- · Con el activismo reciente de algunos CEO prominentes el 42% de los estadounidense promedio dice que está al tanto de ese activismo. El 38% lo percibe favorablemente, contra un 25% que lo percibe de forma negativa.
- El 48% opina que ese activismo influencia la política pública sobre los temas del activismo (no se expresa juicio de valor sobre esta influencia).
- · En términos de preferencias políticas, los demócratas tienden a verlo mas favorablemente que los republicanos, quizás porque la mayoría de los temas del activismo, sociales y ambientales, son mas cercanos a la ideología de centro izquierda.
- · El 46% cree que el activismo de los CEO irá en aumento y el 27% que permanecerá estable. Solo el 13% cree que disminuirá.
- · Pero hay una división sobre si es responsabilidad del CEO hacerlo: el 39% opina que es su responsabilidad ser activista en tanto que el 42% opina que no. Todavía no se perciben como líderes de opinión.
- · El 48% opina que las empresas deben tomar posiciones públicamente, pero el 52% opina que deben hacer es dedicarse a sus negocios. En cuanto a preferencias políticas hay una diferencia notable en cuanto a tomar posiciones, entre los que identifican como demócratas (64%) y los republicanos (32%).
- · El 89% cree que el activismo conlleva riesgos, en tanto que el 61% creen que quedarse callado conlleva riesgos, aunque estos son naturalezas diferentes (respuestas múltiples). El activismo es percibido como arriesgado en términos de críticas de los clientes (60%, las redes sociales (59%) y los empleados (51%), que puede tener consecuencias financieras negativas (57%) y boicots a la empresa (51%). Los que creen que el quedarse callado tiene riesgos, aunque menores. Los porcentajes sobre estos riesgos son 30%, 35%, 29%, 22%, 20%, respectivamente. La percepción es que es potencialmente más contraproducente hablar que quedarse callado.
- · Sobre los temas que debería tocar el activismo, los más destacados son el empleo y desarrollo profesional (80%), paridad de remuneraciones (79%), acoso sexual (71%), privacidad (70%), salud (69%), y licencias parentales (59%). El tema de inmigración solo recibe el 38%. Todos los temas encuestados son de carácter social, a excepción de uno medioambiental, el cambio climático, donde solo el 39% cree que los CEO deberían expresar opinión. Esto puede reflejar la controversia en EE.UU. sobre el tema, a diferencia de Europa, por ejemplo, donde hay mucho más consenso sobre la realidad y sus causas. Los temas considerados prioritarios se refieren a actividades bajo el control de las empresas mismas.
- · El 77% cree que los CEO deben opinar públicamente cuando los valores de la empresa son atacados. Las mujeres lo piden más que los hombres 81% vs. 74%.
- · De los que son conscientes de que el CEO ha tomado alguna posición, el 64% dice haber tomado alguna acción en consecuencia, pero solo el 38% dice que ha decidido no adquirir de la empresa. Las demás acciones son de poco impacto directo.
- · Y el impacto sobre la lealtad de los empleados es positivo (31%) y negativo (23%) ya que las opiniones del CEO no necesariamente coinciden con las suyas. Son pocos los temas en los cuales hay consenso amplio entre las personas, aunque para los que los defienden les pueda parecer obvio.
- · Pero si el consumidor está de acuerdo con los temas que defiende el CEO aumenta la probabilidad de favorecer los productos o servicios de la empresa. El 46% dice que lo haría. Pero aun estando de acuerdo con la posición del CEO no garantiza el favor del consumidor.
domingo, 29 de julio de 2018
Activismo de líderes empresariales. Cuarta parte: En EE.UU.
En meses pasados
publicamos un artículo analizando el activismo de los CEO en tres partes, Activismo
de líderes empresariales. Primera Parte: ¿Deben opinar?, Segunda
Parte: ¿Cómo ser activista?, Tercera
Parte: En España y América Latina. En esta cuarta parte
analizamos los resultados de una encuesta en EE.UU.
En mayo del 2018 la
empresa de consultoría Weber Shandwick llevo a cabo su tercera encuesta anual sobre
el tema entre el público en general (unas 1000 personas) en EE.UU. cuyos resultados
fueron publicados en CEO
Activism in 2018: The Purposeful CEO. Si bien los resultados son específicos para
ese país contienen algunas observaciones
que pueden ser de interés en otros países, sobre todo teniendo en cuenta el
liderazgo de los CEO (Presidentes, Consejeros Delegados) de ese país en el
activismo social y ambiental. Todos los
resultados de esta edición son significativamente más favorables al activismo que
los de años anteriores. Comentamos los más destacados:
De esta encuesta
podemos sacar algunas conclusiones. Si bien las expectativas y el apoyo de la
población al activismo del CEO van en aumento, está todavía lejos de ser algo
con un apoyo generalizado. Todavía son percibidos por muchos como
personas que deben atender los asuntos de sus empresas y no inmiscuirse en
temas que no las afectan directamente.
