“Espejito, espejito ¿quién es la
más bella en todo el mundo?”
Reina malvada en Blancanieves
Según el BBVA, el
BBVA. En su anuncio de la noticia el BBVA dice “El banco ha ascendido una
posición en el Dow Jones Sustainability Index (DJSI) y se convierte así en el
banco más sostenible del mundo. En
defensa del banco, mas adelanter lo matiza diciendo que se refiere al logro
de la mayor calificación de los bancos por la calificadora de Dow Jones
(S&P Global). Pero la impresión de que es el banco más sostenible del mundo
se crea, consciente o inconscientemente y es así como lo reportan algunos
medios de la prensa especializada. El
publico no está es capacidad de distinguir “sutilezas”.
Aprovechamos
la noticia que da el BBVA para hacer un análisis de lo que representa y no
representa una calificación de sostenibilidad. No es un análisis de la sostenibilidad del
BBVA, el lector interesado puede consultar su estado de información no financiera del 2020, el informe sobre sus impactos al cambio climático 2020 al Task
Force on Climate Related Financial Disclosures [1]
y una presentación de su estrategia de sostenibilidad de julio del 2021.
I.
Introducción
Estrictamente
hablando se debe decir que el BBVA ha sido calificado como el “best in
class” (mejor en su clase), el que ha obtenido la mayor puntuación entre
instituciones similares, usando la definición de sostenibilidad y la
metodología de S&PGlobal para asignar puntuaciones a los aspectos de
sostenibilidad que considera pertinentes para los bancos comerciales. No se
puede decir que es el “más sostenible del mundo” porque no se han analizado
todos los bancos del mundo (pero muchos ¡475!), pero sobre todo porque no
hay una definición consensuada de lo que quiere decir “sostenible”. Cada una de
los centenares de calificadoras tiene su propia definición, su modelo, basado
en la cuantificación de decenas de sus indicadores particulares.
¿Es importante
esta distinción o es hilar demasiado fino? Es importante por cuanto forma parte del
descrédito a que se somete la responsabilidad empresarial y la inversión
responsable al abusar de los términos (greenwashing), o en el mejor de
casos, a usarlos sin rigor. El descrédito al que se está sometiendo el
término ASG, medio ambiente, social y gobernanza, para referirse a la
responsabilidad o sostenibilidad es pernicioso.
Cualquier instrumento financiero es etiquetado como ASG, sostenible,
con tal de que la empresa que lo emite haga algo bueno en temas ambientales,
sociales o de gobernanza corporativa.[2] De la misma manera, cualquier empresa que
este calificada en un índice de sostenibilidad se cree acreedora de usar la
etiqueta de “sostenible” con la implicación de una responsabilidad amplia, si no
total, cuando en realidad puede serlo en un pequeño componente.
II.
¿Qué es belleza? ¿Qué es sostenibilidad?
¿Qué quiere decir
esta aseveración? ¿Es la ganadora del concurso de belleza, Miss Universo, la mujer
más bella del universo? De la misma manera que “la belleza está en los ojos de
quién la mira”, la sostenibilidad es también relativa. Si bien se han
desarrollado millares de indicadores para “medirla”, no hay ni habrá consenso
sobre lo que representa. Estos indicadores a lo sumo reflejan actividades, políticas,
deseos, lo que es solo una parte de la sostenibilidad empresarial, gran
parte de la cual no es cuantificable, ni ordinal ni cardinalmente. Para no
extender este artículo, recomendamos al lector leer la extensa discusión sobre
esto en la sección III del artículo ¿Cuántos esquemas/estándares de
información sobre sostenibilidad se necesitan? Primera parte: ¿Cuántos hay? del que solo reproducimos algunas frases:
Aun cuando haya consenso sobre su definición en términos generales, su
implementación es muy específica a cada empresa, …… Cada empresa tiene impactos
muy específicos, cambiantes, que dependen del contexto y del tiempo.
Adicionalmente la implementación del concepto se expande para incluir no
solo los impactos que tiene sino además los que quiere tener. Es la
conjunción de la estrategia y su ejecución. De allí que la concepción de la
sostenibilidad para cada empresa no pueda ser medida o determinada solamente
basada en esos impactos que ha tenido. Es mucho más que impactos, son
valores, son procesos, son cultura, es toda la estructura organizacional de la
empresa, es el carácter de la empresa (énfasis añadido).
III.
¿Cuál es la responsabilidad de las instituciones financieras?
Para poner el
resto de la discusión en contexto en conveniente hacer un breve repaso a los
aspectos específicos de la responsabilidad empresarial para las instituciones financieras.
