lunes, 4 de enero de 2021

¿Cuántos esquemas/estándares de información sobre sostenibilidad se necesitan? Primera parte: ¿Cuántos hay?

 

Querido lector: Este articulo es largo, muy largo.  Pero creo que tu esfuerzo valdrá la pena.


I.                Introducción

 El interés por la información sobre la sostenibilidad de las empresas ha tenido un crecimiento explosivo en la reciente década, impulsada por el interés de algunos stakeholders, como la sociedad civil, los reguladores y en particular el interés de los aportadores de recursos financieros, las instituciones financieras y la industria de la inversión socialmente responsable (SRI, Socially Responsible Investment).  Esta demanda ha sido respaldada por la creación de esquemas/estándares de preparación y diseminación de la información. Estos esquemas/estándares nacieron con la creación del Global Reporting Initiative, GRI, en el año 1997 y la producción de sus lineamientos para la difusión de esa información a principios de siglo.  Los otros dos esquemas con amplio uso, la Sustainablity Accounting Standards Board, SASB, con sus estándares de reporte, y el International Integrated Reporting Council, IIRC, con su esquema de reporte, surgieron alrededor del 2010.  Y a comienzos del 2021 hay por lo menos una media docena de esquemas/estándares adicionales en preparación.

 Consecuentemente, la producción de informes de sostenibilidad ha tenido un gran crecimiento.[1]  En el 2010 GRI tenía 2600 organizaciones con informes en su base de datos y para el 2020 tenía casi 15400. Si bien esto incluye empresas de todos tamaños, es mucho más generalizado en las de mayor tamaño, que tienen los recursos y enfrentan la demanda de la información.  Entre las 100 empresas más grandes de 52 países analizados, se ha pasado de un 20% que producían informes de sostenibilidad en el año 2000 a un 80% para el año 2019 [2] y para las 500 empresas del índice bursátil S&P 500 de la bolsa de valores de Nueva York se ha pasado del 53% en 2012 al 90% en el 2019.

 Y la ISR también ha tenido un gran crecimiento reciente.  En EE. UU. los fondos que se dicen administrados considerando la sostenibilidad de las empresas han pasado de unos US$3 billones en el año 2010 a unos US$18 billones en el 2020 y a unos US$40 billones a nivel mundial, de los cuales Europa tiene US$ 19 billones [3].  Y como se verá más adelante, las instituciones financieras han comenzado a incorporar información sobre sostenibilidad en sus decisiones de créditos e inversiones.

 Este crecimiento en todos estos frentes ha producido grandes avances en la producción de la información, pero no ha sido muy armónico y coordinado y ha creado la necesidad de racionalizarla. De allí que sea oportuno considerar los diferentes esquemas/estándares existentes y propuestos para ver en que medida satisfacen las necesidades de los usuarios y en que medida pueden armonizarse para mejorar su efectividad. 

 Esto es objeto de este artículo, donde analizaremos la explosión en estándares/esquemas de información sobre sostenibilidad, lo que pueden ser contraproducentes para el avance en el uso de la información para tomar decisiones por parte de los stakeholders y de las mismas empresas.  En esta primera parte, de dos artículos, ¿Cuántos hay?, analizaremos los estándares/esquemas de sostenibilidad ya desarrollados y en la segunda parte, ¿Cuántos debe haber?, analizaremos algunos más que están en proceso y ante esta proliferación trataremos de responder a las preguntas: ¿Es factible y/o deseable la convergencia en la información sobre sostenibilidad? y, si no es factible o deseable, ¿Cuántos estándares/esquemas se necesitan? ¿Se puede desarrollar uno solo?

 Y esta época de grandes avances y gran turbulencia en la información sobre sostenibilidad, también cabe preguntarse que convergencia se busca: ¿En un conjunto de indicadores? ¿Contenido de las diseminaciones de información? ¿Modelos de reportes, con información cualitativa y cuantitativa, de sostenibilidad? ¿O es sobre todo esto?

 Como fundamento necesario para poder responder a estas preguntas, en este primer artículo incluimos una discusión sobre el entorno en que se desenvuelve la información sobre sostenibilidad, que objetivos pretende su diseminación, las necesidades de los diferentes usuarios, los intereses creados de los comercializan con la información y las características de los principales esquemas/estándares en uso.  Ello debería permitir apreciar mejor la posibilidad de que exista una convergencia entre los diferentes esquemas/estándares.

 Estos dos artículos son relativamente extensos porque pretenden no solo describir los estándares/esquemas existentes y los propuestos sino además ser didácticos, analizando su razón de ser y su utilidad. Pretenden cubrir “mucho de lo deberías saber sobre la divulgación de información sobre sostenibilidad”. [4]  Si al lector le parecen estos artículos como interminables, es que cada día de producen novedades y es prácticamente imposible mantenerse actualizado.

 II.             Contabilidad financiera y contabilidad de la sostenibilidad

 Usaremos el término contabilidad de la sostenibilidad para reflejar la tendencia reciente en la preparación de la información sobre sostenibilidad, que se está moviendo desde la original de descripción cualitativa de “información no financiera”, acompañada de indicadores claves, hacia la presentación de información en términos cuantitativos del impacto financiero de las actividades asociadas con la sostenibilidad.  Como ejemplo de esta tendencia podemos considerar el caso de las emisiones de gases de efecto invernadero, EGEI. Se comienza, por ejemplo, en los estándares del GRI, del SASB y de TFCD en reportar el número de toneladas, por unidad de producción, de CO2 emitidas directa e indirectamente y la tendencia, o el deseo, es reportar el costo para la sociedad de esas emisiones. Uno es el hecho el otro es su consecuencia financiera, el impacto sobre la sociedad.  No es que se haya avanzado mucho como veremos, pero esa es la tendencia deseada por muchos de los usuarios de la información: el costo, el impacto.