No son percibidos como que deben ser líderes de opinión. Las
posiciones tomadas no suelen ser de consenso universal por lo que si bien
pueden afectar positivamente a la empresa, también conllevan riesgos de las
reacciones de los que no están de acuerdo con las posiciones defendidas.
Claro está que esto varía por el tema en
discusión, lamentablemente la encuesta no los distingue y debe caer en generalizaciones. Pero aun en temas que muchos creemos que son
obvios, como por ejemplo la no discriminación por género, no hay consenso. Si bien es alentador ver que una gran mayoría
cree que los CEO deben opinar cuando los valores de la empresa son atacados, es
de suponer que las respuestas están
afectadas por la idea implícita que cada uno tiene de lo que son esos “valores”,
que pueden ser diferentes entre diferentes personas. Parece difícil reconocer que estás en contra
de los “valores”.
domingo, 22 de julio de 2018
¿Es un problema del idioma? Palabras sobre responsabilidad que echo de menos en español
Seguro que el
lector me dirá que las tenemos, que es un problema de mi ignorancia. Bienvenidas sean las sugerencias.
No soy experto en
las formas de expresión de las diferentes culturas. Pero siempre he creído que la presencia o ausencia de ciertas palabras
y expresiones en un idioma es reflejo o se refleja en el comportamiento de la
población que lo usa. He hecho algo
de investigación sobre esto y he encontrado libros y documentos que lo avalan y
otros que dicen que no tiene nada que ver.
Para que nos
divirtamos un poco, listo las palabras en inglés cuya ausencia en el idioma
español me parece que influyen en el comportamiento de los que lo tenemos por
lengua materna. Si bien tenemos traducción de estas palabras, no reflejan su
verdadero significado en inglés o bien necesitamos usar varias palabras o caer
en una descripción de los términos para reflejarlo. ¿Por qué no las tenemos? ¿Porqué nuestro comportamiento no las necesita?
Y son palabras referentes a la gestión y por ende
relacionadas con la RSE,
tema de los artículos en mi blog.
Accountability: rendir cuentas y asumir responsabilidad por
ellas (descripción).
Enforcement: Aplicar las leyes o regulaciones con
consecuencias por su violación (descripción)
Engagement: Involucramiento, pero activamente, de ida y
vuelta, no sólo en una dirección (en español “involucramiento” es más monólogo
que diálogo).
Monitoring:
Seguimiento y control (dos palabras, aunque se usa ya en español)
Compliance: Función de hacer cumplir las disposiciones
aplicables (es más que simple cumplimiento). “Conformación” según la RAE es “colocación, distribución de las partes que forman un conjunto.”
Additionality: Contribución adicional (la palabra adicionalidad
no está en el diccionario de la RAE)
¿Quiere esto
decir que en español no tenemos accountability,
que somos responsables pero no tenemos que rendir cuentas de ello, que las
leyes no se enforcement, que solo se
cumplen o no pero sin consecuencias, que no hacemos engagement que solo involucramos o nos involucramos de manera
unilateral a las discusiones, que no hacemos monitoring, que hacemos seguimiento pero no control, o viceversa,
que no hacemos compliance, que no verificamos
el cumplimiento y que no tenemos additionality,
que no agregamos valor?
¿Tiene esto algo que ver con que nuestra cultura
en accountability, enforcemento,
engagement, monotring, compliance y additionality es más laxa, que tomamos
las cosas menos en serio?
Y dos palabras en
inglés con sentido muy distinto que en español tienen una sola palabra para
expresarlo (confusamente):
Soledad: Según el RAE es “carencia voluntaria
o involuntaria de compañía”. Pero es
muy diferente si es voluntaria o involuntaria.
En el primer caso en inglés es solitude y en el segundo es loneliness.
El primero es algo que buscamos para meditar, para encontrarnos a nosotros
mismos y el otro es soledad triste, aislamiento, que nos puede hacer mal al
espíritu.
¿Para los que
hablamos español, “la soledad” es algo bueno o algo malo?
No soy capaz de traducir
esta cita.
domingo, 15 de julio de 2018
¿Deben las empresas normales y corrientes preparar informes de sostenibilidad?
