domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Estamos confundidos con el papel de la empresa? ¡Here you go again Prof. Porter!

El Prof. Porter participó como ponente el pasado 16 de noviembre en ExpoManagement 2011, un foro de negocios en México, para promover el concepto de valor compartido. Expok reporta, sin emitir juicios, las 10 frases de Michael Porter sobre Valor Compartido.  Entre estas diez citas hay dos que quiero comentar[i].  Lo hago bajo el supuesto de que el reportero cita al Prof. Porter correctamente y la interpretación de su charla al español fue precisa.

La primera dice:

“Siendo honestos, la RSE no ha llevado los beneficios del capitalismo a la sociedad.”

¿Creía alguno de Uds. que la responsabilidad de la empresa tuviera como objetivo transferir los beneficios del capitalismo a la sociedad? ¿Son las prácticas responsables de las empresas lo suficientemente poderosas como para poder contrarrestar los problemas del funcionamiento del mercado, de los incentivos perversos, de la irresponsabilidad individual?  ¿Es que el capitalismo solo tiene beneficios?  ¿Es responsabilidad  de las empresas resolver los problemas del capitalismo? ¿O es que tenemos que cambiar radicalmente el objetivo de la empresa para que lleve los beneficios del capitalismo a la sociedad?  ¿Pueden las empresas, operando independientemente, llevar los beneficios del capitalismo a la sociedad, lo que requiere de acción colectiva y coordinada entre todas las empresas, gobiernos, sociedad civil, consumidores, etc.?

La segunda cita que quiero comentar es:

“Valor compartido es crear valor económico a partir de la generación de beneficios sociales”

Yo pensaba que era al revés.  Que la empresa debía generar beneficios sociales a través de sus actividades normales, a través de la creación de valor económico.  La primera responsabilidad de la empresa es crear valor económico, seguir existiendo, ser rentable para poder:

·         Ganar dinero con ética y responsabilidad, respetando las leyes vigentes, se apliquen o no, y aquellas que aplican en otros países donde opera, que sean de mayor rigor y que sean aplicables.

·         Pagar todos los impuestos que tocan, para que el gobierno, elegido por la sociedad, lo redistribuya.

·         Generar empleos dignos, pagando sueldos justos, en entornos saludables, con oportunidades para el crecimiento y la dignidad personales.

·         Producir productos responsables, que la sociedad demanda y necesita para su desarrollo armónico.

·         Utilizar los recursos del planeta de manera responsable, pagando por ellos los precios consistentes con su valor para la sociedad  (cuya fijación de precios es responsabilidad del mercado, y si este no funciona, que el gobierno introduzca los impuestos o tasas para compensar por las externalidades)

·         Contribuir a resolver los problemas sociales que afectan su operatoria, en el corto o largo plazo, de manera tangible o intangible.

Claro está que hay maneras y maneras de hacer todo esto.  Habrán observado que a cada una le he colocado una cualificación sobre cómo se debería llevar a cabo esa acción.  Ya nos bastaría si todas las empresas lo hicieran así.  Tampoco soy tan idealista para pensar que esas cualificaciones aplican en todo momento, pero es nuestra responsabilidad como miembros de la sociedad hacer que lo hagan.

Pero no todas las empresas producen ese valor económico de manera responsable. He allí donde deben concentrarse los esfuerzos: en que la creación de valor económico, a nivel de cada empresa, que conduzca a la creación de valor social. 

Según el Prof. Porter parece que la empresa tiene la responsabilidad de generar beneficios sociales y de paso generar valor económico. Si así fuera podría tener dificultades en obtener los recursos financieros necesarios para llevar a cabo sus tareas, a menos que financistas altruistas lo hicieran, o la sociedad estuviera dispuesta a hacerlo a cambio de los beneficios sociales, o que el gobierno, no muy hábil a la hora de la intervención económica, lo hiciera.