 La tendencia es hacia una imitación de la contabilidad financiera, con el objetivo muy lejano de eliminar, en la medida de lo posible, la dicotomía información financiera/no financiera.  Toda información es o será financiera, [5] una es tradicionalmente contabilizada, la otra es mucho más difícil y su contabilización está en sus comienzos.  La conversión de “no financiera” a “financiera” depende de las reacciones de los mercados que usan esa información, para que tengan un impacto financiero sobre la empresa.  Si es ignorada por los mercados de la información, se quedan como información “no financiera”.  Es de destacar que algunas empresas ya contabilizan el costo para la sociedad de la contaminación, de las emisiones, del uso del agua escasa y de los impactos en la biodiversidad, entre otros aspectos. [6]

 Esto ha despertado el interés de la contaduría tradicional, que está empezando a involucrarse en la contabilización de esos costos y beneficios tradicionalmente no contabilizados ya que su naturaleza no permite la aplicación de los principios tradicionales de contabilidad.  Pero ese interés puede ampliar estos principios y su aplicación y tiene ventajas, ya que pueden aportar su vasta experiencia en la gestión de la información, pero algunas desventajas en que esta profesión tiene una formación conservadora, que no es conducente a contabilizar cosas en principio no medibles o medibles con incertidumbre, con escaso consenso metodológico. [7]

 El origen del reporte de la información sobre sostenibilidad ya reflejaba lo que debería ser esta tendencia, se originó con la propuesta de una “triple cuenta de resultados”, o sea un balance contable a tres niveles, personas, planeta y beneficios, con un supuesto implícito de que los dos primeros niveles se pudieran cuantificar al nivel del tercero.  Se desarrollaron términos como balance social y ambiental, no refiriéndose a lograr un balance, sino a imitar el “balance general” de la contabilidad financiera. Sin embargo, estos esfuerzos se han mantenido mayormente a nivel conceptual ante las grandes dificultades de su operacionalización.  Pero la tendencia es esa.

 ¿Es posible esa convergencia?  La contabilidad financiera tomó varios siglos para llegar a su estado actual, desde su invención en el siglo XIV en Venecia, luego codificada por el fraile Luca Pacioli en 1494, cuando publicó su tratado sobre la contabilidad por partida doble, acelerándose a partir de la Gran Depresión, hasta su relativa estandarización con la creación del Financial Accounting Standards Board, FASB en EE. UU. y la International Accounting Standard Committee, IASC, a nivel internacional (ex EE.UU) ambos en 1973 y el desarrollo de “Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados”. [8] La contabilidad de la sostenibilidad está en sus comienzos, está todavía muy lejos de lograr una estandarización “generalmente aceptada” y mucho menos de lograr una cuantificación monetaria.

 Si bien la contabilidad financiera y la contabilidad de sostenibilidad tiene en común que pretenden proporcionar información que permita evaluar las perspectivas de la empresa y tomar decisiones sobre el futuro, la contabilidad financiera recoge información del pasado, es una contabilidad histórica, en tanto que la contabilidad de sostenibilidad, si bien recoge información del pasado, el criterio de selección y reporte es por su impacto en el futuro.  Por definición “sostenibilidad” es un concepto del futuro, “sostenible, que se puede mantener durante largo tiempo.”  La contabilidad de sostenibilidad mira hacia adelante, la contabilidad financiera mira hacia atrás.

 Aunque ese ideal sea un objetivo laudable puede ser contraproducente y ya ha creado confusión.  No se puede llegar al nivel de la contabilidad financiera, cuyo objetivo es muy reducido: facilitar la evaluación de la situación financiera de la empresa y, bajo una serie de supuestos de extrapolación, evaluar sus perspectivas futuras.  Para ello se han desarrollado decenas de indicadores claves de uso generalizado y sobre cuya definición hay mucho consenso, y que basándose en que la preparación de la información sigue los Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados, de aplicación relativamente universal, son comparables entre empresas (aunque debe hacerse con cautela ante las flexibilidades que permiten esos PCGA [9] ).  No se pueden lograr cuantificar monetariamente la sostenibilidad a este nivel de especificidad y consenso ni es deseable.  Como veremos más adelante, sostenibilidad es un concepto con múltiples acepciones, es un concepto difuso.

 En contabilidad financiera la monetización que se desarrolla es comparables entre empresas, al punto de que, por ejemplo, se usan para la regulación de sus actividades. La relación de deuda/capital o la de capital a activos de riesgo se usan para regular las actividades de las instituciones financieras.  Tiene una interpretación semejante en diferentes empresas, aunque con algunas especificidades.  Pero la de sostenibilidad es menos comparable. Consideremos por ejemplo uno muy usado, el consumo neto de agua de las empresas cementeras. No son comprables entre empresas ya que estarán localizadas en diferentes geografías, con diferentes disponibilidades del recurso. El agua tiene un valor económico diferente en cada uso. Por otra parte, un indicador de liquidez o de solvencia financiera en estas empresas si son comparables.

 III.           ¿Qué es sostenibilidad? ¿Qué es ASG (ESG)?

Si se quiere preparar y utilizar información sobre un tema es crítico saber en que consiste el objeto de análisis y en este caso todavía más ya que como mencionamos es un concepto difuso, pero muy específico al contexto de la empresa.  En esta sección analizaremos la dificultad que el concepto mismo de sostenibilidad presenta para cualquier intento de reporte, las diferentes necesidades de los usuarios de la información, incluyendo las mismas empresas, los diferentes y conflictivos criterios que se espera que la información cumpla y los intereses de los integrantes del “mercado de la información” sobre sostenibilidad, que no necesariamente coindicen con los de los usuarios de la información.  Todo esto establece el marco de referencia para analizar la factibilidad del objetivo dorado de uniformar los estándares/esquemas y desarrollar estándares equivalentes a los de la información financiera.

¿Qué es sostenibilidad? No parece ser el momento para hacerse esta pregunta después de tantos años de su popularización.  Pero es necesaria considerarla para entender la proliferación de estándares de reporte, el uso que le dan los diferentes stakeholders y si es posible y necesario llegar a un consenso. Pero ese es el problema, que la experiencia no ha conducido a consenso y posiblemente esa búsqueda de consenso sea contraproducente. Gran parte de la proliferación de modalidades de diseminación de información sobre sostenibilidad se debe a la misma concepción difusa de lo que es sostenibilidad. En términos muy generales hay acuerdo de que se trata de establecer los impactos que las actividades de las empresas tienen sobre el entorno en que operan: medio ambiente y la sociedad.  La definición de la Unión Europea es posiblemente la más inclusiva: “Responsabilidad de las empresas por sus impactos en la sociedad”, pero su implementación a nivel de cada empresa es específica, es diferente.  [10]

Aun cuando haya consenso sobre su definición en términos generales, su implementación es muy específica a cada empresa, de allí que los esfuerzos por diseñar esquemas de reporte deben tomar esto en consideración. Cada empresa tiene impactos muy específicos, cambiantes, que dependen del contexto y del tiempo.  Adicionalmente la implementación del concepto se expande para incluir no solo los impactos que tiene sino además los que quiere tener.  Es la conjunción de la estrategia y su ejecución. De allí que la concepción de la sostenibilidad para cada empresa no pueda ser medida o determinada solamente basada en esos impactos que ha tenido. Es mucho más que impactos, son valores, son procesos, son cultura, es toda la estructura organizacional de la empresa. [11]

El siguiente gráfico ilustra el contraste entre la contabilidad financiera y la de sostenibilidad y muestra lo difuso de este concepto.  Una misma empresa es calificada de forma muy diferente por diferentes calificadores usando la contabilidad de sostenibilidad, pero mucho más consistente en su calificación crediticia usando la contabilidad financiera. [12]




¿Es responsabilidad empresarial, sostenibilidad y ESG lo mismo?

