domingo, 29 de enero de 2017

Populismo, nacionalismo, confianza y responsabilidad de la empresa. 1ª. Parte: El círculo vicioso populismo-desconfianza


Querido lector:  el artículo es largo, tómate tu tiempo..... si lo tienes


En los últimos años ha habido una tendencia hacia el populismo y el nacionalismo que se manifestó de manera muy tangible con los votos en Gran Bretaña para dejar de ser miembro pleno de la Unión Europea y la elección de Donald Trump en EE.UU.  Ambos eventos no eran anticipados ni siquiera en los días anteriores a su ocurrencia.  Las extensas encuestas lo daban dentro del margen de error en el primer caso y como no probable en el segundo caso.  Ambos eventos también tienen en común que las élites intelectuales y la mayoría de los analistas políticos, economistas y los medios establecidos, se equivocaron en sus pronósticos y preferencias. 

Por otra parte, pero directamente relacionado, los niveles de confianza de la población en general sobre las instituciones: gobiernos, empresas, organizaciones de la sociedad civil y medios, mostraban una caída.  Durante los últimos años se ha extendido el desánimo y la frustración.

En este artículo analizamos las implicaciones de los avances del populismo-nacionalismo y la desconfianza en las instituciones sobre la responsabilidad de la empresa ante la sociedad. A efectos de hacerlo menos pesado, ante la cada vez mayor competencia por la capacidad de atención del lector, lo hemos dividido en dos partes. En la primera parte analizamos las tendencias en muchos países en la aceptación del populismo-nacionalismo y la reciente evolución del entorno en que operan las empresas, prestando particular atención a la evolución de la confianza en las instituciones nacionales. Este entorno no parece que cambiará en el futuro cercano. En la segunda parte analizaremos las implicaciones que estos cambios en el entorno tienen para las actuaciones de las empresas y en particular sobre la asunción de su responsabilidad ante de la sociedad.

I.                Introducción

Se ha desarrollado y se continúa desarrollando un sentimiento antisistema que se va generalizando y una caída en la satisfacción con el status quo. No es tanto que antes estábamos todos mejor, siempre ha existido la desigualdad, pero es que esa desigualdad ha aumentado, tanto entre países como al interno de los países, y se ha difundido mucho más la información sobre el tema. Si bien a nivel mundial se han producido grandes progresos en los ámbitos económico, social y tecnológico, no todos se han beneficiado de estos avances, las ganancias de la globalización no se han distribuido por igual, lo que conduce a culpar a la globalización, a la libre circulación de personas, bienes y capitales y a las élites que supuestamente son las beneficiadas, de los problemas, desde la pérdida de empleo a la inmigración, de la corrupción al crimen.  Lo que es un beneficio agregado a nivel de la economía mundial se traduce en ganadores y perdedores a nivel de países, y dentro de los países a nivel de regiones y personas.  Las ganancias de los ganadores no compensan las pérdidas de los perdedores, salvo que hubiesen mecanismos de transferencia (que los hay: redistribución de ingresos fiscales pero que son muy limitados).

Los supuestos de las élites intelectuales, sobre todo en el mundo económico comercial, de que las mejoras en la situación económica, medidas a nivel agregado, con indicadores como el crecimiento del producto interno bruto, del comercio internacional de bienes y servicios y de las ganancias empresariales, se traducen en mejoras generalizadas nunca fueron correctos, pero la mayor parte de la población lo consideraba como parte del sistema, como un hecho.  Lamentablemente estas mejoras, a nivel agregado, enmascaran grandes desigualdades y en muchos casos las profundizan.  Los avances tecnológicos se traducen en progresos, pero no todos los pueden aprovechar de igual manera.  De hecho en muchos casos este progreso amplia las desigualdades.  Muchos de los progresos tecnológicos están siendo utilizados para mejoras en la productividad, lo que suele impactar a los trabajadores, sobre todo a los menos cualificados, que pueden ser desplazados de sus trabajos, siendo sustituidos por la automatización.  Uno de los argumentos electoreros del candidato Trump era de que EE.UU. perdía empleos a otros países con menores costos de mano de obra como México y China. Si bien esta externalización tuvo un impacto inicial, salieron a la luz estudios que demostraban que el principal causante de la continuada pérdida de empleos eran los avances de la tecnología y que muchos de los desempleados no estaban en condiciones de obtener empleo en la “nueva economía”.  

Es una ilusión de algunos países el pensar que al romper algunas relaciones comerciales mejoran su posición, sin considerar adecuadamente que las acciones unilaterales no existen.  El mundo está tan interconectado que ningún país se puede desenganchar sin consecuencias adversas.  Hay que pagar un precio, pero como en la globalización no lo pagarán solo algunos.  Si un país impone aranceles especiales a las importaciones de otros países, todos los trabajadores sufrirán, incluyendo los de aquel país.  Es de esperar que haya retribución, una guerra comercial, y algunos productos se encarecerán, se perderán empleos.  Con estas decisiones disminuye la actividad económica global, se reducen los mercados,  pierden todos, y como siempre los más afectados serán los que tienen menor capacidad de protección y reacción, los de menores ingresos, los asalariados.  Lo que reforzará las tendencias al populismo: hay que profundizar todavía más las medidas. Estos costos de la contracción es lo que se les explicaba a los votantes en el Gran Bretaña antes del voto, pero la mayoría de la población, con la visión cortoplacista y localista, veía los costos del status quo pero no los beneficios: “Me importa poco si el mundo estará mejor de la otra manera, lo que me preocupa es yo, ahora”.

