sábado, 29 de enero de 2022

El CEO de BlackRock como apóstol de la sostenibilidad: ¿En serio?


Decenas de artículos analizando la carta de Larry Fink, CEO de BlackRock, The Power of Capitalism, a sus colegas CEO, centenares de anuncios sobre su publicación.  ¿Hace falta otro análisis de la carta? La gran mayoría de estos artículos se limitan a describirla y algunos a criticarla.  Los defensores de la sostenibilidad empresarial la acogen con beneplácito y alaban su visión.  Los capitalistas extremistas la tildan de progresista, de traición a la maximización de beneficios financieros. Pero muy pocos comentan las discrepancias entre las palabras y las acciones de BlackRock.  

Espero poder crear valor con mi análisis de estas discrepancias y ponerla en el contexto de la evolución de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, o de la más reciente encarnación del nombre de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, el capitalismo de los stakeholders

 

 

I.                ¿Qué es BlackRock?

Para los lectores, que no están ubicados en el mundo anglosajón, una breve introducción a BlackRock para poner la carta en contexto.  Es la mayor gestora de activos financieros del mundo, con más de US$10.000.000 millones bajo administración, lo que es casi siete veces la capitalización de los mercados bursátiles de España, que ascienden a unos US$1.300.000 millones, y siete veces la capitalización de todas las bolsas de América Latina (cifra semejante a España). Como si BlackRock poseyese, a nombre de sus clientes, siete veces todas las empresas cotizadas en España o en América Latina, o tres veces y media todas ellas. Durante el 2021 BlackRock atrajo casi US$1.000 millones diarios de fondos para gestionar. Tiene cerca de 17 000 empleados, opera en 30 países con 70 oficinas y clientes en 100 países e inversiones en más de 5 500 empresas.

Los tres fondos de inversión pasivos más grandes, BlackRock, Vanguard y State Street, son el primer, segundo o tercer mayor accionista en el 42%, 8% y 8% respectivamente del número de empresas cotizadas en la Bolsa de Nueva York, son uno de los tres primeros accionistas en el 93% de esas empresas. Y son el primer, segundo o tercer accionista en el 78%, 10% y 5%, respectivamente de las empresas medidas por capitalización.  Pueden afectar la bolsa.

De allí que la opinión de su CEO es considerada por muchos participantes en los mercados financieros como digna de ser escuchada, como lo refleja la extensa reacción que ha generado su carta anual. 

II.             ¿Qué pretende la carta?

La carta es un evento anual, que empezó como un mensaje sobre las perspectivas de los mercados, pero que en los años recientes ha evolucionado hacia una apología por una acción más responsable por parte de las empresas, sobre la consideración de aspectos ambientales, sociales y de gobernanza, comenzando con la del 2018. [i] La del 2022 es la más ferviente.  Las del 2018 precedió el cambió en la Declaración del Propósito de la Empresa de la asociación de los CEO de las mayores empresas de EE. UU., el Business Roundtable, BRT, (agosto 2019) de la primacía del accionista a la consideración conjunta de los intereses de los stakeholders. [ii]

Pretende dirigir la atención de los dirigentes empresariales hacia una visión holística de la responsabilidad empresarial y, obviamente sin declararlo, pintar de verde las actuaciones de su empresa y pulir su reputación personal [iii] (¿suspicaz? el lector dirá). Como como veremos más adelante, más importante que su opinión son sus acciones, que no son totalmente compatibles.

III.           Capitalismo de los stakeholders.

El hilo conductor de la carta es una apología del capitalismo de los stakeholders,[iv] preventivamente defendiendo esa estrategia de ataques, sobre todo en contra de los que la tildan como de ideología izquierdista, revisionista, pero no puede evitar defenderla usando el argumento empresarial, de que en el largo plazo es rentable.

El capitalismo de los stakeholders no es una cuestión política, no es una agenda social o ideológica. No es “woke.” [v]Es un capitalismo basado en relaciones mutuamente beneficiosas entre la empresa y sus empleados, clientes, suplidores y la comunidad en la cual se basa la empresa para prosperar.  Esto es el poder del capitalismo.

Pero reconoce la principal critica de los detractores del capitalismo de los stakeholders:

No es fácil conjugar los intereses conflictivos de los muy divergentes stakeholders. Como CEO, lo vivo en todo momento.  En este mundo polarizado invariablemente tendremos un grupo de stakeholders exigiendo una cosa y otro exigiendo lo opuesto.

Como argumentan los defensores del capitalismo bursátil a ultranza, es mucho más fácil gestionar un simple criterio: maximización de beneficios para los accionistas. ¿Cómo se pueden gestionar múltiples objetivos, muchas veces opuestos de tantos stakeholders? ¿Quién es más importante? ¿Cómo se hacen los trade-offs?  En una crisis, los empleados desean que se mantenga el empleo, pero los accionistas quieren reducción de costos. La respuesta del capitalismo de los stakeholders o los defensores de la sostenibilidad empresarial es que también hay que balancear el corto con el largo plazo y es para gestionar estos múltiples objetivos y resolver sus conflictos que se deben nombrar dirigentes competentes. [vi] Y esto quiere decir que los dirigentes no pueden satisfacer a todos y que habrá que hacer compromisos, apelando a los valores y propósito de la empresa. Para ello se necesita una visión amplia y de largo plazo. [vii]

Y es por esto que es más importante que nunca que su empresa y sus dirigentes se guíen por su propósito. Si lo hacen y se enfocan en el largo plazo, adaptándose a los cambios de entorno, podrá producir rendimientos sostenidos a sus accionistas y logar el poder del capitalismo para todos (énfasis añadido). [viii]

¿Regresamos a la primacía de los accionistas, aunque ahora en el largo plazo?

IV.           La A, la S y la G en la carta

La carta, fundamentada en el capitalismo de los stakeholders, considera los criterios ASG, pero sin mencionar las siglas: medio ambiente, social y de gobierno corporativo.  Pero lo más indicativo, para poder apreciar sus motivaciones y prioridades, es lo que cubre de cada uno y el detalle con que lo hace.

1.      Cambio climático, A

Es el énfasis de la carta, como si la sostenibilidad fuera solo el medio ambiente y de este lo único importante, para la situación financiera de las empresas, son las emisiones. Se le sale lo de gestor financiero.

Nos enfocamos en la sostenibilidad, no porque seamos ambientalistas, sino porque somos capitalistas y gestores de recursos de nuestros clientes… ….. Y es como parte de ese enfoque que le pedimos a las empresas que establezcan metas para las reducciones de emisiones en el corto, mediano y largo plazo….. Pocas cosas tendrán mayor impacto en las asignaciones de capitales y por ende en el valor de largo plazo de sus empresas, que como efectivamente navegan la transición global energética en los años venideros (énfasis añadido).