 Buena parte de la aceleración del interés en temas de responsabilidad empresarial (y su resultado, la sostenibilidad) se debe a la demanda de información por parte de inversionistas socialmente responsables, en buena parte impulsada por la oferta por parte de las empresas de calificación, clasificación y producción de índices de sostenibilidad. Esta demanda y oferta se ha materializado a través de indicadores numéricos en los tres grandes componentes en los que se suele tipificar las acciones de responsabilidad empresarial: medio ambiente, social y gobernanza, ASG (más conocido por sus siglas en inglés, ESG).

 En algunos casos los tres términos, responsabilidad empresarial, sostenibilidad y ESG se tienden a usar indistintamente, pero no son lo mismo. Aunque no de forma exclusiva, responsabilidad empresarial se tiende a usar en relación con las acciones y estrategias empresariales, sostenibilidad en relación con información y reporte de esa responsabilidad y ASG en relación con la inversión en los mercados de valores

 Pero responsabilidad empresarial son las acciones y estrategias que la empresa lleva a cabo, sostenibilidad es el resultado de su implementación y ESG son criterios para analizar y evaluar los resultados de las acciones.

 Y no, sostenibilidad no se refiere solamente a aspectos ambientales. 

Concepto

Que es

Contexto

Responsabilidad empresarial

Acciones y estrategias de la empresa para asumir su responsabilidad ante la sociedad

Actividades de la empresa

Sostenibilidad

Resultados de la implementación de las acciones y estrategias de responsabilidad

Información sobre la RSE

ASG (ESG)

Tipificación y criterios para evaluar los resultados de la implementación

Inversiones responsables

 

 Usando una analogía muy vigente, podríamos decir que RSE es la vacuna, sostenibilidad es lo que produce la vacuna, la inmunidad, y ESG son las diferentes pruebas para evaluar la inmunidad. 

 Aun cuando aquí hacemos una clara distinción entre los tres términos, en la práctica se usan, lamentablemente, de forma indiscriminada. Se leen y escuchan cosas como: “¿Cuál es su programa de ESG?” “La ESG no rinde en bolsa”, “¿Que hace su empresa en sostenibilidad?”.

 IV.           Condicionantes de la contabilidad de la sostenibilidad         

 Para poder entender la razón de ser de tantos esquemas/estándares que se han propuesto y que se propondrán y la posibilidad de armonizarlos es necesario entender el contexto en el cual se desarrollan y los usos que se les pretende dar.

        a.     Usuarios de la información y sus necesidades

 La información sobre sostenibilidad de las empresas es de interés de múltiples usuarios, los que son impactados, los que pueden ser impactados y los que con sus decisiones impactan sus actividades, lo que colectivamente se ha denominado sus stakeholders.  Los más impactados y que mayor impacto pueden tener, léase interesados en la información, son los mismos dirigentes, los empleados, los reguladores, los aportantes de recursos financieros, los suplidores, los clientes, las organizaciones de la sociedad civil, OSC, la comunidad y los medios de comunicación entre otros.  La discusión que sigue solo pretende ilustrar la gran variedad de usuarios de la información sobre sostenibilidad y sus necesidades. Es imposible ser exhaustivos por lo solo comentamos algunos casos.

 Por ejemplo, los dirigentes quieren todo tipo de información para poder gestionar la empresa tanto al interno, sus empleados, como al externo, reguladores, suplidores, clientes, inversionistas, etc. Los empleados y sindicatos pueden estar interesados mayormente en las condiciones laborales y en la responsabilidad global de la empresa en la medida que afecta su viabilidad y reputación.  Los inversionistas y acreedores estarán interesados en las actividades de sostenibilidad que pueden tener algún impacto en la situación financiera de la empresa por las reacciones presentes y potenciales de los clientes, las OSC, los reguladores, etc. Los reguladores están interesados en información sobre el cumplimiento de las leyes y regulaciones actuales y la necesidad de actuar para prevenir comportamientos que afecten a los ciudadanos. Los clientes estarán interesados en información sobre la responsabilidad del producto y su producción para guiar sus decisiones de adquisición de sus productos y servicios. Algunos suplidores estarán interesados en información sobre la utilización responsable de sus productos y servicios y el impacto que ello pueda tener sobre su reputación. La comunidad estará interesada en información sobre las actividades de la empresa que la afectan y la posibilidad de mitigarlas o ampliarlas, según sea el caso.

         b.     Las empresas y sus necesidades: Materialidad

 El caso de los dirigentes, o sea la empresa misma, requiere de consideración separada ya que deben estar interesados en todo tipo de información para poder gestionarla.  Ello se requiere para poder determinar y gestionar el impacto que sus actividades tienen y quieren tener en los stakeholders y el impacto que estos tienen sobre la empresa, lo que se conoce como la determinación de los aspectos materiales. Todas las empresas, en mayor o menor medida, se enfrentan a limitaciones de recursos financieros y gerenciales y no pueden pretender “hacer de todo”, de gestionar la totalidad de los impactos presentes y futuros y los que quiera incorporar.  Se requiere una racionalización y determinar lo que es efectivo gestionar, en su momento actual y en función del contexto en que opera. La información de sostenibilidad debe permitir determinar estos aspectos materiales, los que a su vez son determinados por las actividades de las empresas. [13]

 

A los efectos de comprender mejor la discusión sobre los diversos esquemas/estándares de información y su posible armonización es de destacar que estos aspectos materiales son específicos para cada empresa y su contexto, son dinámicos y cambian con el tiempo.  Es posible que haya algunos que se mantengan constantes para la empresa y que sean comunes con los de otras empresas, claro está que mientras más semejantes sean ellas y su contexto.

         c.     Criterios

 En términos generales, la información de cualquier tipo que se reporta debería cumplir, idealmente, con los siguientes criterios, que no comentaremos por ser relativamente obvios, para ser efectiva: 

  • Relevante: clara relación entre el indicador y lo que se quiere medir
  • Confiable: medible consistentemente a través del tiempo, de la misma manera por diferentes recopiladores;
  • Preciso: claramente definido en términos operacionales;
  • Medible: cuantificable con las herramientas y métodos disponibles, a costos razonables;
  • Oportuno: proporcionar información a intervalos de tiempo relevantes y necesarios;
  • Creíble: tener aceptación generalizada entre los expertos y usuarios;
  • Válido: ser de probada efectividad para sus propósitos;
  • Diferenciador: No es redundante y mide lo que otros indicadores no miden. 

