo inconciliable”. Aquí nos gustaría destacar ésta última idea: la capacidad de conciliar lo inconciliable, En RSC hay que convivir siempre con un balance no sencillo entre la necesidad de incrementar los ingresos día a día, con la responsabilidad ante la sociedad. Y es que la RSC no va de cuánto se dona, sino de cómo se obtienen los ingresos. 

Cuarto bloque: la tecnología. Querámoslo o no la tecnología ha cambiado radicalmente la forma y el fondo de muchos negocios. En concreto nos referimos a los sistemas y herramientas corporativas para funciones clave en la compañía (control, presupuestos, evaluación, etc.); a sistemas para favorecer la comunicación corporativa (intranet, gestores documentales, herramientas colaborativas, etc); a las redes para incrementar las relaciones entre grupos y personas (herramientas colaborativas, redes sociales, etc.); y, ahora más que nunca, al análisis y a la explotación de los datos, eso que se llama HR Analitics. La tecnología es hoy tan importante que impacta de forma determinante en la cultura corporativa.

Cómo utilizar la tecnología para impulsar la RSC?  En nuestra opinión, para acelerar la implantación de RSC en la organización, es muy conveniente utilizar la tecnología en tres grandes niveles.

·       En la gestión interna. La trasparencia y el reporte no financiero son la columna vertebral de la RSC. Por tanto, todo lo que sea incluir indicadores no financieros en los cuadros de mando corporativos, será un avance gigantesco. Como cada compañía cuenta con sus propios sistemas corporativos de reporte, la clave será, o bien incluir un set de indicadores básicos de RSC en los sistemas ya existentes, o bien agregar un módulo ad hoc que sea compatible con los sistemas existentes. Entre las soluciones más usadas destaca el módulo de Sostenibilidad de SAP, posiblemente el sistema más extendido, y, sobre todo, el sistema de reporte XBRL (Extensible Business Reporting Language ) un iniciativa lanzada en 1998 con el objetivo de estandarizar el formato con el que la información financiera se distribuye entre los diferentes proveedores, consumidores y, en su caso, a los organismos reguladores (en el caso español, la CNMV). En nuestra opinión, que las áreas de RSC monten un sistema propio, al margen del cuadro de mando corporativo o con sistemas incompatibles, es un obstáculo a la integracion de la RSC en la cultura corporativa.

·       En la gestión con los usuarios finales. Desde que los smartphones se han popularizado y la cultura del always on (siempre conectado) se ha impuesto como modo de vida, para la RSC es crítico estar presente en las Apps o en las plataformas en las que los usuarios, o bien quieren conocer y valorar cuán responsable es el producto que adquieren, o bien quieren criticar algun comportamiento de la compañía que lo produce. Entre estas soluciones, nos gustaría destacar algunas como GoodGuide, una startup que invita al usuario a encontrar el nivel de seguridad, salud, ecología o ética de más de 250.000 productos basado en ratings científicos.  Otro ejemplo interesante es la startup Provenance, que tiene como misión el hacer más trasparente la cadena de suministro de un producto, desde sus materias primas hasta la fabricación final; esta compañía hoy está siendo incubada por la acelaradora Wayra_Unltd en Londres.

·       En la relación con el diálogo con los grupos de interés, lo que se ha dado en llamar stakeholders engagement, la explosión de las redes sociales ha demostrado lo importante que es escuchar y establecer conversaciones con todos los que se relacionan con la compañía. Lo que antes se podía gestionar con no más de 150 personas (periodistas, líderes de opinión, etc) con las que, además, se mantenía una relación estructurada y formalizada, hoy se ha convertido en una relación muy compleja, donde las conversaciones ya no son top – down, sino que cualquier organización se convierte en objeto de conversaciones en la blogosfera, para bien y para mal. No hay más que ver que el caso de Volkswagen, donde en muy pocas horas, el escándalo de los motores diésel se convirtió en Trending Topic mundial, con lo que ello ha supuesto para la reputación de la empresa.  Por ello, casi todas las empresas grandes han incluido contenidos de RSC y Sostenibilidad en sus páginas web, o han creado blogs especializados, o han abierto cuentas de Twitter, Facebook o LinkedIn, porque de esta forma no solo garantizan escuchar ex ante lo que se dice de ellos, sino también porque crean una primera línea de defensa que poder utilizar en caso de posibles crisis. Por último, no podemos dejar de mencionar la plataforma Change.org, que se define a sí misma como la mayor plataforma de peticiones del mundo, cuya misión es empoderar a las personas para generar los cambios que quieren ver.

