domingo, 25 de marzo de 2018

Bonos verdes, sociales y sostenibles: Un ejemplo paradigmático



Después de haber terminado de escribir las tres partes del artículo sobre los Bonos Verdes, sociales y sostenibles se anunció una emisión de bono de sostenibilidad que merece ser comentado, por la innovación que representa.  El análisis lo haremos en el contexto de los criterios desarrollados en las tres partes precedentes, analizando en particular el valor agregado y el potencial para el greenwashing.

La emisión:  El Banco Mundial, BM, emitió un bono por valor de US350 millones para financiar cinco proyectos de desarrollo a través de préstamos a los gobiernos de cinco países.  El bono fue adquirido en su totalidad por un inversionista, el Grupo Folksam. Por la documentación no es posible saber si el bono es negociable, o sea si el inversor lo puede revender a otros, pero por las características del emisor y del inversionista y de la emisión es de presumir que es negociable, aunque el inversionista lo haya comprado para mantenerlo en cartera hasta su vencimiento ya que tiene una perspectiva de largo plazo.

El emisor: Para poder comprender la operación es necesario conocer algunas de las características del emisor, que muchos lectores no conocerán.  El BM es una institución multilateral cuyo capital pertenece a los gobiernos de 189 países. Tiene oficinas en más de 130 países y personal en más de 170.  Para poner la operación en perspectiva, el BM, en sus actividades no subsidiadas, a gobiernos (la parte del grupo denominada IBRD), presta más de US$20.000 millones anuales. Tiene activos totales de más de US$400.000 millones. Desde su fundación en el 1947 ha aprobado más de 13.000 proyectos en 173 países. Su objetivo general es contribuir al desarrollo económico y social de los países en vía de desarrollo y su objetivo específico es “acabar con la pobreza extrema y promover la prosperidad compartida”.  Se financia mayormente en los mercados de capitales basado ya que el capital pagado por los países miembros es de solo el 6% del capital suscrito y un 4% de los recursos totales que gestiona.  Este elevado endeudamiento está garantizado por el capital suscrito y no pagado, capital que en caso de emergencia financiera de la institución los países miembros deberían aportar.  Pero ello es punto menos que imposible ya que los préstamos que hace son en su totalidad a gobiernos y sus instituciones y están garantizados por aquellos.

El inversionista: El Grupo Folksam es una de las empresas de seguros más grandes de Suecia. Tiene 4 millones de clientes y cuenta con 3.700 empleados. Factura unos US$ 6.000 millones anuales.  Siendo una empresa de seguros necesita colocar sus reservas en los mercados financieros en instrumento del mayor rendimiento posible conmensurado con un bajo riesgo. Es también un gestor de fondos y tiene activos bajo administración por unos US$ 50.000 millones, con los que presumiblemente puede correr mas riesgos.  Es un grupo con muy elevada capacidad financiera.  Por sus características es un inversionista con visión de largo plazo, que debe mantener sus inversiones en cartera por plazos medios y largos.

Los proyectos: Con los recursos de los bonos se financiarán los siguientes cinco proyectos.  Por su naturaleza son proyectos que se ejecutan (colocaciones de los recursos en los proyectos) sobre períodos de unos dos a cinco años, pero el financiamiento a los gobiernos suele ser de largo plazo, entre quince y veinte años. 

·       Salud para mujeres y niños en Argentina (SDG 3 and SDG 5)


·       Gestión de residuos y reciclaje en China (SDG 3, SDG 12, and SDG 13)

·       Agua y saneamiento en el área rural de la India (SDG 3 and SDG 12)



Potencial valor agregado:  En principio los cinco proyectos podrían ser financiados a través de los mecanismos tradicionales del BM, ya que son proyectos típicos de su financiamiento al desarrollo económico y social.  Los más de 13.000 proyectos que ha financiado son semejantes.  Sin embargo, ahora se especifica que los proyectos contribuyen al logro de los ODS, aun cuando el BM tiene como función básica financiar el desarrollo sostenible, o sea, los ODS.  En el sentido del destino de los recursos no hay adicionalidad alguna, es lo que debe hacer, es su razón de ser.

Tampoco hay adicionalidad en el monto de recursos.  El BM puede financiar estos proyectos con sus recursos tradicionales, y muy posiblemente estaban en su cartera de proyectos financiables antes de ser imputados a esta operación.  Y estos bonos no traen recursos adicionales ya que forman parte de su endeudamiento y consumen su capacidad de financiamiento como los demás proyectos. No es financiamiento fuera de sus pasivos, cuanta para sus límites de endeudamiento. El BM es responsable del pagar los intereses y el principal al inversionista, como lo es en sus emisiones tradicionales.  Lo único adicional es que es una fuente diferente a la tradicional de captación de recursos.  He allí la innovación de la emisión.

El valor agregado de la emisión es para el inversionista que de esta manera invierte una cantidad significativa de recursos en bonos, en la práctica, exentos de riesgos y contribuye a financiar el desarrollo económico y social.  El inversionista no tiene la capacidad técnica para hacer la diligencia debida de estos complejos proyectos, donde el BM tiene amplísima experiencia.  Y si los financiara directamente no lograría obtener la garantía de los gobiernos como si la obtiene el BM, que se la “pasa” al inversionista.  Para el inversionista es un “negocio redondo”, cumple su misión y tiene garantizado el repago de los bonos.  Podría comprar los bonos tradicionales del BM y obtendría las mismas condiciones, pero no podría decir que está contribuyendo de una manera tan específica al desarrollo ya que ahora hasta puede decir qué proyectos ha financiado, en tanto que los bonos tradicionales solo podría decir que “contribuye el desarrollo”.  Ahora puede decir que contribuye al logro de los ODS números 3, 5, 12 y 13.

Potencial para greenwashing: Para el emisor el potencial de greenwashing es inexistente, es lo que ha hecho desde su fundación, es su misión.  Todos sus proyectos contribuyen a los ODS y no tiene nada que ganar alardeando de este proyecto, salvo para mostrar su capacidad de captación de recursos no tradicionales.  El inversionista sí puede estar necesitado de la notoriedad que conlleva esta operación. Estando localizado en Suecia, país tradicionalmente líder en sostenibilidad, es muy posible que deba gestionar parte de su cartera en inversiones socialmente responsables y esta operación le da una excelente oportunidad de hacerlo, con gran visibilidad, lo que debe mejorar su reputación como gestor de inversiones responsables y posiblemente ayudarlo a atraer más fondos.  Es un buen negocio.  Y es de suponer que lo hace con legítimas intenciones y no con el interés de greenwashing.

