La predicción es muy difícil, sobre todo si es
sobre el futuro
Mark Twain, 1835-1910
En un artículo
anterior analizábamos los resultados de una encuesta sobre el impacto de la
crisis en la responsabilidad empresarial y en este lo complementamos con mis
opiniones sobre el futuro de la RSE post crisis, lo que sería deseable y lo que
posiblemente sea la realidad.
(Querido lector, este artículo es muy extenso,
pero puede serte ilustrativo,
ten paciencia, que es lo requiere la crisis)
En lo que
sigue consideraremos empresas de relativo mayor tamaño (grandes y medianas),
aquellas con actividades significativas y de impacto en su responsabilidad
social. Las
generalizaciones que hacemos posiblemente sean más válidas para el grupo que
cae por debajo de las 500 más grandes del mundo y por encima de las pequeñas de
menos de, digamos, 100 empleados. Es de esperar que las pequeñas empresas, casi
sin excepciones, concentrarán sus esfuerzos en superar la crisis, en su
supervivencia financiera, aunque ello no obsta para que por su cercanía física
y emocional con sus principales stakeholders (empleados, clientes y
comunidad), no desarrollen actividades de cooperación, de apoyo mutuo. Pero no trataremos explícitamente el caso de
las pequeñas empresas.
I.
Opinión de los lectores
Entre los días 29
de marzo y 9 de abril se realizó una encuesta para recabar las percepciones
de los interesados en la responsabilidad social de las empresas sobre el
impacto de la crisis. Las preguntas se referían a la opinión de los
encuestados sobre el cambio en su interés por temas de la RSE, qué creían de
deberían hacer las empresas y qué creían que harían en temas especificados. Un
análisis detallado de los resultados se puede ver en Resultados de la encuesta sobre el Impacto
de la crisis en la Responsabilidad Social de las Empresas.
Los principales
resultados de pueden resumir en:
·
A
nivel de todos los encuestados, la crisis parece haber estimulado su interés,
tanto en la actualidad como para después de que pase.
·
Hay
optimismo de que las empresas mantendrán o aumentarán su interés durante
la crisis y un poco más todavía después de ella.
·
Pero
no creen que su optimismo sobre el comportamiento de las empresas se refleje en
su actuación.
· Creen que las empresas darán prioridad
a su subsistencia financiera, con aumentos en su preocupación por la
reducción de costos, aumento de los ingresos y por la atención a los clientes,
con impactos negativos sobre el volumen de empleo y menos atención de la
que sería deseable a las condiciones laborales.
· Creen que las demás actividades relacionadas
con la responsabilidad mejorarán ligeramente.
· Pero aumentará significativamente el greenwashing,
o sea que creen que las empresas recurrirán a aparecer responsables sin serlo.
II.
Otras encuestas pertinentes
a.
Edelman de finales del 2018
Una encuesta
realizada mucho antes de la crisis, a finales del 2018, reportada en el Edelman Trust Barometer 2019 (el informe completo aquí) estudiaba la evolución de la confianza
del público en las diferentes instituciones de la sociedad y en esa edición se
enfocaba en la relación empleado-empleador por lo que ofrece elementos
esclarecedores sobre las expectativas que se tienen sobre el papel de las
empresas en la sociedad y en la solución de los problemas sociales, o sea, en
su responsabilidad ante la sociedad, aun antes de la crisis.
El 75% respondió
que tiene confianza en su empleador. De una manera significativa,
los empleados esperan que sus empleadores sean sus “socios en el cambio”. Sus
expectativas de que los empleadores serán parte de la acción en temas sociales
(67%) son casi tan altas como las expectativas sobre que permitirán su
empoderamiento personal (75%) y les darán oportunidades de empleo (80%).
La población en general ve a las empresas como capaces de lograr ambos
objetivos: hacer dinero y mejorar la condición social (73%). En aquel entorno,
el principal temor expresado por los empleados fue la pérdida del empleo,
ya sea por los cambios tecnológicos (55%), ya sea por la falta de las destrezas
necesarias (59%). El 54% creía que la innovación iba demasiado
rápido. De la encuesta también surgió que los empleados tienen
las expectativas de que los dirigentes, CEO, tomen el liderazgo del cambio en
vez de esperar que sean los gobiernos los que lo impongan (76%) (para un
análisis más completo de los resultados ver La empresa como fuerza centrípeta de las
expectativas de los empleados).
b.
