domingo, 26 de noviembre de 2017
¿Es hora de pasar de la RSE a los ODS?
Los Objetivos de
Desarrollo Sostenible, ODS, se están
poniendo tanto de moda que están llevando a algunas empresas a confundirlos con
la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, RSE. [1]
Una consulta
reciente que me hicieron refleja esta confusión: “Creo que para nuestra organización, XXXXX, es un excelente momento para
cambiar el concepto de Responsabilidad
Social Empresarial, por un concepto mucho más ligado a la sostenibilidad de las
empresas como modelo de negocio y creo que los ODS sean un excelente vínculo para mostrar a las empresas lo
que ya están haciendo o lo que podrían hacer cumpliendo las diferentes metas…..
¿Qué opinas?
¿Es que los ODS y la RSE son versiones diferentes
de una misma cosa? ¿Son substitutivos? ¿Es un concepto superior al otro?
¿O es que estamos cansados de la RSE?
Por el tenor de
la consulta me temo que refleja más el
agotamiento sobre el uso del nombre de RSE que por el deseo de ampliar el
ámbito de acción de la empresa. Es un
fenómeno que se ha venido observando con creciente frecuencia en las empresas. Después de tantos años de hablar de RSE parece
hora de pasar a algo más “moderno” de “aggiornarse”. Como muchas “modas” de gestión empresarial muchos
suponen que ésta también ha pasado. Esta
posición es la que da lugar a todo tipo
de nombres “nuevos” para referirse a partes de esa responsabilidad empresarial ante
la sociedad. [2]
Esta situación es lamentable ya que la inmensa
mayoría de las empresas no ha llegado ni siquiera a establecer cuál es esa
responsabilidad, mucho menos haberla superado. Lo que
sucede es que están cansados del término RSE (en diciembre del 2014 ofrecía 20
razones por la que nos estamos cansado de la RSE). Pero la
responsabilidad empresarial no puede ser una moda, no puede ser nunca obsoleta,
por definición, ya que las empresas siempre tendrán una responsabilidad ante la
sociedad en que operan. El problema es
determinar cuál es esa responsabilidad en el contexto en que se desenvuelven, contexto que es cambiante, dinámico, y por
ende su responsabilidad también es cambiante y debe adaptarse a esa realidad cambiante.
Nunca podrá ser obsoleta. Lo que cambia es la forma en que se asume e
implementa esa responsabilidad de acuerdo al contexto en que se opera.
Esto también
refleja que para muchas empresas buena parte de su interés en la RSE es para poder “parecer” responsable. Cierto es que es importante parecerlo ya que
ello puede estimular la reacción favorable de los mercados de la
responsabilidad (léase stakehoders),
pero para parecerlo primero hay que
serlo. Lo demás es greenwashing
y los ODS ofrecen un marco ideal para hacerlo, como comentábamos en el artículo
anterior (De cómo los Objetivos de Desarrollo
Sostenible contribuyen al greenwashing).
Pero, ¿son los ODS comparables con la RSE?
Es importante
clarificar lo que es la responsabilidad de la empresa ante la sociedad y lo que
es su contribución al logro de los ODS. Por
responsabilidad de la empresa ante la sociedad entendemos aquellas acciones que
persiguen mitigar los impactos negativos
de sus actividades, potenciar los positivos y buscar, proactivamente, impactos
en el futuro que mejoren la calidad de vida de la sociedad, siempre dentro los
ámbitos de competencia de la empresa en particular. [3]
Ello quiere decir que estas acciones deben estar determinadas por el contexto y
momento en que opera la empresa, en el
marco de sus estrategias de negocios y dentro de sus capacidades financieras y
de gestión.
Y que quede claro
que no estamos hablando de las
actividades filantrópicas de la empresa o de su Fundación, que pueden no
estar relacionadas con la estrategia del negocio, que puede ser una asignación
de recursos para hacer el bien por sí mismo.
Por ende, estos recursos pueden
asignarse a contribuir a cualquiera de los ODS, independientemente de si forman
parte del impacto del negocio de la empresa, aunque lo deseable sería que
la filantropía y el negocio estuviesen alineados (filantropía estrategia). Para algunas empresas la filantropía es vista
como algo aparte del negocio, con otras reglas y prioridades.
Por otra parte, los
Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS representan aspiraciones, a nivel agregado de la sociedad, a las que pueden y
deben contribuir todos los actores,
gobiernos, empresas, sociedad civil
y las personas a título individual, sobre el desarrollo sostenibile de todo el
planeta.[4] Representan
objetivos y metas a lograr de forma colectiva, con la participati’on de todos.
