El capitalismo es la
extravagante idea de que los hombres más malvados
harán las cosas más
retorcidas para el mayor bienestar de todos.
John Maynard Keynes,
economista, 1883-1946
En la Primera
Parte de este artículo comentábamos algunas críticas que se hacen sobre las consecuencias
negativas del capitalismo, criticas basadas mayormente en la actuación de las
empresas. Alegábamos que no todo es
culpa de la irresponsabilidad de algunas empresas, que también otros actores,
en particular los gobiernos, contribuyen al problema. En esta Segunda Parte analizamos en más detalle qué se entiende por capitalismo y libre
mercado y porque se dice que no funciona.
Incluimos un análisis balanceado de las ventajas y desventajas del
sistema económico basado en el capitalismo y el libre mercado, bajo qué
condiciones puede o no lograr el objetivo de mejoramiento de las condiciones de
vida de la sociedad, cuando funciona y cuándo es necesario hacer correcciones y
cuándo sencillamente no es el adecuado.
Hoy en día todos
los ciudadanos están expuestos a decenas de medios de comunicación, y se ha
demostrado que cada vez más los seleccionan de acuerdo a sus prejuicios,
seleccionan aquellos que les dicen lo que quieren leer o escuchar, que
corroboran sus puntos de vista. Por otra
parte, ante la competencia en la vida cotidiana se hace cada vez más necesaria
la especialización, la concentración en pocas áreas del conocimiento. Nos estamos volviendo monotemáticos. Estos
dos factores, la selectividad en la información y la especialización están
llevando a una segmentación creciente de la sociedad, en la que cada uno
profundiza y dogmatiza sus opiniones, sin querer enterarse de otras opiniones o
versiones de un hecho o idea lo que hace más difícil encontrar elementos de
consenso para trabajar juntos por una causa común. Para mejorar los sistemas económicos es clave considerar los diferentes puntos
de vista para lograr un diálogo constructivo.
Este es el objetivo de esta serie de artículos. [i]
Capitalismo y libre mercado.
Muchos piensan que están pensando cuando en realidad lo que están
haciendo es reordenar sus prejuicios.
Ed Murrow, periodista 1908-1965.
En la
conversación cotidiana, no rigurosa, se observa gran confusión en cuanto al funcionamiento del capitalismo, mayormente
basado en prejuicios, en falta de conocimiento y, en algunos casos especiales, para demonizarlo. También se observa confusión con un término que se usa
intercambiablemente, el libre mercado, que tiene connotaciones diferentes, que
eleva aún más la confusión en el uso cotidiano de ambos términos. Se caracteriza al capitalismo, muchas veces
sin entender las implicaciones, como un sistema “salvaje”, se da por descontado
que la operatoria del libre mercado es la causa de la pobreza y la desigualdad
social. El capitalismo y el libre mercado hacen importantes contribuciones al
bienestar de la sociedad, pero también, dependiendo del entorno en que operan,
pueden tener consecuencias altamente negativas para este bienestar.
¿Qué es un sistema capitalista? Los aspectos más importantes del funcionamiento
de la economía basada en este sistema son el reconocimiento de la propiedad privada, el control privado de los
medios de producción y la acumulación de capital, con los intercambios entre
los diferentes actores efectuados en un mercado abierto a todos. En un sistema capitalista puro al gobierno
solo se le asignan las funciones de seguridad nacional, justicia y relaciones
internacionales. Por el contrario, en el
otro extremo, en el comunismo puro, es el gobierno quien posee y controla el
capital, los medios de producción y los mercados. Ambos extremos no existen en la práctica (lo
más parecido a un extremo es el caso de Cuba). Todos los sistemas económicos tienen algún elemento de ambos extremos y
las variantes suelen concentrarse en la mayor o menor intensidad de la
intervención de los gobiernos en la posesión y control de los medios de
producción y de la libertad de los mercados. China, país comunista, tiene muchos mercados
que operan con las características del capitalismo y que son responsables de la
dramática reducción de los niveles de pobreza (pero a costa del deterioro de
las condiciones de vida y del medio ambiente).
EE.UU., país considerado modelo capitalista, tiene intervenciones del
gobierno en la operación y regulación de los mercados y en la provisión de
algunos bienes y servicios.
El hecho central más importante del libre mercado
es que no hay
transacciones a menos que ambas partes salgan
beneficiadas.