Dos encuestas al comienzo de la crisis
Las dos
siguientes encuestas contienen resultados pertinentes para nuestros propósitos,
aunque deben interpretarse con cautela ya que están hechas “en caliente”
(como nuestra encuesta), cuando no hemos adquirido todavía perspectivas sobre
el problema, en una situación que cambia diariamente.
Edelman Trust Barometer hizo
una encuesta especial sobre la pandemia en marzo del 2020 (1000 encuestados en cada
uno de 12 países, incluyendo Italia y Brasil (de los latinos). El 78% cree que las empresas tienen la
responsabilidad de proteger a sus empleados, 55% cree que las empresa están
reaccionado mejor y más rápido que los gobiernos, el 52% cree que las empresas
deben proteger el bienestar y la seguridad financieras de sus empleados y
suplidores aun a costa de su beneficios (64% en Brasil y 59% en Italia), el
41% cree que las empresas deben llenar los vacíos que dejan los gobiernos y un
45% adicional desea que lo hagan. En estos
momentos el 60% dice que se vuelcan hacia las marcas en las que están
absolutamente seguros de que pueden confiar (69% en Brasil y 62% en Italia) y
el 71% dice que dejaran de confiar en las empresas que pongan sus beneficios
por delante de la gente (75 % y 69%).
Otra encuesta, a
finales del marzo, Insights for a Time of Crisis de la empresa Porter Novelli,
también contiene resultados relevantes para nuestros propósito (aunque solo
incluye EE. UU.). El 75% cree que las empresas deben tomar el liderazgo
y que tienen la responsabilidad de contribuir a la solución de la crisis, el 77%
cree que deben tomar en cuenta los intereses de la sociedad, el 75% dice que
recordaran a las empresas que han contribuido después de que pase la crisis
y el 45% cree que las empresas pueden crear mejores y más rápidas soluciones
que los gobiernos.
III.
Lo que deberían hacer las empresas: Deseos
Decir lo que
deberían hacer es relativamente fácil, es expresar una opinión.
Ante una crisis tan inesperada y de un impacto tan amplio y generalizado
en todos los países y en todos los sectores económicos y sociales es de esperar
que las empresas, uno de los actores más importantes en estos sectores, adquieran
un papel aún más preponderante, por múltiples razones, entre ellas porque
muchos de los gobiernos se han mostrado lentos e inciertos, y porque la crisis
afecta muy dramáticamente a las personas y a sus ingresos económicos. A diferencia de los gobiernos, muchas empresas
han demostrado agilidad, creatividad, acceso a recursos humanos, tecnológicos y
financieros, lo cual las coloca en una posición de mayor responsabilidad
ante la sociedad.
Sería de esperar
que, de acuerdo con sus capacidades, contribuyeran de alguna manera a la
solución del problema. Claro está que
la gran mayoría de ellas también han sido muy afectadas negativamente y su
capacidad de contribuir se ha disminuido.
Muchas dependerán de los esfuerzos de los gobiernos para apoyarlas
financieramente a seguir adelante. Y ojalá
recuerden que parte de esos recursos vienen de los pagos de impuestos pasados y
futuros por parte de las personas.
La principal
expectativa sobre las empresas es de que continúen operando para mantener la
producción de bienes y servicios necesarios para la sociedad y ser fuente de
empleo, que permita a las
personas mantener su (reducido) tren de vida. Y esta es posiblemente la
principal expectativa que se tiene de las empresas, que en la medida de lo
posible no disminuyan el empleo. Si bien
es cierto que la reducción del costo de la nómina es una de las maneras más
efectivas de reducir costos ante la merma de los ingresos, hay muchas
maneras de hacerlo, manteniendo algunos ingresos para sus empleados (ver
ejemplos en Algunos CEO quieren un capitalismo más
inclusivo …… pero no por ahora) .
