Recientemente se
han presentado algunos eventos que son significativos, aunque posiblemente no
determinantes, para la adopción de un propósito de la empresa con una concepción
más amplia que la de acciones puntuales. El propósito de la empresa ha sido un
tema de amplia discusión desde principios del siglo XX, aunque se ha discutido con
mucha más intensidad en las ultimas dos décadas. [1]
I.
Brevísimo resumen de la evolución del propósito de la empresa
A comienzos del
siglo XX, al establecerse firmemente la figura legal de empresa como
sociedad anónima, era reconocido que el propósito de la empresa incluía el
bienestar de la sociedad, los empleados como “parte de la familia”, la
comunidad como foco de actuación de la empresa (vivienda, educación, salud,
etc.) y la filantropía para cubrir otras necesidades del entorno: la empresa
paternalista.
Pero en la
segunda mitad del siglo con la intensificación de la globalización, de la
competencia, y del crecimiento e internacionalización de la empresa, esta pasó
a ser su propio foco, a mirarse a sí misma.
Ante esas presiones de globalización, competencia y crecimiento se tuvo
que dar primacía al financiamiento, al dinero y en particular a los
accionistas. En ese período las escuelas
de negocios, y en particular los programas MBA que entrenaban a futuros
dirigentes empresariales, tuvieron un gran crecimiento y se desarrolló toda una
teoría de la empresa basada en la maximización de su valor para los
accionistas. Ese pasó a ser su
propósito primario. Este cambio estuvo más
profundizado y acelerado en el mundo anglosajón y los países de su influencia
directa.
Europa también se
sintieron las mismas presiones, en particular un gran número de sus escuelas
de negocios adoptaron el modelo anglosajón de la empresa ya que gran parte
de sus economistas fueron educados en ese entorno, con las mismas presiones de
publicación en journals reputados, dominados por EE.EU. Sin embargo, las
mismas empresas no tuvieron esos cambios tan radicales en su propósito y mantuvieron
y mantienen, como en las políticas públicas de la mayoría de los países, una preocupación
por las personas, sobre todo las de menor tamaño relativo. La tradición europea es más humana que la
anglosajona.
Desde hace algún
tiempo, pero con más énfasis en la dos primeras décadas del siglo XXI se está
reconsiderando el propósito de la empresa, aunque parece ser en cámara lenta
(lo parece porque todavía no tenemos la perspectiva que da el tiempo). Con la
ubiquidad de la información, el despertar de la sociedad civil, el impacto (visible)
de la actividad empresarial en el cambio climático (concientizador) y con
irresponsabilidades por parte de algunas empresas que han tenido mucha
notoriedad, se ha expandido la idea de que el propósito de la empresa es el
mejoramiento del bienestar de la sociedad, tomando en cuenta el impacto de sus
actividades. En la educación empresarial se está moderando el propósito de
la empresa con la consideración, en paralelo, de temas de sostenibilidad, con
la participación de otras disciplinas, como la sociología, ecología, derechos
humanos, psicología, entre otras. Pero esto todavía suele ser algo accesorio,
opcional, en electivas. Falta una
integración de la sostenibilidad en el modelo de empresa, la maximización del
beneficio, medido este incluyendo los beneficios y costos para la sociedad y el
medio ambiente.
Y en este sentido
Europa ha ido adelante de EE. UU. Mucho
antes de la Declaración, que comentamos a continuación, la Unión Europea, a
comienzos del siglo XXI, había tomado medidas para fortalecer ese cambio. Comenzando con la estrategia de RSE del 2001,
Promoting a European framework for
Corporate Social Responsibility, La Comisión y el Parlamento Europeo ha emitido una gran cantidad de directivas
que promueven y regulan el comportamiento responsable de las empresas y su
reporte. Y muchos países las han
convertido en leyes o regulaciones nacionales,
En el mes de
agosto del 2019 se presentaron algunos eventos, en el mundo anglosajón, que han
reactivado la discusión sobre el propósito de la empresa que comentamos en este
artículo. El primero es el cambio de posición
del Business Roundtable, BRT, y la consideración del tema en The
Economist, revista muy influyente en los círculos empresariales. Ambos han cambiado o moderado su opinión
sobre el propósito de la empresa.
II.