Milton Friedman,
economista, 1912-2006
¿Y qué es el libre mercado? El mercado en que se transan los bienes y servicios se dice libre si no existe la intervención de actores diferentes a los
que transan, en particular los gobiernos y se rige por la demanda y oferta de
bienes y servicios, lo que determina las condiciones de las transacciones
(precio, calidad, etc.). Cada uno va
al mercado (que no tiene que ser un lugar físico) y compra y vende a su
conveniencia. Los mercados libres son más
convenientes para todos si hay competencia entre los vendedores y compradores,
ya que ello estimula mejores precios, mejor calidad, mayor innovación, etc. Si
no hay competencia algunos se pueden aprovechar de otros y habrá ganadores y
perdedores. También los habrá si algunos
tienen información que los demás no
tienen, cuando los actores tienen información imperfecta o hay asimetría en la
información disponible entre vendedores y compradores (piense en la compra de
un coche usado).
Es conveniente aclarar también qué se entiende por
“mercados”. Hay mercados de bienes físicos, como los
supermercados, automóviles, restaurantes, riñones, personas (sí, queremos
provocar), etc. Hay mercados de bienes
financieros como las bolsas de valores y las instituciones financieras y de
seguros. Hay mercados de servicios, como
las empresas consultoras, los futbolistas, [ii] los
servicios de limpieza, corridas de toros, el alquiler de vientres para la
reproducción humana, la eutanasia, etc.
No podemos pretender ser exhaustivos, solo dar una idea de la gran prevalencia de los mercados para mostrar que no es
un concepto económico abstracto.
Algunos mercados son libres, otros no tanto, algunos son legítimos otros
no, algunos son inmorales, algunos son perversos y abusivos, algunos prestan un
valioso servicio a la sociedad, otros no (como comentamos más adelante). Pero son mercados que existen.
El capitalismo permite la acumulación de riqueza (no en sentido de ser rico, sino de recursos
para obtener bienes y servicios que se necesita para su disfrute) y el libre
mercado permite intercambios de esa riqueza. La competencia en el libre
mercado, con otros poseedores de bienes de producción, permite atemperar los
abusos naturales de quien tiene el poder de la propiedad de los recursos. Ninguno puede controlar el mercado totalmente
libre. El capitalismo y el libre mercado
se apoyan mutuamente, en condiciones ideales.
¿Tienen algo de bueno los sistemas capitalistas
basados en el libre mercado? Por las características mencionadas arriba estos esquemas remuneran el esfuerzo individual a
través de posibilidad de obtener propiedad en privado, de mejorar el bienestar
propio con la acumulación de capitales, de la posibilidad de vender y comprar
productos y servicios en un mercado que funciona (si es que funciona, lo que
discutiremos más adelante). La posibilidad de obtener beneficios en el
mercado es el incentivo que permite mejorar el bienestar, lo que estimula la
superación personal, el trabajo y la creatividad individual y la eficiencia e innovación
en las empresas. Inclusive permite poner al servicio de la sociedad los
talentos con que hemos sido dotados.
Pero si el sistema no funciona, o no funciona bien, estos beneficios se
ven limitados y se generan consecuencias negativas como comentamos a
continuación.
El vicio inherente en el capitalismo es la
desigualdad en la distribución de las bendiciones.
La virtud inherente en el socialismo es la
igualdad en la distribución de las miserias.
Winston Churchill, estadista, 1874-1965
¿Cuál debe ser el objetivo del sistema económico?
El objetivo debería ser el de facilitar las
transacciones (no todos tenemos todo lo que necesitamos para vivir) entre los
diferentes actores de tal manera que todos los actores salieran beneficiados,
que no hubiera perdedores como resultado de la operatoria. Esta es la clave para el diseño de la
operación del sistema económico. En teoría se pueden lograr en sistemas
puramente capitalistas o puramente comunistas.
Pero en la práctica ello no es posible con ninguno de los dos por las
imperfecciones en los mercados (información diferenciada, monopolios y
oligopolios), y por concentración de
poder en algunos de los actores que poseen los medios de producción y los
capitales, incompetencia de algunos actores, avaricia, egoísmo, etc. ya sean
individuos, gobiernos o empresas. Ninguno tiene el monopolio de estos
defectos.