En resumen:  Es una operación innovadora en el sentido de que permitió a un inversionista responsable hacer una contribución directa y tangible al desarrollo económico y social de países en desarrollo en general y al logro de los ODS en particular, lo que puede estimular la canalización de mayores recursos de estos inversionistas a este tipo de proyectos.  Además, los inversionistas a través de la intermediación del BM obtienen reducciones en los riesgos financieros y mayor confianza de que los proyectos están bien diseñados y tiene mayor factibilidad de lograr sus objetivos, dándole mayor credibilidad a la inversión. Pueden tener beneficios adicionales en términos de su reputación como inversionista y gestor de fondos responsables.

Desde el punto de vista de los proyectos y su contribución a los ODS, muy posiblemente hubieran sido financiados por los recursos tradicionales del BM y, por el hecho de formar parte del endeudamiento del BM, son recursos que consumen su capacidad de endeudamiento de allí que no hay adicionalidad en los recursos.  No obstante, el BM puede presumir de haber hecho una operación relativamente innovadora y mejorar su reputación en este tipo emisiones (donde ha ido detrás del Banco Europeo de Inversiones, otro banco multilateral).  Y en cuanto al potencial de greenwashing este es muy bajo tanto para el emisor como para el inversionista. Ambos parecen estar por encima de ello.

Los beneficios incrementales de la emisión van mayormente a los inversionistas que la adquirieron.



domingo, 18 de marzo de 2018

Bonos verdes, sociales y sostenibles. 3a. Parte: ¿Legitimidad o Greenwashing?



En la Primera Parte de esta serie de artículos analizábamos qué son los bonos verdes, sociales y sostenibles, sus diferentes modalidades, cuáles son los Principios que los rigen, quién verifica su conformidad y pasábamos revista a su mercado.  En la Segunda Parte analizábamos ejemplos de todos los tipos, las razones por las que se emiten, en contraste con las fuentes tradicionales de financiamiento y cuál es el valor agregado para la sociedad.  En esta parte analizamos las características del entorno y los mercados de los bonos verdes, sociales y sostenibles que hacen que el terreno sea muy fértil para el greenwashing, describimos algunos ejemplos que tienen todos los visos de hacerlo y otros que parecen más legítimos, para concluir con una discusión sobre el futuro de estos bonos. 

Está claro que no tenemos evidencia de que los emisores los usen deliberadamente para este propósito, pero las indicaciones son de que, en algunos casos, es muy probable.  El lector debe sacar sus propias conclusiones y, como miembro de la sociedad civil, hacer lo que esté a su alcance para promover la legitimidad.

I.                Terreno fértil para el greenwashing

En esta sección analizamos los aspectos de la emisión y ejecución de ls proyectos que ofrecen oportunidades para el greenwashing: los Principios de bonos verdes y sociales y la guía para los de sostenibilidad, el contenido de los marcos y prospectos de la emisión, las metodologías de verificación, calificación y seguimiento y los incentivos que tienen los que trabajan en el ciclo de las emisiones.

a.     Principios de bonos verdes, sociales y guías para los de sostenibilidad

En la Primera Parte analizábamos la situación de los principios que rigen las emisiones de los BVSS y comentábamos la falta de unos criterios de aceptación universal, aunque los Principios del ICMA son relativamente aceptados.  El amplio crecimiento del mercado, tanto en emisores como en actores en el ecosistema de apoyo y la falta de reglas claras crean el potencial para que diferentes actores introduzcan sus propias reglas, tanto para la emisión como para la verificación.

Pero aun suponiendo que los Principios de la ICMA fueran de aceptación general es de recordar que los principios solo cubren cuatro aspectos: 1. Uso de los Fondos; 2. Proceso de Evaluación y Selección de Proyectos; 3. Gestión de los Fondos; y, 4. Informes.  Para cumplir con el requisito 1, hay que decir el tipo de proyectos y actividades que se financiarán (listado); para cumplir con el 2, hay que decir como harán para los proyectos contribuyan a la sostenibilidad y cómo serán seleccionados (metodología); para cumplir con el requisito 3, hay que decir como se han asignado y gestionado los fondos (metodología de gobernanza); y para cumplir con el 4, hay que decir que se van a producir reportes sobre la ejecución de las inversiones y actividades, y, sería deseable (voluntario) que incluyesen los resultados logrados y el impacto que han tenido (ofrecen indicadores para algunos casos).

En principio los Principios (valga la redundancia) cubren todos los aspectos necesarios, pero es en la implementación donde está el potencial para el greenwashing ya que como comentamos a continuación la verificación del cumplimiento de estos Principios es muy limitada, tanto en su amplitud como en su profundidad.  Y recordemos que la verificación se hace de lo que dice el emisor dice que va a hacer.  En teoría los informes de ejecución deberán mostrar los resultados y el impacto, pero la verificación, muy limitada, que se hace no es de los resultados obtenidos.  En el mejor de los casos lo que se verifica es si el informe los contiene (véase el contraste entre los informes del BEI, donde dicen que cambió como consecuencia de los proyectos, y del ICO que dice cuántas PyMEs financió).

¿Cómo se pueden mejorar los Principios? Que pidan detalles sobre como el proyecto mejorará la sociedad y/o el medio ambiente (no solamente el tipo de proyecto) y que los informes pidan demostración independiente de los resultados obtenidos y, en la medida de los posible, de cual fue el impacto logrado.  Por ejemplo, ahora bono social dice que construirá escuelas, pero no dice no siquiera cuántas, ni como evaluará si funcionan y si los alumnos han aprendido algo y mucho menso si lo aprendido es útil (véase el caso de Comunidad de Madrid).

b.     Contenido de los marcos y prospectos de la emisión

El lector recordará que en la Primera Parte analizábamos los criterios que deben cumplir los bonos para ser calificados como verdes, sociales o de sostenibilidad.  En cada emisión debería establecerse a qué se dedicarían los fondos, cuál es el proceso que se seguirá para evaluarlos y seleccionaros, como se gestionan los fondos y como se informará sobre la utilización de los fondos.  Cada marco (framework) (lo más común en las emisiones) o prospecto de emisión (Starbucks emitió prospecto detallado ante la Comisión de Valores y Bolsas de EE.UU.) establece con mayor o menor detalle estos cuatro criterios.  Una entidad responsable incluirá en el marco o prospecto detalles sobre el destino de los recursos y el impacto que espera que las inversiones tengan en el mejoramiento ambiental y de la sociedad.  Pero la gran mayoría no lo hace, se limita a incluir generalidades sobre todos estos aspectos, con el objeto de cumplir con el mínimo de información necesaria para poder acceder al nombre de bono verde, social o ambiental. En parte porque el futuro es incierto y quieren mantener la flexibilidad operativa necesaria (normal) pero también para evitar problemas de reputación al no poder cumplir con los compromisos, y hasta problemas legales.  En estos momentos es difícil que se demande a una empresa por incumplimiento de promesas en un marco de emisión (más probable si es en un prospecto de emisión de valores al público), salvo que fuera una violación grotesca, pero los Departamentos Legales, en particular de las empresas, están muy atentos a esto, de la misma manera que lo están con lo que se dice en los informes de sostenibilidad (de allí, en gran parte, deriva su inanidad).