Uno de los mantras
mas comunes de la investigación es que no se deben gastar recursos en investigar
y demostrar lo que es obvio. En el tema de la sostenibilidad se promueve como
algo obvio: que todas las empresas deben
producir informes de sostenibilidad. Pero,
¿es esto obvio? Para los promotores, los
que derivan beneficios de ello, sean financieros, sean reputacionales, sean
emocionales, es obvio. En este artículo
analizamos bajo qué condiciones se pueden/deben preparar informes de sostenibilidad.
I.
¿Qué queremos decir por PyMEs y Empresas Normales y Corrientes, ENC?: Tamaño vs.
Impacto y capacidad
El término PyME,
como su nombre indica se refiere a tamaño,
pero la responsabilidad social de la empresa ante la sociedad es función del
impacto que tiene la empresa (a veces la llamaremos “sostenibilidad” para
usar menos palabras, aunque técnicamente no son sinónimos, ver Responsabilidad
Social, Sostenibilidad y Desarrollo Sostenible).
Y su puesta en práctica tiene
como principal condicionante la capacidad de la empresa de asumirla.
El elemento clave en la sostenibilidad es el
impacto pasado, presente y futuro que la empresa tiene y quiere tener sobre la
sociedad y el medio ambiente. Aunque estos impactos pueden estar relacionados con el tamaño de la
empresa, muchas veces no son proporcionales en magnitud ni en efecto. Hay
“grandes” empresas, por ejemplo, las grandes empresas de consultoría con miles
de empleados, que tienen relativamente pocos impactos ambientales (consumo de
recursos y emisiones por viajes) y sociales más allá de sus empleados. Su
principal responsabilidad es la del servicio que proporcionan. Y puede haber empresas de pequeño tamaño, por
ejemplo, una productora de baterías para vehículos con 50 empleados, que puede causar
graves daños a sus empleados y a las comunidades con su irresponsable manejo y disposición
de los ácidos.
Además de la
magnitud de los impactos hay que considerar la realidad en que opera la empresa, los recursos financieros y gerenciales de los que dispone para gestionar
estos impactos, sobre todo de los positivos que quiere tener, y la reacción
y necesidades de los stakeholders
claves. No debería haber discusión de
que los impactos negativos deben mitigarse en todos los casos, independientemente
del tamaño de la empresa, pero los impactos positivos que tiene y quiere tener
si son función de su capacidad.
De allí que la necesidad y/o obligación de
reportar sea una función de la magnitud de los impactos y de la capacidad
financiera y gerencial de la empresa, más que del tamaño mismo medido en los términos convencionales de
calificación de las PyMEs por el número de empleados y/o volumen de facturación
o de activos. Lamentablemente, para abreviar se usa un término genérico como el
de PyME para caracterizar un colectivo de gran diversidad en estos dos sentidos
de impacto y capacidad. Y aun en
términos de magnitud, para los efectos de sostenibilidad, no se pueden agrupar
empresas de 250 empleados con empresas de 10, que es el rango mas común de la
definición de la PyME (en EE.UU. la definición abarca hasta las de 500
empleados). [1] En esto es muy difícil generalizar por lo que
preferimos referirnos a impacto y
capacidad, en vez de tamaño. En este
artículo nos referiremos entonces al subconjunto de empresas, de cualquier
tamaño, que tengan impactos y capacidad financiera y gerencial limitadas, las que
llamaremos empresas normales y
corrientes, ENC. PyME puede querer decir cualquier cosa.
II.
Deben las ENC preparar informes (formales)
de sostenibilidad
El proceso de
preparación de información sobre sostenibilidad, en la definición de este
término mencionada arriba, tiene muchas
ventajas, pero también tiene costos.
Muchas veces es a través de este proceso que las empresas se dan cuenta
de lo que hacen y dejan de hacer por la sociedad y de lo que podrían
hacer. Al no tener un proceso
sistemático muchas veces nadie en la organización tiene una idea integral de
los impactos de la empresa. En un
artículo (Informes
de sostenibilidad: ¿Sirven para algo?) sobre este
proceso enumerábamos sus ventajas. Decíamos:
La preparación del informe exige y permite:
· Desarrollar la estrategia de sostenibilidad de la empresa;
· Determinar lo que es más importante y armonizar criterios;
· Definir las acciones que se deciden tomar o no tomar;
· Respaldar los esfuerzos de los comprometidos dentro de la empresa con
la sostenibilidad;
· Obtener apoyos y canalizar recursos hacia la sostenibilidad;
· Concientizar a los no comprometidos en el tema y vencer resistencias;
· Descubrir que la empresa tiene prácticas responsables y no lo sabía;
· Agrupar acciones dispersas, incompatibles, incoherentes, en acciones más
efectivas;
· Consolidar en un lugar lo que la empresa hace;
· Enterarse de quienes son sus stakeholders y a veces, solo a veces (¡qué pena!), consultarlos;
· Desarrollar sistemas de información y control internos a efectos de
recopilar informaciones para poder prepararlo;
· Informar a la empresa de lo que hace la empresa;
· Detectar fallas en la gestión y comunicación de la sostenibilidad y si
quieren, tomar medidas;
· Respaldar la estrategia de comunicación;
· Usarlo para “gestionar” la reputación (¡no todo es bueno!)
