lunes, 28 de febrero de 2022

Fondos sostenibles para particulares: ¿Tienen algún impacto en la sostenibilidad?

 

El 28 de febrero se publicó este video de Social Investor con una entrevista, de Cristina Triana a Claudia Antuña, sobre las inversiones en fondos de sostenibilidad para particulares

¿Hay que retrasar la venta de fondos ESG a particulares?

Muy ilustrativo, pero se queda corto en sus advertencias a los particulares.

Para satisfacer la “nueva” demanda, estos fondos, nuevos o existentes, comprarán acciones ya existentes, en los mercados secundarios, de empresas con alguna credencial de sostenibilidad, determinada por alguna calificadora o por el mismo gestor del fondo. Los recursos aportados por los nuevos inversionistas irán a los vendedores de esas acciones en la bolsa. Las empresas no reciben ninguno de estos recursos para hacer inversiones o gastos en sostenibilidad. A lo sumo, estas empresas, para querer calificar como candidatas a ser incluidas en los fondos, mejorarán marginalmente su sostenibilidad, aunque ello solo les reporte reputación. Es lo mismo que hacen para pertenecer a un índice de sostenibilidad: gestionar los números que estas calificadoras usan para la calificación). Y por supuesto, si las acciones se seleccionan en base a criterios simples, pasivos, de exclusión (no tabaco, no armamento, etc.) o a best in class (la tabacalera menos mala, la casa de apuestas menos mala) ni siquiera eso añaden.

Para tener IMPACTO en la sostenibilidad empresarial los inversionistas deben adquirir acciones y bonos en los mercados PRIMARIOS, donde los recursos le van directamente a la empresa para sus proyectos y actividades de sostenibilidad.  Ya sea en inversión directa en estos valores (difícil para un particular) o en inversión en fondos constituidos específica y exclusivamente para la adquisición de valores de empresas o proyectos con demostrada sostenibilidad en los mercados primarios. Y aun esto su impacto depende de las condiciones de sostenibilidad que se impongan a las emisiones de estos valores.

Los fondos están muy interesados en ofrecer estos productos a lo inversionistas particulares porque es un buen negocio, una fuente de comisiones. Y los particulares estarán interesados para sentirse mejor, creyendo que contribuyen a la sostenibilidad el planeta, cuando lo que han hecho es contribuir a la sostenibilidad financiera de los gestores de fondos.  ¡!Es más efectivo comprar productos y servicios a empresas responsables!! Sin comisiones.

Es responsabilidad de los medios responsables, advertir a estos particulares del IMPACTO que pueden (no) tener sus inversiones en aquellos fondos “sostenibles”.  Los fondos no lo harán.

 

P.S. El lector interesado en saber más sobre las inversiones sostenibles puede consultar Mis veinte artículos sobre financiamiento sostenible (a febrero 2022).

 

sábado, 26 de febrero de 2022

Oferta pública inicial de acciones sostenibles: ¿es posible?


 Se sigue expandiendo el espectro de modalidades de financiamiento sostenible.  En artículos anteriores habíamos comentado los diferentes instrumentos de deuda (¿Tiene el financiamiento sostenible impacto sobre la sostenibilidad? Primera parte: inversiones financieras y Segunda parte: Inversiones reales) y hasta una recompra de acciones (Greenwashing a la grande I: Emisión de acciones ligadas a la sostenibilidad).

 En noviembre del 2021 se hizo una primera oferta pública inicial de acciones sostenibles en la Bolsa de Valores de Tecnológicas de Estados Unidos, NASDAQ, y esta emisión no tiene visos de greenwashing como alguna de las comentadas en los tres artículos citados.  Se trata de la empresa Allbirds, productora de calzado utilizando materiales mayormente renovables.  Ya habíamos reconocido a la empresa en el artículo ¿Qué tienen en común la rentabilidad y la responsabilidad? ¡La buena gestión!. Decíamos: 

Allbirds es una empresa productora de calzado en base a lana merino.  Fue fundada con el propósito de producirlo con menor impacto ambiental que el tradicional. Fue fundada en Nueva Zelanda por un exjugador de futbol y un ambientalista. La empresa tiene una imagen humilde, pero con mística. El calzado no lleva logo, pero si se conoce la marca al verlos se conoce que son zapatos de esa marca, no porque se vea un logo.……….La comercialización del calzado se hace directamente al consumidor desde la empresa, via internet, sin intermediarios, aunque han comenzado a abrir sus propias tiendas.

 La empresa obtuvo la mayor parte de su capital inicial en los mercados privados (inversionistas ángeles y de capital de riesgo), pero ante el éxito alcanzado necesita otras fuentes de capital y pretende obtenerlo a través de una oferta pública.  En los aportes de capital privado los inversionistas sabían que la empresa estaba incorporada como empresa por beneficios y certificada como B-corp y que pretende seguir siéndolo después de la oferta pública. En la última ampliación del capital la empresa estaba valorada en US$ 1700 millones. 

Su lema es “crear mejores cosas mejor” La empresa destaca que la lana de sus zapatos consume un 60% menos de energía que los materiales sintéticos.  No es tanto el proceso productivo como los materiales usados. Y aunque no lo destacan, es de notar además que contribuye mucho menos a las emisiones de gases de efecto invernadero que el cuero, sobre todo de vaca, ya que el ganado vacuno es uno de los principales contribuidores a las emisiones de gases de efecto invernadero, en este caso de metano, que es mucho más potente que el CO2.  Por otra parte, las ovejas siguen vivas después de dar la lana. La lana es renovable. 

Los inversionistas iniciales conocían, y los nuevos inversionistas conocen, de los objetivos de beneficios duales. Adquieren, y supuestamente fijan el precio de las acciones en la bolsa, basados en este criterio. 