Su
responsabilidad primordial, para lo cual el regulador le ha dado la licencia
legal, es intermediar el dinero del público. Y, para ganarse la licencia de la
sociedad, debe hacerlo responsablemente. ¿Qué quiere decir esto? En un artículo
anterior decíamos: [3]
- Cumplir
con las leyes y regulaciones pertinentes.
- Captar
recursos y ponerlos en un uso efectivo, con los menores márgenes de
intermediación posibles.
- Hacer
préstamos, inversiones y prestar servicios en actividades sostenibles.
- Expandir
la cobertura y rango de servicios a poblaciones no atendidas.
- Proporcionar
educación financiera a los usuarios, incluyendo digitalización.
- Promover
sus productos y servicios éticamente.
- Invertir
su liquidez en actividades responsables, que contribuyan al bienestar
público.
- ...
Y por supuesto, llevar a cabo todas sus actividades con responsabilidad
social y ambiental, como cualquier empresa.
Hoy añadiría la
responsabilidad de promover la sostenibilidad en las empresas y proyectos que
financia e invierte, no solamente seleccionarlas en base a criterios de sostenibilidad,
de la misma manera que le exigimos a las empresas fomentar la responsabilidad
de su cadena de valor. Deben ser activistas. [4]
En la discusión
que sigue podremos ver si algunos de esos elementos son capturados en las
calificaciones. Como toda definición de
sostenibilidad no es absoluta y estos elementos deben ser considerados solo
como una referencia.
IV.
Calificaciones en sostenibilidad
También para
entender mejor la discusión que sigue conviene repasar brevemente las metodologías
de las calificadoras y en particular la de S&PGlobal. [5]
En general se
basan en información suministrada por las empresas, en respuesta a un
cuestionario, y en algunos casos apoyados con documentación suplementaria.
Se suelen hacen verificaciones en base a información pública disponible en
otros medios. Un buen numero de las
preguntas se refieren a políticas, estrategias, objetivos, procesos de gestión
de la responsabilidad e informes producidos. Algunas se refieren a indicadores de
resultados.
Esta información
se traduce en una serie de indicadores numéricos a los que les asignan pesos relativos
para determinar un valor agregado. Cada
calificadora tiene un modelo implícito de lo que es importante para definir la
sostenibilidad expresado en conceptos, forma de su cuantificación e importancia
relativa. En el caso de S&PGlobal el cuestionario contiene unas 130
preguntas y se evalúan un promedio de 20 documentos por empresa lo que se cuantifica
en cerca de 30 indicadores, específicos para cada sector industrial, aun cuando
cerca del 50% son comunes a todos.
Los resultados de
escalan de 0 a 100. Por ejemplo, el BBVA tiene 89 puntos, y está en la categoría
oro. Bancolombia tiene 87 y está en la categoría plata. Estas notas han sido calculadas en base a las
respuestas cuantitativas y cualitativas y los documentos proporcionados por las
empresas, convertidos a números en 24 indicadores (para la banca) y calculando
un promedio ponderado, basados en porcentajes que los técnicos han decidido
reflejan la importancia relativa de estos indicadores.
En función de
este proceso, ¿se puede concluir que hay diferencia estadística entre un 89
y un 87? Matemáticamente sí, pero ¿estadísticamente? ¿Son los números que se asignan a cada uno de
los indicadores precisos? [6]
Pero las
cuestiones más relevantes para asignar el nombre de sostenibilidad a estos
números son las omisiones. ¿Dónde están los procesos, la cultura, la
estructura organizacional, el carácter de la empresa en estos indicadores? ¿Y
dónde está la responsabilidad del producto o servicio? (empresas con
productos dañinos para la salud, como tabaco y bebidas azucaradas, pueden
obtener altas puntuaciones ya que ese impacto no se evalúa o si se evalúa es tan
pequeño dentro del contexto de todos los indicadores que puede ser compensado,
por ejemplo, por un código de conducta) ¿Y su activismo en favor de la
sostenibilidad de las empresas que financian e invierten?
Otras calificadoras,
como MSCI, Sustainalytics o FTSE 4 Good, califican de forma
global, poniendo en el mismo ranking empresas independientemente de su sector
industrial, aunque pueden tener indicadores diferenciados por sectores, en
función de los aspectos materiales según esas calificadoras, para calcular la
calificación.
V.
Materialidad versus criterios de calificación
Y lo más
importante a la hora de evaluar estas calificaciones es la correspondencia
entre los criterios que se usan y los aspectos materiales para la empresa. Hay
un divorcio entre ambos. Por ejemplo, S&PGlobal utiliza 24 indicadores
que cree que son relevantes para todos los bancos, pero que no reflejan lo que
es material para un banco en particular, y al pretender que sean universales pueden
no ser representativos. Hay que enfatizar que esto no es una crítica a las
calificaciones, tienen su objetivo, es una observación para interpretarlas en
su debido contexto.