Esto está llevando a grandes segmentos de la población a concertarse en los problemas locales, rechazando intervenciones de poderes centrales que son percibidos como ajenos a la realidad que enfrentan, preocupándose mucho más de la seguridad local, de los inmigrantes que cambian el estilo de vida, del desempleo resultante de la externalización de la producción, la competencia de estos inmigrantes dispuestos a trabajar por menores sueldos y peores condiciones laborales, de la calidad del entorno que los rodea.  Los grandes problemas mundiales son de mucha menor importancia.  Y si alguien ofrece, realísticamente o no, una solución a estos problemas locales se gana el favor de ese segmento de la población.
 
Terreno fértil para el populismo, nacionalismo y la desconfianza en las instituciones, como analizamos a continuación.

II.             Populismo y nacionalismo

Antes de comentar sobre la evolución del populismo y nacionalismo, consideraremos qué involucran estos conceptos.  No pretendemos hacer un análisis exhaustivo, solamente presentar el mínimo necesario para poner en contexto la discusión sobre su impacto en la responsabilidad de la empresa ante la sociedad

1.  ¿Qué son el populismo y el nacionalismo? [1]

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define populismo como la “Tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”. Dentro de esta definición muy general caben múltiples variantes, principalmente relacionadas con su operatoria práctica en el contexto en que se desenvuelve la actividad política.  Muchas veces el deseo de diferenciación de otros partidos políticos define las diferentes ideologías.  Según el artículo de WikipediaPopulismo se usa para designar a la estrategia de las corrientes ideológicas que sostienen la reivindicación del rol del Estado como defensor de los intereses de la generalidad de una población a través del estatismo, el intervencionismo y la seguridad social con el fin de lograr la justicia social y el Estado de bienestar”. En general se caracteriza por: Rechazo a los profesionales de la política; Desconfianza en las instituciones públicas existentes; Diálogo directo entre la dirección del movimiento y la base social; Fuerte voluntad de movilización y participación; Retórica nacionalista, y Liderazgo caudillista.

El mismo diccionario define nacionalismo como “Sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia.”  Esta base conceptual se puede implementar a través de ideologías políticas que tienen mucho en común con el populismo, pero con el agregado de que el nacionalismo define como “su pueblo” solo aquellos que comparten sus orígenes y sus valores, despreciando lo que no es propio de la nación, como los extranjeros, los de razas y religiones diferentes.  Suelen promover políticas económicas proteccionistas, promoviendo la producción nacional, con una priorización de lo interno al país y de sus estrechos intereses, rechazando la intervención de instituciones supranacionales en su política y economía.  En general el nacionalismo es asociado con sentimientos de superioridad sobre el resto de los países, ya sea étnica, ya sea económica, ya sea cultural, ya sea histórica, ya sea geográfica o combinaciones de estos aspectos.  Y esto no debe confundirse con patriotismo que es un sentimiento positivo de “Amor a la tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos”, con toda su diversidad, aunque los partidos nacionalistas suelen excitar a la población al patriotismo para fomentar su nacionalismo.

Estos populismos y nacionalismos se pueden integrar en el concepto de populismo autoritario.  El estudio que mencionamos más adelante los considera como los partidos o ideologías que “rechazan los consensos establecidos, que incluyen los partidos de la llamada extrema derecha y la izquierda populista, así como partidos totalitarios de izquierda (Trotskistas, Marxista-Leninistas) y de derecha (fascistas y neo-nazistas) y los que rechazan la democracia liberal en base a creencias religiosas. Hay una considerable superposición entre las categorías de populismo y de autoritarismo ya que todos los partidos populistas exitosos son autoritarios y los autoritarios exitosos son populistas.” 

El hecho de que incluyan en esta categorización de populismo autoritario no quiere decir que tengan ideologías semejantes, por el contrario pueden ser muy diferentes y enemigos entre sí.  Por ejemplo en la extrema derecha hay partidos con ideologías liberales (mínima intervención del estado, libertad del mercado, poca regulación) y partidos neo-nazistas (nacionalismo extremo, pureza de la raza y religión, control estricto por la élite política).  Y en la izquierda hay partidos de ideologías extremas como los Marxista-Leninista (que abogan por el total control de la actividad económica para resolver desigualdades) y partidos que priorizan la solución de los problemas sociales a través de la intervención masiva del estado pero respetando la libertad individual.  

Lo que une al grupo de partidos del populismo autoritario es que se consideran representantes del pueblo frente a las élites (corruptas) (cada uno define su “pueblo” y su “élite”), oposición al “establishment” político prevaleciente, que lo consideran alejado del “pueblo”.  Exigen una mayor participación del pueblo en las decisiones (a través de la descentralización de las decisiones o consultas populares), gobierno por el pueblo (cuya factibilidad debería demostrarse) y, si adquieren suficiente poder, gobernar para “su pueblo”, para los que les dan apoyo político, descartando los intereses de los demás. En muchos casos sus líderes admiten poca discusión y tienen una escasa democracia interna (disciplina de partido). Pero operan dentro de los procesos democráticos establecidos.  “Hay una considerable superposición entre el populismo de derechas y las ideas nacionalistas.  La nación es el pueblo, la mayoría debería tener el poder y la existencia de las minorías es una amenaza potencial a la visión populista de la democracia”….  “Todos los partidos populistas de extrema derecha son nacionalistas, pero no todos los nacionalistas son de extrema derecha”.  Y hay partidos que se podrían calificar de totalitarios, que en contraposición a los autoritarios, rechazan las normas del juego democrático y no los incluimos en esta discusión.