Declaración del BRT
El BRT es una asociación
empresarial que agrupa a las mayores empresas de EE.UU. y que tradicionalmente
ha mantenido que el propósito de la empresa es la maximización de beneficios y la
primacía de los accionistas. El 19 de agosto emitió una Declaración, Statement on the Purpose of a Corporation (Declaración sobre el propósito de la empresa) que
fue firmada por 181 de los CEO de grandes empresas, revisando su objetivo para
incluir los intereses de los stakeholders. Ha dado lugar a decenas de artículos
periodísticos, de expertos en sostenibilidad, y de académicos entre otros. Si un impacto ha tenido, en el corto plazo,
es que ha despertado gran interés y estimulado la discusión. Está por verse su impacto en el mediano y
largo plazo.
1.
Lo que dice: 5 compromisos.
La declaración es muy simple y es una definición de libro de texto de la responsabilidad empresarial, de la atención de las necesidades de todos los stakeholders, no solo los sharedolders.
Aun cuando cada una de nuestras empresas tiene su propios propósitos,
compartimos un compromiso básico con todos nuestros stakeholders. Nos comprometemos a:
·
Proporcionar valor a nuestros clientes. Profundizaremos la tradición de las empresas estadounidenses
de liderar el camino en cumplir o exceder las expectativas de nuestros
clientes.
·
Invertir en nuestros empleados. Esto comienza con una compensación justa
y la provisión de beneficios importantes. También incluye respaldarlos a través
de educación y entrenamiento que les permita desarrollar destrezas para el
mundo cambiante. Promovemos la diversidad, inclusión, dignidad y respeto.
·
Relacionarnos justa y éticamente con nuestros proveedores. Estamos dedicados a server cono buenos
socios con otras empresas, grandes y pequeñas, que nos ayuden a cumplir nuestro
propósito.
·
Respaldar a las comunidades en las que operamos. Respetamos
las personas en nuestras comunidades y protegemos
el medio ambiente adoptando practicas sostenibles a lo largo y ancho de
nuestras actividades. [2]
·
Generar valor de largo plazo para
nuestros accionistas, que proporcionan el capital que permite a las empresas invertir, crecer e
innovar. Estamos comprometidos con la
transparencia y el involucramiento efectivo con y de nuestros accionistas.
Cada uno de nuestros stakeholders es esencial. Nos comprometemos a proporcionar valor a todos
ellos, para el éxito futuro de nuestras empresas, nuestras comunidades y
nuestro país.
Nada nuevo bajo
el sol: clientes, empleados, proveedores, comunidades y el medio ambiente y los
accionistas. No falta nadie. Pero sí faltan cosas.
Algunas palabras
son indicativas de una ampliación de la visión.
El decir “invertir” en nuestros empleados es un reconocimiento de que
representan un capital y no un recurso a ser utilizado. La inclusión de “largo plazo” en la generación
de valor para los accionistas es un reconocimiento del contexto que es
necesario para considerar el bien de todos los stakeholders y un mensaje
a los inversionistas cortoplacistas.
(sin corbata, para aparecer más
alineados con la sociedad, menos fríos)
2.
Lo que no dice: 6 grandes omisiones
Para que sea
firmada por 181 CEO debe ser una declaración relativamente general, con
compromisos no vinculantes, valga la contradicción. Pero tiene varias omisiones
muy notorias. Al concentrarse en las
“partes”, en supuestamente “hacer el bien”, ignoran actividades y el “no
hacer el mal”. Echamos de menos:
· Compromiso de cumplir con sus obligaciones
fiscales y evitar la elusión, aunque esto último sea legal, de acuerdo a
las imperfectas regulaciones vigentes (ver el artículo Eludir y evadir impuestos: ¿Hasta dónde
llega la irresponsabilidad empresarial?).
· Responsabilidad de sus productos, tanto los que producen como los que
venden. Son muchos los firmantes que han
sido acusados de comercializar productos y servicios irresponsables. [3]
· Alineamiento de los incentivos para los
dirigentes en buscar el
bien de los stakeholders, por encima de sus intereses personales, con
una remuneración basada en el logro de las cinco propuestas (sostenibilidad) y
no solo en la última, los beneficios financieros.