Pongamos algunos
ejemplos de los que son los ODS para
ilustrar mejor su relación con la RSE.
Por ejemplo la meta 1.2 (meta 2 del objetivo 1 de Fin de la Pobreza)
dice: “Para 2030, reducir al menos a la mitad la
proporción de hombres, mujeres y niños de todas las edades que viven en la pobreza en todas sus
dimensiones con arreglo a las definiciones nacionales.”. La meta 5.5 (del
objetivo 5 sobre igualdad de género) dice: “Asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo
a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública.” La
meta 12.5 (meta 5 del objetivo 12 sobre producción y consumo responsable) dice:
“De aquí a 2030, reducir considerablemente la generación de desechos mediante
actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización”.
Viendo estas
metas (que hemos seleccionado a propósito) se puede constatar que las empresas pueden hacer una contribución.
Para la primera, el empleo es uno de los mejores antídotos a la pobreza, y si
bien la empresa crea empleo, no puede ser su objetivo, es un medio para logar
sus fines como empresa. Pero su
objetivo, dentro su responsabilidad ante la sociedad, debe ser que el empleo
que crea sea un empleo digno, con
sueldos y condiciones justas. Y esto
lo debe hacer, con o sin los ODS, y en este caso iría más allá que los ODS, que
solo piden reducción de la pobreza. También puede usar sus recursos
filantrópicos para reducir las condiciones adversas de la pobreza extrema. En el caso de la igualdad de género, también
puede hacer una contribución a través de políticas y acciones de igualdad en
selección, remuneración y promoción. Pero esto lo debe hacer, con o sin ODS. El tercer ejemplo de reducir la generación de
desechos es una parte fundamental de toda estrategia de RSE y toda empresa
responsable lo debe hacer, con o sin ODS.
Pero hay muchas
metas (son 169) en las cuales la empresa
no puede hacer una contribución perceptible en el contexto de su
responsabilidad ante la sociedad. Por ejemplo, la meta 12.3 dice: “De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita
mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las
pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las
pérdidas posteriores a la cosecha”. Una empresa que no se dedique al
negocio de alimentos no puede contribuir a ello de forma material, aunque por
la presión mencionada en el artículo anterior no faltarán empresas que se
vanaglorien de la reducción de desperdicios de alimentos en la cafetería (o que
los donan a los pobres y con ello contribuyen al objetivo 1 y así tendrán algo
más que reportar). Y aun esto es algo
que se debe hacer, con o sin los ODS.
Una consultora en
sostenibilidad relata que estuvo en una conferencia en la que oyó decir a un
responsable de sostenibilidad en una empresa que estaba recibiendo presiones
para encontrar la manera de relacionar las actividades de responsabilidad y
filantropía en su empresa a cada ODS.
Esto refleja lo que
describíamos en el artículo anterior, (De
cómo los Objetivos de Desarrollo Sostenible contribuyen al greenwashing), donde comentábamos que los esfuerzos del
algunas organizaciones, en particular del Pacto Mundial, están llevando a las
empresas a querer figurar, a exagerar y
a tergiversar sus contribuciones a la sociedad y que las llevará a apelar
al lavado de cara. Imputarán lo que ya están haciendo, como si fuera especial, para
contribuir a los ODS y buscarán lo que sea para poder decir que contribuyen a
más metas, aunque sean nimiedades.
Debe estar claro
que a estas aspiraciones tan ambiciosas debemos contribuir todos, no es posible
logarlos con solo la participación de alguna de las partes. Pero también debe quedar claro que no todos pueden contribuir de manera
perceptible al logro de algunos de ellos y mucho menos a un gran número de ellos.
La contribución al logro de los ODS debe ser una
consecuencia de la asunción de la responsabilidad ante la sociedad, no el
objetivo de la estrategia empresarial. En las acciones para asumir e implementar
esa responsabilidad la empresa debe analizar el contexto en que opera y los
impactos que puede y quiere tener sobre algunos miembros de la sociedad, por
ejemplo sus empleados y clientes actuales y potenciales, la comunidad en la que
opera, los gobiernos locales, las organizaciones de la sociedad civil,
etc. Su responsabilidad no es genérica, depende del lugar y del tiempo. Para ello la empresa hace un análisis de
materialidad (ver capítulo II.3, Materialidad: 12 principios básicos y una
metodología para la estrategia de RSE en Una
Mirada crítica a la responsabilidad social de la empresa en Iberoamérica, Vol.