Pero no aboga por favorecer con sus inversiones a las empresas ambientalmente responsables y ni tampoco por desinvertir en los grandes emisores que tienen en cartera.

La desinversión de enteros sectores industriales—o simplemente transfiriendo los activos intensivos en emisiones en poder del público inversionista al privado—no llevará al mundo a la neutralidad de emisiones (“net zero”)….. Creemos que las empresas que lideran la transición presentan una oportunidad vital de inversión para nuestros clientes(énfasis añadido).

Tendría razón en no abogar por la desinversión si simultáneamente abogara por un activismo activo (perdonen la cacofonía, pero lamentablemente hay activismos pasivos, nominales) en la gestión de la transición a modelos de negocios menos dañinos con el medio ambiente.[ix]  Pero no es tan osado, se contenta con alegar que las inversiones en empresas que lideran la transición representan una oportunidad vital de inversión para nuestros clientes.

Y es cierto que cerca de los dos tercios de las inversiones de BlackRock son pasivas, los fondos de inversión se conforman emulando índices de acciones seleccionados, que los fuerzan invertir en ellas. Solo tienen libertad de invertir o desinvertir en sus fondos activos, pero también pueden crear fondos en base a índices que sean constituidos como sostenibles, aunque es conocida la poca confiabilidad de las credenciales de estos índices (ver nota al pie xvii). Esto refuerza aún más la importancia del involucramiento con los consejos y el activismo en las asambleas.

Pero ¿qué actitud toman con los miles de millones que tienen invertidos en empresas que son grandes emisores pero que no lideran la transición? No desinvierten, pero ¿son activistas? Hay un gran vacío en su estrategia. Lamentablemente tenemos que recordar que, en las condiciones actuales de la disponibilidad de energías limpias, el mundo no puede ni podrá vivir sin los combustibles fósiles por muchos años.  Sin embargo, la descarbonización de la economía es crítica, pero hay que ser activista.

Para el suscrito, esta obsesión con el cambio climático es enemigo de la consideración integral de la responsabilidad empresarial, [x] devalúa la importancia de las personas, de los temas sociales.  Son las personas las que hacen y deshacen en la empresa, son las personas las que son el denominador común a todos los stakeholders.

2.     Centralidad de las personas, S

No es que carta ignore las personas, el tema social, pero le da relativamente poca importancia y la poca que le da es en el contexto de la pandemia, del impacto sobre los empleados y del nuevo entorno del trabajo creado. [xi]

Una característica esencial del capitalismo efectivo es que los trabajadores exigen más de sus empleadores. Impulsa la prosperidad y crea un mercado más competitive por el talento, empujando a las empresas a crear entornos laborales mejores y más innovativos, acciones que permiten lograr mayores beneficios para sus accionistas énfasis añadido).

Una vez más, el argumento empresarial de la responsabilidad. Hay que tratar bien a los empleados porque ello aumenta los beneficios, son un recurso, como los demás, que hay que gestionar eficientemente, no porque tengan una dignidad intrínseca. Lo que impulsa a un gestor de activos financieros.

Y no es que los trabajadores exigen más de sus empleadores, es más bien que tienen mayores expectativas sobre el papel que pueden jugar en protegerlos de las vicisitudes de los mercados, de ayudarlos a mantener el empleo, de cuidar su desarrollo profesional para enfrentar un mundo que cambia a gran velocidad, para compensar por la inseguridad del entorno. No es algo que ha surgido como consecuencia de la pandemia. La encuesta Edelman Trust Barometer del 2019, prepandemia, ya había destacado estas expectativas. [xii] Y en los dos últimos años ha aumentado su confianza en las empresas y sus dirigentes, eso sí muy probablemente por la agilidad que han tenido en responder a los impactos de la pandemia y como han gestionado la crisis. [xiii]  Pero es ahora que BlackRock se ha dado cuenta de las necesidades de apoyo de los empleados, y lo cita como consecuencia de la pandemia. Ha descubierto a los empleados como factor de rentabilidad.

3.     Activismo, G

En lo referente a gobierno corporativo cubre dos temas, el activismo de los CEO en temas relevantes para la sociedad y hace una propuesta innovadora: la participación de sus clientes en las votaciones en las Asambleas Generales de Accionistas.

El primero es un tema que está ganado interés en la sociedad y al cual responden pocos CEO por los riesgos que conlleva el opinar, sobre todo en temas controversiales.  Se corre el riesgo de alinear a algunos stakeholders, en particular a los clientes y empleados, con consecuencias negativas para la empresa. [xiv]

Los stakeholders, de los que su empresa depende para producir los beneficios a los accionistas, necesitan oír directamente de vosotros, para involucrarse y ser inspirados.  No quieren que opinemos sobre el tema del día, pero sí necesitan saber cuál es nuestra posición en temas sociales intrínsecos para el éxito de nuestras empresas en el largo plazo (énfasis añadido).

 

Pero su activismo deja mucho que desear, como comentamos más adelante.  No basta con una carta anual elocuente, comentada urbi et orbi.

En cuanto a la participación de sus clientes en las votaciones dice:

Proponemos usar la tecnología para dar a nuestros clientes la opción de opinar sobre como votar sobre las propuestas en las asambleas de las empresas en que invertimos. Ahora ofrecemos esta opción a los inversionistas institucionales, incluyendo fondos de pensiones….Estamos comprometidos a un futuro en el cual cada inversionista, aun los inversionistas individuales, tengan la opción de participar en la votaciones, si así lo desean.

Interesante propuesta, pero ¿se lavan las manos delegando las decisiones controversiales?  ¿es factible? Lo comentamos más adelante.

V.              ¿Y dónde están sus compromisos con el capitalismo de los stakeholders?

Algunos dirán que el objetivo de esta carta es simplemente una apología del capitalismo de los stakeholders y que no es el lugar para hacer compromisos.  Ese es el problema que plaga la responsabilidad o sostenibilidad empresarial: Extensos en retórica, cortos en compromisos para la acción. Mucho ruido, pocas nueces. ¿Haz lo que yo te digo, pero no hagas lo que yo hago? O, en buen inglés: Walk the talk!  

Tendría credibilidad si respaldara sus palabras con acciones. ¿Qué compromisos adquiere? ¿Qué compromisos no adquiere?

1.      Compromisos que adquiere

Fundamentalmente dos: Financiar un centro de investigación y delegarles votos a los clientes. En el primero propone:

Establecer un Centro para el Capitalismo de los Stakeholders, para crear un foro para la investigación, diálogo y debate…. y explorar las relaciones entre las empresas y sus stakeholders y entre el involucramiento con los stakeholders y la creación de valor para los accionistas (énfasis añadido).