Es la primera oferta pública de acciones sostenibles en el mercado primario, (SIPO, Sustainable Initial Public Offer, en contraste con la tradicional Initial Public Offer, IPO). Es un aumento de capital con emisiones en bolsa, por primera vez.  Sin embargo, la Comisión de Valores y Mercados de EE. UU., la SEC, no les permitió usar la denominación SIPO ya que ese regulador se encuentra en proceso de emitir lineamientos sobre el uso de estas denominaciones, ante los grandes abusos sobre los valores y fondos calificados como ASG (ambiental, social y gobernanza, ESG en inglés). [1] Y tuvo que revisar significativamente el prospecto de la emisión. Pero es la primera oferta pública de acciones sostenibles en el mercado primario, SIPO. 

Logró captar más de US$300 millones, excediendo sus expectativas de demanda.  El precio casi se duplicó en los primeros días de su cotización, para bajar en un 20% al final de la segunda semana, lo cual no es inusual para este tipo de ofertas públicas de acciones en el mercado primario. 

Fue constituida como empresa con fines de beneficios (Public Benefit Corporation) [2] según las leyes del estado de Delaware (semejante a Danone, que fue constituida como Enterprise á Mission en Francia) [3] y está además certificada como B-corp.  O sea, que está legalmente comprometida a perseguir objetivos financieros y de sostenibilidad social y ambiental, no solo voluntariamente como lo es el caso de las que son solo certificadas como B-corp. En consecuencia, se ha establecido un nexo en las remuneraciones de los directivos basados en el cumplimiento de metas de sostenibilidad. 

Y en esto hay sinergias entre el comportamiento de la empresa y de sus clientes, ya que los compradores de este tipo de productos suelen ser personas que tienen una conciencia ambiental y la empresa debe responder a ello para vender en ese mercado.[4] 

En el prospecto de emisión original listaban 65 compromisos sociales y ambientales, pero en la versión final se redujeron a 33 compromisos (que no es poco), detallados en su Esquema de Objetivos y Principios de Sostenibilidad (página 151 del prospecto de la emisión) La empresa alega que es ya 100% neutra en carbono, usando compensaciones, pero esperan reducir su huella ambiental a la mitad para el 2025 y ser neutral en carbono, por méritos propios, para el 2030.  Esperan reportar en base a los indicadores del Sustainable Accounting Standards Board, SASB, y otros estándares de reporte de sostenibilidad. 

Sin embargo, la empresa fue demandada (junio 2021) por la ONG People for the Ethical Treatment of Animals de EE. UU. acusándola de exagerar sus afirmaciones sobre el bienestar de los animales y de subestimar las emisiones de carbono de su cadena de valor.  Allbirds produce el calzado con lana de oveja viva, a diferencia de muchos que los que producen con el cuero de vaca muerta (y sin mencionar el extraordinario impacto ambiental de la producción del cuero). 

Ante el éxito de la empresa, han salido al mercado un gran número de imitadores, con precios substancialmente menores.  El problema para Allbirds es que a ella se le exigirá la responsabilidad social y ambiental y nadie preguntará sobre los competidores, mayormente basados en China. Y ese el problema de querer obtener y reportar sobre tus logros, te expones al escrutinio público y tus imitadores no.

Una vez más debemos preguntarnos si es posible que una empresa responsable cotice en bolsa, recordando las vicisitudes de Etsy y Danone.[5] [6]

 


[2] Ver sección de Modalidades Legales a partir de la pg. 23 de Cuarto Sector: Hacia una mayor Responsabilidad Social Empresarial

[4] En el 2009 el suscrito compró dos pares, no porque sabía de sus orígenes, sino por curiosidad, ¿zapatos, no sandalias, de lana? y porque parecían muy cómodos.  Puedo atestiguar que, en efecto, lo son y sorprendentemente, por ser de tela, son duraderos.

[6] A febrero del 2022, el precio de la acción había caído un 50% sobre el precio de su salida en bolsa. A lo mejor es el momento de comprar sus zapatos y sus acciones.


martes, 22 de febrero de 2022

Reciente actuación de la banca española a favor de ……… ¿sí misma?


En el 8 y el 22 de febrero recopilé respuestas a una encuesta sobre la reciente actuación de la banca española en el cierre de oficinas, reducción de nómina y ganancias y dividendos récord.  Se recibieron solamente 40 respuestas con lo que obviamente los resultados no son representativos de las opiniones de la población, a lo sumo ilustrativas de las opiniones de las personas que leen mis artículos, posiblemente con el sesgo de que las empresas, y en particular los bancos, deben ser más responsables.

En cuanto a la calificación de las acciones tomadas por la banca, prevalecieron dos caracterizaciones: un 38% la calificó de “despreciables” y un 28% de “contradictorias”.

En lo referente a como utilizar los beneficios extraordinarios, la inmensa mayoría, casi el 80% opinó que deberían ser compartidos con los demás stakeholders, más de un 50% que se deberían usar para invertir en empresas y casi un 30% que deberían invertirse en el negocio bancario en España (recordar que se daba la opción de seleccionar hasta tres opciones). Hubo cuatro personas que optarían por aumentar los dividendos (¿se colaron accionistas de los bancos?).

En términos de las posibles acciones para mejorar la inclusión financiera (podían seleccionar hasta cuatro), todas las opciones tuvieron un numero relevante de votos, aunque las más votadas fueron “abrir y reabrir puestos físicos” con más del 73%, “desarrollar productos y servicios para las poblaciones mas vulnerables” con más del 70%, y “reducir comisiones” con más del 55%.


En lo referente a las acciones que tomaría, la gran mayoría, el 65% se inclinaría por cambiar sus cuentas a entidades más responsables. 4 encuestados denunciarían la situación en los medios, 4 escribirían a los dirigentes y 4 creen que no pueden hace nada.

En cuanto a su localización, 70% viven en España y 30% en América Latina.  Casi el 42% dicen trabajar en la empresa privada y un poco más del 35% ejercen la consultoría como actividad profesional.

Gracias a todos por sus respuestas.  Es muy, muy difícil capturar la atención de los lectores en los medios sociales, abrumados por cantidad de medios y de información disponible.

¡No fue una encuesta exitosa!


sábado, 19 de febrero de 2022

¿Es la desinversión una estrategia efectiva para promover la sostenibilidad?


