sábado, 18 de junio de 2022

Taxonomías de Finanzas Sostenibles para América Latina: Buenas intenciones, pero ¿son necesarias? ¿serán efectivas?


El 7 de junio del 2022 se efectuó un webinar para el lanzamiento del grupo de trabajo para la preparación de un marco de Taxonomías de Finanzas Sostenibles en América Latina y el Caribe.  El programa del evento se puede ver aquí. En este breve articulo analizaremos sus objetivos, su contexto y las razones para el pesimismo sobre la efectividad de los resultados. No comentamos el evento, que salvo la presentación final de la firma consultora fue un seminario de 4 paneles con 16 ponentes, sobre desarrollo sostenible.

El esfuerzo está liderado desde organizaciones de las Naciones Unidas: La Comisión Económica para América Latina, CEPAL, el Programa de las Naciones Unidas para Medio Ambiente, PNUMA, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, y es financiado por el programa Euroclima+ de la Unión Europea para América Latina. Participan además el Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial y la CAF, Banco de Desarrollo de América Latina.

I.                Objetivo.

 “El grupo de trabajo tiene como objetivo desarrollar un marco común de taxonomía de finanzas sostenibles para la región de ALC, basado, en una primera fase, en actividades de cambio climático. Este marco común servirá como guía para el desarrollo y armonización de taxonomías nacionales específicas para la región de ALC.”

Si bien usa el nombre de Taxonomía de Finanzas Sostenibles se concentrará en temas ambientales, de forma similar a la Taxonomía Verde de la Unión Europea y eventualmente podrá considerar temas sociales y de gobernanza, como esta lo está haciendo esta ahora.

Pero a diferencia de la Unión Europea, su objetivo no es preparar LA Taxonomía Verde para la región, sino más bien preparar un marco de referencia que permita a cada uno de los países desarrollar su propia taxonomía.  Con ello no se pretende uniformar las taxonomías, pero sí asegurar su interoperabilidad, es decir, evitar incompatibilidades entre las desarrolladas por cada país para facilitar emisiones de bonos verdes por parte de empresas o instituciones nacionales o multinacionales para que puedan ser emitidos y comercializados en los diferentes países.

Este esquema permitirá el desarrollo de taxonomías nacionales que se adapten a las realidades de cada país, pero que en la medida de lo posible que no tengan incompatibilidades.

II.             ¿Qué es una taxonomía verde? ¿Es necesaria? ¿Cuántas se necesitan?

Según la convocatoria al evento de lanzamiento:

Las taxonomías de finanzas sostenibles establecen un lenguaje común y una definición, basada en ciencia, de “lo que es verde o ambientalmente sostenible” y “lo que no es”. Las taxonomías de finanzas sostenibles - sistemas de clasificación de actividades ambientalmente sostenibles - otorgan una orientación clara a los participantes del mercado de las actividades que se consideran ambientalmente sostenibles, contribuyendo así a reorientar las inversiones que contribuyen a impulsar la transición hacia una economía baja en emisiones y resiliente al clima.

Además del listado de actividades y sectores elegibles, suelen describir los objetivos que se persiguen con el financiamiento de esas activades, los criterios de elegibilidad, el ámbito de aplicación, las exclusiones y, sabiendo que no se parte de un mundo ideal, las actividades elegibles en la transición que permitan pasar de la situación actual imperfecta, paulatinamente a una situación mejor. Aunque no es ideal, se puede tener que aceptar el financiamiento de actividades, especialmente de generación de energía, que, no siendo “verdes”, permitan hacer al cambio a energías más limpias. Y en las más avanzadas (revisión en Europa) los criterios para determinar el impacto y evitar daños.

¿Se necesita una taxonomía? Al explicitar los sectores y actividades elegibles y excluidas contribuye a reducir el greenwashing, lamentablemente muy difundido en las finanzas sostenibles.  La taxonomía verde de la Unión Europea fue una respuesta a la demanda de algunos participantes en el mercado financiero para uniformar criterios. Sin embargo, es de notar que no son indispensables para la emisión de instrumentos financieros para la sostenibilidad ya que antes de su existencia se emitieron bonos y otros instrumentos financieros en Europa, América Latina y en otras regiones, basados en los principios de bonos verdes, sociales y sostenibles y ligados a la sostenibilidad, BVSS y LS del International Capital Markets Association, ICMA u otros de carácter nacional o regional.

Pero la taxonomía ha ayudado a la evaluación de la contribución de estas emisiones de valores a la sostenibilidad ya que proporcionan una base para guiar y enfocar el destino del financiamiento. Pero ni las taxonomías ni los principios garantizan que los recursos tengan impacto, y mucho menos que este sea incremental, en la mejora de la sostenibilidad ambiental y social.