¿Cuál es el valor agregado de la creación de un nuevo centro? ¿Porque no colabora con los ya existentes, como el del Foro Económico Mundial, o los de centros de enseñanza e investigación?  El valor es controlar el mensaje y mejorar la reputación de BlackRock. ¿Es esto la contribución que debe esperar de una empresa que gestiona US$10.000.000 millones y que tiene beneficios de más US$6.000 millones? Como si una empresa petrolera ofreciera cambiar los coches de gasolina de los dirigentes por eléctricos, para ahorrar emisiones.

En cuanto al segundo “compromiso” de dar mayor voz a sus clientes, que enunciamos arriba, también tiene poco valor agregado y lo que puede hacer es diluir el poder de cambio, al distribuirlo sobre centenares de miles de clientes, que pueden tener visiones muy diversas.  En principio parece una democratización del voto, pero puede ser una dilución, cuando lo que se necesita es concentración. Habrá que ver lo que resulta en la práctica, pero no parece muy factible que se promueva el capitalismo de los stakeholders de esta manera.  No es lo mismo que el delegar el poder de votación de sus recursos a los grandes fondos institucionales que gestionan, como lo son los grandes fondos de pensiones, de fortunas, soberanos, fundaciones, etc. que tienen objetivos muy definidos y suelen estar alineados con la sostenibilidad empresarial.

2.     Compromisos omitidos: ¡Hay que mojarse!

Podría/debería haber hecho algunos compromisos que respaldaran su retórica.

a.     Activismo activo/involucramiento

Y es precisamente en este sentido donde tiene la mayor omisión. Debería comprometerse es a usar su poder de votación defendiendo resoluciones que mejoren la sostenibilidad empresarial de las empresas. El activismo de los tres grandes gestores (BlackRock, Vanguard y State Street) en las Asambleas Generales de Accionistas ha sido muy criticado, son los que menos votan a favor de resoluciones calificadas como ASG. [xv] Y esto es más grave si recordamos que entre los tres son los mayores accionistas en el 42% por número y el 78% por capitalización de las empresas que cotizan en la Bolsa de Nueva York.  Posiblemente tengan también porcentajes elevados en otras bolsas internacionales.

Y en defensa de estas omisiones, han alegado que prefieren el involucramiento directo con los dirigentes a la confrontación pública en Asambleas.  Con inversiones en más de 5 500 empresa parece complicado el involucramiento directo. Obviamente que se pueden seleccionar las más relevantes y hacer que ellas den el ejemplo.  ¿Será por esto que quieren delegar el voto a sus clientes? ¿No es que hay colusión (o por lo menos camaradería entre los CEO), entre un “monstruo” como BlackRock y las mayores empresas del mundo en las que invierten? [xvi]

En sus defensa debemos decir que a principios del 2022, los tres grandes, BlackRock, Vanguard y State Street anunciaron una actualización de sus políticas de votación en las Asambleas Generales de Accionistas, que va por buen camino, pero habrá que ver su implementación en la práctica. 

b.     Selección de inversiones responsables

Y lo que más se echa de menos, por el impacto y por ir corazón del capitalismo de los stakeholders es un compromiso de estrechar la aplicación de los criterios ASG para la selección de sus inversiones. Es conocido que estos son muy vagos en la gran mayoría de los gestores y que la etiqueta es objeto de muchos abusos. Sea como sea, la carta era el lugar idóneo para reafirmar el compromiso, con acciones, comprometiéndose a invertir en empresa legítima y comprobadamente responsables (no las que tienen algo de bueno). [xvii] Si se invirtiera solamente en empresas responsables (poco factible) no habría tanta necesidad de involucramiento con los dirigentes y de votaciones en Asambleas.

¿Porque no lo hizo por escrito y en público? Porque un gestor de inversiones no puede gestionar US$10.000.000 millones en empresa responsables. ¿Dónde están? Y para mantener la rentabilidad de sus fondos y seguir creciendo, sigue siendo necesario invertir en Amazon, Apple, Alphabet, Meta, Microsoft, Exxon/Mobil, etc. sean o no responsables.

VI.           En resumen

Es una carta, que dado el poder de su autor puede continuar crear conciencia sobre la importancia de consideraciones ambientales, sociales y de gobernanza en la gestión de activos financieros.  El capitalismo de los stakeholders pretende aglutinar y resumir estos intereses.  Es una carta muy elocuente, que, sin abandonar el mantra del capitalismo bursátil, pretende inclinar la balanza hacia estas consideraciones.

Pero falla en respaldar su retórica con compromisos de acciones concretas para poner su inmenso poder al servicio de la sostenibilidad empresarial. Falla al no comprometerse a intensificar su activismo e involucramiento directo con las empresas y falla al no comprometerse a ir cambiando la composición de sus carteras de inversiones a favor empresas legítima y comprobadamente sostenibles. Aunque tiene algunos fondos especializados, no es parte de su política integral inversiones.

El título de nuestro comentario de la carta delo 2018 era Mucho ruido, pocas nueces: Activismo de fondos de inversión. La versión 2022 tiene algo más de nueces, pero con el mismo ruido.

 

P.S. Disculpas querido lector por tantas notas al pie, pero es que el articulo se me hacía más largo todavía.



[iv] Sorprendentemente usando el concepto propuesto en el Manifiesto de Davos 2020, en el Foro Económico Mundial, aunque el nombre ya se había propuesto en el Manifiesto del ¡1973! (casi 50 años). Ver mi análisis en el artículo Capitalismo de los stakeholders” surge de Davos: ¿en serio?.

[v] Jerga de moda, de difícil traducción, usado para referirse a compasión no fundada por discriminaciones o daños pasados.

[ix] La desinversión y el activismo de los fondos de inversión lo habíamos considerado en ¿Tiene el financiamiento sostenible impacto sobre la sostenibilidad? Primera parte: Inversiones financieras.

[x] Ver el enemigo número 4 en el artículo Los trece enemigos de la RSE(C): Los primeros seis.

[xi] En el artículo Relevancia de las empresas, centralidad de las personas analizábamos el resurgido interés de las empresas en las personas, no solo como recurso, sino como socio en su prosperidad.

[xiv] En la serie de cuatro artículos Activismo de líderes empresariales y en Activismo político de los CEO ante fallas del gobierno considerábamos la necesidad y los riesgos del activismo en temas sociales y ambientales y ofrecíamos una serie de recomendaciones para ejercerlo efectivamente.

[xvi] Un reciente estudio de la ONG As You Sow ha demostrado este conflicto de intereses: “Uncovering Conflict of Interests: Proxy Voting Data Reveals Bias for Asset Managers to Favor Clients”.

miércoles, 26 de enero de 2022

Confianza en las empresas, pero desconfianza en sus alardes de sostenibilidad: Las encuestas de Edelman.