·
Relacionarse
justa éticamente con sus stakeholders. Es mucha
la retórica sobre su importancia, pero a la hora de la verdad tienden a ignorarlos
o atenderlos solo cuando les conviene. [4]
· Primacía de los intereses de los
accionistas, pero…. De
manera perniciosa la ejercen a través de la compra de las propias acciones (share
buyback) para hacer subir su precio en vez de invertir los excedentes
financieros en innovación, creación de empleos, sostenibilidad, entre otras. [5]
· Transparencia en el cabildeo. No puede ser que por una parte estos CEO
declaren preocupación por los stakeholders y por otra gasten grandes
cantidades de dinero haciendo cabildeo para evitar leyes de protección ambiental,
del consumidor, de prácticas abusivas y de puertas rotatorias, entre otras. [6]
Si bien un gran número
de los firmantes preparan reportes de sostenibilidad, una Declaración de la
supuesta envergadura de esta requiere el compromiso de reportar específicamente
sobre su cumplimiento y en particular de forma colectiva, para que los que no
reportan o la hacen imperfectamente se vean forzados a elevar su nivel de transparencia
y responsabilidad al nivel de la más responsable de las empresas firmantes. BRT no debería lavarse las manos en esto y
asumir liderazgo.
Algunos de los
CEO firmantes dijeron que el grupo ofrecería a corto plazo propuestas más
detalladas de como sus empresas implementarían los ideales de la Declaración.
Esteremos pendientes.
3.
Discusión
La gran mayoría
de los artículos que la han comentado son laudatorios, con algunas reservas sobre
la falta de compromiso real y algo de escepticismo sobre su efectividad. Las críticas son de algunos defensores del status
quo, de la primacía de los inversionistas y algunos académicos críticos de
la falta de mordiente y señalando algunas omisiones.
Algunos lo han
llamado “un cambio de rumbo dramático en el principio de la filosofía
operativa de esta organización liderara por poderosos CEO”. Esta reacción muestra como lo que debería ser
algo normal es percibido como dramático, lo que también muestra la precepción
de que será difícil de lograr. Lo de dramático debería ir precedido de
“posiblemente”. Todo dependerá de
lo que hagan. Como dice el refrán popular “De buenas intenciones está
empedrado el camino del infierno”.
El Council of Institutional Investors, otra poderosa institución que representa a
inversionistas, cuyo propósito es promover la maximización de beneficios,
reaccionó inmediatamente diciendo que era un error “poner a los accionistas
de último al verlos sencillamente cono proveedores de capital en vez de dueños”
(énfasis añadido). Esto es una
exageración ya que lo de ultimo es la posición en la lista, que no representa
prioridades relativas.
Ni siquiera los
que representan a los accionistas entienden que ellos no son propietarios de la
empresa, al adquirir las acciones solo han adquirido derechos: derechos de
recibir dividendos y derechos (limitados en cada país por las regulaciones de
las comisiones de valores) de elegir algunos miembros del Consejo, pero no son
dueños de las empresas, no pueden disponer de sus activos. Yo
soy dueño de mi coche y lo puedo vender.
Pero el accionista solo puede vender sus derechos. Y para colmo, la gran mayoría de los
accionistas solo son “dueños de las acciones” por períodos muy cortos de tiempo
y estos inversionistas de corto plazo no deberían tener el “derecho” de definir
el destino a largo plazo de las empresas (de allí el uso del término
largo plazo en la Declaración). [7] También
criticaron la Declaración con la frecuentemente repetida excusa de que “si hay que
ser responsables de las acciones ente muchos (stakeholders) no se es con
nadie” (“perro de muchos dueños se muere de hambre”). Con esto pretenden
justificar que solo los shareholders cuentan, queriendo ignorar que la
empresa opera dentro de toda una sociedad y le necesita para operar. A ella
debe rendir cuentas.
En la otra cara
de la moneda hay críticos que alegan que es una Declaración vacía, diseñada para
evitar que se establezcan regulaciones gubernamentales a las actividades
empresariales. Un crítico dice que los
“CEO son muy adeptos a hablar de ambos lados de la boca,” estar con Dios y con
el Diablo.
Ni tanto, ni
tampoco. La Declaración, como hemos
comentado, en efecto le falta mordiente, es de esperar de una declaración
pública masiva y le faltan muchos elementos críticos como hemos señalado, pero
puede estimular la discusión, difusión y acción. Pero compete a la sociedad y a los
gobiernos exigir acciones y cuentas y si ambos son indiferentes, mal pueden
quejarse. Nosotros como consumidores,
empleados, funcionarios, votantes, profesores, alumnos, etc., tenemos
responsabilidades, debemos actuar.
III.
Y The Economist se mantiene fiel a sus principios.
