Resumen
I.
Redescubrimiento del propósito dentro de las responsabilidades sociales de
las empresas
Las últimas décadas han visto una aceleración del interés por el papel de las empresas en el bienestar de la sociedad. Desde el llamado de los organismos internacionales a las empresas para contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015) y sus sucesores, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015-2030), pasando por la crisis financiera iniciada en 2008, atribuida por muchos miembros de la sociedad a la codicia y falta de ética de las instituciones financieras. Más recientemente, la crisis del coronavirus ha puesto de relieve las contribuciones que las empresas privadas pueden y deben hacer para aliviar los impactos sociales y económicos en la sociedad. Muchos han encontrado un propósito renovado, más allá de hacer dinero para los accionistas.
Para prosperar en el tiempo, todas las empresas no solo deben ofrecer
resultados financieros, sino también mostrar cómo contribuyen positivamente a
la sociedad. Las empresas deben beneficiar a todos sus stakeholders,
incluidos los accionistas, los empleados, los clientes y las comunidades en las
que operan. Sin un propósito, ninguna empresa, ni pública ni privada, puede
alcanzar su máximo potencial. En última instancia, perderá la licencia para
operar de los stakeholders
clave.
Pero estos y muchos otros llamados a un cambio de propósito han encontrado detractores. Por ejemplo, la declaración de BRT fue inmediatamente denunciada por el Council of Institutional Investors, una poderosa institución que promueve la maximización de beneficios, argumentando que “los accionistas son vistos simplemente como proveedores de capital y no como propietarios” (CII, 2019). Más recientemente, el Wall Street Journal publicó un artículo de opinión, The 'Stakeholders' vs. the People con un argumento bastante estridente: “No quiero que los capitalistas estadounidenses jueguen un papel más importante en la definición e implementación de los valores políticos y sociales del país”, como si responsabilidad social fuera una injerencia en los valores políticos y sociales del país (Ramaswamy, 2020, Vives, 2020b).
II.
Propósito de la empresa
El propósito de este artículo es analizar el proceso de implementación del Propósito, para llenar el vacío en esas declaraciones generales. No entraremos en detalles sobre cuál debería ser el propósito más amplio, solo ofreceremos algunos comentarios generales para establecer el marco para la discusión que sigue. El propósito es muy específico a la empresa, ya que cada empresa es diferente, tiene diferentes objetivos comerciales, opera en diferentes contextos, tiene diferentes capacidades y disposición para incorporar a sus grupos de interés específicos, al tiempo que realiza los compromisos necesarios entre la gran variedad de objetivos en conflicto, particularmente entre los financieros y los de sostenibilidad social y ambiental.
Muchas empresas gastan recursos importantes en consultores para desarrollar un propósito que suene atractivo, que luego se ignorará, ya que no es factible o no es lo suficientemente específico para guiar la implementación. Según lo expresado por el Boston Consulting Group en Optimize for both Social and Business Value: Winning the 20´s (Young, Woods & Reeves, 2019):
Sin embargo, el “propósito” no debe ser una declaración reconfortante y
autocomplaciente de lo que la empresa ya hace; eso sería un impedimento para el
progreso. Más bien, debe definir la contribución social a la que se aspira de
una empresa en función de sus atributos únicos e inspirar la conciencia del
contexto más amplio y el progreso hacia el valor empresarial y social.
III.
Estado de implementación
Una encuesta reciente sobre el propósito, realizada por una firma de asesoría en relaciones con accionistas, Making Corporate Purpose Tangible (SquareWell, 2020), a inversionistas con más de US $ 22 billones de activos bajo administración, encontró que el 79% consideró como el aspecto más importante el cómo se implementa el propósito y solo el 12% el cómo se formuló el proceso y solo el 5% su lenguaje. El 86% espera que se informe sobre su implementación y el 75% espera que incluya indicadores clave de desempeño para medir el progreso. Pero solo el 21% de esos inversores han incorporado el propósito de la empresa en su evaluación de los riesgos y oportunidades de su sostenibilidad.