¿Tienen los inversionistas institucionales confianza en las declaraciones de las empresas sobre su sostenibilidad? ¿Qué espera el público en general sobre la contribución de las empresas al bienestar social?

Edelman, la empresa especializada en relaciones públicas y reputada por sus amplias encuestas anuales sobre la confianza del público e instituciones sobre variados temas publicó a finales del 2021 y comienzos del 2022 los resultados de dos encuestas sobre la confianza de diversos públicos sobre las instituciones.  Una, especial, analiza las actitudes de los inversionistas institucionales sobre las declaraciones y el papel que esperan de las empresas en su responsabilidad ante la sociedad y la otra, la anual, analiza la confianza del público en general sobre las instituciones, en particular sobre las empresas.  Aun cuando la segunda cubre muchos aspectos, en este artículo aprovecharemos el rico contraste sobre lo que se espera de las empresas entre ambas encuestas y nos concentraremos solamente en lo relevante para las empresas.

I.                Inversionistas institucionales están perdiendo la confianza en las declaraciones sobre ASG

La primera es una encuesta sobre la confianza de los inversionistas institucionales (fondos de inversiones, de pensiones, soberanos, de gestión de riquezas, fundaciones, aseguradoras, etc.) en la sostenibilidad de las empresas expresadas en las evaluaciones y declaraciones ASG (2021 Edelman Trust Barometer Special Report: Institutional Investors).  [1] La encuesta se llevó a cabo entre agosto y septiembre del 2021, sobre 700 de estos inversionistas (100 en cada uno de 7 países, ninguno de habla latina).

1.        1.    Confianza en las declaraciones y compromisos

La encuesta encontró que los inversores ahora someten a los criterios ASG al mismo escrutinio que las consideraciones operativas y financieras. Esto representa un cambio con respecto a la encuesta del año pasado, que encontró que la pandemia de COVID-19 había determinado que el 79% de los encuestados del año pasado respondieron que sus fondos estaban reduciendo la priorización de los criterios ESG como criterio de inversión.

Si bien los inversores se centran cada vez más en cuestiones ESG la mayoría no confía en los objetivos de sostenibilidad o en los informes de las empresas. El 86% de los encuestados en la encuesta respondieron que creen que las empresas con frecuencia exageran o exageran su progreso en temas ESG al divulgar los resultados, y el 72% dijo que no cree que las empresas cumplan con sus compromisos ESG. Del mismo modo, mientras que el 94% de los inversores informaron que esperan que las empresas comuniquen un plan de cero emisiones netas, el 92% expresó su preocupación de que las empresas no estén ejecutando efectivamente estos compromisos. [2]

2.        2.    Litigación

Ante esta desconfianza sobre las declaraciones y su cumplimiento, casi todos los encuestados (94%) esperan un aumento de demandas por incumplimiento de compromisos o información engañosa. Este tiene relevantes implicaciones para la gestión de la responsabilidad empresarial. [3]

3.        3.    Valor de la responsabilidad

Y casi el mismo número (92%) cree que las empresas responsables merecen una prima en su valoración y representan una mejor oportunidad para los rendimientos en el largo plazo (90%).

4.       4.    Activismo/cultura

La encuesta incluyó una serie de preguntas sobre el activismo de los empleados y los dirigentes cuyas respuestas son relativamente sorprendentes en cuanto al apoyo.  El 85% responde que una cultura que estimula el activismo de los empleados eleva la confianza de los inversionistas y el 74% responde que ese activismo refleja una cultura laboral sana.  El 71% responde que es el consejo el responsable por mantener una cultura positiva. El 91% de los inversionistas están interesados en ejercer un activismo moderado en promover la sostenibilidad dentro de la empresa, pero mayormente gobernanza y cambio climático, mucho menos en temas sociales. El 88% responde que buscan ideas de activistas sobre los cambios necesarios en las empresas en las que invierten. Casi el 80% responde que la empresa debe tomar posiciones públicas sobre los problemas sociales y el 74% lo cree, aunque el asunto no afecte directamente a la empresa. [4]

             5.    Y al final lo que cuenta……

Pero cuando se les pregunta sobre los tres aspectos más importantes para su confianza en la inversión en las empresas los más destacados fueron el rendimiento financiero y los productos (calidad, innovación, valor) con un 69% y 57% respectivamente.  El entorno laboral y la responsabilidad social fueron los menos destacados con un 36% y 24%. ¡El dinero gana por goleada!

II.             Confianza y expectativas sobre las empresas

La segunda encuesta es muy amplia, de carácter general, es su encuesta anual sobre confianza en las instituciones, el 2022 Edelman Trust Barometer, basada en más de 36 000 respuestas en 28 países, más de 1000 respuestas por país.  Como mencionamos, solamente cubriremos los aspectos referidos a las empresas.

1.         1.    Solución a los problemas sociales

Los encuestados reflejan mayor confianza en los dirigentes empresariales que en los gobiernos sobre su capacidad de resolver los problemas sociales (65% vs. 44%), pero creen que ninguno de ellos lo está haciendo (casi 60% en el caso de la pandemia y casi 70% en cambio climático para ambos). Los CEO son uno de los grupos de personas que inspiran más confianza, solo detrás de los científicos y los compañeros de trabajo, pero es mucho menor la confianza en los CEO en general (46%) que en el suyo en particular (66%).  También es de notar el relativo elevado grado de confianza en los miembros de su comunidad. Todo esto que refleja la tendencia al “parroquialismo, a confiar en los nuestros, en reacción a las desigualdades exacerbadas por la globalización, la pandemia y la incertidumbre económica. [5]

Y el principal problema al que temen es la pérdida del puesto de trabajo (85%), lo que puede aumentar las expectativas (¡deseos!) de que la empresa los proteja (lo que habíamos analizado en el Barómetro del 2019, antes de la pandemia). [6]

2.        2.       Acciones de los stakeholders

Como en muchas encuestas, los encuestados dicen que apoyarían a las empresas responsables, pero ninguna ofrece análisis de la diferencia entre lo que dicen y lo que hacen (¿compraría Ud. un producto que ha sido producido responsablemente? ¡Obvio!).  En este caso, los stakeholders reflejan un moderado nivel de “retribución” a la responsabilidad empresarial.  Basado en las creencias y valores de las empresas, dicen que favorecerían sus marcas, les gustarían como lugar de trabajo e invertirían en ellas (58%, 60% y 64% respectivamente). Recordemos el caso de los inversionistas institucionales, que comentábamos antes, donde el 88% responde que les dan la misma importancia a los rendimientos financieros que a los aspectos de sostenibilidad, en sus decisiones de inversión.