III). Pero, por
definición y por sus limitados recursos, las acciones deben ser enfocadas, efectivas
y eficientes.
Ello no obsta para que la empresa pueda y deba
contribuir con el desarrollo económico y social y que en sus estrategias
considere los ODS como un marco de referencia, como una lista exhaustiva de posibilidades de
contribuir (véase, por ejemplo, la Séptima Parte del Volumen
IV de Una mirada crítica a la Responsabilidad Social de la Empresa en
Iberoamérica donde se
analiza en más detalle lo que pueden y
deben hacer las empresas para contribuir a los ODS). Si no contribuía a los ODS que debería es porque su análisis de
materialidad era incompleto no porque tenía que extender sus responsabilidades
ahora que llegaron los ODS. Pero no son los ODS los que deben guiar la
estrategia de responsabilidad ante la sociedad. Su contribución al logro de
los ODS debe ser el resultado de asunción de su responsabilidad ante la
sociedad en función de sus impactos pasados, presentes y futuros, que tiene y
quiere tener.
Obviamente que habrá superposición entre las
actividades para implantar su estrategia de responsabilidad y su contribución
al logro de los ODS. Por
ejemplo, al atender sus impactos (actuales y deseados) sobre la comunidad podrá
contribuir a la creación de empleo, al preocuparse de sus empleados contribuirá
a su salud y educación, al reducir sus impactos ambientales contribuirá a la mejora de la calidad del medio ambiente,
todo lo cual contribuye al logro de los ODS. Pero es después de decidir y
ejecutar su estrategia de responsabilidad que podrá determinar cómo ello
contribuye al logro de los ODS. El fin
es ser responsable ante la sociedad y la contribución a los ODS es un
subproducto de la ejecución de esa responsabilidad.
¿Son los ODS superiores
a la RSE como estrategia?
¿Dónde está en
los ODS la prevención del comportamiento negativo? ¿El no tratar mal a los
empleados? ¿El no incurrir en corrupción, fraude, evasión fiscal? ¿Dónde está
la transparencia? ¿Dónde está el buen gobierno corporativo? ¿Dónde está la
responsabilidad del producto? ¿Dónde
está el mercadeo responsable? ¿Dónde está el no aprovecharse del consumidor
incauto? ¿Dónde está la atención al consumidor? ¿Dónde está el desarrollo
profesional de los empleados? ¿Dónde está la ética? El lector podrá añadir otras omisiones. ¿Puede la contribución a algunos de los
ODS considerarse como sustituto de la RSE?
Es aquello superior a la RSE?
Y el lector
avezado dirá que el impedir el comportamiento negativo le corresponde a la ley. Pero sabemos que la ley no puede cubrir todos
los aspectos del comportamiento empresarial, por varias razones
fundamentales. Si quisiera hacerlo las
leyes y regulaciones serían abrumadoras y coartarían la actividad y la
innovación empresarial. Muchas de las
leyes y regulaciones son de mínimos, regulando para la que peor se porta,
creando costos innecesarios para las que se portan bien. Por otra parte los gobiernos siempre están
por detrás de las empresas en cuanto a creatividad y recursos, con una actitud
reactiva ante el mal comportamiento, no son proactivos, no se anticipan. Muchas regulaciones se quedan obsoletas
y no son actualizadas para el entorno cambiante. Y en los países en vías de desarrollo no
suelen estar a niveles de mejores prácticas internacionales y no tienen
capacidad (o voluntad) para hacerlas cumplir. No, no bastan las leyes y regulaciones
para impedir el comportamiento irresponsable (Véase el caso de la elusión
fiscal, que se hace dentro de las leyes vigentes [5]
).
El hecho de que los ODS abarcan casi todas las actividades del desarrollo
sostenible no quiere decir que sea un concepto superior. Lo de superior o inferior es algo relativo,
debe verse en función del sujeto, del contexto, y para la empresa la RSE es
parte integral de su propósito y la contribución a los ODS es accesorio.
Los ODS
transcienden a las empresas
Es oportuno y
necesario destacar que los ODS
transcienden a las empresas y las responsabilidades son mayormente de los
gobiernos, aunque las empresas pueden y deben contribuir. Llevar a las pequeñas y medianas empresas
en países en vías de desarrollo (99% de las empresas) a preocuparse de los ODS
es contraproducente, excede su capacidad de tener impacto. No es
recomendable. La expansión de la responsabilidad hacia los ODS es cosa de
grandes empresas, aunque las PyME puedan hacer alguna contribución.
