Desafortunadamente
se ha presentado una oportunidad para recordar los esfuerzos del papa Francisco
en la promoción del bienestar social de las clases menos favorecidas y de la
sostenibilidad ambiental, pilares de su actuación sobre el papel de la
Iglesia en la sociedad. Ambos esfuerzos están directamente relacionados con la
sostenibilidad empresarial.
El objetivo de
este artículo no es hacer un análisis de sus intervenciones, es ponerlas en contexto y proporcionar un punto de
partida al lector interesado en profundizar sobre sus lecciones. Comentaremos cinco documentos: dos
Encíclicas, una Exhortación Apostólica y dos documentos emitidos por instituciones
del Vaticano, bajo su liderazgo. Los habíamos analizado todos al momento de su
publicación en artículos anteriores (excepto el de la Exhortación), por lo que descansaremos
en aquellos análisis. Todos los documentos están disponibles en el sitio dedicado del Vaticano.
Quizás la mayor
contribución de este artículo, y lo que distingue, es
ponerlos en el contexto de la sostenibilidad empresarial y comentarlos todos
juntos, como una visión integrada, interrelacionada y consistente de su visión de la sociedad y el medio
ambiente y el papel de las personas y las instituciones en su desarrollo.
Lo hacemos vía la
extracción de secciones que nos parecen aplicables a la sostenibilidad empresarial,
con algunos breves comentarios para ponerlos en contexto. En este sentido, la
selección esta sesgada y no es representativa de todos sus amplios y
variados mensajes, más útiles para otros intereses. Para el análisis mas extenso,
pueden ver mis reseñas de los cuatro documentos en las notas al pie, pero aun allí
su cobertura está concentrada en la sostenibilidad empresarial y la ambiental.
Las citas
textuales de los documentos están en itálicas y lo que se enfatiza en negrillas
es un añadido por el suscrito. Pedimos disculpas
al lector por la extensión, pero se trata de reseñar cinco
documentos que en conjunto cubren centenares de páginas.
I.
Dos Encíclicas y una Exhortación apostólica.
Dos de sus cuatro
encíclicas están directamente relacionadas con la sostenibilidad empresarial, una
de ellas dedicada exclusivamente al tema de la sostenibilidad ambiental, y la
otra es más amplia abarcando el papel de la economía y los mercados en la
inclusión. La exhortación apostólica es un refuerzo/recordatorio de la encíclica
ambiental.
1.
Encíclica Laudato Sí (24 mayo 2015) [1]
Para apreciar el contexto
vale la pena recordar que esta encíclica fue emitida justo antes de la reunión
COP21 donde se logró el Acuerdo de París sobre las acciones para combatir y
mitigar el cambio climático. Por ello se suele considerar como una encíclica solo
sobre este tema. Es sobre la ecología entendida como las relaciones
entre los organismos vivientes (en este caso el énfasis en el ser humano) y el
ambiente donde se desarrollan, sobre los efectos de la degradación del medio
ambiente sobre las personas, especialmente sobre la desigualdad social y el
impacto sobre los pobres. De allí la justificación de la intervención de la
Iglesia Católica en el tema. De hecho, una de las principales contribuciones
que tiene la encíclica es destacar la necesidad de una visión integral de
las interrelaciones y la consideración de soluciones integrales e integradas.
Sin embargo, la preocupación es sobre el impacto desproporcionado que el
deterioro del medio ambiente, no solo por el cambio climático, sino además por
el consumo desordenado de los escasos recursos naturales, tiene sobre las
poblaciones más vulnerables.
Postula que el
elevado nivel de vida de los países desarrollados en buena parte ha sido basado
en la explotación y degradación de los recursos naturales de los países más
pobres, generando un “déficit ecológico”.
“Conocemos bien la imposibilidad de sostener el actual nivel de consumo de
los países más desarrollados y de los sectores más ricos de las sociedades,
donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos. Ya se han rebasado
ciertos límites máximos de explotación del planeta sin que hayamos
resuelto el problema de la pobreza”.
Reconoce que la
miopía y falta de grandeza de los políticos y gobernantes les impide afrontar
soluciones:
“El drama del inmediatismo político, sostenido por poblaciones consumistas,
provoca la necesidad de producir crecimiento a corto plazo. Respondiendo
a intereses electorales, los gobiernos no se exponen fácilmente a irritar a la
población con medidas que puedan afectar el consumo o poner en riesgo
inversiones extranjeras. …. La grandeza política se muestra cuando, en
momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común
a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un
proyecto de nación”.
