martes, 22 de diciembre de 2020

PornHub y la responsabilidad social de MasterCard: ¿Cínica?

 

En diciembre del 2020 MasterCard anunció que no permitirá el uso de sus tarjetas de crédito para hacer pagos a PornHub, el sitio de pornografía más grande del mundo. También lo anunció Visa y lo había hecho PayPal.  En este artículo consideramos la decisión de MasterCard de suspender sus transacciones basada en su supuesta responsabilidad social.

 Estas acciones surgen como consecuencia de un artículo de denuncia en el New York Times, NYT, The Children of PornHub,  sobre el uso en el sitio de pornografía de menores, violaciones, pornografía de venganza, cámaras ocultas no autorizadas, violencia a las mujeres, entre otras aberraciones. ¡Viva la responsabilidad social de los (algunos) medios!

 Pongamos un poco de contexto a la situación.  PornHub tiene 42.000 millones de visitas al año (la población de la tierra es de 7.800 millones), 120 millones de visitas diarias, es el 10º portal más visitado del mundo. Y en el año de la pandemia, las visitas aumentaron considerablemente. Sus ingresos provienen de subscripciones a canales premium, pero también de la publicidad que se exhibe en el sitio, que recibe casi 3.000 millones de impresiones publicitarias diarias. Los usuarios suben 6,8 millones de videos al año, con poco control por parte del sitio y de allí el problema denunciado. Produce un detallado informe anual sobre la actividad del sitio.

 No es posible conocer los ingresos de la empresa ya que está en manos de inversionistas privados.  La casa matriz, que gestiona decenas de sitios semejantes, tiene sede fiscal en Luxemburgo y sede administrativa en Montreal.  Es “el YouTube de la pornografía”.

 ¿Cuáles son las razones de MasterCard para la cancelación?  En una entrevista a Anjay Banga, el CEO saliente de MasterCard, con Kara Swisher, periodista del New York Times, se le preguntó que quiere decir ser socialmente responsable si MasterCard hace negocios con productos y servicios controversiales como armas, alcohol, píldoras anticonceptivas, apuestas, entre otros [1]. Su respuesta: 

Yo tengo que seguir un estándar legal.  No estoy tratando de seguir un estándar moral. Yo personalmente aborrezco todo lo relacionado a la venta de armas. No poseo un arma. También aborrezco el comercio de pornografía. Pero ¿sabes? No se trata de eso. Hay leyes en el país y nosotros estamos tratando de trabajar dentro de las leyes….. La decisión de dejar de hacer negocios con PornHub fue fácil”.

 Reconoce que la cancelación es por motivos legales, no morales.  El impacto sobre las finanzas de MasterCard es minúsculo.  Gestiona transacciones por más de US$ 6.500.000 millones anuales y las de PurnHub son una minucia en comparación.  Creo que la exposición que dio el artículo del NYT al problema despertó su preocupación por su eventual responsabilidad legal al “facilitar” el tráfico de videos que violan reglas y muestran violaciones de la ley. No tienen problemas en facilitar las adquisiciones de armas, por ejemplo.  Creo que el CEO diría “Si es legal, lo hacemos, no estamos para juzgar moralidad”.  [2]

 Y es interesante destacar que lo hicieron después de que el NYT lo denunció y se dieron cuenta de la posible responsabilidad legal. No parece que les preocupaba cuando nadie lo sabía. ¿Responsabilidad social? Sí, pero solo cumpliendo leyes.

 La denuncia del NYT y la presión de MasterCard, PornHub ha sido efectiva en eliminar los videos de contenido explotador y de proveniencia dudosa. Quitó más de 10 millones de videos de los 13,5 millones que tenía en sus sitios y anunció que solo aceptará los de usuarios debidamente verificados y que ampliará el número de los moderadores de contenido y su ámbito.  Entre los 10 millones de videos cancelados están los subidos por usuarios que no son corroborables, no solo los de contenido explotador. “Hay que curarse en salud”

 La denuncia del NYT y la eliminación de algunas modalidades de pago no detendrán el negocio, pero si lo harán más “responsable”.  Es demasiado popular. Afectarán las modalidades de pago, pero seguramente se crearán nuevas para que los usuarios sigan teniendo acceso a la parte de pago (los mayores ingresos, por publicidad, no se verán afectados). ¿PornCoin? ¿PornCard?

 Y una externalidad interesante: las industrias de la prostitución y de la cinematografía del sexo (videos producidos por productores y “artistas” “responsables”) han protestado vehementemente ya que les quitan fuentes de ingresos   La ironía de la ironía es que “pagan justos (industria del sexo) por pecadores (los que cargan videos explotadores)”.  ¿El pecado es relativo?     

 Buena ilustración de la responsabilidad de los medios (yo incluido, que lo publicito) y menos buena la de un medio de pago, por razones de riesgo legal y no de responsabilidad social.......y muy buena publicidad.

 

[1] Ver los resultados de una encuesta en el 2013 de Cumpetere sobre la responsabilidad de los productos y servicios en Responsabilidad del producto: ¿Regulación o libertad de selección? y en Productos por los que hay demanda o los productos que contribuyen al desarrollo. Una de las preguntas se refería a la pornografía en internet: el 10% opinó se debe dejar a la decisión libre del consumidor, un 25% que se debe regular la información disponible al público para que este tome su decisión, un 30% que se debe regular la oferta, un 28% que se debe prohibir y un 7% no tenía opinión.

 [2] Ver Legislar la moral: Productos irresponsables donde comentamos un artículo que alega que legislar la moral es contraproducente.

 

sábado, 12 de diciembre de 2020

¿Quién gana cuando la responsabilidad compite contra la rentabilidad?

