domingo, 29 de noviembre de 2009

¿Puede la gestión de la RSE aprender de la crisis financiera?

La reciente crisis financiera ha sido analizada desde casi todo punto de vista posible: causas, consecuencias, culpables, beneficiados, perjudicados. También se ha analizado el impacto de y sobre las prácticas de responsabilidad de las empresas. Pero creo que ha faltado un análisis de lo que los actores en la gestión de la RSE podemos aprender del comportamiento de los actores en la crisis financiera. Antes de que se nos olvide que tuvimos una crisis financiera creo que es oportuno reflexionar sobre las lecciones que nos ha dejado para la gestión de la RSE.

Hay un cierto consenso en que gran parte de la crisis fue causada porque algunas instituciones tomaron riesgos mas allá de su capacidad de tolerarlos. Y es que los INCENTIVOS del sistema financiero, en particular de los bancos son esos, tomar más riesgos para ganar más. Es como apostar con dinero ajeno. Si sale bien, la mayor parte de las ganancias son suyas, si sale mal, las pérdidas son de otro. Hay una gran asimetría. La clásica “privatización de los beneficios y socialización de las pérdidas”.

Cuando el banco, mientras más grande mejor, toma riesgos que exceden su capacidad y le sale bien, las ganancias son suyas, y buena parte de ellas, de los directivos (como vimos en el artículo anterior sobre las bonificaciones en Goldman Sachs). Si sale mal, algunas pérdidas son de los accionistas, que poco poder tienen en la toma de decisiones. Y si sale muy mal, podemos extender las pérdidas a la sociedad porque el banco es demasiado importante para quebrar. Arrastraría a muchas empresas e individuos.

El caso de algunos operadores individuales dentro de algunas instituciones fue aun peor. Se les daba, o se tomaban, autoridad para hacer transacciones cuyo riesgo no estaba compensado con el capital asignado a cubrir la transacción. Pero si les salía bien, las ganancias podrían ser enormes dado el apalancamiento de la operación, y por ende sus bonificaciones. Los incentivos institucionales o personales no estaban alineados con la sociedad o con los de la institución.

En el sistema financiero hemos descubierto que no solo era importante el tradicional nivel de capitalización (los recursos propios para respaldar pérdidas usando los recursos ajenos), puntal de la regulación bancaria. Hemos descubierto que había riesgos de liquidez, de fondeo, de crédito, de mercado y de algunos que todavía no hemos descubierto. Ahora resulta que no basta con imponer requerimientos de capital mínimo. También debemos imponer requerimientos de liquidez, revisar el sistema de calificación de riesgos, el proceso interno de análisis de riesgos, la asignación de capital a arriesgar en las diferentes unidades, las bonificaciones, etc.

¿Qué tiene que ver esto con las prácticas responsables de una empresa? Si lo analizamos veremos que es lo mismo. ¿No son también los INCENTIVOS de las empresas no financieras tomar más riesgos para ganar más? ¿No toma la empresa no financiera más riesgos de los que cree?

De la misma manera que en el sistema financiero, los directivos de las empresas no financieras están tomando riesgos sociales y ambientales que pueden ir más allá de la capacidad de la empresa de asumirlos, con tal de mejorar los beneficios en el corto plazo, que son los que suelen determinar su remuneración. Si en el caso de los riesgos financieros no sabíamos bien como medirlos, ni que hablar de los riesgos sociales y ambientales. Si en los riesgos financieros estamos aprendiendo a caminar, en el caso de los riesgos sociales y ambientales estamos en pañales. Las empresas pueden estar tomando estos riesgos, por omisión o por comisión, que comprometen no solo el capital que se contabiliza (patrimonio) si no el que no se contabiliza: la licencia para operar en la sociedad, la reputación.

Lo que sí es claro es que en el caso de las empresas no financieras es muy poco probable que accedan al salvataje público, por el menor riesgo sistémico que comportan. Sin embargo, ¿qué paso con General Motors? ¿La dejaron quebrar? Cierto es que los problemas eran más de incompetencia que de riesgos ambientales o sociales (aunque algunos me dirán que los problemas laborales se convirtieron en sociales). ¿Pero no es la irresponsabilidad social lo mismo que incompetencia?

