jueves, 4 de agosto de 2022

¿Sabías que la sostenibilidad es mala para la economía?


¡Pues sí! Son muchos los que lo creen. Los que la promovemos no podemos entender las posiciones de los que la denigran, ni ellos pueden entender las nuestras.  Pero sea como sea, no podemos ignorar que esas posiciones existen, no podemos promover la responsabilidad de las empresas, instituciones, personas y gobiernos ante la sociedad sin tratar de entender como piensan y porqué lo hacen los que se oponen.  Existen y tienen poder económico y político.

En este breve artículo consideraremos algunas de estas oposiciones.

1.  1.    La sostenibilidad empresarial contribuye a la inflación.

En esta época donde la inflación ha resurgido, se buscan todo tipo de explicaciones más o menos racionales para explicarla. Y hay una muy sui generis. En un artículo en el Wall Street Journal (de ideología claramente capitalista a ultranza) se dan argumentos para demostrar que la sostenibilidad empresarial y las acciones de los gobiernos para promover la sostenibilidad ambiental contribuyen a la inflación. El resumen del argumento es que la búsqueda de la sostenibilidad empresarial (usan el término inadecuado de “ASG”, que son criterios y no acciones) puede llevar a las empresas a operar de una manera que es económicamente subóptima, que producirán menos de lo que podrían producir, lo que estimula la subida de los precios y que su producción no sea tan eficiente como podría ser.

“Cuando las empresas se concentran en maximizar los beneficios, su principal objetivo es producir más al menor costo…. En mercados competitivos, las empresas sirven a los consumidores y a sí mismas al hacer más por menos.

Las prácticas de sostenibilidad empresarial sin embargo normalmente aumentan los costos y limitan la producción. Si una empresa dedica recursos a programas formales de diversidad, equidad e inclusión, con sus correspondientes costos en términos de contrataciones y burocracia, dispone de menos recursos para hacer investigación y desarrollo de productos. Igualmente, si una empresa tiene experiencia en petróleo y gas y decide dedicarse también a energía eólica y solar, a pesar de su limitada experiencia en estos sectores, su producción sufrirá. En general, un esquema de inversiones que desenfatiza la producción en favor de objetivos sociales desvía recursos de la producción eficiente, de la misma manera que lo hacen los impuestos…

Para volver a poner a la economía en un camino de crecimiento sostenible y baja inflación, la Reserva Federal (banco central) debe controlar el exceso de liquidez como lo está haciendo. Pero ello no es suficiente. Las empresas y los inversionistas deben resistir ideas como la sostenibilidad empresarial que limitan la productividad de las empresas.”

Sin entrar a analizar en detalle estas “opiniones” es de destacar que aunque fuesen ciertas, no consideran los beneficios para la sociedad.  Implícitamente hacen un análisis de costo beneficio concentrándose en el impacto en la empresa, y no en la sociedad como un todo. Podríamos decir que para ellos las externalidades negativas (impactos por los que no se paga el costo para la sociedad, cambio climático, por ejemplo) de la actividad empresarial no tienen costos para la empresa…hasta que la sociedad las obligue a afrontarlos. Aunque en efecto contribuyera a la inflación, sería un impacto mínimo, posiblemente no detectable, sobre el cual no presentan evidencia, solo especulaciones. Y en todo caso los costos de inflación habría que evaluarlos en función de los beneficios de la sostenibilidad a la sociedad.

Si bien cada país es diferente, en general, la actual inflación es mayormente debida a los precios de la energía, del costo de la vivienda (alquiler o hipotecas), el impacto de las subidas en las tasas de intereses en el costo financiero y el de algunos alimentos (algunos son resultado de la guerra). No tienen nada que ver con sus argumentos de restricción o ineficiencias en la producción. Todo lo contrario, buena parte de la inflación se debe a lo que ha dada en llamar la greedflation (“avariflación”), al aprovecharse muchos suplidores de bienes y servicios de las expectativas de inflación para aumentar sus precios, sin que medie aumento en sus costos de producirlos.