Concurrentemente
con la Declaración, la revista The Economist, el parangón del capitalismo
ha publicado, inusualmente, un artículo de portada (What
companies are for) sobre el propósito de la empresa, defendiendo en
gran medida la primacía de los accionistas.
Lo comentamos separadamente por la influencia que la revista ejerce y
por su siempre muy riguroso análisis.
Presenta dos
argumentos en contra de lo que llaman el “capitalismo colectivo” (variedad de stakeholders):
ante quien se es responsable y conspiración contra el dinamismo. El primero se refiere a que ser
responsable ante muchas partes puede llevar a que no sea responsable ante
ninguno. Lo hace bajo el argumento de que la sociedad o los stakeholders
son un grupo muy difuso, sobre cuyas prioridades o necesidades no puede haber
consenso. Si bien ello puede ser cierto a nivel del colectivo empresarial,
no es tan cierto a nivel de cada empresa en particular, que es lo que
importa. Cada una puede y debe
identificar a sus stakeholders y los impactos que tiene y quiere tener
(ver mi artículo ¿Cómo interpretar LA definición de la RSE? donde defiendo la tesis de que cada empresa
tiene SU sociedad sobre la puede y debe actuar y que es contraproducente
generalizar).
El segundo argumento
es que el capitalismo colectivo conspira contra el dinamismo necesario para ser
competitivo. Las empresas deben poder
despedir a los empleados si es bueno para el negocio, deben poder tener la
flexibilidad necesaria sin restricciones impuestas por responsabilidades
sociales.
La manera de hacer que el capitalismo funcione mejor para todos no es
limitar la accountability y el dinamismo, sino mejorar ambos. Esto requiere que el propósito de las
empresas sea determinado por sus dueños, no por ejecutivos o activistas (énfasis añadido).
Y por supuesto
son firmes creyentes en el funcionamiento de los mercados, hasta del mercado de
la responsabilidad, o sea que si hay demanda habrá oferta. Que los accionistas serán suficientemente
ilustrados como para saber lo que le conviene a la empresa en el largo plazo y
si ello requiere algunas actividades de responsabilidad lo harán. Verán cuales de estas actividades conducen al
aumento del valor de la empresa en el largo plazo y las promoverán. Si quieren atraer millenials tendrán
las políticas adecuadas. Si es bueno para la empresa luchar contra el cambio
climático lo harán. Si el mercado demanda café fair trade, el mercado lo
proporcionará. O sea, que solo se será responsable si ello conlleva a mayores
beneficios: el argumento
empresarial. El argumento moral no
existe para ellos. [8]
Claro está, suponiendo que el mercado funciona, que los consumidores tienen
toda la información relevante y actúan en base a ella.
Lamentablemente
el mercado de la responsabilidad es tan imperfecto como el mercado de bienes y
servicios. La inmensa mayoría de los
accionistas no son ilustrados, son egoístas, son relativamente ricos, quieren los beneficios en el corto
plazo para poder vender sus acciones y realizar las ganancias de su
tenencia. Basta con ver la gran mayoría
de las propuestas de cambio de dirigentes y de políticas que se presentan en
las Asambleas Generales de Accionistas.
Opacan y con mucho las propuestas de mejorar la sostenibilidad. [9] [10]
Y los
consumidores, empleados, dirigentes, instituciones financieras, medios de
comunicación, etc., en general, no actúan como el mercado (perfecto) de la
responsabilidad de The Economist supone.
La posición de la
revista se resume, con un cinismo británico, en el título de uno de los
artículos, Somos de la empresa y venimos a ayudarlos, incluyendo esta
gráfica.
IV.
En resumen
¿Son capaces
los accionistas de determinar el propósito de la empresa? Si
la sociedad no es un grupo de criterios uniformes, tampoco los son los accionistas.
A lo sumo están de acuerdo con la obtención de beneficios. Las empresas tienen inversionistas cortoplacistas,
tienen inversionistas institucionales (fondos de inversión, de pensiones,
etc.), que tiene objetivos de medio y largo plazo, y pueden tener accionistas
con objetivos socioambientales. En el
caso de empresas con propiedad concentrada en un grupo pequeño si podemos decir
que es responsabilidad de los dueños (y en este caso se puede hablar de “dueños”).