Una estrategia muy de moda por los fondos de inversión que se autocalifican como responsables es la desinversión en empresas consideradas como social y ambientalmente irresponsables, en especial las que obtienen gran parte de sus ingresos en la producción o consumo de combustibles fósiles.

Esta tendencia es generalizada en todo tipo de fondos: fondos ASG, fondos ISR, fondos de pensiones, fondos soberanos (¡de países no productores de hidrocarburos!), fondos de gestión de riquezas, fondos de fundaciones, fondos de dotación, etc.  Algo similar ocurre con las instituciones financieras que las financian via prestamos, líneas de crédito, adquisición de sus valores, etc.

A primera vista pareciera que ello pusiera presión a aquellas empresas a cambiar sus estrategias negocios para disminuir sus contribuciones al cambio climático.  Pero el impacto no es tan sencillo como parece.

En este articulo consideramos el impacto que la desinversión en valores de aquellas empresas tiene sobre los inversionistas y otros financistas y sobre las prácticas de las empresas.  No consideramos otras estrategias para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

I.                Impacto sobre los fondos de (des)inversión

De entrada, es importante enfatizar que la estrategia de desinversión es diferente de la de exclusión.  En el primer caso, el fondo posee valores de las empresas y decide deshacerse de ellos, muy posiblemente por cambios en sus políticas de inversión o presión de los dueños de los recursos.  Es una reacción expost. ¿No sabían que estas empresas contribuían desmesuradamente a las emisiones? ¿O es que querían la rentabilidad? ¿O es que invirtieron en fondos pasivos que imitan algunos índices de los mercados?  

En el segundo caso, es la estrategia más común y facilista de los fondos que se designan como responsables, la estrategia de exclusión de valores de estas empresas y las de tabaco, apuestas, armamentos y alcohol, por ejemplo. No hacen nada positivo por la sostenibilidad, pero pueden decir que no contribuyen a financiar empresas irresponsables, lo que les permite usar la etiqueta de fondos responsables. [1]

El impacto de la desinversión sobre los fondos es claro e inmediato. Dejan de poseer valores de estas empresas y sus carteras disminuyen su exposición a los causantes del cambio climático.  Después de la desinversión pueden vanagloriarse y decir que han hecho algo por el cambio climático. Y en algunos casos podrán decir que a cambio han aceptado una disminución de la rentabilidad de sus carteras, ya que en ciertas épocas aquellas empresas son más rentables que el mercado de valores en general [2] ¿Pero han logrado algo?

Lo que han hecho es vender las acciones a otros compradores.  Han cambiado los propietarios de los valores. La desinversión no reduce las actividades de las empresas ni su financiamiento.

Es posible que la desinversión masiva reduzca el precio de los valores en los mercados al aumentar la oferta de venta y con ello aumentar el costo del capital de las empresas cuando quieran obtener recursos en los mercados primarios, via nuevas emisiones de capital o deuda o endeudamiento bancario. Pero esta reducción del precio es poco probable ya que los mismos fondos que desinvierten tiene mucho cuidado en hacer sus ventas de forma paulatina para no afectar los precios.

La idea de que la desinversión tiene impacto tangible sobre las prácticas de las empresas contiene una falacia y un supuesto implícito.

II.             Una falacia y un supuesto.

La falacia es pensar como el avestruz, enterrar la cabeza en la tierra para no ver la realidad.  Con alta probabilidad los valores serán comprados por inversionistas menos interesados en el cambio climático, menos sujetos a presiones de los reguladores y de los mercados, menos interesados en el buenismo. Suelen ser fondos de inversiones privados, fondos de cobertura (hedge funds) etc. que persiguen maximización de beneficios, con poco a ningún interés en la sostenibilidad del planeta.

Y le supuesto implícito es de que las empresas cambiarán sus estrategias para seguir contando con aquellos recursos. Mientras los mercados por sus productos continúen abiertos y los mercados financieros alternativos proporciones los recursos necesarios, no tienen muchos incentivos para cambiar. La descarbonización de la industria de combustible fósiles representa un cambio fundacional, es algo que requiere muchos recursos y mucho tiempo.

Se transfieren los activos de mercados financieros regulados a mercados que operan en la sombra, muchas veces más eficientes, con menor condicionalidad. En los últimos dos años los fondos de capital privado han adquirido más de US$60 000 millones en activos basados en combustibles fósiles, un tercio más de lo que invirtieron en renovables. Y hay empresas petroleras estatales que están adquiriendo activos de empresas privadas, que no se tienen que preocupar de lo que piensan los inversionistas.

Y la desinversión de activos no es solo por parte de los fondos.  Las mismas empresas petroleras, lo hacen, con el mismo propósito de mejorar su imagen. La empresa británica BP vendió sus activos en Alaska a inversionistas privados, con lo que redujo su porcentaje de ingresos relacionados con el petróleo …… pero la producción sigue igual.

Para poner la efectividad de la desinversión y del activismo en contexto es conveniente recordar que el sector público controla más del 80% de las reservas de petróleo. Las empresas privadas que pueden ser objeto de desinversión o activismo controlan solo el 10% de la producción mundial de hidrocarburos. Y los gobiernos y sus empresas controlan más del 60% de la producción y consumo de carbón. La solución al problema del cambio climático pasa más por los gobiernos y sus empresas que por la desinversión y el activismo en empresas privadas.

Pero, si queremos hacer algo, aunque el impacto sea relativamente menor: ¿Qué es más efectivo para luchar contra el cambio climático? ¿luchar desde adentro por mejorar el impacto de las empresas o desentenderse?  La respuesta no es obvia.

Desinvertir tiene impactos reputacionales sobre aquellas empresas y puede llegar a aumentar sus costos financieros y de recursos humanos. Pero esto dependerá de las fuentes alternativas de recursos que encuentren y de la demanda de los mercados por sus productos. Y muchas de las empresas de combustibles fósiles pueden trasladar estos aumentos de costos a sus clientes, mientras no tengan competencia firme de otras fuentes de menores emisiones.