Algunos gobiernos están apoyando a las empresas para cubrir parte de
estos costos y para suplementar directamente los ingresos de los desempleados
como comentamos más adelante.
La gran mayoría
de sus trabajadores y/o clientes personales están endeudados y/o tienen
compromisos financieros que deben atender con el flujo de caja que proporcionan
los salarios. Algunas empresas
deberían apoyar a sus trabajadores tratando de mantener ese flujo de caja
y/o reducir la carga de los pagos que tienen que hacer (hipoteca, alquiler,
seguros, educación, servicios domiciliarios y otros pagos periódicos),
posponiendo o condonando parte de las obligaciones. Le puede convenir mas a la empresa continuar
con el cliente, ayudándolo en el corto plazo, que perderlo en el largo. Obviamente que esto no está al alance de todas
las empresas, solo de las que tengan una posición financiera suficientemente
sólida como para aguantar su propia merma de ingresos. Lamentablemente hay empresas que tienen la
capacidad de hacerlo y no lo hacen, le dan poca prioridad al bienestar de sus
empleados y/o clientes (ver la diferencia entre la reacción de Marriott y
de Hilton en el ejemplo paradigmático en el artículo citado
antes).
Para muchos
empleados los seguros de salud que le aportan sus empleadores o los que
han contratado con otras empresas son críticos para superar la crisis. De allí
la importancia de mantener la cobertura, ya sea con el apoyo del empleador ya
sea con el apoyo de las aseguradoras. En las licencias temporales la empresa
puede mantenerles el seguro y las aseguradoras pueden condonar o financiar
algunos meses de pagos.
También es de
esperar que las empresas pongan sus capacidades tecnológicas al servicio de la solución
y recuperación de la pandemia, ya sean solas ya sea en alianzas con otras, como lo están haciendo las
que acumulan información sobre desplazamientos y las que ponen a disposición de
los investigadores y personal sanitario sus capacidades de computación y
comunicación. Empresas de logística
pueden poner sus servicios de almacenamiento y transporte al servicio de las
necesidades de control de la pandemia. Empresas
de confección y de productos para el hogar pueden convertir temporalmente
su producción a artículos de necesidad inmediata, escasas, como las batas y máscaras
sanitarias o los productos de limpieza y desinfección (ver más ejemplos en Sí, algunas empresas están potenciando su
responsabilidad ente la sociedad).
La crisis está
golpeando a todos, personas, empresas, gobiernos, instituciones, etc. pero no es
solo una crisis sanitaria y económica, es una crisis de equidad social.
Está golpeando con más intensidad a las poblaciones de bajos ingreso,
a las personas solas, a las personas mayores, que tienen menores
posibilidades de protegerse, menos reservas financieras para aguantar el paso
de la crisis. Es cierto que la protección
social ha sido tradicionalmente una preocupación de los gobiernos y muchos están
tomando medidas como la garantía de salario mínimo (España), aportes en
efectivo basados en el ingreso familiar (EE. UU.), subsidios a las empresas
para el mantenimiento de la nómina (Alemania), pago de un porcentaje del sueldo
(Reino Unido), acceso a fondos para el desempleo, entre otros. Sin embargo, algunas empresas también están
en capacidad de ayudar a las poblaciones de menores ingresos y a los más
necesitados, ya sea priorizando el mantenimiento de su empleo ya sea
potenciando sus acciones filantrópicas, es especial las empresas con
productos y servicios de primera necesidad como alimentos y salud.
La prioridad de
las empresas debe ser la protección de los activos para la recuperación, pero
deben reconocer que uno de sus principales activos es el capital humano.