Sí, los ODS
abarcan más contribuciones al bienestar de la sociedad que las
responsabilidades de todas las empresas
juntas ante la sociedad, lo cubren todo.
Pero el hecho de que los ODS sean
más amplios no quiere decir que para una empresa en particular sean una
estrategia superior a la RSE. Para la empresa lo relevante es lo que es
parte de su responsabilidad, dentro de su negocio. La RSE es específica y diferente para cada empresa, pero para una
empresa los ODS son genéricos. No la
va a hacer más responsable si se enfoca en los ODS, que representan tiros de
perdigón, dispersos. Ello puede llevar a la dispersión de esfuerzos, distraer la atención de lo que es material
para la empresa y puede hasta afectar su reputación al querer aparecer como
responsable no siéndolo.
En resumen
Es una pena que antes de haber entendido e
implementado la RSE nos queramos mover hacia
conceptos genéricos, restrictivos, desenfocados para la realidad empresarial que
enfrentamos, por aquello de querer estar en lo que está de moda y no parecer
anticuados.
Pero, hay
contribuciones y contribuciones. En el próximo artículo de esta serie, “¿Legitimidad o greenwashing en la
contribución de las empresas a los ODS?: Criterios para discernir”, postularemos algunos criterios
para determinar si las contribuciones alegadas por las empresas son legítimas o
son parte del greenwashing.
[1] Este es el tercer artículo de la
serie sobre los riesgos de los ODS para las empresas. Los dos anteriores son El Pacto Mundial otra vez (mal) otorgando premios y De
cómo los Objetivos de Desarrollo Sostenible contribuyen al greenwashing.
[2] Véase, como ejemplo muy paradigmático, la
popularidad de la Creación de Valor Compartido, concepto inferior a la RSE (Compartir el Valor Creado versus Crear Valor
Compartido:¡El diablo está en la implementación!).
[4] Sobre la diferencia entre desarrollo
sostenible a nivel agregado y la sostenibilidad y la responsabilidad de la
empresa ver el artículo Responsabilidad Social, Sostenibilidad y Desarrollo
Sostenible: ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de las empresas?).
sábado, 11 de noviembre de 2017
De cómo los Objetivos de Desarrollo Sostenible pueden contribuir al greenwashing
A los dos años de la aprobación de los Objetivos
de Desarrollo Sostenible, ODS, se está produciendo una explosión de promoción.
Al irse consolidando su conocimiento entre las empresas, las
organizaciones gremiales, las organizaciones de la sociedad civil (incluyendo
universidades) y, en gran medida, entre las empresas de consultoría, se ha
excitado el interés de muchas instituciones en involucrarse.
Explosión de interés
El Pacto Mundial,
habiendo ya superado la etapa de promoción de los Diez Principios, se ha abocado a una campaña de asociarlos con los 17 ODS
bajo el nombre de Agenda 2030. Ahora
su objetivo ha pasado de promover los diez principios de responsabilidad
empresarial a promover la contribución al logro de los ODS entre las empresas y
organizaciones firmantes del Pacto. Siendo parte de la Organización de la Naciones
Unidas ha pasado de promover la responsabilidad
a promover el “Desarrollo Sostenible”, que es una agenda mucho más ambiciosa
(ver Responsabilidad Social, Sostenibilidad y Desarrollo
Sostenible: ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de las empresas?).
Documentos
recientes
Veamos algunos ejemplos de esta explosión de promoción.
En solo varios meses del 2017 se han producido un gran número de informes.