Si la demanda por combustibles fósiles continúa como hasta ahora (el año 2021 fue un año récord de beneficios para la industria y la Agencia Internacional de la Energía estima que en el 2022 el consumo de petróleo volverá los niveles prepandemia, aun sin considerar la reactivación de la aviación) se seguirán produciendo y las empresas seguirán obteniendo los recursos necesarios.  Mientras sea rentable habrá recursos. Y recordemos que hay pocos substitutos para algunos de productos, por lo menos en el corto plazo. [3]

Podremos/deberemos cambiar nuestros vehículos de gasolina por vehículos eléctricos, pero el cambio es gradual y el impacto será en el mediano o largo plazo.  Las plantas de generación eléctrica de carbón y gas no se pueden substituir por energías renovables en el corto plazo.  Véase el aumento del costo de la energía en casi todo el mundo, y en especial en Europa. Y a la decisión de la Comisión Europea de incluir el gas natural (con menos emisiones que el carbón y el diésel) en la Taxonomía Verde, con acceso al financiamiento de las instituciones europeas.

Nótese la reciente oposición a la desinversión en estas empresas por el fondo de inversiones más grande del mundo, BlackRock, que en la carta anual de su CEO del 2022 expresaba: [4]

La desinversión de enteros sectores industriales—o simplemente pasando los activos intensivos en carbono de los mercados financieros públicos a los privados – no nos llevara a la neutralidad en las emisiones. Y BlackRock no tiene la desinversión como política en el sector de petróleo y gas. [5] Tenemos clientes que prefieren desinvertir en estos activos y otros que lo rechazan. En un amplio rango de sectores intensivos en carbono hay empresas visionarias que están transformado sus negocios y sus acciones son un componente crítico de la descarbonización. Creemos que las empresas que lideran la transición presentan una oportunidad vital de inversión para nuestros clientes y el financiar estas empresas fénix será esencial para un mundo neutro en emisiones (énfasis añadido).

Conviene recordar que BlackRock no es un parangón de la inversión socialmente responsable. Si bien gestiona más de US$500 000 millones bajo la denominación ASG, es solo el 5% del total de los recursos que gestiona. Y mucho de lo calificado como ASG tiene poco ASG (la etiqueta no es muy rigurosa). [6]

III.           ¿Activismo y/o desinversión?

Para algunos inversionistas no hay opción, sus políticas de inversión les impiden invertir en este tipo de empresas.  Pero para la gran mayoría es una cuestión opcional, tienen la posibilidad de desinvertir, ser activistas o ser indiferentes.

Como hemos visto arriba, la opción de desinversión, si bien produce una buena imagen en los inversionistas, no es necesariamente efectiva en la reducción de las emisiones, ya que ello depende de la existencia y actitudes de los inversionistas o financistas que los reemplazan.  Y la indiferencia de los fondos, por ahora relativamente generalizada, no debería ser aceptable. Es responsabilidad básica de los inversionistas e instituciones financieras hacer algo al respecto.

La opción a la desinversión es el activismo, [7] como dice el CEO de BlackRock, aunque su actuación en la práctica deja mucho que desear. Los inversionistas activistas continúan siendo accionistas, pero pretenden lograr el cambio desde dentro, ya sea via resoluciones en las asambleas generales de accionistas, ya sea nombrando miembros del consejo que sean favorables a la transición hacia la descarbonización. Su participación en la gestión es muy poco probable.

Un par de buenos ejemplo de este activismo. Durante la segunda mitad del 2021, dos fondos han “atacado” a empresas petroleras con el objeto de cambiar su modelo de negocio y reducir sus contribuciones a las emisiones de gases de efecto invernadero.  Engine No. 1 lo hizo con Exxon Mobil y Third Point lo está haciendo (en noviembre del 2021) con Shell.  En el primer caso, el fondo adquirió solo el 0,02% del capital con US$12,5 millones, con el objeto de promover la reducción de emisiones vía cambios en los miembros del Consejo. Tuvo éxito en lograr el apoyo de otros inversionistas y con una mínima inversión lograron nombrar tres nuevos consejeros. Y en enero del 2022, anunció una estrategia para lograr emisiones netas nulas (Net Zero) para el 2050. [8]

En el segundo caso, el fondo ha adquirido más de US$700 millones en acciones (lo que lo coloca dentro los 30 mayores accionistas de la empresa) con el objeto de promover la escisión de Shell en dos partes, combustibles fósiles y energías renovables, lo que aceleraría su transición a energías más limpias. Al momento de escribir este artículo, Shell ha rechazado categóricamente tal propuesta, argumentando que los intereses de la empresa y sus accionistas estarán mejor servidos con el esquema tradicional y que las operaciones de combustibles fósiles son necesarias para financiar la transición. [9] Este segundo ejemplo es ilustrativo de la reacción de la empresa que pretende usar sus propios instrumentos para lograr la transición, pero ello depende de la credibilidad de la empresa.  Pero es un buen comienzo ya que si no lo hace los inversionistas activistas podrán volver a presionar, ahora con mayores argumentos y a lo mejor con mayores apoyos.

Pero estos son solo dos ejemplos en un mar de indiferencia y greenwashing. Por ejemplo, el activismo de los tres grandes gestores (BlackRock, Vanguard y State Street) en las Asambleas Generales de Accionistas ha sido muy criticado, son los que menos votan a favor de resoluciones calificadas como ASG. [10] Y esto es más grave si recordamos que entre los tres son los mayores accionistas en el 42% por número y el 78% por capitalización de las empresas que cotizan en la Bolsa de Nueva York.  Posiblemente tengan también porcentajes elevados en otras bolsas internacionales.

Y en defensa de estas omisiones, han alegado que prefieren el involucramiento directo con los dirigentes a la confrontación pública en Asambleas.  Pero en el caso de BlackRock con inversiones en más de 5 500 empresas parece complicado el involucramiento directo. Obviamente que se pueden seleccionar las más relevantes y hacer que ellas den el ejemplo.

