En agosto del 2020, Alphabet, la casa matriz de Google, emitió bonos por valor de US$10.000 millones, de los cuales, US$5.750 millones son bajo la modalidad de bonos sostenibles. En este artículo analizamos las principales características de la emisión, la segunda opinión independiente y en particular su potencial contribución a la sociedad. [1]
I. La emisión
Si bien Alphabet es conocida por Google, su principal subsidiaria, tiene más de 200 empresas y actividades en sectores como fibra óptica, telemedicina, desarrollo de medicamentos, inteligencia artificial, vehículos autopropulsados, rehabilitación de ciudades, globos para la transmisión de internet, drones, capital semilla para emprendimientos, aviones solares, energía eólica, YouTube, termostatos inteligentes, teléfonos celulares y su software (sistema Android), laptops, telas inteligentes, computación en la nube, entre otras.
De allí que las actividades a financiar con el bono sostenible vayan mas allá de las actividades de Google, aunque siendo la empresa de mayor impacto social y ambiental del grupo, será el foco del financiamiento.
En el esquema
de la emisión del bono (Alphabet
Sustainability Bond Framework, 2020)
se describen las actividades a financiar y los procesos a seguir, siguiendo los
Principios de los bonos verdes (GBP), Principios de los bonos sociales (SBP), y las Guías de los bonos sostenibles de la International Capital Markets
Association. El esquema está estructurado da acuerdo a esos principios,
cubriendo sus cuatro apartados: (1) Uso de los Fondos; (2) Proceso de
Evaluación y Selección de Proyectos; (3) Gestión de los Fondos; y, (4) Informes.
Es el cumplimiento de estos requisitos lo que les da esa característica los bonos, pero es el impacto de los proyectos y actividades lo que les da la sostenibilidad.
Los recursos de los bonos se usarán para financiar inversiones y proyectos en ocho grandes áreas: (1) Eficiencia energética; (2) Energía limpia; (3) Edificios eficientes; (4) Transporte limpio; (5) Economía circular y diseño; (6) Vivienda accesible; (7) Equidad racial; y, (8) Apoyo a PyME y mitigación del impacto de la pandemia.
Las cinco primeras son típicas de bonos verdes (medio ambiente) y las siguientes tres corresponden a la categoría de bonos sociales. Al incluir ambas categorías en una emisión, lleva a los bonos a la categoría de “sostenibles”. Las dos últimas áreas, equidad racial y el apoyo a PyME (sobre todo de empresas dirigidas por miembros de las minorías negras) y la mitigación del impacto de la pandemia, representan la respuesta de la empresa a situaciones circunstanciales, muy recientes, añadidas de última hora. Las áreas se explican por sí solas, por lo que comentaremos solo dos de ellas, economía circular y vivienda accesible. Mas delante consideraremos el potencial impacto, la contribución a la sostenibilidad, de todas las actividades y proyectos cubiertas por la emisión.
Siendo Alphabet uno
de los mayores consumidores de energía del mundo, las cuatro primeras
áreas son prioritarias y tienen un gran potencial de contribuir a la reducción
de las emisiones de gases de efecto invernadero, GEI. En el 2018, solamente Google
consumió 11 millones de MWh, equivalente al consumo de electricidad de Madrid
en diez meses. Sin embargo, desde hace 13 años es neutro en sus emisiones
de GEI utilizando energía renovable y compensado emisiones con inversiones en proyectos
que evitan o reducen emisiones. Es el mayor comprador del mundo de energía
renovable. Para mayores detalles ver
su Environmental Report 2019.
La quinta categoría, economía circular y diseño se refiere a proyectos e inversiones relacionados con la utilización de materiales plásticos reciclados y su reciclaje. Es mayormente una actividad que compete a las empresas y actividades de Alphabet que manufacturan y que consumen materiales. Según el esquema de la emisión se financiarán proyectos con el objetivo común de reducir los desechos ya sea utilizando materiales más sostenibles, reciclando materiales y reduciendo los desechos de las construcciones y oficinas.