c.      Metodologías de verificación, calificación y seguimiento

También en la Primera Parte comentábamos sobre el proceso de verificación y calificación y sus instituciones.  Es de recordar que las verificadoras emiten “una segunda opinión” en la cual verifican que el marco o prospecto incluye los elementos necesarios como para calificar la emisión como verde, social o ambiental. La opinión es sobre la información proporcionada por la empresa (recomendamos al lector leer un marco, un prospecto y una verificación para comprender lo que en realidad son).  Estas mismas verificadoras pueden emitir opinión sobre el contenido de los informes de seguimiento, pero de nuevo, esto se basa en la información presentada por las empresas y se refiere al cumplimiento del requisito de informar y el contenido establecido en el esquema o prospecto. No emiten opinión sobre la efectividad de las inversiones, sobre el logro de sus objetivos de mejoramiento social o ambiental, que muchas veces no estarán especificados en la emisión y por ende no son objeto de verificación.  Y cuando hay auditoría financiera es sobre si los recursos fueron colocados en lo que se dijo que iban a ser colocados. 

Por ejemplo, en la verificación de la utilización de los recursos (portfolio review) en el segundo año de los bonos sociales del ICO (descrito en la Segunda Parte) Sutainalytics dice:  Basado en la aseguración limitada llevada a cabo, nada a llegado a la atención de Sustainalytics que nos lleve a creer que, en todos los respectos materiales, el segundo Bono Social del ICO, emitido para financiar proyectos elegibles a través de la facilidad de segundo piso, no esté en conformidad con los criterios de elegibilidad establecidos en los Marco de Bono Social del ICO (énfasis añadido).  Nótese la cautela en el lenguaje.

Cuando se emite el bono no se verifica si los criterios de elegibilidad son conducentes a proyectos que mejoren la sociedad, y cuando se informa durante la ejecución de los proyectos solo se dice que los recursos están de acuerdo a los criterios de elegibilidad.  Y aun así es de destacar que la gran mayoría de estas verificaciones son de “limited assurance”, muy pocas, por ejemplo el Banco Europeo de Inversiones, BEI que obtiene “reasonable assurance” basándose en una evaluación del destino de los recursos no solo del respeto a los criterios de elegibilidad.  No es una auditoría, pero es una verificación más extensa, a solicitud del emisor.

En el caso de que la emisión del bono fuera calificada por una de las calificadoras, S&P, Moody´s o CICERO estas sí emiten opinión sobre si los proyectos tienen potencial de contribuir a la sostenibilidad ambiental y/o social.  Pero la calificación está otorgada en función de lo que dice el marco o prospecto que la empresa piensa hacer en términos de evaluación y selección de proyectos, de gobernanza y de información.  Cuando evalúan el destino propuesto de los recursos lo hacen basados en las generalidades del marco o prospecto.  Por ejemplo, el bono del banco HSBC (ver Segunda Parte) tiene como destinos las metas de siete ODS).  Pero aún estas calificaciones son ex ante, de intenciones.  Y las que se hacen durante la ejecución solo constatan conformidad con los destinos anunciados.  Ni hay evaluación de resultados ni mucho menos de impacto, que se ha logrado, que ha cambiado (solo el BEI se acerca a este tipo de evaluación)

d.     Motivaciones de los actores involucrados

En la Segunda Parte listábamos diez razones por las cuales empresas, gobiernos e instituciones financieras les podría parecer más conveniente financiarse con BVSS que con las fuentes tradicionales y comentábamos que algunas podían redundar en beneficios para el emisor y también para la sociedad, o sea lo que todos queremos. Pero también hay una serie de razones por las cuales tomar esa vía que sólo benefician a los actores involucrados en las emisiones y que, por ende, pueden contribuir al greenwashing.   Ofrecemos otras siete razones, con un poco de ironía, pero que algo de verdad tienen:

  1. Para parecer innovadores, con la “reputación” y “prestigio” que conlleva estar en algo “nuevo”;
  2. Para poder optar a premios a la emisión;
  3. Para que los directivos financieros se puedan ocupar de algo que les resulte más excitante que las emisiones tradicionales;
  4. Para que los promotores puedan viajar a los “road shows” de promoción entre los inversionistas potenciales y participar en conferencias nacionales e internacionales presentando el proyecto;
  5. Para salir en el periódico y dar entrevistas.
  6. Para mejorar los ingresos de las firmas de consultoría y asesoría. Hay toda una nueva industria alrededor de estos bonos: consultores en estructuración, calificadores, verificadores, monitores, bancos de inversión, agencias de publicidad, productores de reportes, etc.) que también los promueven, con sus propios intereses (¿interesados en la sostenibilidad del planeta?).
  7. Para que algunas instituciones puedan decir que tienen inversiones responsables en su cartera.  La etiqueta les permite presumir de que lo son (ver más adelante los ejemplos del greenwashing).


Las emisiones de bonos verdes, sociales y sostenibles (y de cambio climático y de ODS y otros nuevos que saldrán) tienen características que ofrecen un gran potencial para el greenwashing.

e.      Potencial para el greenwashing

En todo el proceso hay un gran vacío que es donde está el potencial de greenwashing.  El emisor dice que tiene un marco que ha sido verificado de forma independiente, pide una verificación de cómo está gestionando los recursos del bono (de conformidad a lo ofrecido), a lo mejor hace una evaluación del potencial del uso de los recursos de hacer el bien.  Parece que todo está cubierto, pero todo esto es relativamente superficial.  Lo importante son cuáles son los criterios de selección de actividades (generales o específicos, detallados) no si se incluyen en la lista cosas que están en la lista de los Principios de Bonos Verdes y Sociales, para luego decir que se colocaron los recursos en lo que se dijo que se iban a colocar (generalidades). 

La clave está no si se utilizaron los recursos, sino que resultados obtuvieron, que impacto tuvieron.  ¿Se hizo una contribución a la sociedad y al medio ambiente? ¿Se ha agregado valor? De contrario será un financiamiento tradicional con el cual no se adquieren compromisos con la sociedad sino consigo mismos.  La prueba de fuego del greenwashing está en valor agregado, no en la imputación de lo que viene o se puede hacer de forma tradicional.  Hay que ganarse la denominación de verde, social o ambiental, con el compromiso.  

Una indicación indirecta de que puede ser greenwashing es la poco o ninguna alineación con la estrategia de sostenibilidad, prioridades y aspectos materiales de la empresa o institución. 