Comentarios de cierre.


A lo largo de este artículo hemos ido ofreciendo claves para introducir la RSC en las palancas que constituyen el comportamiento de una organización y, en consecuencia en su cultura. Saber incorporar la RSC en la estructura formal, en la informal, en algunos perfiles organizativos y en la tecnología ayudará, sin duda, a hacer vivir esta función. 

Solo un último apunte: lo difícil no es saber qué hacer en torno a estas cuatro palancas; lo difícil es tomar la decisión de por dónde empezar y, sobre todo, cómo medir el impacto que tendrá en las áreas que necesitan cambiar su forma de trabajar. La lógica nos dice que lo razonable sería empezar por la estructura formal; pero la práctica quizá nos diga que, montando un sistema de información preciso es el primer paso para conseguir todo lo demás. Decidir qué hacer, cuándo hacerlo y, sobre todo, cómo hacerlo, esa será la gran diferencia entre un gestor y otro, entre una empresa y otra.

En el cuarto artículo de esta serie consideraremos la medicion y el cambio en la cultura organizacional para la sostenibilidad o RSC.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Acuerdo de París: sencillamente analizado y explicado


Mucha alegría con la aprobación del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático (léelo).  “Histórico”, “Transcendental”, “Éxito monumental”, “Sin precedentes”, son algunos de los adjetivos usados.  Ante los resultados de las conferencias anteriores (el fracaso de Copenhague o del éxito parcial del Protocolo de Kioto) el hecho de que haya habido consenso sobre algo ha sido motivo de alegría.  Se logró un acuerdo y todos estamos contentos. Pero, ¿qué se logró con este  acuerdo ¿cómo se logró? ¿qué deficiencias tiene y dónde están?

¿Se necesita otro artículo más sobre el Acuerdo de Paris? Todos estamos interesados en el asunto del Cambio Climático, nos afecta a todos, pero es un tema tan complejo y tan extenso que no es fácil entenderlo.  En este artículo analizaremos si está justificada la alegría.  Intentaremos hacerlo de una manera sencilla, pero con rigor.  No nos limitaremos a hacer un paseo periodístico.

El Acuerdo no es tan bueno como el que necesitaría  la humanidad aunque permitirá avances en el control de las emisiones pero, se confía mucho en que en el futuro los países se portarán mejor que ahora.  A lo mejor tendremos que esperar que ocurran muchas catástrofes,  para que se tomen acciones concretas con la urgencia que el problema requiere. 

De donde viene el problema

El clima está cambiando y la ciencia lo atribuye a la acumulación de gases de efecto invernadero, GEI, (dióxido de carbono, metano y óxido de nitrógeno mayormente [1] ) en la atmósfera, generados por la actividad humana (antropomórficos) mayormente ocurrida desde el comienzo de la revolución industrial de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.




¿Cuáles son las principales actividades que contribuyen a las emisiones de GEI?: La combustión de combustibles fósiles (generación de electricidad, vehículos de combustión interna, aviación, plantas industriales) que generan mayormente dióxido de carbono (CO2). La deforestación que libera metano y disminuye la absorción de CO2 en la fotosíntesis; la producción agrícola que remueve el metano de la tierra; la producción ganadera que genera metano en los eructos y desechos de los animales; el deshielo que libera el metano retenido en el hielo.  El óxido de nitrógeno, N2O, se produce mayormente en las actividades agrícolas aunque también en las industriales, transporte y generación de energía. 