Los puristas del
capitalismo y su operación a través de mercados libres reconocen que hay ganadores y perdedores, pero
suponen que los ganadores son los
que se aplican más, que están más capacitados, honestos, prudentes, eficientes,
frugales, disciplinados, responsables, que se lo merecen. Los perdedores son los que no tienen los
recursos necesarios (intelectuales, materiales, financieros). Y según los ganadores esta situación es culpa
suya, por dejadez, por perezosos, por incompetentes, por extravagantes, por
irresponsables, ineficientes, imprácticos, etc. Algunos llegan a alegar que es
porque son pecadores (opinión de la ultraderecha religiosa en muchos países) [iii]. Esta
visión absolutista prefiere ignorar la realidad de que no todas las personas
han sido dotadas con los mismos talentos, que no son iguales. Aunque lo
diga la Declaración de Derechos Humanos.
Sólo en la
situación totalmente utópica en que se comienza la operatoria del sistema
económico capitalista de libre mercado, en una sociedad donde todos sus
miembros comienzan a operar en el sistema con los mismos recursos y capacidades,
o sea si crea una economía desde cero, como en Utopía. La realidad es que el sistema opera ya en una situación preexistente de
desigualdad y este sistema económico, sin intervenciones externas, por
definición, produce y acentúa las desigualdades ya que favorece a los que
tienen capacidades y recursos y desfavorece a los que son deficientes en ellos.
Pero a efectos de
entender las virtudes y defectos del capitalismo y el libre mercado y paliar sus impactos negativos es necesario entender a qué se debe esta desigualdad, quién está
mal como consecuencia del sistema económico (como generalizan los detractores
del capitalismo), quién está mal como consecuencia de las circunstancias en que
le ha tocado vivir y quién está mal por irresponsable (como generalizan los
defensores del capitalismo). Este tema lo analizaremos en más detalle en la
Tercera Parte cuando consideremos la responsabilidad de los individuos.
Para muchas
sociedades esta situación de desequilibrios, que crea inestabilidad social, no es moralmente aceptable ni es sostenible
en el mediano y largo plazo. Ni
siquiera a los ganadores les conviene estar rodeados de perdedores, mientras mayor sea el nivel de bienestar de
la sociedad mayores son las posibilidades de progreso de los mismos ganadores. No son sólo los gobiernos los que deberían
preocuparse de las desigualdades, los ganadores tienen mucho que perder.
Esto lleva a, y
se debe mover hacia la limitación de perdedores y en algunos casos a controlar
las ganancias de los ganadores. Las imperfecciones de los mercados y el
potencial de abusos de las posiciones dominantes deben ser controlado y
gestionado. Para los que suelen
ganar estas intervenciones introducen “restricciones”, para los demás esto
introduce “correcciones” y los más extremistas no quieren enfoques graduales,
abogan por revoluciones. Lo crucial para la gestión del sistema
económico es encontrar el balance entre restricciones y correcciones, para
aprovechar lo mejor del sistema capitalista de libre mercado y controlar y
gestionar lo malo. Y este balance es el
eterno debate entre los partidos políticos.
En ningún caso se puede lograr el ideal de que todos los miembros de la
sociedad estén igual o mejor con la operatoria del sistema económico, que no
haya perdedores. Pero puede haber mejor balance.
¿Cómo? Esto es lo que tratamos a
continuación.
¿Qué se quiere decir con que “el capitalismo no funciona”?
Las expresiones de que “el capitalismo no
funciona” o es “salvaje” son generalizaciones facilistas, que aunque tienen algo de verdad suelen
ser exageraciones que perturban el diálogo constructivo que es necesario para
lograr el balance que mencionábamos arriba.
Algunos utilizan términos derogatorios como neoliberales, anarco-capitalistas
o turbo-capitalistas. Los promotores de
estas generalizaciones no suelen analizar qué es capitalismo, qué es lo que no
funciona, qué lo lleva (si lo lleva) al salvajismo y en todo caso, de quién es la culpa si no funciona de
acuerdo a los intereses de la sociedad en su agregado y que se puede hacer al
respecto. La discusión de la Primera Parte de este artículo es un buen ejemplo de
que las generalizaciones no son constructivas.