· ………y muchas otras cosas.
Que no es poco. Sin el esfuerzo
de preparar un informe de sostenibilidad la empresa no sabe lo que hace en el
tema, puede ir a la deriva, sin rumbo, con el oportunismo de que la acusamos.
Pero para las
empresas de menores impactos y capacidades, las ENC, la pregunta relevante es la intensidad y el rigor con que se puede/debe
llevar a cabo este proceso. Y sobre
todo si debe preparar un informe formal, como suelen recomendar muchos
consultores en el tema y hasta el Global
Reporting Initiative, GRI. Pero para aprovechar estas ventajas, es necesario
considerar qué, cómo y a quién se le debe
difundir esa información.
III.
¿Cómo deben ser los “informes” de sostenibilidad
de estas empresas? [2]
La respuesta debería
ser obvia……..pero no lo es para todos. Deben ser adecuados a las necesidades de
información de la misma empresa y de sus stakeholders,
en función de sus impactos y de sus capacidades. Esto que parece tan obvio es muchas veces
superado por la excitación de los responsables internos del tema que, por su naturaleza
y su función, tienden a ser muy entusiastas, aparte de pretender derivar algo
de poder del proceso. También influyen las presiones de consultores que tienen
un interés financiero en la extensión del proceso y en la preparación de
sofisticados informes formales, más allá de su utilidad para la empresa. Difícilmente
se hace un análisis, que por su naturaleza debe ser subjetivo, del costo
beneficio de preparar y diseminar la información. Se da por sentado que “es lo
que hay que hacer”.
Muchas veces se confunden los medios con los fines y se considera la producción del informe
de sostenibilidad como si fuera un fin: después de tanto esfuerzo, lo hemos
logrado, hemos terminado. Pero ese
informe es solamente un medio, un medio para que la empresa sepa qué hace y
qué puede hacer, un medio para lograr el fin de que los stakeholders más críticos lo sepan, que debe ser una parte de toda
una estrategia de sostenibilidad y su comunicación.
Para todas las empresas, pero con mayor razón para
las ENC, todo este proceso debe ser ágil, eficiente y muy enfocado.
Muchas ENC no tendrán ni la capacidad gerencial interna ni los recursos financieros
para contratar consultores para su producción, a partir de la materia prima,
que suele ser incompleta y deficiente, que produce la empresa, ni para preparar
extensos informes con fotografías y diseños profesionales. Pero ello no debe obstar para que no tengan
una estrategia de preparación para
aprovechar las ventajas mencionadas y
una de comunicación hecha a la medida para los stakeholders más críticos (lo que analizamos más adelante, juntamente
con las necesidades de información de cada grupo).
IV.
¿Cuáles son los stakeholders prioritarios y sus necesidades de información (quién y
qué)?: Materialidad
Las grandes
empresas suelen llevar a cabo costosos y sofisticados análisis de la materialidad, o sea la identificación de
los aspectos de la sostenibilidad que son más críticos para sus stakeholders más críticos y para la
misma empresa (ver Materialidad:
12 principios básicos y una metodología para la estrategia de RSE. Ia. y IIa.
Partes). Las ENC difícilmente disponen de los recursos para
hacer análisis formales de materialidad, pero afortunadamente no lo
necesitan. Su reducido impacto y
capacidad y su cercanía a sus stakeholders
les permite conocer, sin mucho esfuerzo, cuales son los que más importan y qué
les preocupa. Suele ser suficiente con
aglutinar las percepciones de los gerentes más relevantes de la empresa. No es de descartar que algunas quieran hacer
un análisis un poco mas formal, pero debe ser ágil, sin mucho costo.
De entrada, para
las ENC podemos eliminar a uno de los
stakeholders que más recursos informativos consumen: los accionistas y las
bolsas de valores, ya que en general no los tienen. Quedan los
dueños, que en las ENC suelen ser pocos y a veces concentrados en grupos
familiares y también ser parte de la gerencia. Estos tendrán más interés en la situación financiera,
que no suele conocerse hasta que se preparan los estados financieros (anuales o
semi anuales). Sobre los temas de sostenibilidad deberían estar más enterados
de forma cotidiana, por lo menos de las actividades filantrópicas (muchas veces
confundidas con sostenibilidad en las ENC).