Una cosa es la estrategia de crear valor económico para compartirlo y la otra es una estrategia de  crear valor social y de paso crear valor económico.  Una cosa en una empresa comercial responsable, que quiere ser social, ambiental y financieramente sostenible y la otra es una empresa social, que ha sido creada con el objetivo de resolver un problema social que el mercado o gobierno no puede resolver, pero de forma financieramente sostenible. 

¿Qué es lo primero?  Y esto no es problema de huevo o gallina. No son secuenciales.

La implementación de la estrategia empresarial propuesta por el Prof. Porter, de tener como objetivo la creación de valor compartible en todas sus actividades, es muy compleja de implementar en países desarrollados, con mercados eficientes, gobiernos eficientes y sociedades avanzadas.  Ni que hablar de los problemas de implementación en países en vías de desarrollo (en un próximo artículo analizaremos más a fondo la implementación de estrategias de RSE y las de Valor Compartido y las ventajas comparativas de ambas estrategias dependiendo de la etapa en que se pretenden aplicar).

¿Cuál debe ser el norte, el motor, la razón de ser de la empresa?


P.D. Es de esperar que haya muchos lectores que no concuerden con mi análisis de las ideas del Prof. Porter.  Pero ojalá que en sus desacuerdos detallen las deficiencias que pueda tener mi análisis, asó como yo detallo las suyas, y así enriquecer la discusión. 


[i] En mi blog (www.cumpetere.blogspot.com ) pueden encontrar otros cuatro artículos que he escrito sobre el Valor Compartido de Porter y Kramer

domingo, 20 de noviembre de 2011

Capitalismo con Conciencia, Valor Compartido y RSE

Acabo de leer el número especial de una revista académica muy reputada dedicada al tema de “Capitalismo con Conciencia”[i]. Mi primera reacción cuando vi el número especial fue pensar: ¡Otro nuevo concepto para la RSE!  ¡Éramos muchos y parió la abuela!.  En efecto es una supuestamente nueva manera de enfocar la gestión de las empresas, con conciencia del gran impacto que pueden tener, para bien y para mal.  Tengo que confesar que, a pesar de ser coleccionista de nombres para la gestión responsable, no lo había oído antes.  Pero lo importante: ¿hay algo de nuevo en esto?  ¿Es más efectivo?

La revista es California Management Review de la Primavera de 2011 (Vol. 53, No. 3), que contiene un artículo líder y seis artículos que lo comentan.  Lamentablemente esta revista no es de fácil obtención, por ello les ofrezco a mis lectores este breve análisis.  No es tan popular como el Harvard Business Review, pero los artículos de este número son más recomendables que las ilusiones de Proter y Kramer (Creating Shared Value: How to reinvent capitalism and unleash a wave of innovation and growth, Creando valor compartido: Como reinventar el capitalismo y desatar una ola de innovación y crecimiento, Enero 2011), que pretenden que sus ideas recalentadas resolverán todos los problemas del capitalismo, del crecimiento y de la innovación[ii].  Estos son un poco más modestos.

El artículo líder es de James O’Toole y David J. Vogel, Two and a Half Cheers for Conscious Capitalism (Dos vítores y medio por el capitalismo con conciencia[iii]).  A diferencia de Porter, Vogel sí es un experto en RSE (Profesor en la Universidad de California en Berkeley) y tiene muchas publicaciones sobre el tema.  En particular, ha escrito uno de los mejores libros que he leído analizando la realidad de la RSE, sus virtudes y sus problemas de implementación (The Market for Virtue , Washington DC: Brookings Institution Press, 2005).  No conozco que tenga traducción al castellano.

Este artículo líder en la revista está seguido de los siguientes seis artículos complementarios:

The Long History of Conscious Capitalism, Hanson, Kirk O.  
What Are the Limits to Conscious Capitalism?, Strong, Michael
What Conscious Capitalism Really Is, Mackey, John
Conscious Capitalism: A Better Road Map, Rauch, Doug
Conscious Capitalism: A Better Way to Win, Sisodia, Raj
Can We Find Another Half a Cheer? , Thigpen, Peter

El artículo líder hace un análisis crítico del concepto para concluir que en efecto no es nada nuevo, es simplemente otra manera de ver la gestión responsable, que es una variación de los conceptos de sostenibilidad o de responsabilidad social corporativa.  El concepto de Capitalismo con Conciencia, cuya historia revisa el segundo artículo, es muy antiguo, pero el nombre se empieza usar con alguna consistencia a partir de la publicación de un libro con ese título en 2009.