En estas emisiones el problema es que la atención se concentra al momento de la emisión pero que decae durante la ejecución, al final del proyecto ya nadie se acuerda de los compromisos sociales y ambientales.  El proceso es front-loaded. El champán se abre en la emisión, no al haberse logrado los objetivos del proyecto (¿cuál proyecto?).

Los BVSS se parecen mucho a las contribuciones a los ODS, que tan de moda se han puesto (¿Legitimidad o greenwashing en la contribución de las empresas a los ODS?: Criterios para discernir) donde las empresas e instituciones imputan las actividades que vienen haciendo regularmente como si fueran hechas especialmente para contribuir a los ODS. 

A continuación, analizamos la realización de este potencial en algunos de los ejemplos descritos en la Segunda Parte.

II.             Ejemplos con potencial y/o realidad de greenwashing  

A lo mejor el lector habrá notado que casi todas las emisiones comentadas en la Segunda Parte (y muchas no comentadas) se presentan como “la primera por parte de una municipalidad o una Comunidad Autónoma”, “la más grande por un gobierno”, “la primera en el país”, “la más grande en la región geográfica”, “la más grande para financiar tal y tal cosa”, “el primer bono social o de sostenibilidad”, “la primera para financiar los ODS”, etc., con la clara intención de adquirir notoriedad.  No es que no lo sean pero ello es síntoma de que quieren aprovechar la notoriedad.  En general no destacan la contribución que la emisión hará para mejorar la sociedad y el medio ambiente. A continuación analizamos cinco de los casos más destacables.

1. Francia: Es una emisión para financiar una gran gama de actividades, desenfocadas, con el único elemento en común de ser dirigidas a mitigar el cambio climático, lo que se podría hacer con los recursos tradicionales del gobierno, de hecho, tienen las mismas características financieras que el endeudamiento del Tesoro. No implican un compromiso adicional para el gobierno y será muy difícil apreciar la adicionalidad de estos recursos.  Y siendo que Francia tiene un especial interés es que logren los objetivos del Acuerdo de Paris sobre cambio climático, la emisión parece ser parte de la propaganda visible: “Francia está haciendo algo por el Acuerdo”.

2.  ICO:  El ICO (Instituto de Crédito Oficial del gobierno de España) ha hecho una emisión de bonos sociales cuyos fondos de “se destinarán a financiar proyectos de pymes de CCAA cuya renta per cápita se sitúe por debajo de la media española” (CCAA: Comunidad Autónoma).  El ICO dice que “cuenta con la certificación de "emisor responsable" necesaria para lanzar "bonos sociales".  Esta calificación ha sido otorgada por Sustainalytics, auditora externa especializada en análisis de responsabilidad social de empresa”.  Sin embargo lo que ha hecho es pedir la “segunda opinión” de una verificadora independiente sobre la conformidad de esta emisión con los principios del ICMA y la verificadora dice que “Sustainalytics es de la opinión que el ICO tiene orientación social y está bien posicionada para emitir un bono social”, en ninguna parte dice que la “certifica como emisor responsable”, lo que está fuera del ámbito de su mandato. La segunda opinión solo verifica (no certifica) que la emisión cumple con los Principios (muy generales) para que estos bonos puedan llevar el nombreNi certifica ni analiza al emisor.

Este es un buen ejemplo del greenwashing ya que el ICO ha venido financiando este tipo de proyectos desde hace muchos años con sus recursos normales, de hecho, es parte de su mandato.  A lo sumo ha segmentado su cartera de financiamiento de PyMEs por nivel de ingresos de la CCAA y ha imputado las que califican al uso de los recursos del bono social. Es de destacar que para poder calificar, las PyMEs solo deben estar en CCAA que tengan renta per cápita por debajo de la media española, no dice nada del nivel de ingresos de las PyMEs, de su responsabilidad social, de su contribución a la sociedad, etc. Se puede financiar una PyME que produzca productos nocivos, que contamine el medio ambiente, que explote a sus trabajadores. Las únicas limitaciones son la exclusión de sectores como la producción de tabaco y alcohol, de apuestas, de explotación de carbón, de generación de energía, entre otras (difícilmente explotables por una PyME) y que no esté involucrada en prácticas comerciales ilegales (¿cómo se determina las que evaden impuestos?

En este caso hay informes de seguimiento. El informe de Sustainalytics concluye que en la colocación de los recursos se han cumplido los criterios establecidos por el ICO en la emisión, pero la revisión de los resultados se limita a verificar el cumplimiento de los mínimos criterios establecidos por el mismo ICO, no si estos criterios son razonables.  Sí, se han otorgado los sub-préstamos a PyMEs en las regiones acordadas y no incluyen los sectores excluidos, pero, ¿es esto suficiente para decir que se contribuye al mejoramiento de la sociedad como supuestamente es el objetivo de la emisión?

3. Comunidad de Madrid:  Los recursos se usan para financiar gastos e inversiones en: (1) Vivienda asequible; (2) Salud; (3) Educación; (4) Inclusión económica y financiación de PyMEs; (5) Inclusión social; y, (6) Cambio climático y gestión medioambiental.  Para no alargar la discusión solo listamos las actividades de uno de los componentes en el Apéndice e invitamos al lector a ver el marco de la emisión y la presentación a los inversores. El objetivo parece ser no dejar nada fuera más que enfocar para tener impacto. Los recursos son usados para casi todas las actividades que le corresponde ejecutar al gobierno de la Comunidad, no hay prácticamente nada que no esté siendo cubierto por el presupuesto, de hecho, en la emisión listan las partidas presupuestarias a las que se destinarán los recursos.  Esto lleva a pensar que se puede tratar de una segmentación de las actividades a las diferentes fuentes de financiamiento, más que actividades incrementales, diseñadas para ser ejecutadas con los recursos de este bono. Por estas razones es difícil apreciar la adicionalidad ni de los recursos ni del compromiso.  Tiene todos los visos de greenwashing por parte de una institución, que por su naturaleza es política.

4.  HSBC: Este es un caso semejante al del ICO donde utiliza los recursos del bono de ODS para financiar sus actividades tradicionales, pero tiene además en común con el de la Comunidad de Madrid, que puede financiar prácticamente cualquier cosa.  De hecho, el financiamiento se puede usar para generalidades como la contribución al logro de siete de los 17 ODS. Además, el hecho de que lo denomine como de ODS en vez de sostenibilidad conduce a pensar que su objetivo es lograr publicidad y supuestamente enmascarar sus irresponsabilidades.  Por ejemplo, en sus criterios dice que no financiará generación de energía con carbón, en países desarrollados, pero si lo hace en países en desarrollo (los que mas necesitan presión para ser sostenibles). Al mismo tiempo ha financiado una de estas plantas de 1,200MW en Vietnam. Es de esperar que se lo impute a su financiamiento tradicional y no al bono de ODS, aunque pudiera decir que ello contribuye a alguno de los otros ODS.

