sábado, 7 de junio de 2025

¿Qué efecto tienen los valores del CEO sobre la sostenibilidad de su empresa?

 

Otro factor que se debe considerar en el establecimiento de la cultura empresarial para la sostenibilidad: Los valores del máximo dirigente ejecutivo. En un artículo anterior habíamos analizado el efecto de los valores de los empleados en general, [i] y en una serie de artículos, en qué consiste la cultura empresarial, como se desarrolla e implementa y cuál es la más conducente a la sostenibilidad [ii]. En este artículo cerramos el círculo considerando el efecto de los valores y comportamientos del máximo dirigente.

En abril del 2025 se publicaron los resultados de una extensa investigación sobre ello (CEO Values and Corporate ESG Performance (Xiang Li, Onur Kemal Tosun y Arman Eshraghi, Cardiff University). A través de análisis estadísticos el estudio analiza la relación entre un índice de valores y comportamientos del ejecutivo con un indicador sobre la sostenibilidad de su empresa.

La gran mayoría de los estudios estadísticos en los cuales se analizan grandes volúmenes de información suelen tener notables problemas de extrapolación de los resultados a casos particulares y este no es una excepción. Sin embargo, sus limitaciones no impiden una interpretación de los resultados que pueden ser útiles en la práctica. Después de analizar el estudio y sus lecciones, comentaremos brevemente los potenciales problemas y la confiabilidad de los resultados.

I.                El estudio.

Para analizar la relación entre valores/comportamientos, variable independiente, y sostenibilidad variable dependiente, crean un índice de aquellos y utiliza las calificaciones de sostenibilidad como medida de esta.  Condensa ambas variables en medidas agregadas de muchas características, un índice (llamado CVI, índice de valores del CEO) y una calificación externa. Para aislar el efecto de los valores/comportamientos sobre la sostenibilidad controlan por el efecto de otras variables que pueden influir en esta, tanto personales como de la empresa. En el primer caso son la edad, género, tiempo de ocupación del cargo, MBA y participación en su propiedad. En el segundo caso son el tamaño de la empresa, edad de los consejeros, edad de la empresa y varios indicadores sobre la situación financiera.

El índice CVI utiliza características en cinco categorías que postulan pueden estar relacionadas con la sostenibilidad: (1) estilo de vida; (2) herencia cultural; (3) experiencias vividas; (4) entorno familiar; y, (5) exposición la ambiente externo. Seleccionan once factores para representarlos y emplean 22 variables para cuantificar y evaluar esos once factores. Para no extender la discusión solo daremos algunos ejemplos que permiten apreciar el tipo de variables y la representatividad del análisis.

  • En estilo de vida incluyen preferencias dietéticas (¿vegetarianos más conscientes?) y uso de las redes sociales;
  • En la herencia cultural utilizan cinco de las características del país en que viven (los mismos que habíamos analizado en el artículo sobre el efecto de la cultura local en el comportamiento responsable). [iii]  Incluyen grado de individualismo, desigualdad social, masculinidad/feminidad, aversión la riesgo y visión de largo/corto plazo; y, 
  • En el entorno familiar incluyen medidas relacionadas con los hijos (hijas tienden a hacerlos más responsables), hermanos, y estado civil (¿casados más responsables?).

Aun cuando algunas variables puedan parecer inusuales, hay que destacar que han sido seleccionadas en base a otros estudios que muestran alguna relación con la responsabilidad individual. También se deben tener en cuenta las dificultades de encontrar información confiable para los centenares de CEO de empresas incluidas en el índice S&P 500, analizados sobre diez años.

Como medida de la sostenibilidad empresarial utilizan las calificaciones de Refinitiv Eikon de Thomson Reuters. Este es el nexo débil del estudio, considerar que una calificación de sostenibilidad puede capturar la sostenibilidad empresarial. Hemos comentado sus deficiencias en varios artículos [iv] y en este caso la deficiencia es aun mayor que el caso más común de utilizarlas en decisiones generales de inversión. En este caso se pretende que las diferencias de calificaciones entre empresas reflejen el efecto de los valores/ comportamiento del CEO, cuando la calificación es una medida muy cruda.

Esta calificación “define” la sostenibilidad en base diez indicadores. Ambiental: Emisiones, uso de recursos, innovación de productos ambientales; Social: Derechos humanos, normas laborales, diversidad e inclusión, impacto en la comunidad; Gobernanza: Gobierno corporativo, ética empresarial, gestión de riesgos, derechos de los accionistas. Las calificaciones de Refinitiv Eikon no son consideradas en los mercados financieros como las más confiables.