Hay algunos sectores que son particularmente importantes en la generación de GEI.  Algunos datos:[2]  90 empresas son responsables por dos tercios de las emisiones acumuladas de GEI en el período 1971-2010, 83 de las cuales son empresas energéticas. La ganadería contribuye a más del 5% a las emisiones totales, más o menos lo mismo que la industria de la aviación y la tecnología de información combinadas. Otro de los grandes emisores es la industria del cemento que contribuye el 5% de las emisiones.  La deforestación y el cambio en el uso de la tierra han contribuido el 15% de las emisiones. Cerca del 20% de las emisiones provienen de la combustión de la gasolina en los vehículos. Más del 40% de las emisiones provienen de las edificaciones comerciales y residenciales a través del uso de energía y gases usados en la refrigeración, calentamiento y aislamiento.

Los países que más GEI generan son China (gran parte de la generación eléctrica es con carbón, que emite mucho más CO2 que el gas natural [3]) y EEUU por su producción industrial, vehículos, consumo de carbón, etc.  EEUU tiene solo el 5% de la población mundial pero el país contribuye con casi el 19% de las emisiones globales.  China contribuye con el 23%.  Otros grandes emisores son los países de la Unión Europea, India y Brasil.  De allí que la responsabilidad por la reducción de las emisiones no sea solo responsabilidad de los países desarrollados.



Esto ha producido ya un calentamiento global de 1°C desde la revolución industrial y si continúa la tendencia podría llegar a 5° C a finales del siglo.

Consecuencias del cambio climático

Nótese que nos referimos a “cambio climático” y no a “calentamiento global” como en el pasado.  Tampoco nos referimos a contaminación, que es otra cosa. [4]  EL problema no es sólo la subida de la temperatura en el planeta, sino que además esa subida conduce a cambios en el clima.  Sin entrar en muchos detalles, la acumulación de GEI no dejan escapar el calor hacia la atmósfera y sus principales consecuencias son el deshielo en los polos y en las montañas (lo que libera todavía más GEI que están atrapados en el hielo) que eleva el nivel del mar. Esto afectará seriamente a las comunidades costeras y a países enteros como son las islas de baja altura en el Pacífico, que podrían desparecer.  También conduce a mayores sequías en algunos lugares y mayores precipitaciones en otras, a tormentas más fuertes, inundaciones, olas de calor o de frío

Pero lo menos difundido, pero igualmente grave, son los cambios en la biodiversidad con la migración de especies animales hacia lugares más fríos (peces, insectos, etc.), cambios en las zonas donde se pueden cultivar algunas cosechas, cambios en la productividad y calidad de las cosechas (producción de vino se puede desplazar hacia el norte).  Todo ello conlleva cambios en la actividad productiva agrícola, beneficiando a algunos y perjudicando a otros, podrá haber también una  dispersión de plagas en el mundo vegetal y de enfermedades en el mundo animal hacia lugares que no tienen las defensas naturales establecidas.  Habrá más escasez de agua en algunas partes del planeta al derretirse los glaciares de los que dependen muchas comunidades y aumentos es la desertificación.  La disponibilidad de agua, con los cambios climáticos, aumentará  los conflictos por su acceso dentro de las zonas de escasez.  Estos cambios en la biodiversidad también amplificarán los problemas existentes de hambre y malnutrición en países en vías de desarrollo y contribuirán a las migraciones.

A pesar de las medidas de mitigación que se están adoptando, muchos de estos problemas son inevitables y muchos países y sectores de la población tendrán que adaptarse.  La adaptación a los daños es un componente clave del Acuerdo y es para lo que se pide financiamiento de los países que han contribuido a crear el problema.

¿Qué se logró con el Acuerdo de París?

El principal logro fue la unanimidad de todos los países del mundo de que el Cambio Climático es un problema urgente que hay que atacar y de que los países en vías de desarrollo reconocieron que la solución los incluye, que no es solo responsabilidad de los que ya han contribuido a crear el problema.  También se reconoció que las soluciones impuestas desde arriba no tenían posibilidad de lograr acuerdos, que para lograr la participación de todos había que dejar que los países determinaran lo que pueden hacer, sus “contribuciones” voluntarias, cada uno desde su posición actual y de acuerdo a sus capacidades, hasta el 2030.  Esto tiene la gran ventaja de lograr  la participación de todos, pero la desventaja de que cada uno va por su cuenta y, como se demostró al contabilizar las ofertas de contribuciones de unos 180 países antes de la Conferencia, no se lograría el objetivo de limitar el aumento del calentamiento global en 2°C.

