No es oro todo lo que reluce.
Proverbio popular
El 19 de octubre
de 2022 se publicó el informe anual de Spainsif, La inversión sostenible y responsable en
España 2022, con
datos del 2021. Spainsif es una asociación cuya “…misión
primordial es fomentar la integración de criterios ambientales, sociales y de
buen gobierno en las políticas de inversión ….así como concienciar e impulsar
cambios en los procesos de inversión en la comunidad inversora, ….”. Está integrada
por 108 miembros mayormente por gestoras de fondos, otras instituciones
financieras, y empresas de consultoría asociadas con la sostenibilidad, todas
estas con fines de lucro. Incluye además algunas organizaciones gremiales y
académicas, sin ánimo de lucro, y un sindicato. Su lema es “promoviendo
la inversión sostenible”.
El resultado más
destacado del informe es que “La Inversión Sostenible y Responsable ha
alcanzado los 379.618 millones de euros gestionados en España durante
2021, lo que ha supuesto un incremento del 10% respecto a 2020, con un peso del
51% sobre el total” (énfasis añadido).
Al poner en su
sola frase las palabras “Inversión Sostenible y Responsable” y “379 618
millones de euros”, se presupone, sin pensarlo, de que los casi 380 000
millones de euros están invertidos en valores de emisores responsables y que han
contribuido a la sostenibilidad empresarial en España. En este artículo diseccionaremos este
supuesto implícito analizando si representan, en efecto, inversiones en valores
de emisores responsables y si contribuyen a la sostenibilidad empresarial.
I.
Inversión sostenible y responsable en España según el informe de Spainsif.
El informe desglosa
la inversión total en los valores por cada una de las modalidades de selección
que cubre: [1]
Estas modalidades
de selección se pueden definir, de manera general, como:
- · Integración
ASG: Utilización de criterios Ambientales,
Sociales y de Gobernanza en la selección de las inversiones a incluir,
basadas en evaluaciones y calificaciones, generalmente llevadas a cabo por
calificadoras independientes, con multiplicidad de indicadores y criterios. Es
la metodología más usada por los gestores de fondos abiertos al público.
- · Involucramiento:
Más que un criterio de selección es una metodología
de gestión de las inversiones, a través de la cual la gestora, sus
representantes, o los mismos inversionistas en los fondos, ejercen su poder de
voto en las Asambleas Generales de Accionistas y a través de contactos directos
con los consejeros/dirigentes o indirectamente por otros medios. Es la metodología
generalmente usada por gestoras de fondos privados, como grandes fondos de
pensiones, fondos patrimoniales o por instituciones financieras que gestionan
sus carteras de inversión por cuenta propia.
- · Exclusión simple:
Selección de valores que no pertenecen a sectores industriales considerados irresponsables.
Generalmente se refiere a tabaco, alcohol, armamentos, apuestas, combustibles fósiles
y pornografía. Esta metodología es usada por gestores de fondos abiertos al
público, que no quieren invertir esfuerzos en hacer selecciones rigurosas.
- · Inversión de impacto:
Inversiones en valores seleccionados por el impacto tangible de la empresa o
proyecto. Es la metodología usada por fondos de inversión privados,
generalmente muy concentrados en términos de inversionistas y sectores, por lo que
suelen incluir la participación en la gestión de la empresa o proyecto. Es una
variante diversificada y responsable de lo que son los fondos de inversión de
riesgo y fondos de capital privado tradicionales (venture capital, private
equity). [2]
- · Screening basado en normas:
Selección de valores basado en nomas de organizaciones internacionales como por
ejemplo la Organización de las Naciones Unidas (contribución al logro de los 17
Objetivos de Desarrollo Sostenible) o de los Principles of Responsible
Investment, PRI (contribución al logro de los 10 Principios), entre otros.
- · Best-in-class:
Inversiones en valores de empresas que están calificadas como las más
sostenibles de su sector industrial por alguna calificadora. Es una
metodología usada por gestores de fondos abiertos al público, generalmente usando
criterios ASG, que no quieren hacer su propia evaluación.
- · Inversión temática:
Inversiones en valores que exploten las mejores oportunidades de las
principales tendencias relacionadas con la sostenibilidad a largo plazo
(por ejemplo, empresas que combaten el cambio climático en general o
inversiones en energías renovables en particular, o empresas que promueven la
agricultura sostenible o la participación de la mujer, entre muchos otros temas).