Después del
análisis precedente, muy somero, de lo que es el capitalismo y el libre mercado
se puede concluir que el sistema económico basado en estos principios tiene sus
propias semillas para “no funcionar” o sea para
no lograr el objetivo de que toda la sociedad este igual o mejor. Pero es en base al análisis de los problemas
potenciales y reales, y no en base a
dogmatismos, que se pueden hacer propuestas para aprovechar lo bueno y
minimizar lo malo. ¿Hay que descartar el sistema o hay que mejorarlo?
¿Son el capitalismo y el libre mercado morales?
El sistema
económico basado en el capitalismo y el libre mercado descansan en la mejora en
la asignación lo más eficiente posible de los recursos, a través de su
propiedad y su transacción en los mercados. [iv] La mayoría de los economistas sostienen que
la economía es amoral, ni moral ni inmoral, la moralidad no entra, esto es
problema de la política, de la filosofía, de la religión. Su
tarea es la asignación eficiente, en términos económicos, de los recursos. Los
mercados no dicen nada sobre la equidad, justicia, moralidad, ética, etc. en
esa asignación de recursos.
Si hay demanda
por productos irresponsables (tabaco, pornografía, drogas, armas, tráfico de personas,
etc.) es responsabilidad del mercado suplir la oferta de la manera más
eficiente posible. Si hay exceso de
oferta de mano de obra no calificada, el mercado la puede absorber a los bajos
precios y condiciones laborales adversas que copen la demanda. No es preocupación del libre mercado si estos
sueldos y condiciones son dignas, si no permiten cubrir las necesidades básicas
de la persona. Hay un mercado para el
alquiler de vientres, lo que para algunos es inmoral pero que para otros es
perfectamente ético si se asegura el bienestar de todas las partes (este
mercado permite tener hijos a quien no pueden tenerlos por la vía tradicional).
[v] Y aquí
están gran parte de los problemas que se le atribuyen al capitalismo y al libre
mercado.
Hoy en día las personas conocen el precio de todo
y el valor de nada.
Oscar Wilde,
escritor, 1854-1900.
Pero el mercado no tiene valores. Y
ante las constantes críticas son los defensores del capitalismo y del libre
mercado puro los más fervientes promotores de la moralidad de estos mercados, y
de su superioridad sobre, por ejemplo, las intervenciones del gobierno y la
asunción de responsabilidad social de las empresas, lo que tildan de interferencias
sobre el libre albedrío, de favorecer a algunos sobre otros (por ejemplo, a los
empleados sobre los accionistas, a los incompetentes sobre los emprendedores) y
de asignar ineficientemente los recursos a quienes no los saben usar mejor. [vi] [vii]
Homus economicus versus Ser humano
El sistema
económico basado en el capitalismo y el libre mercado descansa su premisa de
eficiencia en que los actores son “homus económicus”,
seres que actúan de forma racional, que prefieren más riqueza a menos, que todo
se puede traducir a términos monetarios y por ende este criterio es el que
priva en sus decisiones. Esto puede ser válido
en algunos casos, pero es una gran simplificación
sobre la naturaleza del ser humano que se ha ido haciendo, sobre todo por
los economistas, para poder modelar su comportamiento y predecir sus decisiones. Un único criterio para la toma de decisiones,
monetario, de un ser racional es fácil de modelar. Múltiples criterios de un ser irracional es
imposible. Pero el ser humano no sólo,
si lo es, es un homus economicus, es además
una persona, un “homus solidarius”, “homus religiosus”, “homus justus”, “homus
emotionalis”, “homus eticus”, “homus moralis”, etc., [viii] en
mayor o menor grado, entre otras cosas más, y toma decisiones en los merados
con múltiples criterios (y a veces sin mucho criterio).
De allí que el capitalismo y el libre mercado no son
capaces de procesar todas las transacciones que son necesarias para la vida, si
bien pueden ser muy eficientes en algunos casos, no son el mecanismo adecuado
para muchos otros que requieren ya sea de mercados alternativos (gestionados
por los gobiernos, por ejemplo) o de la imposición de restricciones o mejoras
en funcionamiento del libre mercado donde puedan incorporarse otros criterios.
Hay muchas transacciones en las que una
de las partes sale perjudicado, a diferencia de lo que asevera Milton Friedman
en la cita al comienzo.
Entonces la
pregunta clave es ¿cómo introducimos criterios
de equidad, moralidad y justicia en las transacciones en los mercados? ¿Se
puede? En la Tercera Parte
analizaremos las responsabilidades de los diferentes actores para desarrollar
un capitalismo y un mercado que mejore el bienestar de la sociedad, introduciendo
estos criterios.