Lamentablemente, la contabilidad de los capitales conspira contra la
consideración de este capital, que no está en el balance general de las
empresas, pero que para muchas constituye su principal capital, el
conocimiento, la experiencia, la capacidad de innovación, etc. de sus empleados. Han invertido mucho en la acumulación de ese
capital a través del reclutamiento, entrenamiento, desarrollo implícito y
explícito, pero no lo cuentan. Solo cuentan la reducción de costos
cuando reducen personal, muchas veces sin darse cuenta de la pérdida de ese
capital. Además, cuando contratan personal calificado, adquieren un activo en
el cual es la sociedad la que ya ha invertido y la empresa no suele pagar el
valor de ese capital, solo su utilización. (ver los artículos Algunos CEO quieren un capitalismo más
inclusivo …… pero no por ahora y Capital humano: ¿Está en el capital de la
empresa?).
Uno de los principales
impactos de la crisis para las empresas debería ser la concientización del
valor de ese capital humano, de que todo revuelve alrededor del capital
humano. Pasamos de considerarlo un recurso, disponible a demanda, a ser un
capital que no se puede malgastar, que hay que proteger y ojalá algún día se
concienticen de que hay que invertir en el y aumentarlo. Deben pasar del
recurso humano al capital humano.
Además de las
“actividades” consideradas arriba debemos analizar lo que deberían hacer las
empresas en términos de cultura y valores.
Hemos analizado en otros artículos lo que debería ser la cultura para la
sostenibilidad (ver Mis nueve artículos sobre cultura
empresarial.) y lo difícil
que es lograr estos cambios a nivel de una organización (más difícil que nuestros
cambios de comportamiento). Una crisis,
que nos altera el entorno de forma exógena, ofrece una oportunidad para aprovechar
el cambio inducido para hacer cosas que de otra manera no son factibles. La
crisis debería aprovecharse para poner a las personas en el centro de la
gestión, y con ello los valores que van asociados, como empatía, colaboración, solidaridad
y honestidad, en el trato con otros, internos y externos. Y desde el punto de la efectividad de la
gestión es una oportunidad para tratar de remover los silos organizacionales,
las competencias internas, los antagonismos, que conspiran con el trabajo en
equipo para un fin común.
La S de la ASG
(ambiental, social y gobernanza) debería ser la estrella de la R*E.
IV.
Que deben hacer de acuerdo con estudiantes del MBA
De una carta firmada por más de 1200
estudiantes del MBA, de
las más prestigiosas escuelas de negocios en EE. UU., a los CEO de las 500
empresas más grandes:
“……retengan a sus empleados, reasígnelos si es posible y lo más importante,
continúen pagándoles. Reduzcan sus sueldos antes de reducir el de ellos. Si deben despedir empleados, extiendan la
cobertura de sus seguros de salud y cubran las cuotas. Deben establecer el ejemplo para el mundo empresarial…. al cuidar principalmente a los más
cercanos, sus empleados. El hacerlo
fortalecerá su rendimiento financiero en el largo plazo, el respaldo de los
inversionistas, la fidelidad de sus clientes y el futuro involucramiento del
personal. Y lo más importante, es un
imperativo moral en tiempos de crisis.” (énfasis añadido).
Interesante ejemplo
de que están aprendiendo que no todo es la maximización de beneficios y la primacía
de los accionistas.
V.
Lo que harán las empresas: Predicciones
Todas las generalizaciones son falsas, incluyendo
esta.
Cita atribuida a muchos, incluyendo Aristóteles.
Deberían,
deberían, deberían, ……..¿pero lo harán? Decir lo
que deben hacer es fácil, es una opinión, decir lo que harán es mucho más
difícil, es una predicción. Una cosa es
lo deseable, otra lo factible y aún peor, la otra, lo que terminan haciendo. Se pueden/deben hacer muchas cosas si se tiene
la capacidad para hacerlo, pero otra cosa es la voluntad de hacerlo y poder compatibilizar
todas las demandas conflictivas.
Debe ser obvio al
lector que es imposible generalizar ya que cada país, cada empresa, cada
persona habrá sido afectada de una forma diferente, de tal manera que solo
podemos ofrecer lo que creemos serán tendencias que afectarán a las empresas en
mayor o menor manera, más temprano o más tarde. Como comentábamos al principio
estamos considerando empresas que tienen una responsabilidad social con
impacto. Es mucho más difícil opinar sobre las pequeñas empresas.
