sábado, 25 de abril de 2020

Impacto de la crisis sobre la responsabilidad empresarial: Deseos y predicciones



La predicción es muy difícil, sobre todo si es sobre el futuro
Mark Twain, 1835-1910

En un artículo anterior analizábamos los resultados de una encuesta sobre el impacto de la crisis en la responsabilidad empresarial y en este lo complementamos con mis opiniones sobre el futuro de la RSE post crisis, lo que sería deseable y lo que posiblemente sea la realidad.

(Querido lector, este artículo es muy extenso, pero puede serte ilustrativo,
ten paciencia, que es lo requiere la crisis)

En lo que sigue consideraremos empresas de relativo mayor tamaño (grandes y medianas), aquellas con actividades significativas y de impacto en su responsabilidad social. Las generalizaciones que hacemos posiblemente sean más válidas para el grupo que cae por debajo de las 500 más grandes del mundo y por encima de las pequeñas de menos de, digamos, 100 empleados. Es de esperar que las pequeñas empresas, casi sin excepciones, concentrarán sus esfuerzos en superar la crisis, en su supervivencia financiera, aunque ello no obsta para que por su cercanía física y emocional con sus principales stakeholders (empleados, clientes y comunidad), no desarrollen actividades de cooperación, de apoyo mutuo.  Pero no trataremos explícitamente el caso de las pequeñas empresas.

I.                Opinión de los lectores

Entre los días 29 de marzo y 9 de abril se realizó una encuesta para recabar las percepciones de los interesados en la responsabilidad social de las empresas sobre el impacto de la crisis. Las preguntas se referían a la opinión de los encuestados sobre el cambio en su interés por temas de la RSE, qué creían de deberían hacer las empresas y qué creían que harían en temas especificados. Un análisis detallado de los resultados se puede ver en Resultados de la encuesta sobre el Impacto de la crisis en la Responsabilidad Social de las Empresas.

Los principales resultados de pueden resumir en:

·       A nivel de todos los encuestados, la crisis parece haber estimulado su interés, tanto en la actualidad como para después de que pase. 
·       Hay optimismo de que las empresas mantendrán o aumentarán su interés durante la crisis y un poco más todavía después de ella.
·       Pero no creen que su optimismo sobre el comportamiento de las empresas se refleje en su actuación.
·       Creen que las empresas darán prioridad a su subsistencia financiera, con aumentos en su preocupación por la reducción de costos, aumento de los ingresos y por la atención a los clientes, con impactos negativos sobre el volumen de empleo y menos atención de la que sería deseable a las condiciones laborales.
·       Creen que las demás actividades relacionadas con la responsabilidad mejorarán ligeramente.
·       Pero aumentará significativamente el greenwashing, o sea que creen que las empresas recurrirán a aparecer responsables sin serlo.

II.             Otras encuestas pertinentes

a.     Edelman de finales del 2018

Una encuesta realizada mucho antes de la crisis, a finales del 2018, reportada en el  Edelman Trust Barometer 2019  (el informe completo aquí) estudiaba la evolución de la confianza del público en las diferentes instituciones de la sociedad y en esa edición se enfocaba en la relación empleado-empleador por lo que ofrece elementos esclarecedores sobre las expectativas que se tienen sobre el papel de las empresas en la sociedad y en la solución de los problemas sociales, o sea, en su responsabilidad ante la sociedad, aun antes de la crisis. 