Según el Acuerdo, las medidas para limitar el calentamiento global están centradas en tres pilares: (1) Las contribuciones voluntarias de los países y su revisión periódica para la mitigación; (2) mejoras en las capacidades de adaptación de los países a los efectos del cambio climático; y (3), el financiamiento de los países desarrollados (y voluntarias de países en desarrollo como China) a los demás países para acciones de adaptación a los efectos del cambio que está ocurriendo y el desarrollo de tecnologías para la energía limpia.  Y todo esto requiere de transparencia y rendición de cuentas con asunción de responsabilidad (accountability). La transparencia está plasmada en el Acuerdo, la “accountability” es dudosa.
  
  • ·   Mitigación: Los países sometieron sus “contribuciones previstas determinadas a nivel nacional” (en inglés es quizás más ilustrativo.  La palabra usada en inglés para describir las contribuciones previstas es “intended” que también quiere decir “intenciones”, que no representan compromiso alguno).  Cada país presentó las contribuciones como le pareció más conveniente para sus propósitos, como reducciones sobre diferentes años de base.  Es muy difícil armonizarlas, lo cual se contempla implementar como parte del Acuerdo.   El acuerdo no establece qué deben hacer los países para lograr sus contribuciones ni lo que pasa si no las cumplen.  Inclusive muchos países, y el Acuerdo lo reconoce, condicionaron el cumplimiento a recibir el apoyo financiero de los países desarrollados.  No era de sorprender que las contribuciones iniciales fuesen muy conservadores, por si acaso.  De hecho al agregarlas (tarea muy compleja) se llegó a la conclusión de que el calentamiento global sería superior a los 3°C.

·    Se acordó que los niveles de “compromisos” fueran diferenciados para países en vías en desarrollo y países desarrollados con los segundos debiendo lograr una reducción absoluta y presentando más detalles, en tanto que los primeros “deberían seguir aumentando sus esfuerzos de mitigación, y se les alienta a que, con el tiempo, adopten metas de reducción o limitación de las emisiones”.  Todos “deberían esforzarse por formular y comunicar estrategias a largo plazo para un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero.”  Se usa un lenguaje tradicional para estos casos que dice que las actuaciones son en función de “las responsabilidades comunes pero diferenciadas y las capacidades respectivas, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales, que es un eufemismo de negociación burocrática para decir que “haga lo que pueda”. Obviamente que esto abre una gran puerta de escape que fue necesaria para lograr el Acuerdo.
  • ·   Adaptación: Los países deberán (ahora si se usa “deberán” y no “deberían”) adoptar planes de adaptación con las consiguientes políticas, programas e iniciativas. Esos planes deberán ser evaluados  e informados a las Partes del Acuerdo.   Cada país “debería, cuando proceda, presentar y actualizar periódicamente una comunicación sobre la adaptación, que podrá incluir sus prioridades, sus necesidades de aplicación y apoyo, sus planes y sus medidas”.  Se estimula la colaboración entre las partes. 
  • ·   Financiamiento: El Acuerdo prevé asistencia técnica y aportes financieros de los países desarrollados a los en vías de desarrollo para la mitigación y adaptación. “Estimula” a los países en desarrollo a también contribuir, si están en condiciones de hacerlo.  El Acuerdo no establece montos, contrario a lo que se reporta en algunos medios.  Los montos mencionados en los medios son voluntarios y son resultado de las estimaciones de las necesidades de los países en desarrollo y de las voluntades de los desarrollados.  Se habla de necesidades en entorno a los $100.000 millones anuales hasta el 2020, con el monto a ser revisado en el 2025.  Quién los pone, cuándo deben estar disponibles, en qué forma y cómo se distribuyen no se especifica.  Presumiblemente habrá buena cantidad de dinero en especies y se imputarán apoyos que ya se hacen o que de todas maneras se iban a hacer.  No serán incrementales ni todos en efectivo.  También requiere que los países hagan sus planes para usar estos recursos cada dos años y los reporten.
  • ·   Transparencia: Las contribuciones se revisarán en el 2018 y se debe reportar el cumplimiento cada cinco años y ofrecer unas más estrictas para el siguiente período, con criterios de “transparencia, exactitud, exhaustividad, comparabilidad y coherencia y velarán por que se evite el doble cómputo.”   Se crea un comité que vele y facilite el cumplimiento de la acción.  Habrá que presentar comunicaciones nacionales cada dos años. “Las Partes que son países en desarrollo deberían proporcionar información sobre el apoyo en forma de financiación, transferencia de tecnología y fomento de la capacidad requerido y recibido. …… La información que comunique cada Parte conforme a lo solicitado… se someterá a un examen técnico por expertos.”


