El 9 de
septiembre del 2024 se publicó el informe The Future of European Competitiveness,
en el que se presenta un exhaustivo análisis del retraso en la competitividad
en los países europeos, poniéndola en el contexto de la competencia con otros
países como EE.UU. y China. Tiene como objetivo proponer una serie de medidas
para estimular esa competitividad de la Unión Europea. Contiene una sección
dedicada a la sostenibilidad empresarial.
El objetivo de
este artículo se limita al análisis del contenido del informe directamentre relacionado
con la regulación de la sostenibilidad empresarial,
lo que es posiblemente menos de un 5% de un informe que prácticamente cubre el
universo de las actividades económicas (nuestra parte III).
Pero, siendo que
buena parte del énfasis del informe se refiere al efecto que la simplificación regulatoria
y administrativa tiene sobre la competitividad, antes haremos una comparación
de la filosofía regulatoria de EE. UU. con la de Europa (parte I), sobre la
cual basa buena parte de sus argumentos, y una breve digresión sobre los potenciales
conflictos entre competitividad y sostenibilidad, no solo con su regulación
(parte II).
I.
Europa versus EE. UU.
En el comienzo de
la Sección 2, capítulo 5, tercera parte, Simplifying rules (pags 317-326)
de la Parte B, que es donde se concentra la discusión sobre el impacto de las
regulaciones sobre la competitividad, dice:
El exceso en la carga regulatoria y administrativa
puede entorpecer la competitividad de las empresas de la Unión Europea en comparación
con otros bloques. Afecta negativamente la productividad sectorial, por ejemplo,
aumentando los costos operativos e imponiendo barreras a la entrada de nuevas empresas,
desalentando la competencia.
Y lo justifica
con una comparación del “excesivo” nivel regulatorio europeo con el “liviano” de
EE. UU., que consideran como un modelo (en este país los políticos de derecha
se quejan de excesos de regulación), y con algunos estudios internacionales
comparativos sobre el impacto de las regulaciones sobre la competitividad y la
facilidad de hacer negocios. Europa sale mal parada de la comparación con
EE.U.. y con algunos otros países, incluyendo China, que tiene una mínima regulación
del comportamiento empresarial.
No es que lo
que dice la cita sea incorrecto, es que no destaca el contexto, la necesidad y el valor positivo de algunas
regulaciones para mejorar la calidad de vida e impedir abusos, o que la falta
de regulación apropiada puede conducir a daños a la sociedad.
Europa no es ni cultural, ni políticamente, EE. UU., y mucho menos China, Es un grupo de
países heterogéneo, pero que siempre han tenido una
mayor conciencia social, una
mayor sensibilidad, una mayor solidaridad personal. No es “cada uno por su cuenta”,
como es la cultura de EE. UU., en Europa tienen una mayor tradición de preocupación
por los problemas sociales y ambientales, mayor atención a las clases menos
favorecidas. Y no es cuestión de gobiernos de izquierda, de centro o de
derecha, en general los países europeos son más conscientes de sus responsabilidades
ante la sociedad y el medio ambiente, sobre todo si se comparan con EE. UU.
Es posible que
EE. UU. se haya ido hacia un extremo y Europa hacia otro y puede ser necesario
en ambos casos moverse un poco más hacia el centro, un mejor
balance entre libertad de acción e interés común. Que se estimule más la iniciativa propia,
el emprendiento, en Europa, que podría llevar a mayor innovación (¡el informe menciona
la palabra 505 veces, en 400 páginas!) y competitividad, y por otra parte mejorar
la solidaridad social en EE. UU, que podría llevar a una menor desigualdad y
una mejor atención a la sociedad y el planeta.
Por ejemplo, en
Europa los subsidios y las ayudas personales y empresariales se suelen considerar
derechos, sin incorporar muchas veces su
impacto fiscal o las distorsiones que causan a la actividad económica. Son un instrumento
político. En EE. UU. se suelen considerar anatema,
en este caso sin considerar el posible efecto sobre el mejoramiento de la calidad
de vida y la necesidad de cubrir distorsiones históricas. En el primer caso
se considera necesario para estimular comportamientos y compensar brechas y
deficiencias, en el segundo se considera que atentan contra la iniciativa y la
innovación.
El informe,
siendo dirigido a las instituciones y gobiernos de la Unión Europea, es dirigiste,
descasa mucho en las acciones que estos deben tomar y poco en la iniciativa individual
y empresarial para lo que se deberían mejorar las condiciones para que esas
iniciativas sean posibles y rindan frutos, considerando todo el ecosistema (conocimiento,
infraestructura, finanzas, gestión, etc.), no solo vía la eliminación de regulaciones.
