sábado, 20 de julio de 2019

Buen ejemplo: Asumir responsabilidad por impactos indirectos



¿Es responsabilidad de las empresas atender los problemas de la escasez de la vivienda o de su elevado costo?  En principio no, ello se debe a una serie de factores estructurales y circunstanciales que están fuera del control de la mayoría de las empresas.  Se supone que es el mercado de la vivienda el que debe responder a incrementos en la demanda, aunque en muchos casos ello está limitado por el espacio disponible o por regulaciones sobre la densidad de población.

Pero hay algunos casos en los que esa escasez de vivienda se puede atribuir al impacto indirecto de algunas empresas, que complica un problema ya existente o lo hace surgir.  Este es el caso de grandes empresas en términos de números de empleados o de impacto financiero por los elevados sueldos que se pagan, o por ambos efectos, que tienen un impacto perceptible sobre el costo y disponibilidad de la vivienda  

En EE. UU. hay un par de casos muy paradigmáticos: Seattle y el área alrededor de San Francisco (área de la bahía que incluye Silicon Valley, al sur y Oakland al este).  En el primero se ubican empresas de gran impacto en el mercado de la vivienda como Amazon y Microsoft.  En el segundo se ubican decenas de empresas de alta tecnología, con algunas de mucho impacto económico y social como Google, Apple, Facebook, Salesforce, Uber, Lyft, LinkedIn, Airbnb, eBay, Intel, Tesla, Yahoo, Netflix y Oracle, entre otras.

En ambos casos, pero con diferencias de intensidad, el impacto sobre la vivienda se debe a los sueldos que se pagan por encima del promedio y la gran cantidad de personas que emplean.  En el caso del área de la bahía de San Francisco, está el agravante de que es la sede de muchas empresas emergentes que tienen elevadas valoraciones (antes y al salir al mercado de valores) que hacen millonarios, en papel y en la práctica, a sus fundadores y accionistas.  Y una de las primeras acciones que suelen tomar es mejorar la vivienda.  Ello inicia un efecto cascada sobre los precios de las viviendas, empujando a otras personas hacia abajo, a buscar viviendas más económicas., eventualmente desplazado a los más vulnerables, al final de la cadena hacia la indigencia. 

En los últimos ocho años la zona de la bahía ha creado solo una vivienda por cada cuatro empleos creados, y en general con sueldos superiores al promedio, lo que conduce a una inmensa presión sobre la disponibilidad y el precio de la vivienda. Ello ha llevado a muchos a vivir en casas rodantes.

El número de personas sintecho ha aumentado significativamente en los últimos dos años, lo que ha conducido a deteriorar la imagen de la ciudad, con los mendigos y la correspondiente suciedad por las calles más céntricas.  Por ejemplo, ha habido un aumento del 17% en al área de San Francisco y del 43% en los condados que incluyen a Oakland, al otro lado de la bahía. Dos tercios de estos viven en la calle, en vehículos y en campamentos.  Y este es uno de los impactos más visibles, que ha estimulado a las autoridades y a algunas empresas a actuar. Concurrentemente ha habido aumentos significativos en el crimen, prostitución, drogas con impactos en la seguridad personal, que está provocando un éxodo de la ciudad hacia zonas lejanas más económicas y seguras con el correspondiente impacto sobre el tráfico.

Medidas gubernamentales

El primer intento de actuación sobre este problema lo toma la ciudad de Seattle al proponer un impuesto especial a grandes empresas que les costaría US$ 275 anuales por cada empleado.  Fue denominado popularmente el “impuesto Amazon”, en referencia a uno de los principales afectados y el que mas luchó por evitarlo.  De hecho, mientras se discutía el impuesto paralizó la construcción de un edificio de oficinas de 17 pisos como medida de fuerza.  Su cabildeo (y su poder) tuvieron efecto.  El impuesto que, había sido aprobado con el consejo municipal el 14 de mayo del 2018 por unanimidad, fue rescindido el 12 de junio con el voto de siete de nueve concejales. [i]

En el caso de San Francisco, un impuesto semejante logró aprobación.  En gran parte porque el problema es de mayor intensidad y amplitud en esa zona y porque en California propuestas de este tipo pueden ser llevadas a referendos locales o estatales a solicitud de la población.  El poder de cabildeo de las empresas se diluye.  En este caso, la Proposición C en San Francisco fue aprobada por el 60% de los votantes.  El impuesto espera recaudar alrededor de US$300 millones anuales para beneficiar a programas para los sintecho.