El 75% respondió que tiene confianza en su empleador.  De una manera significativa, los empleados esperan que sus empleadores sean sus “socios en el cambio”.  Sus expectativas de que los empleadores serán parte de la acción en temas sociales (67%) son casi tan altas como las expectativas sobre que permitirán su empoderamiento personal (75%) y les darán oportunidades de empleo (80%).   La población en general ve a las empresas como capaces de lograr ambos objetivos: hacer dinero y mejorar la condición social (73%). En aquel entorno, el principal temor expresado por los empleados fue la pérdida del empleo, ya sea por los cambios tecnológicos (55%), ya sea por la falta de las destrezas necesarias (59%).  El 54% creía que la innovación iba demasiado rápido.  De la encuesta también surgió que los empleados tienen las expectativas de que los dirigentes, CEO, tomen el liderazgo del cambio en vez de esperar que sean los gobiernos los que lo impongan (76%) (para un análisis más completo de los resultados ver La empresa como fuerza centrípeta de las expectativas de los empleados).

b.     Dos encuestas al comienzo de la crisis

Las dos siguientes encuestas contienen resultados pertinentes para nuestros propósitos, aunque deben interpretarse con cautela ya que están hechas “en caliente” (como nuestra encuesta), cuando no hemos adquirido todavía perspectivas sobre el problema, en una situación que cambia diariamente.

Edelman Trust Barometer  hizo una encuesta especial sobre la pandemia en marzo del 2020 (1000 encuestados en cada uno de 12 países, incluyendo Italia y Brasil (de los latinos).  El 78% cree que las empresas tienen la responsabilidad de proteger a sus empleados, 55% cree que las empresa están reaccionado mejor y más rápido que los gobiernos, el 52% cree que las empresas deben proteger el bienestar y la seguridad financieras de sus empleados y suplidores aun a costa de su beneficios (64% en Brasil y 59% en Italia), el 41% cree que las empresas deben llenar los vacíos que dejan los gobiernos y un 45% adicional desea que lo hagan.  En estos momentos el 60% dice que se vuelcan hacia las marcas en las que están absolutamente seguros de que pueden confiar (69% en Brasil y 62% en Italia) y el 71% dice que dejaran de confiar en las empresas que pongan sus beneficios por delante de la gente (75 % y 69%).

Otra encuesta, a finales del marzo,  Insights for a Time of Crisis de la empresa Porter Novelli, también contiene resultados relevantes para nuestros propósito (aunque solo incluye EE. UU.). El 75% cree que las empresas deben tomar el liderazgo y que tienen la responsabilidad de contribuir a la solución de la crisis, el 77% cree que deben tomar en cuenta los intereses de la sociedad, el 75% dice que recordaran a las empresas que han contribuido después de que pase la crisis y el 45% cree que las empresas pueden crear mejores y más rápidas soluciones que los gobiernos.

III.           Lo que deberían hacer las empresas: Deseos

Decir lo que deberían hacer es relativamente fácil, es expresar una opinión.  Ante una crisis tan inesperada y de un impacto tan amplio y generalizado en todos los países y en todos los sectores económicos y sociales es de esperar que las empresas, uno de los actores más importantes en estos sectores, adquieran un papel aún más preponderante, por múltiples razones, entre ellas porque muchos de los gobiernos se han mostrado lentos e inciertos, y porque la crisis afecta muy dramáticamente a las personas y a sus ingresos económicos.  A diferencia de los gobiernos, muchas empresas han demostrado agilidad, creatividad, acceso a recursos humanos, tecnológicos y financieros, lo cual las coloca en una posición de mayor responsabilidad ante la sociedad.

Sería de esperar que, de acuerdo con sus capacidades, contribuyeran de alguna manera a la solución del problema.  Claro está que la gran mayoría de ellas también han sido muy afectadas negativamente y su capacidad de contribuir se ha disminuido.  Muchas dependerán de los esfuerzos de los gobiernos para apoyarlas financieramente a seguir adelante.  Y ojalá recuerden que parte de esos recursos vienen de los pagos de impuestos pasados y futuros por parte de las personas.