[i]
La clave de la
cita anterior está en la palabra “excesiva”. ¿Cuándo es una regulación excesiva para los
afectados? Para los
empresarios casi todas son excesivas, para muchos sectores de la sociedad son
insuficientes. Corresponde a los gobernantes, que supuestamente
representan a ambas partes, encontrar el balance justo, pero muchas veces los
gobernantes tienen sus propios intereses y los funcionarios encargados de producirlas
tienen incentivos perversos y pecan de exceso de ambición., gran aversión a los
errores de omisión, y poco interés en los errores de comisión.[ii] Y
esto es clave para el balance entre la promoción de la competitividad y la regulación
de la sostenibilidad.
Y pretender usar
a EE. UU. como modelo de regulación/desregulación, no es muy buen augurio para
el avance de la sostenibilidad empresarial en Europa.[iii]
II.
Competitividad vs. regulación.
Competitividad
es casi una palabra mágica, ¿quién se puede oponer a estimular la productividad,
el crecimiento económico, más beneficios para las empresas, y más empleo. Aunque sobre el empleo suele tener un impacto
muy desigual, con perdedores y ganadores, sin compensaciones de unos a otros (esto
ha sido el objeto de las expresadas oposiciones al informe por parte de
sindicatos y organizaciones de la sociedad civil). Y sobre la desigualdad
de estos impactos viene a la mente la reciente oposición generalizada a la globalización,
que en el agregado debería rendir beneficios netos, pero con los costos para algunos
segmentos de la población y beneficios para otros.
Y, además, la promoción
de la competitividad es políticamente atractiva porque tiene el potencial de estimular el crecimiento
económico y obviamente atractiva a los que se benefician, por lo que se
destacan los beneficios y se minimizan o ignoran los costos. De allí el gran apoyo que el informe ha recibido
por parte del sector empresarial, de asociaciones gremiales y de inversionistas.
Hay múltiples
maneras de mejorar la competitividad de empresas y países, pero en general es
sinónimo de mejora de beneficios, ya sea por mejoras en los ingresos o reducción
de costos. Y estos últimos suelen estar asociados con mejoras en eficiencia,
algunas con impacto operativo, vía reducción del consumo de insumos, lo que
pueden tener un impacto positivo en el medio ambiente, pero otras con impacto social
negativo, como la reducción del empleo o la eliminación de regulaciones que implican
costos que se pueden trasladar de la empresa a la sociedad (regulaciones ambientales
o de salud, por ejemplo).
Las maneras más comunes
y posiblemente efectivas para la mejora de ingresos y reducción de costos son
la mejor utilización de los recursos disponibles, de la utilización de sinergias
en general y de las tecnologías en particular. Pero muchas veces también se ataca
vía la eliminación de “restricciones”, que suelen ser las de mayor impacto
en el corto plazo y de menor costo tangible.
Fruta madura. Sin embargo, en el análisis de la reducción de las regulaciones
se suelen ver claramente los beneficios netos, tangibles, sobre todo en el
corto plazo, pero no los costos, muchas veces intangibles y en el largo
plazo.
Los beneficios
tienen beneficiarios identificados, que abogan por ellos, pero los costos
pueden ser más difusos, con perjudicados generales, que tienen menos capacidad de
cabildeo. La eliminación de restricciones “paga dividendos”, aunque sean
efímeros. Pero no se deben privatizar los beneficios y socializar los costos.
Hay que recordar que
esta eliminación de restricciones puede tener costos invisibles en la forma
de creación de incertidumbres sobre cuáles son y serán las regulaciones,
además de que las empresa tienen ya inversiones en el cumplimiento del esquema actual
de regulación. Y la competitividad del sector privado depende en gran medida de
la existencia de reglas de operación estables y conocidas, no solamente de
pocas.
De allí que el
balance entre competitividad y regulación de la actividad económica es crítico. Sin duda que hay que regular lo regulable
que tiene mayor potencial de hacer daño, pero hay que ser lo más preciso y
enfocado que se pueda. Hay que recordar que las regulaciones tienden a ser diseñadas
para los casos, entidades y personas con peor comportamiento, con lo que se
suelen poner restricciones no justificadas para los buenos, pagan justos por
pecadores, con la consecuente pérdida para la sociedad. No se debe utilizar
un cañón para matar una mosca.
En este sentido
el informe enfatiza mucho la diferenciación de las regulaciones entre las
grandes empresas, que pueden tener recursos gerenciales y financieros para
gestionarlas y las pequeñas y medianas, que constituyen más del 99% de las empresas
en Europa, para las que las regulaciones tienen un mayor impacto. Este es el
caso de las regulaciones sobre sostenibilidad que comentamos más adelante.
III.
El futuro de la competitividad europea: El informe Draghi [iv]
a.