En lo que sigue comentamos
solamente lo que se refiere al impacto sobre la responsabilidad empresarial,
no sobre las estrategias comerciales, como la reinvención, nuevos mercados,
nuevos procesos, nuevos productos, etc.
Una crisis de
esta envergadura y tan inesperada no se olvidará fácilmente, pero mientras más
rápido se supere, más se olvidará, más pronto se regresará a la nueva
normalidad. Las fuerzas del entorno empujarán
a buscar la normalidad lo antes posible, pero partiendo de un nivel de
actividad económica, de empleo, de demanda de productos y servicios más baja
que en la vieja normalidad. Si operábamos (enero del 2020) a cota 5000, después
operaremos a cota 3000. Y algunas empresas y personas habrán quedado muy
afectadas.
Las prioridades
de las empresas han sido afectadas y buscarán en primer lugar su
sostenibilidad financiera, sobre todo en el corto plazo, con lo que ello
implica, especialmente la reducción de costos, que lamentablemente pasa por la
nómina. Pondrán más atención en los
empleados que queden, pero les exigirán mayor productividad y el empleado
responderá, habrá visto lo frágil que es el empleo. Es posible que con ello
se logre una mayor empatía, mayor aprecio mutuo. El empleado se ha dado
cuenta de que la empresa es su tabla de salvación (ven la encuesta Edelman 2018
citada arriba) y la empresa, si bien tiene mayores opciones de contratar
personal, priorizará los suyos. Algunas
conocen el valor del capital humano.
Esto es un
fenómeno que reflejará el de la sociedad en general: mayor aprecio, mayor
colaboración, pero por los conocidos, por los “nuestros”, y que acelerará la
tendencia reciente hacia el “parroquialismo”, hacia el localismo, hacia el
nacionalismo, contra la globalización (ver un extenso análisis en Populismo, nacionalismo, confianza y
responsabilidad de la empresa. 2ª. Parte: La RSE en tiempos revueltos). Uno de los aspectos mas citados de la
crisis es la prevalencia de la solidaridad con el necesitado, con el vecino, la
crisis nos ha unido, nos hemos dado cuenta de que nos afectamos mutuamente y
nos necesitamos los unos a los otros. Pero también se ha visto el egoísmo de los
países, cada uno por su cuenta.
Algunas
buscarán la reducción de costos via el teletrabajo, que durante la crisis se ha
mostrado factible en algunos casos y hasta efectivo, permitiendo evitar
o posponer la reducción de la nómina.
Con ello podrán ahorrar los costos de las oficinas, alquiler,
mantenimiento, limpieza, servicios públicos, impuestos, entre otros. Pero ello podrá conllevar a la contracción
económica en estos sectores, con su efecto multiplicador. Adicionalmente pude contribuir a la deshumanización,
a la pérdida del sentido de pertenencia, a una reducción de las destrezas
sociales de los empleados, al aislamiento, pérdida de la capacidad de
argumentar y estimular diferentes puntos de vista, a la autocomplacencia. Las empresas deberán encontrar medidas que
balanceen los beneficios económicos con los costos humanos.
De la misma
manera, se acentuará el corto-placismo de todos, especialmente el de las
empresas. Con el “shock” y la incertidumbre se
acentúa el vivir día a día, “ya veremos que pasa mañana”. Esto, y la contracción económica, llevará a
las empresas a posponer muchas de sus actividades que son consideradas gastos
de poca o incierta rentabilidad en el presente.
Para algunos la
responsabilidad de la empresa ante la sociedad es un imperativo moral, que
debería ser independiente de la crisis.
Pero la realidad empresarial es que este imperativo, en muchas empresas
queda subordinado al imperativo económico. En condiciones normales, la promoción de este
argumento empresarial, de que la responsabilidad es rentable, ha tenido que vencer la dificultad de demostrar el valor
de los beneficios, muchas veces intangibles, en el largo plazo y los costos
tangibles en el corto plazo. Ahora, ante el renovado cortoplacismo y la incertidumbre,
este argumento es todavía más difícil de hacer.