Adicionalmente, cuando los indicadores se presentan como parte de un conjunto, el conjunto debe a su vez cumplir con otro criterio y es el de ser coherente y balanceado.

 En el caso específico de la contabilidad financiera, los estándares piden que la información debe cumplir con los siguientes criterios: [14] 

  •  Definiciones: El item en cuestión cumple con la definición de los elementos de los estados financieros;
  • Medible: Debe poder ser medido con suficiente confiabilidad; 
  • Relevancia: La información proporcionada es capaz de hacer una diferencia en las decisiones del usuario;
  • Confiabilidad: La información es fidedigna, verificable y neutral.

 Sería deseable que la información sobre sostenibilidad cumpliera con muchos de estos criterios, sin embargo, ello puede no ser factible y habrá que hacer compromisos.  Para los efectos de este análisis solo comentaremos dos, relevancia y comparabilidad.  El criterio de relevancia da lugar de inmediato a la pregunta ¿relevantes para qué/quién?  Como vimos arriba cada grupo de usuarios tiene diferentes necesidades, por lo que para que la información sea relevante, deberá ser específica para cada grupo, lo que dificulta la generalización y la armonización de esquemas/estándares que suelen tener a grupos específicos como objeto.

Un criterio muy enfatizado en algunos esquemas/estándares es la comparabilidad de los indicadores entre empresas, sobre todo en aquellos dirigidos a los aportantes de recursos financieros y que quieren imitar la contabilidad financiera.  Este es probablemente el punto más álgido. Es un criterio claro de esa contabilidad, pero en la contabilidad de sostenibilidad puede ser contraproducente ya que como hemos mencionado la sostenibilidad es un concepto difuso y es específico para cada empresa.  Y esa comparabilidad puede entrar en conflicto con la relevanciaRelevancia debe responder a una necesidad específica y la comparabilidad pretende permitir una generalización (ampliamos esta discusión más adelante).

         d.     Indicadores

 Los esquemas/estándares de reporte de información sobre sostenibilidad actualmente suelen incluir información descriptiva e indicadores cuantitativos sobre los impactos de las actividades.  Con el énfasis en la comparabilidad y cuantificación se han desarrollado un sinnúmero de indicadores cuantitativos, lo que tiende a crear mayor confusión.

 Cada institución que se dedica a la recopilación, diseminación y utilización de la información sobre sostenibilidad y algunos estándares de reporte desarrollan sus propios indicadoresEn parte porque consideran que los existentes no son los más adecuados, en parte por la necesidad de diferenciarse para vender sus servicios y ampliar su cuota de mercado y en parte porque pretenden servir un nicho de mercado, un grupo de usuarios de la información que requiere especificidad, más allá de indicadores genéricos y generales.

No hay un inventario completo de los indicadores desarrollados pero basado en diferentes fuentes se puede decir que hay miles de ellos en el mercado de la información.  El sitio Reporting Exchange del World Business Council for Sustainable Development, lista más de 1400 indicadores, más de 2000 esquemas de reporte y más de 650 instituciones de calificación, clasificación e índices de sostenibilidad. Algunos de los principales compiladores de información como Bloomberg producen datos sobre más de 700 indicadores. Sustainalitycs una de las mayores empresas en análisis de información y calificaciones sobre sostenibilidad produce más de 300 indicadores con más de 1300 piezas de información sobre 20 aspectos materiales.

 Esta brevísima descripción no puede ser exhaustiva por la misma proliferación existente.  El objetivo es solo para darle una idea al lector del mercado de la información y la problemática de la armonización.  

         e.     La industria de la información y sus impulsores

Como comentábamos en la introducción la industria de la información sobre sostenibilidad ha tenido un crecimiento exponencial en los años recientes.  Podríamos decir que está conformada por recopiladores de información, productores de estándares (para un inventario, ver más adelante y la segunda parte de este artículo), empresas calificadoras, productores de índices de sostenibilidad, consultoras en producción de informes, consultoras en agregación de información, consultoras en el uso de la información y medios de difusión, entre otras instituciones. Cada una de ellas tiene un interés creado en la proliferación de información y muchas de ellas no se beneficiarían de una armonización de indicadores o estándares.  Tienen interés en mantener el status quo y aumentar su cuota de mercado. Recordemos que un gran número de ellas son instituciones con fines de lucro.

 Uno de los más respetados expertos en información sobre sostenibilidad, Elaine Cohen dice: “…si yo fuera un contador diseñaría un esquema para medir la sostenibilidad lo suficientemente diferente como para que fuera noticia ……para luego ganar toneladas de dinero asesorando a clientes …. para que adopten mi esquema y verificar su aplicación”. [15] Cínico pero muy certero.  Uno de los obstáculos para la convergencia.

         f.       Calificadores, índices

Uno de los principales proveedores de índices, el MSCI ha desarrollado más de 1500 índices ESG.  Si hay 1500 índices uno debe preguntarse ¿qué es ESG? Cada uno de esos índices sirve un nicho de mercado, algunos son generales, otros son muy específicos sobre algún aspecto en particular.   Y hay ya más de 650 instituciones de calificación.

 Cada uno de estos calificadores y proveedores de índices tienen su modelo de lo que es sostenibilidad.  Por definición, para poder calificar y a veces jerarquizar, se deben usar los mismos indicadores y los criterios de evaluación para todas las empresas que se consideran.  Ello lleva una contradicción implícita ya que los aspectos materiales son específicos a cada empresa, su responsabilidad ante la sociedad es diferente.  Para algunas, las EGEI son críticas, para otras lo serán los aspectos sociales. Algunas tienen muy bajo impacto ambiental, algunas operan en países en vías de desarrollo con mayor importancia para su contribución al desarrollo. Su “sostenibilidad”, el impacto de su responsabilidad, no es comparable. Es cierto que algunas calificadoras hacen desagregación por sector industrial para mejorar la comparabilidad, pero aun así suponen un modelo común de sostenibilidad para todas las empresas del sector. [16]

 Y no es solo que cada una de estas instituciones tiene su modelo de lo que es ser sostenible, es que las grandes diferencias en la calificación de una misma empresa entre diferentes calificadoras crean confusión en la comunidad de usuarios y le quita credibilidad a las calificaciones y a la misma sostenibilidad empresarial.  Pocas veces el usuario analiza que hay detrás de la calificación y simplemente la usa para guiar sus inversiones o recomendaciones. Un reciente estudio académico comparando las calificaciones de las seis instituciones más activas encontró apenas una correlación entre ellas del 0.54 (correlación varía entre 1.0 y 0.0) [17]Cualquier coincidencia es pura coincidencia [18].