3.         3.    Activismo de la empresa y sus dirigentes

De forma semejante a los resultados de la encuesta entre inversionistas, el 81% de los encuestados cree que es el CEO el que debe dar la cara cuando se discutan asuntos de política publica o lo que la empresa ha hecho por el bien de la sociedad.  Y entre los empleados, el 60% esperaría que el CEO de la empresa donde trabajaría que exprese en temas sociales y políticos que son de su interés. [7] Y esperan que se involucren en discusiones de política pública no de política partidista. Los temas más favorecidos para el involucramiento son el empleo y la situación económica (76%), tecnología y automatización (74%) y desigualdad en las remuneraciones (73%).

III.           ¿Y entonces?

Ambas encuestas reflejan las deseos y expectativas de los encuestados.  En la primera se reflejan las percepciones de los inversionistas instituciones sobre lo que les gustaría ver en el comportamiento responsable de las empresas, can grandes dudas sobre la veracidad de la información que proporcionan al respecto.  La segunda también refleja los deseos de la población en general sobre esa responsabilidad, pero sobre todo por lo que deberían hacer por ellos y expresan confianza en pueden liderar el cambio y pueden protegerlos de la incertidumbre económica.



[1] Usamos la denominación ASG porque es la que utiliza la encuesta de Edelman.  Recordemos que es el término favorito de la industria de la inversión, reflejando su sesgo financiero.  Ver la discusión en De la Responsabilidad Social a la Sostenibilidad, a la ASG: Lo bueno, lo malo y lo feo.

[2] El suscrito estima que las promesas de cero emisiones netas se están haciendo a la ligera y que serán el gran fiasco de las próximas décadas en sostenibilidad.

[3] Esta posibilidad ya la habíamos analizado en el artículo Abogados se interesan por la información sobre sostenibilidad: Buenas y malas noticias donde concluíamos que si bien estimulara las empresas a ofrecer información más confiable y relevante también elevará la resistencia de algunas a hacer compromisos que puedan considerarse vinculantes, o los subestimarán (“promete poco y entrega mucho”).

[4] Ver la serie de cuatro artículos Activismo de líderes empresariales, donde analizábamos la situación del activismo y ofrecíamos sugerencias sobre cómo gestionarlo. 

[6] En el artículo La empresa como fuerza centrípeta de las expectativas de los empleados, analizábamos una encuesta anterior, dedicada específicamente a la relación empleador-empleado, en particular las expectativas de los empleados del apoyo que debería darles la empresa.

[7] Ver la nota al pie 4.


domingo, 23 de enero de 2022

¿Porque las empresas “practican RSE” ?: Otro estudio más, pero con valor agregado

 

Por si no se había analizado hasta la saciedad el tema de las motivaciones y beneficios de la responsabilidad empresarial, se publicó un artículo más.  En este caso vale la pena analizarlo por lo relativamente novedoso en su enfoque y por su valor agregado (Why Companies Practice Corporate Social Responsibility, MIT Sloan Management Review, enero 20, 2020). Analiza los resultados de 200 encuestas a lo largo de 20 años.

El hecho de que usan el término “practicar RSE”, no debe quitarle interés.  Cae en la conceptualización anacrónica de que la RSE es hacer cosas, en contraposición a la moderna de la RSE, de asumir y ejecutar la responsabilidad por impactos pasados, presentes y futuros, que ha tenido, tiene y quiere tener. Pero el título del articulo refleja la conceptualización prevaleciente al hacer las encuestas: por que hacen cosas, porque se practica la RSE.

Advertencia previa:  Ha cambiado mucho el mundo en 20 años y sobre todo la conceptualización e implementación de la responsabilidad empresarial, pero mete en el mismo saco encuestas de hace 20 años con encuestas recientes. Cada una de esas encuestas tiene diferentes objetivos, se hace en diferentes públicos, incluyen países desarrollados y en vías de desarrollo, empresas multinacionales y pequeñas y medianas, encuestas de firmas de consultoría y de académicos. Y como toda encuesta, las respuestas están dadas por las preguntas, si algo no está la lista de opciones, no puede estar en las respuestas.  Lo que parecería una virtud, la diversidad, podría ser pernicioso para sacar conclusiones generalizables. Al mezclar tanta diversidad se corre el riesgo de perder la perspectiva. Sin embargo, el tipo de conclusiones que extrae no dejan de ser interesantes.  El lector debería tomar esta advertencia en cuenta para apreciar la relevancia de esas conclusiones.

El lector podrá recordar la lectura de resultados de este tipo de encuetas que seguramente les fueron presentados en conferencias y cursos, en las que se usan para demostrar la posición que apoya el respectivo ponente. Están los argumentos intrínsecos, de que la empresa lo hace por sus valores, por ética, por razones morales, de justicia o de cultura, a veces agregados como el “argumento moral”.  La otra línea de argumentación es la que las empresas “hacen RSE” (¡que nombre tan horrible!) por razones de prevención de consecuencias, como anticiparse para evitar regulaciones o gestionar la presión de activistas, un “argumento preventivo”.  Y por supuesto, el más usado en la promoción de la RSE, es el “argumento empresarial”, de que la RSE conlleva a mejorar en la competitividad, mejores precios, atracción de mejores talentos, mayores mercados, mayores ventas, etc., etc., etc. La RSE con efecto milagroso. [i]  En el artículo denominan estos tres grupos de motivaciones como normativas (o sea, normas a seguir), políticas (o sea, gestión de relaciones) e instrumentales (o sea, instrumentos para lograr resultados).

El estudio básicamente analiza la preferencia, en el agregado de las 200 encuestas, por cada uno de estos grupos de motivaciones. Ahora que analizamos sus resultados es conveniente tener en mente la advertencia previa hecha arriba. En resumen:

  • Cuando aparecen en las mismas encuestas, la motivación normativa (ética, moral, et.) tiene respuestas más positivas que la política (prevención de problemas) en el 83% de los casos. Y las normativas aparecen mejor que las instrumentales (porque es beneficioso) en el 73% de los casos. O sea, que las empresas son buenas por que sí, por naturaleza, no porque tienen temor a regulaciones, a los activistas o porque sea rentable (hubiera sido interesante distinguir las respuestas de dirigentes de las del público en general y de las multinacionales de las PyME).
  • Pero cuando se entra en el análisis desagregado de las motivaciones dentro de cada uno de los grandes grupos, se encuentra que la motivación con mayor respuesta es la mejora de la imagen, de la marca, de la reputación, superior al grupo de normativas en dos tercios de los casos. Parafraseando el resultado podríamos decir: “Somos buenos porque sí, no es que pretendamos que nos traiga beneficios, pero que mejore la imagen, la marca y la reputación, eso es lo más importante.  Con ello aprovechamos el efecto aureola, que extiende en la mente de la persona una buena acción en alguna actividad a los demás comportamientos, (sobre los cuales la persona no sabe nada).  Si hacemos algo bueno en medio ambiente o en filantropía el público extrapolará a que todo lo hace la empresa es bueno” (ver nuestro artículo de noviembre del 2011: ¿Se puede manipular la reputación?: El efecto aureola)

Esto se puede considerar como un super promedio de 200 encuestas sobre 20 años, pero no deja de tener algo de verdad.  “Es lo que hay”. No es incompatible con la realidad que observamos cotidianamente.  Pero cada empresa es diferente, puede tener algunas o todas las motivaciones que se incluyen en las encuestas, cada empresa es única, opera en su propio contexto, es imposible generalizar.

