El 7 de junio del
2022 se efectuó un webinar para el lanzamiento del grupo de
trabajo para la
preparación de un marco de Taxonomías de Finanzas Sostenibles en América Latina
y el Caribe. El programa del evento se puede ver aquí. En este breve articulo analizaremos sus
objetivos, su contexto y las razones para el pesimismo sobre la efectividad de
los resultados. No comentamos el evento, que salvo la presentación final de
la firma consultora fue un seminario de 4 paneles con 16 ponentes, sobre
desarrollo sostenible.
El esfuerzo
está liderado desde organizaciones de las Naciones Unidas: La Comisión Económica para América
Latina, CEPAL, el Programa de las Naciones Unidas para Medio Ambiente, PNUMA, el
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, la Organización de
las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, y es financiado
por el programa Euroclima+ de la Unión Europea para América Latina.
Participan además el Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Financiera
Internacional del Banco Mundial y la CAF, Banco de Desarrollo de América
Latina.
I.
Objetivo.
“El grupo de trabajo tiene como objetivo
desarrollar un marco común de taxonomía de finanzas sostenibles para la región
de ALC, basado, en una primera fase, en actividades de cambio climático. Este
marco común servirá como guía para el desarrollo y armonización de taxonomías
nacionales específicas para la región de ALC.”
Si bien usa el
nombre de Taxonomía de Finanzas Sostenibles se concentrará en temas
ambientales, de forma similar a la Taxonomía Verde de la Unión Europea y eventualmente
podrá considerar temas sociales y de gobernanza, como esta lo está haciendo
esta ahora.
Pero a diferencia
de la Unión Europea, su objetivo no es preparar LA Taxonomía Verde para
la región, sino más bien preparar un marco de referencia que permita a cada
uno de los países desarrollar su propia taxonomía. Con ello no se pretende uniformar las
taxonomías, pero sí asegurar su interoperabilidad, es decir, evitar
incompatibilidades entre las desarrolladas por cada país para facilitar
emisiones de bonos verdes por parte de empresas o instituciones nacionales o
multinacionales para que puedan ser emitidos y comercializados en los
diferentes países.
Este esquema permitirá
el desarrollo de taxonomías nacionales que se adapten a las realidades de
cada país, pero que en la medida de lo posible que no tengan incompatibilidades.
II.
¿Qué es una taxonomía verde? ¿Es necesaria? ¿Cuántas se necesitan?
Según la
convocatoria al evento de lanzamiento:
Las taxonomías de finanzas sostenibles establecen un lenguaje común y una
definición, basada en ciencia, de “lo que es verde o ambientalmente sostenible”
y “lo que no es”. Las taxonomías de finanzas sostenibles - sistemas de
clasificación de actividades ambientalmente sostenibles - otorgan una
orientación clara a los participantes del mercado de las actividades que se
consideran ambientalmente sostenibles, contribuyendo así a reorientar las
inversiones que contribuyen a impulsar la transición hacia una economía baja en
emisiones y resiliente al clima.
Además del
listado de actividades y sectores elegibles, suelen describir los objetivos que
se persiguen con el financiamiento de esas activades, los criterios de elegibilidad,
el ámbito de aplicación, las exclusiones y, sabiendo que no se parte de un
mundo ideal, las actividades elegibles en la transición que permitan pasar de la situación actual
imperfecta, paulatinamente a una situación mejor. Aunque no es ideal, se puede
tener que aceptar el financiamiento de actividades, especialmente de generación
de energía, que, no siendo “verdes”, permitan hacer al cambio a energías más
limpias. Y en las más avanzadas (revisión en Europa) los criterios para determinar
el impacto y evitar daños.
¿Se necesita
una taxonomía? Al explicitar los sectores y actividades elegibles y excluidas
contribuye a reducir el greenwashing, lamentablemente muy difundido en
las finanzas sostenibles. La taxonomía verde de la Unión Europea fue
una respuesta a la demanda de algunos participantes en el mercado financiero
para uniformar criterios. Sin embargo, es de notar que no son indispensables
para la emisión de instrumentos financieros para la sostenibilidad ya que
antes de su existencia se emitieron bonos y otros instrumentos financieros en
Europa, América Latina y en otras regiones, basados en los principios de bonos
verdes, sociales y sostenibles y ligados a la sostenibilidad, BVSS y LS del International
Capital Markets Association, ICMA u otros de carácter nacional o regional.
Pero la
taxonomía ha ayudado a la evaluación de la contribución de estas emisiones de
valores a la sostenibilidad ya que proporcionan una base para guiar y enfocar
el destino del financiamiento. Pero ni las taxonomías ni los principios
garantizan que los recursos tengan impacto, y mucho menos que este sea
incremental, en la mejora de la sostenibilidad ambiental y social.