   2.     Populismo y corrupción

La corrupción está muy ligada al populismo por el control que suele ejercer sobre la actividad económica (con esto no queremos decir que la corrupción no existe en las ideologías más ortodoxas, es un fenómeno universal). El informe sobre la percepción de la corrupción de Transparency Internacional, el Corruption Perceptions Index 2016,  publicado a finales de enero del 2017, hace un análisis especial la relación entre los niveles de populismo o de gobiernos autocráticos y de corrupción y concluye que están directamente correlacionados: los gobiernos populistas-nacionalistas son más corruptos (Corruption and Inequality: How Populists Mislead People). El reporte concluye que existe una fuerte correlación entre desigualdad social y corrupción, aunque ello no quiere decir causalidad, que uno cause el otro, puede haber un tercer factor, por ejemplo, el nivel de desarrollo institucional de los países.  La corrupción y desigualdad se refuerzan mutuamente, lo que favorece el desarrollo de gobiernos populistas que prometen la eliminación de ambos.  El estudio dice que “muchos líderes populistas hacen regularmente la conexión entre la “élite corrupta” interesada solamente en enriquecerse y la marginalización de los trabajadores……Sí, la corrupción y la desigualdad social están muy relacionadas y son una fuente de descontento popular.” 

Desigualdad y corrupción, que se refuerzan mutuamente, tienen como consecuencia el descontento popular sobre “el sistema”, lo que estimula a los políticos populistas-nacionalistas que se hacen atractivos para una población, no solamente desencantada, ávida de cambios, sino también porque tienen como “mercado” a los miembros de menores conocimientos, menos sofisticados, más crédulos, tanto en países en vías de desarrollo como desarrollados.  Son presa fácil de los políticos que ofrecen soluciones a sus problemas cotidianos sin tener que demostrar su factibilidad o efectividad, lo que raramente se les exige. Su desencanto y poco conocimiento aumenta su credulidad

Pero de acuerdo al estudio, “Sin embargo, los resultados logrados por los líderes populistas son pésimos; usan el mensaje de corrupción-desigualdad para obtener respaldo, pero no tienen intenciones de atacar el problema seriamente.”  A lo mejor la intención la tienen, pero no la capacidad y en cuanto llegan al poder se sumergen en el mismo sistema de corrupción.  Muchas veces se reemplaza una élite corrupta por otra, como lo ejemplifica los casos de Venezuela, Argentina, Brasil, México, Hungría, Polonia, Turquía, Roma (la alcaldía) entre otros.  “En vez de atacar el rentismo corrupto, estos líderes generalmente instalan peores formas de corrupción.”

    3.    Tendencias recientes en el populismo-nacionalismo

Si bien el Brexit y la elección de Trump son eventos que han realzado la tendencia y han contribuido, dramáticamente, a difundir por todo el mundo la desilusión con los resultados de la globalización, con el dominio de las élites, esta tendencia ya estaba en desarrollo.  Se ha venido desarrollando la preferencia por partidos en los extremos, tanto de derecha como de izquierda. Timbro, un think tank sueco, ha desarrollado un Authoritarian Populism Index.  De acuerdo al índice, un promedio de un quinto de los votantes en Europa apoya a un partido populista.  La proporción de votos a favor de partidos totalitarios y autoritario-populistas ha aumentado al 12% del total de votos por la derecha y un 7% para los de izquierda en elecciones recientes en 32 países. Todo esto ha sido estimulado, además, por la crisis de inmigración en Europa. 





En EE.UU. la campaña electoral despertó a un gran segmento de la población en ambos extremos, como lo demuestra de elección de Trump y la gran popularidad de Bernie Sanders, precandidato del ala más izquierdista del partido demócrata (que debilitó a la centrista Clinton).  En Europa, por el lado de la izquierda populista en Italia surgió el Movimiento 5 Estrellas, en España el partido Podemos, y en Grecia ganó hace unos años el populista antisistema Syriza en alianza con la ultraderecha.  Por la ultraderecha, en Francia gana terreno el partido de Marine Le Pen, en Austria un partido de esa tendencia ganó la elección a la Presidencia aunque en la repetición la perdió, en Alemania y Holanda están ganando favor también estos partidos, en Hungría y Polonia gobiernan partidos de ultraderecha, intolerantes de la pluralidad. En América Latina la tendencia ha sido al contrario donde gobiernos populistas han sido substituidos por gobiernos moderados en Brasil, Perú y Argentina, con Colombia logrando la paz con la guerrilla, con Bolivia rechazando la posibilidad de otra reelección del actual Presidente y Venezuela muy cerca de cambio.  Esta región se adelantó a los eventos y ahora enfrenta una reacción a la prevalencia del populismo y nacionalismo de las últimas décadas.  Pero ello no quiere decir que la región sea inmune a las doctrinas que propugnan estas ideologías.  Mientras dure la prosperidad la probabilidad es menor.

Era de esperar que con la amplia disponibilidad de información y de forma instantánea, esa población se educara sobre las ventajas de la globalización y el pluralismo, pero el mismo fenómeno del localismo se refleja en la información que se busca y se lee,  Se consulta y se cree solo en aquellas personas que opinan igual.  El fenómeno de la ubiquidad de la información está teniendo un efecto, posiblemente involuntario, sobre la visión global. Hay información sobre todo, de todas las tendencias, para todos los gustos. Pero la gente consulta fuentes de información que le dicen lo que está de acuerdo con sus creencias, se pierde el interés por ampliar la visión, por escuchar opiniones diferentes a la suya para formarse una opinión más educada.  La búsqueda de pluralidad en las opiniones se suele limitar a las élites intelectuales.