 V.              Estándares/esquemas existentes de preparación

 Antes de pasar revista a los estándares/esquemas existentes es conveniente recapitular las diferencias entre la información financiera y la de sostenibilidad.  Si bien la segunda puede (debería) tener impacto financiero, su contabilización está todavía en sus comienzos, aunque los avances tecnológicos están permitiendo apreciar muchos de los impactos y medirlos (por ejemplo, hace 30 años no se podían medir las emisiones de GEI para muchos emisores y mucha agua cuya calidad considerábamos buena hoy es sería considerada de mala calidad). 

 El reporte de la información financiera sigue estándares desarrollados a través de muchas décadas de aplicación uniforme y casi universal, es información que es considerada objetiva (objetividad es uno de los cinco principios fundamentales de la contabilidad financiera) aunque hay que reconocer que muchas veces se sacrifica relevancia por objetividad, por ejemplo, cuando se usan costos históricos de adquisición para la valoración de activos financieros y físicos y, lo más importante, es preparada para un uso y un usuario muy definido y específico: el aportador de fondos.  Aunque claro está, es usada por muchos otros, como la gerencia (que tiene acceso a mucha más información de carácter privado), el fisco (aunque este puede requerir modalidades específicas de reporte, diferentes a las de la contabilidad financiera), los acreedores, los empleados, los sindicatos, suplidores, etc., pero la información no se hace a la medida de estos otros usuarios, deben usar la que ha sido preparada para los inversionistas/dueños.

 La información sobre sostenibilidad no tiene ni definiciones ni criterios de medición universalmente aceptados, no existe consenso, ni puede existir, sobre lo que es. La información es específica a cada empresa, aunque puede haber generalizaciones, y lo más importante, los usuarios son múltiples, con criterios no solamente diferentes, sino que además pueden ser conflictivos.

 Esto no quiere decir que sea imposible lograr la convergencia en un estándar de reporte y la satisfacción simultánea de muchas necesidades diversas de los usuarios, sino que ilustra los grandes retos. Y lograr la convergencia con la información financiera, que es un objetivo a muy largo plazo, es en efecto muy difícil, aunque los esfuerzos en lograrlo serán muy valiosos para el avance de la contabilidad de sostenibilidad.

 A continuación, repasamos los principales esquemas y estándares en existencia. Los tres que cubren el espectro de la sostenibilidad tienen los usuarios y el objeto del reporte mostrado en la siguiente tabla. Los otros cuatro descritos más adelante se concentran en solo un aspecto de la sostenibilidad: el impacto sobre el cambio climático y su foco son todos los stakeholders.  Además, mencionamos los esquemas/estándares a niveles de países.  


Iniciativa

Foco/Usuarios

Definición de materialidad

GRI[19]

Todos los stakeholders

Son aspectos que: a) reflejan los impactos económicos, ambientales y sociales significativos (en su influencia, tanto positiva como negativa de lograr su visión y estrategia) y b) influencian las evaluaciones y decisiones de sus stakeholders.

IIRC

Inversionistas

Un informe integrado debe proporcionar información concisa que es material para la evaluación de la capacidad de la organización de crear valor (para los proveedores de recursos financieros) en el corto, mediano y largo plazo.

SASB

Reguladores e inversionistas

[Aspectos materiales que…] “individualmente o en el agregado son importantes para la representación justa de la posición financiera y operacional de la entidad … [información que es] necesaria para que un inversionista razonable puede tomar decisiones de inversión debidamente informadas.



        a.               Global Reporting Initiative, GRI

La Global Reporting Initiative (GRI) es una organización independiente que promueve la diseminación de información sobre sostenibilidad.  Fue la primera en establecer lineamientos para su reporte, en el año 2000. Comenzó produciendo guías de aplicación voluntaria que fueron aceptadas paulatinamente como el estándar de reporte.  En el año 2015 ante la competencia del Sustainability Accounting Standards Board, SASB (ver abajo), que produjo “estándares” desde sus comienzos, cambio el esquema de guías por una serie estándares, para darles más rigor y aceptabilidad. Para gestionarlos creó el Global Sustainability Standards Board, GSSB, en imitación al SASB, que a su vez imitaba al FASB (Financial Accounting Standards Board).

 Los estándares del GRI comienzan en el 2016 y están en proceso continuo de revisión. Constan de 37 estándares y un glosario (disponibles en español), presentados en cuatro volúmenes (575 páginas), uno con estándares universales (3 estándares) y tres volúmenes en temas económicos (7 estándares), ambientales (8) y sociales (19). Los estándares están enfocados a guiar la producción de informes de sostenibilidad. De esta manera, el informe da una visión incluyente de todos los temas materiales, sus impactos relacionados y como son gestionados.

 El objeto de la información que debe prepararse de acuerdo a los estándares son todos los stakeholders de la empresa y por ende es una información que pretende cubrir la totalidad de los aspectos que pueden ser de interés a alguno de ellos, como se resume en la tabla anterior.  Lo que suele ser lo más conocido por los usuarios de la información es el largo listado de casi 200 indicadores que deben ser reportados por las empresas que reportan según estos estándares.

 De acuerdo con el informe The KPMG Survey of Sustainability Reporting 2020, el 77% de las empresas en el grupo N100 (100 empresas más grandes en cada uno de 52 países, que publiquen un informe) y el 84% del grupo G250 (250 empresas más grandes del mundo) usan algunos esquemas/ estándares de reporte. Los estándares del GRI siguen siendo los más utilizados, alrededor de dos tercios en el grupo N100 y tres cuartos en el grupo G250.  Los del SASB son los que le siguen en uso. Pero para evaluar esto hay que tener en cuenta que el estudio citado analiza informes formales de sostenibilidad y no información sobre sostenibilidad en general.  Estos informes favorecen el uso de los estándares del GRI ya que son diseñados para elloLos del SASB son más adecuados para presentar información cuantitativa en presentaciones a inversionistas y reguladores, al margen de aquellos informes formales, aunque algunas empresas lo incluyen como parte de esos informes.

         b.               Sustainability Standards Accounting Board SASB

 El Sustainability Accounting Standards Board, SASB, fue creado para guiar el reporte de información de las empresas que cotizan en bolsas de valores de EE. UU. aunque se popularidad se ido extendiendo y es usado como referencia en otras grandes empresas (en el 2020 500 empresas reportaron indicadores SASB).  Como su nombre lo insinúa, pretende ser el estándar de contabilidad de sostenibilidad como lo es el Financial Accounting Standards Board de EE. UU, para la contabilidad financiera.  Los estándares consisten en 77 indicadores para 11 sectores industriales, con detalles de su definición y estimación, de un mapa de materialidad (que identifica los aspectos financieramente materiales en las diferentes industrias y sectores) y de guías generales para la aplicación de todos los estándares (disponible en español).  Han comenzado a producir guías para sectores específicos.