Pero esto demuestra la necesidad de redoblar los esfuerzos para combatir el greenwashing. Sí quieren mejorar su imagen, su marca y su reputación, que sea siendo responsables en todas sus áreas de actuación, no solo en las que son más visibles.  Y no comprar el mal que hacen con alguna cosita buena.

La reputación, la imagen, la marca, deben ser el resultado de la responsabilidad, no la razón para ser responsable. [ii]



[i] Sí, es posible que mejore la competitividad, pero ello no es automático.  Ver Rentabilidad de la responsabilidad o responsabilidad de la rentabilidad.

domingo, 16 de enero de 2022

El índice IBEX Gender Equality: ¿Igualdad de género? Falacia ASG

 

 ¿Qué tienen de ASG los índices ASG? ¿Estimulan la sostenibilidad? Se lanzó un índice de sostenibilidad basado en los mercados de valores de España, que pretende capturar los valores de empresas del IBEX (índice general) que se destaquen por la igualdad de género. Si cumpliera con ese objetivo, ¿se podría considerar como un índice ASG? Analicemos.

I.                ¿Para qué se crea un índice de sostenibilidad?

Un índice de las bolsas de valores es un promedio ponderado de los precios de ciertos valores.  Los valores y los pesos relativos que se incluyen en el índice dependen del uso que se quiere dar.  Un índice como el Dow Jones solo incluye los valores de las acciones es de 30 grandes empresas, sin ponderación alguna, es un promedio simple de precios (las de más alto precio tienen más peso).  Sin bien es muy popular, es muy poco representativo de la evolución de los precios en Bolsa de Valores de Nueva York. Por la poca cantidad de acciones y por el sesgo en darle más peso a los valores con mayores precios.[1] El índice Standards and Poor 500, S&P 500, contiene aproximadamente 500 de las más grandes acciones ponderadas por su capitalización (el valor total de sus acciones) por lo que es más representativo.  El IBEX 35 de la Bolsa de Madrid contiene 35 valores ponderados por su capitalización total (como el S&P 500).

Hay además índices específicos que incluyen valores sobre algunos sectores, temas o geografías, como cambio climático, agricultura, Europa, etc., y sobre sostenibilidad en general y sobre algunos aspectos muy específicos en particular.  Solo MSCI, la empresa de información financiera produce 1500 índices relacionados con sostenibilidad. Todos estos son ahora considerados como ASG, índices cuyos componentes han sido seleccionados en base a alguna de las características medioambientales, sociales y de gobernanza.

Hay índices generales como el Dow Jones Sustainability Index que contiene el 10% de las mayores 2500 acciones (según S&P) en 17 super sectores y 5 sectores, seleccionadas en función de ser las mejores de su grupo industrial (best in class) de acuerdo con de la definición de sostenibilidad que se ha creado Dow Jones para estos propósitos. Incluye las mejores empresas de energía renovable, bancos, tabacaleras, cementeras, aerolíneas, alimentos, etc., producido en versiones a nivel mundial y a nivel de áreas geográficas. Dow Jones lo llama de sostenibilidad, pero ¿qué quiere decir en este caso sostenibilidad? ¿Se pueden considera las empresas incluidas como sostenibles? No, porque quiere incluir empresas de todos los sectores.  Es un índice muy complicado: una empresa responsable en un sector responsable puede tener que dejar el paso a la menos irresponsable de un sector irresponsable, ver Inclusiones y exclusiones del Dow Jones Sustainability Index: No apto para aficionados). 

Otros índices generales de sostenibilidad, como la serie de 172 índice del FTSE4Good, tiene una versión española, IBEX FTSE4Good, que contiene acciones de su índice FTSE Spain All Cap Index y del IBEX 35, seleccionados de acuerdo con sus criterios de sostenibilidad, que tengan un rating de más de 3.1 sobre 5 (¡que no es mucho!).  Entran las mejores empresas, independientemente del sector industrial al que pertenecen.  El índice global contiene más de 2000 empresas y el español cerca de 30. [2]

Estos índices se crean con varios propósitos.  Uno es para resaltar las empresas que se consideran sostenibles, aunque para esto bastaría una lista, pero las ponderaciones pueden establecerse para reflejar importancias relativas. Otro uso es para crear fondos de inversión en empresas sostenibles invirtiendo en los valores de algún índice (general, sectorial, geográfico, industrial, por característica de sostenibilidad (emisiones, género), etc. y combinaciones y permutaciones de ellas). Sirven de base para la creación de fondos de inversión socialmente responsables.  Otro uso es como métrica (benchmark) del rendimiento de los fondos o carteras con características semejantes.

¿Le interesa a una empresa pertenecer a un índice de sostenibilidad? En general sí ya que ello se interpreta como un reconocimiento de la sostenibilidad de la empresa (aunque no todos los índices tienen la misma reputación). 

El pertenecer a un índice también puede estimular la demanda por las acciones de la empresa cuando los inversionistas institucionales (fondos de inversión, soberanos, pensión, mutuales, etc.) usan el índice como ejemplo para crear sus carteras.  También tiene otros beneficios y costos que no vale la pena detallar aquí (ver ¿Para qué sirven los índices de sostenibilidad?).

Y algunos llegan a usar la pertenencia en un índice de sostenibilidad como métrica para la remuneración de los directores, a pesar de los incentivos perversos que ello conlleva (ver  Greenwashing a la grande I: Recompra de acciones ligadas a la sostenibilidad).

II.             El índice IBEX Gender Equality 

a.     ¿Qué es el índice?

El índice fue creado por la gestora SIX, que controla la institución Bolsas y Mercados Españoles, BME, y que gestiona la Bolsa de Suiza.  El índice es una réplica del que SIX había creado para esta bolsa ocho meses antes.

Las condiciones para entrar en el índice son de que las empresas tengan entre 25% y un 75% de mujeres consejeras (que pena que las que tengan más de 75% no pueden entrar) y entre un 15% y un 85% en la alta dirección. Son uno de los criterios más simples de todos los índices que cubren aspectos de sostenibilidad.  Es un índice perezoso, no analiza, selecciona por números.