Estos movimientos hacia el populismo-nacionalismo han llevado a muchos politólogos y filósofos a repensar o volver a poner sobre la mesa las virtudes y defectos de la democracia.  Tanto en el caso del Brexit, como en el de la elección en EE.UU., la opinión pública ilustrada fue sorprendida con los resultados.  En ambos casos los estudiosos de política y economía, las “élites liberales” (de Nueva York, San Francisco, Boston, Londres, etc.), analizando la situación desde un punto de vista “racional”, de lo que más le conviene al país y al resto del mundo concluían que lo mejor era que Gran Bretaña se  quedase en Europa y elegir a la candidata alternativa en EE.UU. En ambos casos la mayoría de los votantes no les dieron la razón. 

Esto llevó a algunos a cuestionar, muchas veces en privado por su incorrección política, si algunos votantes, poco informados podían definir el destino del país y en buena parte el de otros países.  ¿No sería deseable que el poder de voto fuera proporcional a la capacidad de discernimiento, al conocimiento del impacto de la decisión del voto?  Los votos decisivos para la victoria de Trump vinieron de los trabajadores blancos de clase media, en posiciones obreras, que son los que más han sido afectados por la pérdida de empleo y con menos confianza en el sistema, con bajos niveles de educación.  Los condados de EE.UU donde ganó Trump representan el 36% del PIB del país y donde ganó Clinton el 64%.  La victoria de Trump se debió a deficiencias democráticas en el diseño del proceso electoral del país, ya que perdió por más de 3 millones de votos. No todos los votos cuentan igual, pero su valor no tiene nada que ver con el votante, sino con el estado en que vive.  Por el diseño del proceso electoral la elección fue decidida por 107.000 votos en tres estados, que al gran mayoría del mundo no sabe dónde están, lo que representa el 0.09% de los votos emitidos.  ¿Es justo que un margen tan ínfimo pueda conducir a un cambio tan radical en las políticas de EE.UU. y por ende afectar al resto del mundo?  En el caso del Brexit el margen fue más significativo, 1.6 millones de votos (51,9% a 48.1%) pero pocas semanas después el número de personas que votaron por salir y se habían arrepentido es superior a ese margen de victoria.  Todo esto parece injusto, pero es legal.

Se han escrito muchos libros y artículos sobre los problemas de la democracia pero solo comentaremos uno de los más recientes, a modo de ejemplo, sin pretender una discusión exhaustiva. Winston Churchill dijo que “El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio” pero también dijo “La democracia es la peor forma de gobierno, excepto por todas las demás”, o sea, malo, pero no queda más remedio.  Bueno, alternativas no faltan, pero, ¿son factibles?

A finales del 2016 se publicó un libro Against Democracy (En contra de la democracia, ver reseña en El Mundo), por Jason Brennan, filósofo político de la Universidad de Georgetown en Washington, que propone que el voto tenga alguna relación con la capacidad de discernimiento. [2] Alega que el bienestar de la población es más importante que alguien se sienta ofendido por no ser elegible para votar.  Argumenta que es perfectamente justificable limitar el poder político que los “incompetentes, ignorantes e irracionales” tienen sobre los demás y propone que la selección de gobernantes en base a la “epistocracia”, [3] o sea, gobierno por los conocedores.  Propone alternativas a la democracia actual como el sufragio restringido con el voto dependiente de demostración de conocimiento político o el voto plural, con número de votos en función de indicadores de competencia.  Se pregunta: ¿Si hay que pasar un examen para ser barbero y hay sacar una licencia, porque no para votar? Obviamente que esto tiene tantos problemas como los que pretende resolver: ¿Cómo se desarrollan los criterios de voto? ¿Quién determina, quién elige los que son competentes para elegir y cómo? Aunque no sea factible en la práctica (los actuales votantes se opondrían al cambio de sistema y al actual sistema le conviene a los políticos incompetentes y/o populistas) el fondo de las propuestas tiene atractivo.  ¿Porque mi voto, que he analizado los programas electorales y estudiado las posibles consecuencias de las políticas tiene el mismo poder que el de una persona que ni siquiera conoce las propuestas?  Las consecuencias para el mundo de la elección en EE.UU. y para Europa del Brexit dan relieve a estas consideraciones. En el contexto actual de progreso social e igualdad esto puede parecer elitista, pero no deja de ser intrigante.

Sin embargo no todo esto debe ser motivo para el pesimismo.  Las ideologías políticas van por ciclos, el imperialismo liberal surgió de las revoluciones de los años cuarenta del siglo XIX, el intervencionismo del estado siguió a la Gran Depresión de los años treinta del siglo XXI, el fundamentalismo del mercado de Thatcher-Reagan surgió de los años de gran inflación en los setenta, y el populismo-nacionalismo ha encontrado terreno fértil en la crisis financiera del final de la primera década del siglo XXI.  No se debe descartar que los populistas fracasen en cumplir con su promesas y que las consecuencias de sus acciones sean peores que las desigualdades que ha producido la liberación de las economías.  Las consecuencias negativas sobre la actividad económica en el caso del Brexit y con las políticas proteccionistas y parroquiales del nuevo gobierno de EE.UU. pueden ser muy notables y no es descartable que haya movimientos de reversión (una de las mayores casas de apuestas asigna una probabilidad del 25% de que Trump no cumpla un año de mandato y un 66% de que llegue a cumplir el mandato).  Al día siguiente de la toma de posesión millones de mujeres en los cinco continentes hicieron marchas de protesta contra las políticas del nuevo presidente.  Las próximas elecciones en países como Holanda, Francia y Alemania pueden dar una indicación de si el populismo-nacionalismo se continuará extendiendo.  Si bien es la tendencia de los próximos años, no es inmutable, dependerá mucho de las consecuencias de las acciones de los gobiernos populistas.

