Querido lector: Este articulo es largo, muy largo. Pero creo que tu esfuerzo valdrá la pena.
I.
Introducción
El interés por la
información sobre la sostenibilidad de las empresas ha tenido un crecimiento
explosivo en la reciente década, impulsada por el interés de algunos stakeholders,
como la sociedad civil, los reguladores y en particular el interés de los
aportadores de recursos financieros, las instituciones financieras y la industria
de la inversión socialmente responsable (SRI, Socially Responsible
Investment). Esta demanda ha sido respaldada
por la creación de esquemas/estándares de preparación y diseminación de la
información. Estos esquemas/estándares nacieron con la creación del Global
Reporting Initiative, GRI, en el año 1997 y la producción de sus
lineamientos para la difusión de esa información a principios de siglo. Los otros dos esquemas con amplio uso, la Sustainablity
Accounting Standards Board, SASB, con sus estándares de reporte, y el International
Integrated Reporting Council, IIRC, con su esquema de reporte, surgieron
alrededor del 2010. Y a comienzos del
2021 hay por lo menos una media docena de esquemas/estándares adicionales en
preparación.
Consecuentemente,
la producción de informes de sostenibilidad ha tenido un gran crecimiento.[1] En el 2010 GRI tenía 2600 organizaciones con
informes en su base de datos y para el 2020 tenía casi 15400. Si bien esto
incluye empresas de todos tamaños, es mucho más generalizado en las de mayor
tamaño, que tienen los recursos y enfrentan la demanda de la información. Entre las 100 empresas más grandes de 52
países analizados, se ha pasado de un 20% que producían informes de
sostenibilidad en el año 2000 a un 80% para el año 2019 [2] y para
las 500 empresas del índice bursátil S&P 500 de la bolsa de valores de
Nueva York se ha pasado del 53% en 2012 al 90% en el 2019.
Y la ISR
también ha tenido un gran crecimiento reciente. En EE.
UU. los fondos que se dicen administrados considerando la sostenibilidad de las
empresas han pasado de unos US$3 billones en el año 2010 a unos US$18 billones
en el 2020 y a unos US$40 billones a nivel mundial, de los cuales Europa
tiene US$ 19 billones [3]. Y como se verá más adelante, las
instituciones financieras han comenzado a incorporar información sobre
sostenibilidad en sus decisiones de créditos e inversiones.
Este crecimiento
en todos estos frentes ha producido grandes avances en la producción de la información,
pero no ha sido muy armónico y coordinado y ha creado la necesidad de racionalizarla. De allí que sea oportuno considerar los
diferentes esquemas/estándares existentes y propuestos para ver en que medida
satisfacen las necesidades de los usuarios y en que medida pueden armonizarse
para mejorar su efectividad.
Esto es objeto de
este artículo, donde analizaremos la explosión en estándares/esquemas de
información sobre sostenibilidad, lo que pueden ser contraproducentes para
el avance en el uso de la información para tomar decisiones por parte de los stakeholders
y de las mismas empresas. En esta
primera parte, de dos artículos, ¿Cuántos hay?, analizaremos los
estándares/esquemas de sostenibilidad ya desarrollados y en la segunda parte, ¿Cuántos
debe haber?, analizaremos algunos más que están en proceso y ante
esta proliferación trataremos de responder a las preguntas: ¿Es factible y/o deseable la convergencia en la
información sobre sostenibilidad? y, si no es factible o
deseable, ¿Cuántos estándares/esquemas se necesitan? ¿Se puede
desarrollar uno solo?
Y esta época de grandes avances y gran turbulencia
en la información sobre sostenibilidad, también cabe preguntarse que
convergencia se busca: ¿En un conjunto de indicadores? ¿Contenido de las
diseminaciones de información? ¿Modelos de reportes, con información
cualitativa y cuantitativa, de sostenibilidad? ¿O es sobre todo esto?
Como fundamento
necesario para poder responder a estas preguntas, en este primer artículo incluimos
una discusión sobre el entorno en que se desenvuelve la información
sobre sostenibilidad, que objetivos pretende su diseminación, las necesidades
de los diferentes usuarios, los intereses creados de los
comercializan con la información y las características de los principales
esquemas/estándares en uso. Ello
debería permitir apreciar mejor la posibilidad de que exista una convergencia
entre los diferentes esquemas/estándares.
Estos dos
artículos son relativamente extensos porque pretenden no solo describir los
estándares/esquemas existentes y los propuestos sino además ser didácticos,
analizando su razón de ser y su utilidad. Pretenden cubrir “mucho de lo
deberías saber sobre la divulgación de información sobre sostenibilidad”. [4] Si al lector le parecen estos artículos como
interminables, es que cada día de producen novedades y es prácticamente
imposible mantenerse actualizado.
II.
Contabilidad financiera y contabilidad de la sostenibilidad
Usaremos el
término contabilidad de la sostenibilidad para reflejar la tendencia reciente en
la preparación de la información sobre sostenibilidad, que se está moviendo
desde la original de descripción cualitativa de “información no financiera”,
acompañada de indicadores claves, hacia la presentación de información en
términos cuantitativos del impacto financiero de las actividades asociadas con
la sostenibilidad. Como ejemplo de
esta tendencia podemos considerar el caso de las emisiones de gases de efecto
invernadero, EGEI. Se comienza, por ejemplo, en los estándares del GRI, del
SASB y de TFCD en reportar el número de toneladas, por unidad de producción, de
CO2 emitidas directa e indirectamente y la tendencia, o el deseo, es reportar
el costo para la sociedad de esas emisiones. Uno es el hecho el otro es su
consecuencia financiera, el impacto sobre la sociedad. No es que se haya avanzado mucho como
veremos, pero esa es la tendencia deseada por muchos de los usuarios de la información:
el costo, el impacto.
La tendencia
es hacia una imitación de la contabilidad financiera, con el objetivo muy lejano de eliminar, en la
medida de lo posible, la dicotomía información financiera/no financiera. Toda información es o será financiera, [5]
una es tradicionalmente contabilizada, la otra es mucho más difícil y su
contabilización está en sus comienzos.