Es de notar que en el área incluye la palabra “diseño”, lo que hace presuponer que el diseño de los productos considerará su impacto ambiental. Sin embargo, no parece que se preocupará de que los productos tengan mayor duración, mayor reutilización y más fácil reciclabilidad. Parece que el énfasis es en el uso de materiales que sean reciclados o que contaminen menos. Si bien esto es laudable, no es suficiente. Es una deficiencia generalizada de las estrategias de economía circular (su estrategia aquí): poca preocupación por la sostenibilidad del diseño (ver La economía circular: ¿Innovación o reciclaje?).
Con respecto a la sexta área, vivienda sostenible, cabe preguntarse porque es una prioridad para Google. Lo es por sus efectos indirectos en el costo de la vivienda en el área donde tiene sus oficinas centrales. Esto fue objeto de análisis en el artículo Buen ejemplo: Asumir responsabilidad por impactos indirectos, donde comentábamos la iniciativa de Google, y de otras empresas, para contribuir a la reducción del costo de la vivienda en el área de San Francisco, que se ha hecho inaccesible para una gran parte de su población como consecuencia de las elevadas remuneraciones y ganancias de los empleados de las grandes empresas de tecnología ubicadas en el área que hacen subir los precios y alquileres (Google, Facebook, Uber, Salesforce, Apple, Lyft, LinkedIn, Airbnb, eBay, Intel, Tesla, Yahoo, Netflix y Oracle, entre otras). Esta iniciativa ya fue anunciada en julio del 2019, sin mencionar la fuente de recursos, y lo que se hace ahora es asegurar su financiamiento.
Los recursos del bono de sostenibilidad financiarán actividades que, entre otras que puedan identificarse, incluyen la rezonificación de tierras que posee Google para dedicarlas a desarrollos residenciales accesibles y un fondo de inversiones para financiar estas viviendas (los recursos del bono actuarán como préstamo puente).
II.
Verificación, certificación y rating
El bono solo ha sido objeto de verificación parcial, en lo que se conoce como Segunda Opinión (Second-Party Opinion, SPO), producida por Sustainalytics, la mayor empresa en este tipo de verificaciones, y ha sido detallada en el documento Second-Party Opinion, Alphabet Sustainability Bond Framework. Es de destacar que esta opinión se basa en la verificación de que el esquema incluye la información que requieren principios generalmente aceptados para estas emisiones, en este caso los del ICMA. Es una verificación limitada que se basa en la información que proporciona la empresa y la que está disponible públicamente. No hay verificación de la veracidad de esa información.
En este caso, la segunda opinión más que una verificación parece una apología a Alphabet, esforzándose en demostrar lo sostenibile que es la empresa, que, si bien ello está respaldado por la información que publica Google en el mencionado informe ambiental, le quita objetividad a la “segunda opinión” ya que se limita a repetirlo, no a hacer un análisis crítico. Parece una segunda opinión interna, no externa. Estimulamos al lector a hacerse su propia “primera opinión” leyendo el documento.
Para ofrecer mayores confianzas a los inversores, algunas emisiones son objeto, además, de certificación y calificación, donde se evalúa su idoneidad como bonos verdes, sociales y sostenibles, y que el destino de los recursos que propone la emisión contribuyan al logro de sus objetivos medioambientales, sociales y de sostenibilidad, según corresponda. Algunos evaluadores independientes le asignan una calificación, similar a la de viabilidad financiera, a la posibilidad de que logren esos objetivos. Esta emisión no lo ha hecho.