En resumen
El capitalismo y
el libre mercado tienen muchas virtudes y son la política e instrumentos
adecuados para promover la asignación económicamente
eficiente de recursos y proporcionar incentivos para el mejoramiento
personal y empresarial. Pero tienen dificultades en asegurar
transacciones equitativas, morales y justas.
Tienen dificultades en traducir ese mejoramiento personal y empresarial a
un mejoramiento de la sociedad como un todo por lo que, en muchos casos, es
necesario que su funcionamiento sea restringido y corregido, y de que existan
mercados alternativos, no libres donde se efectúen otras transacciones que producirían
muchos perdedores en un libre mercado (por ejemplo servicios de salud y
educación). Pero lo importante para el
bienestar de la sociedad es tomar lo bueno, corregir lo malo y suplementar los mercados.
Un excelente
resumen de esta discusión es la conclusión de Paul Krugman, economista
progresista, Nobel de Economía en el 2008, en su artículo Economía
y Moralidad publicado en el New York Times:
“Entonces, la economía no es una obra
moral; el orden económico y social que tenemos no es la representación de
algunos principios morales profundos.
Esto no quiere decir que ese orden debe ser derrocado: la persecución de
Utopía, de la justicia económica perfecta, se ha demostrado ser el camino al
infierno, en tanto que el capitalismo
del estado benefactor—una economía de mercado, con sus cantos ásperos
suavizados con una fuerte red de protección social--- ha producido las
sociedades más dignas conocidas” (énfasis añadido).
No es el capitalismo lo que es malo, no es el
libre mercado lo que es malo, es su utilización en casos en que no son
adecuados, es el comportamiento y la gestión, o falta de gestión, que de ellos
hacen las personas, empresas y gobiernos. ¿Qué pueden y deben hacer los diferentes actores
del sistema económico para asegurar el bienestar de la sociedad? En la Tercera Parte de este artículo
analizaremos las responsabilidades de los principales actores: empresas,
gobiernos, sociedad civil e individuos.
[i] Esta Segunda Parte había sido
completada antes de la publicación del artículo Sobre
el presente y el futuro del capitalismo global por Gonzalo Fernández Ortiz de Zárate, que
critica la Primera Parte, por ello no comentamos esa respuesta. El lector debería sacar sus propias
conclusiones leyendo las diferentes posiciones.
[ii] En estos mercados se pagan más de
100 millones de euros por traspasos y sueldos de más de 500.000 euros … a la
semana.
[iii] En una discusión con un miembro de
esta clase, para defender la sanidad totalmente privada, me llegó a decir que
los que enfermaban era culpa suya por no cuidarse.
[iv] Es oportuno recordar que la
economía es una disciplina cuyo estudio va mucho más allá del capitalismo y del
libre y mercado e incluye otros elementos como la economía del comportamiento,
la del bienestar y la de otros sistemas económicos.
[v] Para un análisis más exhaustivo de este
tipo de casos sobre la moralidad de los mercados ver mi reseña del libro: What Money
Can´t Buy: The Moral Limits of Markets. Michael J. Sandel, Farrar, Strauss and Giroux.
Nueva York, 2012).
[vi] Y más paradójicamente todavía, en
EE.UU. uno de los principales promotores capitalismo y libre mercados puros y de
la moralidad de estos es el Acton
Institute, dirigido
por un sacerdote católico (obviamente situado al otro extremo del Papa
Francisco, hay de todo en la viña del señor) que publican la revista Journal
of Markets and Morality.
[vii] Según un exprofesor y mentor del Papa
Francisco, Padre Juan Carlos Scannone, el Papa no es anticapitalista: “…no critica la economía del mercado sino el
fetichismo del dinero y del libre mercado…Una
cosa es la economía del mercado y otra cosa es la hegemonía del capital sobre
la persona.”. Cuando era el
Cardenal Bergoglio, el Papa también dijo que
“Si pensar que el capital es necesario para
construir fábricas, escuelas, hospitales, iglesias tal vez yo sea capitalista.” Y no es que el Papa sea infalible en cuestiones terrenales.
[viii] Que me perdone el lector si estos
nombres no existen, son libertad de autor para ilustrar al argumento.