Y este entorno alimenta y se alimenta de una pérdida de confianza en las instituciones.

III.           Confianza

Durante el año 2016 también se ha detectado una pérdida de confianza en las instituciones, gobiernos, empresas, organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación, cada una en un grado diferente, pero generalizado en los cuatro grupos. Sería difícil atribuir esta caída en la confianza en las instituciones al auge reciente del populismo y del nacionalismo, o,  ¿es este auge un reflejo de la pérdida de confianza?  En cualquier caso, parece que se refuerzan el uno al otro, claro está también en diferentes grados en diferentes países, de acuerdo a su historia y circunstancias.

Esta pérdida de confianza ha sido recogida fehacientemente en la encuesta anual del Edelman Trust Barometer sobre la confianza en las instituciones que se viene elaborando en los últimos 17 años.  Por su metodología es reconocida como la más confiable en este tema.  Es una encuesta a más de 33.000 personas distinguiéndolas entre el público en general y los informados, definidos en base a criterios pre-especificados (diferencia que es relevante como vimos en la sección anterior).  Ello  permite distinguir entre percepciones generalizadas que serían gestionables con comunicación masiva  y las de los que, por conocimiento, su opinión puede ser relevante para que las instituciones tomen acciones específicas.  La encuesta se hace el 28 países de cinco continentes (de Iberoamérica: Argentina, Brasil, Colombia, España y México) lo que permite tener una visión relativamente global de la confianza y las diferencias entre países aunque para sacar algunas conclusiones se agreguen países con diferentes visiones (sólo se reportan públicamente algunos resultados por países). 

En enero del 2017 se publicaron los resultados de la encuesta celebrada durante el 2016, entre octubre y noviembre.   Siempre se analizan las tendencias en los años recientes y se discuten los cambios en la confianza del público sobre los cuatro grupos institucionales. En general los cambios son relativamente menores, pero en el caso del 2016 no son solamente significativos sino que reflejan un retroceso notable. Los principales resultados, relevantes para la discusión en este artículo sobre el impacto en la responsabilidad social de las empresas, son los siguientes:

  • Por primera vez se detectó una caída en la confianza en las cuatro instituciones. En dos tercios de los países menos del 50% del público general expresó confianza de que las instituciones “harían lo correcto”.  Sólo el 15% tienen plena confianza en el “sistema”.
  • 71% de los encuestados dijeron que los gobernantes no eran creíbles o lo eran poco.  Esta institución es la menos confiada, seguida de los medios de comunicación, que son desconfiados en 23 de los 28 países.
  • El 63% lo dijo de los ejecutivos, lo que representa una caída en su credibilidad del 12%, a solo el 37% a nivel global.  Es una caída significativa, que posiblemente refleja los difundidos casos de corrupción, gestión fraudulenta (instituciones financieras) y la elusión y evasión fiscal. En 13 de los 28 países se desconfía del sector empresarial y los encuestados expresan deseos por reformas incluyendo mayores regulaciones de sus actividades.
  • El sector empresarial se percibe como que estimula los temores del público y la desconfianza, en particular el 60% del público en general está preocupado de perder el empleo debido a los impactos de la globalización, la inmigración, automatización, externalización del empleo y sobre todo sus limitaciones en cuanto a las destrezas necesarias para operar en el nuevo contexto. La mitad dijo que la globalización es perniciosa y el 53% opinó que el sector empresarial va demasiado rápido.  Esto se puede interpretar como que perciben que no pueden mantener el ritmo del cambio.  Esto induce al populismo que ofrece  disminuir el ritmo de la globalización y hasta retrasarlo.  El crecimiento económico como objetivo pierde prioridad.
  • El nivel de confianza en los gobiernos es 43 puntos menos que el de las empresas en países en vías de desarrollo y 25% menos en países desarrollados.  Esto crea las expectativas de que las empresas tienen mayores responsabilidades ante la sociedad y en particular en cubrir las fallas de los gobiernos, sobre todo en países en vías de desarrollo.
  • Todo esto tiene tangibles implicaciones para el comportamiento empresarial. 75% de los encuestados estuvo de acuerdo con que “la empresa debe tomar acciones específicas que mejoren sus ganancias y que mejoren las condiciones económicas y sociales de la comunidad en que opera”.  De acuerdo a los encuestados la mejor manera de ganarse la confianza es pagar sueldos justos, ofrecer mejores beneficios y crear más empleo. Lo más contraproducente, opinan, es corromper a los gobiernos, pagar elevadas remuneraciones a los altos ejecutivos y evadir y eludir impuestos.
  • La mitad del público en general cree que el libre comercio conduce a la pérdida de empleos y el 72% favorece la protección de la industria y el empleo local aunque ello conlleve un menor crecimiento económico, lo que es un aliciente para que los gobiernos populistas impongan restricciones a la operatoria de las empresas y fomenten el proteccionismo y frenen la inmigración.
  • Las principales preocupaciones expresadas son la corrupción (que involucra gobiernos y empresas, no solo estos últimos) y los impactos de la globalización.  Otras de las mayores preocupaciones son la seguridad personal, la erosión de los valores, la inmigración y la velocidad de los cambios.
  • El nivel de confianza en los medios solo supera, con poco, a los gobiernos.  Son percibidos como manipulados por los poderes políticos y empresariales, con pérdida de objetividad. En más del 80% de los países encuestados el público desconfía de los medios.
  • En quien más se confía es en “personas como yo”, con el 63%, lo que viene a reflejar una tendencia hacia el localismo, hacia lo que tenemos cerca, con desconfianza en las instituciones. El nivel es semejante a la confianza que se tiene en los expertos técnicos o académicos.  Los menos creíbles son los funcionarios públicos, los jefes de empresa y su Consejo Directivo.  Esto implica una reducción del ámbito de confianza a amigos, familia y conocidos.  Los encuestados son cuatro veces más propensos a ignorar información que contradice sus opiniones. Esto fortalece la tendencia a buscar refuerzos a lo que ya creemos, aquello que coincide con nuestras opiniones, obviando informarse sobre opiniones que puedan ser adversas, contribuyendo más todavía al “parroquialismo”.  Los de derecha solo leen el periódico y se informan en los canales de derecha, los de izquierda con los suyos.
  • En cuanto a los resultados sobre los países de Iberoamérica, los niveles agregados de confianza entre el público informado varían entre el 61% en México al 51% en Brasil (6 países están por debajo del 50%).  Entre el público en general, que tiene menos confianza, van desde el 50% en México y Brasil al 41% en España (20 países están por debajo del 50%).  Estos resultados colocan a estos países en los promedios de confianza.