Ante la incertidumbre se aplica una mayor “tasa de descuento” (una
medida de la preferencia de recibir beneficios en el corto versus el largo
plazo) a los beneficios futuros, cuentan menos, con el resultado de que responsabilidad
será menos “rentable”. La RSE, que es
una actitud y comportamiento sostenido en el largo plazo, se verá seriamente
afectada. Como sociedad deberemos
apelar todavía más al argumento moral, que afortunadamente la crisis lo está realzando.
En términos de
prioridades relativas dentro del gran esquema de la responsabilidad, tal y como
comentan nuestros encuestados, las empresas priorizarán la responsabilidad
hacia sus clientes, los cuidarán, los tratarán mejor, buscarán la fidelidad. Y es muy posible que cuiden más todavía la
responsabilidad de sus productos. No se
puede tomar el cliente como garantizado.
También es de
esperar que se preocupen menos por la responsabilidad de sus suplidores,
más a allá de la calidad y del precio de producto o servicio suministrado. Privará el criterio económico y de seguridad.
En términos de su
actuación ambiental, también privará este criterio y con ello se mantendrán
las actividades que tengan beneficios tangibles en el corto plazo
(empaques, reciclaje, etc.), posponiendo o reduciendo las que tengan costos
tangibles en el corto plazo y beneficios reales o percibidos (¿inciertos?) en
el largo plazo (inversiones en reducción de contaminación, por ejemplo).
Y en cuanto a
ética y el cumplimiento de las leyes y regulaciones es de esperar (ojalá que
no) un relajamiento, tratar de cumplir con lo que sea visible y que
tenga consecuencias en el corto plazo.
No irán al “wild west” pero sí en esa dirección. Claro está que cada empresa tendrá un
comportamiento diferente y este es un punto sobre el que es más difícil
generalizar.
Y las actividades
filantrópicas serán más estratégicas, ligadas al negocio, y dirigidas a
los más afectados.
La crisis tan
inesperada e intensa ha resaltado a las empresas la necesidad de tener
flexibilidad, de poder adaptarse rápidamente a las cambiantes
circunstancias. Las que puedan, tratarán
de evitar compromisos vinculantes que la limiten, lo cual puede tener
consecuencias sobre la estabilidad del empleo y sus inversiones en el capital
humano. Tratarán de obtener mano de obra sin contratos de ningún tipo,
empleados por cortos períodos de tiempo, cuentapropistas, mano de obra que
no son empleados, adaptables a las necesidades cambiantes. Y es de esperar menor inversión en ese
capital humano que antes.
Sus
actuaciones en responsabilidad serán más esporádicas, menos sostenibles en el
largo plazo. Y ante una disminución generalizada de su
responsabilidad ante la sociedad, algunas tratarán de convencernos de que
siguen siendo responsables, por lo que aumentará el greenwashing (parecerlo sin serlo),
utilizando las redes sociales para hacernos creen que lo siguen siendo, para
enmascarar sus falencias.
Y crecerán
como los hongos en otoño las empresas irresponsables que tratarán de aprovecharse
de la situación, de la ingenuidad y del temor de la sociedad, de la candidez de
quien necesita creer. Algunas aumentarán sus precios, disminuirán su calidad, venderán
productos defectuosos o que no hacen lo que dicen que hacen, aumentará el
fraude. Somos vulnerables y algunos se aprovecharán de ello.
¿Pronósticos
pesimistas? Quisiera estar equivocado.
VI.
¿Y nosotros que haremos?
Un alto
porcentaje de los encuestados, en las encuestas citadas arriba, opinan que recordaremos
a las empresas que han contribuido a paliar los efectos de la crisis. Pero es muy posible que esta opinión refleje más
el deseo que la realidad. Después
de la crisis solo recordaremos aquellas empresas que en efecto han hecho, y continúan
haciendo, contribuciones significativas. Y las que diseminan información sobre ello. Y aquí habrá que tener cuidado en distinguir
la realidad del greenwashing. Es
más posible que recordemos y favorezcamos aquellas empresas que actúan a nivel
local, de nuestra comunidad, con las que tenemos cercanía, que son menos
impersonales.