[11]
Ni la sociedad
ni los dueños pueden determinar el propósito de la empresa. Este debe ser determinado por los directivos teniendo en cuenta las necesidades/deseos
de la sociedad (que pueden ser incoherentes, contradictorios, excesivos, no
factibles, etc.) y los de los accionistas (que pueden ser incoherentes,
contradictorios, excesivos, no factibles, etc.). Por ello los mejores situados son los directivos
y de allí su activismo necesario en la Declaración mencionada arriba y otras
similares. Y sería normal que ambos
colectivos no estuviesen de acuerdo. De
allí, la mediación y responsabilidad de los directivos. [12]
Anexo: Si quieren leer más
Si el lector no
está cansado de leer y quiere leer más:
La declaración de los CEOs norteamericanos
¿El comienzo del fin de la maximización del valor del accionista?, Helena Ancos, AgoraRSC, 1 septiembre
2019.
El empresariado de EEUU le dice adiós a
la doctrina Milton Friedman, Comunicarse, 23 agosto 2019.
Is
the Business Roundtable Statement Just Empty Rhetoric?, Andrew Winston,
Harvard Business Review blog.
6
Ways CEOs Can Prove They Care About More Than Shareholder Value, John
Elkington y Richard Roberts, Harvard Business Review blog.
181
Top CEOs Have Realized Companies Need a Purpose Beyond Profit, Claudine
Gartenberg y George Serafeim, Harvard Business Review blog.
C.E.O.s
Should Fear a Recession. It Could Mean Revolution, Farhad Manjoo, New
York Times, 21 agosto 2019.
What
the CEO ‘Purpose of Business’ Declaration Is — and What It Isn’t, Gil
Friend, Sustainable Brands.
America’s
CEOs Seek a New Purpose for the Corporation, Allan Murray, Fortune,
19 agosto 2019.
How
Shareholder Democracy Failed the People, Andrew Ross Sorkin, New York
Times, 20 agosto 2019.
Shareholder
Value Is No Longer Everything, Top C.E.O.s Say, David Gelles y David
Yaffe-Bellany, New York Times, 19 agosto 2019.
[1] Llego tarde a esta discusión,
estaba de vacaciones de verdad, pero “lo importante no es llegar primero sino
saber llegar”.
[2] Y no todo deben ser críticas,
algunos de los firmantes han tomado acciones significativas para mitigar
impactos que pueden considerarse indirectos. Microsoft y Google están
haciendo inversiones para paliar la escasez y costo de la vivienda en sus
comunidades, en parte influenciados por los elevados sueldos que pagan (ver mi
artículo Buen ejemplo: Asumir responsabilidad por
impactos indirectos)
[3] Johnson and Johnson, uno de los firmantes es productor de opioides y fue encontrado
culpable de promoverlos indiscriminadamente y multado con $572 millones, en un
solo juicio, y tiene más de 2000 juicios pendientes. Walmart es el
tercer vendedor de armas al público (ver mi artículo Masacres y responsabilidad empresarial). Exxon
ha sido una de las empresas líderes en su oposición a las medidas de control
del cambio climático. Google y Facebook tiene los ampliamente conocidos
problemas con el uso y abuso de información personal (ver mi artículo La responsabilidad social de Facebook).
El CEO de BlackRock ya había emitido una carta a sus colegas
instándolos a adoptar un propósito para sus empresas a lo largo de las líneas
de lo que sería la Declaración, pero sus fondos de inversiones no practican
lo que predica (ver mi artículo Mucho ruido, pocas nueces: Activismo de
fondos de inversión).
[4] Amazon
rechaza las propuestas de sus stakeholders sobre su responsabilidad
social. Ver mi artículos Activismo social y ambiental en Amazon:
Buen intento, fallido y Valor de las empresas: los dirigentes
empresariales se concentran muy poco en lo que a la gente de verdad le importa.
[6] Ver mi artículo Responsabilidad política de la empresa
responsable.
[7] Para una extensa discusión del tema
de la propiedad de las acciones ver mis artículos ¿Quién
determina cuales son los objetivos de la empresa? ¿Debe maximizar los
beneficios? y ¿De quién es la empresa? ¿Qué debe maximizar?).
[8] Ver mi artículo ¿Cuál es el argumento empresarial de la
RSE?.
[9] Un buen ejemplo es el caso de
Amazon mencionado en una nota 4 arriba.
[10] Ver los artículos ¿Pueden las empresas certificadas como
responsables cotizar en bolsa? y ¿Pueden las empresas responsables resistir
los embates de los activistas financieros?.
[12] Algún lector habrá notado que en
este extenso artículo no hemos mencionado a Milton Friedman.
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