 

Algunos lectores recordarán un par de artículos que publicamos en mayo y septiembre del 2015, en los que analizábamos las vicisitudes de la empresa Etsy al cotizar en bolsa, teniendo una cultura de responsabilidad, ser calificada con B-corp y ser considerada por muchos como la personificación de la bondad.[1]  Analizábamos si era posible para una empresa con estas características cotizar en una gran bolsa de valores.  Ahora la empresa vuelve a ser noticia, por razones opuestas.

 El 16 de abril de 2015 Etsy [2] una empresa certificada como B-corp empezó a cotizar en la bolsa más representativa del capitalismo, la Bolsa NASDAQ (bolsa para empresas mayormente de tecnología, donde cotizan Apple, Facebook y Google entre muchas otras). 

 En su debut en bolsa la acción subió más del 80% en el primer día de cotización.  Pero a los dos años siguientes el precio de las acciones cayó a la mitad de su valor máximo, alcanzado días después de su salida.  Los costos de gestión y personal eran de cerca del 25% de los ingresos, en tanto que en empresas comparables como Ebay y en MercadoLibre (plataforma de comercio virtual en América Latina) eran cerca del 10%. 

 Al comparar el modelo de negocio de Etsy con otras empresas semejantes algunos accionistas consideraban que Etsy no tenía las ganancias que sería de esperar, sobre todo porque sus costos eran proporcionalmente mayores a los de empresas de comparación, alegando el hecho de ser una empresa certificada como B-corp le hace incurrir mayores gastos para el beneficio de la comunidad, de sus empleados, del medio ambiente y de sus suplidores que suelen ser pequeñas empresas o personas.  También se les achacaba que no aprovechaban las innovaciones disponibles en el mercado virtual para aumentar su volumen de ventas.

 Estos inversionistas concluyeron que había un problema de gestión y que, si cambiaban a los directivos, podrían ajustar el modelo de la empresa con el fin de explotar mejor su posición en el mercado. Vieron una oportunidad de hacer un gran negocio, adquiriendo un pequeño porcentaje de las acciones en la bolsa y forzando el cambio de gestión. 

 Compraron un 4% de las acciones e hicieron campaña para cambiar a los directivos y cambiar el modelo de negocio para lo que lograron el suficiente apoyo de otros accionistas (¡que habían comprado acciones de una B-corp!).  Apenas se anunció esta intervención y se despidió al CEO, con reputación de ser “favorable a los empleados”, a mediados de mayo del 2017, el precio de la acción subió 25%.  Despidieron a 230 empleados de casi 1.000 entre permanentes y temporales. La empresa dejó de ser B-corp a partir del 2018, aunque los nuevos dirigentes alegan que siguen preocupados por su responsabilidad, pero concentrada en pocos aspectos: diversidad de género y raza y cambio climático.

 Ahora resulta que la empresa ha sido la de mayor rentabilidad de las empresas en el índice S&P 500 durante el año 2020, 250% de alza del precio de sus acciones (¡!).  Este es un año anormal para sacar conclusiones y extrapolar resultados, pero el cambio es tan significativo que parece que el cambio de estrategia funcionó. Parece que cuando hay conflicto entre responsabilidad y rentabilidad, los mercados de valores se decantan por el segundo.

 


Pero hay una ironía ya que parte del éxito de la empresa durante el 2020 es que vendiendo productos de millones de pequeños proveedores (más de 2 millones) fue capaz de adaptarse rápidamente a los cambios. Por ejemplo, durante el año ha vendido 54 millones de mascarillas, muchas de ellas producidas artesanalmente.  Todo esto apoyado por los avances tecnológicos que había implantado en los dos años precedentes, a lo que la anterior gerencia no daba la necesaria prioridad.

Este es un claro caso que demuestra que no basta con gestionar la empresa con alma, es necesario también gestionarla prestando atención a su sostenibilidad financiera.  Es muy común encontrar empresas constituidas con fines sociales que son muy efectivas en satisfacer las necesidades de la sociedad, pero que su gestión suele descuidar la sostenibilidad financiera.  Suelen tener dirigentes con más capacidades para gestionar lo social que lo financiero, y es muy difícil encontrar dirigentes que puedan compatibilizar ambas características. 

 El problema no era la responsabilidad de la empresa, sino que la gestión no era la más idónea para una empresa que quiere ser responsable Y que quiere cotizar en una de las mayores bolsas de valores del mundo, donde el poderoso caballero don dinero es el que más cabalga.

 Es claro que primero hay que ser rentable para poder ser responsable.


 “Cuando eres un CEO, tienes exigencias de los accionistas para maximizar los beneficios y de los stakeholders para contribuir a la sociedad.  Y cuando te enfrentas a este conflicto de exigencias, es más fácil simular las buenas obras que simular los beneficios.  De allí que exhibes una hipocresía racional, diciéndole diferentes cosas a diferentes audiencias”. Michael O’Leary autor del libro Accountable: The Rise of Citizen Capitalism.


[2] Etsy es un mercado virtual y físico de bienes no industrializados donde se reúnen compradores y vendedores (muchos son artistas apoyados por la empresa.  También participan empresas de manufactura que apoyan a los que venden sus productos. Al salir a bolsa tenía 19 millones de compradores por lo menos una vez al año. Ahora tiene casi 40 millones de compradores y 2.1 millones de vendedores activos.

jueves, 10 de diciembre de 2020

Relevancia de las empresas, centralidad de las personas.


El video de mi charla “Relevancia de las empresas, centralidad de las personas” en el III Encuentro Gestión Humana y Sostenibilidad (39 min.) se puede ver en:

https://bit.ly/RelevCentr

 A continuación, el texto de la charla:

Buenos días y felicitaciones a los que han tomado la decisión acertada de participar en este Encuentro. Y felicitaciones al CentroRS y ACRIP por la organización de este evento.  Es un honor participar en este evento y compartir podio (virtual) con tan distinguidos ponentes, expertos reconocidos en la gestión del capital humano.  Gracias por invitarme a ser parte.

