sábado, 7 de septiembre de 2019

El propósito de la empresa responsable: ¿Punto de inflexión? ¿Se consolida?

  
Recientemente se han presentado algunos eventos que son significativos, aunque posiblemente no determinantes, para la adopción de un propósito de la empresa con una concepción más amplia que la de acciones puntuales. El propósito de la empresa ha sido un tema de amplia discusión desde principios del siglo XX, aunque se ha discutido con mucha más intensidad en las ultimas dos décadas. [1]

I.                Brevísimo resumen de la evolución del propósito de la empresa

A comienzos del siglo XX, al establecerse firmemente la figura legal de empresa como sociedad anónima, era reconocido que el propósito de la empresa incluía el bienestar de la sociedad, los empleados como “parte de la familia”, la comunidad como foco de actuación de la empresa (vivienda, educación, salud, etc.) y la filantropía para cubrir otras necesidades del entorno: la empresa paternalista. 

Pero en la segunda mitad del siglo con la intensificación de la globalización, de la competencia, y del crecimiento e internacionalización de la empresa, esta pasó a ser su propio foco, a mirarse a sí misma.  Ante esas presiones de globalización, competencia y crecimiento se tuvo que dar primacía al financiamiento, al dinero y en particular a los accionistas.  En ese período las escuelas de negocios, y en particular los programas MBA que entrenaban a futuros dirigentes empresariales, tuvieron un gran crecimiento y se desarrolló toda una teoría de la empresa basada en la maximización de su valor para los accionistas.  Ese pasó a ser su propósito primario.  Este cambio estuvo más profundizado y acelerado en el mundo anglosajón y los países de su influencia directa.

Europa también se sintieron las mismas presiones, en particular un gran número de sus escuelas de negocios adoptaron el modelo anglosajón de la empresa ya que gran parte de sus economistas fueron educados en ese entorno, con las mismas presiones de publicación en journals reputados, dominados por EE.EU. Sin embargo, las mismas empresas no tuvieron esos cambios tan radicales en su propósito y mantuvieron y mantienen, como en las políticas públicas de la mayoría de los países, una preocupación por las personas, sobre todo las de menor tamaño relativo.  La tradición europea es más humana que la anglosajona.

Desde hace algún tiempo, pero con más énfasis en la dos primeras décadas del siglo XXI se está reconsiderando el propósito de la empresa, aunque parece ser en cámara lenta (lo parece porque todavía no tenemos la perspectiva que da el tiempo). Con la ubiquidad de la información, el despertar de la sociedad civil, el impacto (visible) de la actividad empresarial en el cambio climático (concientizador) y con irresponsabilidades por parte de algunas empresas que han tenido mucha notoriedad, se ha expandido la idea de que el propósito de la empresa es el mejoramiento del bienestar de la sociedad, tomando en cuenta el impacto de sus actividades. En la educación empresarial se está moderando el propósito de la empresa con la consideración, en paralelo, de temas de sostenibilidad, con la participación de otras disciplinas, como la sociología, ecología, derechos humanos, psicología, entre otras. Pero esto todavía suele ser algo accesorio, opcional, en electivas.  Falta una integración de la sostenibilidad en el modelo de empresa, la maximización del beneficio, medido este incluyendo los beneficios y costos para la sociedad y el medio ambiente.  

Y en este sentido Europa ha ido adelante de EE. UU.  Mucho antes de la Declaración, que comentamos a continuación, la Unión Europea, a comienzos del siglo XXI, había tomado medidas para fortalecer ese cambio.  Comenzando con la estrategia de RSE del 2001, Promoting a European framework for Corporate Social Responsibility, La Comisión y el Parlamento Europeo ha emitido una gran cantidad de directivas que promueven y regulan el comportamiento responsable de las empresas y su reporte.  Y muchos países las han convertido en leyes o regulaciones nacionales,

En el mes de agosto del 2019 se presentaron algunos eventos, en el mundo anglosajón, que han reactivado la discusión sobre el propósito de la empresa que comentamos en este artículo.  El primero es el cambio de posición del Business Roundtable, BRT, y la consideración del tema en The Economist, revista muy influyente en los círculos empresariales.  Ambos han cambiado o moderado su opinión sobre el propósito de la empresa.