La conversión de “no financiera” a “financiera” depende de las
reacciones de los mercados que usan esa información, para que tengan un impacto
financiero sobre la empresa. Si es
ignorada por los mercados de la información, se quedan como información “no
financiera”. Es de destacar que algunas
empresas ya contabilizan el costo para la sociedad de la contaminación, de las emisiones,
del uso del agua escasa y de los impactos en la biodiversidad, entre otros
aspectos. [6]
Esto ha despertado
el interés de la contaduría tradicional, que está empezando a involucrarse en la
contabilización de esos costos y beneficios tradicionalmente no contabilizados
ya que su naturaleza no permite la aplicación de los principios tradicionales
de contabilidad. Pero ese interés puede
ampliar estos principios y su aplicación y tiene ventajas, ya que pueden
aportar su vasta experiencia en la gestión de la información, pero algunas
desventajas en que esta profesión tiene una formación conservadora, que no
es conducente a contabilizar cosas en principio no medibles o medibles con
incertidumbre, con escaso consenso metodológico. [7]
El origen del reporte
de la información sobre sostenibilidad ya reflejaba lo que debería ser esta
tendencia, se originó con la propuesta de una “triple cuenta de resultados”,
o sea un balance contable a tres niveles, personas, planeta y beneficios, con
un supuesto implícito de que los dos primeros niveles se pudieran cuantificar
al nivel del tercero. Se desarrollaron términos
como balance social y ambiental, no refiriéndose a lograr un balance, sino a
imitar el “balance general” de la contabilidad financiera. Sin embargo,
estos esfuerzos se han mantenido mayormente a nivel conceptual ante las grandes
dificultades de su operacionalización.
Pero la tendencia es esa.
¿Es posible
esa convergencia? La contabilidad financiera
tomó varios siglos para llegar a su estado actual, desde su invención en el siglo XIV en Venecia, luego
codificada por el fraile Luca Pacioli en 1494, cuando publicó su tratado sobre
la contabilidad por partida doble, acelerándose a partir de la Gran Depresión, hasta
su relativa estandarización con la creación del Financial Accounting
Standards Board, FASB en EE. UU. y la International Accounting Standard
Committee, IASC, a nivel internacional (ex EE.UU) ambos en 1973 y el
desarrollo de “Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados”. [8] La contabilidad
de la sostenibilidad está en sus comienzos, está todavía muy lejos de lograr
una estandarización “generalmente aceptada” y mucho menos de lograr una
cuantificación monetaria.
Si bien la
contabilidad financiera y la contabilidad de sostenibilidad tiene en común que
pretenden proporcionar información que permita evaluar las perspectivas de la
empresa y tomar decisiones sobre el futuro, la contabilidad financiera recoge
información del pasado, es una contabilidad histórica, en tanto que la contabilidad
de sostenibilidad, si bien recoge información del pasado, el criterio de
selección y reporte es por su impacto en el futuro. Por definición “sostenibilidad” es un concepto
del futuro, “sostenible, que se puede mantener durante largo tiempo.” La contabilidad de sostenibilidad mira
hacia adelante, la contabilidad financiera mira hacia atrás.
Aunque ese ideal sea
un objetivo laudable puede ser contraproducente y ya ha creado confusión. No se puede llegar al nivel de la
contabilidad financiera, cuyo objetivo es muy reducido: facilitar la
evaluación de la situación financiera de la empresa y, bajo una serie de
supuestos de extrapolación, evaluar sus perspectivas futuras. Para ello se han desarrollado decenas de
indicadores claves de uso generalizado y sobre cuya definición hay mucho
consenso, y que basándose en que la preparación de la información sigue los
Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados, de aplicación relativamente
universal, son comparables entre empresas (aunque debe hacerse con cautela
ante las flexibilidades que permiten esos PCGA [9] ). No se pueden lograr cuantificar monetariamente
la sostenibilidad a este nivel de especificidad y consenso ni es deseable. Como veremos más adelante, sostenibilidad es
un concepto con múltiples acepciones, es un concepto difuso.
En contabilidad
financiera la monetización que se desarrolla es comparables entre empresas, al
punto de que, por ejemplo, se usan para la regulación de sus actividades. La relación de deuda/capital o la de
capital a activos de riesgo se usan para regular las actividades de las
instituciones financieras. Tiene una
interpretación semejante en diferentes empresas, aunque con algunas
especificidades. Pero la de sostenibilidad
es menos comparable. Consideremos por ejemplo uno muy usado, el consumo neto
de agua de las empresas cementeras. No son comprables entre empresas ya que estarán
localizadas en diferentes geografías, con diferentes disponibilidades del
recurso. El agua tiene un valor económico diferente en cada uso. Por
otra parte, un indicador de liquidez o de solvencia financiera en estas empresas
si son comparables.
III.
¿Qué es sostenibilidad? ¿Qué es ASG (ESG)?
Si se quiere preparar
y utilizar información sobre un tema es crítico saber en que consiste el objeto
de análisis y en este caso todavía más ya que como mencionamos es un concepto
difuso, pero muy específico al contexto de la empresa. En esta
sección analizaremos la dificultad que el concepto mismo de sostenibilidad
presenta para cualquier intento de reporte, las diferentes necesidades de los usuarios
de la información, incluyendo las mismas empresas, los diferentes y
conflictivos criterios que se espera que la información cumpla y los intereses
de los integrantes del “mercado de la información” sobre sostenibilidad, que no
necesariamente coindicen con los de los usuarios de la información. Todo esto establece el marco de referencia
para analizar la factibilidad del objetivo dorado de uniformar los
estándares/esquemas y desarrollar estándares equivalentes a los de la
información financiera.
¿Qué es
sostenibilidad? No parece ser el momento para hacerse esta pregunta después de
tantos años de su popularización. Pero
es necesaria considerarla para entender la proliferación de estándares de
reporte, el uso que le dan los diferentes stakeholders y si es posible y
necesario llegar a un consenso. Pero ese es el problema, que la experiencia
no ha conducido a consenso y posiblemente esa búsqueda de consenso sea contraproducente.
Gran parte de la proliferación de modalidades de diseminación de información
sobre sostenibilidad se debe a la misma concepción difusa de lo que es
sostenibilidad. En términos muy generales hay acuerdo de que se trata de establecer
los impactos que las actividades de las empresas tienen sobre el entorno en que
operan: medio ambiente y la sociedad. La definición de la Unión Europea es
posiblemente la más inclusiva: “Responsabilidad de las empresas por sus
impactos en la sociedad”, pero su implementación a nivel de cada empresa es
específica, es diferente. [10]
Aun cuando
haya consenso sobre su definición en términos generales, su implementación es
muy específica a cada empresa, de allí que los esfuerzos por diseñar esquemas
de reporte deben tomar esto en consideración. Cada empresa tiene impactos muy específicos,
cambiantes, que dependen del contexto y del tiempo. Adicionalmente la implementación del concepto
se expande para incluir no solo los impactos que tiene sino además los que
quiere tener. Es la conjunción de la
estrategia y su ejecución. De allí que la concepción de la sostenibilidad para
cada empresa no pueda ser medida o determinada solamente basada en esos
impactos que ha tenido. Es mucho más que impactos, son valores, son
procesos, son cultura, es toda la estructura organizacional de la empresa. [11]
El siguiente
gráfico ilustra el contraste entre la contabilidad financiera y la de
sostenibilidad y muestra lo difuso de este concepto. Una misma empresa es calificada de forma muy
diferente por diferentes calificadores usando la contabilidad de
sostenibilidad, pero mucho más consistente en su calificación crediticia usando
la contabilidad financiera. [12]
¿Es responsabilidad
empresarial, sostenibilidad y ESG lo mismo?