Me apena mucho no poder estar físicamente con la audiencia, sobre todo yo que la energía que pongo en mis charlas la extraigo de la audiencia.  Me la imaginaré.  Es la nueva realidad

 Siempre decimos que el evento es muy oportuno, pero esta vez es verdad, el temario Humanismo y Productividad en el Siglo XXI, no podría ser más oportuno y más necesario en estos tiempos en que el foco se ha puesto en las empresas y las personas,

 Además de los consabidos impactos sobre la economía, la salud, la movilidad, el estilo de vida, etc. la pandemia ha realzado la relevancia de las empresas y la centralidad de las personas, lo cual tiene un profundo impacto sobre el comportamiento responsable de esas empresas.

 Cada empresa ha sido afectada de manera diferente por lo que es muy difícil generalizar.  Lo único que es universalmente cierto es que todo ha cambiado.  Todo ha cambiado y hay que adaptarse y sobre todo buscar mayor efectividad de unos recursos que han cambiado y que se han hecho más escasos

 Las empresas han adquirido todavía una mayor relevancia y las personas, siendo el (lamentable) recolector de los impactos de la pandemia, han adquirido centralidad.  De allí el tema de mi charla: 

  • La relevancia de las empresas y
  • la centralidad de la persona.

 I.               La relevancia de la empresa

  La crisis ha colocado a las empresas en primera fila, en gran parte por el impacto inmediato sobre la actividad económica y sobre todo en el empleo, en el trabajo, pero en gran parte porque los gobiernos se han demostrado lentos, deficientes, descoordinados.  Y las empresas están demostrando agilidad, flexibilidad, capacidad de adaptación

 En varias encuestas se ha comprobado que los empleados están depositando su fe en las empresas, de que los apoyarán a superar la crisis. Sus expectativas de que los empleadores serán parte de la acción en temas sociales, que permitirán su empoderamiento personal y les darán oportunidades de empleo, que no los abandonarán.   La población en general ve a las empresas como capaces de lograr ambos objetivos: hacer dinero y mejorar la condición social. El principal temor expresado por los empleados es la pérdida del empleo.  Si antes era por efecto de los cambios tecnológicos y por la falta de las destrezas necesarias, ahora se añade la crisis sanitaria.  Tienen las expectativas de que los dirigentes, CEO, tomen el liderazgo del cambio en vez de esperar que sean los gobiernos los que lo impongan

 La gran mayoría de los empleados cree que las empresas tienen la responsabilidad de proteger a sus empleados, (¿creen que tienen o desean que asuman?) que deben proteger el bienestar y la seguridad financieras de sus empleados y suplidores aun a costa de sus beneficios.  Las empresas deben tomar el liderazgo y que tienen la responsabilidad de contribuir a la solución de la crisis, y dicen que recordaran a las empresas que han contribuido después de que pase la crisis.

 Lo cierto es que las empresas han adquirido preponderancia, se habla más de ellas y han aumentado considerablemente las expectativas de la sociedad sobre su papel, porque muchos de los gobiernos se han mostrado lentos e inciertos, y porque la crisis afecta muy dramáticamente a las personas y a sus ingresos económicos.  A diferencia de los gobiernos, muchas empresas han demostrado agilidad, creatividad, acceso a recursos humanos, tecnológicos y financieros, lo cual las coloca en una posición de mayor responsabilidad ante la sociedad.

 Pero las empresas no son omnipotentes, sufren tanto como nosotros, no tienen capacidad de hacer de todo, de hecho, la han perdido.

 ¿Qué deberían entonces hacer las empresas? Decir lo que deberían hacer es relativamente fácil, es expresar una opinión.  Decir lo que harán es un pronóstico, incierto como todo pronóstico, pero en estos casos con muchos fundamentos.

Tratarán de sobrevivir, se concentrarán en el corto plazo, reducirán costos. Las más avezadas buscarán adaptarse a la nueva realidad, buscar nuevos mercados, adaptar sus productos a la demanda (caso de restaurantes).

 Sería deseable que, de acuerdo con sus capacidades, contribuyeran de alguna manera a la solución del problema.  Claro está que la gran mayoría de ellas también han sido muy afectadas negativamente y su capacidad de contribuir se ha disminuido.  Muchas dependerán de los esfuerzos de los gobiernos para apoyarlas financieramente a seguir adelante.  Y ojalá recuerden que parte de esos recursos vienen de los pagos de impuestos pasados y futuros por parte de las personas.

 II.            La persona como centro de acción

 Tanto porque las cosas las hacen las personas como porque siendo una crisis sanitaria y económica son los más afectados, en ambos frentes (sin decir el emocional). 

  1. Impacto económico 

La principal expectativa sobre las empresas es de que continúen operando para mantener la producción de bienes y servicios necesarios para la sociedad y ser fuente de empleo, que permita a las personas mantener su (reducido) tren de vida. Y esta es posiblemente la principal expectativa que se tiene de las empresas, que en la medida de lo posible no disminuyan el empleo.  Si bien es cierto que la reducción del costo de la nómina es una de las maneras más efectivas de reducir costos ante la merma de los ingresos.

 

Algunos gobiernos dan cheques para paliar el impacto económico y aumentan los beneficios del desempleo.  Otros, mayormente en Europa, subsidian parte de la nómina de las empresas mas afectadas y con menor capacidad y con ello las personas sieguen siendo empleados, manteniendo sus expectativas de empleo, su dignidad personal, esperando que cuando la crisis pase, las empresas puedan volver a cubrir la nómina.