La principal expectativa sobre las empresas es de que continúen operando para mantener la producción de bienes y servicios necesarios para la sociedad y ser fuente de empleo, que permita a las personas mantener su (reducido) tren de vida. Y esta es posiblemente la principal expectativa que se tiene de las empresas, que en la medida de lo posible no disminuyan el empleo.  Si bien es cierto que la reducción del costo de la nómina es una de las maneras más efectivas de reducir costos ante la merma de los ingresos, hay muchas maneras de hacerlo, manteniendo algunos ingresos para sus empleados (ver ejemplos en Algunos CEO quieren un capitalismo más inclusivo …… pero no por ahora) .  Algunos gobiernos están apoyando a las empresas para cubrir parte de estos costos y para suplementar directamente los ingresos de los desempleados como comentamos más adelante.

La gran mayoría de sus trabajadores y/o clientes personales están endeudados y/o tienen compromisos financieros que deben atender con el flujo de caja que proporcionan los salarios.  Algunas empresas deberían apoyar a sus trabajadores tratando de mantener ese flujo de caja y/o reducir la carga de los pagos que tienen que hacer (hipoteca, alquiler, seguros, educación, servicios domiciliarios y otros pagos periódicos), posponiendo o condonando parte de las obligaciones.  Le puede convenir mas a la empresa continuar con el cliente, ayudándolo en el corto plazo, que perderlo en el largo.  Obviamente que esto no está al alance de todas las empresas, solo de las que tengan una posición financiera suficientemente sólida como para aguantar su propia merma de ingresos.  Lamentablemente hay empresas que tienen la capacidad de hacerlo y no lo hacen, le dan poca prioridad al bienestar de sus empleados y/o clientes (ver la diferencia entre la reacción de Marriott y de Hilton en el ejemplo paradigmático en el artículo citado antes).

Para muchos empleados los seguros de salud que le aportan sus empleadores o los que han contratado con otras empresas son críticos para superar la crisis. De allí la importancia de mantener la cobertura, ya sea con el apoyo del empleador ya sea con el apoyo de las aseguradoras. En las licencias temporales la empresa puede mantenerles el seguro y las aseguradoras pueden condonar o financiar algunos meses de pagos.

También es de esperar que las empresas pongan sus capacidades tecnológicas al servicio de la solución y recuperación de la pandemia, ya sean solas ya sea en alianzas con otras, como lo están haciendo las que acumulan información sobre desplazamientos y las que ponen a disposición de los investigadores y personal sanitario sus capacidades de computación y comunicación.  Empresas de logística pueden poner sus servicios de almacenamiento y transporte al servicio de las necesidades de control de la pandemia.  Empresas de confección y de productos para el hogar pueden convertir temporalmente su producción a artículos de necesidad inmediata, escasas, como las batas y máscaras sanitarias o los productos de limpieza y desinfección (ver más ejemplos en Sí, algunas empresas están potenciando su responsabilidad ente la sociedad).

La crisis está golpeando a todos, personas, empresas, gobiernos, instituciones, etc. pero no es solo una crisis sanitaria y económica, es una crisis de equidad social.  Está golpeando con más intensidad a las poblaciones de bajos ingreso, a las personas solas, a las personas mayores, que tienen menores posibilidades de protegerse, menos reservas financieras para aguantar el paso de la crisis.  Es cierto que la protección social ha sido tradicionalmente una preocupación de los gobiernos y muchos están tomando medidas como la garantía de salario mínimo (España), aportes en efectivo basados en el ingreso familiar (EE. UU.), subsidios a las empresas para el mantenimiento de la nómina (Alemania), pago de un porcentaje del sueldo (Reino Unido), acceso a fondos para el desempleo, entre otros.  Sin embargo, algunas empresas también están en capacidad de ayudar a las poblaciones de menores ingresos y a los más necesitados, ya sea priorizando el mantenimiento de su empleo ya sea potenciando sus acciones filantrópicas, es especial las empresas con productos y servicios de primera necesidad como alimentos y salud.