Los bonos BVSS
cubren la supuesta sostenibilidad del destino de esos recursos, pero no del
resto de las actividades de las empresas o instituciones que los emiten.
Los BLS no se preocupan de la sostenibilidad del destino de los recursos
(son de libre disposición) y solamente de una pequeña parte de la
sostenibilidad del emisor, que este decida ofrecer a cambio. Y en muchos casos
se utilizan para refinanciar inversiones ya efectuadas y gastos corrientes.
Las
condiciones establecidas en las taxonomías pueden ser taxativas, o más bien
establecer principios generales, dejando flexibilidad para que los países las
hagan taxativas en sus versiones nacionales. Presumiblemente en este caso se
prepararán principios, como el caso de Japón.
¿Cuántas
taxonomías verdes se necesitan? Una sola es necesaria en América Latina, como
analizamos más adelante. No es un fin, es un medio para guiar el proceso de inversión y
comercialización de los valores que se emitan en el financiamiento a la
sostenibilidad. No puede haber valores que sean “verdes” en un país que no lo
sean en otro. La taxonomía no establece prioridades nacionales, solo lo
aceptable y lo no aceptable.
Si Europa logró
aprobar una sola que
cubre a Polonia (fuerte generación en carbón), Hungría (dependencia de petróleo
importado de Rusia), de España (matriz energética diversificada), de Francia
(con dependencia de energía nuclear) con idiomas diferentes, estructuras
legales diferentes, gobiernos de distinta ideología política, América Latina
también lo debería poder hacer.
Cierto es que
para lograr la aceptación de esta variedad de países en Europa se han tenido
que hacer algunos compromisos, como considerar la legibilidad de energías no
tan verdes como la nuclear y el gas, como parte de un proceso de transición (a
mediados de junio no había une decisión final).
El riesgo que
se corre en la flexibilidad es que se encontrarán argumentos nacionales para
calificar algo como verde. Aun cuanso exista una taxonomía se ha demostrado que
el color verde admite muchas variaciones.
III.
Contexto
Este esfuerzo
se desarrolla en un contexto en el cual ya existen taxonomías nacionales y
donde no existen legislaciones, regulaciones, normas e instituciones de
preparación, supervisión y control a nivel regional, a diferencia de Europa donde todo esto está
ampliamente desarrollado y donde existe el acuerdo de delegación de autoridad a
estas normas y a las instituciones centralizadas. Si bien en la región hay menos dispersión de
idiomas y de sistemas legales que en Europa, no existe este elemento
aglutinador, que ha sido clave para el desarrollo y operación de los
mercados e instituciones en Europa. En América Latina (y el Caribe inglés es
una región separada), los mercados financieros están muy poco integrados y con
reglas diferentes.
A diferencia
de Europa, en América Latina no existe el mismo nivel de aceptación por lo que
es común entre países y todavía prevalece una rivalidad subyacente. Por ejemplo, no hay autoridad
supranacional de regulación de los mercados financieros y de capitales capaz de
asegurar la interoperabilidad de los mercados. No hay integración.
En América Latina
ya existe una taxonomía verde en Colombia y se encuentran en proceso de
desarrollo, con diferentes grados de avance, con promotores muy diversos, en Argentina,
Brasil, Chile, México, Perú y República Dominicana. [i]
El grupo de
trabajo de esta iniciativa no incluye, afortunadamente, la preparación
de principios para las emisiones de bonos verdes, sociales y sostenibles, que
ya cuentan con estándares internacionales de aceptación general, que la misma Unión
Europea está en proceso de emitir los suyos, fortaleciendo los existentes. Sería deseable que el marco de referencia
para la preparación de taxonomías no estimulara la creación de principios
nacionales de financiamiento sostenible. Pero la tentación existirá.
IV. Resultados: ¿será efectivo el proceso?
a.
Bases para el pesimismo.
1.
Experiencia y cultura de la firma consultora
La preparación
del documento marco se ha encargado a una empresa consultora, a
diferencia de Europa que todo el proceso se ha llevado a cabo por y dentro de
la institucionalidad de la Comisión Europea, en grupos de trabajo de expertos
en los diferentes aspectos, de extenso compromiso y continuidad, lo que no es
el caso de América Latina. Ha sido encargado
a la consultora Ambire Environmental Engineering Solutions tiene sede en la India, habiendo formado
una oficina recientemente en Bogotá, Colombia.
Del breve
análisis efectuado por el suscrito se desprende que la firma se especializa
en soluciones ingenieriles en temas como tratamiento de aguas y desechos
sólidos. Su sitio web dice que tiene experiencia en taxonomías en los
países asiáticos (India no tiene taxonomía verde) y Colombia. Dice tener experiencia
en financiamiento sostenible y en la taxonomía europea, pero no listan trabajos
en este sentido. Solo se lista la taxonomía de Colombia. El personal de la
oficina de Bogotá es relativamente junior: uno senior y siete consultores
locales, siete de los ocho son ingenieros ambientales. Solo incluye dos personas
con mención de experiencia en financiamiento sostenible, el jefe del proyecto y
una persona que no ha trabajado en la empresa [ii].