1. Cultura. Determina y está determinada por el propósito, están íntimamente vinculados. La cultura debe ser propicia para implementar el propósito declarado. Este es probablemente el problema clave donde la mayoría de los propósitos fallan. Por ejemplo, es poco probable que una cultura que favorece la competencia interna y los resultados financieros conduzca a considerar el bienestar de los stakeholders distintos de los accionistas. Una cultura que favorezca la cooperación interna y el aprendizaje será más propicia. El suelo de la cultura debe favorecer la semilla del propósito para que crezca la preocupación por la sociedad (ver los cinco artículos, The Leader´s Guide to Corporate Culture, Groysberg et.al., 2018,). Debemos también tener en cuenta que el término cultura se utiliza como si fuera un concepto homogéneo dentro de la empresa, pero existen subculturas, que pueden complicar la implementación del propósito, como se comenta a continuación. Además, las grandes empresas que operan en diferentes regiones del mundo pueden enfrentar diferentes culturas externas y diferentes grupos de stakeholders con diferentes expectativas. Esto puede requerir adaptar el propósito y su implementación a los diferentes entornos.
2.
Accionistas Es una de
las partes interesadas más activas. Aunque la mayoría de ellos tiene preocupaciones similares
sobre las ganancias, la principal razón para tener acciones, no son un grupo homogéneo. Con respecto a un propósito más amplio, hay un grupo que puede estar en
contra: los accionistas activistas, preocupados por maximizar los retornos
financieros a corto plazo, pueden atacarlo. Puede haber grupos a favor de un
propósito amplio, por ejemplo, algunos inversores institucionales con una
visión más incluyente y de más largo plazo. La gran mayoría de los accionistas
puede ser indiferente (el período de tenencia promedio de acciones en la Bolsa de Valores de Nueva York es de 3 meses). La estructura accionarial determinará la viabilidad de
implementar un propósito más amplio, ya que además de sus acciones en las asambleas
de accionistas, algunos grupos podrán designar miembros del Directorio e
influir en la gestión (Vives, 2020a).
3.
Empleados / Dirigentes. Este es probablemente el grupo de stakeholders más crítico y común
a todas las empresas. La preocupación por este grupo es doble. Por un lado, su propio
bienestar es uno de los objetivos. Por otro lado, todos los empleados son los
instrumentos para la implementación del propósito, que se realiza en las trincheras,
bajo la orden y orientación del Consejo y la dirigencia (Quinn & Thakor,
2018). Deben estar convencidos del propósito. Pero no todos estarán comprometidos
como comentamos a continuación.
4.
Otros stakeholders. Estos grupos varían de una empresa a otra, y su relevancia puede incluso
variar a lo largo del tiempo. Dado que el propósito más amplio es precisamente
incluir a estos grupos, es necesario identificar los críticos, los más
impactados y que pueden impactar las operaciones de la empresa, su probabilidad
de actuar, su poder, su urgencia, sus necesidades y expectativas. Nuevamente,
aunque usamos un nombre común, hay muchos grupos diferentes de stakeholders
(consumidores, gobiernos, comunidades, proveedores, competidores y socios,
entre otros), e incluso dentro de los grupos hay diferencias, que pueden tener
diferentes preocupaciones, que necesitan ser balanceadas. También se debe
enfatizar que, aunque el propósito puede incluir a todos los stakeholders,
la empresa debe ser selectiva al abordar a los más críticos, no puede hacer
todo para todos, la viabilidad financiera sigue siendo una prioridad.
5.
Aspectos materiales. El propósito más amplio habrá identificado, en términos bastante generales,
los tipos de stakeholders, pero no los problemas que les importan. Con
base en el análisis de los stakeholders, la empresa debe determinar los
problemas que desea y puede abordar. Tendrá que priorizarlos en función de
la relevancia de los stakeholders y los temas que son críticos para
ellos. Los accionistas y empleados tendrán prioridad y lo más probable es
que sus problemas se identifiquen y, con suerte, se aborden, pero amerita una
revisión en el contexto de la estrategia general con otros stakeholders.