Uno es Towards
a sustainable economy: The commercial imperative for business to deliver the UN
Sustainable Development Goals, por la Universidad de Cambridge, promoviendo la idea de que contribuir al logro de los ODS es buen
negocio. Otro es The
Sustainable Development Goals, integrated thinking and the integrated report, patrocinado por el International Integrated Reporting Council, IIRC, para promover el reporte de los logros en los
ODS en función de su esquema de reporte integrado. Un tercero es Sustainable
Development Goals for Business Diplomacy and Growth (The Earth Security Report 2017),
patrocinado por el World Business Council
for Sustainable Development, WBCSD, que proporciona una hoja de ruta para navegar los riesgos y
oportunidades de los ODS, que considera imperativos para el crecimiento
sostenible
Se publicó además
la Guía
para CEOs sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, para América Latina, con la colaboración
de las empresas miembros y las instituciones de la red del WBCSD en la región,
pero lamentablemente sin especificidad para la región ni con contenido
accionable. Parece más bien una manifestación de apoyo, pero tiene dos páginas
de logos y firmas de las 10 empresas miembros y de las 13 instituciones de la
red. (quizás un indicador de greenwashing empresarial e institucional). Sin embargo el informe principal de la Comisión de Negocios y Desarrollo Sostenible
"Mejores
negocios, un mundo mejor. Oportunidades de negocio sostenible en Latinoamérica
y el Caribe" si
trata de enfocar los 17 ODS en
actuaciones en una serie de sectores para América Latina. [1]
También se
publicó el informe anual sobre el estado
de los reportes de sostenibilidad, The KPMG Survey of Corporate Responsibility
Reporting 2017: The Road Ahead. Esta edición incluye una sección sobre la
inclusión de referencias a la contribución de las empresas a los ODS y, por
menos en las grandes empresas parece que se está generalizando. El 39% de las 100 empresas más grandes en 49
países lo comentan y el 43% de las 250 empresas más grandes del mundo lo hacen. Es de esperar que, en los próximos años estos
números aumenten al percibirse la necesidad de no quedarse atrás. Pero
lo importante será analizar el impacto que las acciones tienen sobre el
desarrollo sostenible, no solo si los reportes incluyen alguna mención a los
ODS (greenwashing).
Por otra parte,
el Pacto Mundial de las Naciones Unidas
presentó dos nuevas herramientas para alcanzar la Agenda 2030. El Blueprint for Business Leadership on the SDGs para estimular el liderazgo dentro de las
empresas para promover acciones tendentes
a contribuir al logro de cada uno de los 17 ODS. Y el Business Reporting on the SDGs: An Analysis of
the Objectives and Goals, cuyo objetivo es guiar el reporte
de las actividades de las empresas con los ODS. Incluye indicadores para cada objetivo y ha
sido producido en asociación con el GRI (institución que promueve el reporte de
sostenibilidad) y la empresa de consultoría pwc. Se espera que será complementada con una guía
para definir las prioridades y el contenido de los informes.
A finales del
2017 comenzó un proceso consultivo (Aviva en colaboración con el Index Initititive y la Fundación de las
Naciones Unidas) para desarrollar indicadores
de progreso, el World Benchmaking Alliance (WBA) para clasificar las
empresas en sus contribuciones al logro de los ODS por su impacto en el negocio
más que sobre el desarrollo sostenible. Esto
permitirá a las empresas no sólo apreciar sus contribuciones sino que además
permitirá compararlas entre sí, lo cual, puede
contribuir a que, queriendo subir en el ranking, hagan mayores contribuciones,
pero también puede contribuir al greenwashing,
queriendo aparentar que hacen más de lo que en realidad contribuyen.
La gran mayoría de estos esfuerzos son dirigidos a
las empresas, pero debemos recordar que si bien las empresas pueden y deben
contribuir, la responsabilidad primaria está en los gobiernos, en sus políticas
públicas, la efectividad con que gastan e invierten sus recursos en el logro de
los ODS y su interacción con las empresas para que estas también mejoren su
efectividad. [2] Lamentablemente se está enfatizando poco los
avances en los gobiernos de los países.
Avances
El análisis del
avance en el logro de los ODS excede el objetivo de este artículo, pero baste
con comentar que se han publicado varios informes sobre los avances, uno por la
ONU, The
Sustainable Development Goals Report 2017, donde se analiza el progreso de los últimos años, a nivel agregado, del desarrollo
sostenible, de lo que ahora son los 17 ODS. En otro titulado “Global
Responsibilities, International spillovers in achieving the goals”, [3]
se presentan los resultados de un índice de 99 indicadores directos e
indirectos sobre los ODS para 157 países con el objeto de identificar prioridades y brechas.
Los indicadores no son los oficiales, pero dan una idea inicial de por dónde
van (ver Indicadores para los ODS: ¿Son los ODS medibles?). También se publicó un estudio, Evaluating Progress Towards the Sustainable
Development Goals, donde supuestamente se evalúa el progreso, pero lamentablemente
no se basa en datos, se basa en las percepciones de “expertos” (entre
comillas porque no puede haber conocedores de la situación de la implementación de las 169
metas en 193 países miembros de la ONU).