Para evitar que la crisis financiera recurra, se están proponiendo e implantando medidas de regulación de todos aquellos riesgos, incluyendo restricciones a los sueldos y las bonificaciones. Es más fácil hacerlo en el sistema financiero ya que los reguladores están mas concentrados o coordinados (¡!o lo deberían estar!!). En el caso de las actividades cubiertas por la parte obligatoria de la RSE en empresas no financieras y financieras hay gran variedad de reguladores (medio ambiente, laboral, comercio, etc.), con gran variedad de capacidades, con amplios vacíos en la regulación.

¿Puede haber una crisis sistémica derivada de prácticas irresponsables en el sector no financiero? Es muy poco probable. El caso de las prácticas responsables de la empresa no puede compararse al caso de la crisis financiera en su impacto sistémico. El sistema financiero esta mucho mas interrelacionado de lo que imaginábamos y la secuencia en la caída de los dominós ha sido más coordinada. Unos hacían o podían hacer caer a los otros.

En el caso de las prácticas irresponsables en empresas no financieras posiblemente el único riesgo sistémico es del cambio climático y no todo es atribuible a empresas. En el caso financiero descubrimos que algunos eventos que se suponían tenían una probabilidad infinitesimal, ocurrieron (el llamado cisne negro). ¿Es posible que haya cisnes negros en el tema social y ambiental? Esperemos que no. Pero una irresponsabilidad sistemática de las empresas podría llevar a una agitación social a nivel de un país, sobre todo en países con sistemas de protección social poco desarrollados. La interrelación internacional es muchísimo menor que en el caso financiero. La probabilidad es infinitesimal. ¿Dónde hemos oído esto antes?

Tenemos una buena oportunidad para aprender de la crisis del sistema financiero. Para ello debemos seguir de cerca cómo evolucionan la coordinación de las regulaciones, los sistemas de medición y control interno de riesgos y sobre todo los incentivos monetarios y no monetarios a los actores que pueden crear riesgos.

En particular, es hora de que los sueldos y bonificaciones tomen en cuenta los riesgos ambientales y sociales que se asumen. Y aquí no estoy proponiendo regular los incentivos, estoy proponiendo relacionarlos con los riesgos. Y para ello hay que hacer los esfuerzos necesarios para identificar los riesgos y en la medida de lo posible, medirlos, de lo cual estamos muy lejos, como el sistema financiero estaba hace unos 30-40 años. En las instituciones financieras este nexo es, o debería ser, bastante común, pero en mas empresas no financieras es casi inexistente.

Y es posible que veamos una evolución semejante a la del sistema financiero. Si las instituciones financieras no toman las medidas voluntariamente, los gobiernos y la sociedad forzarán mayores regulaciones, lo que puede reducir la capacidad de innovación y perdemos todos. Y eso también ocurrirá en el sector no financiero.

Cuando veas las barbas de ti vecino arder, pon las tuyas a remojar.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Postdata: Goldman Sachs y las indulgencias.

El martes 17 de noviembre después de una intensa campaña en reacción a las extraordinarias bonificaciones a sus empleados, que anunciábamos en el artículo anterior, Goldman Sachs decidió comprar mas indulgencias y anunció un programa de asistencia para unas 10.000 pequeñas y medianas empresas por un monto de US$500 millones, para capacitación, mentoría y apoyo en la búsqueda de capital. US$200 millones serán para educación y US$300 en préstamos y donaciones.

Esta vez su acción es mas cónsona con la estrategia en responsabilidad empresarial de un banco de inversión, que las donaciones no relacionadas que venían haciendo.
Pedíamos precisamente esto en nuestro artículo anterior, aunque es obvio que no tuvimos nada que ver con la decisión de Goldman Sachs, pero es reconfortante ver que algunas grandes empresas se pueden “iluminar”.

Por cierto que el arrepentimiento parece ser parcial. ¿Adivina adivinador de donde saldrán los recursos?: Parte del dinero provendrá de la fundación que mencionábamos. Además habrá que ver cuánto tiempo tardan en hacer efectivo el apoyo.

Es muy difícil reformar a los grandes pecadores, pero hay que insistir.

domingo, 15 de noviembre de 2009

¿El trabajo de Dios o compra de indulgencias?

Publica el New York Times del 12 de noviembre un artículo sobre la declaración de donaciones para efectos fiscales de Goldman Sachs y entre otras cosas comenta sobre sus actividades por el bien de la sociedad (In Charity Tax Filling, A glimpse of Goldman, Geraldine Fabrikant).