¿Qué pueden/deben hacer las empresas dentro de sus estrategias de responsabilidad ante la sociedad ante el impacto de estas tendencias en SU sociedad (gobiernos, trabajadores, clientes, medios, etc.)?  ¿Deben ser indiferentes? ¿Deben tratar de paliar sus impactos negativos? ¿Deben alinearse al populismo y sobrevivir lo mejor posible? En pocas palabras, ¿Cómo afecta todo esto a las estrategias de responsabilidad de las empresas?  Esto será el objeto de la segunda parte de este artículo.





[1] Para los pueden entender el inglés hay un excelente presentación en video del Prof. Christian J. Emden sobre las características del populismo-nacionalismo y su evolución en https://www.youtube.com/watch?v=Mb3jVP0rfpA entre los minutos 53 y 74.

[2] Un análisis mucho más completo sobre este y otros libros sobre el tema se encuentra en el artículo The case against democracy, publicado en la revista New Yorker el 7 de noviembre del 2016.

[3] Palabra popularizada por David Estlund en su libro “Why not Epistocracy” juntando las palabras griegas de conocimiento y gobierno.


domingo, 15 de enero de 2017

RSE en la industria turística: De quedar bien a hacer el bien


Con motivo de la celebración de la convención del Gupo Iberostar (empresa familiar con cerca de 100 hoteles en 27 países) celebrada en noviembre del 2016 en Inca, Mallorca y con motivo del sexagésimo aniversario de su fundación se presentó un interesante intercambio para la RSE del sector turístico entre el presidente ejecutivo del grupo Miguel Fluxá y la presidente del comunidad autónoma de las Islas Baleares, Francina Armengol, del Partido Socialista de las Islas Baleares (PSIB)( Armengol pide a los hoteleros 'sueldos adecuados').  Tienen poco en común, pero ambos nacieron en el mismo pueblo, Inca (así como el suscrito).

Puede parecerle sorprendente a muchos lectores que se comente sobre un grupo originario de la isla de Mallorca, pero es que no solamente es un grupo de gran magnitud, sino que la isla también ha dado origen a otras grandes cadenas hoteleras y de turismo mundiales como Meliá, Riu, Barceló, Batle, Piñero, entre otras, con extendida presencia en España y América Latina.  Además, siendo que la isla tiene una gran dependencia económica de la actividad turística, la discusión entre ambas personas es relevante para la RSE. [i]

¿Diálogo?





En la reunión el Sr. Fluxà pide que la sociedad reconozca el esfuerzo de los empresarios, el reconocimiento a la labor empresarial y pide constante diálogo entre Administraciones Públicas y sector privado.  Esto parece reflejar que el sector turístico no es un sector muy apreciado por la sociedad, en gran parte por la masificación del mismo, la baja clase del turista mayoritario y por el poco esfuerzo del sector por ganarse el aprecio.  Siendo antagonistas natos, la Presidente del gobierno balear le respondió pidiéndole sueldos adecuados para todos los trabajadores.  Uno pide respeto y reconocimiento y el otro pide mejores sueldos.  ¿Qué tienen en común ambas posiciones?  La intersección de este “diálogo” es la responsabilidad de ambos sectores ante la sociedad, y es en ese contexto en que se deben debatir las ideas.

Responsabilidad ante la sociedad del sector turístico

Lo poco que se puede saber sobre la RSC del grupo Iberostar está en la presentación en su sitio web, que solo puede calificarse de pobre, pero será mejor que el lector juzgue por sí mismo visitando el sitio.  Informan sobre la Fundación Iberostar que lleva a cabo algunas actividades mayormente filantrópicas, no estratégicas, no relacionadas con el negocio.  Destaca que otorgaron tres becas para la escuela de hostelería de la Illes Balears.  Y esto, con alguna excepción, es la actitud de todo el sector.  ¿No sería más efectivo para la sociedad y para el sector se unieran los hoteleros para patrocinar el mejoramiento de la calidad de la enseñanza en esa escuela y la empleabilidad de sus estudiantes y así contribuir a resolver uno de los problemas crónicos en España como lo es el desempleo juvenil?  El vender helados en verano no lo resuelve (¿Vender helados para llegar a ser emprendedor?).  Pero se suele preferir el hacer filantropía solo que hacer desarrollo acompañado de “competidores”[ii].  No saben lo que es Cumpetere: Cooperar para competir.