Esta parte del ecosistema ya existirá en cualquier empresa que asuma su
responsabilidad social, en su sentido más amplio, ya estará bajo consideración.
Para muchas empresas, no será necesario un análisis especial. Los asuntos
materiales y los stakeholders que se abordarán determinarán en gran
parte las actividades de la empresa para implementar el propósito ampliado.
6.
Gobernanza del propósito. Esta gobernanza de propósito va más allá de la caracterización tradicional
de gobernanza, la G en el análisis ASG (ambiente, social y gobernanza), que
tiende a referirse a cuestiones relacionadas con el Consejo y la alta dirección
(composición, separación de presidente y CEO, directores independientes,
diversidad, compensación, ética, auditoría y control, compliance, clases
de acciones y poder de voto, etc.). En el contexto de propósito, la gobernanza
se refiere al conjunto de políticas (denuncia de irregularidades, diversidad,
compensación, ética, consultas, acción política, etc.), procesos y
procedimientos para implementarlas sobre el terreno (participación de los
empleados, búsqueda de consensos, cooperación, etc.) y arreglos institucionales
internos (comités de quejas, procesos de toma de decisiones, etc.), que se
utilizan en la gestión de los stakeholders. Esta parte del ecosistema
debe, eventualmente, hacerse compatible con el propósito.
7.
Incentivos. Las
personas, que deben implementar un propósito, responden a los incentivos. Estos
pueden ser financieros y no financieros, explícitos (remuneración) e implícitos
(comportamiento esperado no escrito), positivos (recompensas) y negativos
(sanciones). Los más efectivos son los financieros y los aspectos incluidos en
las decisiones salariales y de ascenso. Pero con la composición cambiante de la
fuerza laboral, los incentivos no financieros también pueden ser efectivos
(reconocimiento, mayores responsabilidades, etc.). Los incentivos deben ser
parte de la cultura y, eventualmente, compatibilizarse con el propósito. Este
es uno de los factores que más influye en el éxito de la implementación del
propósito.
8.
Gestión de conflictos (subculturas, stakeholders). La implementación del propósito
requerirá un cambio, y en todo cambio, habrá ganadores y perdedores (pondrán
piedras y crearán baches en el camino), y estos tenderán a oponerse al
cambio. Además, como se mencionó, la cultura no es homogénea y dentro de cada
empresa pueden coexistir muchas subculturas, algunas más propicias que otras
para implementar el propósito más amplio. Por ejemplo, los departamentos de
marketing, producción y legal tienden a enfrentar diferentes conjuntos de
incentivos y estar poblados por profesionales con culturas muy específicas, por
ejemplo, sociólogos versus vendedores, versus ingenieros versus abogados. Estos
posibles conflictos de objetivos deben gestionarse de forma proactiva. Y habrá
conflictos en los intereses en los diferentes grupos de stakeholders e
incluso dentro de un mismo grupo de stakeholders. Un claro ejemplo es el
conflicto de intereses entre accionistas y empleados. En condiciones adversas, los primeros pueden
querer reducir los costos laborales y los segundos querrán mantener los niveles
de empleo y la remuneración. Equilibrar los intereses de todos los grupos es
uno de los grandes obstáculos que se enfrentan en la implementación del
propósito.
9.
Estructura. La
estructura de la empresa tiende a ser relativamente rígida y solo cambia bajo
fuertes cambios en el entorno en el que opera. Pero la implementación del
propósito, con los cambios requeridos descritos anteriormente, puede
requerir algunas adaptaciones a la estructura. Puede requerir, por ejemplo,
la asignación de más responsabilidades a los mandos intermedios, lo que puede
requerir, o bien la consolidación de unidades para mejorar la cooperación y
coordinación de la implementación, o bien la dispersión de responsabilidades
para mejorar la eficacia. Puede requerir la creación de unidades especiales
para gestionar la mejora de las relaciones con los stakeholders, la
identificación, las consultas, la priorización y la gestión de conflictos entre
otros.