Sin embargo, las actividades de sostenibilidad propiamente dicha suelen
estar más dispersas y puede ser necesario preparar un breve informe, consolidando
algunos de los informes parciales que se preparan para otros stakeholders, como comentamos a
continuación.
El segundo grupo de interés deben ser los
empleados, los cuales
deben tener siempre información sobre las políticas de gestión de recursos
humanos y los resultados de su aplicación (niveles de remuneración, de
beneficios, rotación, programas de desarrollo del capital humano,
distribuciones por género, aplicación del código de conducta, si se tiene,
estructura de gobernanza corporativa, etc.). Esto debería estar disponible en el
sitio web de la empresa, y si no lo tiene, diseminarse a a través de boletines
periódicos, reuniones de información, correos electrónicos etc.
Si la empresa
tiene impacto ambiental y social en la comunidad,
o si sus empleados y/o clientes se preocupan del tema, debería producir
breves informes sobre la filantropía y su contribución a la calidad de vida y
al desarrollo local (medio ambiente, empleo, compras, entrenamiento,
infraestructuras, salud, educación, etc.) que se compartiría con el gobierno
local.
Los clientes que suelen ser uno de los principales stakeholders de las empresas de mayor
impacto y capacidad, suelen tener menor importancia para las ENC, salvo casos
especiales. En general una ENC suele tener
contacto relativamente frecuente con sus clientes y puede gestionar sus
relaciones más directamente. En el caso de productos que se vendan
indirectamente al público, vía intermediarios (distribuidores, supermercados,
etc.) será importante reportar sobre la atención
al cliente y la responsabilidad del producto final sobre todo para aquellas
ENC que vendan productos de marca,
de consumo masivo, puede ser necesario gestionar la reputación de la empresa con información más específica. Los demás stakeholders (bancos, medios,
proveedores, gobierno nacional, sindicatos, etc.), pasan a una segunda
prioridad, de nuevo, salvo algunos casos especiales para cada empresa.
Uno de estos casos especiales es la cadena de
valor en el caso que la ENC
tenga clientes grandes que se preocupan de la sostenibilidad de sus
proveedores. En este caso las
necesidades de información vienen dadas por
los requerimientos de sostenibilidad y de información del gran cliente, que
suelen estar plasmados en sus contratos de suministro y serán informes preparados
a la medida de esos compradores. Difícilmente
estos requisitos pueden ser suplidos por informes de sostenibilidad
tradicionales.
Para mayores
detalles sobre estos reportes el lector puede consultar los artículos Algunas
consideraciones sobre comunicación de la sostenibilidad. Primera parte y Para
qué, qué y a quien informar sobre la responsabilidad social de las empresas
El lector puede pensar que esta dispersión de
informes es contraproducente y que puede ser preferible preparar un informe
completo a lo largo de las líneas los informes de las grandes empresas. Este
esquema propuesto de estrategia de reportes y comunicación es más efectiva
porque se ha enfocado a cada grupo de
interés, a diferencia de los tradicionales que pretenden servir a todos y
terminan no sirviendo a ninguno, en algunos casos porque para reducir la
magnitud del reporte terminan siendo superficiales para todos y en otros casos
porque son muy complejos. Estos informes parciales se deben
compaginar con los informes financieros como un informe consolidado para los
dueños. No será un “informe integrado”
en el sentido moderno del concepto (ver ¿Qué
integran los informes integrados?), solo será consolidado. El informe integrado de acuerdo a los
lineamientos del International Integrated Reporting Council excede las capacidades de la gran
mayoría de las ENC.
V.
¿Es el GRI socialmente irresponsable al
promover la preparación de informes de sostenibilidad para PyMEs?
El GRI es la
institución que ha venido produciendo los lineamientos
para la preparación de reportes de sostenibilidad que han evolucionado hasta la
versión corriente con el formato de estándares. Estos estándares tienen el beneficio de
proporcionar un marco para preparar informes
que sean relativamente comparables entre las diferentes empresas, por lo
menos en lo que se refiere a los indicadores de sostenibilidad que deben
incluir. La preparación de los reportes
siguiendo los estándares es una tarea
muy compleja, que aun la mayoría de las grandes empresas debe recurrir a
consultores especializados. Con la
intención de estimular la adopción de los estándares, el GRI emite guías de
ayuda, organiza conferencias y da respaldo a las empresas de consultoría para
que ofrezcan cursos de entrenamiento.