Suelen usar metodologías ASG y best-in-class, tercerizando la
calificación o usando evaluaciones propias.
Y en esta calificación
del informe Spainsif falta la categoría con el mayor potencial de
contribución a la sostenibilidad empresarial, que es la Inversión Socialmente
Responsable, ISR, donde los criterios de selección y su evaluación son
basados en análisis internos sobre la totalidad de las actividades responsables
de los emisores de valores, no solo aquellas que son cuantificables con
criterios A, S o G, que son reportados por las empresas.
Es la
metodología usada por fondos de inversión comprometidos a la promoción de la
sostenibilidad empresarial y no solo a capturar inversionistas responsables.
Muchos de los fondos privados usan esta metodología, así como los fondos públicos
que atienden a un público inversionista selecto. Pueden incorporar metodologías de inversión de
impacto y de involucramiento, pero ninguna de las demás listadas. Para un
análisis más completo de las diferencias entre inversiones con criterios ASG y
con evaluaciones ISR y su impacto sobre la sostenibilidad empresarial ver el
artículo ¿Es lo mismo Inversión Socialmente Responsable,
ISR, que inversiones ASG?.
II.
Objetivos de la industria de las inversiones responsables.
Antes de analizar
si las estrategias de selección mencionadas seleccionan valores responsables que
son realmente responsables y contribuyen
a la sostenibilidad empresarial es conveniente analizar el propósito de la
industria de las inversiones responsables y las motivaciones de las partes para
fomentar la responsabilidad. Es crítico para entender el grado de
responsabilidad de los fondos y de los valores.
En principio hay
una demanda de inversiones responsables por inversionistas que quieren
utilizar sus recursos financieros para promover el bien común, para lo cual
necesiten que existan valores y fondos de inversión con ese objetivo. Son
pocos los inversionistas que tienen la capacidad de hacer sus diligencias
debidas para seleccionarlos y gestionarlos, por lo que la mayoría debe recurrir
a la oferta de intermediarios, como lo son las empresas gestoras de fondos.
Algunas de estas sí tienen la capacidad para hacer los análisis requeridos de
cada uno de los valores en que invertir y gestionarlas, pero son muchas las que
se concentran en la gestión de los fondos y recurren a terceros para hacer
la evaluación sobre la responsabilidad de los emisores, generalmente empresas
calificadoras, como vimos en las descripciones arriba.
¿Coinciden los
objetivos de la demanda y de la oferta? En general no, en algunos casos sí. La
demanda tiene como objetivo fundamental favorecer con sus recursos financieros
el avance de la sostenibilidad, pero la oferta, instituciones con fines de
lucro (gestoras, calificadoras, consultoras, etc.), en la mayoría de los casos
persigue la maximización de beneficios, la reducción de costos, la eficiencia
operativa, la mejora de su cuota de mercado, lo que no siempre coincide con el
avance la sostenibilidad. La industria
de la oferta está interesada en la expansión del mercado, lo que puede conllevar
a ligerezas y simplificaciones en la selección de las inversiones, con lo que terminan
ofreciendo fondos como responsables cuando la responsabilidad del fondo como un
todo y la de sus componentes individuales no lo son, o dejan que desear.
En esta ligereza/simplificación
conviene distinguir dos grandes actores: las gestoras de fondos y las
calificadoras. Las gestoras de fondos, en general, claman por información
que simplifique el trabajo, ya sea por información uniformada ya sea por
información procesada por terceros. Estos terceros, que recopilan, procesan y
califican la responsabilidad de los emisores son las calificadoras, de las
cuales hace centenares en el mercado, aunque el grueso se esté concentrando en
unas seis grandes.
Las
calificadoras, si bien hacen análisis exhaustivos de la responsabilidad, usan
moldeos simplificados, que se prestan a la comparación entre los valores y
la automatización de los análisis. En general analizan miles de indicadores
relacionados con los criterios A, S y G, seleccionan algunas decenas que
consideran materiales para el sector industrial a la que pertenecen los
emisores de valores, les asignan un valor y pesos relativos a cada uno y
al componente al que pertenecen, A, S o G. y calculan in promedio ponderado
global, que es la calificación del emisor. Se alimenta la información el
computador y se producen las calificaciones.