Y en Europa, uno de los peores es el Santander Asset Management, filial del Banco Santander, que no ha votado a favor en el 99% de las resoluciones ambientales, sociales o de gobernanza propuestas por otros accionistas de las empresas en que invierte (calificada en la posición 63 de 65 en Voting Matters 2021, por su activismo en las resoluciones ASG). Indiferencia total.

El activismo de las instituciones financieras tiene los mismos objetivos, pero con diferente implementación.  En este caso la principal herramienta es inclusión de condicionalidades en las empresas y proyectos que financia, que lleven a una reducción del impacto negativo y una transición hacia la sostenibilidad.  La desinversión (en este caso retirar el financiamiento) no es una opción, salvo que hayan violado las cláusulas contractuales, y con el riesgo del impago de las grandes sumas adeudadas.

Y este argumento se está extendiendo a empresas privadas que prestan servicios a estos grandes emisores de gases de efecto invernadero.  Algunas están bajo presión de sus accionistas, clientes y empleados para que dejen de tenerlas como clientes. Edelman, la mayor empresa de relaciones públicas del mundo argumenta lo mismo que BlackRock, que es mejor seguirlos teniendo de clientes para estimularlos a cambiar.  El argumento de Edelman es mucho más débil, tiene más visos de cinismo. ¿Qué poder puede ejercer con sus clientes? ¿“Gestionar” la reputación?

Sin embargo, un estudio, publicado en febrero del 2022, demuestra que son estas empresas las que gestionan proactivamente las estrategias de las petroleras para aparecer que están tomando medidas para la descarbonización, sin tomar acciones relevantes. [11] Parece ser que su objetivo no es cambiar su impacto, es cambiar su imagen. Gestión del greenwashing.

El activismo es una opción, pero su implementación requiere de coordinación entre muchos inversionistas y perseverancia. Pero puede ser más efectivo que la desinversión.

IV.           ¿Qué podemos hacer?

La clave está en la reducción de la demanda por los combustibles fósiles y el aumento de la oferta de fuentes energéticas alternativas, no en la desinversión por parte de los fondos, aunque ello pueda ayudar, muy indirectamente, en el largo plazo.  No se puede ir del punto A, actual, al punto B deseado, de forma instantánea, hay un abismo que cubrir y para ello la estrategia de transición de los mercados financieros y la industria de los combustibles fósiles no puede dejarse al azar.  El activismo puede contribuir a desarrollar e implementar estrategias para la transición, aunque tampoco es la panacea.

Y por supuesto que hay que incluir en esta estrategia otras medidas para la descarbonización que no estamos considerando para concentrarnos en la desinversión y el activismo.  Esta acción vía los mercados financieros tiene un impacto limitado. Serán más efectivos los cambios en los patrones de producción y consumo de energía y de la gestión de la agricultura.

El ideal es el NET ZERO, neutralidad en emisiones, objetivo que se ha puesto de moda con mucho bombo, pero con pocos detalles y con muchas compensaciones en vez de reducciones netas. La mayoría de las ofertas son para su logro en el 2050, cuando el mundo habrá cambiado mucho.

 


[1] En realidad, solo financian empresa cuando compran sus valores en los mercados primarios. Ver ¿Es lo mismo Inversión Socialmente Responsable, ISR que inversiones ASG?.

[2] ABP, el fondo de pensiones más grande de Europa y el fondo de dotación de la Universidad de Harvard son ejemplos paradigmáticos de la desinversión.

[3] La revista The Economist ha publicado una serie de artículos muy incisivos sobre esta situación. Ver Who buys the dirty energy assets public companies no longer want? y The truth about dirty assets

[5] Su oposición a la desinversión en estas empresas está influenciada por la presión que recibe de los fondos de pensiones de Texas, el estado petrolero por excelencia, si quiere seguir gestionando sus recursos. Lo cual siembra dudas sobre la honestidad de la aseveración de BlackRock de que su activismo (¿es activo o pasivo?) es más efectivo que la desinversión.

[8] Ver un análisis de esta estrategia en What is ExxonMobil’s new climate strategy worth?

[9] Una corte de los Países Bajos, donde tiene su sede, ordenó a la empresa a reducir sus emisiones en un 45% a finales del 2030 sobre el nivel del 2019. Shell apeló la decisión.  El 15 de noviembre anunció que dejaba la estructura dual de accionariado británico/neerlandés y de sede en ambos países para concentrase en el Reino Unido, presumiblemente para mejorar la gestión, pero también para evitar la jurisdicción de las cortes de los Países Bajos.

[10] Ver Voting Matters 2021: Are asset managers using their proxy votes for action on environmental and social issues? En sus defensa debemos decir que a principios del 2022, los tres grandes, BlackRock, Vanguard y State Street anunciaron una actualización de sus políticas de votación en las Asambleas Generales de Accionistas, que va por buen camino, pero habrá que ver su implementación en la práctica. 

martes, 15 de febrero de 2022

¿Cuál es el banco más sostenible del mundo?


“Espejito, espejito ¿quién es la más bella en todo el mundo?” 

Reina malvada en Blancanieves

 

Según el BBVA, el BBVA. En su anuncio de la noticia el BBVA dice “El banco ha ascendido una posición en el Dow Jones Sustainability Index (DJSI) y se convierte así en el banco más sostenible del mundo.  En defensa del banco, mas adelanter lo matiza diciendo que se refiere al logro de la mayor calificación de los bancos por la calificadora de Dow Jones (S&P Global). Pero la impresión de que es el banco más sostenible del mundo se crea, consciente o inconscientemente y es así como lo reportan algunos medios de la prensa especializada.  El publico no está es capacidad de distinguir “sutilezas”.

Aprovechamos la noticia que da el BBVA para hacer un análisis de lo que representa y no representa una calificación de sostenibilidad. No es un análisis de la sostenibilidad del BBVA, el lector interesado puede consultar su estado de información no financiera del 2020, el informe sobre sus impactos al cambio climático 2020 al Task Force on Climate Related Financial Disclosures [1] y una presentación de su estrategia de sostenibilidad de julio del 2021.