Otro de los logros del Acuerdo es el mensaje claro que se está enviando a las empresas e inversionistas que el mix energético tiene que cambiar, que el consumo de combustibles fósiles debe ir disminuyendo, que las fuentes alternativas de energía con menos emisiones deben ir en aumento.  Presumiblemente el mercado financiero, que sí tiene poder de convicción, reforzará estos mensajes.  Es incluso  posible que las empresas petroleras tengan que devaluar el valor de sus reservas, elemento crítico de su valoración en bolsa, al convertirse en no usables, no extraíbles, si eventualmente los gobiernos reducen por mandato el uso de esos combustibles y mundo se mueve hacia energías renovables.

¿Por qué esta vez se logró un Acuerdo?

En primer lugar porque se aprendió del fracaso de la conferencia de Copenhague donde se pretendían lograr acuerdos de reducción vinculantes, impuestos de arriba hacia abajo; esta vez se hizo dejando que cada país, de acuerdo a su situación actual, su contexto y sus posibilidades, ofreciera contribuciones voluntarias.  Es difícil no lograr acuerdos si se acepta lo que cada país ofrece.  Es imposible saber si podía lograrse un acuerdo más ambicioso, pero es muy posible que el miedo al fracaso llevó a buscar compromisos a como diera lugar.  El riesgo real y reputacional, combinado con las lecciones aprendidas hizo posible el acuerdo.  También es de destacar que la preparación fue muy detallada y cuidadosa (en particular la estrategia de pedir, con tiempo, a los países la determinación de sus contribuciones voluntarias).  Y aquí hay que destacar los esfuerzos de una latinoamericana, Christiana Figueres, Secretaria Ejecutiva de la Convención sobre el Cambio Climático de la ONU, cuya tenacidad a lo largo de los últimos 5 años condujo a este logro.  Además, Francia hizo esfuerzos extraordinarios de organización y de búsqueda de consenso. Y también fue clave el compromiso expresado por los más grandes emisores, China, EEUU y la UE, de llegar a un acuerdo.

Adicionalmente aprendieron que era más efectivo llevar a los máximos líderes de los países al principio de la Conferencia para que dieran instrucciones y aliento y no al final para resolver diferencias.  Esto último llevó a que en Copenhague muchas cosas se dejaran abiertas para su decisión final y los líderes de detalles sabían poco y estaban apurados para regresar a sus problemas domésticos.  La caótica reunión de última hora entre los líderes de EEUU, Alemania, Reino Unido y Francia al final de la reunión de Copenhague, mientras el líder de China se dirigía al aeropuerto, fue una gran lección de lo que no se debe hacer. 

Aunque en principio los atentados de París no deberían tener nada que ver con el Acuerdo, su aprobación, como triunfo de los organizadores franceses, exaltó la alegría por el éxito después del sufrimiento.  Como si después de ver al Presidente Hollande tan mortificado por los atentados, ahora nos diera satisfacción ver que su administración logró un importante éxito internacional.