II.             Declaración del BRT

El BRT es una asociación empresarial que agrupa a las mayores empresas de EE.UU. y que tradicionalmente ha mantenido que el propósito de la empresa es la maximización de beneficios y la primacía de los accionistas. El 19 de agosto emitió una Declaración, Statement on the Purpose of a Corporation (Declaración sobre el propósito de la empresa) que fue firmada por 181 de los CEO de grandes empresas, revisando su objetivo para incluir los intereses de los stakeholders. Ha dado lugar a decenas de artículos periodísticos, de expertos en sostenibilidad, y de académicos entre otros.  Si un impacto ha tenido, en el corto plazo, es que ha despertado gran interés y estimulado la discusión.  Está por verse su impacto en el mediano y largo plazo.

1.      Lo que dice: 5 compromisos.

La declaración es muy simple y es una definición de libro de texto de la responsabilidad empresarial, de la atención de las necesidades de todos los stakeholders, no solo los sharedolders.

Aun cuando cada una de nuestras empresas tiene su propios propósitos, compartimos un compromiso básico con todos nuestros stakeholders. Nos comprometemos a:

·        Proporcionar valor a nuestros clientes. Profundizaremos la tradición de las empresas estadounidenses de liderar el camino en cumplir o exceder las expectativas de nuestros clientes.
·        Invertir en nuestros empleados. Esto comienza con una compensación justa y la provisión de beneficios importantes. También incluye respaldarlos a través de educación y entrenamiento que les permita desarrollar destrezas para el mundo cambiante. Promovemos la diversidad, inclusión, dignidad y respeto.
·        Relacionarnos justa y éticamente con nuestros proveedores. Estamos dedicados a server cono buenos socios con otras empresas, grandes y pequeñas, que nos ayuden a cumplir nuestro propósito.
·        Respaldar a las comunidades en las que operamos. Respetamos las personas en nuestras comunidades y protegemos el medio ambiente adoptando practicas sostenibles a lo largo y ancho de nuestras actividades. [2]
·        Generar valor de largo plazo para nuestros accionistas, que proporcionan el capital que permite a las empresas invertir, crecer e innovar.  Estamos comprometidos con la transparencia y el involucramiento efectivo con y de nuestros accionistas.

Cada uno de nuestros stakeholders es esencial. Nos comprometemos a proporcionar valor a todos ellos, para el éxito futuro de nuestras empresas, nuestras comunidades y nuestro país.

Nada nuevo bajo el sol: clientes, empleados, proveedores, comunidades y el medio ambiente y los accionistas.  No falta nadie.  Pero sí faltan cosas.

Algunas palabras son indicativas de una ampliación de la visión.  El decir “invertir” en nuestros empleados es un reconocimiento de que representan un capital y no un recurso a ser utilizado.  La inclusión de “largo plazo” en la generación de valor para los accionistas es un reconocimiento del contexto que es necesario para considerar el bien de todos los stakeholders y un mensaje a los inversionistas cortoplacistas. 
                                                          
(sin corbata, para aparecer más alineados con la sociedad, menos fríos)

2.     Lo que no dice: 6 grandes omisiones

Para que sea firmada por 181 CEO debe ser una declaración relativamente general, con compromisos no vinculantes, valga la contradicción. Pero tiene varias omisiones muy notorias.  Al concentrarse en las “partes”, en supuestamente “hacer el bien”, ignoran actividades y el “no hacer el mal”.  Echamos de menos:

·       Compromiso de cumplir con sus obligaciones fiscales y evitar la elusión, aunque esto último sea legal, de acuerdo a las imperfectas regulaciones vigentes (ver el artículo Eludir y evadir impuestos: ¿Hasta dónde llega la irresponsabilidad empresarial?).
·       Responsabilidad de sus productos, tanto los que producen como los que venden.  Son muchos los firmantes que han sido acusados de comercializar productos y servicios irresponsables.  [3]
·       Alineamiento de los incentivos para los dirigentes en buscar el bien de los stakeholders, por encima de sus intereses personales, con una remuneración basada en el logro de las cinco propuestas (sostenibilidad) y no solo en la última, los beneficios financieros.
·       Relacionarse justa éticamente con sus stakeholders.  Es mucha la retórica sobre su importancia, pero a la hora de la verdad tienden a ignorarlos o atenderlos solo cuando les conviene. [4]
·       Primacía de los intereses de los accionistas, pero…. De manera perniciosa la ejercen a través de la compra de las propias acciones (share buyback) para hacer subir su precio en vez de invertir los excedentes financieros en innovación, creación de empleos, sostenibilidad, entre otras. [5]
·       Transparencia en el cabildeo. No puede ser que por una parte estos CEO declaren preocupación por los stakeholders y por otra gasten grandes cantidades de dinero haciendo cabildeo para evitar leyes de protección ambiental, del consumidor, de prácticas abusivas y de puertas rotatorias, entre otras. [6]

Si bien un gran número de los firmantes preparan reportes de sostenibilidad, una Declaración de la supuesta envergadura de esta requiere el compromiso de reportar específicamente sobre su cumplimiento y en particular de forma colectiva, para que los que no reportan o la hacen imperfectamente se vean forzados a elevar su nivel de transparencia y responsabilidad al nivel de la más responsable de las empresas firmantes.  BRT no debería lavarse las manos en esto y asumir liderazgo.

Algunos de los CEO firmantes dijeron que el grupo ofrecería a corto plazo propuestas más detalladas de como sus empresas implementarían los ideales de la Declaración. Esteremos pendientes.

3.     Discusión

La gran mayoría de los artículos que la han comentado son laudatorios, con algunas reservas sobre la falta de compromiso real y algo de escepticismo sobre su efectividad.  Las críticas son de algunos defensores del status quo, de la primacía de los inversionistas y algunos académicos críticos de la falta de mordiente y señalando algunas omisiones.

Algunos lo han llamado “un cambio de rumbo dramático en el principio de la filosofía operativa de esta organización liderara por poderosos CEO”.  Esta reacción muestra como lo que debería ser algo normal es percibido como dramático, lo que también muestra la precepción de que será difícil de lograr. Lo de dramático debería ir precedido de “posiblemente”.   Todo dependerá de lo que hagan. Como dice el refrán popular “De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”.

El Council of Institutional Investors, otra poderosa institución que representa a inversionistas, cuyo propósito es promover la maximización de beneficios, reaccionó inmediatamente diciendo que era un error “poner a los accionistas de último al verlos sencillamente cono proveedores de capital en vez de dueños” (énfasis añadido).  Esto es una exageración ya que lo de ultimo es la posición en la lista, que no representa prioridades relativas. 

Ni siquiera los que representan a los accionistas entienden que ellos no son propietarios de la empresa, al adquirir las acciones solo han adquirido derechos: derechos de recibir dividendos y derechos (limitados en cada país por las regulaciones de las comisiones de valores) de elegir algunos miembros del Consejo, pero no son dueños de las empresas, no pueden disponer de sus activos.  Yo soy dueño de mi coche y lo puedo vender.  Pero el accionista solo puede vender sus derechos.  Y para colmo, la gran mayoría de los accionistas solo son “dueños de las acciones” por períodos muy cortos de tiempo y estos inversionistas de corto plazo no deberían tener el “derecho” de definir el destino a largo plazo de las empresas (de allí el uso del término largo plazo en la Declaración). [7] También criticaron la Declaración con la frecuentemente repetida excusa de que “si hay que ser responsables de las acciones ente muchos (stakeholders) no se es con nadie” (“perro de muchos dueños se muere de hambre”). Con esto pretenden justificar que solo los shareholders cuentan, queriendo ignorar que la empresa opera dentro de toda una sociedad y le necesita para operar. A ella debe rendir cuentas.