Pero tienen esa opinión, y un periódico tan influyente como el Wall Street Journal se hace eco.

Y es simbólico que la ley que se está considerando en el Senado de EE. UU, (agosto 2022) para combatir el cambio climático tiene el nombre de Inflation Reduction Act. ¡Hala!

2. 2.    La lucha contra el cambio climático es la causante del aumento en el precio de la gasolina.

Senador republicano por Arkansas Tom Cotton en declaraciones a cadena CNBC:

“Blackrock y otras gestoras de fondos de inversión han formado un cartel con los que luchan contra los impactos del cambio climático, para oponerse a invertir, y desinvertir, en empresas de combustibles fósiles, lo cual es el causante de los elevados precios de la gasolina”.

Esta argumentación contiene varias falacias. Parece ser poco conocedor de como funcionan los mercados financieros y los de la gasolina. En primer lugar, Blackrock y otros gestores de fondos compran y venden sus acciones en los mercados, para cada comprador un vendedor. Como consecuencia de las transacciones en los mercados financieros las empresas no reciben dinero alguno para hacer sus inversiones.  El financiamiento para sus inversiones de capital proviene mayormente de sus propias ganancias y de préstamos de instituciones financieras, no de nuevas emisiones de acciones en los mercados.

Lo mismo sucede con la desinversión, cuando estos gestores deciden vender las acciones que poseen en estas empresas (que Blackrock no lo hace), se las venden a un comprador, que muy posiblemente le interese más la prosperidad económica de esas empresas y que sea enemigo de la lucha contra el cambio climático.  Si la desinversión ocurriera, podría tener un efecto, muy menor, sobre el valor de las acciones en el mercado lo que potencialmente aumentaría el costo del capital en nuevas emisiones (¡que no hace!).  Pero ello requeriría que se vendiesen grandes cantidades simultáneamente, lo cual no les interesa hacer a los “desinversores” ya que perderían valor de venta y, si lo hacen, venden poco a poco, sin afectar los precios.  Podría tener un efecto sobre el costo de los préstamos al considerarse estos más arriesgados, pero ello ya ha sido incorporado en el costo por las instituciones financieras.

Y más bien es al revés de lo que alega. A principios del 2022 Blackrock anunció que no votará más a favor de resoluciones en las Asambleas Generales de Accionistas en temas de cambio climático, por cuanto tienden a poner restricciones sobre la capacidad de actuación de los consejos y ello van en contra de los intereses financieros de sus clientes.  Para mitigar el efecto reputacional alegan que prefieren negociar sus posiciones directamente.

Y aun si el senador tuviera razón ello no justificaría el aumento del precio de la gasolina, que ha subido en forma muy desproporcionada con respecto al precio del crudo. Hay que recordar que el precio de la gasolina está compuesto en gran parte por el costo de transporte del crudo y la gasolina, de la refinación, de la comercialización y los impuestos.  Y el cambio en el precio no debe ser simultáneo ya que pasan varios meses desde que se paga por un barril de crudo hasta que este se convierte en derivados, incluyendo gasolina y diésel, a nivel de estación de servicio. Es otro caso de greedflation, de aprovechamiento de las necesidades de la población, de los efectos de la incertidumbre alentada por la guerra, más que por los efectos de la lucha contra el cambio climático.

El aumento del precio de la gasolina ocurre durante el 2022 y la lucha contra el cambio climática ya tiene décadas en marcha. Es difícil encontrar causalidad. ¿Tendrá algo que ver la guerra en Ucrania y el aumento del consumo de energía de petróleo y gas en particular tras la recuperación de la pandemia?

Y al aumentar el precio de la gasolina, las empresas integradas verticalmente (extracción, refinación y comercialización) tienen ganancias extraordinarias, lo que les proporciona amplios recursos para expandir su producción sin preocuparse de lo que piensan los mercados financieros. El beneficio neto de estas empresas se duplicará durante el 2022 hasta llegar a US$4 billones (millones de millones). No necesitan préstamos ni emisiones de capital.