Buena parte de la
aceleración del interés en temas de responsabilidad empresarial (y su
resultado, la sostenibilidad) se debe a la demanda de información por
parte de inversionistas socialmente responsables, en buena parte impulsada por
la oferta por parte de las empresas de calificación, clasificación y
producción de índices de sostenibilidad. Esta demanda y oferta se ha materializado
a través de indicadores numéricos en los tres grandes componentes en los que se
suele tipificar las acciones de responsabilidad empresarial: medio ambiente,
social y gobernanza, ASG (más conocido por sus siglas en inglés, ESG).
En algunos casos los
tres términos, responsabilidad empresarial, sostenibilidad y ESG se tienden a usar
indistintamente, pero no son lo mismo. Aunque no de forma exclusiva, responsabilidad
empresarial se tiende a usar en relación con las acciones y estrategias
empresariales, sostenibilidad en relación con información y reporte de
esa responsabilidad y ASG en relación con la inversión en los mercados
de valores.
Pero
responsabilidad empresarial son las acciones y estrategias que la empresa lleva
a cabo, sostenibilidad es el resultado de su implementación y ESG son criterios
para analizar y evaluar los resultados de las acciones.
Y no,
sostenibilidad no se refiere solamente a aspectos ambientales.
Concepto
|
Que
es
|
Contexto
|
Responsabilidad
empresarial
|
Acciones y
estrategias de la empresa para asumir su responsabilidad ante la sociedad
|
Actividades de la empresa
|
Sostenibilidad
|
Resultados de la implementación de las
acciones y estrategias de responsabilidad
|
Información sobre la RSE
|
ASG (ESG)
|
Tipificación
y criterios para evaluar los resultados de la implementación
|
Inversiones responsables
|
Usando una
analogía muy vigente, podríamos decir que RSE es la vacuna, sostenibilidad es
lo que produce la vacuna, la inmunidad, y ESG son las diferentes pruebas para
evaluar la inmunidad.
Aun cuando aquí
hacemos una clara distinción entre los tres términos, en la práctica se usan,
lamentablemente, de forma indiscriminada. Se leen y escuchan cosas como: “¿Cuál
es su programa de ESG?” “La ESG no rinde en bolsa”, “¿Que hace su empresa en
sostenibilidad?”.
IV.
Condicionantes de la contabilidad de la sostenibilidad
Para poder
entender la razón de ser de tantos esquemas/estándares que se han propuesto y que
se propondrán y la posibilidad de armonizarlos es necesario entender el
contexto en el cual se desarrollan y los usos que se les pretende dar.
a.
Usuarios de la información y sus necesidades
La información
sobre sostenibilidad de las empresas es de interés de múltiples usuarios, los que son impactados, los que pueden
ser impactados y los que con sus decisiones impactan sus actividades, lo que colectivamente
se ha denominado sus stakeholders.
Los más impactados y que mayor impacto pueden tener, léase interesados
en la información, son los mismos dirigentes, los empleados, los reguladores,
los aportantes de recursos financieros, los suplidores, los clientes, las
organizaciones de la sociedad civil, OSC, la comunidad y los medios de
comunicación entre otros. La discusión
que sigue solo pretende ilustrar la gran variedad de usuarios de la información
sobre sostenibilidad y sus necesidades. Es imposible ser exhaustivos por
lo solo comentamos algunos casos.
Por ejemplo, los
dirigentes quieren todo tipo de información para poder gestionar la empresa
tanto al interno, sus empleados, como al externo, reguladores, suplidores,
clientes, inversionistas, etc. Los empleados y sindicatos pueden estar
interesados mayormente en las condiciones laborales y en la responsabilidad
global de la empresa en la medida que afecta su viabilidad y reputación. Los inversionistas y acreedores
estarán interesados en las actividades de sostenibilidad que pueden tener algún
impacto en la situación financiera de la empresa por las reacciones presentes y
potenciales de los clientes, las OSC, los reguladores, etc. Los reguladores
están interesados en información sobre el cumplimiento de las leyes y
regulaciones actuales y la necesidad de actuar para prevenir comportamientos
que afecten a los ciudadanos. Los clientes estarán interesados en
información sobre la responsabilidad del producto y su producción para guiar
sus decisiones de adquisición de sus productos y servicios. Algunos suplidores
estarán interesados en información sobre la utilización responsable de sus
productos y servicios y el impacto que ello pueda tener sobre su reputación. La
comunidad estará interesada en información sobre las actividades de la
empresa que la afectan y la posibilidad de mitigarlas o ampliarlas, según sea
el caso.
b.
Las empresas y sus necesidades: Materialidad
El caso de los
dirigentes, o sea la empresa misma, requiere de consideración separada ya que
deben estar interesados en todo tipo de información para poder
gestionarla. Ello se requiere para poder
determinar y gestionar el impacto que sus actividades tienen y quieren tener
en los stakeholders y el impacto que estos tienen sobre la empresa, lo
que se conoce como la determinación de los aspectos materiales. Todas las
empresas, en mayor o menor medida, se enfrentan a limitaciones de recursos
financieros y gerenciales y no pueden pretender “hacer de todo”, de gestionar
la totalidad de los impactos presentes y futuros y los que quiera incorporar. Se requiere una racionalización y determinar
lo que es efectivo gestionar, en su momento actual y en función del contexto en
que opera. La información de sostenibilidad debe permitir determinar estos
aspectos materiales, los que a su vez son determinados por las actividades
de las empresas. [13]
A los efectos de
comprender mejor la discusión sobre los diversos esquemas/estándares de
información y su posible armonización es de destacar que estos aspectos
materiales son específicos para cada empresa y su contexto, son dinámicos y
cambian con el tiempo. Es posible
que haya algunos que se mantengan constantes para la empresa y que sean comunes
con los de otras empresas, claro está que mientras más semejantes sean ellas y
su contexto.
c.