En condiciones normales,
el público tiene muy poco conocimiento sobre la responsabilidad de las empresas,
salvo en casos excepcionales de extraordinario comportamiento, ya sea positivo
ya sea negativo. Es muy poca la
información que la sociedad en general consume sobre esa responsabilidad y
menos sobre la que actúa.
Y al igual que
las empresas, las personas estarán en modo de supervivencia y serán más
importantes las consideraciones de precio que las de responsabilidad social.
VII.
Como cambiará el papel de los responsables de sostenibilidad
El papel de los
responsables de sostenibilidad dentro de las empresas deberá adaptarse a la
nueva realidad. También para ellos
adquirirán mayor importancia los aspectos sociales, relacionados con las personas,
tanto internas como externas. Salvo en empresas con elevado impacto ambiental,
se priorizarán las destrezas sociales, de gestión del capital humano. Su labor de convencimiento de los
dirigentes será todavía más compleja y difícil.
Su poder de persuasión será puesto a prueba. Deberán involucrase más en la gestión del
cambio de la cultura organizacional. Y en
algunas empresas perderán poder.
VIII. ¿Cuál será el nuevo normal de la RSE?
Cuando se
alcanzará un nuevo normal, dependerá de los avances en el control de la
pandemia, disponibilidad masiva de pruebas, vacunas y tratamiento, pero cuando
se logre las empresas operarán a un nivel, en general, inferior de
responsabilidad.
Los principales cambios serán una mayor atención a los temas relacionados
con: (1) la supervivencia financiera, (2) prevalecerá todavía más el
corto-placismo, (3) la búsqueda de la flexibilidad operativa y, (4) el
localismo, la atención a “los nuestros”.
Cambiarán las prioridades relativas con mayor atención a las personas, especialmente a los empleados y menor atención a temas ambientales, de respeto a las leyes y regulaciones y la filantropía será más estratégica. Y la ética adquirirá relatividad, será interpretada a conveniencia.
Cambiarán las prioridades relativas con mayor atención a las personas, especialmente a los empleados y menor atención a temas ambientales, de respeto a las leyes y regulaciones y la filantropía será más estratégica. Y la ética adquirirá relatividad, será interpretada a conveniencia.
Y la incertidumbre
conspirará contra el argumento empresarial y deberemos apelar más al imperativo
moral.
Ojalá se
cumplan los deseos expresados arriba y no lo que creemos será la realidad.
Y querido
lector, a lo mejor volverás a leer este artículo, publicado en abril del 2020,
en abril del 2022 y comprobar que todas las generalizaciones son falsas,
incluyendo estas.
Anexo: Como
cambiaremos nosotros
¿Cambiaremos?
Una versión
pesimista
Las personas volverán a ser como eran, ahora fingen de ser mejores porque
tienen un jodido miedo a la muerte. Volverá el codicioso, el egoísta, el
embaucador. Es inútil esperarlo, es solo una utopía. Anónimo en Facebook.
Y una más
realista, en mi opinión obviamente, publicada en el sitio de la revista Ethic:
Volverá la contaminación, aunque tengamos más conciencia de ella;
volveremos a viajar para sentirnos otra vez como exploradores, aunque sea más
difícil o incluso imposible rebasar alguna fronteras; volveremos a acariciar
nuestras posesiones, aunque seamos más conscientes de su inanidad; volveremos a
abrazar a los amigos, aunque lo hagamos con un cierto temor al contagio;
volveremos a comer en restaurantes, aunque recordemos con nostalgia los
almuerzos familiares del confinamiento; volveremos a disfrutar de la conducción
de nuestros vehículos, aunque los atascos vuelvan a malgastar nuestro tiempo;
volveremos a cometer excesos porque el retorno a la nueva normalidad nos
permitirá sentir que hemos superado otra crisis. El coronavirus puede
cambiar la forma en la que percibimos nuestras vidas, pero, desde luego, no
cambiará los instintos básicos que las guían. José Manuel Velasco. (énfasis añadido).