Menciona que en una entrevista con el Times de Londres, el Consejero Delegado dice que hacen el “trabajo de Dios” cuando “ayudan a las empresas a obtener capital”. ¿Es eso es trabajo de Dios o es sencillamente el negocio de Goldman Sachs? ¿O será que Goldman Sachs es Dios? ¡Por Dios!

En muchas conversaciones con ejecutivos escucho que su responsabilidad es asegurar la sostenibilidad financiera de la empresa, producir bienes y servicios que la sociedad demanda, crear empleos, pagar impuestos y no hacer daño. Lo demás es responsabilidad de los gobiernos y de la sociedad. ¿Basta con esto, o es esto sencillamente parte del hacer negocios? Hay maneras y maneras.

Si en Goldman Sachs, además de rentables fueran responsables, se preocuparían de que las empresas que apoyan a obtener capital lo usaran de forma social y ambientalmente responsable, con transparencia. Ayudarían a empresas pequeñas y medianas, que no pueden cubrir sus elevadas tarifas, a obtener financiamiento, o en sus planes de capitalización de las grandes incluirían apoyos para las pequeñas, y medianas, por ejemplo. Pero si hicieren esto a lo mejor sus bonificaciones serían menores.

Durante 2009 Goldman Sachs espera repartir la friolera de US$23.000 millones en bonificaciones, que como otro articulista menciona, podrían pagar toda la carrera de 115.000 estudiantes en Harvard!!! Ello representa un promedio de ¡!US$740.000 por empleado!!. Lo cual es una buena tajada y más si se tiene en cuenta que el promedio incluye a TODOS los empleados, incluyendo al portero. Es cierto que los sueldos toman en cuenta que las bonificaciones son elevadas, pero los incentivos para el empleado de ambas partes de la compensación son muy diferentes.

Pero para “compensar” hacen donaciones caritativas. En los últimos diez años han “donado” casi US$1.000 millones, o sea unos US$100 millones anuales. Más de la mitad de esto han sido aportes a su propia Fundación, la cual, según las regulaciones de Estados Unidos, debe donar anualmente no menos del 5% de su patrimonio para poder transmitir la deducción fiscal a sus donantes. Como su patrimonio es del orden de US$400 millones, de esto debe donar por lo menos US$20 millones anuales, que es lo que hacen. Si sus otras donaciones anuales y el 5% del patrimonio de la Fundación fueran directamente a la sociedad, Goldman estaría donando unos US$70 millones anuales.

No queremos decir que Goldman tiene obligación alguna de donar nada, pero aparentar que “compensan” unas bonificaciones de US$23.000 millones con donaciones de US$70 millones (0.3%), o sea, el bono promedio de menos de 100 de sus 31.000 empleados, es un insulto a la sociedad. Pero lo que es peor, las donaciones son con el dinero de los accionistas y del fisco. Con US$100 millones en donaciones estimo que deben reducir sus impuestos en unos US$40 millones, o sea que sus donaciones anuales de US$70 millones son mayormente donaciones con dinero de los contribuyentes y en parte de los accionistas.

No creemos que el problema se resuelva con restricciones al pago de sueldos y bonificaciones en empresas netamente privadas. En este caso algo han modificado las bonificaciones ya que parte son pagadas en acciones y opciones de compra de más acciones, lo que en principio tiene mayor relación con el futuro rendimiento de la empresa. Pero estas bonificaciones no constituyen incentivo alguno a las prácticas responsables, todo lo contrario, pone a los beneficios como fin único de la empresa en la mente de los empleados.

Cada quién es libre de hacer con su dinero lo que quiera. No voy a discutir si se merecen los bonos o no. Goldman Sachs usó dinero público durante la crisis, pero ya lo devolvió, posiblemente para escapar de las restricciones a las bonificaciones. Pero, presumiblemente, si los contribuyentes no los hubieran apoyado, otras serían las bonificaciones. Estas bonificaciones son legales, pero es muy dudoso si son éticas o morales pero definitivamente no son equitativas. Hay maneras y maneras.

