En un artículo anterior
(¿Y si tuviéramos estándares de
reporte de información no financiera como los de la financiera?) analizábamos
los “pros” y “cons” de una propuesta de que las instituciones encargadas de
establecer los estándares de información financiera contable (Financial Accounting Standards Board,
FASB y el International Accounting
Standards Board, IASB), se encargaran además de hacerlo, con el mismo
rigor, para la información no financiera.
De ese análisis nuestra conclusión fue que “No parece que los establecedores de estándares de información
financiera sean los más idóneos para liderar estos esfuerzos, en gran parte por
las características de aquella información y por los diferentes esquemas
mentales requeridos para procesar ambos tipos de información.”
Si bien es muy
poco factible, política y técnicamente, que lo hagan, ello no obsta para que no
pueden contribuir a la mejora de la utilidad de la información no financiera. Esto fue parte del discurso del Director de
la IASB, Hans Hoogervorst, What sustainability reporting can and cannot achieve, en una conferencia (2 abril 2019) sobre el
reporte del impacto financiero del cambio climático que se celebró en la
Universidad de Cambridge, competencia de Oxford, donde se desarrolló la discusión
mencionada en el artículo anterior.
Si bien sus argumentos
estuvieron dirigidos a mostrar el potencial de los establecedores de estándares
de información financiera al desarrollo de estándares de información no financiera
(el “pro” del debate anterior), no lo logra, más bien termina demostrando que la cultura de los contadores no es conducente
a ello y que su visión de la sostenibilidad es muy limitada para apreciar
la complejidad del asunto (demostrando el “con” del debate anterior).[1] A continuación,
comentamos estos aspectos.
En primer lugar
parece como si el Director hubiera participado en el debate comentado en el artículo
anterior ya que asevera que “….no creo que el IASB esté equipado para
entrar en la contabilidad de sostenibilidad. El
establecimiento de estándares de reporte de la sostenibilidad requiere pericias
que no tenemos. Además ya hay
entidades más que suficientes que se dedican a ello…..hay mas de 23º iniciativas
de estos estándares…”. En esto creo
que refiere a “metodologías de calificación” de sostenibilidad (RobecoSam,
MSCI, Oekom, etc.) y no a “estándares” propiamente dichos que hay pocos (GRI y
SASB).
Dice que hay dos
variantes de información sobre la sostenibilidad, la que llama RSE, que “…requiere que las empresas demuestren como están contribuyendo a un mundo mejor
a través de sus actividades ambientalmente sostenibles. Esta variante está orientada hacia el bien
público y ve a la toda la sociedad como su audiencia…” Habrá que recordarle al Director que también
incluye la sostenibilidad social, no solo la ambiental.
La segunda variante
es aquella “……que está más enfocada en
los impactos que los aspectos de sostenibilidad
tienen sobre la empresa misma, más que sobre el bien público. Busca proporcionar información a los
inversionistas sobre el como estos aspectos pueden impactar el rendimiento
financiero futuro de la empresa”. Y aquí está pensando mayormente en el
impacto financiero sobre la empresa del cambio climático, tanto en sus costos
como el valor de sus activos. Y este enfoque lo asemeja a los reportes financieros
tradicionales, que si bien reportan sobre el pasado y el presente de la empresa
pretenden ser de utilidad para evaluar la salud y perspectivas financieras de
la empresa. Es aquí donde habría una superposición entre ambos reportes y donde
cree que instituciones de estándares financieros pueden contribuir: evaluar las
perspectivas de las empresas de generar rendimientos financieros.
Este es el caso
del Financial Stability Board, FSB, una
de las instituciones que promueve la estabilidad el sistema financiero internacional
formo un grupo de trabajo (Task Force,
TF) para estandarizar la información y su presentación en el caso del impacto
del cambio climático en la situación de
las instituciones financieras. El FSBTF ha emitido una serie de documentos (recomendaciones,
implementación y uso del análisis de escenarios) para preparar estos reportes y
aun cuando no cambian los estados financieros tradicionales del banco en
cuestión, cuantifican los posibles
impactos financieros de diferentes escenarios sobre el cambio climático. Y son informes que las grandes in instituciones
financieras están presentando. Pero es
de enfatizar que este es para un solo aspecto
de sostenibilidad y para una sola industria y los “estándares” no han sido
preparados por instituciones como el FASB y el IASB, sino por una coalición de reguladores
del sistema financiero. De cualquier
manera, es un buen modelo para otros casos.
En principio
parece que no hay controversia, pero hay dos observaciones que hacer. La primera es que un buen informe de sostenibilidad
no se limita a reportar sobre el “buenismo de la RSE” sino que además suele
considerar los potenciales impactos de los temas, por ejemplo, ambientales, no solo de las actividades de la empresa
en la sociedad sino además sobre la misma empresa. Ida y vuelta.
Lo que si es cierto es que todavía falta mucho camino por recorrer en
cuanto a uniformar criterios y sobre todo en la cuantificación de impactos,
como si lo es el caso citado arriba del FSBTF.
Esto es lo que ha puesto de relieve las recomendaciones del esquema de
reportes integrados.
Y la segunda observación
es que aun las estimaciones de los
impactos, por ejemplo, de cambio climático, se hace a través de la cuantificación
de riesgos, de estimaciones de probabilidades y del potencial costo de su
ocurrencia, como se hace en el caso mencionado y en las “pruebas de stress”
que producen las instituciones financieras sobre eventos que puedan ocurrir en
los mercados financieros. En el caso de las instituciones financieras estas
metodologías permiten determinar el capital necesario para hacerle frente a esas
eventualidades. Este mayor avance se debe
a que las instituciones financieras presentan un riesgo sistémico, porque
fallas en una (grande) pueden afectar a todo el sistema, lo que no ocurre en el
caso empresas en otros sectores y por ende este tipo de reporte no es prioritario.
Este tipo de metodología
suplementaría a los de los tradicionales
estándares de contabilidad ya que se fundamentan en la cuantificación de la
incertidumbre, casi anatema para la contabilidad tradicional, donde hay una
obsesión con una supuesta precisión que no existe. La cultura prevaleciente en las instituciones de estándares de contabilidad
financiera, precisión, presente y pasado, no es conducente a este tipo de
enfoques para la no financiera que son en cierta forma especulativos y sobre el
futuro, de allí que difícilmente podrán contribuir al desarrollo de estándares para
información no financiera.
A lo sumo podrán usar
su pericia en la determinación de la
relevancia y modalidad de presentación de ciertos aspectos de sostenibilidad,
sobre todo en la valoración de intangibles, para la preparación de información cualitativa
suplementaria, enriqueciendo el esquema de reportes integrados.
[1] Ver el artículo ¿Es la información no financiera no
financiera? en el que analizábamos la pertinencia de
esa información y el posible menosprecio que le confiere su nombre y
recordábamos el impacto financiero que esa información tiene a pesar de su
nombre.
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