O no entienden lo que es su responsabilidad ante la sociedad o no saben comunicarlo.  En cualquier caso, la percepción que la sociedad recibe no puede ser muy favorable.  Es difícil con esto apreciar “El esfuerzo de los empresarios y el reconocimiento a la labor empresarial”.  Parece que deberían hacer mucho más (que a lo mejor lo hacen) y, obviamente, comunicarlo mejor, sobre todo a los gobiernos locales y a la sociedad, cuyos recursos ambientales y humanos usan en la obtención de sus beneficios.  El respeto hay que ganárselo.  

Siendo como son estos grupos empresas familiares (excepción de Meliá) pueden tener un sesgo hacia una visión localista.  Los stakeholders de estos grupos y de las grandes multinacionales cotizadas en bolsa son los mismos, pero el contexto es diferente.  Estas empresa familiares, sobre todo en un entorno local, en una isla dependiente del turismo, son conocidas por la sociedad local y las expectativas son mayores.  La sociedad y el gobierno local tienen un mayor interés en estas empresas locales que en las multinacionales que puedan operar en el lugar.  Se actúa como si los directivos y dueños de estas empresas extranjeras están fuera del ámbito de acción de la sociedad y gobierno local.  Y si bien la conciencia de los clientes sobre la responsabilidad ante la sociedad de los hoteleros está mejorando, todavía distan mucho de influenciar efectivamente el comportamiento responsable, sobre todo en zonas de turismo masivo y clientela de menor status social. No tienen tiempo ni la voluntad de identificarse con la problemática social y ambiental del entorno.  Hay poca conciencia de los huéspedes sobre los temas de responsabilidad social, más allá de algunas partes simbólicas como lo de reusar las toallas, ahorrar agua y electricidad y reciclar.  Los clientes no tienen idea de las condiciones laborales o del impacto ambiental más allá de lo visible en el consumo de recursos, cuidado de los jardines y el reciclaje.  Y los locales no se hospedan en sus hoteles, pero sufren todos los efectos negativos del turismo y solo algunos de los positivos. 

De allí que la responsabilidad ante la sociedad recae más fuertemente en los mismos hoteleros y en los gobiernos locales, los dos interlocutores que comentábamos al principio.  Ambos tienen que hacer mucho más.  Comentaremos solo dos temas de los múltiples temas de su responsabilidad, el ambiental y el laboral.

Empleo y sueldos

En el tema laboral, la Presidenta del Gobierno pide mejores sueldos, y añade, sobre todo ahora aprovechando la gran temporada turística que acaba de terminar.  Preocupación laudable, pero eso es sólo una de las múltiples responsabilidades de los hoteleros en el tema laboral.  Si bien los sueldos de la mayoría están regulados por los Convenios Colectivos, uno de los principales problemas es la precariedad del empleo, no saber cuántas horas o días podrás trabajar, la tercerización, mayormente en hoteles urbanos, en condiciones que bordean en la ilegalidad para evitar tenerlos como empleados y evadir los beneficios sociales.  Otro de los problemas son las condiciones del trabajo, la carga física del trabajo, sobre todo para las empeladas (no soy machista) que limpian las habitaciones. Un mejor sueldo (sobre todo si es sueldo de nómina y no remuneración) ayuda pero no es suficiente.  El tenerlos como empleados es más conducente a la responsabilidad que contratar una empresa de tercerización.  ¿Se preocupan los hoteleros de la responsabilidad en su cadena de valor, en particular de las empresas que le suministran un insumo tan crítico como los recursos humanos? Y esto debe ser preocupación permanente y no solo en tiempos de bonanza económica.

Financiamiento del entorno turístico

En el tema ambiental la polémica entre hoteleros y gobierno local sobre la ecotasa (con el nombre más descriptivo de “impuesto de turismo sostenible”) es muy ilustrativo de su responsabilidad ante la sociedad.  La ecotasa fue creada por el gobierno socialista en el 2003, para ser derogada en los tiempos del gobierno de derechas y ser reinstaurada por el nuevo gobierno de coalición de izquierdas en 2016.  Se ha convertido en un tema de dogmatismo político y no en un tema ambiental y social como debería ser, lo que dificulta los acuerdos y su implementación. Varía desde 0,25 a 2,00 euros por persona y noche. Los hoteleros lo atacan como si fueran ellos los que lo pagasen y tour operadores afirman que tendrá impactos negativos en el volumen del turismo. Dado el porcentaje que ello representa sobre el costo de la habitación esta argumentación es sumamente dudosa.  Si bien son pocos los lugares de turismo de playa y sol en que existen estos impuestos, son muy comunes y muy superiores en áreas turísticas urbanas.

El medio ambiente es el principal recurso que “consume” el turista en el entorno que nos ocupa.  El sol, el mar, las playas, las colinas y montañas, los bosques, el atractivo de los pueblos, las construcciones históricas, las carreteras, los senderos, etc. son los principales alicientes.  El sol está allí y fuera de control, pero todos los demás recursos deben ser mantenidos para el disfrute.  Ello requiere recursos.  Los hoteles hacen un uso no identificable, indirecto, de estos recursos y es natural que no se responsabilicen por ello más allá de su inmediato entorno (jardines, accesos).  Y ninguno de ellos tiene proyectos de mejoramiento ambiental, por lo que sus quejas no son pertinentes.

Siendo la inmensa mayoría de estos recursos bienes públicos corresponden, efectivamente, al Estado su mantenimiento y conservación, con recursos fiscales generales (el disfrute es tanto para locales como para huéspedes de alojamientos), pero también con recursos específicos en función del “consumo” intensivo de los recursos, en gran parte por los turistas.  Es un impuesto similar al de la gasolina, cuando se emplea para el mantenimiento de las vías de transporte.  De allí la racionalidad de un impuesto basado en la estadía de los turistas, cuyos ingresos puedan ser destinados a la conservación y mantenimiento de los activos turísticos.

