Publicado en la revista digital The Officer, 6 de marzo 2025
El acrónimo
“ASG”, que pretende representar, de forma genérica, los aspectos Ambientales,
Sociales y de Gobernanza en las actividades empresariales, se ha popularizado,
sobre todo en los medios financieros. Y la popularización ha llevado a la generalización
y ésta a la confusión, lo que tiene además efectos perversos sobre la
responsabilidad de las empresas ente la sociedad. ASG pervierte a la
sostenibilidad empresarial.
I. Responsabilidad social, sostenibilidad empresarial y criterios ASG.
Empecemos por aclarar las diferencias entre los términos más usados:
1.
Responsabilidad ante la sociedad: Gestión de las actividades, estrategias, políticas, cultura, procesos,
etc. de la empresa para mitigar sus impactos negativos y potenciar los positivos,
mejorando su contribución, presente y futura, a la sociedad.
2.
Sostenibilidad empresarial: Resultado de la implementación de la responsabilidad.
3.
ASG: Algunos
criterios para describir algunas de las actividades empresariales, en algunos
aspectos ambientales, sociales y de gobernanza.
Es muy posible
que esta conceptualización de lo que debe ser la responsabilidad de la empresa
ante la sociedad no coincida con la idea que muchos tienen. Definitivamente es
una concepción más amplia de la que suele ser de aceptación generalizada. Para
muchos es hacer “cositas sueltas” en la A (p.e. reciclaje), o en la S (acción
social, filantropía) o en la G (código de ética y anticorrupción), que puedan
proporcionar algún beneficio a la sociedad.
En la práctica no
se suele distinguir entre responsabilidad social y sostenibilidad empresarial,
aunque una sean los medios y la otra los resultados.
II.
Deficiencias y efectos perversos de la ASG.
¿Se puede hablar
de “la ASG”? Muchos, sobre todo en los
medios y mercados financieros lo hacen, como si fuera un concepto definido,
algo concreto. Pero ASG son solo un conjunto de criterios usados por las
calificadoras de riesgo y algunos fondos de inversión para tipificar algunas
actividades de las empresas. Y cada uno
los selecciona, define y agrupa como mejor le parece. Hay tantas ASG como
usuarios. Adolecen de muchas deficiencias como representantes de la
sostenibilidad empresarial pero solo comentamos algunas:
Sobre simplificación: Pretenden reducir a una serie de
indicadores, en solo tres aspectos de su actuación, la compleja y extensa
actividad empresarial.
Intenciones
versus impacto: La gran mayoría de los criterios ASG están
basados ya sea en indicadores de la situación inmediatamente precedente (por
ejemplo, emisiones, consumo de energía renovable) o en intenciones de hacer
algo. No están basados en el impacto que tienen o tendrán. No están basados en
la mitigación de impactos negativos que hayan tenido. Por ejemplo, se evaluaría
positivamente que la empresa tenga un código de ética o una política
anticorrupción, cuando lo que importa son los resultados de la aplicación, no
su existencia. Igualmente, si la empresa reporta que su consejo tiene un 30% de
mujeres, ello es indicativo de su competencia, de su activa participación, del
impacto que tienen en la toma de decisiones y su implementación, o si la
representación es genuina. La responsabilidad está en el impacto, no en la
intención.
Impactos
negativos: Los criterios
ASG no suelen considerar los impactos negativo, por ejemplo sobre la salud
(tabacaleras, bebidas azucaradas) o sobre la cohesión familiar (casas de
apuestas), ni la evasión y elusión fiscal, ni el cabildeo contra las
regulaciones sociales y ambientales. La reducción de las emisiones de una
empresa petrolera se considera como un impacto positivo cuando el impacto
global es negativo.
La gestión: Los criterios ASG no consideran la integración estratégica, táctica,
funcional y comunión de objetivos. Ignoran las interrelaciones entre ellos,
cada uno se considera por separado, cuando puede y debe haber sinergias
positivas o, en casos de impactos negativos, la mitigación de sus efectos. La responsabilidad es integral.
Gobernanza de
la sostenibilidad: Los criterios
ASG, en la “G”, suelen centrarse en la operación del Consejo, políticas anticorrupción,
código de ética, etc. Pero no consideran los efectos positivos o negativos de las
políticas, procesos, procedimientos, incentivos internos, positivos y negativos,
y la cultura de la empresa, que es terreno en que se desarrolla esa sostenibilidad.
Estrategia de
responsabilidad: Los
criterios ASG (generalmente una veintena de indicadores) no pueden capturar la
riqueza del papel que la empresa juega y quiere jugar en la sociedad.
La simpleza de
tres letras, que favorece su popularización, también favorece la confusión. Así
como pocos entienden lo que es la responsabilidad de la empresa ante la
sociedad, pocos entienden que quiere decir ASG, que es un potpurrí de
indicadores muy parciales, a la medida del interesado. Cuando se está en contra
de alguno de los criterios, por ejemplo, la diversidad, se generaliza a toda
“la ASG”, y con ello, vía la confusión, se demoniza la contribución de la empresa
a la sociedad y el medio ambiente.
Posiblemente no
se habría presentado tanta reacción negativa si en vez de usar el término ASG,
sinónimo de actividades separadas, se usara “responsabilidad de la empresa ante
la sociedad” con la connotación de “responsabilidad” o “sostenibilidad empresarial”
con la connotación de la utilización eficiente y efectiva de los recursos. Es
más difícil oponerse a “responsabilidad” o “sostenibilidad”, que a la “ASG”
(“no sé lo que es pero estoy en contra”).
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