Criterios
En términos
generales, la información de cualquier tipo que se reporta debería cumplir,
idealmente, con los siguientes criterios, que no comentaremos por ser
relativamente obvios, para ser efectiva:
- Relevante: clara relación entre el indicador y lo que se
quiere medir
- Confiable: medible consistentemente a través del
tiempo, de la misma manera por diferentes recopiladores;
- Preciso: claramente definido en términos
operacionales;
- Medible: cuantificable con las herramientas y
métodos disponibles, a costos razonables;
- Oportuno: proporcionar información a intervalos
de tiempo relevantes y necesarios;
- Creíble: tener aceptación generalizada entre los
expertos y usuarios;
- Válido: ser de probada efectividad para sus
propósitos;
- Diferenciador: No es redundante y mide lo que otros
indicadores no miden.
Adicionalmente,
cuando los indicadores se presentan como parte de un conjunto, el conjunto debe
a su vez cumplir con otro criterio y es el de ser coherente y balanceado.
En el caso
específico de la contabilidad financiera, los estándares piden que la
información debe cumplir con los siguientes criterios: [14]
- Definiciones: El item en cuestión cumple con la definición
de los elementos de los estados financieros;
- Medible: Debe poder ser medido con suficiente
confiabilidad;
- Relevancia: La información proporcionada es capaz de hacer una
diferencia en las decisiones del usuario;
- Confiabilidad: La información es fidedigna, verificable y
neutral.
Sería deseable
que la información sobre sostenibilidad cumpliera con muchos de estos criterios, sin embargo, ello puede no ser factible
y habrá que hacer compromisos. Para los
efectos de este análisis solo comentaremos dos, relevancia y comparabilidad. El criterio de relevancia da lugar de
inmediato a la pregunta ¿relevantes para qué/quién? Como vimos arriba cada grupo de usuarios
tiene diferentes necesidades, por lo que para que la información sea relevante,
deberá ser específica para cada grupo, lo que dificulta la
generalización y la armonización de esquemas/estándares que suelen tener a
grupos específicos como objeto.
Un criterio muy
enfatizado en algunos esquemas/estándares es la comparabilidad de los indicadores
entre empresas, sobre todo en aquellos dirigidos a los aportantes de recursos
financieros y que quieren imitar la contabilidad financiera. Este es probablemente el punto más álgido. Es
un criterio claro de esa contabilidad, pero en la contabilidad de sostenibilidad
puede ser contraproducente ya que como hemos mencionado la sostenibilidad es un
concepto difuso y es específico para cada empresa. Y esa comparabilidad puede entrar en
conflicto con la relevancia. Relevancia
debe responder a una necesidad específica y la comparabilidad pretende permitir
una generalización (ampliamos esta discusión más adelante).
d.
Indicadores
Los esquemas/estándares
de reporte de información sobre sostenibilidad actualmente suelen incluir
información descriptiva e indicadores cuantitativos sobre los impactos de
las actividades. Con el énfasis en la
comparabilidad y cuantificación se han desarrollado un sinnúmero de indicadores
cuantitativos, lo que tiende a crear mayor confusión.
Cada institución
que se dedica a la recopilación, diseminación y utilización de la información
sobre sostenibilidad y algunos estándares de reporte desarrollan sus propios
indicadores. En parte porque consideran que los
existentes no son los más adecuados, en parte por la necesidad de diferenciarse
para vender sus servicios y ampliar su cuota de mercado y en parte porque
pretenden servir un nicho de mercado, un grupo de usuarios de la información
que requiere especificidad, más allá de indicadores genéricos y generales.
No hay un
inventario completo de los indicadores desarrollados pero basado en diferentes
fuentes se puede decir que hay miles de ellos en el mercado de la
información. El sitio Reporting Exchange del World Business Council for
Sustainable Development, lista más de 1400 indicadores, más de 2000
esquemas de reporte y más de 650 instituciones de calificación, clasificación e
índices de sostenibilidad. Algunos de los principales compiladores de información
como Bloomberg producen datos sobre más de 700 indicadores. Sustainalitycs
una de las mayores empresas en análisis de información y calificaciones sobre
sostenibilidad produce más de 300 indicadores con más de 1300 piezas de
información sobre 20 aspectos materiales.
Esta brevísima descripción
no puede ser exhaustiva por la misma proliferación existente. El objetivo es solo para darle una idea al
lector del mercado de la información y la problemática de la armonización.
e.
La industria de la información y sus impulsores
Como comentábamos
en la introducción la industria de la información sobre sostenibilidad ha
tenido un crecimiento exponencial en los años recientes. Podríamos decir que está conformada por recopiladores
de información, productores de estándares (para un inventario, ver más adelante
y la segunda parte de este artículo), empresas calificadoras, productores de
índices de sostenibilidad, consultoras en producción de informes, consultoras
en agregación de información, consultoras en el uso de la información y medios
de difusión, entre otras instituciones. Cada una de ellas tiene un
interés creado en la proliferación de información y muchas de ellas no se
beneficiarían de una armonización de indicadores o estándares. Tienen interés en mantener el status
quo y aumentar su cuota de mercado. Recordemos que un gran número de
ellas son instituciones con fines de lucro.
Uno de los más
respetados expertos en información sobre sostenibilidad, Elaine Cohen dice: “…si
yo fuera un contador diseñaría un esquema para medir la sostenibilidad lo
suficientemente diferente como para que fuera noticia ……para luego ganar
toneladas de dinero asesorando a clientes …. para que adopten mi
esquema y verificar su aplicación”. [15] Cínico
pero muy certero. Uno de los obstáculos
para la convergencia.
f.
Calificadores, índices
Uno de los principales
proveedores de índices, el MSCI ha desarrollado más de 1500 índices ESG. Si hay 1500 índices uno debe preguntarse ¿qué
es ESG? Cada uno de esos índices sirve un nicho de mercado, algunos son generales,
otros son muy específicos sobre algún aspecto en particular. Y hay ya
más de 650 instituciones de calificación.