10. Seguimiento y promotores. Habrá una necesidad de un proceso de adaptación continuo a los cambiantes stakeholders y la necesidad de asegurar, en lo posible, la compatibilidad dentro de todos los componentes del ecosistema a medida que se adapten. Esto requerirá una evaluación continua de la relevancia del propósito, de estos componentes de la implementación, su compatibilidad y la estrategia de adaptación. Puede ser necesario un grupo dedicado de personas, con una visión holística de la empresa y su contexto, para supervisar el proceso, y su implementación puede requerir promotores, personas que impulsen la implementación, estratégicamente ubicados para hacer avanzar el proceso y superar los obstáculos.
Es importante
enfatizar que, en la vida real, a diferencia de las sobre simplificaciones
académicas, el camino no es una línea recta, va de un lado a otro, tiene
baches, desviaciones, en ocasiones parece aleatorio, se recorre a rachas, con
avances en algunas áreas, regresión en otras, lleno de obstáculos, en su
mayoría colocados por las personas.
V.
Acciones para implementar el propósito
La implementación no estará completa sin estas acciones orientadas a lograr el propósito. Nuevamente, la naturaleza y el alcance de estas acciones dependerán no solo del propósito declarado, que probablemente no tendrá el nivel de detalle necesario para guiar la implementación, sino también de la realidad que enfrenta la empresa. Será necesario balancear los intereses de los diferentes grupos, dentro de las limitaciones que enfrenta la empresa, tendrá que decidir qué es factible dentro de lo deseable.
Y estas acciones no deben ser actividades aisladas, ocasionales y descoordinadas realizadas por las diferentes unidades. Deben ser parte de una estrategia global, integrada, compatible entre sí y compatible con los objetivos de la empresa, ojalá con sinergia. Esta es posiblemente la causa más probable de la falta de credibilidad en las actividades de sostenibilidad reportadas por las empresas, lo que se denomina “brecha de propósito”, la brecha percibida entre las intenciones declaradas y los resultados. Como se mencionó al principio, y dado el énfasis relativamente novedoso en la declaración de propósito, se dedica mucha atención a tener una declaración inspiradora, pero mucho menos a su implementación, bajo el supuesto implícito de que si está bien articulado se las arreglará por su cuenta.
Además, dada la relativa novedad, la complejidad y su impacto global, la mayoría de las empresas aún no realizan un esfuerzo integral y la implementación tiende a seguir los aspectos que son más factibles en el corto plazo, dada la dotación y las limitaciones humanas y financieras. La mayoría de las empresas pueden adaptarse, por ejemplo, a los aspectos relacionados con los accionistas, empleados y gerentes y aspectos materiales que se gestionan activamente de forma continua. Por otro lado, aspectos como el cambio de cultura, la adaptación y la anticipación de conflictos y los cambios de estructura requieren una atención especial. La cultura corporativa, por ejemplo, es algo que evoluciona lentamente y si el cambio de propósito es notable, requerirá esfuerzos especiales proactivos durante largos períodos de tiempo.
Una implementación inarticulada, desigual e incompleta del propósito no solo proporciona una imagen inconsistente, sino que contribuye a la crítica de que el propósito está divorciado de la acción y las acusaciones de lavado de cara (greenwashing).
El camino de implementación propuesto es un ideal que tal vez no sea asumible ni siquiera por las empresas más avanzadas, pero muestra el camino para cerrar la brecha de propósito entre hechos y palabras.
VI.
Observaciones finales.