La Segunda Opinión de Sustainalytics analiza cada una de las secciones del esquema de emisión para verificar si contiene la información que exigen los principios y guías del ICMA, analiza cada una de las áreas de inversión para apreciar su potencial contribución a la sostenibilidad y ponerlas en el contexto de la estrategia y actividades de la empresa para determinar si ello es razonable, si no presenta contradicciones potenciales. Sin embargo, como mencionábamos no verifica la veracidad de la información presentada en el esquema o en el informe ambiental, que son las fuentes de la información utilizada para la segunda opinión. Si bien esto es una práctica relativamente estándar, ello no obsta para que sea mejorable, como comentamos al final.
III. Evaluación de la emisión
1. ¿Contribuirán a la sostenibilidad?
De acuerdo con el breve análisis precedente del esquema de la emisión y del contenido de la segunda opinión, la emisión tiene un gran potencial de contribuir a mejorar el impacto ambiental y social de Alphabet. Se contemplan numerosas actividades y proyectos que están muy alineados con la estrategia del grupo de empresas y que son prioritarias por el elevado impacto que tienen sus actividades.
La estructura general de la emisión y las áreas de inversión dan confianza de que en efecto contribuirá a mejora la sostenibilidad del planeta. Pero tiene además algunas características menos comunes que inspiran más confianza en la efectividad de la utilización de los recursos:
- Se autoexigen que los proyectos que financien, por ejemplo, en energía renovable tengan adicionalidad, o sea, que sean proyectos nuevos, o que expandan el suministro, no la compra de energía renovable de proyectos existentes. Es la manera de garantizar que la inversión contribuye a la reducción de emisiones de GEI. El caso de la energética italiana ENEL, que comentábamos en el artículo Qué fácil es usar los ODS para el greenwashing, no requiere adicionalidad y pueden alegar que la compra de energía renovable de terceros reduce las emisiones y contribuye a los ODS, cuando en efecto ya están reducidas.
- En proyectos donde no tengan el total control, por ejemplo, en inversiones en PyME o en vivienda accesible, que no los ejecutan, exigirán que cumplan con sus políticas de sostenibilidad, como si fueran ejecutados directamente.
- Ofrecen reportes con verificación independiente de que las inversiones efectuadas han sido llevadas a cabo de acuerdo con los principios del esquema de emisión.
- Ofrecen incluir en los reportes de ejecución una serie de indicadores de impacto para cada una de las áreas. Algunos indicadores ya están definidos para cada área, sin embargo, es de destacar que más que impacto se refieren a indicadores numéricos de lo que en evaluación ex post de proyecto se llaman outcomes, que se refiere a lo que se ha hecho físicamente, que no es lo mismo que impacto, que se refiere a cómo ha cambiado la situación como consecuencia de la inversión. Lo que ofrece Alphabet es lo normal en este tipo de emisiones, pero no es suficiente. Con la experiencia acumulada a lo mejor Alphabet podrá acercarse algo más a la medición del impacto, en el sentido más estricto de la palabra. [2]
Todas las actividades contempladas se pueden llevar a cabo con los financiamientos tradicionales a los que tiene acceso Alphabet y sus empresas. Pero desde el punto de vista de la sociedad, el hecho de hacerlo vía bonos sostenibles tiene la ventaja de que fuerza a la empresa a enfocarse en esas actividades, gestionarlas y reportar sobre su ejecución. Si fueran financiadas vía bonos tradicionales, la empresa podría hacer lo que quisiera con los recursos, sin restricciones de destino, salvo que la emisión lo especificara. Podrían decir que han financiado sostenibilidad, pero con menos confianza para la sociedad.
Desde el punto de vista de la empresa una de las razones por las cuales se financian bajo la modalidad de bonos sostenibles es para llamar la atención sobre su responsabilidad social y ambiental, mostrando el volumen de actividades en este sentido que llevan a cabo. De esta manera se sensibilizan a los mercados financieros de esa responsabilidad y, visto el elevado interés actual en los mercados de inversiones responsables, ISR, y las grandes confusiones sobre lo que en realidad son inversiones ambientales, sociales y de gobernanza, ESG, esta emisión puede llenar parte de la demanda por este tipo de inversiones en una empresa sostenible en todos los sentidos de la palabra. De hecho, la emisión tuvo una demanda por cuatro veces el monto de la emisión, lo que además puede contribuir a rebajar su costo.
