miércoles, 24 de diciembre de 2008

Articulo "En que se parecen los premios del GRI a los de Eurovision" fue finalista en el "IV Premio Foretica-Novartis"


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domingo, 14 de diciembre de 2008

Responsabilidad Empresarial: De la ilusión a la realidad

Mucho es lo que se habla en América Latina sobre la responsabilidad social de las empresas. Han proliferado las publicaciones y foros donde se trata el tema. Últimamente ha habido un crecimiento casi exponencial en el número de expertos en el tema, en las instituciones de promoción, en su cobertura en instituciones de educación, en foros de discusión.

Todo esto es un buen síntoma de que el tema está madurando y está atrayendo la atención. Sin embargo, me temo que lo está haciendo en los sectores menos críticos para su implementación, que es una conversación entre convencidos. Parece que estamos en presencia de un exceso de oferta de consejos, de recomendaciones, de conversaciones y discusiones y que estamos ante una escasez de demanda, lo cual, como todo bien económico, corre el riesgo de devaluarse.

Hay casi un exceso de interés en el tema, y decir esto puede parecer anatema. Pero creo que el interés está entre los convencidos. Son las empresas y los consumidores los que deberían ACTUAR y en esto falta mucha conciencia, mucho por hacer. Este exceso de oferta, de interés de los convencidos, ha dado lugar a que muchos aleguen que esto es una moda y la respuesta casi unánime de los expertos, (los convencidos) es que la responsabilidad no es una moda sino que está aquí para quedarse.

Sin embargo viendo el exceso de oferta cualitativa y cuantitativa, yo diría que lo que está de moda es promover el tema, lo que no es malo, pero hay mucha ingenuidad en esa promoción. Hay mucho advenedizo, mucho aficionado. Aparecen empresas consultoras, con muy poca experiencia, que están dispuestas a verificar, evaluar y certificar la responsabilidad de las empresas. Hay premios a la empresa responsable por doquier[i]. Tampoco es malo, pero corremos el riesgo de devaluar las prácticas responsables, porque muchas de estas caracterizaciones no están basadas en un análisis integral, a fondo, de su sostenibilidad.

Nos estamos arriesgando en convertirlo en moda a menos que toda la atención se convierta en acción por parte de los que hacen. Hay una inmensa brecha en lo que debe ser y lo que es. Entre el “debería ser” y el “es”. En todas partes se oye la cacofonía de hay que ser responsable y todos estamos de acuerdo. Pero, ¿cuál es la realidad?

No podemos ser ilusos a la hora de competir en la asignación interna de recursos dentro de la empresa. Las actividades responsables, muchas de las cuales tienen costos tangibles en el corto plazo y beneficios intangibles en el largo plazo, pueden resultar perdedoras ante otras “inversiones” que tienen beneficios, más medibles y a menor plazo. A las prácticas responsables se les suele aplicar un listón más alto, y en situaciones de crisis, más alto todavía.

Alegan que continuará siendo rentable, que es posible usar la responsabilidad como instrumento competitivo, de desarrollo de nuevos negocios. No estoy en desacuerdo, pero esto no es automático. No basta con decir que “debe ser”. Hay que “ser”.

En la promoción del “debería ser”, muchas veces se ignora la dura realidad empresarial. Los que nos dedicamos a promover el tema debemos conocer más a fondo la realidad empresarial, lo que mueve a la empresa y a sus dirigentes y a no vivir de ilusiones. Es solo conociendo esta realidad, esta dinámica empresarial que podremos diseñar e implementar las intervenciones adecuadas.

La misma crisis que vivimos es un fiel reflejo de que los individuos y las organizaciones responden a los incentivos, persiguen el interés propio. Cuando la situación esta complicada, se va perdiendo el colectivismo, el interés por el bien común y se suplanta por el individualismo y la consecución del bien propio. No quiero decir que en las empresas no hay altruismo o no hay consideraciones morales y éticas. Pero la empresa enfrenta la dura realidad de su primera responsabilidad: seguir siendo viable.

Ya Adam Smith decía que es por interés propio del carnicero y el panadero que se producen los bienes y servicios que la sociedad demanda. Que por estos intereses el mercado funciona. Pero hoy las grandes empresas no son ni carniceros ni panaderos ampliamente conocidos por la comunidad y dependientes de las presiones de los clientes y las comunidades locales. En la inmensa mayoría de los casos, los anónimos consumidores ni se enteran, y aun enterándose, no actúan.

Hoy son empresas mas grandes que las del negocio individual, que tienen presiones de todo tipo, y como hemos visto en los meses recientes, el mercado económico tiene sus fisuras, no funciona como creíamos. Cuando cada uno persigue el bien privado, el bien común sufre.

Y el mercado de la responsabilidad es aun mas subdesarrollado, con actores que no ejercen su responsabilidad colectiva. Es mas proclive a colapsar ante presiones como las crisis.

Hay que ser realistas y no vivir de ilusiones
. Los promotores de la RSE deben entrar mas en contacto con los detractores de las prácticas responsables y con la realidad empresarial para enterarse de las objeciones y de los verdaderos obstáculos y poder diseñar intervenciones efectivas, sostenibles.

A veces me parece que los convencidos solo hablan entre ellos, están todos de acuerdo con el “debería ser”, se congratulan mutuamente. Tienen que aprender el idioma empresarial, de lo contrario podemos convertir a las prácticas responsables en una moda, en una víctima de la crisis.

¡Hay que moverse de la ilusión a la realidad empresarial!


[i] Véase mi artículo “En que se parecen los premios GRI y los de Eurovisión” en http://www.cumpetere.blogspot.com/