Los bonos BVSS cubren la supuesta sostenibilidad del destino de esos recursos, pero no del resto de las actividades de las empresas o instituciones que los emiten. Los BLS no se preocupan de la sostenibilidad del destino de los recursos (son de libre disposición) y solamente de una pequeña parte de la sostenibilidad del emisor, que este decida ofrecer a cambio. Y en muchos casos se utilizan para refinanciar inversiones ya efectuadas y gastos corrientes.

Las condiciones establecidas en las taxonomías pueden ser taxativas, o más bien establecer principios generales, dejando flexibilidad para que los países las hagan taxativas en sus versiones nacionales. Presumiblemente en este caso se prepararán principios, como el caso de Japón.

¿Cuántas taxonomías verdes se necesitan? Una sola es necesaria en América Latina, como analizamos más adelante. No es un fin, es un medio para guiar el proceso de inversión y comercialización de los valores que se emitan en el financiamiento a la sostenibilidad. No puede haber valores que sean “verdes” en un país que no lo sean en otro. La taxonomía no establece prioridades nacionales, solo lo aceptable y lo no aceptable.

Si Europa logró aprobar una sola que cubre a Polonia (fuerte generación en carbón), Hungría (dependencia de petróleo importado de Rusia), de España (matriz energética diversificada), de Francia (con dependencia de energía nuclear) con idiomas diferentes, estructuras legales diferentes, gobiernos de distinta ideología política, América Latina también lo debería poder hacer.

Cierto es que para lograr la aceptación de esta variedad de países en Europa se han tenido que hacer algunos compromisos, como considerar la legibilidad de energías no tan verdes como la nuclear y el gas, como parte de un proceso de transición (a mediados de junio no había une decisión final).

El riesgo que se corre en la flexibilidad es que se encontrarán argumentos nacionales para calificar algo como verde. Aun cuanso exista una taxonomía se ha demostrado que el color verde admite muchas variaciones.

III.           Contexto

Este esfuerzo se desarrolla en un contexto en el cual ya existen taxonomías nacionales y donde no existen legislaciones, regulaciones, normas e instituciones de preparación, supervisión y control a nivel regional, a diferencia de Europa donde todo esto está ampliamente desarrollado y donde existe el acuerdo de delegación de autoridad a estas normas y a las instituciones centralizadas.  Si bien en la región hay menos dispersión de idiomas y de sistemas legales que en Europa, no existe este elemento aglutinador, que ha sido clave para el desarrollo y operación de los mercados e instituciones en Europa. En América Latina (y el Caribe inglés es una región separada), los mercados financieros están muy poco integrados y con reglas diferentes.

A diferencia de Europa, en América Latina no existe el mismo nivel de aceptación por lo que es común entre países y todavía prevalece una rivalidad subyacente. Por ejemplo, no hay autoridad supranacional de regulación de los mercados financieros y de capitales capaz de asegurar la interoperabilidad de los mercados. No hay integración.

En América Latina ya existe una taxonomía verde en Colombia y se encuentran en proceso de desarrollo, con diferentes grados de avance, con promotores muy diversos, en Argentina, Brasil, Chile, México, Perú y República Dominicana. [i]

El grupo de trabajo de esta iniciativa no incluye, afortunadamente, la preparación de principios para las emisiones de bonos verdes, sociales y sostenibles, que ya cuentan con estándares internacionales de aceptación general, que la misma Unión Europea está en proceso de emitir los suyos, fortaleciendo los existentes.  Sería deseable que el marco de referencia para la preparación de taxonomías no estimulara la creación de principios nacionales de financiamiento sostenible. Pero la tentación existirá.

IV.           Resultados: ¿será efectivo el proceso? 

a.     Bases para el pesimismo.

1.      Experiencia y cultura de la firma consultora

La preparación del documento marco se ha encargado a una empresa consultora, a diferencia de Europa que todo el proceso se ha llevado a cabo por y dentro de la institucionalidad de la Comisión Europea, en grupos de trabajo de expertos en los diferentes aspectos, de extenso compromiso y continuidad, lo que no es el caso de América Latina.  Ha sido encargado a la consultora Ambire Environmental Engineering Solutions tiene sede en la India, habiendo formado una oficina recientemente en Bogotá, Colombia.

Del breve análisis efectuado por el suscrito se desprende que la firma se especializa en soluciones ingenieriles en temas como tratamiento de aguas y desechos sólidos. Su sitio web dice que tiene experiencia en taxonomías en los países asiáticos (India no tiene taxonomía verde) y Colombia. Dice tener experiencia en financiamiento sostenible y en la taxonomía europea, pero no listan trabajos en este sentido. Solo se lista la taxonomía de Colombia. El personal de la oficina de Bogotá es relativamente junior: uno senior y siete consultores locales, siete de los ocho son ingenieros ambientales. Solo incluye dos personas con mención de experiencia en financiamiento sostenible, el jefe del proyecto y una persona que no ha trabajado en la empresa [ii].