No obstante, los bajos límites todavía constituyen un reto ya que solo 16 empresas del IBEX 35 forman parte del índice y solamente 4 llegan a un porcentaje del 40%.  Solo 30 de las 120 compañías que opera BME las cumplen. También es de notar que, de las 80 empresas con capitalización superior a los 500 millones de euros, analizadas en un reciente estudio de la CNMV, 20 no tienen ninguna mujer en el consejo. 

Cierto es que hace falta mucho esfuerzo, pero un índice como este no es efectivo.

Las tres empresas con mayor participación en los consejos son Red Eléctrica con 6 de 12 (50%, única empresa con igualdad, pero con ¡solo una mujer en la alta dirección!), Caixabank, 6 de 14 consejeros (43%) e IAG con 5 de 12 (42%). Telefónica es la tercera con menor representación, con 5 mujeres de 17 en su Consejo (29%),[3] seguida de Meliá e Inmobiliaria Colonial con 3 mujeres sobre 11 consejeros (27%). [4]

 


Además de estas 30 empresas originales, se añadieron a fin del 2021 otras tres: Telefónica, Logista y Dominion.

Para apreciar el contexto de estas condiciones recordemos que la Comisión Nacional del Mercado de Valores, CNMV, tiene como recomendación no vinculante un mínimo del 30% ya que pospuso la aplicación de la buena práctica del 40%, incluida en el vigente Código de Buen Gobierno. La Unión Europea intentó sin éxito establecer una cuota del 40%.[5]  Noruega, que sí tiene la cuota, tiene el 40,5% de miembros no ejecutivos de los consejos de las empresas que cotizan en bolsa, pero solo el 6,4% de los ejecutivos son mujeres y ninguna de las grandes empresas tiene presidente que sea mujer.

b.     ¿Cuál es la contribución del índice? Lo bueno

Sin duda que la constitución del índice ha contribuido a llamar la atención sobre el problema.  Basta ver la muy extensa cobertura mediática aun en medios no especializados

Es posible que algunos gestores de activos creen fondos que reproduzcan el índice para ofrecérselos a los inversionistas institucionales y financieros.  Con ello podría aumentar la demanda por los valores que lo constituyen. El mismo nombre en inglés es un factor de comercialización al exterior de país.

Si se crean fondos de inversión basados en el índice, los poseedores podrán decir que tienen recursos “invertidos responsablemente”, o de acuerdo con criterios ASG, aun cuando ello no afecte a las empresas que lo constituyen. Pero como comentamos más adelante es una perversión de la inversión responsable.  Pero lo dirán.

Pero es un índice muy poco diversificado con solo 33 empresas, lo que reduce su utilidad tanto para la creación de fondos como para la evaluación de su rendimiento (benchmarking) y tiene criterios de sostenibilidad muy, muy simples.

No hay que descartar que algunas empresas, por razones reputacionales, quieran pertenecer al índice y por ello es posible que aumenten la proporción de mujeres en el consejo (los limites sobre alta dirección son tan bajos que no deberían ser limitantes), lo que tendría un efecto positivo. Pero ¿se hace por convicción de los beneficios de la participación de la mujer en las decisiones o se hace por la imagen?


© Financial Times

c.     ¿Qué inconvenientes trae el índice?

Una empresa con un 25% de mujeres consejeros y con un 15% de mujeres en alta dirección puede ser parte del índice.  ¿Es esta una empresa destacable en igualdad de género?

¿Dónde está la “igualdad” del nombre del índice en los criterios? ¿Igualdad no es 50-50? Pero así no habría índice. Gender Equity sería más apropiado, significando que las empresas le dan igualdad de oportunidades a las mujeres, aunque no garanticen los resultados.  Ello requeriría de un análisis de la políticas y prácticas de las empresas que lo harían más riguroso, más activista, podrían considerar las causas de la desigualdad.

¿Y un índice con el nombre Gender Equality no debería incluir “equality” en la remuneración en la alta dirección y en el consejo como criterio de inclusión? Presumiblemente reduciría el número de empresas elegibles. ¡Como debe ser!

No se le puede atribuir al índice la virtud de la promoción de la participación de la mujer en los consejos ni en alta dirección ya que por su naturaleza es una selección de empresas sobre las que no tiene influencia alguna (califican o no califican) y es un mero cálculo de un índice de precios bursátiles para un conjunto de empresa.  Es un ente pasivo, un espectador. Lo que puede cambiar las cosas son las regulaciones o las voluntades de las empresas. Es cierto que las organizaciones de la sociedad civil monitorean y hacen cabildeo en este sentido, pero este índice no les ofrece bases para hacerlo más efectivo.

El titular de El País sobre la noticia es paradigmático.  Dice: Un índice para empoderar a las mujeres en Bolsa. De la discusión precedente debe quedar claro que el índice no hace nada para empoderar a las mujeres, solo llama la atención sobre el problema.  Ni siquiera incluye todos los aspectos relevantes ya que se desentiende de un factor crítico como lo es la brecha de género. Ojalá estemos equivocados.

d.     ¿Cómo hacer más efectiva la participación de la mujer?

El problema de la participación de la mujer en la alta dirección y en los consejos se ha estudiado mucho y hay mucha experiencia acumulada. Y una de estas experiencias es que el tema mucho es más complejo de lo que parece a simple vista. Lo más probado, las cuotas, son un paliativo, no resuelven el problema. En la serie Mis catorce artículos sobre el liderazgo de mujeres en las empresas (con Helena Ancos), analizamos las experiencias de los países escandinavos con las cuotas, los esfuerzos de regular de la Unión Europea, estudios académicos con análisis de los obstáculos y sus posibles remociones, los problemas con las revisiones del Código de Buen Gobierno de la CNMV y resumimos las lecciones aprendidas y hacemos algunas sugerencias.

En uno de esos artículos, Revisión del Código del Buen Gobierno: Participación de la mujer ADDENDUM: Una omisión, una recomendación, comentábamos una oportunidad perdida en la revisión y hacíamos una recomendación para mejorar esa participación:

Una parte de la remuneración variable de los consejeros debe estar determinada por avances en la participación de las mujeres en los Consejos y en la alta dirección.

 Las empresas deberán reportar en sus estados de información no financiera, de acuerdo a lo establecido en la Ley 11/2018, los porcentajes de mujeres en los Consejos y en la alta dirección, las políticas y estrategias vigentes para el aumento de esa participación, las medidas adoptadas en el período de reporte, los indicadores que utilizan para medirlo, el nexo entre la remuneración variable de los Consejeros con el progreso en estos indicadores y los valores monetarios y porcentuales de las remuneraciones, a nivel agregado de todos los Consejeros, resultantes de las medidas adoptadas.

Y un índice podría incluir las empresas que cumplen con esta recomendación de un código (¡con coraje!)  de buen gobierno.