 Como se aprecia en la tabla anterior, el SASB tiene como objeto de información y foco a los inversionistas, de allí que los indicadores que se seleccionan para formar parte de los estándares deben ser financieramente materiales, es decir, que midan algo que se espera que tenga un impacto directo y tangible sobre la situación financiera de la empresa. Para lograr mayor relevancia deben ser indicadores específicos a cada industria.  Estos indicadores han sido validados con inversionistas y gestores de activos para determinar su relevancia, ese posible impacto financiero.

 Los estándares no prescriben lo que se debe reportar, solo ofrecen el mapa, el espectro de posibilidades.  Cada empresa debe decidir cuales estándares son los relevantes, que temas tienen materialidad financiera para ella y los indicadores que quiere reportar.

 De acuerdo con la directora del SASB quieren imitar al FASB y que sus indicadores cumplan con los mismos criterios que los del FASB: comparables, consistentes y confiables. Obviamente que estos criterios son laudables, pero es de preguntarse si en temas de sostenibilidad, que no tienen la objetividad ni la universalidad de la contabilidad financiera, ello es posible, si bien deseable.

 El logro de estos objetivos puede conspirar contra otros de mayor importancia para algunos expertos, como los de relevancia y objetividad.  Muchas veces para buscar comparabilidad se comprometen estos otros, como también lo hace la contabilidad financiera.  Por ejemplo, esta prefiere valorar instrumentos financieros a su costo de adquisición cuando no existe un mercado de valoración amplio, líquido y confiable. Aquel valor es objetivo pero irrelevante.

Si bien se han hecho grandes esfuerzos por reflejar el impacto financiero, los indicadores solo reflejan potencial ya que se abstraen del contexto en que opera la empresa, el poder y voluntad de actuar de los inversionistas, y por supuesto, de los demás stakeholders.  Para poder hacerlos comparables se han especificado a nivel de sector industrial, pero dentro de cada sector las empresas pueden tener estructuras de producción y estrategias de sostenibilidad muy diferentes y un mismo número en un indicador puede tener implicaciones diferentes. En general para evaluar la sostenibilidad se necesita más granularidad, tomando en cuenta el contexto en que opera la empresa. Y lo que puede ser material financieramente no es todo lo que debe interesar a la empresa y los demás stakeholders. Y puede auto confirmarse: lo que SASB dice que debe ser financieramente material, influencia lo que los inversionistas creen que debe ser financieramente material.

 Este objetivo de comparabilidad puede ser además contraproducente ya que se corre el riesgo de que los usuarios caigan en el facilismo y los tomen como acto de fe, sin análisis ulterior, sin considerar la especificidad necesaria, cayendo en generalizaciones.  La noción de la comparabilidad puede volver “vagos” a los analistas y estimular su uso en modelos cuantitativos de procesamiento de grandes cantidades de datos (GIGO, Garbage In, Garbage Out), a la manera de los calificadores e índices de sostenibilidad.

 Esta discusión no debe entenderse como una crítica a los estándares del SASB ya que cumple con su cometido, proporciona información potencialmente útil para los inversionistas, sino más bien como un análisis de sus características para poder entender su utilidad y sus limitaciones para dar una imagen integral de la sostenibilidad.  

         c.               International Integrated Reporting Council, IIRC

El International Integrated Reporting Council, IIRC, en una agrupación de reguladores, inversionistas, empresas, productores de estándares, empresas de contabilidad y auditoría, la academia y ONGs.  Fue creado en el 2011 y produjo su esquema de reporte, El Marco Internacional en el 2014, cuya revisión se presentó enenero del 2021.  Su objeto son los inversionistas y reguladores de los mercados financieros.

 Este esquema, que no es un estándar, fue creado con el objetivo de presentar una visión más integral que la presentada en los informes anuales tradicionales y los informes de sostenibilidad, que cubra todos los aspectos relevantes para las decisiones de los inversionistas, a través de un informe integrado.

 El objetivo no es el de mezclar ambos conjuntos de informaciones en un solo informe, como hacen muchas empresas, sino el de integrar la información (es hacer una torta, donde los ingredientes se han integrado indisolublemente, no una ensalada donde los ingredientes se distinguen). [20] Para ello estimula la presentación de una descripción general de la organización y su entorno externo, su gobierno corporativo, el modelo de negocio, los riesgos y oportunidades, la estrategia y asignación de recursos, el desempeño de la organización y sus perspectivas, todo esto integrando su sostenibilidad en cada una de las secciones, no como el informe anual que generalmente lo reporta desde el punto de vista del impacto financiero o el informe de sostenibilidad que lo hace desde el punto de su impacto en la sociedad y el medio ambiente.  Se debe considerar el impacto en la sostenibilidad del primero y el impacto financiero del segundo.  Su mayor contribución es el de proponer un esquema que reporte la contribución de la empresa a seis capitales que gestionan las empresas: financiero, manufacturero, intelectual (que incluye marca y reputación), humano, social y relacional (con los stakeholders externos) y el capital natural. [21]

 En este sentido es “teóricamente” muy preciso: para medir la responsabilidad de la empresa, para medir su contribución a la sociedad, para apreciar su sostenibilidad, se debe medir el cambio de valor en los seis capitales. Sin embargo, el esquema se queda corto [22] al no proponer metodologías sobre como medir esta contribución, aunque tiene el gran valor de fomentar una visión integral, de tratar de romper los silos “financiero” y “sostenibilidad”, promoviendo la consideración del impacto financiero que tienen las actividades de responsabilidad, que son parte integral de la empresa.

El estudio mencionado sobre informes de sostenibilidad de KPMG reporta que un 16% de las empresas en el grupo N100 (mayormente en África del Sur, Japón, Sri Lanka y Francia, en ese orden) mencionan el IIRC) y el 22% de empresas en el grupo G250 denominan sus reportes anuales como integrados (muchas empresas mezclan ambos informes y los denominan “integrados”, cuando en realidad son “juntados”).

 Como comentamos en la segunda parte, se ha anunciado la fusión del IIRC con el SASB, lo que podría combinar el esquema de visión integral, relativamente descriptivo, del IIRC, con el estándar cuantitativo del SASB.

         d.               Esquemas/estándares sobre cambio climático

Los esquemas/estándares sobre uno de los subcomponentes del ESG son mucho más manejables por su concentración, que los generales, como los tres mencionados arriba.  Dentro de la “E”, el subcomponente de cambio climático ha adquirido mucho interés en gran parte por su visibilidad, pero en buena parte porque es uno que se presta a la cuantificación y comparabilidad.  Lamentablemente ha tendido a opacar el resto de la “E” y toda la “S”, la más difícil de medir y reportar (que la pandemia ha puesto de relieve).  Solo comentaremos los cuatro de mayor difusión

                             1-     Carbon Disclosure Project, CDP

 El Carbon Disclosure Project, CDP, es una institución global que promueve la medición y reporte de los impactos ambientales, en particular las emisiones de gases de efecto invernadero, EGEI, con el objeto de contribuir a su reducción, proteger los recursos de agua y proteger los bosques, en empresas, ciudades, estados y regiones. Es una plataforma para la diseminación de información sobre impacto ambiental, por lo que es solo indirectamente un esquema de reporte, al requerir la diseminación de información predeterminada por la plataforma.  Produce además una calificación de empresas sobre sus impactos ambientales.  La plataforma y la diseminación de la calificación pretende estimular a las instituciones mencionadas a diseminar su información y eventualmente tomar acciones, espontáneamente o ser presionadas por los stakeholders para mejorar su calificación.