En la otra cara de la moneda hay críticos que alegan que es una Declaración vacía, diseñada para evitar que se establezcan regulaciones gubernamentales a las actividades empresariales.  Un crítico dice que los “CEO son muy adeptos a hablar de ambos lados de la boca,” estar con Dios y con el Diablo.

Ni tanto, ni tampoco.  La Declaración, como hemos comentado, en efecto le falta mordiente, es de esperar de una declaración pública masiva y le faltan muchos elementos críticos como hemos señalado, pero puede estimular la discusión, difusión y acción.  Pero compete a la sociedad y a los gobiernos exigir acciones y cuentas y si ambos son indiferentes, mal pueden quejarse.  Nosotros como consumidores, empleados, funcionarios, votantes, profesores, alumnos, etc., tenemos responsabilidades, debemos actuar.

III.           Y The Economist se mantiene fiel a sus principios.

Concurrentemente con la Declaración, la revista The Economist, el parangón del capitalismo ha publicado, inusualmente, un artículo de portada (What companies are for) sobre el propósito de la empresa, defendiendo en gran medida la primacía de los accionistas.  Lo comentamos separadamente por la influencia que la revista ejerce y por su siempre muy riguroso análisis.



Presenta dos argumentos en contra de lo que llaman el “capitalismo colectivo” (variedad de stakeholders): ante quien se es responsable y conspiración contra el dinamismo. El primero se refiere a que ser responsable ante muchas partes puede llevar a que no sea responsable ante ninguno. Lo hace bajo el argumento de que la sociedad o los stakeholders son un grupo muy difuso, sobre cuyas prioridades o necesidades no puede haber consenso. Si bien ello puede ser cierto a nivel del colectivo empresarial, no es tan cierto a nivel de cada empresa en particular, que es lo que importa.  Cada una puede y debe identificar a sus stakeholders y los impactos que tiene y quiere tener (ver mi artículo ¿Cómo interpretar LA definición de la RSE? donde defiendo la tesis de que cada empresa tiene SU sociedad sobre la puede y debe actuar y que es contraproducente generalizar).


El segundo argumento es que el capitalismo colectivo conspira contra el dinamismo necesario para ser competitivo.  Las empresas deben poder despedir a los empleados si es bueno para el negocio, deben poder tener la flexibilidad necesaria sin restricciones impuestas por responsabilidades sociales.

La manera de hacer que el capitalismo funcione mejor para todos no es limitar la accountability y el dinamismo, sino mejorar ambos.  Esto requiere que el propósito de las empresas sea determinado por sus dueños, no por ejecutivos o activistas (énfasis añadido).

Y por supuesto son firmes creyentes en el funcionamiento de los mercados, hasta del mercado de la responsabilidad, o sea que si hay demanda habrá oferta. Que los accionistas serán suficientemente ilustrados como para saber lo que le conviene a la empresa en el largo plazo y si ello requiere algunas actividades de responsabilidad lo harán.  Verán cuales de estas actividades conducen al aumento del valor de la empresa en el largo plazo y las promoverán.  Si quieren atraer millenials tendrán las políticas adecuadas. Si es bueno para la empresa luchar contra el cambio climático lo harán. Si el mercado demanda café fair trade, el mercado lo proporcionará. O sea, que solo se será responsable si ello conlleva a mayores beneficios:  el argumento empresarial.  El argumento moral no existe para ellos.  [8] Claro está, suponiendo que el mercado funciona, que los consumidores tienen toda la información relevante y actúan en base a ella.

Lamentablemente el mercado de la responsabilidad es tan imperfecto como el mercado de bienes y servicios.  La inmensa mayoría de los accionistas no son ilustrados, son egoístas, son relativamente ricos, quieren los beneficios en el corto plazo para poder vender sus acciones y realizar las ganancias de su tenencia.  Basta con ver la gran mayoría de las propuestas de cambio de dirigentes y de políticas que se presentan en las Asambleas Generales de Accionistas.  Opacan y con mucho las propuestas de mejorar la sostenibilidad. [9] [10]

Y los consumidores, empleados, dirigentes, instituciones financieras, medios de comunicación, etc., en general, no actúan como el mercado (perfecto) de la responsabilidad de The Economist supone.