Muchas de las
metodologías de selección mencionadas se basan en las calificaciones de
sostenibilidad por agencias calificadoras. En el artículo ¿Se puede mejorar la relevancia y
efectividad de las calificaciones de la sostenibilidad empresarial? analizábamos en mayor detalle este
proceso de calificación y concluíamos que adolecen de seis problemas
en lo referente a la determinación de la responsabilidad de los emisores (hemos
hecho una propuesta para paliar algunos de estos problemas [3]
). Decíamos:
El principal problema (1) es que califican algo que no
está definido y que cada calificadora define y modela a su gusto. ¿Qué es
sostenibilidad empresarial? Lo único que tienen en común es
que todas le dan el nombre de calificaciones de sostenibilidad o algo parecido.
Adicionalmente, (2), siendo su principal mercado los
inversionistas, las calificadoras usan modelos en base a la
materialidad financiera, que pretenden indicar el potencial impacto
sobre la situación financiera de las empresas, pero muchos de los participantes
también están interesados en la materialidad de impacto, el efecto de
las actividades de la empresa en la sociedad y el medio ambiente.
Pero (3), ello es ignorado por las calificadoras. Se basan en los insumos
asignados y las actividades llevadas a cabo, y con algunos criterios se basan
en planes, en intenciones, pero no en sus resultados y el impacto logrado. Y lo
que es peor, (4), se ignoran los impactos negativos, no restan
puntos. Hay empresas con el máximo puntaje (best-in class) que tiene impactos negativos no
mitigados y comportamientos irresponsables.
Pero (5), se utilizan como si indicaran la
sostenibilidad empresarial, o sea como indicadores del bien que supuestamente hacen para la
sociedad. ¿Inconscientemente, por ignorancia, por complicidad o por comodidad? Sea
como sea, no solamente tienen los problemas de conflictos de definición de algo
no definido, sino además de usos que no se corresponden con su
determinación.
Y (6), asignan clasificaciones a los diferentes criterios A, S y G, y
calculan una calificación agregada, lo que implícitamente permite
compensar deficiencias en algunos aspectos con elementos positivos en otros y
viceversa.
Y muchas de las
calificadoras no consideran la responsabilidad del producto o
servicio. Lo dejan a las estrategias de exclusión.
Si bien esta
brevísima y simplificada descripción no le hace justicia a las complejidades de
los modelos de algunas de
las calificadoras, es suficiente para los propósitos de nuestra discusión. Hay
que recordar que la gran mayoría de las calificadoras no divulgan sus
metodologías. [4] Se
puede constatar que difícilmente ese gran promedio ponderado de números incompletos
refleja la responsabilidad del emisor. Cada una tiene sus ideas de lo que
quiere decir ser responsable (sobre lo que no hay ni habrá consenso, dependen
del contexto en que opera la empresa, de sus prioridades, del bien que quiere
hacer, etc.). Remitimos al lector al artículo ¿Cuál
es el banco más sostenible del mundo? donde incluimos la tabla de puntuaciones que
asignan una de las mayores calificadoras del mundo, S&PGlobal, a los
bancos, donde podrá constatar estas aseveraciones.
Al ser la
evaluación un gran promedio ponderado, implícitamente se permite compensar defectos
con alguna virtud (en la
evaluación de ExxonMobil se compensó su contribución a las emisiones de gases
de efecto invernadero, el mayor contribuidor del mundo a nivel de empresa, con
sus planes para logar cero emisiones netas en 2050). La calificación es un neto, pero recordando
que no se asignan números negativos a comportamientos irresponsables. [5]
En general,
solo las gestoras de fondos que usan evaluaciones integrales ISR evitan muchos
de estas deficiencias de las calificaciones y además toman en cuenta otros
factores pertinentes para la sostenibilidad empresarial como la cultura, valores, estrategias, políticas
y procesos y su implementación, organización, gobernanza, incentivos,
relaciones con stakeholders, etc. Y pueden “restar puntos” por impactos
negativos. En este caso la evaluación
es a la medida, evalúan el emisor, sus acciones, sus compromisos y sus
circunstancias, y en la medida de los posible su impacto, a diferencia de la
mayoría de las calificadoras cuya evaluación es más o menos genérica,
automatizada. [6]
[7]
La sostenibilidad empresarial es mucho más que la suma de actividades en
aspectos A, aspectos S y aspectos G. [8]
Teoría y
práctica y las intenciones y el impacto se confunden en las evaluaciones. El código de conducta/ética y su
implementación es un buen ejemplo de estas diferencias. Las calificadoras valoran
la existencia del código, pero los que hacen una evaluación integral ISR se
preocupan además de la implementación del código, de la cultura de ética,
de la gobernanza del proceso, del funcionamiento del comité de ética, de las
acciones remediales tomadas. En sus
informes de sostenibilidad difícilmente las empresas reportan estos detalles.