I.                Introducción

Estrictamente hablando se debe decir que el BBVA ha sido calificado como el “best in class” (mejor en su clase), el que ha obtenido la mayor puntuación entre instituciones similares, usando la definición de sostenibilidad y la metodología de S&PGlobal para asignar puntuaciones a los aspectos de sostenibilidad que considera pertinentes para los bancos comerciales. No se puede decir que es el “más sostenible del mundo” porque no se han analizado todos los bancos del mundo (pero muchos ¡475!), pero sobre todo porque no hay una definición consensuada de lo que quiere decir “sostenible”. Cada una de los centenares de calificadoras tiene su propia definición, su modelo, basado en la cuantificación de decenas de sus indicadores particulares.

¿Es importante esta distinción o es hilar demasiado fino? Es importante por cuanto forma parte del descrédito a que se somete la responsabilidad empresarial y la inversión responsable al abusar de los términos (greenwashing), o en el mejor de casos, a usarlos sin rigor. El descrédito al que se está sometiendo el término ASG, medio ambiente, social y gobernanza, para referirse a la responsabilidad o sostenibilidad es pernicioso.  Cualquier instrumento financiero es etiquetado como ASG, sostenible, con tal de que la empresa que lo emite haga algo bueno en temas ambientales, sociales o de gobernanza corporativa.[2]  De la misma manera, cualquier empresa que este calificada en un índice de sostenibilidad se cree acreedora de usar la etiqueta de “sostenible” con la implicación de una responsabilidad amplia, si no total, cuando en realidad puede serlo en un pequeño componente.

II.             ¿Qué es belleza? ¿Qué es sostenibilidad?

¿Qué quiere decir esta aseveración? ¿Es la ganadora del concurso de belleza, Miss Universo, la mujer más bella del universo? De la misma manera que “la belleza está en los ojos de quién la mira”, la sostenibilidad es también relativa. Si bien se han desarrollado millares de indicadores para “medirla”, no hay ni habrá consenso sobre lo que representa. Estos indicadores a lo sumo reflejan actividades, políticas, deseos, lo que es solo una parte de la sostenibilidad empresarial, gran parte de la cual no es cuantificable, ni ordinal ni cardinalmente. Para no extender este artículo, recomendamos al lector leer la extensa discusión sobre esto en la sección III del artículo ¿Cuántos esquemas/estándares de información sobre sostenibilidad se necesitan? Primera parte: ¿Cuántos hay? del que solo reproducimos algunas frases:

Aun cuando haya consenso sobre su definición en términos generales, su implementación es muy específica a cada empresa, …… Cada empresa tiene impactos muy específicos, cambiantes, que dependen del contexto y del tiempo.  Adicionalmente la implementación del concepto se expande para incluir no solo los impactos que tiene sino además los que quiere tener.  Es la conjunción de la estrategia y su ejecución. De allí que la concepción de la sostenibilidad para cada empresa no pueda ser medida o determinada solamente basada en esos impactos que ha tenido. Es mucho más que impactos, son valores, son procesos, son cultura, es toda la estructura organizacional de la empresa, es el carácter de la empresa (énfasis añadido).

III.           ¿Cuál es la responsabilidad de las instituciones financieras?

Para poner el resto de la discusión en contexto en conveniente hacer un breve repaso a los aspectos específicos de la responsabilidad empresarial para las instituciones financieras. Su responsabilidad primordial, para lo cual el regulador le ha dado la licencia legal, es intermediar el dinero del público. Y, para ganarse la licencia de la sociedad, debe hacerlo responsablemente. ¿Qué quiere decir esto? En un artículo anterior decíamos: [3]

  • Cumplir con las leyes y regulaciones pertinentes.
  • Captar recursos y ponerlos en un uso efectivo, con los menores márgenes de intermediación posibles.
  • Hacer préstamos, inversiones y prestar servicios en actividades sostenibles.
  • Expandir la cobertura y rango de servicios a poblaciones no atendidas.
  • Proporcionar educación financiera a los usuarios, incluyendo digitalización.
  • Promover sus productos y servicios éticamente.
  • Invertir su liquidez en actividades responsables, que contribuyan al bienestar público.
  • ... Y por supuesto, llevar a cabo todas sus actividades con responsabilidad social y ambiental, como cualquier empresa.

Hoy añadiría la responsabilidad de promover la sostenibilidad en las empresas y proyectos que financia e invierte, no solamente seleccionarlas en base a criterios de sostenibilidad, de la misma manera que le exigimos a las empresas fomentar la responsabilidad de su cadena de valor. Deben ser activistas. [4]

En la discusión que sigue podremos ver si algunos de esos elementos son capturados en las calificaciones.  Como toda definición de sostenibilidad no es absoluta y estos elementos deben ser considerados solo como una referencia.

IV.           Calificaciones en sostenibilidad

También para entender mejor la discusión que sigue conviene repasar brevemente las metodologías de las calificadoras y en particular la de S&PGlobal. [5]

En general se basan en información suministrada por las empresas, en respuesta a un cuestionario, y en algunos casos apoyados con documentación suplementaria. Se suelen hacen verificaciones en base a información pública disponible en otros medios.  Un buen numero de las preguntas se refieren a políticas, estrategias, objetivos, procesos de gestión de la responsabilidad e informes producidos. Algunas se refieren a indicadores de resultados.

Esta información se traduce en una serie de indicadores numéricos a los que les asignan pesos relativos para determinar un valor agregado.  Cada calificadora tiene un modelo implícito de lo que es importante para definir la sostenibilidad expresado en conceptos, forma de su cuantificación e importancia relativa. En el caso de S&PGlobal el cuestionario contiene unas 130 preguntas y se evalúan un promedio de 20 documentos por empresa lo que se cuantifica en cerca de 30 indicadores, específicos para cada sector industrial, aun cuando cerca del 50% son comunes a todos.