En este contexto positivo, para entender su aprobación, merece atención el análisis del contenido del AcuerdoAdemás de dejar que los países dijeran lo que “intentarían hacer”, el acuerdo debió usar un lenguaje de compromiso para evitar antagonizar a algunos.  No se pudo usar la palabra “descarbonización”, que es de lo que se trata, por la oposición de Arabia Saudita.  También se tuvieron que poner muchos verbos en tiempo condicional para logar la aprobación de EEUU, que sabe que no lograría la ratificación del Acuerdo en el Congreso si contuviera compromisos legalmente vinculantes (EEUU nunca ratificó el Protocolo de Kioto).  Se usa el tiempo “deberían” en vez de “deberán” que hubiera sido vinculante; “…. los países desarrollados deberían seguir encabezando los esfuerzos y adoptando metas absolutas de reducción de las emisiones para el conjunto de la economía». Y que los «países en desarrollo deberían seguir aumentando sus esfuerzos de mitigación, y se les alienta a que con el tiempo, adopten metas de reducción o limitación de las emisiones para el conjunto de la economía, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales».  Y el sentido de que “haga lo mejor que pueda” en vez de “haga esto y esto”,  o bien que se debería alcanzar el pico en emisiones “lo antes posible” (China lo ofrece para el 2030, hasta allí su emisiones aumentan), contribuyó al consenso.  Pero la realidad es que para 2030 deben empezar a bajar para todos los países. 

Si se quiere aprobar por unanimidad de 195 países y la EU un documento de 40 páginas, que supuestamente dice lo que cada país puede y debe hacer, es imaginable el tipo de lenguaje que debe contener, el tipo de compromiso que puede exigir y las formas sutiles de supervisión y control que se pueden sugerir.  Como parte del Acuerdo no hay instituciones supranacionales capaces de obligar al cumplimiento de las intenciones, aunque si se establecen comités y grupos de seguimiento y coordinación.  Si se quiere aprobar este tipo de documento se debe recurrir a un lenguaje muy cauteloso, que no obligue, que dé la posibilidad de hacer cambios, de adaptarse.  Y en este caso, acertadamente, el no empezar con obligaciones legalmente vinculantes de reducción que es imposible que sean aceptadas.

El documento será legalmente vinculante cuando “no menos de 55 Partes en la Convención, cuyas emisiones estimadas representen globalmente un 55% del total de las emisiones mundiales” de GEI lo ratifiquen (el período de ratificación es entre abril del 2016 y abril del 2017).  Lo de que el documento será legalmente vinculante es interpretado por algunos, muy superficialmente, como que los países han adquirido obligaciones legalmente exigibles.  No, no es así.  Lo que es vinculante es el documento que contienen obligaciones con lenguaje como “debería”, “intenciones”, “de acuerdo a su posibilidades”, y algunas otras, de menor importancia que si son obligatorias.  ¿Y ante qué Corte de Justicia responden?  Ante la de la opinión de los demás países y la de la opinión pública.  ¿Qué pasa si un país no cumple con las indicaciones de buenos deseos que enviaron?  Mala reputación externa, y posiblemente presión de los que sí están cumpliendo, pero no hay penalizaciones.  El tiempo dirá si el instrumento fue efectivo.

Otros logros

Hubo otras acciones en paralelo que son destacables.  El Acuerdo estipula que si bien el objetivo es un aumento de no más de 2°C, estimula a seguir esforzándose por limitar el aumento de la temperatura a 1,5ºC.  Laudable y no fue fácil lograrlo, pero es un “saludo a la bandera”, falta ver que harán para que ello se logre, no basta con buenas intenciones. ¿Y cuando vean que otros no lo hacen y adquieren ventaja competitiva con ello en los mercados internacionales, que harán?  Afortunadamente se conformó una alianza de unos 100 países, incluyendo EEUU y la Unión Europea para promover que las emisiones se limiten para que el aumento de la temperatura no llegue a los 1,5°C.  Pero no especifica las medidas a tomar para lograrlo.
 