Cada uno de estos
calificadores y proveedores de índices tienen su modelo de lo que es sostenibilidad. Por definición, para poder calificar y a
veces jerarquizar, se deben usar los mismos indicadores y los criterios de
evaluación para todas las empresas que se consideran. Ello lleva una contradicción implícita ya que
los aspectos materiales son específicos a cada empresa, su responsabilidad ante
la sociedad es diferente. Para algunas,
las EGEI son críticas, para otras lo serán los aspectos sociales. Algunas tienen
muy bajo impacto ambiental, algunas operan en países en vías de desarrollo con
mayor importancia para su contribución al desarrollo. Su “sostenibilidad”,
el impacto de su responsabilidad, no es comparable. Es cierto que algunas calificadoras
hacen desagregación por sector industrial para mejorar la comparabilidad, pero
aun así suponen un modelo común de sostenibilidad para todas las empresas del
sector. [16]
Y no es solo que cada
una de estas instituciones tiene su modelo de lo que es ser sostenible, es que las
grandes diferencias en la calificación de una misma empresa entre diferentes
calificadoras crean confusión en la comunidad de usuarios y le quita
credibilidad a las calificaciones y a la misma sostenibilidad empresarial. Pocas veces el usuario analiza que hay detrás
de la calificación y simplemente la usa para guiar sus inversiones o
recomendaciones. Un reciente estudio académico comparando las calificaciones de
las seis instituciones más activas encontró apenas una correlación entre ellas
del 0.54 (correlación varía entre 1.0 y 0.0) [17]. Cualquier coincidencia es pura
coincidencia [18].
V.
Estándares/esquemas existentes de preparación
Antes de pasar
revista a los estándares/esquemas existentes es conveniente recapitular las
diferencias entre la información financiera y la de sostenibilidad. Si bien la segunda puede (debería) tener
impacto financiero, su contabilización está todavía en sus comienzos, aunque
los avances tecnológicos están permitiendo apreciar muchos de los impactos y
medirlos (por ejemplo, hace 30 años no se podían medir las emisiones de GEI
para muchos emisores y mucha agua cuya calidad considerábamos buena hoy es
sería considerada de mala calidad).
El reporte de
la información financiera sigue estándares desarrollados a través de muchas
décadas de aplicación uniforme y casi universal, es información que es considerada objetiva (objetividad
es uno de los cinco principios fundamentales de la contabilidad financiera) aunque
hay que reconocer que muchas veces se sacrifica relevancia por objetividad,
por ejemplo, cuando se usan costos históricos de adquisición para la valoración
de activos financieros y físicos y, lo más importante, es preparada para
un uso y un usuario muy definido y específico: el aportador de fondos. Aunque claro está, es usada por muchos otros,
como la gerencia (que tiene acceso a mucha más información de carácter privado),
el fisco (aunque este puede requerir modalidades específicas de reporte,
diferentes a las de la contabilidad financiera), los acreedores, los empleados,
los sindicatos, suplidores, etc., pero la información no se hace a la medida
de estos otros usuarios, deben usar la que ha sido preparada para los
inversionistas/dueños.
La información
sobre sostenibilidad no tiene ni definiciones ni criterios de medición
universalmente aceptados, no existe consenso, ni puede existir, sobre lo que es. La información es específica a cada
empresa, aunque puede haber generalizaciones, y lo más importante, los usuarios
son múltiples, con criterios no solamente diferentes, sino que además pueden
ser conflictivos.
Esto no quiere
decir que sea imposible lograr la convergencia en un estándar de reporte y la
satisfacción simultánea de muchas necesidades diversas de los usuarios, sino
que ilustra los grandes retos. Y lograr la convergencia con la información financiera, que es un
objetivo a muy largo plazo, es en efecto muy difícil, aunque los esfuerzos en
lograrlo serán muy valiosos para el avance de la contabilidad de
sostenibilidad.
A
continuación, repasamos los principales esquemas y estándares en existencia. Los tres que cubren el espectro de la
sostenibilidad tienen los usuarios y el objeto del reporte mostrado en la
siguiente tabla. Los otros cuatro descritos más adelante se concentran en solo
un aspecto de la sostenibilidad: el impacto sobre el cambio climático y su foco
son todos los stakeholders.
Además, mencionamos los esquemas/estándares a niveles de países.
Iniciativa
|
Foco/Usuarios
|
Definición
de materialidad
|
GRI[19]
|
Todos
los stakeholders
|
Son aspectos que: a) reflejan los impactos económicos,
ambientales y sociales significativos (en su influencia, tanto positiva como
negativa de lograr su visión y estrategia) y b) influencian las evaluaciones
y decisiones de sus stakeholders.
|
IIRC
|
Inversionistas
|
Un informe integrado debe proporcionar información
concisa que es material para la evaluación de la capacidad de la organización
de crear valor (para los proveedores de recursos financieros) en el corto,
mediano y largo plazo.
|
SASB
|
Reguladores
e inversionistas
|
[Aspectos materiales que…] “individualmente o en el
agregado son importantes para la representación justa de la posición
financiera y operacional de la entidad … [información que es] necesaria para
que un inversionista razonable puede tomar decisiones de inversión
debidamente informadas.
|
a.
Global Reporting Initiative, GRI
La Global Reporting Initiative (GRI) es una organización independiente
que promueve la diseminación de información sobre sostenibilidad. Fue la primera en establecer lineamientos
para su reporte, en el año 2000. Comenzó produciendo guías de aplicación
voluntaria que fueron aceptadas paulatinamente como el estándar de reporte. En el año 2015 ante la competencia del Sustainability
Accounting Standards Board, SASB (ver abajo), que produjo “estándares”
desde sus comienzos, cambio el esquema de guías por una serie estándares, para
darles más rigor y aceptabilidad. Para gestionarlos creó el Global Sustainability Standards Board, GSSB, en imitación al SASB, que a su vez
imitaba al FASB (Financial Accounting Standards Board).
Los estándares
del GRI comienzan en el 2016 y están en proceso continuo de revisión. Constan de 37 estándares y un glosario (disponibles en español), presentados en
cuatro volúmenes (575 páginas), uno con estándares universales (3 estándares) y
tres volúmenes en temas económicos (7 estándares), ambientales (8) y sociales
(19). Los estándares están enfocados a guiar la producción de informes de
sostenibilidad. De esta manera, el informe da una visión incluyente de todos
los temas materiales, sus impactos relacionados y como son gestionados.
El objeto de la
información que debe prepararse de acuerdo a los estándares son todos los stakeholders
de la empresa y por ende es una información que pretende cubrir la totalidad de
los aspectos que pueden ser de interés a alguno de ellos, como se resume en la tabla anterior. Lo que suele ser lo más conocido por los
usuarios de la información es el largo listado de casi 200 indicadores que deben ser reportados por las empresas
que reportan según estos estándares.
De acuerdo con el
informe The
KPMG Survey of Sustainability Reporting 2020, el 77% de las empresas en el grupo N100 (100
empresas más grandes en cada uno de 52 países, que publiquen un informe) y el
84% del grupo G250 (250 empresas más grandes del mundo) usan algunos esquemas/ estándares
de reporte. Los estándares del GRI siguen siendo los más utilizados,
alrededor de dos tercios en el grupo N100 y tres cuartos en el grupo G250. Los del SASB son los que le siguen en uso. Pero
para evaluar esto hay que tener en cuenta que el estudio citado analiza
informes formales de sostenibilidad y no información sobre sostenibilidad en
general. Estos informes favorecen el
uso de los estándares del GRI ya que son diseñados para ello. Los del SASB son más adecuados para
presentar información cuantitativa en presentaciones a inversionistas y
reguladores, al margen de aquellos informes formales, aunque algunas empresas
lo incluyen como parte de esos informes.
b.