Debe haber
razones muy justificables para la selección de esta firma, pero no deja de ser
sorprendente que sea la firma más calificada, o una de las más calificadas, en
América Latina y en Europa para llevar a cabo estas tareas. El
estudio está financiado con impuestos pagados por los europeos y son los que
más experiencia tienen en taxonomía verde y los que tienen mayor similitud
cultural, legal y financiera con América Latina.
No tenemos
duda de que producirán un completo informe para el marco de las taxonomías, al fin y al cabo, se trata de analizar
la amplia literatura existente y extraer algunos principios en temas como sectores
y actividades elegibles, exclusiones, transición, institucionalidad de
supervisión, etc. Pero la cultura de una empresa consultora es aprender
sobre la marcha, investigar y consultar el máximo posible, escribir un informe
para cumplir con los términos de referencia, entregarlo y dar por cumplido el
encargo.
Pero a diferencia
del esquema de preparación, implementación y seguimiento de la Unión Europea, no
tendrá continuidad institucional, no tendrá la autoridad para asegurar
implementación, por lo cual puede ser rico en ideas pero deficiente en la factibilidad
y efectividad de su implementación.
2.
Experiencia y cultura de las partes involucradas
La organización
del evento y presumiblemente la preparación de los términos de referencia y
la contratación y supervisión del trabajo recae en las organizaciones de las
Naciones Unidas que hemos mencionado.
Solamente una de ellas, el PNUMA, tienen especialización en temas
medioambientales y ninguna de ellas lo tiene en temas de financiamiento.
No participa
la organización que sí lo tiene, la Organización de las Naciones Unidas de los
Principios de la Inversión Responsable, UNPRI. Esta produce los principios y gestiona una red
de casi 5 000 instituciones financieras (gestores de fondos, propietarios de
fondos y empresas de servicios), con involucramiento en financiamiento
responsable.
Los bancos multilaterales
de desarrollo mencionados tienen amplia experiencia en financiamiento de
proyectos de todo tipo y en medio ambiente en particular. No me ha sido
posible verificar en grado de involucramiento en el proyecto, salvo la
participación de ponentes de dos ellas en el evento, en el panel del panorama
global y regional de las finanzas sostenibles.
La cultura de las
organizaciones de las Naciones Unidas, CEPAL, PNUD, PNUMA y FAO, aparentes
líderes del proyecto, es de una de rígida burocracia, de cumplimiento de
reglas y de la tarea asignada, de concentración en su propia organización
(silos), con dificultad de coordinación con instituciones fuera de las afines
en las Naciones Unidas. No se caracterizan por la flexibilidad para adaptarse a
los cambios en el contexto ni por la innovación. Que no son las características
conducentes a un proyecto de este tipo: amplio contexto, multiplicidad de
actores, innovación financiera y cambios continuos en el contexto de operación.
3.
Institucionalidad
La Taxonomía Verde
de la Unión Europea no es documento aislado. Forma parte el Plan de Acción de financiamiento
sostenible, establecido
por el grupo de expertos en finanzas sostenibles, integrado por 35 expertos senior
representantes de la sociedad civil, sector financiero, academia y de las
instituciones pertinentes de la Unión Europea. También forman parte del
ecosistema de promoción del financiamiento sostenible la Estrategia para el financiamiento de la
transición a una economía sostenible, que establece una serie de actividades y de
medidas a tomar para promover ese financiamiento, European green deal investment plan, que establece el plan de acción para el
financiamiento sostenible, el Estándar europeo para los bonos verdes, que establece los requerimientos (en
proceso de revisión) para la emisión de estos papeles, haciéndolos más estrictos
que los de la ICMA, el Reporte de efectos del cambio climático, para la diseminación de in formación que
guíe las acciones para combatirlo, la Taxonomía Social, en proceso, que complementara la verde para guiar
las emisiones de bonos sociales y sostenibles, los Estándares europeos sobre el reporte de la
sostenibilidad
(ESRS), actualmente en preparación, que incluirá los requerimientos de
información sobre la sostenibilidad de las empresas con el objeto de influir en
su mejora, la Regulación para la información sobre el financiamiento
sostenible (SFDR), que
establece lineamientos para las instituciones financieras y gestores de fondos
en la diseminación de información sobres sus productos ligados al
financiamiento sostenible, entre otros instrumentos y documentos. Y la
existencia de reguladores a nivel
europeo como la European Securities Markets Authority, ESMA o instituciones dedicadas a la
preparación de los documentos como European Financial Reporting Advisory
Group, EFRAG en sostenibilidad, y el Technical Working Group on sustainable
Finance, en taxonomías y en instrumentos
financieros.