Si el senador estuviera en lo cierto y el aumento en los precios de la gasolina fueran consecuencia de la lucha contra el cambio climático estas empresas deberían promoverla ya que, paradójicamente, les conduce a beneficios extraordinarios.

Como en el caso anterior, el senador está muy equivocado. Sn embargo, todos estos argumentos no lo convencerían, aún si estuviera dispuesto a escucharlos.  Pero es senador y vota contra las medidas para mitigar el cambio climático y a favor de las que comentamos a continuación.

3. 3.    Y si hay que prohibir la responsabilidad por ley….

Prohibir la sostenibilidad por leyes, regulaciones y presiones estaduales solo se ve en EE. UU., es ideológico y no es generalizable a otros países, pero es ilustrativo del pensamiento y hasta adonde llegan los opositores.

En un artículo anterior [i] comentábamos algunas medidas que algunos estados estaban tomando para contrarrestar acciones tendentes a la sostenibilidad empresarial y ambiental. Un estado exigía a la calificadora S&PGlobal que dejase de incorporar criterios de sostenibilidad en sus evaluaciones de la calidad crediticia de los instrumentos financieros del estado, tratando de negar el impacto que ello tiene en los riesgos financieros. Un estado aprobó una ley que prohíbe a sus instituciones públicas hacer negocios con instituciones financieras que no financien combustibles fósiles. Y otros dos lo hicieron con aquellas que tengan alguna política o practica que discrimine en contra de los productores de armas y las asociaciones que las promueven.

Lejos de ser caso aislados se está expandiendo a otros temas y otros estados. Durante el 2022 se están considerando más de 44 legislaciones (menos de una docena en el 2021), en 17 estados liderados por el partido republicano, que penalizan políticas empresariales en temas como diversidad, cambio climático, control de armas y acceso al aborto entre otros. 

Los estados de West Virginia y Arkansas han limitado sus negocios con BlackRock por su apoyo a la lucha contra el cambio climático (que como vimos arriba no es que sea muy activista). La empresa se apresuró a enfatizar que continua a invertir en empresas dedicadas a los combustibles fósiles. Y el estado de West Virginia ha prohibido a sus dependencias hacer negocios con Goldman Sachs, JPMorgan, Morgan Stanley and Wells Fargo por dejar de financiar el carbón.

En el estado de Florida, se ha propuesto una ley que limitaría la capacidad de las empresas de requerir a sus empleados que tomen entrenamiento en temas de diversidad, equidad e inclusión, o temas que hagan sentir “culpabilidad” o “angustia” a los miembros de una raza por acciones de discriminación en el pasado. Y está considerando una regulación que prohibiría a los fondos de pensiones del estado de considerar criterios ASG en la selección de sus inversiones, debiendo limitarse a la maximización del rendimiento” (esto fue considerado, a nivel nacional, por el anterior gobierno, pero ha sido revertido por el actual).

Ante la eliminación del derecho al aborto por parte de la Corte Suprema muchos estados gobernados por el partido republicano están activando legislaciones existentes, pero suspendidas, y aprobando nuevas, contra el aborto, lo que ha llevado a muchas empresas a cubrir o compensar los gastos para obtenerlo en estados vecinos donde esté permitido, como parte de sus beneficios sociales. Pero en algunos estados como Texas se está considerando la prohibición de hacer negocios del sector público con empresas que empresas faciliten el proceso.

Los estados liderados por el partido demócrata están considerando medidas en el sentido contrario, de penalizar a empresas por comportamientos que atenten contra la sostenibilidad. Por ejemplo, el estado de Washington está considerando una penalización a las empresas por su contribución a las emisiones, y California está considerando prohibir a sus fondos de pensiones, de los más grandes del mundo, de invertir en empresas de combustibles fósiles. Pero estas medidas palidecen frente a la perseverancia y activismo de los estados republicanos.

4.  4.    ¿En broma?