Si bien no es
posible hacer una correlación precisa entre los criterios que se usan para la calificación de una empresa por
una calificadora y los elementos que la empresa considera materiales para su
sostenibilidad, por cuanto utilizan nombres y conceptos diferentes, es
posible formarse una idea de las discrepancias. Para nuestros propósitos de demostrar que la
calificación no refleja la sostenibilidad de la empresa como ella y sus stakeholders
la entienden, la comparación a grosso modo es suficiente.
El cuadro de la
izquierda reproduce los indicadores que S&PGlobal considera reflejan la
sostenibilidad de los bancos, con sus relativas prioridades expresadas en porcentajes.
El gráfico de la derecha reproduce la matriz de sostenibilidad para el BBVA en
su informe no financiero del 2020.
Por ejemplo, para
el BBVA y sus stakeholders, el tema del cambio climático es de la más
alta prioridad, 1,00 para la empresa y 0,74 para sus stakeholders. Para la calificación de S&PGlobal se le
asigna un peso del 7%, y si supusiéramos que el aspecto, según el BBVA, también
incluye el criterio de financiamiento sostenible (que no puede ser solo cambio
climático, sostenibilidad es mucho más que eso) el porcentaje en el mejor de
los casos sería el 16%.
Para
S&PGlobal, Gobernanza, la G, vale el 55% y el ambiental, la A, solo el
13%. El tema social, que para el BBVA
aparece el nivel 3 de su matriz, vale el 32%.
Según el modelo
de sostenibilidad de S&PGlobal para los bancos, tiene el doble de valor la
existencia de un Código de Conducta, 8% (no debe leerse “la implementación
del código de conducta”) que la Inclusión Financiera, 4%. [7] La reciente “desinclusión” financiera de
la banca española y sus consecuencias es un buen ejemplo de estas
inconsistencias en prioridades. [8]
No hay que
hilar muy fino para darse cuenta de las calificaciones de las calificadoras no representan
las prioridades en sostenibilidad de la empresa y que tienen muchas omisiones
para ser representativas de esa sostenibilidad.
VI.
Subir en rankings versus mejorar sostenibilidad
Y vista la
discusión anterior está claro que ni estar arriba quiere decir que la empresa
es la más sostenible, ni subir en el ranking quiere decir que la sostenibilidad
de la empresa ha mejorado. Las calificaciones no miden progreso ni logros.
¿Y como se hace
para subir en el ranking? Sin entrar en muchos detalles podemos decir que acciones
como dar mejor información, de mayor calidad y más fácil de entender para la
calificadora que las demás empresas del mismo sector la hace subir. Aprobar
políticas en determinados aspectos también contribuye (código de conducta,
anticorrupción, igualdad de género, etc.). Recordemos que las calificaciones tienen
un elevado componente basado en políticas/estrategias, no necesariamente resultados.
BBVA logró subir un punto al entregar su política fiscal a la calificadora, lo que
la colocó en la primera posición.[9]
Como en el caso de los premios a las empresas sostenibles, la calidad e
integralidad de la información es clave. Es rentable invertir en información.
[10]
Y una de las estrategias
más utilizadas es la gestión de la calificación, el analizar en detalle
cuales son los componentes de la calificación, como los miden y enfocar la
información que se suministra a mejorarlos.
A veces hay que hacer algo para mejorar el número, a veces basta con
adaptar la información.
Un cambio en la proporción
de mujeres en el consejo no hace mejorar la calificación, la existencia de una
política/estrategia sí. Las calificadoras no miden progreso, miden situación
actual, y en el caso de S&PGlobal, miden posición relativa al resto de
las empresas de su sector industrial.
Exagerando, para ilustrar el argumento, podríamos decir que en
algunos casos gana “la menos mala” (véanse los sectores tabaco, armamentos,
casinos, carbón y petróleo y gas, por ejemplo).
Y en un artículo
anterior analizamos el caso de una empresa que base parte de la remuneración de
sus consejeros a la posición de la empresa en el ranking S&PGlobal. [11]
¿Cuáles son sus incentivos, mejorar en sus aspectos materiales o mejorar en
los criterios que considera la calificadora? ¡Que no son los mismos! O adaptar
la información a lo que quiere ver la calificadora.
VII.