Sustainability Standards Accounting Board
SASB
El Sustainability Accounting Standards Board, SASB, fue creado para guiar el reporte de
información de las empresas que cotizan en bolsas de valores de EE. UU. aunque
se popularidad se ido extendiendo y es usado como referencia en otras grandes
empresas (en el 2020 500 empresas reportaron indicadores SASB). Como su nombre lo insinúa, pretende ser el estándar
de contabilidad de sostenibilidad como lo es el Financial Accounting
Standards Board de EE. UU, para la contabilidad financiera. Los estándares consisten en 77 indicadores para 11 sectores
industriales, con
detalles de su definición y estimación, de un mapa de materialidad (que identifica los aspectos financieramente materiales en las diferentes
industrias y sectores) y de guías generales para la aplicación de todos
los estándares (disponible en español). Han
comenzado a producir guías para sectores específicos.
Como se aprecia
en la tabla anterior, el SASB tiene como objeto de información y foco a los
inversionistas, de allí que los indicadores que se seleccionan para formar
parte de los estándares deben ser financieramente materiales, es
decir, que midan algo que se espera que tenga un impacto directo y tangible
sobre la situación financiera de la empresa. Para lograr mayor relevancia
deben ser indicadores específicos a cada industria. Estos indicadores han sido validados con
inversionistas y gestores de activos para determinar su relevancia, ese posible
impacto financiero.
Los estándares
no prescriben lo que se debe reportar, solo ofrecen el mapa, el espectro de
posibilidades. Cada empresa debe decidir cuales estándares
son los relevantes, que temas tienen materialidad financiera para ella y los indicadores
que quiere reportar.
De acuerdo con la
directora del SASB quieren imitar al FASB y que sus indicadores cumplan con los
mismos criterios que los del FASB: comparables, consistentes y confiables. Obviamente
que estos criterios son laudables, pero es de preguntarse si en temas de
sostenibilidad, que no tienen la objetividad ni la universalidad de la
contabilidad financiera, ello es posible, si bien deseable.
El logro de estos
objetivos puede conspirar contra otros de mayor importancia para algunos
expertos, como los de relevancia y objetividad.
Muchas veces para buscar comparabilidad se comprometen estos otros,
como también lo hace la contabilidad financiera. Por ejemplo, esta prefiere valorar
instrumentos financieros a su costo de adquisición cuando no existe un mercado de
valoración amplio, líquido y confiable. Aquel valor es objetivo pero
irrelevante.
Si bien se han
hecho grandes esfuerzos por reflejar el impacto financiero, los indicadores solo
reflejan potencial ya que se abstraen del contexto en que opera la empresa, el
poder y voluntad de actuar de los inversionistas, y por supuesto, de los demás stakeholders.
Para poder hacerlos comparables se han
especificado a nivel de sector industrial, pero dentro de cada sector las
empresas pueden tener estructuras de producción y estrategias de sostenibilidad
muy diferentes y un mismo número en un indicador puede tener implicaciones
diferentes. En general para evaluar la sostenibilidad se necesita más granularidad,
tomando en cuenta el contexto en que opera la empresa. Y lo que puede ser
material financieramente no es todo lo que debe interesar a la empresa y los
demás stakeholders. Y puede auto confirmarse: lo que SASB dice que debe
ser financieramente material, influencia lo que los inversionistas creen que
debe ser financieramente material.
Este objetivo
de comparabilidad puede ser además contraproducente ya que se corre el riesgo
de que los usuarios caigan en el facilismo y los tomen como acto de fe, sin análisis
ulterior, sin considerar la especificidad necesaria, cayendo en generalizaciones. La noción de la comparabilidad puede volver
“vagos” a los analistas y estimular su uso en modelos cuantitativos de procesamiento
de grandes cantidades de datos (GIGO, Garbage In, Garbage Out), a la
manera de los calificadores e índices de sostenibilidad.
Esta discusión
no debe entenderse como una crítica a los estándares del SASB ya que cumple con
su cometido, proporciona información potencialmente útil para los
inversionistas, sino más bien como un análisis de sus características para poder
entender su utilidad y sus limitaciones para dar una imagen integral de la
sostenibilidad.
c.
International Integrated Reporting
Council, IIRC
El International Integrated Reporting Council, IIRC, en una agrupación de reguladores,
inversionistas, empresas, productores de estándares, empresas de contabilidad y
auditoría, la academia y ONGs. Fue
creado en el 2011 y produjo su esquema de reporte, El Marco Internacional en el 2014, cuya revisión se presentó enenero del 2021. Su objeto son los
inversionistas y reguladores de los mercados financieros.
Este esquema,
que no es un estándar, fue creado con el objetivo de presentar una visión más
integral que la presentada en los informes anuales tradicionales y los informes
de sostenibilidad, que cubra todos los aspectos relevantes para las decisiones
de los inversionistas, a través de un informe integrado.
El objetivo no es
el de mezclar ambos conjuntos de informaciones en un solo informe, como
hacen muchas empresas, sino el de integrar la información (es hacer una
torta, donde los ingredientes se han integrado indisolublemente, no una
ensalada donde los ingredientes se distinguen). [20] Para
ello estimula la presentación de una descripción general de la organización y
su entorno externo, su gobierno corporativo, el modelo de negocio, los riesgos
y oportunidades, la estrategia y asignación de recursos, el desempeño de la
organización y sus perspectivas, todo esto integrando su sostenibilidad en
cada una de las secciones, no como el informe anual que generalmente lo reporta
desde el punto de vista del impacto financiero o el informe de sostenibilidad
que lo hace desde el punto de su impacto en la sociedad y el medio ambiente. Se debe considerar el impacto en la sostenibilidad
del primero y el impacto financiero del segundo. Su mayor contribución es el de proponer un
esquema que reporte la contribución de la empresa a seis capitales que gestionan
las empresas: financiero, manufacturero, intelectual (que incluye marca y
reputación), humano, social y relacional (con los stakeholders externos)
y el capital natural. [21]
En este sentido es
“teóricamente” muy preciso: para medir la responsabilidad de la empresa, para
medir su contribución a la sociedad, para apreciar su sostenibilidad, se
debe medir el cambio de valor en los seis capitales. Sin embargo, el esquema
se queda corto [22]
al no proponer metodologías sobre como medir esta contribución, aunque tiene el
gran valor de fomentar una visión integral, de tratar de romper los silos “financiero”
y “sostenibilidad”, promoviendo la consideración del impacto financiero que
tienen las actividades de responsabilidad, que son parte integral de la
empresa.