Y es oportuno recordar que HBSC ha sido objeto de múltiples penalizaciones por irresponsabilidad. A principios del 2018 acordó pagar US$100 millones para resolver un caso de manipulación de comercio en monedas, estafando a sus clientes de millones de dólares. A finales del 2016 fue multado cn US$34 millones pro su participación en un cartel para manipular la determinación de la tasa de referencia del Eurolibor.  En el 2012 pagó una multa de US$1.900 millones por colaborar en el lavado de dinero. Y ha sido acusado en múltiples ocasiones financiar empresas que producen armamentos (el lector interesado puede ver mas detalles aquí).

5. BBVA:  Aunque no cubrimos este caso en la Segunda Parte (por no ser un bono) vale la pena destacarlo como sintomático de la extensión del greenwashing.  El banco español otorgó un préstamo en el 2017 que calificó como el “primer préstamo verde para Project Finance a escala mundial”, para financiar una línea de transmisión eléctrica para energía renovable (la línea no es verde lo es la energía que transporta).  Esto es meramente un cambio de nombre a los préstamos que tradicionalmente ha venido haciendo.  Son muchos los bancos comerciales y de inversión que han financiado y financian proyectos (Project Finance: sin recurso financiero a los patrocinadores) para proyectos, por ejemplo, de energía renovable, sin llamarlos “verdes”.  Y esto extiende el verdor de los bonos a los préstamos directos. Este más que un caso de greenwashing es un caso de greencoloring.

III.           ¿Y en el otro extremo de legitimidad?

Pero hay algunos buenos ejemplos de bonos verdes, sociales y sostenibles que parecen ser diseñados para hacer una contribución tangible más allá de mejorar la percepción de la responsabilidad del emisor.

1. Banco Europeo de Inversiones, BEI: Sus emisiones pioneras han contribuido a crear el mercado de los bonos verdes, tanto desde el punto de vista financiero como institucional (contribución al desarrollo de los Principios y de las entidades verificadoras y a interés de inversionistas responsables) y el destino de sus fondos siempre son proyectos con demostrados beneficios ambientales.

2. Fannie Mae: La disponibilidad de los recursos amplía el interés de los compradores de viviendas en la eficiencia en el consumo de energía y de agua y se aseguran que el destino de sus recursos se utiliza para esos fines.  Hay relación directa entre la emisión del bono y el mejoramiento ambiental.

3. Aeropuerto de México: La totalidad de los recursos de la emisión se dedican a hacer el aeropuerto uno de los más sostenibles del mundo.  Si recordamos que la Ciudad de México tiene un serio problema de contaminación estos esfuerzos harán una contribución al mejoramiento del medio ambiente. En una obra de tal magnitud el compromiso es muy visible y es más probable que se logren los resultados que si se hubiera financiado con recursos tradicionales con menos accountability (rendición de cuentas asumiendo responsabilidad).   

4. Hawaii: Como en el caso de Fannie Mae, la disponibilidad y utilización de los recursos mejora la eficiencia energética de las viviendas y la especial estructura financiera hace que los recursos sean adicionales a los tradicionales del estado y los hacen accesibles a los propietarios de viviendas.

5. Starbucks:  Si, pero.  Los recursos obtenidos con el bono de sostenibilidad se usarían mayormente para la compra de café producido en condiciones de sostenibilidad de acuerdo con estándares preestablecidos (incluyendo comercio justo), estimulando así la responsabilidad en los productores.  Esto es una contribución tangible al mejoramiento de la calidad de vida de los productores y del medio ambiente y es uno de los pilares de la política de sostenibilidad de la empresa.  Pero esto lo podría hacer con sus recursos tradicionales. La adicionalidad es que el compromiso es ahora más exigible por la sociedad, y en una empresa con tanta visibilidad es significativo.  Adicionalmente una parte, pequeña, se dedica al mejoramiento de la productividad de los productores, incluyendo financiamiento, lo que es menos probable que hiciera con sus recursos tradicionales.

IV.            ¿Quo vadis bonos verdes?

Los BVSS tienen un gran potencial de contribuir al mejoramiento de la sociedad y del medio ambiente al actuar de conducto entre ahorro e inversión responsables, canalizando los recursos a gastos e inversiones dedicados a esa contribución.  Pero como en todos los aspectos, especialmente en temas de sostenibilidad hay siempre quienes se aprovechan de las imperfecciones de los mercados, de la ignorancia, de la falta de información y de la falta de interés de las partes involucradas para aprovecharse.

El mercado de los BVSS tiene condiciones propicias para que esto ocurra.  Es un mercado con elevado crecimiento, pero todavía en sus etapas iniciales de desarrollo, está en franca turbulencia, tanto en lo que se refiere a las reglas del juego como a las instituciones participantes.  Continuará la confusión y el aprovechamiento, pero eventualmente habrá convergencia hacia reglas, metodologías y procesos.  Se ha desarrollado toda una industria alrededor de los BVSS con interés en que crezca lo que conlleva los riesgos de que los bonos puedan perder su verdor y el cumplimiento de los criterios sea cada vez menos estricto.

Se han desarrollado prácticas sobre cómo hacerlo, pero no todavía buenas prácticas de cómo hacerlo lo mejor posible, que den el ejemplo. A medida que el mercado se vaya desarrollando simultáneamente se desarrollará una competencia para hacerlo cada vez mejor (esperemos que no sea a través de premios por intenciones, como ahora, sino premios o reconocimientos por impacto logrado).

¿Qué pasa ahora si al final del proyecto se han hecho los gastos y las inversiones pero no ha mejorado la sociedad y el medio ambiente? No pasa nada. El informe de verificación seguramente dirá alguna generalidad de que se cumplieron las intenciones expresadas en el marco o prospecto de emisión.  ¿A quién le tienen que rendir cuentas?  ¿Qué acciones se pueden tomar? Esta es el elemento crítico, si sabes que nadie te espera al final para pedirte cuentas, lo haces sin preocuparte de rendirlas asumiendo la responsabilidad (accountability).

Hace falta la unificación de principios y criterios rigurosos, no solo para las emisiones sino además para las verificaciones y calificaciones.  Hace falta la profundización de las verificaciones y calificaciones ex ante y ex post, que no se limiten a verificar intenciones sino resultados.  Hace falta que los emisores pidan mayor rigor y profundidad en las verificaciones (recordemos que son ellos los que pagan por ese trabajo, con potencial conflicto de intereses). Y sobre todo hace falta responsabilidad en los emisores para acometer gastos e inversiones con impacto tangible y medible en el mejoramiento de la calidad de vida de la población.

Y hace falta que los gobiernos, reguladores, académicos, sociedad civil entre otros exijan responsabilidad y resultados, emisiones con mayor legitimidad (espero que esta serie de artículos aporten su granito de arena). 

Y debemos reconocer a los legítimos y denunciar el greenwashing.