Medidas empresariales

En ambos casos, algunas empresas destacadas también quisieron hacer su contribución, de forma complementaria. En Seattle Microsoft ofreció donar US$500 millones para facilitar la construcción de viviendas asequibles. Esto es un complemento a los programas de la ciudad para los sintecho ya que presumiblemente será dirigido a la clase media y baja, que está siendo presionada desde arriba en términos de costos y disponibilidad.  Los fondos no se usarán para la construcción de viviendas sino para facilitarla, apoyando programas de terceros con efecto multiplicador (¿y Amazon?, bien gracias).

En el área de la bahía, Google ha ofrecido destinar US$1.000 millones para contribuir a resolver el problema.  En este caso no hay donación y se trata de financiar medidas, dentro de los mercados de vivienda, que tengan un efecto multiplicador.  Por ejemplo, Google pondrá en arriendo terrenos que posee valorados en US$750 millones para que los gobiernos locales y promotores desarrollen viviendas.  Adicionalmente creará un fondo de inversiones para proporcionar incentivos a los constructores y para hacer inversiones y otorgar préstamos para hacer inversiones en la construcción de viviendas asequibles. El programa no es una donación, es una inversión de Google ya que cobrará por el arriendo de los terrenos y por prestamos e inversiones que haga con el fondo.  Ayudarán, pero no es filantropía, es negocio responsable.

Adicionalmente, filántropos del área de la bahía, incluyendo a Mack Zuckerberg el CEO de Facebook, a título personal, se han comprometido con US$500 millones para proteger y expandir la vivienda asequible en el área.  También en este caso buscan un efecto multiplicador. Parte del dinero se usará para crear un fondo de inversiones que preservará el acceso a 175.000 familias y creará 8.000 nuevas viviendas en la próxima década, a través de préstamos y otros apoyos a grupos comunitarios, Incluye además un fondo de US$40 millones para el apoyo a gobiernos locales en sus políticas y acciones que preserven el acceso a viviendas asequibles.

Implicaciones para otros países/regiones

Este ejemplo no es fácilmente generalizable ya que son muy pocas las zonas donde se observa un crecimiento tan elevado en el empleo y en los sueldos, todo lo contrario, pero el resultado es muy semejante:  dificultad para la obtención de viviendas asequibles.  El caso que se observa en algunas ciudades de América Latina es resultado del crecimiento de la inmigración interna y, en el caso de España, de la externa. En estos casos, la responsabilidad de las empresas en la creación y resolución del problema es casi nula.  Ello no obsta para que en casos puntuales algunas empresas se vean particularmente afectadas y puedan y deban tomar acciones, como mínimo con sus empleados y sus comunidades.


En resumen

La razón por la cual hemos considerado relevante presentar este caso no es porque sea aplicable a ciudades o zonas de Iberoamérica, es porque es un buen ejemplo de cómo afrontar las externalidades negativas de las empresas.  A lo mejor no es su responsabilidad a nivel de una empresa en particular, pero sí es su problema, sobre todo a nivel colectivo, que es donde el impacto acumulativo se hace sentir.

Es también un buen ejemplo de sinergia entre las actuaciones gubernamentales y las empresariales y de la necesidad de las empresas de actuar, no solo para paliar el problema que las afecta, sino también para evitar males regulatorios mayores.  Buen ejemplo de Google, Microsoft y los filántropos del área de la bahía, mal ejemplo de Amazon.

Y de paso contribuye a mejorar la imagen de las empresas de tecnología, tan deteriorada últimamente.



[i] En un artículo anterior analizábamos como Amazon ejerce el poder sobre las presiones de sus stakeholders y algunos accionistas: Activismo social y ambiental en Amazon: Buen intento, fallido.



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