III.
¿Pero es esta inversión reportada como “responsable” responsable?
¿Son
responsables los valores seleccionados como tales? De la discusión precedente
se puede concluir que algo de sostenibilidad empresarial tienen, pero su
intensidad depende del proceso de selección, lo que analizamos brevemente a continuación, en
orden inverso.
- Exclusión simple: No
necesita comentarios, a lo sumo excluye emisores cuyos productos o servicios,
buena parte de la sociedad considera con grados de irresponsabilidad. Pero
es una metodología que no quiere aceptar su responsabilidad en la selección, se
lava las manos. Debería ser excluida de estas estadísticas.
- Integración ASG, Best-in-class y Screening basado en normas: Están basados en calificaciones con
criterios ASG, aunque la de “Screening basad en normas” puede usar criterios
definidos en base a las normas de referencia que suelen ser un subconjunto del
total que consideran las calificadoras.
La de best-in-class compara solo empresas dentro de un mismo
sector industrial (class). Las
tres adolecen de las deficiencias que mencionamos arriba. La selección best-in-class trata de
evitar la eliminación por completo de emisores de los sectores normalmente excluidos
ya que hay empresas en estos sectores que tienen algunas prácticas calificables
como responsables con criterios ASG. Las tabacaleras pueden promover la agricultura
sostenible y pagar precios justos por sus insumos. Las empresas de armamentos
pueden hacer esfuerzos por limitar sus emisiones y tener excelentes beneficios
laborales. De hecho, la calificadora S&PGlobal,
que usa la metodología best-in-class para conformar sus índices de
sostenibilidad, califica, por definición, a una empresa tabacalera, de armamentos,
etc. como las más sostenible de su sector. Así selecciona las empresas más
responsables de esta categoría de irresponsables. Estos ejemplos son
indicativos de las deficiencias de las calificaciones en representar, de forma
agregada, la responsabilidad de los emisores.
- Involucramiento: La responsabilidad de los emisores incluidos dependerá de la
metodología de selección que se haya utilizado. Como comentábamos, es más una estrategia de
gestión que criterios de selección. Si se ha seleccionado de acuerdo con
criterios ASG, mecanicista, adolecen de los problemas mencionados. Si se han
seleccionado con evaluaciones a la medida, ISR, la responsabilidad de los
emisores es muy posiblemente superior. Los gestores que utilizan esta
metodología, que implica involucrarse, es muy posible que hagan la selección
con una evaluación más detallada.
- Inversión temática: También depende de la metodología de selección. Se trata de seleccionar emisores que
tienen responsabilidad en algunos aspectos temáticos, pero ello puede hacerse
via los criterios ASG, usando las calificaciones particulares sobre el tema de
interés (algún aspecto A o alguno S, o alguno G) y no en el agregado o bien via
evaluaciones más detalladas sobre las empresas destacadas en el tema. En el primer
caso adolece de algunos de los problemas mencionados, pero no de todos, y en algunos
casos se pueden obviar muchos de ellos.
Es muy posible que los inversores que estén interesados en temas
específicos tiendan a preferir la metodología de análisis más detallado.
- Inversión de impacto: En este caso es casi por definición que la metodología de selección es tipo
ISR, y hasta más rigurosa, ya que no solo busca resultados sino además impacto
tangible, cambios. Es la metodología que mayor proporción de responsabilidad
selecciona en los emisores. [9]
- Inversión
ISR: No esta
explícitamente considerada en el informe Spainsif, aunque si es posible
que con la metodología de “screening en base a normas”, algunas gestoras
que usen las normas que hemos destacado como ISR (comportamiento responsable,
no solo el uso de indicadores A, S y G), pudieran ser consideradas como tal
(pero las de la ONU o el PRI no lo son).
Por la discusión precedente se debe concluir que ISR es la que el
mayor grado de responsabilidad incluye entre los emisores seleccionados y por
ende los fondos así constituidos tienen mayor legitimidad en el uso del término
“inversiones sostenibles y responsables”.
IV.