Buena parte de la
encíclica se dedica a destacar los efectos
perniciosos que las empresas pueden tener al perseguir la maximización de
beneficios, en particular con una visión cortoplacista y sin valorar
adecuadamente los impactos que tiene, en particular sobre el medio ambiente
y las personas. Y este es uno
de los temas principales de la encíclica: reducir el impacto y una manera de
reducir el impacto es que tenga un costo para el que lo hace.
Ataca la irresponsabilidad
de algunas multinacionales que operan en los países menos
desarrollados
“….que hacen lo que no les está permitido hacer en los países
desarrollados, o del llamado primer mundo…..y cuando se retiran dejan
atrás grandes pasivos humanos y ambientales, como la desocupación, pueblos sin
vida, ….deforestación, ….. y algunas obras sociales que yo no pueden
sostenerse…”.
Y reitera los
llamados de Juan Pablo II (en Centesimus Annus) y de Benedicto XVI (en Caritas
in Veritate) a la inclusión en el círculo de
intercambio, en la actividad económica, de los menos favorecidos que
para las empresas se puede traducir en negocios inclusivos y en la base
de la pirámide y la creación de empleos dignos y pone en su lugar a la
filantropía pura y dura:
“En este sentido, ayudar a los pobres con dinero siempre debe ser una
solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser
permitirles una vida digna a través del trabajo……El trabajo es una necesidad,
parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de la maduración, de
desarrollo humano y de realización personal….
Estimula a los consumidores a utilizar su poder para afectar la
responsabilidad de las empresas:
“Es lo que ocurre cuando los movimientos de consumidores logran que dejen
de adquirirse ciertos productos y así se vuelven efectivos para modificar el
comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y
los patrones de producción. Es un hecho que, cuando los hábitos
de la sociedad afectan el rédito de las empresas estas se ven presionadas a
producir de otra manera. Ello nos recuerda la responsabilidad social de los
consumidores. Comprar es siempre un acto moral y no solo económico”.
Se destaca en
varias ocasiones los efectos perniciosos del objetivo de maximización
de beneficios.
“En algunos círculos se sostiene que la economía actual y la tecnología
resolverán todos los problemas ambientales, del mismo modo que se afirma …….que
los problemas del hambre y la miseria del mundo simplemente se resolverán con
el crecimiento del mercado……no parece preocuparles una justa dimensión de la
producción, una mejor distribución de la riqueza, un cuidado responsable del
medio ambiente o los derechos de las generaciones futuras. Con sus
comportamientos expresan que el objetivo de maximizar los beneficios es
suficiente. Pero el mercado por sí mismo no
garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social”.
Enfatiza la
necesidad tomar en cuenta que no todas las externalidades (no usa este
término) no pueden ser cuantificadas (no todo que se puede contar cuenta ni
todo lo que cuenta se puede contar) y de evitar el cortoplacismo.
“En este contexto, siempre hay que recordar que la protección
ambiental no puede asegurarse en base al cálculo financiero de costos y
beneficios. El ambiente es uno de esos bienes
que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover
adecuadamente. Una vez más, conviene evitar una concepción
mágica del mercado, que tiende a pensar que los problemas se resuelven solo con
el crecimiento de los beneficios de las empresas o de los individuos, ¿Es
realista esperar que quien se obsesiona por el máximo beneficio se detenga a
pensar en los efectos ambientales que dejara a las próximas
generaciones?.........no se considera seriamente el valor real de las cosas,
su significado para las personas y las culturas, los intereses y las
necesidades de los pobres.”
“……las empresas obtienen ganancias calculando y pagando un ínfima parte
de los costos. Solo podría considerarse ético un comportamiento en el
cual los costes económicos y sociales que se derivan del uso de recursos
ambientales comunes se reconozcan de manera transparente y sean sufragados
totalmente por aquellos que se benefician y no por otros o por las futuras
generaciones”.
2.
Encíclica Fratellii tutti (3 octubre 2020) [2]
En esta encíclica
(Hermanos todos) aboga por la inclusión
de todos los seres humanos como criterio para juzgar todos los proyectos
políticos económicos sociales y religiosos (fraternidad).
Desde el punto de
vista de la economía, el mercado y la empresa, el hilo conductor de la
encíclica, aunque no lo expresa en este lenguaje, es la tensión entre la
eficiencia económica a la que conducen las decisiones basadas en la aplicación
de las técnicas economicistas y el logro de la equidad, la justicia y la
inclusión.
La eficiencia
económica puede conspirar contra estos aspectos. Viene a la memoria el cliché de que la
derecha se interesa por agrandar la torta y que la izquierda se interesa por
repartirla. La encíclica no se opone
a agrandar la torta, pero sí a que la torta la disfruten solo algunos y aboga
por una distribución más inclusiva, más equitativa, por el
aprovechamiento del capital humano y potencial de los excluidos y la
realización de su dignidad.