La prioridad de las empresas debe ser la protección de los activos para la recuperación, pero deben reconocer que uno de sus principales activos es el capital humano.  Lamentablemente, la contabilidad de los capitales conspira contra la consideración de este capital, que no está en el balance general de las empresas, pero que para muchas constituye su principal capital, el conocimiento, la experiencia, la capacidad de innovación, etc. de sus empleados.  Han invertido mucho en la acumulación de ese capital a través del reclutamiento, entrenamiento, desarrollo implícito y explícito, pero no lo cuentan. Solo cuentan la reducción de costos cuando reducen personal, muchas veces sin darse cuenta de la pérdida de ese capital. Además, cuando contratan personal calificado, adquieren un activo en el cual es la sociedad la que ya ha invertido y la empresa no suele pagar el valor de ese capital, solo su utilización. (ver los artículos Algunos CEO quieren un capitalismo más inclusivo …… pero no por ahora y Capital humano: ¿Está en el capital de la empresa?).

Uno de los principales impactos de la crisis para las empresas debería ser la concientización del valor de ese capital humano, de que todo revuelve alrededor del capital humano. Pasamos de considerarlo un recurso, disponible a demanda, a ser un capital que no se puede malgastar, que hay que proteger y ojalá algún día se concienticen de que hay que invertir en el y aumentarlo. Deben pasar del recurso humano al capital humano.

Además de las “actividades” consideradas arriba debemos analizar lo que deberían hacer las empresas en términos de cultura y valores.  Hemos analizado en otros artículos lo que debería ser la cultura para la sostenibilidad (ver Mis nueve artículos sobre cultura empresarial.) y lo difícil que es lograr estos cambios a nivel de una organización (más difícil que nuestros cambios de comportamiento).  Una crisis, que nos altera el entorno de forma exógena, ofrece una oportunidad para aprovechar el cambio inducido para hacer cosas que de otra manera no son factibles. La crisis debería aprovecharse para poner a las personas en el centro de la gestión, y con ello los valores que van asociados, como empatía, colaboración, solidaridad y honestidad, en el trato con otros, internos y externos.  Y desde el punto de la efectividad de la gestión es una oportunidad para tratar de remover los silos organizacionales, las competencias internas, los antagonismos, que conspiran con el trabajo en equipo para un fin común.

La S de la ASG (ambiental, social y gobernanza) debería ser la estrella de la R*E.

IV.           Que deben hacer de acuerdo con estudiantes del MBA

De una carta firmada por más de 1200 estudiantes del MBA, de las más prestigiosas escuelas de negocios en EE. UU., a los CEO de las 500 empresas más grandes:

“……retengan a sus empleados, reasígnelos si es posible y lo más importante, continúen pagándoles. Reduzcan sus sueldos antes de reducir el de ellos.  Si deben despedir empleados, extiendan la cobertura de sus seguros de salud y cubran las cuotas.  Deben establecer el ejemplo para el mundo empresarial….  al cuidar principalmente a los más cercanos, sus empleados.  El hacerlo fortalecerá su rendimiento financiero en el largo plazo, el respaldo de los inversionistas, la fidelidad de sus clientes y el futuro involucramiento del personal.  Y lo más importante, es un imperativo moral en tiempos de crisis.” (énfasis añadido).

Interesante ejemplo de que están aprendiendo que no todo es la maximización de beneficios y la primacía de los accionistas.

V.              Lo que harán las empresas: Predicciones

Todas las generalizaciones son falsas, incluyendo esta.
Cita atribuida a muchos, incluyendo Aristóteles.

Deberían, deberían, deberían, ……..¿pero lo harán?  Decir lo que deben hacer es fácil, es una opinión, decir lo que harán es mucho más difícil, es una predicción.  Una cosa es lo deseable, otra lo factible y aún peor, la otra, lo que terminan haciendo.  Se pueden/deben hacer muchas cosas si se tiene la capacidad para hacerlo, pero otra cosa es la voluntad de hacerlo y poder compatibilizar todas las demandas conflictivas.

Debe ser obvio al lector que es imposible generalizar ya que cada país, cada empresa, cada persona habrá sido afectada de una forma diferente, de tal manera que solo podemos ofrecer lo que creemos serán tendencias que afectarán a las empresas en mayor o menor manera, más temprano o más tarde. Como comentábamos al principio estamos considerando empresas que tienen una responsabilidad social con impacto. Es mucho más difícil opinar sobre las pequeñas empresas. 