 La gran mayoría de sus trabajadores y/o clientes personales están endeudados y/o tienen compromisos financieros que deben atender con el flujo de caja que proporcionan los salarios.  Algunas empresas “aceederoras” deberían apoyar a las personas tratando de mantener ese flujo de caja y/o reducir la carga de los pagos que tienen que hacer (hipoteca, alquiler, seguros, educación, servicios domiciliarios y otros pagos periódicos), posponiendo o condonando parte de las obligaciones.  Le puede convenir más a la empresa continuar con el cliente, ayudándolo en el corto plazo, que perderlo en el largo.  

 La crisis está golpeando a todos, personas, empresas, gobiernos, instituciones, etc. pero no es solo una crisis sanitaria y económica, es una crisis de equidad social.  Está golpeando con más intensidad a las poblaciones de bajos ingresos, a las personas solas, a las personas mayores, que tienen menores posibilidades de protegerse, menos reservas financieras para aguantar el paso de la crisis.  

 Y son las personas en peor situación económica, con menos educación, con menor movilidad las que están sufriendo más y son las más fáciles de prescindir.  La empresa tiene muy poco invertido en ellas.  Y si en recuperación las vuelven a necesitar, encontraran una abundante oferta de trabajo a bajos costos.

 Pero, ¿deben aprovecharse de esta circunstancia?  No, deben tomar las medidas posibles para protegerlos.  Una empresa que reconoce el valor de la persona, aunque no su precio, antes de reducir nomina debe considerar otras medidas: 

  • Apoyo gubernamental para el empleo
  • Reducción de las horas laborales, pero manteniendo la plantilla. Solidaridad.
  • Reducción de sueldos de los que más ganan
  • Mantener algunos beneficios sociales sobre todo el seguro de salud
  • Jubilaciones anticipadas
  • Utilización de vacaciones acumuladas, etc..

 Es cierto que la protección social ha sido tradicionalmente una preocupación de los gobiernos y muchos están tomando medidas como la garantía de salario mínimo (España), aportes en efectivo basados en el ingreso familiar (EE. UU.), subsidios a las empresas para el mantenimiento de la nómina (Alemania), pago de un porcentaje del sueldo (Reino Unido), acceso a fondos para el desempleo, entre otros.  

 La prioridad de las empresas debe ser la protección de los activos para la recuperación, pero deben reconocer que uno de sus principales activos es el capital humano.  Lamentablemente, la contabilidad de los capitales conspira contra la consideración de este capital, que no está en el balance general de las empresas, pero que para muchas constituye su principal capital, el conocimiento, la experiencia, la capacidad de innovación, etc. de sus empleados.  

 Han invertido mucho en la acumulación de ese capital a través del reclutamiento, entrenamiento, desarrollo implícito y explícito, pero no lo cuentan, no lo contabilizan. Solo cuentan la reducción de costos cuando reducen personal, muchas veces sin darse cuenta de la pérdida de ese capital. Además, cuando contratan personal calificado, adquieren un activo en el cual es la sociedad la que ya ha invertido y la empresa no suele pagar el valor de ese capital, solo su utilización.

 Uno de los principales impactos de la crisis para las empresas debería ser la concientización del valor de ese capital humano, de que todo revuelve alrededor del capital humano. Pasamos de considerarlo un recurso, disponible a demanda, a ser un capital que no se puede malgastar, que hay que proteger y ojalá algún día se concienticen de que hay que invertir en él y aumentarlo. Deben pasar del recurso humano al capital humano.

 Las personas nos son recursos como lo son para las guerras los tanques, los cañones, las municiones y las personas, que eran números al mismo nivel, eran recursos que se necesitaban en ciertas cantidades y proporciones.  La empresa no puede gestionarse de esta manera. 

 Aunque la pandemia ha demostrado que muchas empresas sí lo hacen.  Al comienzo de la pandemia Marriott despidió a decenas de miles de empleados de bajo nivel (mucamas), sabiendo que los podría volver a contratar cuando los necesitase, y que podría hacerlo aún a menor sueldo. Ello les privó de salario y, para muchos, de seguros de salud y otros beneficios (pero al notificarles Marriott les desea “buena salud y un sentido de optimismo.”).  Su inversión en ese capital era baja.  Esta visión es financieramente astuta, pero socialmente irresponsable. 

 2.        Cambio en el entorno laboral

 El entorno laboral también ha cambiado.  Uno de los primeros impactos ha sido el cambio la presencia física en el lugar de trabajo. Algunos han podido continuar el trabajo desde sus hogares, ello es posible, en general para trabajadores de cierto grado de sofisticación, trabajos basados en el conocimiento, no en el contacto físico, que suele ser posible para trabajadores con mayores sueldos.  Requieren de la tecnología adecuada, que no está disponible para todos. No suele estas disponible para los más vulnerables.

 Esto ha tenido algunas grandes ventajas.  Ha permitido la continuidad de la actividad económica en muchos sectores, la protección del empleo, la flexibilidad laboral, tan necesaria cuando las escuelas están cerradas.  Pero también tiene desventajas. Aparte de afectar negativamente a las personas más vulnerables, tiene consecuencias potencialmente negativas para la empresa y sus empleados.

Con el teletrabajo es más difícil mantener la camaradería y la colaboración entre trabajadores, el aprendizaje con la discusión de puntos de vista, el aislamiento mental y emocional, el sentido de pertenencia a un grupo con objetivos comunes. ¡Y se trabajan más horas!   La cultura de la organización se pone a riesgo.  Se corre el riesgo de llevar a desarrollar “máquinas humanas”, que no sienten identificación con la empresa, que se venden al mejor postor, como los mercenarios.  Pueden llegar a trabajar para diferentes empresas a la vez, sin “pertenecer” a ninguna.  Se corre el riesgo del regreso a la persona como recurso que se “alquila” en el mercado y no como capital que se posee.

 Será mucho más difícil lograr el desarrollo personal y en especial el profesional, al estar relativamente aislado de la “acción”. 