II.             Resultados.

El estudio analizó no solo la relación entre el índice de valores/comportamiento del CEO con las calificaciones de sostenibilidad, sino que además lo analizó por sub calificaciones A, S y G, la duración de la relación, la personalidad del CEO y el impacto sobre el greenwashing. Todos los resultados fueron positivos:

  • Los valores de los ejecutivos orientados hacia la sostenibilidad mejoran las calificaciones a nivel agregado y a nivel de sus componentes;
  • Tienen un efecto duradero;
  • La relación es más intensa para los dirigentes extrovertidos; y,
  • Los valores/comportamientos mitigan el impacto negativo que el greenwashing puede tener sobre sobre las calificaciones.

III.           Discusión.

Los resultados, en general parecen razonables, es lo que se podría esperar: que si los dirigentes tienen valores y comportamientos que son conducentes a la sostenibilidad empresarial esta mejore.  Pero a efectos de una implementación práctica, lo que faltaría conocer es el proceso mediante el cual esos valores y comportamientos se pueden plasmar en resultados y de esa manera poder refinar cuales de los son más efectivos.

Para ello es de destacar que el estudio se refiere a la relación (estadística) entre dos índices, uno de valores y comportamientos y el otro de una calificación de sostenibilidad, ambos un conjunto de agregados, que pueden enmascarar y compensar aspectos positivos y negativos entre sus componentes.

Si bien los autores se refieren al efecto sobre “ESG performance”, que interpretan como mejoras en la sostenibilidad, la realidad es solo han mostrado una relación, estadística, con las calificaciones de sostenibilidad, que como hemos indicado no suelen ser representativas.  Son un promedio ponderado de diez indicadores sobre aspectos actuales y pasados y sobre intenciones, que no reflejan la gestión de los impactos positivos y negativos que ha tenido, tiene y que quiere tener y como lograr una contribución a la mejora de la situación social y medioambiental de sus stakeholders.

Por el contenido del reporte se puede deducir que los autores son muy versados en temas de sociología y psicología personal y sobre análisis estadístico, pero muestran poco conocimiento de la gestión empresarial y en particular de la sostenibilidad.

Aun con las mencionadas cautelas el estudio tiene valor. Hay que reconocer que no es sencillo capturar de forma cuantitativa las dos variables críticas, valores y comportamiento y sostenibilidad empresarial. Posiblemente su mayor contribución sea el estimular el interés por la identificación de los valores, comportamiento y personalidad del máximo ejecutivo (y de los demás ejecutivos) que son conducentes a la sostenibilidad empresarial y el impacto que puedan tener sobre su logro.  

Es lo que se debería considerar en la selección de los dirigentes, aun cuando las contrataciones seas infrecuentes. Además, son un factor más a considerar en la conformación de una cultura empresarial conducente.

miércoles, 4 de junio de 2025

Es la hora de reforzar las funciones del Director de Sostenibilidad Empresarial, no de diluirlas


(Publicado en la revista The Officer el 1 de junio del 2025)

¿Especializar o diluir? ¿Fortalecer o debilitar? En estos tiempos de ataques, hay quienes quieren pescar en río revuelto para diluir y debilitar las funciones de la sostenibilidad empresarial (en un artículo anterior, Cien días de ansiedad: Trump y su ataque a la sostenibilidad, considerábamos estos ataques).

Algunos consultores, para avanzar intereses personales promueven la creación de la figura del Chief Corporate Officer, CCO (así en inglés, para que parezca más riguroso). Hay, incluso, quien ofrece programas de formación para ese perfil «que asume el reto de integrar todos los asuntos corporativos desde una perspectiva estratégica, conectando diferentes áreas» y absorbe las funciones de sostenibilidad empresarial. 

Pues el CCO ya existe en todas las empresas y se llama Chief Executive Officer, CEO, o consejero delegado. Precisamente la tendencia apunta a hacer al CEO responsable directo de la sostenibilidad empresarial, que es lo que piden las regulaciones de la Comisión Europea sobre la información sobre la sostenibilidad.

Sostenibilidad empresarial no es hacer «cositas buenas», es la gestión integral de las actividades de las empresas para su propio bien, el de la sociedad y el medio ambiente, que no es otra cosa que la buena gestión. 