El estudio
mencionado sobre informes de sostenibilidad de KPMG reporta que un 16% de las
empresas en el grupo N100 (mayormente en África del Sur, Japón, Sri Lanka y
Francia, en ese orden) mencionan el IIRC) y el 22% de empresas en el grupo G250
denominan sus reportes anuales como integrados (muchas empresas mezclan
ambos informes y los denominan “integrados”, cuando en realidad son “juntados”).
Como comentamos
en la segunda parte, se ha anunciado la fusión del IIRC con el SASB, lo que podría
combinar el esquema de visión integral, relativamente descriptivo, del IIRC,
con el estándar cuantitativo del SASB.
d.
Esquemas/estándares sobre cambio climático
Los esquemas/estándares
sobre uno de los subcomponentes del ESG son mucho más manejables por su
concentración, que los generales, como los tres mencionados arriba. Dentro de la “E”, el subcomponente de
cambio climático ha adquirido mucho interés en gran parte por su
visibilidad, pero en buena parte porque es uno que se presta a la
cuantificación y comparabilidad. Lamentablemente
ha tendido a opacar el resto de la “E” y toda la “S”, la más difícil de medir y
reportar (que la pandemia ha puesto de relieve). Solo comentaremos los cuatro de mayor
difusión
1-
Carbon Disclosure Project, CDP
El Carbon
Disclosure Project, CDP, es
una institución global que promueve la medición y reporte de los impactos
ambientales, en particular las emisiones de gases de efecto invernadero, EGEI, con
el objeto de contribuir a su reducción, proteger los recursos de agua y proteger
los bosques, en empresas, ciudades, estados y regiones. Es una plataforma
para la diseminación de información sobre impacto ambiental, por lo que es solo
indirectamente un esquema de reporte, al requerir la diseminación de
información predeterminada por la plataforma.
Produce además una calificación de empresas sobre sus impactos ambientales. La plataforma y la diseminación de la
calificación pretende estimular a las instituciones mencionadas a diseminar su
información y eventualmente tomar acciones, espontáneamente o ser presionadas
por los stakeholders para mejorar su calificación.
2-
Climate Disclosure Standards Board,
CDSB
El Climate
Disclosure Standards Board, CDSB, fue creado en
el 2007 como un consorcio de empresas y ONG ambientales para promover la integración
entre el capital natural y el capital financiero. Produce un esquema para el reporte de información
ambiental en los
informes de las empresas, que consiste en siete principios y doce temas de reporte (gobernanza, gestión medioambiental,
riesgos y oportunidades, fuentes de impacto ambiental, etc.). Proporcionan herramientas
y guías para implementación de las recomendaciones del Task Force on
Climate-related Financial Disclosures que comentamos a continuación. Este esquema y la plataforma del CDP deben
verse como complementarios y no como alternativas a los reportes preparados
de acuerdo con los estándares del GRI o el uso de los estándares del SASB.
3-
Task Force on Climate-related
Financial Disclosures, TCFD
Reconociendo que
el cambio climático presentaba riesgos de potencial gran magnitud para la
estabilidad del sistema financiero, el Financial Stability Board,
creado en el 2009, en respuesta a la crisis financiera que comenzó en el 2008,
por el grupo de países del G20, para la identificación y prevención de riesgos
sistémicos, “estableció el TCFD para desarrollar recomendaciones para la
diseminación más efectiva de los riesgos del cambio climático que promovieran
mejores decisiones sobre inversiones, créditos y la provisión de seguros y que
a su vez permitieran a los stakeholders entender mejor las
concentraciones de activos en las instituciones financieras y la exposición del
sistema financiero a esos riesgos”.
Si bien su
objeto son las instituciones financieras, las recomendaciones son aplicables a
todo tipo de organizaciones. En todo
caso, el foco de la información está en el potencial impacto financiero del
cambio climático. En el 2017 el TCFD produjo el informe Recommendations of the Task Force on
Climate-related Financial Disclosures, donde se detallan los principios que debe cumplir la información y los cuatro
temas que deben cubrir: modalidad de Gobernanza, Estrategia para la gestión de
los riesgos, su Gestión e Indicadores y Metas (aunque no propone indicadores,
solamente sus características). Estas recomendaciones no proponen un esquema
de reporte y pretenden ser un suplemento a los esquemas/estándares existentes,
una manera de estandarizar y hacer más comparable y relevante la información
sobre los impactos del cambio climático en las organizaciones. A principios del 2021 se vence una consulta
donde recaban las opiniones del público usuario sobre una propuesta de indicadores
financieros: Forward-Looking Financial Sector Metrics
Consultation.
4-
Partnership for Carbon Accounting
Financials, PCAF
El Partnership for Carbon Accounting Financials, PCAF, es una asociación de instituciones financieras
que desarrolla e implementa un esquema armonizado para evaluar y diseminar
información sobre las EGEI asociadas con sus préstamos e inversiones. Desarrolla
un esquema abierto de estándares de contabilidad de las emisiones para las
instituciones financiera, Global GHG Accounting and Reporting for the
Financial Industry Standard, que proporciona información detallada para calcular las emisiones
resultantes de sus financiamientos e inversiones, que son “consistentes,
comparables, confiables y claras” (según su sitio). El estándar también
proporciona recomendaciones y requerimientos para el reporte, incluyendo un
mínimo de información que debe ser superado para cumplir con esos estándares.
e.
Esquemas de reporte de bolsas de valores
A comienzos del
2021, 56 bolsas ofrecen guías para el reporte de información sobre
sostenibilidad para las empresas cotizadas y de estas, 24 tienen requerimientos
de reporte obligatorio para mantener la cotización. Es de destacar que solo tres
de las 24 bolsas son bolsas de gran volumen, Hong Kong, Paris y Londres, es
resto son bolsas menores. Es de
suponer que las grandes bolsas confíen en el reporte normal de sus empresas.
Estos reportes son adicionales a los que las empresas ya preparan de acuerdo con
los esquemas/estándares mencionados arriba.
f.
Esquemas de reporte en países y regiones
La base de datos
del Reporting Exchange mencionada arriba incluye casi 2,100 esquemas y
recursos para el reporte, en los cuales hay cerca de 500 requerimientos
relacionados con la información no financiera, obligatorios o voluntarios, en
los 70 países estudiados (por ejemplo 21 en España, 26 en Argentina, 20 en
Colombia y 20 en México). Algunos son generales, pero muchos se refieren a
temas muy específicos (agua, energía, laboral, etc.).