Gran parte de la controversia se refiere al destino y gestión de estos recursos, la desconfianza mutua entre las partes.  Por ello, estos recursos deben ser bien administrados y es aquí donde se superponen las responsabilidades ante la sociedad de los gobiernos locales y los hoteleros: en la gestión eficiente, eficaz y definida de estos recursos.  No pueden ser de disposición general del gobierno local, dado su origen, ni puede este tener el monopolio de su asignación.  Para cumplir su fin deben contar con los insumos de los que supuestamente más saben de las expectativas de los turistas (sus clientes), los hoteleros.  Aquí se deben combinar las fortalezas de ambas partes y reducir sus debilidades.  El gobierno tiene, supuestamente, los mejores intereses del territorio en mente y los empresarios, supuestamente saben administrar proyectos de inversión.  Pero estos también tienen intereses personales, muchas veces de corto plazo,  que pueden no coincidir con los de la sociedad y con el largo plazo (los recursos objeto de conservación son de larga vida), y el fuerte de los gobiernos no suele ser la gestión financiera de proyectos ni tienen una visión que va más allá del período de su mandato.  Con la planificación y gestión conjunta de proyectos concretos, con transparencia y asunción de responsabilidad en la rendición de cuentas, sí se puede ejercer la responsabilidad ante la sociedad de ambas partes.  Esto puede y debe ser potenciado con la participación de partes independientes representativas de la sociedad como lo pueden ser algunas organizaciones de la sociedad civil (ver mi artículo Responsabilidad de la Sociedad Civil ante la sociedad).

Y al tener el nombre de impuesto de turismo sostenible, no se tiene que limitar su uso a temas ambientales (era la connotación y objeto de la antigua ECOtasa) y debería incluir proyectos para el mejoramiento de las condiciones laborales en el sector.

Con esta gestión podríamos comenzar a vencer los dogmatismos de las posiciones y de verdad beneficiar a la sociedad.  Sería una acción paradigmática para celebrar el Año 2017 del Turismo Sostenible.

En conclusión

Si los empresarios turísticos quieren logar el respeto y el reconocimiento de la sociedad, deben ejercer su responsabilidad ante esta, que va mucho allá de acciones bien publicitadas de filantropía, como dar tres becas.  Y si los gobiernos locales quieren mejorar las condiciones de vida de los empleados del sector turístico y el entorno que lo respalda deben también ejercer su responsabilidad ante la sociedad con el manejo eficiente y efectivo de los recursos que le son encomendados, más allá del establecimiento de regulaciones que en todo caso deben ser pertinentes, efectivas y bien gestionadas.

Con la planificación y gestión de os tres sectores (gobierno, empresas, sociedad civil) de proyectos concretos, ambientales y laborales del sector, con transparencia y asunción de responsabilidad en la rendición de cuentas, sí se puede ejercer la responsabilidad ante la sociedad de ambas partes.

¡Y poco más de humildad!  La arrogancia derivada de que unos empresarios de una pequeña isla, subdesarrollada hace unos 60 años (de la cual tuvimos que emigrar), estén entre los líderes mundiales se entiende, pero no se justifica.  Acercarse al cliente y a la sociedad, con humildad, es un buena demostración de liderazgo.




[i] Agradezco los extensos comentarios de Catalina Alemany, de Riu Hotels and Resorts.  La responsabilidad de las opiniones vertidas son mías.

[ii] Algunos hoteleros y agentes de viajes mallorquines (Iberostar, Riu, Barceló y Hotelbeds, ex-TUI) se han unido para promover la formación de directivos, comenzando en 2017.  Laudable, pero esto es más para beneficio propio que para beneficio de la sociedad.  JSF Travel and Tourism School, ¡así en inglés!  Según una versión programado en tres de las sedes de la Wharton School (escuela donde estudió Sebastián Escarrer  de Meliá), y en Nueva York, Madrid y Barcelona en las sedes del IESE y en Mallorca.  Según otra versión en Nueva York, Hong Kong (¿?) y Mallorca.

miércoles, 4 de enero de 2017

Los doce artículos más leídos del blog de Cumpetere durante 2016


Durante 2016 publiqué 30 artículos originales en mi blog. (52 en el 2014, 55 en 2015).  De estos selecciono los 12 más leídos hasta fines del 2016 por si el lector se perdió alguno, en orden de las estadísticas (poco confiables) con las que cuento.  Casi todos los artículos han sido reproducidos en otros medios, en algunos a los que los envío directamente (Diario Responsable y ÁgoraRSC) y otros que lo reproducen por su cuenta (basta que indiquen la fuente del artículo).  De estas reproducciones no conozco las estadísticas de lectura.


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lunes, 2 de enero de 2017

Artículos medio en serio medio en broma sobre la RSE publicados en el blog de Cumpetere


A lo largo de los nueve años del Blog de Cumpetere he publicado cerca de 400 artículos analizando diferentes aspectos de la RSE con unos pocos (10) dedicados tomar con liviandad los rigores de la disciplina, pero aprovechando para enviar mensajes a los que no se la toman suficientemente en serio.  Estos diez artículos son los siguientes, en orden inverso de aparición:

Julio 9, 2014

Junio 29, 2014

Marzo 3, 2013

Enero 14, 2013

Julio 25, 2012

Febrero 11, 2012

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Febrero 5, 2011

Junio 24,  2010


Enero 10, 2010