En el entorno económico y social actual, no es suficiente que las empresas produzcan los bienes y servicios que la sociedad demanda y mejoren las cuentas financieras de los accionistas y de sus dirigentes. La sociedad espera y exige un papel más amplio, especialmente de las grandes empresas. Las empresas deben reconocer, en sus acciones y no en la retórica, que son parte de la sociedad y tienen responsabilidades sobre su bienestar. El propósito debe establecer ese papel, pero debe implementarse adecuadamente. La mayoría de las empresas que logran desarrollar un propósito, pasan directamente a las acciones y no logran emprender las actividades necesarias para su implementación. Muchas veces se contentan con difundir estas declaraciones en toda la organización a través de memorandos internos, seminarios, capacitaciones, etc. Pero es como sembrar en terreno rocoso, se toma nota, pero la implementación será débil.
Referencias
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2 comentarios:
Gracias por la difusión y por la profundidad del enfoque. Interesante la referencia a el "capitalismo de los stakeholders" y quiénes son -y por qué razones- sus defensores y detractores.
Creo, no obstante, que el artículo se aleja de la realidad cuando no incide en los casos de empresas que están desarrollando su modelo de negocio desde la perspectiva de la Creación de Valor Compartido (Nestlé, Ikea, Chemical Dow...) a partir de la propuesta de Porter y Kramer.
Dada la trayectoria y experiencia del autor no seré quien se atreva a cuestionar ninguno de sus argumentos. Soy sólo un simple consultor de empresas más.
Solo quiero hacer énfasis en que sí hay iniciativas que responden al PROPÓSITO como eje del nuevo capitalismo. Como consultor he podido implantar este modelo (CVC) en la empresa valenciana ELIT, S.L., entre otras. Se puede observar qué acciones desarrollan no sólo en una web "al uso" sino en las noticias que publican en redes sociales referentes a su actividad.
En esta empresa se dan muchas de las circunstancias -desde luego- a las que se refiere el artículo. Gracias a la identificación previa de dichas circunstancias, la implementación y mantenimiento de actividades asociadas a crear valor compartido con todos los grupos de interés de ELIT, S.L es una realidad.
Si una empresa de sus características está siendo capaz, ¿por qué no otras?
Muchas gracias por la difusión de este tipo de enfoques -cruciales- y un saludo cordial.
Julián Pelacho
Gracias por el tiempo que te tomaste para comentar mi artículo. No son muchos los que recibo.
En cuanto al tema de si CVC es un propósito de la empresa es debatible. Se puede alegar que compartir el valor es estrategia, aplicable a empresas con o sin un propósito explícito. Y se puede alegar que se responsable, en el sentido mas amplio de la RSE, es tener propósito, el ser responsable por los impactos, implícito no obstante!
De cualquier manera mi articulo se concentra en la implementación, universal, independiente del lenguaje del “propósito” por lo que no menciona variantes de la responsabilidad.
Dada la popularidad reciente del propósito, son muchos los que lo están imputando a sus actividades retroactivamente.
La verdad es que me considero un gran enemigo, justificado, de CVC. Desde el primer día (enero del 2011) he escrito numerosos artículos sobre su inferioridad y su influencia perversa. No es que no sea válido, es que es inferior y puede destruir valor en vez de crearlo y compartirlo (ver mi articulo sobre Nestlé en inglés, abajo).
Puedes ver los nexos a mis 13 artículos en RSE y creación de valor compartido: Mis artículos (actualización a enero 2020)
https://cumpetere.blogspot.com/2013/12/rse-y-creacion-de-valor-compartido-mis.html
Para no cansarte te recomiendo leer el que publiqué en la Revista de Responsabilidad Social de la Empresa, Compartir el Valor Creado versus Crear Valor Compartido: Diferentes estrategias, diferentes implementaciones, diferentes resultados, que es el más completo.
http://www.cumpetere.com/wp-content/uploads/2018/02/CSR-vs-CSV-Revista-RSE.pdf
En el caso de Nestlé escribí un par de artículos que puedes ver en la lista y un tercero que es un buen resumen When Creating Shared Value Causes Value Destruction: The Case of Nespresso
http://www.triplepundit.com/2016/04/when-creating-shared-value-can-lead-to-value-destruction-the-case-of-nespresso/
Gracias por tus comentarios
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