De todos estos
reportes solamente destacaremos, como ejemplo de uno relativamente integral,
la Directiva de la Unión Europea sobre el
reporte de información no financiera (EU NFRD) que cubre los requerimientos de presentación de
información aplicable a los países miembros y para las empresas de
relativamente mayor tamaño (será actualizada en el 2021). No es un estándar de reporte, es un
requerimiento de reporte que tiene su propio esquema y guías para la presentación de la
información, aunque pueden presentar la información
requerida en base a otros esquemas internacionales o nacionales, que se adapten
a sus características y contexto (en junio del 2019 emitió un suplemento para información sobre el
cambio climático). La
Unión europea ha hecho una propuesta más expansiva que analizaremos en la
segunda parte de este artículo.
g. Esquemas/estándares en sectores industriales
Comentar los esquemas/estándares
desarrollados a nivel de sectores industriales por múltiples organizaciones
gremiales, esta fuera del alcance de este artículo. Baste mencionar uno como ilustración en
función del gran impacto económico, ambiental y social de la industria. La International Petroleum Industry
Environmental Conservation Association, IPIECA, produce un informe Sustainability
reporting guidance for the oil and gas industry (4ª, edición, marzo 2020), con detalles sobre
los aspectos que se consideran materiales en esa industria y lineamientos e
indicadores para reportarlos. Muchos otros
sectores industriales producen informes similares.
VI.
Ilustración de la situación actual de la contabilidad de sostenibilidad
Para resumir la
situación actual de la contabilidad de sostenibilidad usaremos una analogía
gráfica.
Una serie de indicadores,
como por ejemplo propugna el SASB, es semejante a un diagrama de puntos y una
serie de puntos en un espacio no hacen la representación completa de la sostenibilidad. Si
se conectan los puntos se verá el esbozo de una imagen, que es mucho más
descriptiva que una tabulación de números, pero que está lejos de ofrecer una
representación del objeto. Todavía
faltaría ajustar las líneas rectas a sus curvaturas, sombras, colores, etc.
para hacerse una idea de la imagen.
Como ejemplo del
contraste entre puntos y figura, consideremos el caso de los indicadores
sociales, reconocidamente los más difíciles de conceptualizar y
generalizar. Consideremos algunos
indicadores comunes, como las medidas de la diversidad en el Consejo (digamos
33% mujeres), del diferencial de remuneración por género y raza (solo el 10%),
de los beneficios sociales (de los mejores), entre otros, que serán comparados
entre empresas por los analistas y serán introducidos en modelos matemáticos de
la sostenibilidad de las empresas. Pero
¿cómo reflejar la cultura tóxica en la empresa en la que se pueden dar
indicadores como estos? A pesar de los
números no se podrá decir que la empresa es socialmente responsable. No todo pueden ser números comparables, el
contexto importa.
Por ejemplo, los
indicadores miden el número de horas de entramiento en el código de ética, pero
no miden la efectividad del entrenamiento, por ejemplo miden el número
de casos considerados de violación de ese código, pero no miden la severidad
de la violación, miden los recursos donados a la comunidad, pero no
miden la efectividad, consistencia y sostenibilidad de esa contribución,
miden los esquemas de beneficios sociales, pero no miden el impacto sobre la
productividad de la empresa, no miden la lealtad y el compromiso de los
empleados. Y ninguno de estos indicadores mide la responsabilidad del
producto o servicio. [23]
Es importante
destacar que son solo una parte de la información necesaria para evaluar la
sostenibilidad de la empresa.
Igualmente, o más importantes son el contexto, la estrategia, el
proceso, la cultura, los valores, la asunción de responsabilidades, las
personas y la trayectoria de la empresa.
La
contabilidad de sostenibilidad, en su situación actual basada en descripciones
e indicadores numéricos (puntos en el espacio), está en una primera etapa: da
una idea, pero está todavía lejos de presentar la imagen de la sostenibilidad
de la empresa. Es lo que presenta el GRI, SASB y en menor
medida el IIRC. Por ahora corresponde a
cada usuario de la información conectar los puntos, con líneas no
necesariamente rectas, sombrear y colorear antes de ver la imagen
completa. Y es aquí donde cada stakeholder,
que basado en la limitada información, puede ver una imagen distinta, se hace
su propia idea. Los esfuerzos por
llegar a una contabilidad de la sostenibilidad sería el equivalente a
desarrollar una técnica de transformación de puntos en imagen. ¿Es factible?
¿Es deseable? Y aún más, la sostenibilidad
se diferencia de esta analogía en que no es un concepto definido, universal,
no es una imagen fija. La sostenibilidad es más que sus partes.[24]
VII.
Y en la segunda parte……
Pero aun con la
proliferación de esquemas/estándares de reporte, se han presentado todavía más
propuestas, en buena parte por la insatisfacción sobre los existentes,
debido a expectativas irreales, se les pide más de lo que pueden dar en
su concepción actual, pero además en buena parte por la creencia de los
proponentes de la superioridad de su propuesta y, no se debe descartar, por
el interés que tienen en figurar, en adquirir notoriedad. Quieren que el suyo sea EL estándar. Analizaremos
las propuestas más destacadas y recientes en la segunda parte de este artículo.
Es de esperar que
el lector haya podido apreciar la gran dispersión de esquemas/estándares y
requerimientos de reporte y las dificultades de racionalizarlos. Es prácticamente imposible hacer un
inventario. Este análisis debe permitirnos responder a las preguntas de la
segunda parte: ¿Es factible y/o deseable la convergencia en la
información sobre sostenibilidad? Y si es factible o deseable, ¿Cuántos
estándares/esquemas se necesitan? ¿Se puede desarrollar uno solo?
[8] La IASC se convirtió en la International
Accounting Standards Board, IASB en 2001 y está bajo la gestión de la
Fundación del IFRS, International Financial Reporting Standards.
[19] Es de notar que el GRI ha propuesto
cambiar su definición de materialidad, aunque el cambio no es todavía (a comienzos
del 2021) oficial: Son los tópicos que reflejan los impactos más
significativos sobre la economía, el medio ambiente y las personas, incluyendo
impacto sobre los derechos humanos. Esta es una definición de materialidad
de una sola vía, de la empresa a los stakeholders. La definición vigente
considera también el impacto de las decisiones de los stakeholders sobre
la empresa, doble vía. Ver mi artículo The
New GRI Definition of Materiality: Forwards or Backwards?
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