Mercados primarios versus mercados secundarios
Aun suponiendo
que los fondos de inversión y sus componentes pudiesen ser considerados como responsables,
digamos seleccionados a la medida, todavía queda la pregunta más importante
sobre estas inversiones: ¿Contribuyen las inversiones responsables a la
sostenibilidad empresarial? ¡Qué pregunta! Pues no es obvio. [10]
Para responder a
esta pregunta hay que distinguir entre los mercados primarios y secundarios de
estos valores. En los mercados primarios las empresas emiten valores
negociables (acciones, bonos, obligaciones, etc.) que son adquiridos directamente
por los inversionistas y cuyos recursos van directamente a las empresas para financiar
sus actividades en la mejora de su sostenibilidad empresarial. En este
caso, las inversiones responsables tienen un alto potencial de contribuir a esa
sostenibilidad, aunque ello depende la forma en la que las empresas utilicen
esos recursos. Pero el hecho de que, por ejemplo, emitan bonos verdes, sociales
o sostenibles, para financiar actividades de sostenibilidad no quiere decir
que automáticamente se contribuye, ni que el emisor sea responsable (en
estos casos la calificación de sostenibilidad es del instrumento no del emisor).
De hecho, hay muchos ejemplos de abuso y
greenwashing.[11]
[12]
Las
inversiones en los mercados secundarios, que son las cubiertas por el informe Spainsif, son los fondos que han
sido constituidos mayormente a través de la adquisición de los valores en los mercados
bursátiles y de inversión privada, donde los recursos financieros intercambiados
en la transacción van de un comprador a un vendedor, sin que las empresas
emisoras reciban recursos algunos. En este caso y en el caso de los bonos
ligados a la sostenibilidad (donde los recursos son para uso general de la
empresa, no directamente para una activad de sostenibilidad), no hay
contribución directa a la sostenibilidad empresarial.
Pero puede
haber contribución indirecta via el involucramiento de los gestores de fondos
responsables en influenciar el comportamiento de las empresas. Este es el caso más común de los
gestores de fondos privados, cerrados, los de la inversión de impacto, los de
involucramiento y los fondos gestionados via ISR, pero no para los fondos con
criterios ASG. También hay un efecto indirecto en el sentido de que la calificación
de la empresa como elegible para estos inversionistas y la reputación que ello
conlleva puede estimular a las empresas a un comportamiento más
responsable. Pero el impacto de los mercados
secundarios en la sostenibilidad empresarial es secundario. Y la
desinversión en emisores irresponsables, contrario a lo que suele creer, puede
tener un impacto negativo. [13]
V.
¿Se puede mejorar la responsabilidad de los fondos?
Se puede y se
debe. Las regulaciones en proceso en el
seno de la Unión Europea son prueba de que las deficiencias arriba mencionadas
existen y las regulaciones pretenden subsanar algunas. La Autoridad Europea del Mercado de Valores (European
Securites Markets Association, ESMA) ha producido las regulaciones (MIFID
II) y en agosto del 2022 entró en vigencia el
Reglamento Delegado (UE) 2021/1253, que aclara algunas disposiciones del
MIFID II (Spainsif produjo un breve documento explicativo del Informe Final de la ESMA sobre las
Directrices relativas a determinados aspectos de los requisitos de idoneidad de
la MiFID II – Green MIFID) por lo que no nos extenderemos.
No consideraremos
la regulación sobre la información que debe presentarse, reportarse, etc. sobre
los productos que ofrecen las gestoras de fondos al público. Para nuestros
propósitos baste con destacar que las regulaciones ahora estipulan que antes
de ofrecer productos al inversionista se deben determinar sus preferencias en
cuanto a las características de sostenibilidad empresarial de los valores a
incluir en sus carteras, se deben ofrecer asesorías para aquellos que no las conocen
o no las tienen, ofrecer alternativas y debe entrenarse al personal de la
gestora para hacerlo.
Deberán
explicarles a los potenciales inversionistas precisamente lo que hemos
discutido arriba: las características de sostenibilidad de los valores, como
las han determinado y su proceso de selección y gestión.
Esto solo ataca
parte del problema de la transparencia de los fondos que se comercializan, pero
no ataca el problema del uso de las calificaciones como si representaran, en
efecto, valoraciones sobre la sostenibilidad de los emisores y/o sus
instrumentos.