Debe haber razones muy justificables para la selección de esta firma, pero no deja de ser sorprendente que sea la firma más calificada, o una de las más calificadas, en América Latina y en Europa para llevar a cabo estas tareas.  El estudio está financiado con impuestos pagados por los europeos y son los que más experiencia tienen en taxonomía verde y los que tienen mayor similitud cultural, legal y financiera con América Latina.

No tenemos duda de que producirán un completo informe para el marco de las taxonomías, al fin y al cabo, se trata de analizar la amplia literatura existente y extraer algunos principios en temas como sectores y actividades elegibles, exclusiones, transición, institucionalidad de supervisión, etc. Pero la cultura de una empresa consultora es aprender sobre la marcha, investigar y consultar el máximo posible, escribir un informe para cumplir con los términos de referencia, entregarlo y dar por cumplido el encargo.

Pero a diferencia del esquema de preparación, implementación y seguimiento de la Unión Europea, no tendrá continuidad institucional, no tendrá la autoridad para asegurar implementación, por lo cual puede ser rico en ideas pero deficiente en la factibilidad y efectividad de su implementación.

2.     Experiencia y cultura de las partes involucradas

La organización del evento y presumiblemente la preparación de los términos de referencia y la contratación y supervisión del trabajo recae en las organizaciones de las Naciones Unidas que hemos mencionado.  Solamente una de ellas, el PNUMA, tienen especialización en temas medioambientales y ninguna de ellas lo tiene en temas de financiamiento.

No participa la organización que sí lo tiene, la Organización de las Naciones Unidas de los Principios de la Inversión Responsable, UNPRI. Esta produce los principios y gestiona una red de casi 5 000 instituciones financieras (gestores de fondos, propietarios de fondos y empresas de servicios), con involucramiento en financiamiento responsable.

Los bancos multilaterales de desarrollo mencionados tienen amplia experiencia en financiamiento de proyectos de todo tipo y en medio ambiente en particular. No me ha sido posible verificar en grado de involucramiento en el proyecto, salvo la participación de ponentes de dos ellas en el evento, en el panel del panorama global y regional de las finanzas sostenibles.

La cultura de las organizaciones de las Naciones Unidas, CEPAL, PNUD, PNUMA y FAO, aparentes líderes del proyecto, es de una de rígida burocracia, de cumplimiento de reglas y de la tarea asignada, de concentración en su propia organización (silos), con dificultad de coordinación con instituciones fuera de las afines en las Naciones Unidas. No se caracterizan por la flexibilidad para adaptarse a los cambios en el contexto ni por la innovación. Que no son las características conducentes a un proyecto de este tipo: amplio contexto, multiplicidad de actores, innovación financiera y cambios continuos en el contexto de operación.

3.     Institucionalidad

La Taxonomía Verde de la Unión Europea no es documento aislado. Forma parte el Plan de Acción de financiamiento sostenible, establecido por el grupo de expertos en finanzas sostenibles, integrado por 35 expertos senior representantes de la sociedad civil, sector financiero, academia y de las instituciones pertinentes de la Unión Europea. También forman parte del ecosistema de promoción del financiamiento sostenible la Estrategia para el financiamiento de la transición a una economía sostenible, que establece una serie de actividades y de medidas a tomar para promover ese financiamiento,  European green deal investment plan, que establece el plan de acción para el financiamiento sostenible, el Estándar europeo para los bonos verdes, que establece los requerimientos (en proceso de revisión) para la emisión de estos papeles, haciéndolos más estrictos que los de la ICMA, el Reporte de efectos del cambio climático, para la diseminación de in formación que guíe las acciones para combatirlo, la Taxonomía Social, en proceso, que complementara la verde para guiar las emisiones de bonos sociales y sostenibles, los Estándares europeos sobre el reporte de la sostenibilidad (ESRS), actualmente en preparación, que incluirá los requerimientos de información sobre la sostenibilidad de las empresas con el objeto de influir en su mejora, la Regulación para la información sobre el financiamiento sostenible (SFDR), que establece lineamientos para las instituciones financieras y gestores de fondos en la diseminación de información sobres sus productos ligados al financiamiento sostenible, entre otros instrumentos y documentos. Y la existencia de reguladores a  nivel europeo como la European Securities Markets Authority, ESMA o instituciones dedicadas a la preparación de los documentos como European Financial Reporting Advisory Group, EFRAG en sostenibilidad, y el Technical Working Group on sustainable Finance, en taxonomías y en instrumentos financieros.