El GRI deriva casi
el 30% de sus ingresos por concepto de servicios prestados y por eventos. Ante
las críticas por conflicto potencial de
intereses hace algunos años declaró la intención de separar la producción de estándares
de la prestación de servicios, pero no lo hizo. El GRI, tiene entre una de sus principales
funciones, tanto por naturaleza como por necesidad, la de crear demanda por sus estándares y promover su adopción. Por ejemplo, tiene alianzas con las bolsas de
valores para promover la obligatoriedad de los informes de sostenibilidad.
Y en lo que nos
ocupa en este artículo, para ampliar el mercado recientemente comenzó a
promover la preparación de informes de acuerdo con sus estándares aun para las
empresas de menor tamaño (retornamos a la denominación PyME que usa el GRI). Ha desarrollado el Competitive Business Program,
con el que se proporciona entrenamiento y asesoría en el uso de la Digital Reporting Platform, dirigido a
las PyMEs para facilitar la recopilación de información y la preparación de los
informes. Tienen un programa piloto en varios países, entre ellos Colombia y
Perú.
Y va todavía más allá. Ahora está promoviendo la implementación de políticas públicas tendentes al
establecimiento de un entorno conducente a que las PyMEs preparen informes de
sostenibilidad, a través del documento
Empowering
Small Business: Recommendations for policy makers to enable sustainability
corporate reporting for SMEs, (Empoderando a las pequeñas
empresas: Recomendaciones ara los políticas públicas que faciliten la
preparación de informes de sostenibilidad para las PyMES).
¿Es esta
facilitación y promoción de la preparación de informes de sostenibilidad de
acuerdo a sus estándares responsable? En principio es una muy valiosa contribución
a la sostenibilidad, pero sí puede ser irresponsable si lo hace indiscriminadamente,
sin condicionantes, advertencias, contexto, etc., cuando lo promueve a nivel de
empresas cuyos impactos y capacidad no lo necesitan, cuando promueve la
formación de consultores sin asegurar la responsabilidad en el uso de su producto. El problema potencial está en la responsabilidad
en el uso de los productos GRI. ¿Son las
empresas de bebidas alcohólicas responsables del uso que se le da a su
producto? Legalmente no, pero sí tienen
la responsabilidad de promover el consumo responsable y de no estimular el
consumo a usuarios que no lo saben consumir responsablemente. Igual responsabilidad
por su producto tiene el GRI. Así como los estándares del GRI piden reportar
impactos en la cadena de valor, debería seguir su propio consejo y asegurarse
que su cadena de valor (consultores y empresas, sobre todo PyMEs) usa su
producto de forma responsable.
Y los principales cómplices son los consultores
inescrupulosos.
VI.
Irresponsabilidad de algunos
consultores/asesores en preparación de informes de sostenibilidad
Vistas las
actividades del GRI mencionadas arriba, no es de extrañar escuchar a
consultores decir “El GRI dice que las
PyMEs deben preparar informes de sostenibilidad” Y encontrarán a muchos crédulos que les
compren la idea.
.
Al igual que el
GRI, los consultores buscan ampliar sus
mercados y un nicho que han encontrado provechoso es del entrenamiento en
los estándares del GRI y en la preparación de informes de acuerdo con sus estándares,
para lo cual las empresas de consultoría obtienen
la certificación del GRI en esas actividades. Han proliferado los cursos sobre los estándares,
tomados por los responsables de reporte en las empresas, que luego contratarán
a consultores. Y son muchos los consultores
independientes que los toman para luego prestar servicios en la preparación de los
informes. En principio nada de malo, es
laudable el interés de aprender. El
problema es que con cursos de algunos días se convierten en “expertos” y
ofrecen sus servicios a todo tipo de empresas, incluyendo a las ENC, a las que
convencen de los beneficios de preparar sofisticados informes de sostenibilidad,
que como comentábamos arriba, no suelen ser lo más idóneo para estas
empresas. Se ha creado un gran mercado alrededor de los estándares del GRI que
tiene muchos visos de irresponsabilidad.
No se preguntan si la empresa necesita verdaderamente ese tipo de informe
de sostenibilidad. No destacan el costo
beneficio de estos informes, que pueden tener elevados costos, tanto
financieros como en términos de frustración de los gestores de las empresas, al
no ver los beneficios.
¿Son
irresponsables? Seguro que no lo creen,
creen que están promoviendo la sostenibilidad, pero promueven informes más sofisticados de lo necesario, lo cual es una
irresponsabilidad. No aplican lo que aprendieron sobre materialidad, en
este caso la materialidad de la información: lo que es crítico informar a los stakeholders críticos.
VII.
¿Son sostenibles los informes de
sostenibilidad en las ENC?