Pero todavía no hay un informe país por país de los verdaderos avances. Recién se están comenzando a preparar las revisiones nacionales voluntarias o “Voluntary
National Reviews” (VNR), que forman parte de las herramientas de
seguimiento de la Agenda 2030.
Y RobecoSAM, la
empresa que produce información sobre la sostenibilidad de empresas y países,
que se usa para la preparación de los índices de sostenibilidad como el Dow Jones Sustainability Index, promueve
su ranking de sostenibilidad de países
como instrumentos de medición del progreso en los ODS, aunque no usan los
indicadores oficiales de progreso de los ODS en los países para medir su
sostenibilidad (RobecoSAM’s
country sustainability ranking: A Yardstick for SDG progress). Este es otro indicador de que son
muchos los que no se quieren perder el tren de los ODS y quieren aprovechar las oportunidades de negocio que
conlleva. Y esto también puede
contribuir al greenwashing, como
analizamos a continuación.
¿Estímulo a la acción o al greenwashing? ¿Qué
mueve a los impulsores?
Este renovado interés por los ODS es, en
principio, muy saludable. Mientras más
conocidos sean mayor es la posibilidad de que las partes interesadas tomen
acciones para avanzar en su logro. Pero esta promoción debe hacerse
con efectividad. Operando en el ecosistema de empresas, incluidas las firmas de
consultoría, de las organizaciones de la sociedad civil y gobiernos, se corre
el riesgo de estimular las apariencias más que las acciones. Se
corre el riesgo de impulsar el lavado de cara (greenwashing).
Veamos qué es lo
que mueve a los integrantes de este ecosistema.
A las empresas se les repite
constantemente que su participación en el logro de los ODS representa nuevas oportunidades de negocios, lo
cual debe ser posible ya que los ODS
cubren todas las actividades imaginables.
Véase, por ejemplo, la Séptima Parte del Volumen
IV de Una mirada crítica a la Responsabilidad Social de la Empresa en
Iberoamérica donde se
analiza en más detalle lo que pueden y deben hacer las empresas para contribuir
a los ODS.
Las firmas de consultoría han visto también una
gran oportunidad de hacer negocio, ya sea asesorando a las empresas en los
negocios y actividades a desarrollar, ya sea apoyándolas en la preparación de
reportes. Lo mismo sucede en algunas instituciones donde participan empresas,
como las de promoción de actividades (p.ej. el WBCSD) y reporte (p.ej. el GRI y
el IIRC). Es de esperar que estas firmas ofrezcan servicios especializados en
reportar la contribución de las empresas y mejorar
la percepción entre los stakeholders.
Habrá partes legítimas y partes de
greenwashing, como lo son ahora los reportes de sostenibilidad.
También las organizaciones de la sociedad civil ven
en ello una oportunidad, ya sea de hacer alianzas con los gobiernos, empresas y
otras organizaciones para implantar acciones o bien para ganar puntos
denunciando comportamientos irresponsables, incluyendo el greenwashing.
Las instituciones que promueven el reporte de
información sobre sostenibilidad, GRI y el IIRC por ejemplo, por separado, persiguen que el mayor número de estas informaciones o reportes los
mencionen para así poder alegar su creciente relevancia en la actividad y
obtener más apoyos. Para ellos los ODS
ofrecen una oportunidad de mejorar esa cobertura, si ofrecen instrumentos que
faciliten el uso de sus metodologías. De allí que tienen un gran interés en el
reporte de las contribuciones de las empresas a los ODS y lo promuevan, sin
importar que añadan a la confusión de reportes.
En este sentido es muy indicativo que el Sustainability Accounting Standards Board, SABS, no haya entrado en
el juego. Se considera por encima de la
competencia entre GRI y el IIRC. Sus stakeholders y por ende su objetivo es
más enfocado: información de sostenibilidad que tenga o pueda tener impacto
sobre la situación financiera de la empresa. [4]
En cuanto al
mismo Pacto Mundial, por su naturaleza, sus indicadores del éxito son los
números de organizaciones que firman el acuerdo y ahora lo será la cantidad de información por parte de las empresas y otras
organizaciones que se refiere a alguna actividad en la promoción y logro de los
ODS.
Difícilmente lo será el impacto logrado por las actividades reportadas,
en parte por su dificultad de medición
(ver Indicadores para los ODS: ¿Son los ODS medibles?), en parte por la dificultad de atribución (demostración de que el cambio de debió a
las actividades) y en gran parte porque
se imputarán acciones que ya se estaban tomando o que son parte del quehacer
cotidiano, como comentamos más adelante.