Este listado no pretende ser una crítica de la situación América Latina, pretende poner en contexto las dificultades que enfrentará en grupo de trabajo del marco para guiar la preparación de taxonomías para lograr impacto en la expansión del financiamiento de la sostenibilidad en la región.

Porque una taxonomía sin financiamiento es un documento muerto. Sin la oferta (empresas y proyectos) y la demanda (fondos e inversionistas responsables) por instrumentos financieros ligados a la sostenibilidad, y sin todo un ecosistema promoción, regulación y supervisión no se avanza en su logro. Y no hay que reinventar la rueda, mucho de esto ya está hecho y requiere solo de ajustes a la realidad latinoamericana.

¿De qué sirve una taxonomía descolgada de todo este contexto?

4.     Muchas taxonomías, cuando basta una.

En principio es una buena idea la de producir un marco de referencia para la preparación de taxonomías nacionales, pero bajo la premisa de que, con o sin marco, cada país preparará la suya (¿cuestión de orgullo nacional? ¿donaciones para hacerlo?).  Adelantarse y ofrecer un marco que evite incompatibilidades y, de ser posible, fomente la interoperabilidad es laudable.

Pero el marco fomentará la producción de taxonomías hasta en los que no la consideraban necesaria.  En vez de fomentar más de una docena de taxonomías en América Latina (supongamos de Centroamérica es más racional y produce una sola e ignoremos el Caribe inglés) sería preferible adelantarse y promover un esfuerzo para la producción de una sola taxonomía.

La proliferación de taxonomías llevará a la impresión (¡convicción!) de que lo verde es relativo, que hay “muchas sombras de verde”, que cada país define lo que es verde y que puede no serlo en otro país de la misma región, mismo esquema legal y mismo idioma (salvo Brasil). O sea, que el greenwashing esté justificado.

Claro está que nuestra propuesta es mucho más complicada que meramente contratar una firma consultora para que produzca un documento y todos contentos.  Esto, idealmente requeriría una institucionalidad semejante a la de la Unión Europea, que América Latina no tiene. Pero siendo pragmáticos no debe ser imposible aprovechar el poder de convocatoria de la Comisión Europea para constituir y financiar, un grupo de trabajo con representantes de los ministerios de medio ambiente, hacienda y comisiones de valores para producir no solo la taxonomía (que es un punto menor), sino una estrategia de desarrollo verde, un esquema de financiamiento sostenible, con la institucionalidad necesaria.

¿Utópico en América Latina? Muy probablemente, pero ello muestra la dirección y las acciones necesarias para el financiamiento de la sostenibilidad.

b.     Bases para el optimismo.

Son muchas las veces que me he equivocado.

V.              En resumen

Se producirá un documento de consultoría, seguramente completo y bien razonado y estructurado, para guiar la preparación de taxonomías. Pero no es lo que se necesita, es un esfuerzo en la dirección equivocada, basado en un visión muy estrecha, táctica, no estratégica, para promover el financiamiento sostenible en América Latina.

Pero la taxonomía será letra muerta si no se dispone de un ecosistema de apoyo para el mercado del financiamiento sostenible, para la oferta de valores por parte de las empresas, proyectos e instituciones financieras, y de la demanda por parte de inversionistas e instituciones en inversiones responsables, con la necesaria regulación de la información a ser presentada por todas las partes y la institucionalidad necesaria para regular este mercado.

Un informe de consultoría no tendrá continuidad institucional, no tendrá la autoridad para asegurar implementación, por lo que puede ser rico en ideas pero que dejará que desear en términos de factibilidad y efectividad de su implementación en la promoción del financiamiento a la sostenibilidad.

¿Qué es un primer paso? De acuerdo, pero por un camino no definido, sin estrategia de largo plazo, ni plan de acción, ni institucionalidad.

Missing the forest for the trees (los árboles impiden ver el bosque).

En este artículo hemos puesta la iniciativa en el contexto de las acciones de la Unión Europa para promover el financiamiento sostenible para dramatizar sus deficiencias estratégicas y mostrar uno de los mejores modelos, líderes, del mundo.

Los promotores de la iniciativa no son los más idóneos para estas necesidades. No se le pueden pedir peras al olmo.



[i] Fuera de la región las hay en Europa, China, Rusia, Mongolia, Malasia, China y Japón. Ver Global green taxonomy development, alignment, and implementation publicado por Climate Bonds Initiative.

[ii] Su perfil de LinkedIn no incluye a la empresa, y el perfil es el mismo que el listado en el sitio de la consultora. Indica como residencia Ciudad de México.


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