En lo que sigue comentamos solamente lo que se refiere al impacto sobre la responsabilidad empresarial, no sobre las estrategias comerciales, como la reinvención, nuevos mercados, nuevos procesos, nuevos productos, etc.

Una crisis de esta envergadura y tan inesperada no se olvidará fácilmente, pero mientras más rápido se supere, más se olvidará, más pronto se regresará a la nueva normalidad.  Las fuerzas del entorno empujarán a buscar la normalidad lo antes posible, pero partiendo de un nivel de actividad económica, de empleo, de demanda de productos y servicios más baja que en la vieja normalidad. Si operábamos (enero del 2020) a cota 5000, después operaremos a cota 3000. Y algunas empresas y personas habrán quedado muy afectadas.

Las prioridades de las empresas han sido afectadas y buscarán en primer lugar su sostenibilidad financiera, sobre todo en el corto plazo, con lo que ello implica, especialmente la reducción de costos, que lamentablemente pasa por la nómina.  Pondrán más atención en los empleados que queden, pero les exigirán mayor productividad y el empleado responderá, habrá visto lo frágil que es el empleo. Es posible que con ello se logre una mayor empatía, mayor aprecio mutuo. El empleado se ha dado cuenta de que la empresa es su tabla de salvación (ven la encuesta Edelman 2018 citada arriba) y la empresa, si bien tiene mayores opciones de contratar personal, priorizará los suyos.  Algunas conocen el valor del capital humano.

Esto es un fenómeno que reflejará el de la sociedad en general: mayor aprecio, mayor colaboración, pero por los conocidos, por los “nuestros”, y que acelerará la tendencia reciente hacia el “parroquialismo”, hacia el localismo, hacia el nacionalismo, contra la globalización (ver un extenso análisis en Populismo, nacionalismo, confianza y responsabilidad de la empresa. 2ª. Parte: La RSE en tiempos revueltos). Uno de los aspectos mas citados de la crisis es la prevalencia de la solidaridad con el necesitado, con el vecino, la crisis nos ha unido, nos hemos dado cuenta de que nos afectamos mutuamente y nos necesitamos los unos a los otros.  Pero también se ha visto el egoísmo de los países, cada uno por su cuenta.

Algunas buscarán la reducción de costos via el teletrabajo, que durante la crisis se ha mostrado factible en algunos casos  y hasta efectivo, permitiendo evitar o posponer la reducción de la nómina.  Con ello podrán ahorrar los costos de las oficinas, alquiler, mantenimiento, limpieza, servicios públicos, impuestos, entre otros.  Pero ello podrá conllevar a la contracción económica en estos sectores, con su efecto multiplicador.  Adicionalmente pude contribuir a la deshumanización, a la pérdida del sentido de pertenencia, a una reducción de las destrezas sociales de los empleados, al aislamiento, pérdida de la capacidad de argumentar y estimular diferentes puntos de vista, a la autocomplacencia.  Las empresas deberán encontrar medidas que balanceen los beneficios económicos con los costos humanos.

De la misma manera, se acentuará el corto-placismo de todos, especialmente el de las empresas.  Con el “shock” y la incertidumbre se acentúa el vivir día a día, “ya veremos que pasa mañana”.  Esto, y la contracción económica, llevará a las empresas a posponer muchas de sus actividades que son consideradas gastos de poca o incierta rentabilidad en el presente.