Y este involucramiento, sentido de pertenencia, de unidad, de colaboración, de equipo es esencial para mantener la cultura de responsabilidad social de la empresa.

 Ente estas circunstancias, la empresa debe tomar acciones que contrarresten los aspectos negativos. En particular se debe reevaluar el relacionamiento del trabajador con sus superiores y sus compañeros, cómo van a cambiar sus funciones y tareas, cómo se va a evaluar su desempeño. Ahora se va a tener que basar en la confianza mutua, en la flexibilidad, en la negociación y en protocolos de comunicación.

 El papel del supervisor debe cambiar.  De jefe que da instrucciones a mentor, coordinador, aglutinador, protector de la cultura.

 “La incorporación de recursos tecnológicos, que permiten mayor flexibilidad en el empleo, no debe propiciar la pérdida de confianza en el entorno laboral ni un alejamiento en las relaciones que se dan en las organizaciones. La salud mental y el desarrollo de las personas están en juego.”

 La crisis debería aprovecharse para poner a las personas en el centro de la gestión, y con ello los valores que van asociados, como empatía, colaboración, solidaridad y honestidad, en el trato con otros, internos y externos.   

 3.        La nueva filantropía 

Unas breves palabras sobre el papel de la filantropía.  Adquiere mayor relevancia.  La urgencia está en paliar el problema, sacar el agua del bote, pero luego hay que ocuparse de mitigar el impacto negativo en el largo.

Algunas empresas también están en capacidad de ayudar a las poblaciones de menores ingresos y a los más necesitados, ya sea priorizando el mantenimiento de su empleo ya sea potenciando sus acciones filantrópicas, en especial las empresas con productos y servicios de primera necesidad como alimentos y salud.

 También es de esperar que las empresas pongan sus capacidades tecnológicas al servicio de la solución y recuperación de la pandemia, ya sean solas ya sea en alianzas con otras, como lo están haciendo las que acumulan información sobre desplazamientos y las que ponen a disposición de los investigadores y personal sanitario sus capacidades de computación y comunicación.  Empresas de logística pueden poner sus servicios de almacenamiento y transporte al servicio de las necesidades de control de la pandemia.  Empresas de confección y de productos para el hogar pueden convertir temporalmente su producción a artículos de necesidad inmediata, escasas, como las batas y máscaras sanitarias o los productos de limpieza y desinfección.

 Ante el impacto desproporcionado de la pandemia sobre las poblaciones más vulnerables, de menores ingresos y de menores niveles de destrezas laborales, es ser necesario extender la filantropía más allá de los stakeholders materiales y pasar a enfatizar el argumento moral de la responsabilidad, hacer el bien porque es lo justo, sobre el argumento empresarial de hacer el bien porque rinde beneficios.

Pero con ello se aumenta el riesgo de utilizar la filantropía como instrumento para disminuir la responsabilidad ante la sociedad en lo que verdaderamente tiene impacto de largo plazo o de usarla para tapar las irresponsabilidades. La reducción de la nomina no se puede tapar con donaciones de alimentos o medicamentos, por muy necesario que ello sea en las actuales condiciones.  

III.          En resumen 

Para las empresas los principales cambios serán una mayor atención a: (1) la supervivencia financiera, (2) el corto-placismo, (3) la búsqueda de la flexibilidad operativa y, (4) el localismo, la atención a “los nuestros”.

 La resiliencia tendrá prioridad sobre la responsabilidad. “Blindar la empresa”.

 Pero ello debe hacerse manteniendo a la persona en el centro de la acción. Para la gran mayoría de las empresas el capital humano es el principal capital.  ¿quién hace lo que hace la empresa?  ¡Las personas!

 Hay pasar del recurso humano, que se compra y se vende, al capital humano, que es una inversión, y gestionarlo como tal.

 Y las personas, como empleados, deberán buscar adaptarse a la nueva realidad de la empresa, a colaborar con todos sus esfuerzos a esa resiliencia, mejorar su productividad.  También deberán buscar su propia resiliencia, la época de hacer el trabajo y desentenderse ha pasado, hay que ser parte del equipo, con lo bueno y lo no tan bueno, prepararse para la incertidumbre, ser capaces de adquirir nuevas destrezas.

 Y un mensaje:  Si no eres parte del capital humano eres dispensable.

 Y la empresa debe reconocer que se ha hecho más relevante y debe considerar las necesidades de sus empleados, y en la medida de sus posibilidades, prepararlos para un futuro cambiante.  Deberán adoptar un elemento didáctico, enseñarlos a aprender.

 Habrá de adaptarse, resistir, reinventarse, reconstruir. Y hay que sobrevivir, física, emocional y financieramente.

 Sí, adaptarse y reinventarse para a la nueva realidad, pero con responsabilidad. Las empresas buscaran adaptarse reduciendo costos, reinventarse, haciendo las cosas de modo diferente, pero todo esto hay que hacerlo teniendo a la persona en el centro de la actuación.

 Sí, reducir costos, cambiar procesos, productos, etc. pero con responsabilidad, tomando en cuenta el impacto no solo sobre las finanzas de la empresa, sino además sobre la sociedad, las personas, y especialmente sus empleados.  Habrá que hacer los compromisos necesarios. En la premura por sobrevivir y resistir no se puede olvidar el largo plazo

   

De nuevo, muy agradecido por la invitación, ha sido un honor ser parte d este esfuerzo por poner a las personas en el centro.

 Éxitos en el resto del Encuentro.