La lista de atributos de la gestión del capitalismo con conciencia es una repetición de lo que muchos entendemos por RSE o sostenibilidad:

·         Fines de la empresa más elevados: Beneficios no son el único objetivo, no se deben anteponer a cuestiones éticas,  ambientales o del ser humano.

·         Orientación hacia los stakeholders

·         Estrategias integradas

·         Cultura empresarial saludable y solidaria

·         Elevados valores morales y éticos de los empresarios

Como la diferenciación está en la implementación, ésta es la que recogería las variantes.  El artículo de Mackey, CEO y fundador de una empresa líder en sostenibilidad, Whole Foods, sí es una defensa a ultranza de que se trata de un concepto nuevo y diferente.  Incluye una tabla de comparación de la RSE con el CC, muy parecida a la que usan Porter y Kramer, con el mismo objetivo, de rebajar la RSE para que su “nuevo” concepto se realce.  (Ver mi artículo Si no está roto no lo arregles: Porter y Kramer sobre RSE).  Hay que poner lo que la RSE NO ES para que lo que proponen parezca un concepto nuevo, superior, mejorado (¡como en las propagandas! ¡cómo en las campañas políticas!).

Lo que sí es nuevo en la argumentación de Mackey es su defensa de que por el mero hecho de producir bienes y servicios que la sociedad demanda, las empresas cumplen una función ante la sociedad.  Si bien es una función muchas veces necesaria (hay productos y servicios nocivos), como hemos dicho en otras ocasiones, hay maneras y maneras de hacerlo. Él hace el supuesto de que toda transacción entre empresa y consumidor, por definición, beneficia a ambas partes, si nó no se haría.  No reconoce la posibilidad de abusos de poder por parte de las empresas o del aprovechamiento de la ignorancia de los consumidores.  Si los mercados fueran perfectos y todos actuáramos basados en un total conocimiento, a lo mejor esto sería verdad.  Quizás hace el supuesto implícito de que todos los empresarios son honestos y buscan el bien de la sociedad. Si el primero y último punto en la lista de arriba aplican siempre, entonces no habría discusión alguna.  Si hay conciencia, estamos bien.

O¨Toole y Vogel discuten, con amplitud de argumentos y ejemplos las limitaciones en la práctica, donde los mercados son imperfectos, donde las presiones de los que quieren ganar más dinero pueden imponerse.  Son bastante escépticos y no creen que ese ideal sea lograble en el mediano plazo.  No son ingenuos, no comenten el error de muchos en el ecosistema de la RSE que sólo piensan en el DEBERIA SER y no en el ES.  Es cierto que hay que conocer cuál es el DEBERIA SER para saber hacia donde debemos ir, pero no basta.  Debemos saber que el camino empieza en el ES.  No sólo hay que saber hacia dónde se quiere llegar, sino que hay que saber dónde estamos y cuáles son los obstáculos a vencer para llegar allí., para poco a poco ir logrando ese ideal. O´Toole y Vogel tienen muy clara cuál es la realidad de la empresa, empresarios y sociedad.

Capitalismo con Conciencia, Valor Compartido, Responsabilidad Social de la Empresa: al final lo importante es la “implementabilidad” de las ideas, su capacidad de convertirse en estrategia viable de implementar en las condiciones en que opera la empresa. En esto, unos son muy superiores a los otros.

Y esto también pasa por los individuos y su entorno.  En los próximos dos artículos trataremos estos temas: “implementabilidad” e individuos.