2-     Climate Disclosure Standards Board, CDSB

 

El Climate Disclosure Standards Board, CDSB, fue creado en el 2007 como un consorcio de empresas y ONG ambientales para promover la integración entre el capital natural y el capital financiero. Produce un esquema para el reporte de información ambiental en los informes de las empresas, que consiste en siete principios y doce temas de reporte (gobernanza, gestión medioambiental, riesgos y oportunidades, fuentes de impacto ambiental, etc.). Proporcionan herramientas y guías para implementación de las recomendaciones del Task Force on Climate-related Financial Disclosures que comentamos a continuación.  Este esquema y la plataforma del CDP deben verse como complementarios y no como alternativas a los reportes preparados de acuerdo con los estándares del GRI o el uso de los estándares del SASB.  

3-     Task Force on Climate-related Financial Disclosures, TCFD

 Reconociendo que el cambio climático presentaba riesgos de potencial gran magnitud para la estabilidad del sistema financiero, el Financial Stability Board, creado en el 2009, en respuesta a la crisis financiera que comenzó en el 2008, por el grupo de países del G20, para la identificación y prevención de riesgos sistémicos, “estableció el TCFD para desarrollar recomendaciones para la diseminación más efectiva de los riesgos del cambio climático que promovieran mejores decisiones sobre inversiones, créditos y la provisión de seguros y que a su vez permitieran a los stakeholders entender mejor las concentraciones de activos en las instituciones financieras y la exposición del sistema financiero a esos riesgos”. 

 Si bien su objeto son las instituciones financieras, las recomendaciones son aplicables a todo tipo de organizaciones.  En todo caso, el foco de la información está en el potencial impacto financiero del cambio climático.  En el 2017 el TCFD produjo el informe Recommendations of the Task Force on Climate-related Financial Disclosures, donde se detallan los principios que debe cumplir la información y los cuatro temas que deben cubrir: modalidad de Gobernanza, Estrategia para la gestión de los riesgos, su Gestión e Indicadores y Metas (aunque no propone indicadores, solamente sus características). Estas recomendaciones no proponen un esquema de reporte y pretenden ser un suplemento a los esquemas/estándares existentes, una manera de estandarizar y hacer más comparable y relevante la información sobre los impactos del cambio climático en las organizaciones.  A principios del 2021 se vence una consulta donde recaban las opiniones del público usuario sobre una propuesta de indicadores financieros: Forward-Looking Financial Sector Metrics Consultation. 

4-     Partnership for Carbon Accounting Financials, PCAF

 El Partnership for Carbon Accounting Financials, PCAF, es una asociación de instituciones financieras que desarrolla e implementa un esquema armonizado para evaluar y diseminar información sobre las EGEI asociadas con sus préstamos e inversiones. Desarrolla un esquema abierto de estándares de contabilidad de las emisiones para las instituciones financiera,  Global GHG Accounting and Reporting for the Financial Industry Standard, que proporciona información detallada para calcular las emisiones resultantes de sus financiamientos e inversiones, que son “consistentes, comparables, confiables y claras” (según su sitio). El estándar también proporciona recomendaciones y requerimientos para el reporte, incluyendo un mínimo de información que debe ser superado para cumplir con esos estándares.

         e.               Esquemas de reporte de bolsas de valores

 A comienzos del 2021, 56 bolsas ofrecen guías para el reporte de información sobre sostenibilidad para las empresas cotizadas y de estas, 24 tienen requerimientos de reporte obligatorio para mantener la cotización. Es de destacar que solo tres de las 24 bolsas son bolsas de gran volumen, Hong Kong, Paris y Londres, es resto son bolsas menores.  Es de suponer que las grandes bolsas confíen en el reporte normal de sus empresas. Estos reportes son adicionales a los que las empresas ya preparan de acuerdo con los esquemas/estándares mencionados arriba.

         f.                 Esquemas de reporte en países y regiones

 La base de datos del Reporting Exchange mencionada arriba incluye casi 2,100 esquemas y recursos para el reporte, en los cuales hay cerca de 500 requerimientos relacionados con la información no financiera, obligatorios o voluntarios, en los 70 países estudiados (por ejemplo 21 en España, 26 en Argentina, 20 en Colombia y 20 en México). Algunos son generales, pero muchos se refieren a temas muy específicos (agua, energía, laboral, etc.).

 De todos estos reportes solamente destacaremos, como ejemplo de uno relativamente integral, la Directiva de la Unión Europea sobre el reporte de información no financiera (EU NFRD) que cubre los requerimientos de presentación de información aplicable a los países miembros y para las empresas de relativamente mayor tamaño (será actualizada en el 2021).  No es un estándar de reporte, es un requerimiento de reporte que tiene su propio esquema y guías para la presentación de la información, aunque pueden presentar la información requerida en base a otros esquemas internacionales o nacionales, que se adapten a sus características y contexto (en junio del 2019 emitió un suplemento para información sobre el cambio climático). La Unión europea ha hecho una propuesta más expansiva que analizaremos en la segunda parte de este artículo.

         g.     Esquemas/estándares en sectores industriales

 Comentar los esquemas/estándares desarrollados a nivel de sectores industriales por múltiples organizaciones gremiales, esta fuera del alcance de este artículo.  Baste mencionar uno como ilustración en función del gran impacto económico, ambiental y social de la industria.  La International Petroleum Industry Environmental Conservation Association, IPIECA, produce un informe Sustainability reporting guidance for the oil and gas industry  (4ª, edición, marzo 2020), con detalles sobre los aspectos que se consideran materiales en esa industria y lineamientos e indicadores para reportarlos.  Muchos otros sectores industriales producen informes similares.

 VI.           Ilustración de la situación actual de la contabilidad de sostenibilidad

 Para resumir la situación actual de la contabilidad de sostenibilidad usaremos una analogía gráfica.