 

27 noviembre 2020

sábado, 5 de diciembre de 2020

¿Hay alguien responsable por el respeto a los Derechos Humanos? Cuatro casos

A finales de noviembre se presentaron cuatro casos relacionadas con la responsabilidad de empresas multinacionales sobre los Derechos Humanos que merecen ser comentados por sus potenciales implicaciones para la responsabilidad empresarial.  Dos se refieren a intentos de legislar la responsabilidad y dos se refieren a intentos de evadir esa responsabilidad

.En los cuatro casos se muestran las dificultades que las violaciones a los derechos humanos tengan consecuencias legales, lo que lleva a preguntarse, una vez más, si es posible que se respeten de forma voluntaria.

 I.                Intentos de legislar responsabilidad

 En Suiza, posiblemente uno de los países más respetuosos y justos del mundo se acaba de rechazar via referéndum una propuesta de ley para obligar a las empresas a comportamientos responsables.

 Y varias grandes empresas que presumen de responsables, como Coca Cola y Nike, están haciendo fuerte cabildeo en contra de una propuesta de ley que obligaría a las empresas a no comprar productos que han sido producidos con mano de obra forzada por la etnia Uigur en China.

 1.      Suiza

En caso de Suiza la propuesta era de hacer legalmente responsables a las multinacionales basadas en el país por las violaciones de los derechos humanos y daños ambientales causados por ellas y por sus subsidiarias en el exterior.  Como se recordará, cambios importantes en leyes en Suiza se suelen consultar via referéndum a la población. Sin embargo, no serían legalmente responsables si podían demostrar que cumplieron con sus obligaciones de diligencia debida.  Si bien la iniciativa obtuvo voto favorable de una mayoría del 50.7% de la población, al requerir cambio constitucional también se requería la aprobación en la mayoría de los cantones (provincias), lo que no se logró. 

 Los promotores fueron 130 organizaciones de la sociedad civil y los opositores fueron las mismas empresas y el gobierno, al considerar que ello podría afectar negativamente sus negocios.  Obviamente que las empresas alegaron su compromiso al respeto de los derechos humanos en la cadena de valor, pero pensaban que la responsabilidad legal solo enriquecería a los abogados y podría desestimular a las empresas a revelar casos en que estaban empeñados en mejorar.  El gobierno había propuesto una legislación alternativa, más blanda, donde se exija diligencia debida y obligatoriedad de reporte (que en el tema de derechos humanos es lo que piden los Principios Rectores sobre las empresas y los derechos humanos de las Naciones Unidas), que se espera aprobar ante el rechazo del referéndum. Pero no se exigirá responsabilidad legal.

 En el agregado el resultado parece ser un poco hipócrita.  Un país que se precia de ser riguroso, estricto, de hacer cumplir las leyes y regulaciones y que respeta los derechos de las personas, no parece muy preocupado por los derechos de personas en el tercer mundo.  Por sus características sociopolíticas, la población es, en general, favorable a la actividad empresarial.  Piensa como la empresa: responsable sí, pero atentos a los impactos económicos (tampoco aprobaron un referéndum para prohibir al banco central que invierta en empresas de defensa).

 2.     EE. UU.

 El caso de la utilización de mano de obra forzada de la población Uigur, se refiere a una propuesta de legislación ante el Congreso de EE.UU. (Uyghur Forced Labor Prevention Act) que prohibiría la adquisición de ciertos bienes producidos en la región de Xinjiang donde esta población es mayoritaria. La propuesta cuenta con el apoyo mayoritario de ambas cámaras del Congreso, pero ha sido objeto de fuerte cabildeo por multinacionales como Coca Cola, Nike y Apple y la Cámara de Comercio, con el argumento de que ello afectaría seriamente sus cadenas de suministro. Xinjiang produce vastas cantidades de materias primas como algodón, carbón, azúcar, tomates y polisilicón y proporciona extensa mano de obra para las industrias de textiles y calzado.  

 Recordemos que la población Uigur es una parte de China que ha sido constantemente discriminada, en gran parte por su religión musulmana y no conformar con los “estándares” del resto del país, no ser suficientemente “chinos”.  Es una población perseguida, buena parte de ella mantenida en campos de “adoctrinamiento” (léase “concentración”) y donde se les hace trabajar bajo condiciones de cuasi esclavitud.

 Estos dos casos son buenos ejemplos de que las empresas quieren ser responsables, pero cuando y como quieren.  Las obligaciones legales, que pueden afectar los beneficios, producen fuerte reacción adversa.

 Esto puntualiza la necesidad de que las actividades de cabildeo deberían ser consideradas parte de la responsabilidad empresarial y deberían ser de reporte obligatorio.  El GRI tiene un estándar de reporte sobre el tema:  GRI 415: Política Pública (ver la sección V. del artículo Responsabilidad política de la empresa responsable).

 II.             Intentos de evadir responsabilidad

 1.      Compras indirectas

 En un caso, los reguladores de Ghana y Costa de Marfil, que producen dos tercios del cacao en el mundo, han denunciado que Hershey, la empresa chocolatera estadounidense, está usando el mercado de futuros de cacao para comprar el cacao (compras indirectas), evitando así pagar la prima en el precio que el cacao producido sosteniblemente requiere, si lo comprara a los productores.  Ello a pesar de que la empresa tiene programas de sostenibilidad y de apoyo a productores en esos países ejecutados a través de terceros.  Los reguladores han prohibido a estos terceros de gestionar los programas de Hershey en sus países, lo que le permitía a la empresa decir que su cacao es producido de forma sostenible, con respeto a los derechos humanos y del medio ambiente, en bosques protegidos y sin mano de obra esclava, lo que le permite a Hershey decir que su cacao es producido de forma sostenible y vender el chocolate a mejores precios.  Es de esperar que se logre una solución ya que de lo contrario la comercialización del chocolate sostenible de Hershey se vería seriamente afectada. Mientras tanto esos países pueden alardear de preocuparse por las condiciones de la producción sostenible del cacao a pesar de que tienen más de 1,6 millones de niños cosechándolo en condiciones abusivas.