Pero lo más crítico es que proponen la absorción de la función de sostenibilidad empresarial por la función de comunicación corporativa y gestión de la reputación, que no necesariamente tienen los mismos objetivos. Comunicar no es lo mismo que hacer y la comunicación engañosa, greenwashing, ha sido uno de los principales enemigos del avance de la sostenibilidad. 

La comunicación es la gestión de la percepción, que tiene como principal objetivo mejorar la reputación empresarial de la empresa. Esta gestión puede hacerse vía dos estrategias, una basada en la comunicación responsable de todo el comportamiento empresarial, la que es sostenible, y otra basada en el greenwashing y el aprovechamiento del efecto aureola (la empresa destaca una actividad responsable e, inconscientemente, el afectado lo extrapola como si todas sus actividades fueran responsables). Esta segunda estrategia es efímera.   

Los especialistas en comunicación corporativa y gestión de reputación suelen gestionar esta parte efímera. Los especialistas en sostenibilidad empresarial son responsables de que la empresa sea responsable (valga la cacofonía), que tome acciones, y suelen gestionar la percepción vía el reporte de hechos comprobables. 

La experiencia tradicional de la función de comunicación, reputación y relaciones institucionales se basa en transmitir una imagen de la empresa que muchas veces enmascara la realidad, enfatiza lo positivo y esconde los problemas.

Comunicación engañosa, greenwashing, y comunicación selectiva, greenhushing, es, lamentablemente, todavía parte de la función de la comunicación de muchas empresas. 

Es cierto que la función de comunicación ha ido evolucionando y no descansa solamente en la segunda estrategia, en gran parte por el avance de las regulaciones sobre comunicaciones en sostenibilidad y en parte ante las exigencias de los stakeholders, cada vez más interesados.

Desafortunadamente algunos, como los consumidores, todavía son incrédulos y no hacen los esfuerzos de informase para la toma de sus decisiones. Estos son los mas sensibles a las estrategias de comunicación selectiva. 

Esto ha sido una de las grandes preocupaciones de la Comisión Europea, por lo que ha emitido regulaciones sobre el reporte de la sostenibilidad empresarial y su comunicación, con el objeto de que presenten información que sea no solo comparable, sino además confiable y verificable.  

En particular ha emitido dos grupos de regulaciones que atacan directamente la problemática de las comunicaciones engañosas, uno para los productos de consumo (Directiva 2024/825 del 28 de febrero de 2024 sobre elempoderamientode los consumidores para la transición ecológica mediante una mejorprotección contra las prácticas deslealesy mediante una mejor información y otra para los productos financieros (Directiva sobre la regulación de las finanzas sostenibles, en proceso de revisión).  Estas regulaciones establecen la responsabilidad de la alta dirección y posibles penalizaciones por incumplimiento. 

Sería contrario a estas regulaciones enfatizar los aspectos de comunicar sobre los de hacer, que es lo que ocurría si se diluyera la función de la sostenibilidad empresarial dentro de funciones más generales, especialmente si son dominadas por las comunicaciones y la reputación. 

Ante la rápida evolución y la complejidad de la sostenibilidad empresarial, el encargado de gestionarla al interno de la empresa, llamémoslo Director de Sostenibilidad Empresarial, DirSE, ha tenido que ampliar su ámbito, desde su papel tradicional de promotor de acciones responsables dentro de la empresa a gestor estratégico dentro y fuera, a integrador del comportamiento en la cultura empresarial.

Para ello se está haciendo cada vez más necesario que su nivel organizacional sea lo más cercano posible al consejero delegado, aunque ello no sea posible en algunos casos, especialmente las empresas más complejas.  

Este sería el peor momento para enviar el mensaje a las partes interesadas en la sostenibilidad empresarial de que las funciones corresponden a generalistas de gestión empresarial, incluyendo a los de comunicación y reputación. 

No se puede absorber la función de hacer, de lograr cambio, de tener impacto, con la función de decirlo, que, como hemos mencionado, tiene objetivos diferentes y hasta contradictorios. La percepción, debe ser el resultado de las acciones y su comunicación responsable, no solo de la comunicación interesada. 


Para mayores detalles la relación entre comunicación, reputación y sostenibilidad ver Sostenibilidad empresarial y reputación: Lo sostenible y lo efímero, y sobre la ubicación institucional y funciones del DirSE, ver Y al Chief Sustainability Officer, ¿cómo lo llamamos? ¿dónde lo pondremos?: Trece consideraciones, y La aceleración de la evolución del Director de Sostenibilidad Empresarial, DirSE