La posición de la revista se resume, con un cinismo británico, en el título de uno de los artículos, Somos de la empresa y venimos a ayudarlos, incluyendo esta gráfica.




IV.           En resumen

¿Son capaces los accionistas de determinar el propósito de la empresa?  Si la sociedad no es un grupo de criterios uniformes, tampoco los son los accionistas. A lo sumo están de acuerdo con la obtención de beneficios.  Las empresas tienen inversionistas cortoplacistas, tienen inversionistas institucionales (fondos de inversión, de pensiones, etc.), que tiene objetivos de medio y largo plazo, y pueden tener accionistas con objetivos socioambientales.  En el caso de empresas con propiedad concentrada en un grupo pequeño si podemos decir que es responsabilidad de los dueños (y en este caso se puede hablar de “dueños”). [11]

Ni la sociedad ni los dueños pueden determinar el propósito de la empresa.  Este debe ser determinado por los directivos teniendo en cuenta las necesidades/deseos de la sociedad (que pueden ser incoherentes, contradictorios, excesivos, no factibles, etc.) y los de los accionistas (que pueden ser incoherentes, contradictorios, excesivos, no factibles, etc.).  Por ello los mejores situados son los directivos y de allí su activismo necesario en la Declaración mencionada arriba y otras similares.  Y sería normal que ambos colectivos no estuviesen de acuerdo.  De allí, la mediación y responsabilidad de los directivos. [12]


Anexo: Si quieren leer más

Si el lector no está cansado de leer y quiere leer más:



Is the Business Roundtable Statement Just Empty Rhetoric?, Andrew Winston, Harvard Business Review blog.

6 Ways CEOs Can Prove They Care About More Than Shareholder Value, John Elkington y Richard Roberts, Harvard Business Review blog.

181 Top CEOs Have Realized Companies Need a Purpose Beyond Profit, Claudine Gartenberg y George Serafeim, Harvard Business Review blog.

C.E.O.s Should Fear a Recession. It Could Mean Revolution, Farhad Manjoo, New York Times, 21 agosto 2019.


America’s CEOs Seek a New Purpose for the Corporation, Allan Murray, Fortune, 19 agosto 2019.

How Shareholder Democracy Failed the People, Andrew Ross Sorkin, New York Times, 20 agosto 2019.

Shareholder Value Is No Longer Everything, Top C.E.O.s Say, David Gelles y David Yaffe-Bellany, New York Times, 19 agosto 2019.




[1] Llego tarde a esta discusión, estaba de vacaciones de verdad, pero “lo importante no es llegar primero sino saber llegar”.

[2] Y no todo deben ser críticas, algunos de los firmantes han tomado acciones significativas para mitigar impactos que pueden considerarse indirectos. Microsoft y Google están haciendo inversiones para paliar la escasez y costo de la vivienda en sus comunidades, en parte influenciados por los elevados sueldos que pagan (ver mi artículo Buen ejemplo: Asumir responsabilidad por impactos indirectos)

[3] Johnson and Johnson, uno de los firmantes es productor de opioides y fue encontrado culpable de promoverlos indiscriminadamente y multado con $572 millones, en un solo juicio, y tiene más de 2000 juicios pendientes. Walmart es el tercer vendedor de armas al público (ver mi artículo Masacres y responsabilidad empresarial).  Exxon ha sido una de las empresas líderes en su oposición a las medidas de control del cambio climático. Google y Facebook tiene los ampliamente conocidos problemas con el uso y abuso de información personal (ver mi artículo La responsabilidad social de Facebook).  El CEO de BlackRock ya había emitido una carta a sus colegas instándolos a adoptar un propósito para sus empresas a lo largo de las líneas de lo que sería la Declaración, pero sus fondos de inversiones no practican lo que predica (ver mi artículo Mucho ruido, pocas nueces: Activismo de fondos de inversión).

[9] Un buen ejemplo es el caso de Amazon mencionado en una nota 4 arriba.

[12] Algún lector habrá notado que en este extenso artículo no hemos mencionado a Milton Friedman.

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