El informe
El informe The
Future of European Competitiveness, conocido como informe Draghi, por su líder,
expresidente del Banco Central Europeo y ex primer ministro de Italia, consta
de dos partes Part A competitiveness strategy for Europe (69 páginas), donde se presenta un amplio resumen del análisis y recomendaciones
para mejorar la competitividad, que son analizadas en detalle en la Part B: In-depth analysis and
recommendations (328
páginas), para 10 sectores de actividad y cinco temas transversales.
El informe gira alrededor
de la mejora de la competitividad de las economías europeas, en tres grandes
áreas: innovación, incluyendo el desarrollo del capital humano, la competitividad
de la descarbonización y la seguridad y reducción de dependencias.
En los temas transversales,
en la reducción del “exceso” de regulación, aborda la información sobre la sostenibilidad
y la responsabilidad empresarial en algunos aspectos.
Según el periódico,
The Economist, con su humor inglés, el informe es un ladrido producido
por el oficioso tecnócrata jefe de la Unión Europea, y la imagen que
ilustra el artículo hace pensar en un arbolito de navidad europeo (implícitamente,
que hay algo para todos) (Puede
algo resucitar las economías europeas). Me recuerda las 169 metas de los
Objetivos de Desarrollo Sostenible, también producido por un extenso grupo de
trabajo (centenares de personas), tratando de complacer a todos. Con esto no queremos decir que el informe no
es realista, sino que es tan ambicioso que corre el riesgo de perder
efectividad, o como también dice The Economist, de que se seleccione
lo más fácil, o lo que a los políticos (o burócratas) les convenga.
De cualquier manera,
es un tratado de como promover la competitividad, pero como comentaremos
en el caso de la sostenibilidad, no ha analizado en detalle los costos,
factibilidad política y técnica de la implementación y consecuencias potencialmente
negativas de algunas ideas. Eso ya
lo harán los responsables de la implementación y no faltarán detractores. El
informe cumple con su mandato de ofrecer recomendaciones razonadas y razonables.
b.
Regulación de la sostenibilidad empresarial:[v]
Lo malo.
En lo que refiere
a la regulación de la sostenibilidad empresarial, se concentres en tres
regulaciones, (1) la de reporte y diligencia debida, (2) la de protección de
datos y, (3) la de desechos y empaques.
Para nuestros
propósitos solo consideremos la primera parte, que en el informe cubre los estándares
de reporte, European Sustainability Reporting Standards, ESRS, la producción
de los reportes, Corporate Sustaianbility Reporting Directive, CSRD, la normativa sobre a consideración de algunos
aspectos de responsabilidad empresarial, la Corporate Sustianability Due
Dilligence Directive, CSDDD, la Taxonomía verde y la Sustainable Finance
Disclosure Regulation, SFDR;
Las considera
como “una importante carga regulatoria, magnificada
por la carencia de guías que faciliten la aplicación de complejas reglas, y de clarificaciones
sobre las interacciones entre las diferentes regulaciones”.
No hace análisis
de estas regulaciones, se limita pedir la “posposición
de las iniciativas que sean encontradas problemáticas desde un punto de
vista de la competitividad e innovación o que tengan un impacto
desproporcionado sobre las PyME” y “considerar la introducción de
medidas mitigatorias”.
Pone como ejemplo
que han estimado que las regulaciones sobre reporte de la sostenibilidad añaden
costos anuales que van desde 150 000 euros para las empresas en manos privadas,
a más de un millón de euros para las que cotizan en bolsas.
Lo malo de
esto es el sesgo que tienen al considerar los costos de las regulaciones sobre
las empresas, pero ignorar los beneficios y daños evitados que ellas puedan
tener sobre la sociedad y el planeta. Refleja la prioridad de la competitividad
sobre la sostenibilidad. Pero no es cuestión
de prioridad, es cuestión de balance.
Y lo otro malo, es que un extenso informe de esta naturaleza,
con la reputación que su director tiene en los países europeos (recordemos que
fue el “salvador del euro”), empoderará a los enemigos de las regulaciones en
general y de la sostenibilidad en particular, que suelen ya ser poderosos,
frente a los promotores de la responsabilidad ante la sociedad, que no lo suelen
ser tanto.
Como concesión a los
que alegan que las reglas han impuesto cargas a las empresas y costos a los consumidores,
es que, en paralelo al informe, y presumiblemente adelantándose a su
publicación, se ha cambiado el énfasis en la estrategia implícita y en el nombramiento
de los nuevos comisionarios de la Comisión Europea, de “Pacto Verde” a “una transición limpia, justa y competitiva”, no
solo limpia. [vi]
c.
Regulación de la sostenibilidad empresarial: Lo bueno
En otras partes
del informe aparecen aspectos favorables a la sostenibilidad empresarial y ambiental
(como si las partes fueran escritas por diferentes subgrupos de trabajo):
· Compras responsables: A la posibilidad ya existente de permitir
la inclusión de consideraciones ambientes y sociales en la evaluación de las
adquisiciones públicas, pide incluir además la durabilidad, facilidades de
reparación y mantenimiento, acceso a servicios y la huella de carbono y de otras
externalidades valoradas sobre el ciclo de vida.