[i] Traduzco “conscious” por “con conciencia” porque no creo que “consciente” le haga justicia al concepto. 
[ii] Sí, reconozco que Porter y Kramer no son ahora santos de mi devoción, porque creo que su reciente artículo hace más daño que bien al movimiento de la responsabilidad empresarial, por razones que ya he expresado en varios artículos anteriores (www.cumpetere.blogspot.com ).
[iii] El título del artículo es un juego de palabras sobre una expresión popular en inglés que se usa para vitorear algo perfecto:  “Tres vítores para….”.   En este caso lo consideran con deficiencias y por ello proponen solo “Dos y medio”.

domingo, 13 de noviembre de 2011

¿Se puede manipular la reputación?: El efecto aureola

Asistí recientemente a una Conferencia de EABIS en el INSEAD en Fontainebleu para presentar una investigación sobre índices de sostenibilidad y tuve la oportunidad de conocer una investigación sobre el “Efecto Aureola” (halo effect) en la RSE que me pareció un concepto muy interesante y que quisiera compartir. 

Empecemos por describir el efecto aureola.  En términos muy simples se puede decir que es la extrapolación de las percepciones sobre una empresa o sobre una persona, basado en el conocimiento de un hecho limitado, hacia otras partes o hechos no conocidos de la persona o empresa.  En términos de lo que nos ocupa, la responsabilidad de la empresa, sería, por ejemplo, que si la empresa es conocida por tener una práctica responsable, el público le atribuye responsabilidad en otras áreas.

Este efecto fue descrito por primera vez por Edward Thorndike, un psicólogo que lo usó en un estudio publicado en 1920 para describir la forma en que los oficiales  calificaban a los soldados. Encontró que los oficiales usualmente calificaban a sus hombres como totalmente buenos o totalmente malos.  O santos o diablos.  Había muy poca mezcla  de atributos; pocas personas eran evaluadas como buenas en algo y malas en otra cosa.  Puede ser que estos oficiales no tuvieran la información de que se dispone hoy para la evaluación del personal y fueran un poco rígidos.  Pero esta efecto ha sido constatado subsecuentemente en muchos otros estudios, en diferentes aspectos.

 

Se confirma diariamente cuando nos hacemos una “primera impresión” de una persona que extendemos a otras partes de su comportamiento y que cuesta revisar, aun ante otras evidencias.

Si este efecto aplicara para las prácticas responsables de las empresas, tendría importantes implicaciones para el diseño de las estrategias empresariales de responsabilidad.  Bastaría que la empresa seleccionase algunas prácticas por las que el público tiene sensibilidad, y que sean susceptibles de este efecto aureola, para mejorar su impacto sobre su reputación.  No haría falta ser responsable en muchas cosas, bastaría serlo en algunas y asegurarse, a través de una buena campaña de comunicación, que la aureola es lo más grande posible. 

Esto efecto es lo que viene a la mente cuando se ven las encuestas sobre la reputación de las empresas.  ¿Será que el consumidor ha oído algo y lo extrapola, vía el efecto aureola, a las demás actividades de la empresa? ¿Explicaría esto porque empresas sobre las cuales se oye hablar mucho, pero se sabe poco, salen tan altas en reputación?  Todo el mundo ha oído hablar de Google y de Apple, conoce sus productos, pero saben poco o nada de su responsabilidad.  Y salen siempre en los primeros puestos en reputación.

Siempre me pregunto, como hacen los encuestadores para inferir tanto de una encuesta sobre la responsabilidad de las empresas, cuando mi observación de persona de la calle es que los consumidores saben muy poco o nada de las prácticas responsables de las empresas.  En parte porque hay poca información, en parte porque el público todavía tiene muy poco interés por averiguarlo.

¿Quiere decir esto que tienen razón las empresas cuando usan algunos eventos de filantropía para que el público, consciente o inconscientemente, extrapole a otras prácticas responsables?

La investigación mencionada fue presentada por Sofía López-Rodríguez de la Universidad Lille du Nord France.[i]  En el estudio se hicieron dos pruebas con una muestra de estudiantes.  En la primera, se les daba una sencilla descripción de alguna actividad responsable en medio ambiente (reciclaje) y se les preguntaba su opinión sobre otros aspectos de la responsabilidad ambiental.  Los resultados demostraron la presencia del efecto aureola, donde los participantes extrapolaron un conocimiento positivo, limitado, de las actividades en reciclaje de la empresa a otros aspectos ambientales.