Para algunos la responsabilidad de la empresa ante la sociedad es un imperativo moral, que debería ser independiente de la crisis.  Pero la realidad empresarial es que este imperativo, en muchas empresas queda subordinado al imperativo económico. En condiciones normales, la promoción de este argumento empresarial, de que la responsabilidad es rentable, ha tenido que vencer la dificultad de demostrar el valor de los beneficios, muchas veces intangibles, en el largo plazo y los costos tangibles en el corto plazo. Ahora, ante el renovado cortoplacismo y la incertidumbre, este argumento es todavía más difícil de hacer.  Ante la incertidumbre se aplica una mayor “tasa de descuento” (una medida de la preferencia de recibir beneficios en el corto versus el largo plazo) a los beneficios futuros, cuentan menos, con el resultado de que responsabilidad será menos “rentable”.  La RSE, que es una actitud y comportamiento sostenido en el largo plazo, se verá seriamente afectada.  Como sociedad deberemos apelar todavía más al argumento moral, que afortunadamente la crisis lo está realzando.

En términos de prioridades relativas dentro del gran esquema de la responsabilidad, tal y como comentan nuestros encuestados, las empresas priorizarán la responsabilidad hacia sus clientes, los cuidarán, los tratarán mejor, buscarán la fidelidad.  Y es muy posible que cuiden más todavía la responsabilidad de sus productos.  No se puede tomar el cliente como garantizado.

También es de esperar que se preocupen menos por la responsabilidad de sus suplidores, más a allá de la calidad y del precio de producto o servicio suministrado.  Privará el criterio económico y de seguridad.

En términos de su actuación ambiental, también privará este criterio y con ello se mantendrán las actividades que tengan beneficios tangibles en el corto plazo (empaques, reciclaje, etc.), posponiendo o reduciendo las que tengan costos tangibles en el corto plazo y beneficios reales o percibidos (¿inciertos?) en el largo plazo (inversiones en reducción de contaminación, por ejemplo).

Y en cuanto a ética y el cumplimiento de las leyes y regulaciones es de esperar (ojalá que no) un relajamiento, tratar de cumplir con lo que sea visible y que tenga consecuencias en el corto plazo.  No irán al “wild west” pero sí en esa dirección.  Claro está que cada empresa tendrá un comportamiento diferente y este es un punto sobre el que es más difícil generalizar.

Y las actividades filantrópicas serán más estratégicas, ligadas al negocio, y dirigidas a los más afectados.

La crisis tan inesperada e intensa ha resaltado a las empresas la necesidad de tener flexibilidad, de poder adaptarse rápidamente a las cambiantes circunstancias.  Las que puedan, tratarán de evitar compromisos vinculantes que la limiten, lo cual puede tener consecuencias sobre la estabilidad del empleo y sus inversiones en el capital humano. Tratarán de obtener mano de obra sin contratos de ningún tipo, empleados por cortos períodos de tiempo, cuentapropistas, mano de obra que no son empleados, adaptables a las necesidades cambiantes.  Y es de esperar menor inversión en ese capital humano que antes.  

Sus actuaciones en responsabilidad serán más esporádicas, menos sostenibles en el largo plazo.  Y ante una disminución generalizada de su responsabilidad ante la sociedad, algunas tratarán de convencernos de que siguen siendo responsables, por lo que aumentará el greenwashing (parecerlo sin serlo), utilizando las redes sociales para hacernos creen que lo siguen siendo, para enmascarar sus falencias.

Y crecerán como los hongos en otoño las empresas irresponsables que tratarán de aprovecharse de la situación, de la ingenuidad y del temor de la sociedad, de la candidez de quien necesita creer. Algunas aumentarán sus precios, disminuirán su calidad, venderán productos defectuosos o que no hacen lo que dicen que hacen, aumentará el fraude. Somos vulnerables y algunos se aprovecharán de ello.

¿Pronósticos pesimistas?  Quisiera estar equivocado.

VI.           ¿Y nosotros que haremos?

Un alto porcentaje de los encuestados, en las encuestas citadas arriba, opinan que recordaremos a las empresas que han contribuido a paliar los efectos de la crisis.  Pero es muy posible que esta opinión refleje más el deseo que la realidad.   Después de la crisis solo recordaremos aquellas empresas que en efecto han hecho, y continúan haciendo, contribuciones significativas.  Y las que diseminan información sobre ello.  Y aquí habrá que tener cuidado en distinguir la realidad del greenwashing.  Es más posible que recordemos y favorezcamos aquellas empresas que actúan a nivel local, de nuestra comunidad, con las que tenemos cercanía, que son menos impersonales.