· Pequeñas y medianas empresas:
o
Incluirlas
en la taxonomía verde para aprovechas oportunidades de participar en negocios relacionados,
pero facilitando su participación con simplificación de requerimientos y con apoyos
tecnológicos.
o
Simplificar
los estándares y las directivas de reporte y de diligencia debida para
adaptarlas a las capacidades de las PyME.
o
Implementar
la anunciada reducción del 25% en el costo de las obligaciones de reporte para
las PyME y comprometerse a llevarlo a no menos del 50%. (el 19 de septiembre EFRAG, la institución responsable de preparar los estándares de reporte, produjo las guías para las PyME, tanto para las que cotizan en bolsa como las voluntarias para las demás).
· Descarbonización: El tema es objeto de una amplia cobertura
(la palabra es mencionada 97 veces), ya que es un aspecto de gran prioridad,
sobre todo en el seno de Comisión Europea y para algunos países. El análisis y
las recomendaciones giran alrededor de la reducción de las emisiones, del
estímulo a la competitividad de las industrias intensivas en consumo de energía,
la seguridad energética, la producción de energías limpias y la competitividad mundial
en estas tecnologías.
· Educación: Recomienda el desarrollo de destrezas para la
transición verde, por ejemplo, introducir estas destrezas en varias asignaturas
como ciencias, geografía, matemáticas, economía y tecnología, integrando la sostenibilidad como núcleo del currículo (¡lo
mejor del informe!).
IV.
En resumen
Lo peor: El empoderamiento
que dará a los enemigos de la sostenibilidad para reducir las acciones y la transparencia
y confiabilidad de la información. [vii]
Lo mejor: La recomendación
de integrar la sostenibilidad en las asignaturas y que forme parte del núcleo
del currículo de enseñanza.
Lo malo: Es que lo peor será efectivo
y lo mejor pasará desapercibido.
En cuanto al
resto del informe, si bien es cierto que la competitividad cubre todos los
aspectos de la actividad económica, que debe encararse desde múltiples frentes y
no es fácil enfocarse, hubiera sido deseable alguna priorización, en términos
de impacto, algún esquema de implementación. Es imposible que se pueda hacer de
todo. Todo parece igual de importante, por lo que deja la puerta abierta
para que los políticos y burócratas de la Comisión seleccionen aquellos aspectos
que sean más convenientes a sus intereses, no siempre coincidentes con los de
la sociedad.
De cualquier manera,
puede ser una valiosa contribución a la mejora de la competitividad de los países
de la Unión Europea, esperando que los beneficios, y no solo los costos, se
puedan compartir con la sociedad.
La clave está en el balance: la competitividad no debería lograrse a
expensas de la sostenibilidad.
[i] En este sentido tiene la misma
omisión que los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS. Ver mi recomendación
(utópica) de añadir un objetivo en aquel sentido: ¿Falta algún Objetivo de Desarrollo Sostenible?
(Objetivo 18: Promover el desarrollo de un clima de negocios conducente
a la operación de las empresas para que puedan contribuir al logro de los 17
objetivos precedentes)
[iv] Con ese nombre será conocido el
informe. Mi experiencia en haber participado
en dos estos informes sobre estrategias multinacionales (financiamiento y mejora
de los servicios de agua potable en países en vías de desarrollo), es que el informe
ha sido producido por amplio grupo de trabajo, con expertos en los diferentes aspectos,
escrito por algunos redactores y con algunas reuniones, la dirección y la aprobación
final por parte del Sr. Draghi. El que aparece
como “autor”, solo suele firmar. Esto no es para menospreciar su valiosísima contribución
en la dirección estratégica y táctica, y en la credibilidad del informe,
es para ilustrar el proceso y apreciar su contexto y complejidad.
[v] La palabra sostenibilidad (en el
sentido de comportamiento empresarial y medio ambiente) aparece solo una vez en
la Parte A, pero 36 veces en la Parte B.
La palabra greenwashing no aparece ni una sola vez en las 400 páginas.
[vi] La nueva Comisión Europea,
propuesta al Parlamento el 17 de septiembre ha elevado y ampliado la cobertura
de estos temas, con una vicepresidencia ejecutiva de Transición Limpia,
Justa y Competitiva y además Comisaria de Competencia, bajo la española
Teresa Ribera, y dos comisari@s, una para Medioambiente, Agua y Economía Circular y el otro para Clima, Emisiones
Cero y Crecimiento Limpio (irónico que la comisaria de competencia es
de izquierdas y los de medio ambiente de derechas).
[vii] Es de notar que la nueva Comisión
Europea ha propuesto un Comisario de Implementación y Simplificación.