Esta explosión de
promoción y lo que mueve a las empresas e instituciones las deberían llevar a
la acción legítima, a acciones específicamente dirigidas al logro de los ODS, incrementales, que no se hacían antes. Pero también se corre el riesgo que ante la
presión del entorno las empresas busquen y rebusquen actividades que ya vienen
ejecutando o que de todas maneras iban a ejecutar que pueden
ser imputadas como si hubieran sido diseñadas para contribuir al logro de los
ODS. Y como decíamos, no debe ser
difícil ya que los ODS cubren todo el espectro posible de actividades
empresariales y muchísimo más que está fuera de su ámbito de actuación (ver los 17 objetivos y las 169 metas en el
sitio de la ONU).
(Disculpas querido lector, que estarás agotado de
ver esta gráfica, pero ningún artículo sobre los ODS que se precie puede dejar
de incluirla)
Y para ilustrar
las posibilidades del greenwashing consideremos solo algunos
ejemplos (sobre los seis primeros ODS), que el lector podrá complementar
con sus experiencias y evaluar su verdadero impacto sobre el desarrollo
sostenible:
Contribución a la meta 1.2 sobre reducción de pobreza: “Damos empleo.
Pagamos sueldos a nuestros empleados” (¿empleo digno? ¿sueldos justos?).
Contribución a la meta 2.1 sobre Nutrición: “Donamos comida a 20 comedores
escolares.”
Contribución a la meta 3.5 sobre salud y bienestar: Desde hace 5 años
tenemos un programa de educación comunitaria sobre el consumo de drogas y
alcohol.
Contribución a las meta 4.1, 4.2, 4.3 y 4.4 sobre educación: “Desde hace 5
años donamos dinero para la escuela primaria de la comunidad y tenemos
pasantías de verano para 5 jóvenes.”
Contribución a la metas 5.1 y 5.5 sobre igualdad de género: “Tenemos
políticas sobre no discriminación y programas de desarrollo profesional para la
mujer.”
Contribución a las metas 6.1 y 6.3 sobre acceso a agua potable: Desde hace
más de diez años permitimos que la comunidad se conecte a nuestro sistema de
agua y alcantarillado y tratamos las aguas residuales de nuestra planta antes
de que lleguen al río.
Claro está que los reportes sobre las
contribuciones al logro de los ODS serán mucho más sofisticados que estas
frases simples, sobre todo si se siguen los lineamientos de reporte que se
están sugiriendo por diferentes instituciones y se contratan consultores
especializados. Es posible que al ver los requerimientos de
reporte que hacen estos lineamientos las empresas se aboquen a hacer un
inventario para ver lo que pueden reportar que se refiera a ellos. Podemos imaginar un memo a todas las
unidades: “Favor tomar nota de los lineamientos establecidos en el informe
anexo sobre reporte de las contribuciones a los ODS y en la lista de las 169
metas anexas y enviar información que nos permita decir que estamos
contribuyendo a los ODS”. ¿Cínico? Sí, pero no tanto. Lo he visto.
Pero lo que
realmente importa es cuál es el impacto
de las acciones de la empresa sobre su población o medio ambiente objetivo,
qué cambios se han logrado, que ha
decidido hacer la empresa de ahora en
adelante para logar esa contribución y cómo forma todo esto parte de la
responsabilidad de la empresa ante la sociedad.
Y todo esto en el contexto de las
necesidades de esa población y medio ambiente objetivos. Sin duda que hay empresas líderes con
actividades legítimas, incrementales, con impacto, pero son demasiado pocas.
Con esto no queremos decir que no habrá mucha
acción legítima, lo que queremos destacar es que la presión mediática llevará a
muchas empresas al greenwashing,
respaldadas por las empresas especializadas en la preparación de informes de
sostenibilidad.
Y los reportes
citados arriba, patrocinados por instituciones de reporte (el GRI y el IIRC,
¡por separado!), junto con los esfuerzos denodados del PM para promover que se
hable y se escriba sobre los ODS introducen el riesgo de dispersar los esfuerzos en el reporte de la responsabilidad
empresarial. Y si a ello le aunamos
la oportunidad de negocios que perciben las empresas de consultoría en reportes
de sostenibilidad podemos llegar a la
situación de preparar reportes sobre los ODS, separados o divorciados de la
información de responsabilidad, cada una usando sus indicadores y metodologías,
que contribuirán a la confusión ya existente en el reporte y al greenwashing.