Post Data: Después de haber terminado de escribir este artículo surgió un ejemplo muy didáctico de una emisión de bonos de sostenibilidad que merece ser comentado en un artículo separado (Cuarta Parte de esta serie).


Apéndice: Tercer componente del bono de sostenibilidad de la Comunidad de Madrid

(3)         Inclusión social
Uso de los ingresos: los ingresos obtenidos mediante los bonos se asignarán a proyectos destinados a integrar y proporcionar servicios básicos y programas de educación a diversos grupos de población vulnerables (víctimas de la violencia de género, personas mayores, población en riesgo y minorías, personas con problemas físicos y/o minusvalías, etc.). Los gastos relacionados incluyen, entre otros:

La lucha contra la violencia de género y la promoción de la igualdad de oportunidades: (i) Gastos relacionados con la provisión de bienes y servicios para apoyar a las víctimas de violencia de género (por medio de la financiación de organizaciones no gubernamentales); (ii) Campañas educativas y de concienciación destinadas al público general y a mujeres víctimas de violencia de género, y como medio para publicitar recursos que estén disponibles para las víctimas. Esto también incluye acciones para apoyar a la comunidad y a las personas LGBT; (iii) Prestación de asistencia multidisciplinaria, social, psicológica y jurídica a mujeres víctimas de violencia de género, incluyendo programas de protección y atención global para mujeres víctimas de violencia de género y sus hijos. (iv) Dotación de vivienda social para víctimas de violencia de género.
Apoyo a la integración de familias y personas en riesgo (atención social y educación): (i) Garantizar la continuidad de proyectos de desarrollo implementados en colaboración con asociaciones de vivienda pública (ASIVECAM. Servicio de asistencia vecinal) para apoyar la integración de residentes y reducir el riesgo de exclusión social; (ii) Financiación de servicios alimentarios: comedores sociales que aportan alimentos a grupos desfavorecidos (por ejemplo, adultos con dificultades sociales, inmigrantes, personas en busca de asilo o personas desplazadas, etc.); (iii) Financiación y apoyo al trabajo efectuado por asociaciones juveniles y organizaciones sin ánimo de lucro centradas en los jóvenes de zonas desfavorecidas de la Comunidad de Madrid; 4 (iv) Financiación de aulas de "integración" para lograr una integración más rápida de estudiantes inmigrantes en el sistema educativo estándar (“aulas de enlace”) y gestión del servicio de traductores e intérpretes (S.E.T.I.) (v) Desarrollo de centros educativos para estudiantes (con edades comprendidas entre 16 y 21 años) que hayan sido privados de libertad en un régimen cerrado o semiabierto.
Dotación de asistencia financiera: (por ej., ingreso mínimo) a personas en riesgo de exclusión social5 (i) Financiación de la "Renta Mínima de Inserción” como una prestación de naturaleza económica para satisfacer necesidades básicas del beneficiario. Consta de una prestación financiera básica mensual y un complemento variable, dependiendo de los miembros que formen parte de la unidad (familia).
Garantizar el acceso universal al sistema de transporte público: (i) Gastos relacionados con subsidios al bono de transporte público (billetes de precio reducido) para jóvenes y desempleados de larga duración.
Apoyo a las personas mayores: (i) Gastos relacionados con la dotación de bienes y servicios a las personas mayores6 tales como aquellos destinados a centros asistenciales, centros de día y servicios de ayuda básica a domicilio para personas en situación de dependencia.
Apoyo a las personas con problemas mentales o físicos (incluyendo las personas discapacitadas): (i) Gastos relacionados con la dotación de bienes y servicios a las personas mental y físicamente discapacitadas tales como centros asistenciales residenciales, centros de día, asistencia para la rehabilitación y asistencia especializada que permitan maximizar el desarrollo de sus capacidades y posibilidades de integración social, etc.



domingo, 11 de marzo de 2018

Economía del bien común y RSE: ¿Juegan en la misma liga?



Seguro que mis lectores no se habían percatado.  Escribo sobre casi de todo lo que tiene que ver con la RSE pero hasta ahora había resistido escribir sobre la Economía del Bien Común, EBC.  Sinceramente porque no creía que el asunto valía la pena y ahora que he terminado el artículo estoy todavía más convencido.  Pero para poder opinar con criterio hay que saber de lo que se habla, por ello lo he estudiado más a fondo.  Espero que la discusión que sigue pueda contribuir un poco a mejorar su comprensión y aclarar su potencial contribución al bienestar de la sociedad y su relación con la RSE, y de paso estimular una discusión (aunque, como en caso del estímulo a la RSE, la indiferencia de las partes interesadas lo hace improbable). [1]

I.                Una fábula

Empecemos con mi versión de una fábula, no muy conocida pero que es muy ilustrativa de la EBC:

Se encontraban tres náufragos en una isla desierta, con solo arena y algunos árboles y desechos de arbustos, cuando de pronto las olas traen una gran lata de atún.  El problema es como abrirla.  El físico sugiere calentarla a alto fuego esperando que el diferencial de temperatura interna y externa permita abrir una grieta en la lata. El ingeniero químico propone enterrarla en la arena, cubierta en parte por el agua salada ya que siendo el sello de la tapa de un metal diferente al de la lata, con el agua salada se producirá una microcorriente eléctrica que corroerá el borde y al presionarla se podrá abrir la lata.  A lo que el economista dice:  Yo tengo una solución más sencilla: supongamos que tenemos un abrelatas…………..  Parece que al final el físico y al ingeniero desistieron de abrir la lata y se comieron al economista (transparencia: soy ingeniero químico, disculpas con los economistas).

II.              ¿Qué es la Economía del Bien Común?

Supongamos, supongamos, supongamos…

Según el autor de la inciativa: “La Economía del Bien Común se define como un sistema económico alternativo apartidista, que propone construir en base a los valores humanos universales que fomentan el Bien Común. Situamos nuestro foco de acción en la cooperación y no en la competencia, en el bien común y no en el afán de lucro.”…… “La dignidad humana, la solidaridad, la sostenibilidad ecológica, la justicia social, la transparencia  y la participación democrática son elementos sustanciales para ello” . Esta declaración es laudable y refleja principios de aceptación generalmente universal (por lo menos en Occidente), aunque difíciles de implementar en la práctica. Pero como punto de partida no debería haber objeciones. El problema es cómo se traducen en la práctica.

El lector interesado puede consultar el libro que dio origen al concepto, La economía del bien común por el economista austríaco Christian Felber, autor muy prolífico de más de 10 libros traducidos a varios idiomas, y fundador de Economy for the Common Good, desde donde promueve la EBC.  El lector que solo tiene curiosidad se puede limitar al sitio economiadelbiencomun.org, aunque lamentablemente este sitio y el de la iniciativa en inglés contienen muy pocos detalles sobre lo que es la ECB. También se puede escuchar un resumen en la charla TEDx de Christian Felber (el que está de cabeza es el autor).