En el segundo experimento se extendió el estudio para determinar la presencia del efecto aureola de un tipo de actividades (por ejemplo, preocupación por el bienestar de los empleados) hacia actividades en otras áreas (por ejemplo, aspectos ambientales, desarrollo comunitario o preocupación por el consumidor).  Los resultados también demuestran el efecto a través de las áreas, aunque con diferentes intensidades, dependiendo del área de que se trate.

Si bien el estudio tiene las limitaciones de un experimento con una población específica (estudiantes), con información controlada y una muestra (aunque de tamaño razonable para sacar inferencias), parece ser lo suficientemente robusto como para considerar que el efecto aureola está presente en las prácticas responsables.

Creo que la demostración de la existencia del efecto aureola tiene un gran impacto sobre la interpretación  y la importancia que le damos a las encuestas sobre la reputación.

Todo esto tiene implicaciones muy importantes para la estrategia de prácticas responsables y para la gestión de las comunicaciones sobre responsabilidad.

Pareciera que las empresas pueden “gestionar” la reputación aprovechando algunas prácticas responsables que sean susceptibles del efecto aureola, para luego presentarse como totalmente responsables (especialmente si ganan uno de esos premios que tanto criticamos).[ii]

En algunos artículos anteriores comentábamos sobre el tema de la reputación (¿En que se parecen los Rankings de RSE y los chismes sobre infidelidades?).  Comentábamos, antes de conocer esta investigación, que los rankings de reputación parecían estar basados en extrapolaciones sobre poca información, como los chismes.

Este efecto aureola puede llegar a determinar la estrategia de sostenibilidad de la empresa y hacerle abandonar algunas actividades al ver que es más “rentable” para la reputación hacer algunas cositas que tengan aureola.

¿Es legítimo aprovecharse de este efecto aureola?  ¿Debería la estrategia empresarial en responsabilidad incluir “estudios del mercado de la responsabilidad” para determinar el efecto aureola de algunas prácticas y así mejorar su impacto en la reputación?  Al fin y al cabo las preguntas de las encuestas sobre reputación son muy generales.

Parece que es inevitable, pero ojalá que las empresas no abusen de ello. 

Algún día algún visionario inventará una aplicación para los móviles de sexta generación (estamos en la cuarta), ¿a lo mejor para el iphone10? (estamos en el 5) que nos permitirá determinar la legitimidad y extensión de las aureolas.

Parece ser que no sólo los santos tienen aureola.  A lo  mejor algunas empresas, al verse la aureola, deciden ser más santas.



[i] La presentación estuvo basada en la publicación del documento de trabajo del INSEAD Consumer perceptions of Corporate Social Responsibility:  The CSR halo effect, por N. Craig Smith, Daniel Reed y Sofía López-Rodríguez.

[ii] Ver nuestro reciente artículo Como NO otorgar premios de responsabilidad empresarial.

domingo, 6 de noviembre de 2011

El último grito en los nombres sobre responsabilidad: Impact investment

Afortunadamente algunos se han tomado muy en serio lo que el hacer bien puede rendir frutos y están aprovechando diferentes aspectos de la inversión responsable.  En este caso el nombre ya lleva implícito el resultado deseado: lograr impacto.  No se trate de invertir solamente en instrumentos que rindan beneficios, o de invertir en empresas que tengan prácticas responsables, se trata de invertir en proyectos y programas que tengan un objetivo social,  que rindan beneficios y que tengan un impacto tangible y medible. 

Es el último grito entre los que se dedican a inversiones responsables, pero que quieren apreciar el impacto.