En un próximo
artículo (¿Es hora de pasar de la RSE a
los ODS?) analizaremos la presión que sienten algunas empresas para
montarse en el tren de los ODS.
Dos (malos) ejemplos de los que deberían saber
mejor: Pacto Mundial y académicos
La promoción indiscriminada de los ODS por parte
del Pacto Mundial lo está llevando a sí mismo al greenwashing. En un artículo anterior, El
Pacto Mundial otra vez (mal) otorgando premios, comentábamos los
premios de la Red del Pacto Mundial de Canadá a las organizaciones que se han
distinguido por su contribución al logro de los ODS. Aparte de los serios problemas en la
selección de los galardonados, en su implementación los premios han estimulado
el greenwashing, seguramente sin
intención de hacerlo. Por ejemplo, han
premiado a una empresa que ha imputado acciones de los últimos 20 años de
desarrollo comunitario, al logro de los ODS aprobados en el 2015, o el de un
master de sostenibilidad que por sus acciones rutinarias promueve el logro de
todos los 17 ODS. Nada de esto es
consecuencia de acciones tomadas específicamente, adicionales, para promover
los ODS. No hay acción nueva, lo que hay es masaje de la información.
Como ilustración de
esto, en otro premio a la contribución a los logros de los ODS, el criterio más
valorado es cuantas actividades dicen
que tienen los postulantes que contribuyen, no que impacto han tenido, sino
cuantas dicen que tienen (sin comprobación independiente). No
calidad, no impacto, solo cantidad reportada. Valoran más cinco nimiedades que una
actividad sólida que haya logrado una transformación significativa. Y esto será típico en los reportes sobre los ODS (con contadas y bienvenidas
excepciones).
Y hasta
académicos, promotores de la responsabilidad social, se han contagiado y se suman
al greenwashing de los ODS. Se publicó el libro Responsabilidad Social de las Organizaciones (RSO).
Aportes teórico - prácticos para lograr los Objetivos de Desarrollo
Sostenible en América Latina con las contribuciones al IV
Simposio Internacional de Responsabilidad Social de las Organizaciones, realizado
en Bogotá, en 2016, en la Universidad Santo Tomás. Contiene
29 capítulos, sobre más de 600 páginas, ninguno de los cuales toca el tema de
los ODS. Dirán que todos los
capítulos se refieren a la responsabilidad de las organizaciones y por ende al
logro, directa o indirectamente de los ODS.
Y este es el problema, la
generalización y la imputación y no la acción específica, focalizada y
adicional (invitamos a los lectores a ver el libro y sacar sus
conclusiones).
En resumen
Los ODS ofrecen una excelente oportunidad a las empresas de identificar y enfocar su
responsabilidad ante la sociedad a acciones que son necesarias para el
desarrollo sostenible. Pero lamentablemente también ofrecen una gran
oportunidad a las empresas irresponsables de lavarse la cara, aduciendo que
hacen esa contribución. No debe ser
difícil encontrar “cosas” que hace la empresa que contribuyan a alguna de las 169 metas de los ODS, que cubren todos
los aspectos posibles del desarrollo económico. La presión mediática y en particular la del
Pacto Mundial y sus aliados en el reporte estimulará
ese lavado de cara. Estemos atentos.
Y también contribuirán a la sostenibilidad
financiera de muchas empresas de consultoría.
Ojalá también lo hagan con el desarrollo
sostenible de los países.
[1] Se recomienda leer la versión en inglés, Better
Business, Better World (la traducción llama a los ODS “Objetivos Mundiales para el Desarrollo Sostenible” y el resumen del informe
global los llama “Objetivos Globales
para el Desarrollo Sustentable”. Es una buena idea ponerse de acuerdo en la
terminología y sobre todo usar correcto español.
[2] Además de tomar las acciones
necesarias para el logro de los ODS, los gobiernos también deberían facilitar
el entorno necesario para las empresas contribuyan a lograrlos. Ver ¿Falta algún Objetivo de Desarrollo Sostenible?.
[3] Los
Objetivos de Desarrollo Sostenible, dos años después: ¿Dónde nos encontramos?, producido por Forética con el objeto de
presentar una evaluación muy preliminar.
[4] Sobre la competencia entre estas
instituciones ver ¿Es saludable la competencia entre estándares de
reportes de sostenibilidad? El futuro de la información.
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