Los resultados de escalan de 0 a 100. Por ejemplo, el BBVA tiene 89 puntos, y está en la categoría oro. Bancolombia tiene 87 y está en la categoría plata.  Estas notas han sido calculadas en base a las respuestas cuantitativas y cualitativas y los documentos proporcionados por las empresas, convertidos a números en 24 indicadores (para la banca) y calculando un promedio ponderado, basados en porcentajes que los técnicos han decidido reflejan la importancia relativa de estos indicadores.

En función de este proceso, ¿se puede concluir que hay diferencia estadística entre un 89 y un 87? Matemáticamente sí, pero ¿estadísticamente?  ¿Son los números que se asignan a cada uno de los indicadores precisos? [6]

Pero las cuestiones más relevantes para asignar el nombre de sostenibilidad a estos números son las omisiones. ¿Dónde están los procesos, la cultura, la estructura organizacional, el carácter de la empresa en estos indicadores? ¿Y dónde está la responsabilidad del producto o servicio? (empresas con productos dañinos para la salud, como tabaco y bebidas azucaradas, pueden obtener altas puntuaciones ya que ese impacto no se evalúa o si se evalúa es tan pequeño dentro del contexto de todos los indicadores que puede ser compensado, por ejemplo, por un código de conducta) ¿Y su activismo en favor de la sostenibilidad de las empresas que financian e invierten? 

Otras calificadoras, como MSCI, Sustainalytics o FTSE 4 Good, califican de forma global, poniendo en el mismo ranking empresas independientemente de su sector industrial, aunque pueden tener indicadores diferenciados por sectores, en función de los aspectos materiales según esas calificadoras, para calcular la calificación.

V.              Materialidad versus criterios de calificación

Y lo más importante a la hora de evaluar estas calificaciones es la correspondencia entre los criterios que se usan y los aspectos materiales para la empresa. Hay un divorcio entre ambos. Por ejemplo, S&PGlobal utiliza 24 indicadores que cree que son relevantes para todos los bancos, pero que no reflejan lo que es material para un banco en particular, y al pretender que sean universales pueden no ser representativos. Hay que enfatizar que esto no es una crítica a las calificaciones, tienen su objetivo, es una observación para interpretarlas en su debido contexto.

Si bien no es posible hacer una correlación precisa entre los criterios que se usan para la calificación de una empresa por una calificadora y los elementos que la empresa considera materiales para su sostenibilidad, por cuanto utilizan nombres y conceptos diferentes, es posible formarse una idea de las discrepancias.  Para nuestros propósitos de demostrar que la calificación no refleja la sostenibilidad de la empresa como ella y sus stakeholders la entienden, la comparación a grosso modo es suficiente.

El cuadro de la izquierda reproduce los indicadores que S&PGlobal considera reflejan la sostenibilidad de los bancos, con sus relativas prioridades expresadas en porcentajes. El gráfico de la derecha reproduce la matriz de sostenibilidad para el BBVA en su informe no financiero del 2020.

 


Por ejemplo, para el BBVA y sus stakeholders, el tema del cambio climático es de la más alta prioridad, 1,00 para la empresa y 0,74 para sus stakeholders.  Para la calificación de S&PGlobal se le asigna un peso del 7%, y si supusiéramos que el aspecto, según el BBVA, también incluye el criterio de financiamiento sostenible (que no puede ser solo cambio climático, sostenibilidad es mucho más que eso) el porcentaje en el mejor de los casos sería el 16%.

Para S&PGlobal, Gobernanza, la G, vale el 55% y el ambiental, la A, solo el 13%.  El tema social, que para el BBVA aparece el nivel 3 de su matriz, vale el 32%.

Según el modelo de sostenibilidad de S&PGlobal para los bancos, tiene el doble de valor la existencia de un Código de Conducta, 8% (no debe leerse “la implementación del código de conducta”) que la Inclusión Financiera, 4%. [7]  La reciente “desinclusión” financiera de la banca española y sus consecuencias es un buen ejemplo de estas inconsistencias en prioridades. [8]

No hay que hilar muy fino para darse cuenta de las calificaciones de las calificadoras no representan las prioridades en sostenibilidad de la empresa y que tienen muchas omisiones para ser representativas de esa sostenibilidad.

VI.           Subir en rankings versus mejorar sostenibilidad

Y vista la discusión anterior está claro que ni estar arriba quiere decir que la empresa es la más sostenible, ni subir en el ranking quiere decir que la sostenibilidad de la empresa ha mejorado. Las calificaciones no miden progreso ni logros. 

¿Y como se hace para subir en el ranking? Sin entrar en muchos detalles podemos decir que acciones como dar mejor información, de mayor calidad y más fácil de entender para la calificadora que las demás empresas del mismo sector la hace subir. Aprobar políticas en determinados aspectos también contribuye (código de conducta, anticorrupción, igualdad de género, etc.). Recordemos que las calificaciones tienen un elevado componente basado en políticas/estrategias, no necesariamente resultados. BBVA logró subir un punto al entregar su política fiscal a la calificadora, lo que la colocó en la primera posición.[9] Como en el caso de los premios a las empresas sostenibles, la calidad e integralidad de la información es clave. Es rentable invertir en información. [10]

Y una de las estrategias más utilizadas es la gestión de la calificación, el analizar en detalle cuales son los componentes de la calificación, como los miden y enfocar la información que se suministra a mejorarlos.  A veces hay que hacer algo para mejorar el número, a veces basta con adaptar la información.

Un cambio en la proporción de mujeres en el consejo no hace mejorar la calificación, la existencia de una política/estrategia sí. Las calificadoras no miden progreso, miden situación actual, y en el caso de S&PGlobal, miden posición relativa al resto de las empresas de su sector industrial.  Exagerando, para ilustrar el argumento, podríamos decir que en algunos casos gana “la menos mala” (véanse los sectores tabaco, armamentos, casinos, carbón y petróleo y gas, por ejemplo).