 2.     Mano de obra infantil esclava

 En otro caso, el 1 de diciembre, seis ciudadanos de Mali, que cosecharon cacao en Ghana y Costa de Marfil cuando eran menores, presentaron una solicitud ante la Corte Suprema de Justicia de EE. UU. para que les permitan demandar en tribunales nacionales a dos multinacionales agroindustriales, Cargill y Nestlé USA, por abusos sufridos en las plantaciones de cacao hace dos décadas. Esas personas, entre los 12 y 14 años en aquellos momentos, alegan que las empresas facilitaron y promovieron su malnutrición y tortura y que las empresas sabían de la utilización de mano de obra infantil esclava, y sin embargo continuaron comprando el cacao, en consecuencia, a menores precios, en esas plantaciones. El caso ha sido considerado en las cortes de EE.UU. desde hace 15 años y después de idas y venidas ha llegado a la consideración de la Corte Suprema.

 La Corte Suprema ya había fallado, 5-4, que las empresas extranjeras no son demandables bajo la Allien Tort Law del 1789 que permite a ciudadanos de otros países demandarlas en las cortes de EE. UU. por violaciones a leyes internacionales. Los demandados alegan que la ley tampoco aplica a empresas basadas en EE.UU. Habrá que ver si la nueva mayoría conservadora de la Corte, 6-3, avala esta posición.

 La Corte escuchó los extensos argumentos de ambas partes.  Lo interesante es que el abogado defensor de las empresas, sorprendentemente un abogado progresista que defiende los derechos laborales, alega no existe ninguna legislación internacional que considere un delito el “facilitar y promover” el uso de mano de obra esclava, si bien se puede decir que la esclavitud viola los derechos humanos, pero las empresas no son las que poseen esclavos, de allí que no violaron ninguna ley. Y aun así, la ley en cuestión que usan los demandantes, no considera un crimen que una empresa tenga esclavos en el exterior (¡!).  Alega además que la acusación no ha demostrado inequívocamente que las empresas lo sabían y que lo promovían. Y las empresas defienden vehementemente su oposición al uso de mano de obra infantil y en condiciones forzadas.

 Así estamos.

 Esten atentos al adendum a este medio en el que comentaré el desenlace cuando se conozca la decisión de la Corte Suprema.  Personalmente estimo que no será una decisión determinante, no hará legalmente culpables a las empresas de esos comportamientos. Encontrarán alguna manera de no decidir.  ¿Se lavarán las manos como Pilatos? Creo que sí.

 III.           ¿De quién es la responsabilidad por los DD. HH.?

 Entonces, ¿de quién es la responsabilidad de prevenir estas situaciones? ¿De los gobiernos o de las empresas?  La respuesta es obvia: de ambos.  Las empresas tienen la responsabilidad, por lo menos moral y ética, si no legal, de no comprar bienes producidos por manos de obra esclava, y mucho menos infantil. Es posible que no tengan la capacidad física de impedir estas prácticas, pero todos sabemos que su poder económico es tal que pueden ser determinantes.  Pero muchas prefieren aumentar ese poder económico antes de usarlo en prevenir violaciones de los derechos humanos.

 Los gobiernos tienen la responsabilidad y la capacidad de impedirlo.  Si no lo hacen es por incompetencia o porque algunos funcionarios tienen un interés creado en la situación.  De cualquier manera, la inacción no es aceptable.  El caso de Hershey citado muestra la acción de los gobiernos, pero su preocupación es por los precios del cacao, no por las condiciones laborales de su producción.

 Ante esta inercia, ¿debemos esperar que se apruebe un tratado internacional vinculante que penalice estos abusos en cortes internacionales?  [i] [ii] Y aún si se aprueba, ¿será suficiente para impedir estos abusos?  Posiblemente lo que logre es hacerlo más difícil.

 ¿Y la responsabilidad de nosotros los consumidores?  Si, pero somos realmente impotentes, “o no sabe o no responde”, o sea, o no se entera del problema, o aun enterándose, no actúa en consecuencia.

El 80% del algodón que se produce en China viene de la región de Xinjiang y dado el volumen de textiles que China exporta, es muy posible que el lector tenga una prenda con algodón de esa región y sea producida con mano de obra forzada.

¿Nos damos por vencidos?



[ii] Desde el 2014 un Grupo de Trabajo Intergubernamental del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas viene trabajando en la elaboración de un tratado vinculante, pero el progreso hasta la fecha no parece indicar que tendrá una conclusión en el futuro cercano. En agosto del 2020 se produjo el segundo borrador, en la VI reunión del grupo de trabajo en octubre.


sábado, 28 de noviembre de 2020

Como se conforma la responsabilidad de la empresa: De las personas a la empresa y viceversa

 

Se escribe mucho sobre cual debe ser la responsabilidad de la empresa ante la sociedad y como se debe implementar, pero muy poco sobre como se articula dentro la empresa. En este artículo analizamos con un poco más de detalle como se conforma esa responsabilidad a través de la interacción entre los valores de los empleados, que la definen e implementan y la estructura organizacional de la empresa en la cual se desenvuelve. [1]

 Para simplificar usaremos el término “empleados” para referirnos a todo el personal de la empresa, si bien es claro que algunos tienen mayor poder de influencia que otros, y algunos muy poco o nada, pero no queremos referirnos solamente a dirigentes, si bien son determinantes, porque es todo el personal el que termina definiendo e implementando esa responsabilidad.

 También para simplificar usaremos el término “estructura organizacional” para referirnos al conjunto de estructuras jerárquicas, políticas, estrategias, procesos de toma de decisiones, incentivos explícitos e implícitos para la actuación del personal y, en general, a la cultura de la empresa. 

 Los empleados y la estructura organizacional y sus interacciones son los que dan forma a la responsabilidad empresarial, que se nutre de las interacciones con el contexto en que opera, con todos sus stakeholders, incluyendo sus competidores.