Es posible que los bonos hayan tenido un descuento por ser sostenibles y se haya reducido el costo del financiamiento de Alphabet. El profesional que lideró la emisión, que puede no ser objetivo, opina que esta puede haberles ahorrado entre 3 y 5 puntos base (cada punto base, 1/100 de 1%, le puede ahorrar US$575.000 anuales por concepto de intereses). Habíamos analizado estudios más rigurosos sobre el impacto en el costo de financiamiento de este tipo de bonos al final del articulo Bonos verdes, sociales y sostenibles. 2a. Parte: ¿Añaden valor?, donde no se constataba efecto alguno. Estos estudios son a nivel agregado, por lo que cabe destacar que para una empresa en particular sí sea posible que se reduzca su costo, aunque sea difícil probarlo (no puede haber una emisión tradicional perfectamente comparable). Además, entre aquellos estudios del 2015 y la actualidad el mercado de ISR ha evolucionado mucho.
2. Y no podrían faltar los ODS
También la documentación de la emisión hace referencia a su contribución a los ODS. Como describíamos en el artículo Lo nuevo en reportes de sostenibilidad, Derechos Humanos, Pacto Mundial y los ODS al comentar el informe del Linking the SDGs and the GRI Standards, es posible hacer una correlación entre lo que dicen que hacen las empresas, en este caso lo que prometen hacer, con todos los ODS y así parecer que se hace una contribución.
Sin duda que las actividades propuestas en la emisión pueden hacer una contribución, pero lo que deja un mal sabor es la amplitud reportada de la potencial contribución, el todo vale. Para cada una de las ocho áreas hacen esa correlación y alegan que contribuirán a nueve de los ODS (y se les olvidó añadir el #17, ya que algunos proyectos se llevarán a cabo en alianzas con otras organizaciones). La contribución es laudable, pero como se aprecia, lo que se hace es una correlación ex post, primero se diseña la emisión y luego se le atribuye contribución. No parece ser un esfuerzo especial para contribuir, es un mapeo. [3]
IV. En resumen
A pesar de las ligeras críticas expresadas en este artículo, el bono está muy bien diseñado y estructurado, respalda la estrategia de la empresa y prioriza las áreas en la que tiene mayor impacto social y ambiental. Es un modelo de cómo hacer estos bonos y puede contribuir a estimular emisiones de otras empresas.
Lo que falta por saber es cuál será el impacto de los proyectos y actividades ya que a estas alturas reflejan intenciones. Esto es un problema común de todas estas emisiones, es un problema de la falta de mordiente en los principios y guías que las rigen (ya habíamos destacado la necesidad de que sean fortalecidos en What's the true impact of green bonds? y la necesidad de desarrollar esquemas independientes de seguimiento en Needed: A systematic effort to monitor and report greenwashing related to the SDGs).
Es de destacar, no obstante, que en este caso, Alphabet ofrece confianzas de que la ejecución de los proyectos será efectiva. El compromiso de las empresas del grupo con la sostenibilidad parece firme.
Si el bono hubiese sido objeto de certificación o rating daría todavía más confianzas. No conocemos las razones por las cuales no lo fue, pero es de presumir que consideraron que por las medidas tomadas para asegurar la efectividad y la capacidad de Alphabet para supervisar y controlar la ejecución de las inversiones ello no era necesario.
Ojalá le salgan imitadores y potencien sus inversiones sostenibles………….y su compromiso con la sociedad.
[1] Para un análisis detallado de las
características de este tipo de bonos ver Bonos verdes, sociales y sostenibles. 1a.
Parte: ¿Qué son y para qué sirven? y los demás artículos listados en Mis artículos sobre bonos verdes, sociales
y sostenibles.
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