Posiblemente el
lector conozca el dicho de que “la cultura empresarial se merienda a la
estrategia” (Peter Drucker, 1909-2005).
Con ello lo que se quiere decir es que, si bien la estrategia de la empresa es clave para guiar y poner orden y
sentido a sus actividades, el entorno en que se desenvuelve su ejecución es la
que determina su éxito. Recordemos una
definición muy apropiada de esa cultura: [1]
“la cultura organizacional es el sistema de supuestos
compartidos, valores, creencias, que gobiernan el comportamiento de las
personas en las organizaciones. Estos valores compartidos tienen una
gran influencia sobre el personal y determinan como se visten, como actúan,
como hacen su trabajo. Cada organización desarrolla y mantiene una cultura
singular que proporciona lineamientos y límites al comportamiento de sus
miembros.” (What is
Organizational Culture? - Definition & Characteristics).
Y la cultura también se merienda a la estructura,
no solo a la estrategia. Es que los mejores planes dependen de su
implementación y esta está determinada por las acciones de los involucrados lo
que a su vez depende de la cultura que prevalece. La estructura organizacional
y en especial su gobernanza es también clave, pero es solo condición necesaria,
ya que si los que ejecutan no operan en una cultura adecuada la implementación
se compromete. Como decíamos en el
artículo Cultura
empresarial para la responsabilidad,
“No
solo se requiere que la semilla (estrategia) sea buena, también debe ser
compatible con el clima y la tierra en que se siembra (la cultura)”. Podríamos añadir la palabra
“estructura” en el primer paréntesis.
La unidad Analytic Services, del Harvard Business Review (HBR), publicó un
estudio, Testing
Organizational Boundaries To Improve Strategy Execution con los resultados de una encuesta a más
de 1600 personas (casi el 70% de Europa, EE. UU. y Canadá) que están asociadas
de alguna manera con las publicaciones del HBR, sobre las características de
los dirigentes de empresas que son exitosos en implementar sus estrategias. El estudio, basado en información sobre el éxito
de las instituciones, califica a sus dirigentes en tres tipos: líderes,
seguidores y atrasados, en función del éxito en el logro de los objetivos organizacionales.
El estudio es
relativamente general y no tiene relación con la RSE y solo toca de pasada el
tema de la cultura organizacional, pero lo
poco que tiene sobre el tema nos permite derivar un par de lecciones sobre la estructura
que sería compatible con una cultura para implementar estrategias de responsabilidad
empresarial. En el artículo reciente,
mencionado arriba, analizábamos las especificidades de la cultura para la implementación
exitosa de las estrategias de responsabilidad. Ahora comentaremos brevemente
las lecciones del estudio citado, que complementan aquel análisis.
En el siguiente
gráfico se puede apreciar que los calificados
como líderes usan más estructuras matriciales y menos las estructuras multi-divisionales
y centralizadas. Una estructura
matricial es aquella en la cual la línea de reporte no es fija, una persona o
un grupo puede tener varias líneas de reporte. Una multi-divisional tiene una
estructura descentralizada en unidades centralizadas (divisiones), y la
centralizada tiene una estructura de poder concentrada en una o pocas personas.
El mensaje que se desprende de estos resultados es
que los líderes exitosos operan con estructuras con mayor delegación en la toma
de decisiones, lo que puede implicar mayor autonomía y mayor flexibilidad en
las unidades de línea.
En los países de habla hispana no hay mucha
admiración por las estructuras matriciales, la cultura personal suele ser una que
prefiere un solo jefe y una línea de autoridad claramente definida (“perro de muchos dueños se muere de
hambre”). Esto puede querer decir que,
si bien las estructuras más flexibles pueden ser más conducentes a mejores resultados,
deben operar con personas que tienen la capacidad de hacerlo en esas
estructuras, lo que no es universalmente válido. No quiere decir que si queremos mejorar el
rendimiento hay que ir a una estructura flexible. Es favorable pero solo efectiva
si la cultura es conducente.
La experiencia
del suscrito cuando en su organización cambiaron de una estructura muy
centralizada, utilizada desde hacia mucho tiempo (latinoamericana), a una
matricial (impuesta por anglosajones) el personal estuvo confundido y hasta
algunos abusaron de tener que responder a órdenes, valores e incentivos de
diferentes personas. No funcionó. No se
había comenzado con una cultura que pudiese aprovechar la nueva estructura, ni
se hicieron esfuerzos para educar al personal en la operatoria de una
estructura flexible. Poco después se
regresó a la estructura centralizada, autoritaria.
Y en el estudio
citado, como un elemento altamente relacionado, se analizaron las opiniones de
los dirigentes sobre si su organización estimulaba y reconocía la colaboración,
encontrándose que los dirigentes líderes estaban mayormente de acuerdo en que
lo hacían, en tanto que los atrasados creían que no lo hacían. El resultado parece obvio, la colaboración
conduce al éxito, la que tiene que ser estimulada y reconocida, no suele ser
espontánea, a menos que la cultura empresarial la favorezca. Y eso es tanto más necesario en estructuras
matriciales donde la línea de mando es más difusa y donde la productividad depende
en buena parte del trabajo en equipo. En
estructuras centralizadas, se suele exigir la colaboración, pero esta responde mejor a estímulos y reconocimientos
que a órdenes.
Como resume este
estudio:
Los líderes en implementación han hecho grandes esfuerzos en crear culturas
distintivas que hacen los silos menos relevantes y en estimular mentalidades
ágiles, capaces de trabajar a través de diferentes funciones para ejecutar las
labores. La clave de estas culturas es
la toma de decisiones descentralizada y el logro de un balance entre autonomía
y autoridad.
¿Y qué lecciones tiene esto para las estrategias
de sostenibilidad? Sugerimos al lector referirse al artículo Cultura
empresarial para la responsabilidad donde analizábamos las culturas que eran más
conducentes a la implementación de estrategias de sostenibilidad. Decíamos:
Pero a la hora de implementar, profundizar o afianzar una estrategia de
responsabilidad dentro de la empresa, debemos tener en cuenta que no se parte de cero, que la empresa ya
tiene una cultura dominante y por lo que vimos en la discusión precedente, algunas culturas son más amenas al cambio,
al aprendizaje, a la innovación y al involucramiento del personal,
características estas que son necesarias para una estrategia efectiva de
responsabilidad, por lo que sería necesario el afianzamiento de estas
características dentro de la cultura de la empresa.
El estudio que
comentamos corrobora esto en términos de estructura. Son más
conducentes al éxito las estructuras descentralizadas, o puesto de otra forma, que
favorecen culturas donde se aprecia y estimula la autonomía, la iniciativa
propia y la colaboración en un marco de valores compartidos (mejor si
voluntarios que impuestos vía autoridad). Estas estructuras son más conducentes
al aprendizaje, innovación e
involucramiento del personal, al
reconocer, en general, como que tiene algo que aportar, que no todo viene de la
autoridad, lo que a su vez es más conducente a la implementación de estrategias
que asumen la responsabilidad ante la sociedad, lo que requiere una amplia
visión en el tiempo y en el espacio. Una estructura centralizada es más
conducente al orden, a la autoridad, a la rigidez, a la priorización de objetivos
únicos como lo pueden ser los resultados financieros. Estas culturas son menos compatibles con la
responsabilidad.
[1] Ver la serie de cuatro artículos Cultura
empresarial y cultura de responsabilidad social,
consolidados en el
capítulo II.7 del Volumen
IV de Una Mirada Crítica a la Responsabilidad social de la Empresa en
Iberoamérica.
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