Este listado
no pretende ser una crítica de la situación América Latina, pretende poner en
contexto las dificultades que enfrentará en grupo de trabajo del marco para guiar la preparación de
taxonomías para lograr impacto en la expansión del financiamiento de la
sostenibilidad en la región.
Porque una taxonomía sin financiamiento es un
documento muerto. Sin la oferta (empresas y proyectos) y la demanda (fondos e
inversionistas responsables) por instrumentos financieros ligados a la
sostenibilidad, y sin todo un ecosistema promoción, regulación y supervisión no
se avanza en su logro. Y no hay que reinventar la rueda, mucho de esto ya
está hecho y requiere solo de ajustes a la realidad latinoamericana.
¿De qué sirve una taxonomía descolgada de todo
este contexto?
4.
Muchas taxonomías, cuando basta una.
En principio es una buena idea la de producir un marco de referencia para
la preparación de taxonomías nacionales, pero bajo la premisa de que, con o sin marco, cada país preparará la suya (¿cuestión de orgullo
nacional? ¿donaciones para hacerlo?). Adelantarse y ofrecer un marco que evite incompatibilidades y, de ser
posible, fomente la interoperabilidad es laudable.
Pero el marco fomentará la producción de
taxonomías hasta en los que no la consideraban necesaria. En vez de fomentar más de una docena de taxonomías
en América Latina (supongamos de Centroamérica es más racional y produce una
sola e ignoremos el Caribe inglés) sería preferible adelantarse y promover un
esfuerzo para la producción de una sola taxonomía.
La proliferación de taxonomías llevará a la impresión (¡convicción!) de que lo verde es relativo, que hay “muchas sombras de verde”, que cada país
define lo que es verde y que puede no serlo en otro país de la misma región,
mismo esquema legal y mismo idioma (salvo Brasil). O sea, que el greenwashing
esté justificado.
Claro está que nuestra propuesta es mucho más
complicada que meramente contratar una firma consultora para que produzca un
documento y todos contentos. Esto, idealmente
requeriría una institucionalidad semejante a la de la Unión Europea, que América
Latina no tiene. Pero siendo pragmáticos no debe ser imposible aprovechar el
poder de convocatoria de la Comisión Europea para constituir y financiar, un grupo de trabajo con representantes de los ministerios de medio
ambiente, hacienda y comisiones de valores para producir no solo la taxonomía (que
es un punto menor), sino una estrategia de desarrollo verde, un esquema de financiamiento
sostenible, con la institucionalidad necesaria.
¿Utópico en América Latina? Muy probablemente,
pero ello muestra la dirección y las acciones necesarias para el financiamiento
de la sostenibilidad.
b.
Bases para el optimismo.
Son muchas las
veces que me he equivocado.
V.
En resumen
Se producirá un
documento de consultoría, seguramente completo y bien razonado y estructurado,
para guiar la preparación de taxonomías. Pero no es lo que se necesita, es
un esfuerzo en la dirección equivocada, basado en un visión muy estrecha,
táctica, no estratégica, para promover el financiamiento sostenible en América
Latina.
Pero la
taxonomía será letra muerta si no se dispone de un ecosistema de apoyo para el
mercado del financiamiento sostenible, para la oferta de valores por parte de las empresas, proyectos e
instituciones financieras, y de la demanda por parte de inversionistas e
instituciones en inversiones responsables, con la necesaria regulación de la
información a ser presentada por todas las partes y la institucionalidad necesaria
para regular este mercado.
Un informe de consultoría no tendrá continuidad institucional,
no tendrá la autoridad para asegurar implementación, por lo que puede ser rico
en ideas pero que dejará que desear en términos de factibilidad y efectividad
de su implementación en la promoción del financiamiento a la sostenibilidad.
¿Qué es un
primer paso? De acuerdo, pero por un camino no definido, sin estrategia de
largo plazo, ni plan de acción, ni institucionalidad.
Missing the forest for the trees (los árboles impiden
ver el bosque).
En este artículo
hemos puesta la iniciativa en el contexto de las acciones de la Unión Europa
para promover el financiamiento sostenible para dramatizar sus deficiencias
estratégicas y mostrar uno de los mejores modelos, líderes, del mundo.
Los promotores de
la iniciativa no son los más idóneos para estas necesidades. No se le pueden
pedir peras al olmo.
[i] Fuera de la región las hay en
Europa, China, Rusia, Mongolia, Malasia, China y Japón. Ver Global green taxonomy development,
alignment, and implementation publicado
por Climate Bonds Initiative.
[ii] Su perfil de LinkedIn no incluye a
la empresa, y el perfil es el mismo que el listado en el sitio de la consultora.
Indica como residencia Ciudad de México.
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