Y en un artículo anterior analizamos el caso de una empresa que base parte de la remuneración de sus consejeros a la posición de la empresa en el ranking S&PGlobal. [11] ¿Cuáles son sus incentivos, mejorar en sus aspectos materiales o mejorar en los criterios que considera la calificadora? ¡Que no son los mismos! O adaptar la información a lo que quiere ver la calificadora.

VII.         (In)Consistencia entre calificaciones

En un artículo anterior decíamos: [12]

Y no es solo que cada una de estas instituciones tiene su modelo de lo que es ser sostenible, es que las grandes diferencias en la calificación de una misma empresa entre diferentes calificadoras crean confusión en la comunidad de usuarios y le quita credibilidad a las calificaciones y a la misma sostenibilidad empresarial.  Pocas veces el usuario analiza que hay detrás de la calificación y simplemente la usa para guiar sus inversiones o recomendaciones. Un reciente estudio académico comparando las calificaciones de las seis instituciones más activas encontró apenas una correlación entre ellas del 0.54 (correlación varía entre 1.0 y 0.0). [13]

El siguiente gráfico ilustra la variabilidad en las calificaciones de 10 empresas por parte de cinco calificadoras. [14]  Espejito, espejito ¿quién es la más sostenible en todo el mundo?


No hace falta analizar estos resultados para darse cuenta de que cada calificadora tiene sus ideas de lo que es sostenibilidad, lo cual lleva a concluir que no hay consenso sobre lo que es sostenibilidad empresarial, aunque se pueda saber lo que no es. Hay que interpretar las calificaciones de sostenibilidad con cautela y sobre todo no extrapolar más allá de que representan.

VIII.      Otras calificaciones del BBVA

Están calificados como AAA por MSCI, máxima categoría, que logran solo el 3% de las empresas calificadas (es calificado como deficiente en comportamiento corporativo, en el promedio en gobierno corporativo y protección del consumidor y excelentes en desarrollo del capital humano, privacidad, financiamiento de impacto ambiental e inclusión financiera).

Sustainalitycs lo califica como de mediano riesgo con 22.5 puntos (escala de cero, no riesgo, a más de 40, alto riesgo) y en la posición 266 de 997 bancos (de menor a mayor riesgo). Es de destacar que esta calificación no se refiere a la sostenibilidad del banco, se refiere a la exposición a riesgos materiales ASG para la banca y como los gestiona, el potencial impacto del entorno sobre el banco en aspectos ASG y no al impacto del banco sobre sus stakeholders

Refinitiv, la calificadora del índice FTSE4Good, la califica con 81/100 y en la posición 43 de 982 bancos.  Le otorgan casi la máxima calificación a los aspectos medio ambientales (94) y uno de los peores a la estrategia de responsabilidad empresarial (15).  Este último es difícil de entender: ¿buenas calificaciones, pero mala o inexistente estrategia? O no la divulgan o la calificadora no la encontró.

El ESG Book, que califica el potencial impacto financiero de su sostenibilidad (mayor peso a las actividades ASG con mayor impacto[15]) coloca al BBVA en el percentil del 49,2 (el componente de gobernanza es el más bajo, percentil 34%).

Esto es no solamente indicativo de la gran variedad de metodologías para la calificación de la sostenibilidad de la empresa, entre las calificadoras con objetivos similares sino además los diferentes propósitos para los cuales se preparan. 

Y es ilustrativo del gran negocio que representan las calificaciones de sostenibilidad.

IX.           ¿Quién el banco más sostenible del mundo?  ¿Quién es la mujer más bella del mundo?

Alguno, pero no lo determinaremos con las calificaciones de ninguna calificadora de sostenibilidad.

Alguna, pero no lo determinaremos con concursos de belleza.

Probably!


Repetimos, esto no es una evaluación de la sostenibilidad del BBVA, es un análisis para guiar la interpretación de las calificaciones de sostenibilidad.

De todas maneras, felicidades al BBVA por el logro y a su Global Head of Responsible Business, Antoni Ballabriga, pionero y líder en sostenibilidad bancaria. Detrás de cada calificación hay una gran cantidad de actuaciones que no se ven. No es fácil. [16]

 


[1] El principal aspecto material para el BBVA es el cambio climático, muy por encima de sus resultados financieros, de la gestión de su capital humano y el comportamiento ético con sus clientes.

[4] Un ejemplo de falta de responsabilidad, que no miden las calificaciones, es el caso de Santander Asset Management, filial del Banco Santander, que no ha votado a favor en el 99% de las resoluciones ambientales, sociales o de gobernanza propuestas por otros accionistas de las empresas en que invierte (calificada en la posición 63 de 65 en Voting Matters 2021, por su activismo en las resoluciones ASG).

[6] Aquí se le da un peso del 53% al componente de Gobernanza, pero en un riguroso estudio sobre las correlaciones entre las calificaciones de las tres grandes calificadoras se encontró que no había correlación alguna entre sus calificaciones. Una empresa puede estar en tope de una calificadora y en el fondo en otra.   

[7] Entre septiembre de 2020 y septiembre de 2021 los bancos españoles clausuraron casi 7 oficinas por día, mayormente en zonas con población de tercera edad y zonas rurales, dejando de cubrir más de un millón de personas. Durante el 2021, la banca gano un 45% más que antes del covid. Los seis bancos cotizados en bolsa tuvieron ganancias en exceso de los 20.000 millones de euros.

[10] El artículo Guía para lograr una revisión al alza del rating ESG incluye una lista de 25 acciones que se pueden tomar, para subir en el ranking, lo que no necesariamente refleja una mejora en la sostenibilidad.

[13] Ver el análisis comparativo de dos rankings de sostenibilidad en Rankings de RSE/Sostenibilidad: Cualquier coincidencia es pura coincidencia y el estudio académico Aggregate Confusion: The Divergence of ESG Ratings.

[15] Lo que hemos calificado como uno de los enemigos de la responsabilidad empresarial al contribuir a la confusión. Ver enemigo número 3 en Los trece enemigos de la RSE(C): Los primeros seis.