III.           ¿Es el IBEX Gender Equality un índice para fondos ASG?

¿Se creó el índice para “empoderar a la mujer” o para aprovechar que el tema es de interés de la sociedad en general y de algunos inversionistas responsables en particular y de la gestora de BME? Creemos que es lo segundo, pero aun en ello presenta inconvenientes.

La industria de la inversión responsable está compuesta por millares de empresas e instituciones en la recopilación, agregación y distribución de información básica, productoras de estándares de reporte, empresas calificadoras, productoras de índices de sostenibilidad, consultoras en producción de informes, consultoras en agregación de información, consultoras en el uso de la información y medios de difusión, instituciones que producen premios y distintivos, entre otras instituciones, todos con fines de lucro, todos con objetivos de crezca el mercado, un gran número con conflicto de intereses con la sostenibilidad.

Algunos inversionistas responsables sí se preocupan de sus fondos sean canalizados a empresas responsables, en el sentido más amplio de la palabra, con el objeto de abaratar su costo de capital o de facilitarles recursos para emprender proyectos, productos, procesos y servicios responsables. 

Pero no todos los recursos de la inversión responsable se destinan a inversiones reales, que contribuyen a la sostenibilidad.  La inmensa mayoría de los fondos se destinan a los mercados financieros, donde unos compran y otros vender valores, sin que hay inversiones reales. Es el entorno en que se mueven los índices de sostenibilidad (ver los artículos ¿Tiene el financiamiento sostenible impacto sobre la sostenibilidad? Primera parte: Inversiones financieras y Segunda parte: Inversiones reales).

Y aun esto está degenerando más todavía.  Se está pasando de la “inversión socialmente responsable”, ISR, donde los inversionistas seleccionan los valores de acuerdo con criterios muy específicos, para promover la responsabilidad de las empresas, a la “inversión ASG”, de compraventa de valores que alguien ha etiquetado como tales, en base supuestamente a algunos criterios ambientales, A, sociales, S y de buen gobierno corporativo, G. Se está pasando de invertir en valores que se sabe lo que son, a valores etiquetados por terceros, para promover la circulación del dinero (ver ¿Es lo mismo Inversión Socialmente Responsable, ISR que inversiones ASG?).

Si bien hay fondos y valores etiquetados de acuerdo con criterios estrictos, lo más común son criterios muy parciales, muy vagos y a veces dudosos.  Es el greenwashing the la industria ASG (ver De la Responsabilidad Social a la Sostenibilidad, a la ASG: Lo bueno, lo malo y lo feo).

El índice IBEX Gender Equality es ilustrativo. Su objeto son los valores de empresas que tienen ciertos porcentajes de mujeres en los consejos y en la alta administración.  Pero ello es un mínimo aspecto de la G de Gobernanza, pero se le imputaría, consciente o inconscientemente toda la G y de paso habrá quienes lo incluyan en la lista de índices ASG, dando la impresión que tienen toda la A, toda la S, y toda la G, aun cuando solo tenga una mínima parte de G (ver ¿Tienen tus inversiones ASG “grado de sostenibilidad”?). El efecto aureola en operación (ver ¿Se puede manipular la reputación?: El efecto aureola).

Tal y como está conceptualizado, el índice puede incluir una empresa con 25% de mujeres en el consejo, 15% en la alta dirección, con una gran brecha de género, ser un gran emisor de gases de efecto invernadero y producir productos irresponsables (tabaco, armas, apuestas, etc.). Pero estará incluida en un “índice de sostenibilidad”. Y ya verán el boletín de prensa de la empresa y de la gestora anunciando su incorporación al índice.

El índice podrá usar el nombre sostenibilidad o el acrónimo ASG para valores que tienen una mínima o nula contribución a la sostenibilidad.

Y muy probablemente se reporte extensivamente sobre el rendimiento en bolsa del índice, en comparación con índice más generales como el IBEX 35 para demostrar que “la responsabilidad rinde”.  Veremos el titular “la inversión en empresas con más mujeres en el consejo rinden más (habrá que seleccionar cuidadosamente el período para el análisis).  Pero la comparación es superflua porque el índice no es representativo de “responsabilidad” y es también muy probable que la correlación entre ambos sea muy alta por la superposición de sus componentes. [6]

Pero lo importante no es si carteras basadas en el índice rinden más o menos (preocupación de los maximizadores de beneficios), lo importante es qué contribución hizo a la igualdad de género, como su nombre indica. ¿Alguna?

Las transacciones en esas empresas o en fondos basados en el índice pasaran a engrosar las estadísticas del avance exponencial de las inversiones ASG, sin que estos números indiquen una mejora en la sostenibilidad del planeta, solo en las transacciones en los mercados financieros.

Y es muy poco probable que la constitución del índice estimule el activismo de la industria de la inversión responsable para logar cambios, ya que se trata de una pequeña parte de la sostenibilidad empresarial.  Si hay activistas preocupados por el tema es muy posible que se preocupen por toda la S de social, y no solo por estos números.

¿Para qué sirven índices tan parciales y de tan mínimos requisitos de pertenencia? ¿Compensan sus virtudes los inconvenientes que acarrea para la reputación de la sostenibilidad empresarial, tal golpeada por el greenwashing?

  

APÉNDICE: Mi colección de arte callejero de Florencia.


[1] Recordemos que el número “precio” se puede cambiar por división (stock split) del número de acciones en circulación.  Si el precio es un número muy alto la empresa puede dividir las acciones en dos y por cada una vieja le dan dos nuevas, a un precio de la mitad. El precio de Apple se ha dividido cinco veces, en tres veces en 2, una vez en 7 y una vez en 4. El precio actual de unos $180, sería de unos $40,000 si no se hubiera dividido.  Si Apple formara parte del Dow Jones (cotiza en el mercado tecnológico del NASDAQ) su peso se habría multiplicado por 224.

[2] El estudio El índice ético FTSE4Good Ibex como alternativa para la gestión pasiva de carteras de inversión en España hizo una comparación entre la composición y el valor agregado del IBEX 35 y el IBEX FTSE4Good.

[3] A finales del 2021,Telefónica redujo el número de consejeros de 17 a 15, en cargos ocupados por dos hombres con lo que el porcentaje de mujeres subió al 38%.

[4] Colonial no lista los primeros nombres en sus consejeros de allí que por su sitio no se puede conocer este porcentaje.

[5] Sin embargo, a comienzos del 2022, el nuevo gobierno de Alemania considera retirar el veto que tenía a la imposición de la cuota. Afectaría a unas 5000 empresas de las mayores en Europa.

[6] El estudio mencionado arriba concluyó que la correlación entre aquellos dos índices era del 0,99 sobre el período analizado.