También hubo ofertas de grandes filántropos (Bill Gates entre ellos) que ofrecieron parte de sus recursos para adelantar la investigación y desarrollo de fuentes alternativas de energía más eficientes, en particular a menores costos que las actuales.  También es una iniciativa muy laudable, pero habrá que ver si ello llega a tiempo y si basta con acciones de parte de algunos individuos y algunos gobiernos.  Hoy es muy difícil para las fuentes energéticas competir en precio con los combustibles fósiles.  No es suficiente con rebajar el precio de las alternativas, hay que subir el precio de los combustibles y eliminar los subsidios (como se comenta al final del artículo).  Y hay consumos de energía para los cuales la sustitución de unas fuentes por otros no es sencilla, como por ejemplo en el transporte terrestre, marino y aéreo y en las edificaciones, en los que el cambio de los patrones de consumo y de fuentes energéticas requiere de muchas decenas de años (la vida útil es relativamente larga)

No hay que quitarle mérito al Acuerdo, se lograron cosas significativas como se ha mencionado. Esperemos, por el bien de todos, que los países no se duerman en los laureles.  Como en todo “the devil is in the details”.  El Acuerdo no garantiza acción, todo sigue dependiendo de los gobernantes que adopten las políticas, incentivos e desincentivos, de que las empresas tomen las medidas pertinentes, de que los mercados financieros canalicen los recursos hacia proyectos e inversiones que limiten el cambio climático y, al final, que la sociedad, en sus decisiones cotidianas de adquisición y consumo favorezcan acciones que lo mitiguen.

Del Acuerdo por lo menos ha quedado claro que hay que vender (o no comprar) las acciones en empresas que dependen de combustibles fósiles o de contribución significativa al cambio climático y no comprar una casa al borde del mar (por si acaso el Acuerdo no logra sus objetivos).

Pero hay una gran omisión

El gran problema:  La población toma decisiones basadas mayormente en precios y los precios de los productos, mayormente los energéticos, el agua y los alimentos (en especial la carne), no reflejan en costo para la sociedad de su consumo, solo reflejan, en muchos casos, el costo financiero, no real, de producción.  No incluyen los costos en términos de los daños humanos y materiales de su contribución al cambio climático, que se mencionaron anteriormente. Y para colmo de males muchos países subsidian, directa e indirectamente la producción y consumo de combustibles fósiles.[5]   Si lo reflejaran en el corto plazo se produciría un gran desequilibrio y el impacto sobre la población de aumentos de precios para reflejar esos costos puede ser muy alto, sobre todo para las poblaciones de menores ingresos. 

La solución pasa por que los precios reflejen el costo para la sociedad, en el mediano y largo plazo, lo que requiere ponerle un precio al daño que causan las emisiones de GEI y cargárselo a los productos y servicios que lo causan en función de su contribución, ya sea vía impuestos o vía restricciones a la emisión (presupuestos de emisiones) y se pongan en marcha los mecanismos de transición necesarios.  Esto lo trataremos en otro artículo.




[1] El metano tiene 28 veces más y el óxido de nitrógeno 300 veces más poder de calentamiento que el dióxido de carbono.

[3] China inaugura dos plantas eléctricas semanales, con el peor combustible, el carbón (1.75 veces peor que el gas natural y 1.25 veces peor que el diésel).  Cada año China instala 70GW de capacidad, que es el 80% de la potencia neta instalada en España. Cada 15 meses China instala el equivalente a una España en capacidad de generación, pero con carbón.

[4] En algunos medios llaman a las emisiones de GEI “contaminación” o lo que es todavía peor “polución”, que tiene otras connotaciones.  Contaminación se refiere a la emisión de otros gases y sobre todo partículas que se quedan en el aire y que afectan la calidad del aire.  Los GEI son invisibles y están en la atmósfera. Aunque tienen fuentes comunes:  la combustión.

[5] El caso más patético es Venezuela donde con US$1 (a la tasa del mercado paralelo) se pueden llenar 150 tanques de gasolina de un coche (150 tanques, no galones, no litros).  Pero no es el único país que subsidia los combustibles.