A primera vista pareciera que fuera lo mismo que el empresariado social y en efecto es muy parecido.  Probablemente la diferencia viene de quién lo promueve.  El empresariado social generalmente es promovido por empresarios con conciencia social que quieren servir o explotar un nicho de mercado no tradicional y que a priori no parece rentable y desarrollan actividades empresariales para ello.  Muchas veces se sirve  a poblaciones de menores ingresos o que no tienen acceso a los productos y servicios del mercado tradicional.  Las fuentes de financiamiento del empresariado social, aparte de los mismos promotores, suelen ser inversionistas de capital social de riesgo e inversionistas ángeles.  En este caso, el enfoque es más de proyecto a proyecto.

La inversión de impacto suele ser el nombre que se le da desde el punto de vista de los inversionistas a las inversiones sociales. Suelen ser parte del conjunto de la Inversión Socialmente Responsable, ISR, pero en este caso buscan algo más puntual, más enfocado, de allí el apellido “impacto”.  No es que la ISR no tenga “impacto” sobre el mejoramiento de la calidad de vida, sino que es un instrumento de inversión genérico, a veces buscando evitar empresas eliminándolas a través de filtros negativos (no tabaco, no armamento, no apuestas, etc..), a veces a través de una selección proactiva buscando empresas con prácticas responsables específicas.  Pero en todo caso el impacto tangible no suele ser el objetivo.

La diferencia es que en el caso genérico de ISR tradicional suelen invertir en empresas establecidas que cotizan en bolsa y en el caso de la inversión de impacto suelen ser proyectos recientemente constituidos, más modestos y especializados.  Se podría decir que la inversión de impacto es una parte de la ISR, para inversionistas que no se conforman con el impacto genérico de las empresas establecidas y quieren ver una relación más directa entre su inversión y el impacto sobre la sociedad. Muchas veces quienes gestionan las inversiones en los proyectos de impacto son los mismos inversionistas institucionales de la ISR, pero que crean carteras de proyectos de impacto específicas para esa clientela.  Preparan las carteras y las comercializan. 

En este caso, se pretende hacer dinero haciendo el bien.

Estas inversiones  de impacto las están promoviendo empresas de consultoría y de gestión de inversiones que quieren aprovechar la oportunidad de negocios al crear o explotar un nicho de mercado no atendido.  Para ello están desarrollando todo un ecosistema alrededor de la inversión de impacto, que incluye instituciones sin fines de lucro para promoverla, instituciones de análisis y calificación de potenciales inversiones (como el Global Impact Investement Ratings System, GIIRS), inversionistas institucionales,  inversionistas individuales e instituciones con fines filantrópicos o de apoyo. 

Desde el punto de vista de la  colocación de  recursos para mejorar directa o indirectamente la calidad de vida, todo esto forma parte de un continuo, con más o menos superposición, comenzando con la filantropía pura y dura, pasando por la inversión social, inversión de impacto, inversión socialmente responsable, etc. hasta llegar al concepto más completo de la RSE o sostenibilidad.  Claro está que estos diferentes conceptos aplican a diferentes miembros del ecosistema de responsabilidad.  En el caso de no recuperación del capital, la filantropía aplica a empresas y personas de altos ingresos, algunos de los cuales quieren hacer filantropía estratégica, filantropía de impacto o filantropía empresarial, que pueden tener más o menos impacto duradero, transformacional, sostenible.  Si se quiere recuperar el capital con beneficios, se trata de ISR, con mayor o menor especificidad (inversión social, de impacto, filtro negativo, selección específica de empresas responsables), y los principales actores son los inversionistas con conciencia social.

Y aquí no estamos hablando de otro continuo, con superposiciones con el continuo anterior, como son inversiones basadas en las ONGs y/o empresas, que podrían incluir en un extremo los desarrollos de base, la base de la pirámide, negocios inclusivos e  inversión social de la empresa, hasta el otro extremo de la empresa socialmente responsable o la sostenibilidad del agregado empresarial.  Tampoco estamos hablando de la responsabilidad de otras instituciones como la administración pública y las universidades, que pueden tienen superposiciones con los anteriores esquemas.

La inversión de impacto forma parte del conjunto de actividades para estimular las prácticas responsables en proyectos, programas y empresas, pero con un fin específico de la demostración de impacto tangible y medible.  En este sentido es una ISE más focalizada, más rigurosa, mas exigente.