En condiciones normales, el público tiene muy poco conocimiento sobre la responsabilidad de las empresas, salvo en casos excepcionales de extraordinario comportamiento, ya sea positivo ya sea negativo.  Es muy poca la información que la sociedad en general consume sobre esa responsabilidad y menos sobre la que actúa.

Y al igual que las empresas, las personas estarán en modo de supervivencia y serán más importantes las consideraciones de precio que las de responsabilidad social.

VII.         Como cambiará el papel de los responsables de sostenibilidad

El papel de los responsables de sostenibilidad dentro de las empresas deberá adaptarse a la nueva realidad.  También para ellos adquirirán mayor importancia los aspectos sociales, relacionados con las personas, tanto internas como externas. Salvo en empresas con elevado impacto ambiental, se priorizarán las destrezas sociales, de gestión del capital humano.  Su labor de convencimiento de los dirigentes será todavía más compleja y difícil.  Su poder de persuasión será puesto a prueba.  Deberán involucrase más en la gestión del cambio de la cultura organizacional.  Y en algunas empresas perderán poder.

VIII.      ¿Cuál será el nuevo normal de la RSE?

Cuando se alcanzará un nuevo normal, dependerá de los avances en el control de la pandemia, disponibilidad masiva de pruebas, vacunas y tratamiento, pero cuando se logre las empresas operarán a un nivel, en general, inferior de responsabilidad.

Los principales cambios serán una mayor atención a los temas relacionados con: (1) la supervivencia financiera, (2) prevalecerá todavía más el corto-placismo, (3) la búsqueda de la flexibilidad operativa y, (4) el localismo, la atención a “los nuestros”.

Cambiarán las prioridades relativas con mayor atención a las personas, especialmente a los empleados y menor atención a temas ambientales, de respeto a las leyes y regulaciones y la filantropía será más estratégica.  Y la ética adquirirá relatividad, será interpretada a conveniencia.

Y la incertidumbre conspirará contra el argumento empresarial y deberemos apelar más al imperativo moral.

Ojalá se cumplan los deseos expresados arriba y no lo que creemos será la realidad.

Y querido lector, a lo mejor volverás a leer este artículo, publicado en abril del 2020, en abril del 2022 y comprobar que todas las generalizaciones son falsas, incluyendo estas.




Anexo:  Como cambiaremos nosotros

¿Cambiaremos?

Una versión pesimista

Las personas volverán a ser como eran, ahora fingen de ser mejores porque tienen un jodido miedo a la muerte. Volverá el codicioso, el egoísta, el embaucador. Es inútil esperarlo, es solo una utopía. Anónimo en Facebook.

Y una más realista, en mi opinión obviamente, publicada en el sitio de la revista Ethic:

Volverá la contaminación, aunque tengamos más conciencia de ella; volveremos a viajar para sentirnos otra vez como exploradores, aunque sea más difícil o incluso imposible rebasar alguna fronteras; volveremos a acariciar nuestras posesiones, aunque seamos más conscientes de su inanidad; volveremos a abrazar a los amigos, aunque lo hagamos con un cierto temor al contagio; volveremos a comer en restaurantes, aunque recordemos con nostalgia los almuerzos familiares del confinamiento; volveremos a disfrutar de la conducción de nuestros vehículos, aunque los atascos vuelvan a malgastar nuestro tiempo; volveremos a cometer excesos porque el retorno a la nueva normalidad nos permitirá sentir que hemos superado otra crisis. El coronavirus puede cambiar la forma en la que percibimos nuestras vidas, pero, desde luego, no cambiará los instintos básicos que las guían. José Manuel Velasco. (énfasis añadido).



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