De la discusión
precedente se debería concluir que la preparación de informes de sostenibilidad
por parte de las ENC, imitando a las grandes empresas, puede no ser necesario,
o no ser lo mas conveniente. Y uno de
los problemas es que si los preparan, ya sea por convencimiento propio o por la
presión de consultores o algunos stakeholders,
estos reportes no suelen ser tener
continuidad. El esfuerzo no se ve
remunerado, se ven los costos pero no los beneficios, y se crean frustraciones
que hacen que se dejen de preparar, con las negativas consecuencias para la
moral de los responsables y aun de los principales stakeholders y para la reputación en sostenibilidad de la misma empresa
VIII.
En resumen
Todas las
empresas, independientemente de su tamaño, magnitud y extensión de su impacto
en la sociedad y el medio ambiente deben preocuparse de su responsabilidad por
los impactos pasados, presentes y futuros, que tienen y quieren tener. Todas las empresas deben obtener información sobre
esos impactos y preparar estrategias y ejecutar las acciones pertinentes para mitigar
los negativos y potenciar los positivos presentes y los que quiera tener en el
futuro. Todas las empresas deben informar sobre estas estrategias, acciones y sus
resultados a sus stakeholders más críticos
para el negocio.
Lo que cambia de una empresa a otra es la
intensidad, extensión, formato, modalidad y frecuencia de la diseminación de
esta información. Y el esfuerzo debe tomar en cuenta los costos
y beneficios, de manera subjetiva, de la producción y diseminación de la
información. No se debe hacer solo
porque está de moda, para poder decir que se hace, para poder mostrar un
reporte con muchas fotos y colores, porque lo recomiendan los consultores. Se debe hacer porque lo “exigen” algunos de
los stakeholders clave, como
por ejemplo la bolsa de valores donde cotiza, los inversionistas interesados en
las empresas, algunas ONG claves, etc.
Para las empresas de menor impacto y con limitados
recursos financieros y gerenciales, los informes pueden limitarse a simples
reportes enfocados a cada grupo de stakeholders
y uno, consolidado con el informe financiero, para los dueños. Difícilmente
se podrá justificar la preparación de un informe de sostenibilidad de acuerdo con
los estándares del GRI. Pero sí hay que
aprovechar las ventajas que ofrece el proceso
de preparación, que para estas empresas suele ser más valioso que el resultado
final.
La discusión precedente
no pretende desanimar a las ENC a preparar informes de sostenibilidad, pretende
alertar de los potenciales costos y ofrecer alternativas a la preparación de un
informe formal, al estilo de las grandes empresas. Debe manejarse
con cautela.
[1] En la mayoría de los países, las
MiPyMes, micro, pequeñas y medianas constituyen más del 99% de las empresas. Para España, de las empresas formalmente
constituidas, las micro son el 83.3%, las PyME el 16.2% y las grandes el 0.4%
(750 empresas). Lo importante, para los
que nos ocupa es que las grandes, que son el objeto de atención generalizada,
son relativamente muy pocas, claro está que representan un elevado porcentaje
del PIB y del empleo (en España el 32% del empleo). OCDE, 2018, Enterprises
by business size.
[2] Una de las pocas publicaciones
dedicadas a esto es el librito de Elaine Cohen, experta consultora en
preparación de informes de sostenibilidad, Sustainability
Reporting for SMEs: Competitive Advantage Thorugh Transparency,
publicado por Dó Sustainability, Oxford, 2013.
Tiene un concepto de PyME hacia el límite superior del tamaño (500
empleados e ingresos de Euros 50 millones) y aboga por el uso de los
lineamientos del GRI, que estaban vigentes al ser escrito. Ahora son estándares.
domingo, 8 de julio de 2018
La responsabilidad social de los empresarios ricos
En una entrevista
a ser publicada en la revista Forbes Centroamérica consideramos la
responsabilidad de los empresarios ricos.
En economías relativamente pequeñas, donde algunos pocos empresarios controlan
gran parte de la actividad económica privada, como es el caso de los países de
Centroamérica, la responsabilidad de los dueños se iguala a la de la empresa. Esto hace que la responsabilidad social de la
empresa tenga características singulares, no equiparables en economías de mayor
tamaño ya sea en países desarrollados o en vías de desarrollo. Esto es lo que tratamos en esta entrevista
(las preguntas fueron formuladas por Alejandra Aguilar, periodista
independiente).
En una región como Centroamérica, donde uno de
cada dos habitantes (47%) vive en pobreza, ¿ser millonario es socialmente
responsable? Es decir, la acumulación de la riqueza es compatible hoy en día
con la responsabilidad social?