 El portal de la Economía Solidaria (independiente de la ECB) incluye un buen resumen de 20 puntos centrales, que resumimos a continuación, incluyendo solo 12 que consideramos los más relevantes, con algún comentario: 

1. La economía del bien común se basa en los mismos valores que hacen florecer nuestras relaciones: confianza, cooperación, aprecio, democracia, solidaridad. Hasta ahora, bien.
2. El marco legal económico experimenta un giro radical, cambiando las reglas del juego de afán de lucro y competencia por cooperación y contribución al bien común. ¿Cómo se hace para cambiar el marco legal en todos los países simultáneamente para no quedar en desventaja y evitar la competencia que según la EBC no es deseable? ¿Cómo se hace la transición del sistema actual al sistema ideal? ¿Cómo reacciona el mercado actual durante la transición?
3. El éxito económico no es medido por indicadores monetarios como el beneficio financiero o el BIP, sino con el balance del bien común (a nivel de empresas) y el producto del bien común (a nivel de sistema). Y los sueldos y demás gastos, ¿se pagan con el bien común?
4. Las empresas con buenos balances del bien común disfrutarán de ventajas legales: tasas de impuestos reducidas, aranceles ventajosos, créditos baratos, privilegios en compra pública y a la hora de reparto de programas de investigación, etc. Si cambia el marco jurídico presumiblemente se cambia para todas las empresas. ¿Pueden coexistir empresas de la EBC con empresas de la economía actual en el nuevo marco jurídico?
5. El balance financiero será el balance secundario. El beneficio financiero pasa de ser fin a ser medio. Éste sirve sólo para aumentar el ‘nuevo’ fin empresarial: Aportación al bien común.  Las empresas del Cuarto Sector hacen un balance entre ambos objetivos (ver Cuarto Sector: Hacia una mayor Responsabilidad Social Empresarial), pero no se puede priorizar el segundo a costa del primero:  Si la empresa no es rentable deja de existir.
8. Las diferencias de ingresos y patrimonios serán limitadas: Ingresos máximos de por ejemplo 20 veces el salario mínimo. Propiedades que no excederán p. ej. los 10 millones de euros, el derecho de cesión y herencia, 500.000 euros por persona, en empresas familiares a 10 millones de euros por hijo. El excedente sobre estos límites será repartido a través de un “fondo de generaciones” como “Dote democrático” a las siguientes generaciones. Sin comentarios.
9. En grandes empresas a partir de un elevado número de empleados (por ejemplo, más de 250) los derechos de decisión y propiedad pasan parcial y progresivamente a los empleados y ciudadanos. Y, ¿qué hacemos con los accionistas y dueños actuales que son los que aportan el dinero? ¿donan la propiedad a los empleados y ciudadanos? ¿Cómo se aumentará el capital en estas empresas para financiar su crecimiento o períodos de pérdidas? (esta fue la razón del colapso de la Cajas de Ahorro en España).
11. Un bien democrático importante es el banco democrático. Sus servicios consisten en depósitos de ahorro garantizados, cuentas corrientes gratuitas, créditos de interés reducido y créditos de riesgo con plusvalía social y ecológica. El Estado se financia primordialmente a través de créditos sin interés del Banco Central. Los mercados financieros en la forma actual ya no existen.  Un desconocimiento total de las funciones del sistema financiero y del papel del Banco Central en la regulación y promoción de los mercados y la economía.
14. El crecimiento económico deja de ser un fin. Un nuevo objetivo será la reducción de la huella ecológica de personas privadas, empresas y naciones, hacia un nivel globalmente sostenible y justo. menos llevar una vida en dignidad. ¿Qué impacto tiene esto sobre el empleo y la reducción de la pobreza?
15. El horario de trabajo retribuido se verá reducido escalonadamente hacia la marca, deseada por mayoría de 30 a 33 horas semanales. Puede contribuir a la creación de empleo, pero también a la reducción de los ingresos familiares.
16. Cada décimo año en la profesión es un “año sabático” que será financiado a través de un salario mínimo incondicional. Interesante vivir un año con el sueldo mínimo.
19. Para afianzar en los niños los valores de la economía del bien común y poderlos practicar, el sistema de educación debería estar orientado igualmente hacia el bien común. Interesante, sin olvidar estimular la iniciativa, responsabilidad y creatividad individual.

El lector se puede formar su propia idea de la factibilidad práctica de estas ideas. El título del libro en inglés que propuso la ECB es muy indicativo, Change Everything, así de sencillo, cámbialo todo.

En la ambición de la idea de ser completa incluye todo tipo de acciones, que deben lograse simultáneamente.  Mezcla acciones que están a nivel de empresas con acciones a nivel de la economía en general, en buena parte en manos de la sociedad y en particular de políticos y gobernantes.  La EBC transciende las empresas ya que está fundamentada en acciones que están fuera de su control, algunas de las cuales son tan radicales que sería imposible lograr consenso.  Quien mucho abarca poco aprieta. Por querer ser completo se salta del mundo de lo razonable, aunque imperfecto, al mundo de la utopía.

III.            Logros según los promotores

a.      Aceptación
Alegan los siguientes logros (además de la institucionalidad comentada abajo), pero nótese que no se habla de resultados o de impacto: 2000 empresas se han adherido (no hay nombres), tres bancos han hecho el Balance del Bien Común, la Universidad de Barcelona ha presentado una cátedra en EBC, una escuela técnica planea un máster en EBC, docenas de comunidades se han acoplado y la EBC se ha introducido en dos programas de gobiernos locales en Alemania.

Uno de los logros que alegan que es digno de comentar, por la importancia que le dan, es la producción de un “dictamen de iniciativa” en el 2015 por la Comisión Económica y Social Europea, CESE, que es un órgano consultivo de la Unión Europea compuesto por 350 personas, representantes de tres grupos: empresarios, trabajadores y sociedad civil (emite entre 160 y 190 opiniones y reportes al año).  El dictamen propone la creación del “Mercado Ético Europeo” que medidas que incluyen etiquetado ético, compra pública ética, comercio interior ético, comercio exterior ético, emprendedores por el bien común, consumo ético, banca ética y bolsas de valores del bien común.  Es ilustrativo del rigor del dictamen que para realzar la EBC dicen que es “un enfoque holístico cuyos conceptos están cerca de los valores fundamentales de la Economía Social, la Economía Circular, la Economía Participativa, la Economía de la Funcionalidad, la Economía Basada en los Recursos y la Economía Azul”. ¿¿Cuántas economías se necesitan???   También es ilustrativo que en sus logros dicen que la “Comisión Europea tiene intención de incorporar la Economía del Bien Común en el derecho europeo”.  Esto es indicativo de una gran ilusión cercana al delirio.  No hay evidencia de que el dictamen haya tenido efecto alguno.

b.     Institucionalidad
Comentaremos brevemente la institucionalidad que respalda el movimiento de la EBC porque ayuda a entender su motivación y expectativas. Se define a sí misma como un “movimiento” y por ende se basa en la captación de adeptos.  No ha transcendido más allá de un pequeño grupo de personas e instituciones que buscan cosas nuevas para enriquecer sus actividades (es sintomático que en España son miembros de la Asociación respectiva tres municipios: Sevilla, Orendaín (200 hab.) y Miranda de Azán (420 hab.)). Es más parecido a un movimiento ideológico, basado en una idea y un líder en contraste con el “movimiento de la RSE” que es completamente abierto, sin lideres autonombrados, con evolución basada en la experimentación, buenas prácticas, convencimiento propio, sin necesidad de adhesión ni membresía.