Esta estrategia no parece ser ni responsable y definitivamente no es solidaria. Como estrategia reputacional deja mucho que desear. Su Consejero Delegado alega que se lo merecen ya que sus empleados son de los más productivos del mundo y los que más trabajan (según la empresa un promedio de 60-70 horas a la semana).

¿Qué podemos hacer las partes interesadas ante una situación como esta? Como mínimo, sus accionistas deberían tratar de balancear la situación. Pero si protestan, a lo mejor baja el precio de sus acciones. Los clientes podrían tratar de obtener mejores precios. Pero, ¿es ésta una industria realmente competitiva? No creo que los empleados y directivos tengan mucho interés en cambiar la situación. Quedan los gobiernos, los medios y la sociedad civil. Espero que esta situación invite a la reflexión a muchas de estas partes y sigamos poniendo presión, aunque su efectividad solo se vea a largo plazo.

Pero, ¿es esto un problema sólo en países más desarrollados? NO, ocurre, aunque obviamente en menor escala, en Iberoamérica. No somos inmunes a utilizar donaciones para desviar la atención de prácticas irresponsables y de omisiones o deficiencias en contribuciones positivas.

Aunque este caso pueda ser un caso muy extremo, la práctica general es relativamente común y esto puede ser un detonante para que se revisen estas prácticas. Son muchas las multinacionales y algunas nacionales que se esconden detrás de alguna práctica responsable, algunas donaciones y la utilización de fundaciones, todas ellas bien publicitadas, para compensar por las prácticas irresponsables y las omisiones. Esperemos que las demás empresas aprendan de esto.

Pero, no faltarán las empresas que al ver esto tratarán de aumentar sus presupuestos para la gestión de la reputación y sus donaciones filantrópicas. ¡Qué pena! Ojala los medios en Iberoamérica fueran tan proactivos como lo son, en estos casos, en Estados Unidos y el Reino Unido.

¿El trabajo de Dios o compra de indulgencias?

lunes, 2 de noviembre de 2009

¿Qué hay de nuevo bajo el sol en responsabilidad empresarial?


Desde hace algunos años, con el aumento de la popularidad de la responsabilidad social de la empresa y los innumerables expertos, consultores y autores que se suman al movimiento a diario, tenía la sospecha de que estábamos recalentando la sopa. Que todos repetimos lo mismo con variaciones en el orden de las palabras y con poco valor agregado.

Ahora me ha llegado la confirmación en la forma de un libro, que acabo de encontrar, titulado “The Social Responsibilities of the Businessman” escrito por Howard R. Bowen, comenzado como proyecto de investigación en 1949 y publicado en 1953, hace casi seis décadas. Cuando se publicó el libro la gran mayoría de los lectores de este artículo no habían nacido (yo sí). Salió a la luz cuando se usaban las maquinas de escribir (la gran mayoría manuales), la información se distribuía de forma impresa, en originales, y los libros se encontraban en la biblioteca, no en línea. Empezaban a usarse las fotocopias en grandes empresas en países desarrollados. Hacía apenas 8 años que había terminado la Segunda Guerra Mundial. Franco gobernaba en España desde hacía 14 años y lo haría por 22 años más. Tomaban posesión Eisenhower en Estados Unidos y Tito en Yugoeslavia, coronaban a la Reina Isabel II. Perón propugnaba la unión de Chile y Argentina como núcleo de los Estados Unidos de Hispanoamérica. Se publicaba el primer número de Playboy y la primera novela sobre James Bond y nacía Bill Gates. Pero faltaban casi 30 años para la popularización del PC, casi 40 años para la diseminación de internet y 45 años antes de que pudiéramos buscar con Google (y todo esto lo encontré con Google).

Y cuando Google logre digitalizar los libros que ya no se imprimen y con derechos vencidos, podremos acceder a más material y acceder fácilmente a libros como este. Mientras tanta la única forma de leerlos es buscarlos en la biblioteca tradicional, si es que los tienen (la biblioteca del BID me lo encontró en la biblioteca de la Universidad de Atlanta). Después de que se ponga a disposición del público la vasta colección de libros y artículos sobre RSE veremos que a lo mejor no hemos progresado mucho, a lo mejor hemos retrocedido y lo que ha avanzado con la globalización y las presiones competitivas es el interés egoísta.

