domingo, 24 de febrero de 2013

Responsabilidad del producto: ¿Regulación o libertad de selección?



En la ciudad de Nueva York, su multimillonario alcalde Michael Bloomberg decidió poner su capital político y su fortuna personal para reducir la obesidad.  Como antes había atacado a la industria del tabaco, ahora lo hace con las bebidas azucaradas.  Su campaña para regular el máximo tamaño de estas bebidas ha generado una gran controversia, no tanto sobre sus virtudes como sobre la irrupción del gobierno en lo que muchos creen que son decisiones personales.  Parece basada en la premisa de que los consumidores no sabemos cuidarnos y que el gobierno debe protegernos de nosotros mismos[i].  (SIGUE LEYENDO QUE AL FINAL HAY UNA ENCUESTA)


(leyenda: libre de ser Yo)

Por cierto la magnitud del vaso de cerveza que se puede consumir en los estadios en Nueva York está exenta de las propuestas regulaciones (¿hipocresía o lobby más poderoso?  ¿es la cerveza tan cara en los estadios que no hace falta regular el tamaño del vaso?). 

Este tipo de consumo siempre ha sido un tema de gran controversia.  ¿Debe el estado proteger de sí mismo a los adictos a las apuestas, tabaco, al alcohol, a las drogas?  ¿Son capaces estos “consumidores” de decidir por sí mismos?  Muchos alegan que en todo caso solo se hacen daño a sí mismos y que es su vida.  ¿Pero es esto así?  ¿Es su adicción o consumo un hecho que está completamente aislado del resto de las sociedad? ¿No afectan a otras personas?

Coca Cola y otras productoras de bebidas azucaradas hicieron un intenso lobby y gastaron millones en propaganda mostrando gente atlética consumiendo sus refrescos y aduciendo que el problema era la falta de ejercicio (que no es mentira).  Vale la pena mencionar que las actividades de cabildeo para proteger sus productos y servicios y las acciones para influenciar las decisiones de los gobiernos suele ser un tema poco cubierto cuando se habla de la responsabilidad social de la empresa.  (Es un tema muy importante que cubriremos en otro artículo).

Anticipándose a estas tendencias, hace unos años la Consejera Delegada de PepsiCo, (conocida por sus esfuerzos para mejorar la sostenibilidad de la empresa) cambió su estrategia hacia la producción de bebidas y snacks más saludables.  Pero ello no fue bien recibido por algunos activistas. No activistas de los que nos gustan, sino de los otros, de los que no se habla mucho en la RSE, de los que quieren más dinero y les importa poco la sostenibilidad, de los que quieren rendimientos en el corto plazo y luego vender las acciones.  Estos activistas lograron un cambio de estrategia de PepsiCo.  (Ver mi artículo El mercado de la responsabilidad también funciona con PepsiCo, pero.……)   

Algunas cadenas de comida rápida como McDonald’s, Piza Hut y Burger King se han plegado a esta tendencia y ofrecen comida más saludable, como bocadillos mas saludables, ensaladas y frutas e informan del contenido calórico.

Sobre las bebidas azucaradas en Nueva York el Financial Times publicó un artículo el 26 de enero del 2013 sobre la reacción de Coca Cola y otros (Coke: Out for the calorie count).  Y luego hubo una carta a los editores de un representante de  lo que podríamos llamar la visión liberal (en el sentido europeo, libertarians en el mundo anglosajón), que rechazan toda interferencia del gobierno en la vida privada (Fred Smith del Competitive Enterprise Institute).  El título de la carta es muy sugestivo: Las empresas nunca deben disculparse por producir productos que la gente disfruta.  Dice que “no hay alimentos irresponsables, solo decisiones irresponsables”.

El título de la carta trae a la mesa una discusión muy necesaria: ¿Deben las empresas producir productos y servicios que la gente disfruta o productos y servicios que la sociedad necesita para el desarrollo integral de la persona? En muchos productos no hay discusión, son los mismos, en otros hay diferencias que dependen de los valores de la sociedad y condiciones personales.  Para algunos el caso del tabaco, armamentos y las apuestas es obvio, la sociedad puede vivir sin ellos  (¿O nó?).  Otros casos generan más diferencias de opinión, como lo es el alcohol, y para muchos la discusión está en el contenido alcohólico. 

En el caso de armas de uso personal el caso de EEUU es muy ilustrativo. En estos momentos en ese país la discusión no es sobre si debe regular la venta de armas (que parece imposible de logar) sino sobre si se puede poseer ametralladoras y cuantas balas pueden contener los cartuchos.  Parece que hay acuerdo que el problema empieza cuando pueden albergar más de 15 balas, menos de 15 está bien y parece que será el compromiso entre demócratas y republicanos (pero solo para las nuevas que se compren).  Para los habitantes del resto del planeta esa discusión tiene que parecer surrealista, kafkiana.  ¿Disfruta la gente con la posesión y uso de armas de fuego?  En EEUU hay muchos que sí.  ¿Las necesita la sociedad?  Posiblemente solo aquellos encargados de la seguridad ciudadana.

Los libertatians aducirían que el criterio de productos y servicios que “la sociedad necesita” no es relevante.  ¿Quién es la sociedad?  ¿Quién decide lo que ella necesita?  ¿Quién es el gobierno para privar a las personas de decidir de qué mal quieren morir?  Claro está que el extremo tal y como lo presento de lo que “la sociedad necesita” puede parecer poco práctico, pero sirve como guía para el análisis y la decisión.  La sociedad puede delegar esas decisiones a los gobiernos a través de procesos democráticos y puede tomar acciones por si misma expresando sus preferencias en los mercados de bienes y servicios.  Puede haber posiciones intermedias en las que las decisiones quedan a  nivel individual pero donde los gobiernos se asegurar que los grupos vulnerables o ignorantes o incapaces de decidir por sí mismos tienen acceso a las informaciones necesarias para tomar las decisiones y/o tienen acceso a servicios de asistencia pre o post consumo.

En nuestra reseña sobre el libro What Money can´t Buy: The Moral Limits of Markets (Lo que el dinero no puede comprar:  Límites morales de los mercados), comentábamos sobre un mercado permitido que ofrece un servicio que muchos podrían calificar de irresponsable.  Es el pago a mujeres adictas a drogas o con SIDA para que se esterilicen.  El argumento economicista parece claro: habrán menos niños enfermos, con problemas o abandonados.  Pero también lo es el argumento moral: intervención de terceros en el cuerpo de una persona en condiciones de desesperación. ¿Son servicios que la sociedad necesita? ¿Están las mujeres en condiciones de decidir? ¿Y si cambian de opinión más tarde?

Estas controversias representan de una forma muy típica el potencial conflicto entre la restricción y la libertad individual para determinar la responsabilidad de los productos y servicios.  ¿Cómo lo resolvemos? ¿Debe el gobierno prohibir el consumo? ¿Debe regularlo? ¿Debe quedar al criterio de cada individuo?

Todo esto parece ser cuestión de opinión.  Danos la tuya respondiendo a la encuesta en:


donde te hacemos estas preguntas sobre algunos de los productos y servicios mencionados arriba (te debe tardar menos de 5 minutos responderla)


P.S.  Los resultados de la encuesta se pueden ver en 

Productos por los que hay demanda o los productos que contribuyen al desarrollo




[i] Para lo que no están familiarizados con el consumo de refrescos en EEUU, hay que notar que los tamaños que se sirven en los restaurantes de comida rápida llegan a casi un litro, en muchos casos “all you can drink”.  Las minilatitas y minibotellitas que se ven en España no existen en EEUU.

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