Lo importante es
la responsabilidad del millonario ante la sociedad. Es ser rico no implica ser irresponsable,
puede ser una riqueza obtenida legalmente, pero puede no ser legítima. Puede
haberse obtenido respetando las leyes, pero muchas veces estas leyes y
regulaciones se han desarrollado bajo la influencia de estos ricos. Lo importante es la legitimidad, o sea, la
aceptación general de la sociedad sobre como se ha obtenido. Y una vez obtenida
esta riqueza debe ser utilizada, en la medida de lo posible, y de las
necesidades de la sociedad, para mejorarla, ya sea a través de las actuaciones
de las empresas que suelen poseer o dirigir ya sea a través de actividades
filantrópicas empresariales y personales. Como dijo el multimillonario Andrew
Carnegie a principios del siglo XX “El hombre que muere rico, muere
desgraciado”. La riqueza no es
incompatible con la responsabilidad ante la sociedad, pero no fácil lograr la alineación
de objetivos.
Esta correlación entre riqueza y responsabilidad
social, ¿cómo cambia el mundo de los negocios actual?
Debería haber una
correlación, pero lamentablemente no la hay. Tanto las personas como las
empresas deben reconocer que esa riqueza se ha obtenido gracias a sus
esfuerzos, pero también gracias a la utilización de recursos naturales y humanos,
que pertenecen a la sociedad, sin los cuales la empresa deja de existir, por
los cuales no se han pagado los precios justos. Tienen obligación de devolver a
la sociedad algo de lo que esta le ha dado, además de tener interés en una
sociedad mas próspera que les permita aumentar esa misma riqueza. El mundo de los negocios esta cada vez mas
reconociendo esa realidad, de que son parte integral de la misma, pero esto
esta todavía en estado incipiente en América Latina en general y Centroamérica
en particular.
¿Cuál debe ser el papel de los más ricos en el
desarrollo regional, en particular, en el caso de Centroamérica?
En principio el
desarrollo regional no es responsabilidad de los ricos ni de las empresas, pero
sería de muy miopes no reconocer que su futuro está íntimamente correlacionado
(aquí sí hay correlación) con el desarrollo económico y social. Y, en el caso de Centroamérica, más todavía
ante las fallas de los gobiernos en proteger a esa sociedad y satisfacer sus necesidades
básicas. No es su responsabilidad, pero no
pueden permanecer indiferentes ante las deficiencias en educación, salud,
acceso a agua y electricidad, a empleos dignos con sueldos justos, al
desarrollo de la micro y pequeña empresa, sobre todo las de subsistencia, a
través de hacer negocios con ellos. Y, además, es su responsabilidad colaborar
con sus inmensos talentos a la eficiencia y efectividad de los gobiernos, pero sin
caer en su captura para promover sus intereses personales.
Ligado a la pregunta previa, ¿Qué cree que están
haciendo bien? ¿qué están haciendo mal o es aún un área de oportunidad?
Ha habido mucho
progreso en los últimos decenios en el reconocimiento de esta responsabilidad, a
vocalizarla, pero la acción efectiva todavía se limita a casos aislados, a algunas
personas y empresas ilustradas. Estas
tienen además la responsabilidad de atraer a estas causas a los demás. Y todavía está muy limitado a parecer responsables
más que a realmente serlo, a través de acciones filantrópicas puntuales, con
gran visibilidad. La oportunidad de
contribuir al mejoramiento de la sociedad centroamericana es inmensa pero muy
poco aprovechada. Hay mucho poder
económico que no está alineando con la sociedad.
En México tenemos un caso en el estado de
Chihuahua en donde a raíz de una tromba en 1990 los empresarios acordaron pagar
un impuesto adicional para la reconstrucción, eso se mantuvo después de la
emergencia, se constituyó un fideicomiso y dio pie a una fundación que sigue
operando hoy en día, ¿conoce algún caso similar en la región centroamericana,
en que los empresarios se hayan organizado para contribuir de manera voluntaria
al desarrollo de la región? Independientemente de la intención, ¿se trató de un
caso exitoso?
No conozco de
casos en Centroamérica, pero el caso de Chihuahua es paradigmático. Fue un caso
derivado de una emergencia, donde el tejido empresarial reconoció que la problemática
sobrepasaba el gobierno y había necesidad de contribuir. Pero lo más importante
es que este esfuerzo se continuó y continúa aun después de haberse resuelto la
emergencia, lo cual constituye un buen ejemplo de la colaboración entre diferentes
empresas y empresarios. Pero estos esfuerzos no deberían depender de emergencias,
deberían ser el resultado de un reconocimiento de que la problemática de
Centroamérica y de estados como Chihuahua es estructural, no coyuntural, de
largo plazo, que requiere esfuerzos coordinados, sostenidos y sostenibles entre
las partes, empresas, gobiernos y sociedad civil.
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