Dicen que en todo el mundo han surgido 150 grupos locales que se denominan “campos de energía” (¡¿?!)  que son un colectivo asociativo que en cada localidad colabora en la realización de los objetivos de las respectivas asociaciones nacionales, que se han creado en 21 países, incluyendo 12 europeos.  En Iberoamérica el movimiento se ha extendido con una asociación en España, la Asociación Federal (¿?) Española para el Fomento de la Economía del Bien Común AFEF-EBC (la palabra “federal” refleja el origen germánico del movimiento), con grupos locales en 19 provincias, y hay asociaciones en 5 ciudades de Argentina, en Brasil, Colombia, Chile, México y Perú.

IV.            ¿Ha comparación entre el ECB y la RSE?

De la discusión precedente debe haber quedado claro que la ECB es un concepto más amplio que la RSE, aunque tienen áreas de superposición.  La EBC pretende fomentar el mejoramiento de la sociedad a través de actuaciones a nivel de la economía como un todo, las políticas públicas, la institucionalidad de la economía, el sistema jurídico, entre otras acciones, y propugnar un cambio de objetivos para las empresas, de pasar del objetivo primario de obtener resultados financieros a otro primario de contribuir al bien común.  El foco es la economía y de paso uno de sus integrantes claves, las empresas.  ¿Es factible “cambiarlo todo”?).

La RSE por otra parte no tiene como objetivo primario el mejoramiento de la sociedad, su foco es la empresa y la contribución que esta puede hacer para logar esta mejora.  El entorno económico-jurídico es exógeno, se opera en el contexto existente, aunque ello no obsta para que las empresas, sobre todo a nivel de colectivo, estimulen el mejoramiento del entorno económico para poder cumplir mejor su función.  Pero toma por un hecho que es el sector público el que tiene responsabilidad primaria por ese entorno.  

La RSE no llega tan lejos, a pedir que las empresas cambien sus objetivos financieros por objetivos de bien común.  Se limita a exigir que las empresas asuman su responsabilidad ante la sociedad tanto por sus impactos pasados, presentes y futuros que tuvo, tenga y tendrá, como por los que quiere tener para contribuir a mejorar la sociedad.  Propugna que los objetivos financieros no se opongan a los del bien común. En un nivel un poco superior de RSE (por ejemplo, empresas con fines de beneficios), se propugna un balance entre ambos pero nunca la primacía del bien común sobre los resultados financieros.  Hay conciencia de que la prioridad es ser una empresa financieramente sostenible para poder ser social y ambientalmente sostenible.  Son los resultados financieros los que permiten a las empresas contribuir a la sociedad.

Si la EBC es un concepto más amplio, de mayores beneficios sociales, ¿Por qué no se adopta?  Es que el problema no es teórico, es real, se debe poder implementar y la EBC es utópica en muchos sentidos, empezando por quien es responsable de hacerlo. En la RSE se sabe quienes son los responsables de actuar, en tanto que en la EBC, aparte de lo correspondiente a las empresas, nadie es responsable.  ¿Quién toma la iniciativa? ¿A quién corresponde cambiar el marco jurídico, las instituciones, las políticas públicas, etc.?  ¿Porque lo van a querer hacer? ¿Cuáles son los incentivos?  ¿Hay consenso en hacerlo?  Habrá ganadores y perdedores con el cambio ¿Qué acciones toman los perdedores? ¿A quién exigimos responsabilidad por la implantación de la EBC?

Que la implementación de la RSE deja mucho que desear no hay duda, pero es factible, tiene impacto.  No es tan ambiciosa como la EBC pero es efectiva, dentro de sus limitaciones.  Y antes de movernos hacia ideas utópicas nos convine trabajar en fortalecer las que son factibles.   “Lo mejor es enemigo de lo bueno”.

V.               En resumen

La EBC tiene ideas laudables y se basa en la idea de que si se quiere lograr algo hay que apuntar mucho más arriba.  Como dijo Arnold Toynbee (historiador, 1889-1975): “La mejor manera de lograr un objetivo no es buscar lograrlo, si no lograr uno más ambicioso”.  Pero debemos encararlo con los recursos disponibles y de conformidad con la realidad a la que se enfrenta.  Si no se tiene un grado de realismo, lo que se obtiene es frustración. 

Se quiere llegar de una orilla (situación actual) a la otra (situación ideal) que están separadas por un abismo.  Si no reconoces la existencia del abismo te estrellas en el camino. Si se conoce y reconoce se buscarán rutas alternativas, a lo mejor más lentas pero en la dirección correcta y a lo mejor a un nivel inferior al ideal.  Esta es conceptualmente la gran diferencia entre la ECB y la RSE.  La primera no reconoce el abismo, está obsesionada con llegar a la otra orilla.  La segunda, la RSE, está plenamente consciente de ello y sabe que el camino es arduo, que hay oposición, obstáculos, indiferencia, pero trata de mover a las empresas, algunas más rápido, algunas con mayor profundización, cada quién como puede con lo que puede, pero se conoce el objetivo y se afronta sin ilusiones (en el sentido de “iluso” no en el sentido de esperanza, que esta si se tiene).

Supongamos, supongamos, supongamos que todos somos buenos, que el mundo es perfecto, que los gobernantes son honestos, que hay consenso entre los partidos políticos sobre lo que conviene a la sociedad, que las empresas tienen como objetivo primario el bienestar de la sociedad, que todos nos ponemos manos a la obra.  

Supongamos que la economía del bien común es la solución.  Supongamos que tenemos un abrelatas…………… o nos comemos al economista.





[1] Antes o después de leer este artículo se sugiere la lectura de una entrevista a Marta Avesani, publicada en AgoraRSC: Bien Común, Responsabilidad Social, y B Corps. ¿Avanzan igual hacia la sostenibilidad?  De más está decir que son posiciones contrapuestas, así el lector se podrá formar su propia idea.