(In)Consistencia entre calificaciones
En un artículo
anterior decíamos: [12]
Y no es solo que cada una de estas instituciones tiene su modelo de lo que
es ser sostenible, es que las grandes diferencias en la calificación de
una misma empresa entre diferentes calificadoras crean confusión en la
comunidad de usuarios y le quita credibilidad a las calificaciones y a la misma
sostenibilidad empresarial. Pocas veces el usuario analiza que hay
detrás de la calificación y simplemente la usa para guiar sus inversiones o
recomendaciones. Un reciente estudio académico comparando las calificaciones de
las seis instituciones más activas encontró apenas una correlación entre ellas
del 0.54 (correlación varía entre 1.0 y 0.0). [13]
El siguiente
gráfico ilustra la variabilidad en las calificaciones de 10 empresas por parte
de cinco calificadoras. [14]
Espejito, espejito ¿quién
es la más sostenible en todo el mundo?
No hace falta
analizar estos resultados para darse cuenta de que cada calificadora tiene
sus ideas de lo que es sostenibilidad, lo cual lleva a concluir que no hay
consenso sobre lo que es sostenibilidad empresarial, aunque se pueda saber lo
que no es. Hay que interpretar las calificaciones de sostenibilidad con
cautela y sobre todo no extrapolar más allá de que representan.
VIII. Otras calificaciones del BBVA
Están calificados como AAA por MSCI, máxima categoría, que logran solo
el 3% de las empresas calificadas (es calificado como deficiente en
comportamiento corporativo, en el promedio en gobierno corporativo y protección
del consumidor y excelentes en desarrollo del capital humano, privacidad,
financiamiento de impacto ambiental e inclusión financiera).
Sustainalitycs lo califica como de mediano
riesgo con 22.5 puntos
(escala de cero, no riesgo, a más de 40, alto riesgo) y en la posición 266 de
997 bancos (de menor a mayor riesgo). Es de destacar que esta calificación no
se refiere a la sostenibilidad del banco, se refiere a la exposición a
riesgos materiales ASG para la banca y como los gestiona, el potencial
impacto del entorno sobre el banco en aspectos ASG y no al impacto del banco
sobre sus stakeholders.
Refinitiv, la calificadora del índice FTSE4Good, la califica
con 81/100 y en la posición 43 de 982 bancos.
Le otorgan casi la máxima calificación a los aspectos medio ambientales
(94) y uno de los peores a la estrategia de responsabilidad empresarial
(15). Este último es difícil de entender:
¿buenas calificaciones, pero mala o inexistente estrategia? O no la
divulgan o la calificadora no la encontró.
El ESG Book, que califica el potencial impacto financiero
de su sostenibilidad (mayor peso a las actividades ASG con mayor impacto[15])
coloca al BBVA en el percentil del 49,2 (el componente de gobernanza es el más
bajo, percentil 34%).
Esto es no solamente
indicativo de la gran variedad de metodologías para la calificación de la
sostenibilidad de la empresa, entre las calificadoras con objetivos similares sino
además los diferentes propósitos para los cuales se preparan.
Y es
ilustrativo del gran negocio que representan las calificaciones de
sostenibilidad.
IX.
¿Quién el banco más sostenible del mundo? ¿Quién es la mujer más bella del mundo?
Alguno, pero
no lo determinaremos con las calificaciones de ninguna calificadora de sostenibilidad.
Alguna, pero
no lo determinaremos con concursos de belleza.
Probably!
Repetimos, esto
no es una evaluación de la sostenibilidad del BBVA, es un análisis para
guiar la interpretación de las calificaciones de sostenibilidad.
De todas maneras,
felicidades al BBVA por el logro y a su Global Head of Responsible Business,
Antoni Ballabriga, pionero y líder en sostenibilidad bancaria. Detrás de cada
calificación hay una gran cantidad de actuaciones que no se ven. No es fácil. [16]
[1] El principal aspecto material para
el BBVA es el cambio climático, muy por encima de sus resultados financieros,
de la gestión de su capital humano y el comportamiento ético con sus clientes.
[4] Un ejemplo de falta de responsabilidad,
que no miden las calificaciones, es el caso de Santander Asset Management,
filial del Banco Santander, que no ha votado a favor en el 99% de las
resoluciones ambientales, sociales o de gobernanza propuestas por otros
accionistas de las empresas en que invierte (calificada en la posición 63 de 65
en Voting Matters 2021, por su activismo en las resoluciones
ASG).
[6] Aquí se le da un peso del 53% al
componente de Gobernanza, pero en un riguroso estudio sobre las correlaciones
entre las calificaciones de las tres grandes calificadoras se encontró que no
había correlación alguna entre sus calificaciones. Una empresa puede estar en
tope de una calificadora y en el fondo en otra.