 Habíamos abordado el tema en el Capítulo 2 del libro Responsabilidad Social de la empresa en América Latina; Manual de Gestión (coeditado con Estrella Peinado). Decíamos:    

  “Aún hoy en día hay alguna discusión sobre si las empresas como tales tienen responsabilidades, con el argumento de que solo las personas individuales pueden tenerlas.   Un comentarista de mediados del siglo XIX decía que “las empresas no tienen cuerpos que puedan ser castigados ni almas que puedan ser condenadas y por ello hacen lo que les da la gana[i].  Es cierto que las personas, dentro de las empresas, actúan a nombre de las empresas y no a título individual y son ellas las que deben ejecutar la responsabilidad social y ambiental.  Pero estas ejecutarán lo que colectivamente se haya decidido, vía las decisiones, los procedimientos y políticas internas a la empresa, que han sido elaboradas por individuos.  Si bien la responsabilidad de la empresa de ser responsable recae en los individuos que la conforman, el colectivo es responsable de su implementación y por ello podemos hablar de “responsabilidad de la empresa”.

 Claro está que, como en toda organización o burocracia, es posible esconderse detrás del colectivo para evitar tomar responsabilidad individual.  También es posible que el colectivo tome decisiones que estén en contra de la ética o sentido de responsabilidad de algunos individuos.  De cualquier manera, es claro que la responsabilidad social de la empresa depende de la responsabilidad y ética de los individuos que la conforman, con mayor o menor posibilidad de influencia.  Aunque es posible que esa responsabilidad no sea la suma de las responsabilidades individuales.”

 En el artículo Responsabilidad individual en la responsabilidad empresarial: ¿es suficiente? decíamos: 

La responsabilidad social de la empresa está determinada por sus esquemas de incentivos, procedimientos y en general de su cultura.  Es cierto que son los individuos los que hacen todo esto, pero la empresa también tiene historia, una cultura arraigada, y no es fácil hacer estos cambios.  Muchas veces los incentivos están orientados hacia la obtención de beneficios, que pueden entrar en contradicción con la ética individual.  Y no todos los que estén en desacuerdo pueden optar por dejar la institución.  La cultura empresarial es determinante. Los individuos también tienen necesidades que satisfacer y así como las empresas tienen como primera responsabilidad la sobrevivencia, los individuos también.

 La responsabilidad individual es condición necesaria pero no suficiente para la responsabilidad empresarial.

 La empresa es un conjunto de personas actuando en base a intereses y objetivos comunes, por lo que la moral, la ética y la asunción de responsabilidades de sus componentes debería constituir la moral, ética y responsabilidad de la empresa.  Pero la empresa es mucho mas que esos componentes humanos.  Esta constituida además por las interacciones entre ellos, con sus acuerdos y sus conflictos, con las sinergias y con sus discordancias.  Adicionalmente la empresa en su evolución y en sus actividades desarrolla políticas, estrategias, procedimientos, procesos para tomar decisiones y, en general, una ética y una cultura que le son específicas, que constituyen su estructura organizacional.  Son el resultado de las infinitas interacciones entre sus empleados y entre estos y el entorno en que operan y con los demás stakeholders, pasados, presentes y en las expectativas del futuro, evolucionadas a través de muchos años.

 Por ejemplo, si la empresa tiene un proceso de decisiones colegiadas, ninguno de los miembros de ese “colegio” es responsable, la responsabilidad se ha transferido al “comité”, aunque algunos de los miembros habrán sido más influyentes que otros en la decisión. Y quienes se vuelven más influyentes está determinado por esa misma estructura organizacional. La responsabilidad individual es suplantada por la responsabilidad del comité, por la del colectivo empresarial. La responsabilidad individual pasa a ser anónima.

 ¿Qué quiere esto decir para la responsabilidad de la empresa? Que si bien los valores de sus empleados son un punto de partida, son las múltiples interacciones las que conducen a la estructura organizacional y esta a su vez determina los empleados que se incorporan y como se desarrollan y adaptan dentro de la empresa.

 Y en esto juegan un papel clave las políticas y prácticas de selección del personal que deberían reflejar los valores de la empresa y a su vez influir en la conformación de esos valores. Si bien muchas empresas dicen utilizar criterios de compatibilidad en la selección, es más teoría que práctica ya que no son muchas las que analizan explícitamente los valores de los potenciales empleados en su selección.

 Los valores individuales son un punto de referencia, pero es la colegiación de todos esos valores la que constituye la responsabilidad de la empresa. Y dentro de este proceso de colegiación los incentivos implícitos y explícitos que condicionan el comportamiento son críticos, ya que pueden potenciar los valores de los individuos pero también pueden contrarrestarlos (ver los artículos Cultura empresarial para la responsabilidad y Compatibilidad entre directrices, incentivos, cultura y ética para la responsabilidad).

 En resumen, la responsabilidad de la empresa va más allá del conjunto de los valores de los empleados y se conforma en base a estos, pero también en base a su fusión dentro la estructura organizacional, donde pierden individualismo, en base a las interacciones con todos los stakeholders, y en base a la retroalimentación que todo esto tiene sobre los individuos, en un proceso dinámico, continuamente cambiante.  



[1] Este artículo ha sido estimulado por uno que el Prof. Argandoña publicó en su blog el 8 de noviembre del 2010, La estructura moral de la empresa, donde resume un estudio académico (Organizational Factors in the Individual Ethical Behaviour. The Notion of the “Organizational Moral Structure, por Paulina Roszkowska y Domènec Melé, en Humanistic Management Journal, del 27 de marzo 2020). A diferencia de este artículo, este estudio se refiere a como un dirigente orientado hacia la gestión humanística puede usar la “estructura moral de la organización” para promover el bienestar y dignidad de los empleados.