Nótese que el autor habla de “businessman”, “hombre de negocios” (sin connotación machista, ¡era 1953!) y no se refiere a la responsabilidad de la empresa. Sin entrar en la discusión de que si la responsabilidad es de la persona individual o de la persona jurídica, lo cierto es que quienes implementan las acciones son las personas, aunque en el contexto de una institucionalidad empresarial. Esta institucionalidad puede ser conducente o contraproducente para el ejercicio de la responsabilidad, pero en cualquier caso ha sido diseñada por las personas. El autor estaba en lo cierto al dirigirse a los “hombres de negocio”, que llamaremos empresarios, aunque puede que sean solo gestores.

Ya en 1953 Bowen decía cosas como “Las decisiones del empresario lo afectan no solamente a él, sus accionistas y sus trabajadores o sus clientes, afectan las vidas y destinos de todos nosotros”. Y ahora nos parece que lo de “stakeholders” o partes interesadas es algo nuevo.

“Cuando se reconocen al amplio alcance y las consecuencias de de las decisiones de la empresa privada surgen, naturalmente, algunas preguntas: ¿Están los empresarios, en virtud de su posición estratégica y su amplio poder de decisión obligados a considerar las consecuencias sociales de sus decisiones de negocios? Y si es así, ¿tienen responsabilidades sociales que trascienden sus obligaciones ante los dueños o accionistas?. La respuesta a ambas preguntas es claramente positiva” Y estas son las mismas preguntas que todavía nos hacemos 60 años después, con la misma respuesta.

Los empresarios están condicionados por la competencia, las costumbres y las leyes. Sin embargo, nosotros dependemos y debemos depender de que asuman una gran parte de responsabilidad si el sistema de libre empresa debe continuar y prosperar. Aun cuando hay amplio acuerdo en esto, hay menos consenso ……… sobre cuáles son las responsabilidades sociales que los empresarios deben asumir” ……………. “Las respuestas dependen en gran parte del conocimiento técnico, económico y social que todavía no es adecuado ……y de los valores fundamentales u objetivos que nos ponemos en el orden económico, político y social” (Ver un artículo anterior en este blog sobre esto: “La RSE es la RSE y su circunstancia”) ….……… ”La inmensa libertad en la toma de decisiones empresariales que caracteriza el sistema de la libre empresa solo puede ser justificado si es bueno no solo para los accionistas y dueños sino también es bueno para la sociedad como un todo”.

¿Ha leído Usted esto en alguna publicación u oído en una conferencia reciente?

Y esto es solo un ejemplo. No soy historiador de la RSE y solo me estoy refiriendo a un libro completo publicado sobre el tema. Estoy seguro que se hablaba de prácticas responsables desde hace mucho tiempo. De hecho, el Viejo Testamento recoge una de estas instancias de prácticas responsables, aunque no fueran de empresas propiamente constituidas (pero que podríamos llamar una “empresa familiar”): “Cuando llegue el tiempo de la cosecha, no sieguen hasta el último rincón de sus campos ni recojan todas las espigas que allí queden. No rebusquen hasta el último racimo de sus viñas, ni recojan las uvas que se hayan caído. Déjenlas para los pobres y los forasteros.” (Lev. 19: 9-10).

Antes se llamaba solidaridad. Ahora se llama “negocios inclusivos”, porque ahora los dueños suponen que los “pobres y los forasteros”, o sea “la base de la pirámide”, puedan ser clientes o trabajadores potenciales del campo y de la viña.

Este repaso a la historia no quiere decir que no haya habido progreso en la responsabilidad social de la empresa. Aun cuando los conceptos básicos son los mismos, ha habido progreso. Se han desarrollado metodologías de análisis del comportamiento empresarial, de la efectividad de algunas prácticas, de los sistemas de información y por ende de los procesos de reporte. Se han desarrollado instituciones de seguimiento y control y algunas partes interesadas ejercen su responsabilidad en exigir prácticas responsables a las empresas. Se ha avanzado en la definición de políticas públicas. Se han desarrollado indicadores para “medir” las prácticas responsables y hasta tendremos una norma de la ISO (¡no certificable!) sobre lo que debe ser la responsabilidad social de las instituciones, incluidas las empresas.

Pero también se ha desarrollado la confusión con nombres sin fin (como mencionábamos en un artículo anterior), con teorías académicas con mayor o menor implicación práctica y se han desarrollado mucho las estrategias empresariales para parecerlo y no serlo.