Un banquero le dijo a los que promueven la responsabilidad ante la sociedad:

El ciclista es un desastre para la economía del país: no compra vehículos, no pide préstamos para comprarlos, no compra pólizas de seguros, no compra combustible, no paga por el mantenimiento del vehículo, no necesita reparaciones (las de la bicicleta las suele hacer el(la) mism@), no paga por estacionamiento, no causa accidentes graves, no necesita autopistas.

No engorda. Los saludables no son necesarios ni útiles para la economía. No necesitan de médicos ni de hospitales, no compran medicamentos.

No añaden nada a al producto interno bruto de la economía.

Por el contrario, cada nueva tienda de McDonald’s crea por lo menos 30 empleos: 10 cardiólogos, 10 dentistas, 10 nutricionistas, además de los trabajan en la tienda, que suelen ser de menores ingresos, y sus suplidores.

Escoge bien: ¿una bicicleta o ir al McDonald’s?

Y los que caminan son todavía peores, ni siquiera compran una bicicleta.

5.  5.    ¡En serio!

Quisiéramos que se cambiara rápidamente de la situación actual a una ideal donde las empresas son responsables, los gobiernos tienen políticas que promueven la sostenibilidad empresarial y la ambiental y la sociedad reacciona favoreciéndolos.  Pero hay que reconocer que el proceso es lento y de muy largo plazo. El cambio que es necesario tiene consecuencias críticas para la economía, el empleo, el crecimiento económico y el mismo bienestar social, y como todo cambio tiene ganadores y perdedores y estos lucharán para impedirlo, como hemos comentado arriba. Es deseable diseñar las acciones de todas las partes para llegar a la situación deseada, pero no podemos pensar que es sencillo. Hay que diseñar además el proceso de la transición, que incluye vencer múltiples obstáculos.

Un buen ejemplo es el cambio necesario de modelo energético actual a uno de cero emisiones. Pero el cambio requiere de transformaciones no solo tecnológicas, que son bien conocidas, económicas que lo son menos, pero además sociales, que son subestimadas. Se crearán muchos empleos, pero se perderán otros, y no todos están capacitados para la transición. Surgirán empresas, pero desaparecerán otras. Es cierto que en el agregado la economía y la sociedad estarán mejor, pero a nivel desagregado, individual, se tendrán impactos sociales y económicos que se deben mitigar. [ii]

En esto debemos aplicar la lección aprendida (¿aprendida?) con el caso de la globalización. La apertura de los mercados de productos y servicios, el libre tránsito de personas, la localización de la producción dende hay ventajas comparativas, etc. contribuyó al progreso económico. Era el argumento que se usaban los expertos, pero que no tomaba en cuenta el impacto sobre grupos de personas afectadas, que no entendían ese lenguaje. Hubo ganadores y perdedores, pero ni los primeros, ni los gobiernos compensaron a los perdedores, lo que llevo al resurgimiento del nacional-populismo, del localismo, de sentimientos antiinmigración, anti multinacionales, entre otros efectos. [iii]   Y llevó al Brexit y a la elección de políticos populistas.

Con esto no queremos decir que no se debe perseguir el ideal, pero hay que estar consciente que el camino no es automático y que tiene consecuencias económicas y sociales que deben ser gestionadas, no ignoradas.



[i] En el artículo Politización de la sostenibilidad: ¡Alucinante! ya habíamos comentado algunas de estas acciones.

[ii] Esto es parte de la razón por la cual en la Unión Europea se ha aceptado considerar la energía nuclear y el gas como parte de la Taxonomía Verde, que no son verdes per se, pero permiten el tránsito del marrón al verde que necesitamos ¿economía khaki?). De la noche a la mañana alcanzar el verde no es ni física, ni social, ni económicamente factible

[iii] Ver el análisis en los dos artículos Populismo, nacionalismo, confianza y responsabilidad de la empresa. 1ª. Parte: El círculo vicioso populismo-desconfianza y 2ª. Parte: La RSE en tiempos revueltos.