 Una serie de indicadores, como por ejemplo propugna el SASB, es semejante a un diagrama de puntos y una serie de puntos en un espacio no hacen la representación completa de la sostenibilidad.  Si se conectan los puntos se verá el esbozo de una imagen, que es mucho más descriptiva que una tabulación de números, pero que está lejos de ofrecer una representación del objeto.  Todavía faltaría ajustar las líneas rectas a sus curvaturas, sombras, colores, etc. para hacerse una idea de la imagen. 

 


  

Como ejemplo del contraste entre puntos y figura, consideremos el caso de los indicadores sociales, reconocidamente los más difíciles de conceptualizar y generalizar.  Consideremos algunos indicadores comunes, como las medidas de la diversidad en el Consejo (digamos 33% mujeres), del diferencial de remuneración por género y raza (solo el 10%), de los beneficios sociales (de los mejores), entre otros, que serán comparados entre empresas por los analistas y serán introducidos en modelos matemáticos de la sostenibilidad de las empresas.  Pero ¿cómo reflejar la cultura tóxica en la empresa en la que se pueden dar indicadores como estos?  A pesar de los números no se podrá decir que la empresa es socialmente responsable.  No todo pueden ser números comparables, el contexto importa.

 Por ejemplo, los indicadores miden el número de horas de entramiento en el código de ética, pero no miden la efectividad del entrenamiento, por ejemplo miden el número de casos considerados de violación de ese código, pero no miden la severidad de la violación, miden los recursos donados a la comunidad, pero no miden la efectividad, consistencia y sostenibilidad de esa contribución, miden los esquemas de beneficios sociales, pero no miden el impacto sobre la productividad de la empresa, no miden la lealtad y el compromiso de los empleados. Y ninguno de estos indicadores mide la responsabilidad del producto o servicio. [23]

 Es importante destacar que son solo una parte de la información necesaria para evaluar la sostenibilidad de la empresa.  Igualmente, o más importantes son el contexto, la estrategia, el proceso, la cultura, los valores, la asunción de responsabilidades, las personas y la trayectoria de la empresa.

 La contabilidad de sostenibilidad, en su situación actual basada en descripciones e indicadores numéricos (puntos en el espacio), está en una primera etapa: da una idea, pero está todavía lejos de presentar la imagen de la sostenibilidad de la empresa.  Es lo que presenta el GRI, SASB y en menor medida el IIRC.  Por ahora corresponde a cada usuario de la información conectar los puntos, con líneas no necesariamente rectas, sombrear y colorear antes de ver la imagen completa.  Y es aquí donde cada stakeholder, que basado en la limitada información, puede ver una imagen distinta, se hace su propia idea.  Los esfuerzos por llegar a una contabilidad de la sostenibilidad sería el equivalente a desarrollar una técnica de transformación de puntos en imagen.  ¿Es factible?  ¿Es deseable?  Y aún más, la sostenibilidad se diferencia de esta analogía en que no es un concepto definido, universal, no es una imagen fija. La sostenibilidad es más que sus partes.[24]

 VII.         Y en la segunda parte……

 Pero aun con la proliferación de esquemas/estándares de reporte, se han presentado todavía más propuestas, en buena parte por la insatisfacción sobre los existentes, debido a expectativas irreales, se les pide más de lo que pueden dar en su concepción actual, pero además en buena parte por la creencia de los proponentes de la superioridad de su propuesta y, no se debe descartar, por el interés que tienen en figurar, en adquirir notoriedad.  Quieren que el suyo sea EL estándar. Analizaremos las propuestas más destacadas y recientes en la segunda parte de este artículo. 

 Es de esperar que el lector haya podido apreciar la gran dispersión de esquemas/estándares y requerimientos de reporte y las dificultades de racionalizarlos.  Es prácticamente imposible hacer un inventario. Este análisis debe permitirnos responder a las preguntas de la segunda parte: ¿Es factible y/o deseable la convergencia en la información sobre sostenibilidad? Y si es factible o deseable, ¿Cuántos estándares/esquemas se necesitan? ¿Se puede desarrollar uno solo?

 


[1] En el 2015 los promotores de información sobre sostenibilidad lograron  incorporar la producción de informes como la meta 12.6 en los ODS.

 [2] Ver el informe The KPMG Survey of Sustainability Reporting 2020.

 [3] Aunque es de destacar que los criterios usados son poco exigentes.  Vee el artículo Todo lo que necesitas saber sobre la Inversión Socialmente Responsable en cinco respuestas donde comentamos estos criterios.  

[4] Para una panorámica de la evolución de la información sobre sostenibilidad ver Mis 27 artículos sobre información y reportes no financieros.

 [6] Por ejemplo, el grupo Kering, de marcas de lujo (Bottega Veneta, Gucci, Balenciaga y otras 10 marcas), prepara un Estado de ganancias y pérdidas ambientales,

 [8] La IASC se convirtió en la International Accounting Standards Board, IASB en 2001 y está bajo la gestión de la Fundación del IFRS, International Financial Reporting Standards.

[9] Este es el tema central de mi libro Evaluación Financiera de Empresas.

 [15] En su artículo The Enlightenment According to the Big Four. Not. donde analiza la propuesta del esquema de reporte del World Economic Forum, que comentamos en la segunda parte.

 [16] Ver como ejemplo la discusión sobre los índices de sostenibilidad en ¿Para qué sirven los índices de sostenibilidad? Y Calificaciones (ratings) de sostenibilidad: Hacia una mayor transparencia

 [17] Según la investigación Aggregate Confusion: The Divergence of ESG Ratings (Florian Berg, Julian F Kölbel y Roberto Rigobon, agosto 2019).

 [18] Ver el análisis comparativo de dos rankings de sostenibilidad en Rankings de RSE/Sostenibilidad: Cualquier coincidencia es pura coincidencia.

 [19] Es de notar que el GRI ha propuesto cambiar su definición de materialidad, aunque el cambio no es todavía (a comienzos del 2021) oficial: Son los tópicos que reflejan los impactos más significativos sobre la economía, el medio ambiente y las personas, incluyendo impacto sobre los derechos humanos. Esta es una definición de materialidad de una sola vía, de la empresa a los stakeholders. La definición vigente considera también el impacto de las decisiones de los stakeholders sobre la empresa, doble vía. Ver mi artículo The New GRI Definition of Materiality: Forwards or Backwards?

 [21] El informe Closing the gap: The role of integrated reporting in communicating a company’s value creation to investors, preparado por el IIRC y Kirchhoff Consult AG demuestra que los inversionistas se basan en información no financiera para entender la creación de valor, pero que todavía queda mucho camino por recorrer para mostrar mejor la conexión ente la información financiera y la no financiera.

 [23] Como ejemplo, ver el análisis de la sostenibilidad de una de las mayores productoras de armamentos en ESG Case Study – Northrop Grumman.






 

 

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