Pero las regulaciones
de la Comisión Europea con su obsesión con el verde del medio ambiente descoloran
la sostenibilidad empresarial que involucra mucho más que ello, desestimando
los demás aspectos. Pretende promover
la sostenibilidad empresarial via los mercados de valores, pero se concentra en
la sostenibilidad ambiental. [14]
El suscrito había
hecho una propuesta más sencilla y pragmática, menos rigurosa, en particular
para aquellos países que no son sujetos a las regulaciones de la Comisión
Europea. [15]
Pero esperemos
que las regulaciones de la Comisión y el desarrollo del conocimiento de los
inversionistas responsables estimulen a las gestoras de fondos a hacerlo.
VI.
¿Contienen los casi 380 000 millones de euros en “inversiones sostenibles y
responsables” en España emisores sostenibles y responsables? ¿Contribuyen esas
inversiones a la sostenibilidad empresarial?
Esa es la impresión
que producen titulares noticiosos, pero como hemos analizado, esa impresión es
solo parcialmente verdadera. El uso de la etiqueta “sostenibles y responsables” tipifica todo lo
que incluye como totalmente “sostenible y responsable”, como si el 100%
de los emisores fueran 100% responsables, cuando en realidad contiene de
todo. Es otra “extralimitación conceptual”. [16]
Los valores
incluidos en los fondos de inversión tienen algunas características de
responsabilidad, dependiendo de la metodología de selección, pero no se puede
decir que son valores de emisores responsables ni que los fondos representar
carteras responsables. La respuesta a
la primera pregunta es: algo de
responsabilidad tienen, pero muy lejos de lo que se pretende transmitir.
En cuanto a la
segunda pregunta, sobre su contribución a la sostenibilidad empresarial la
respuesta es: contribuyen muy poco e indirectamente, dependiendo del activismo de los fondos y del
interés de las empresas en tomar acciones para ser percibidas como
responsables. Pero la experiencia indica
que en España las gestoras de fondos de inversión al publico son muy poco
activistas y que las empresas saben gestionar bien la información para sus
calificaciones de sostenibilidad. [17]
[18]
En el contexto de
la Reglamento de Divulgación en materia de Finanzas Sostenibles (SFDR) de la
Comisión Europea la mayoría de estos fondos se calificarían entre Articulo 6 y
8, (tipo exclusión y ASG) desde verde traslúcido a verde claro. Los
inversionistas responsables necesitan fondos de Artículo 9 (más cerca de ISR),
verde oscuro. Y esta es la tendencia
que se observa en Europa, donde los primeros nueve meses del 2022 vieron una salida
de 173 000 millones de euros en fondos calificados artículo 8 y una entrada de
33 000 millones de euros en fondos calificados como articulo 9.
VII.
Inversión responsable y responsabilidad de la inversión: Doble
materialidad.
Spainsif o Eurosif (la
gremial a nivel europeo) tienen como misión fundamental promover la inversión
socialmente responsable y han tenido mucho éxito en ello. Pero quizás han
enfatizado más la promoción de la inversión responsable que la responsabilidad
de la inversión. En la primera estimulan la oferta (el mercado, el negocio de
sus miembros), pero ha llegado la hora de que promuevan además la segunda, la que
es la que interesa a la demanda, a los inversionistas responsables. Deben estimular la “sinceración” de
la responsabilidad de los valores y fondos, no solo su expansión, que
condición necesaria pero no suficiente para contribuir a la sostenibilidad.
Spansif, Eurosif y similares deberían verse al servicio
de la responsabilidad de la inversión, y sus stakeholders materiales deberían
incluir no solo los gestores de fondos, sus miembros, sino además los inversionistas
responsables.
Esto es
análogo a la preocupación por doble materialidad: la promoción de la inversión
responsable sería el espejo de a la materialidad financiera (de vuelta), el
impacto de la sostenibilidad sobre la situación financiera de la empresa, en tanto
que la responsabilidad de la inversión sería el espejo de la materialidad de
impacto (de ida), el impacto sobre la sociedad y el medio ambiente de las
inversiones responsables.
¿Y si las
comisiones de los gestores de fondos responsables fueran proporcionales al
grado de responsabilidad del total de los activos gestionados y no solo al
volumen en euros?
[4] Hay una presión creciente por parte
de los reguladores de Europa y de EE.UU. para lograr mayor transparencia sobre
estas metodologías.
[18] Del total de campañas puestas en marcha
en Europa durante 2022 sobre firmas cotizadas, 3 afectaron a empresas españolas
y dos de ellas las llevó a cabo un fondo.