domingo, 12 de mayo de 2019

¿Es la cultura para la preparación de estándares de información financiera compatible con la de información no financiera?



En un artículo anterior (¿Y si tuviéramos estándares de reporte de información no financiera como los de la financiera?) analizábamos los “pros” y “cons” de una propuesta de que las instituciones encargadas de establecer los estándares de información financiera contable (Financial Accounting Standards Board, FASB y el International Accounting Standards Board, IASB), se encargaran además de hacerlo, con el mismo rigor, para la información no financiera.  De ese análisis nuestra conclusión fue que “No parece que los establecedores de estándares de información financiera sean los más idóneos para liderar estos esfuerzos, en gran parte por las características de aquella información y por los diferentes esquemas mentales requeridos para procesar ambos tipos de información.”

Si bien es muy poco factible, política y técnicamente, que lo hagan, ello no obsta para que no pueden contribuir a la mejora de la utilidad de la información no financiera.  Esto fue parte del discurso del Director de la IASB, Hans Hoogervorst, What sustainability reporting can and cannot achieve, en una conferencia (2 abril 2019) sobre el reporte del impacto financiero del cambio climático que se celebró en la Universidad de Cambridge, competencia de Oxford, donde se desarrolló la discusión mencionada en el artículo anterior. 

Si bien sus argumentos estuvieron dirigidos a mostrar el potencial de los establecedores de estándares de información financiera al desarrollo de estándares de información no financiera (el “pro” del debate anterior), no lo logra, más bien termina demostrando que la cultura de los contadores no es conducente a ello y que su visión de la sostenibilidad es muy limitada para apreciar la complejidad del asunto (demostrando el “con” del debate anterior).[1] A continuación, comentamos estos aspectos.

En primer lugar parece como si el Director hubiera participado en el debate comentado en el artículo anterior ya que asevera que “….no creo que el IASB esté equipado para entrar en la contabilidad de sostenibilidad.  El establecimiento de estándares de reporte de la sostenibilidad requiere pericias que no tenemos.  Además ya hay entidades más que suficientes que se dedican a ello…..hay mas de 23º iniciativas de estos estándares…”.  En esto creo que refiere a “metodologías de calificación” de sostenibilidad (RobecoSam, MSCI, Oekom, etc.) y no a “estándares” propiamente dichos que hay pocos (GRI y SASB).

Dice que hay dos variantes de información sobre la sostenibilidad, la que llama RSE, que “…requiere que las empresas demuestren como están contribuyendo a un mundo mejor a través de sus actividades ambientalmente sostenibles.  Esta variante está orientada hacia el bien público y ve a la toda la sociedad como su audiencia…”  Habrá que recordarle al Director que también incluye la sostenibilidad social, no solo la ambiental.

La segunda variante es aquella “……que está más enfocada en los impactos que los aspectos de sostenibilidad tienen sobre la empresa misma, más que sobre el bien público.  Busca proporcionar información a los inversionistas sobre el como estos aspectos pueden impactar el rendimiento financiero futuro de la empresa”. Y aquí está pensando mayormente en el impacto financiero sobre la empresa del cambio climático, tanto en sus costos como el valor de sus activos. Y este enfoque lo asemeja a los reportes financieros tradicionales, que si bien reportan sobre el pasado y el presente de la empresa pretenden ser de utilidad para evaluar la salud y perspectivas financieras de la empresa.  Es aquí donde habría una superposición entre ambos reportes y donde cree que instituciones de estándares financieros pueden contribuir: evaluar las perspectivas de las empresas de generar rendimientos financieros.

Este es el caso del Financial Stability Board, FSB, una de las instituciones que promueve la estabilidad el sistema financiero internacional formo un grupo de trabajo (Task Force, TF) para estandarizar la información y su presentación en el caso del impacto del cambio climático en la situación de las instituciones financieras. El FSBTF ha emitido una serie de documentos (recomendaciones, implementación y uso del análisis de escenarios) para preparar estos reportes y aun cuando no cambian los estados financieros tradicionales del banco en cuestión, cuantifican los posibles impactos financieros de diferentes escenarios sobre el cambio climático.  Y son informes que las grandes in instituciones financieras están presentando.  Pero es de enfatizar que este es para un solo aspecto de sostenibilidad y para una sola industria y los “estándares” no han sido preparados por instituciones como el FASB y el IASB, sino por una coalición de reguladores del sistema financiero.  De cualquier manera, es un buen modelo para otros casos.

En principio parece que no hay controversia, pero hay dos observaciones que hacer.  La primera es que un buen informe de sostenibilidad no se limita a reportar sobre el “buenismo de la RSE” sino que además suele considerar los potenciales impactos de los temas, por ejemplo, ambientales, no solo de las actividades de la empresa en la sociedad sino además sobre la misma empresa.  Ida y vuelta.  Lo que si es cierto es que todavía falta mucho camino por recorrer en cuanto a uniformar criterios y sobre todo en la cuantificación de impactos, como si lo es el caso citado arriba del FSBTF.  Esto es lo que ha puesto de relieve las recomendaciones del esquema de reportes integrados.

Y la segunda observación es que aun las estimaciones de los impactos, por ejemplo, de cambio climático, se hace a través de la cuantificación de riesgos, de estimaciones de probabilidades y del potencial costo de su ocurrencia, como se hace en el caso mencionado y en las “pruebas de stress” que producen las instituciones financieras sobre eventos que puedan ocurrir en los mercados financieros. En el caso de las instituciones financieras estas metodologías permiten determinar el capital necesario para hacerle frente a esas eventualidades.  Este mayor avance se debe a que las instituciones financieras presentan un riesgo sistémico, porque fallas en una (grande) pueden afectar a todo el sistema, lo que no ocurre en el caso empresas en otros sectores y por ende este tipo de reporte no es prioritario.

Este tipo de metodología suplementaría a los de los tradicionales estándares de contabilidad ya que se fundamentan en la cuantificación de la incertidumbre, casi anatema para la contabilidad tradicional, donde hay una obsesión con una supuesta precisión que no existe. La cultura prevaleciente en las instituciones de estándares de contabilidad financiera, precisión, presente y pasado, no es conducente a este tipo de enfoques para la no financiera que son en cierta forma especulativos y sobre el futuro, de allí que difícilmente podrán contribuir al desarrollo de estándares para información no financiera. 

A lo sumo podrán usar su pericia en la determinación de la relevancia y modalidad de presentación de ciertos aspectos de sostenibilidad, sobre todo en la valoración de intangibles, para la preparación de información cualitativa suplementaria, enriqueciendo el esquema de reportes integrados.




[1] Ver el artículo ¿Es la información no financiera no financiera? en el que analizábamos la pertinencia de esa información y el posible menosprecio que le confiere su nombre y recordábamos el impacto financiero que esa información tiene a pesar de su nombre.


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