Pero esto no
es ataque a los mercados, que cuando funcionan, proveen un servicio muy valioso
a la sociedad. El
problema es la aplicación del mecanismo del mercado libre, sin controles o
restricciones a actividades que no pueden ser equitativamente transadas o que no cumplen con las condiciones
para que los beneficien a todos.
El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez
nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal…... El neoliberalismo se
reproduce a sí mismo sin más, acudiendo al mágico “derrame” o “goteo” —sin
nombrarlo— como único camino para resolver los problemas sociales. No se
advierte que el supuesto derrame no resuelve la inequidad, …… es imperiosa
una política económica activa orientada a «promover una economía que favorezca
la diversidad productiva y la creatividad empresarial, para que sea
posible acrecentar los puestos de trabajo en lugar de reducirlos.
El mayor peligro no reside en las cosas, en las realidades
materiales, en las organizaciones, sino en el modo como las personas
las utilizan. El asunto es la fragilidad humana, la tendencia
constante al egoísmo humano …..
Pero en todo caso estas capacidades de los empresarios, que son un don de
Dios, tendrían que orientarse claramente al desarrollo de las demás personas y a la
superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de
trabajo diversificadas.
El gran tema es el trabajo. ……«ayudar a los pobres con dinero debe
ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo
debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo».
Una parte clave
de las citas precedentes dice que "El
mayor peligro reside en el modo en que las personas las utilizan”. El
comportamiento de las personas, en particular el de las que tienen poder
económico y político, es la clave para la justicia social. Los mercados, las
instituciones, las regulaciones o su ausencia, etc. están diseñadas y
gestionadas por las personas.
La encíclica también
llama la atención al papel de la política para mediar en este conflicto entre
la persecución de la eficiencia económica en el uso de los recursos y la
distribución de los beneficios de la actividad económica con equidad, justicia
e inclusión. Los párrafos
en los que basamos nuestro análisis son los siguientes:
Exige un Estado presente y activo, e instituciones de la sociedad civil
que vayan más allá de la libertad de los mecanismos eficientistas de
determinados sistemas económicos, políticos o ideológicos, porque realmente se
orientan en primer lugar a las personas y al bien común.
Al poder político le cuesta mucho asumir este
deber en un proyecto de nación» y más aún en un proyecto común para la
humanidad presente y futura. Pensar en los que vendrán no sirve a los fines electorales, pero es lo
que exige una justicia auténtica,….
Pero deriva en insano populismo …. al servicio de
su proyecto personal y de su perpetuación en el poder. Otras veces busca
sumar popularidad exacerbando las inclinaciones más bajas y egoístas de
algunos sectores de la población.
Es la política
la que es responsable de la distribución, de asegurar la equidad y la inclusión
y regular las fallas de los mercados.
Para el
pensamiento economicista, las personas son
instrumentos de producción como lo son las maquinarias, la tecnología,
los recursos financieros, el capital natural, etc., no considerando debidamente
los impactos a nivel individual, de comunidad o de país. Y es allí donde la encíclica hace
un llamado a los políticos para que incorporen, en las decisiones de política
económica y social, las consideraciones de la desigualdad, el bienestar de
todas personas como individuos y la
inclusión de todos en la actividad económica, y no solo como instrumentos de
producción.
En lo que se
refiere a los aspectos económicos y políticos, más que un manifiesto
anti-neoliberalismo y anti-populismo/nacionalismo, como se puede interpretar de
una lectura superficial, es una llamada de atención a las consecuencias
perversas sobre la justicia social que tiene la toma de decisiones basadas en
el criterio de eficiencia económica y las resultantes instituciones. Y una
exhortación a la inclusión, en la toma de decisiones,
de criterios de equidad, justicia y la inclusión de los segmentos de la
población menos afortunados en los beneficios de la actividad económica.
3.
Exhortación
Laudate Deum (4 octubre 2023)
Laudate Deum:
A todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática es una Exhortación apostólica breve (18 pgs.)
emitida para reforzar la Encíclica Laudato Sí, como reacción a la
inacción y la falta de progreso.
Hoy podemos seguir afirmando que los acuerdos (ambientales) han tenido un bajo nivel de
implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de
revisión periódica y de sanción de los incumplimientos.
La decadencia ética del poder real se disfraza gracias al marketing y la
información falsa, mecanismos útiles en manos de quienes tienen mayores
recursos para incidir en la opinión pública a través de ellos. Con la ayuda de
estos mecanismos, (se
promueven) emprendimientos con fuerte intervención sobre el ambiente y altos
efectos contaminantes, …. La lógica del máximo beneficio con el menor costo,
disfrazada de racionalidad, de progreso y de promesas ilusorias, vuelve
imposible cualquier sincera preocupación por la casa común y cualquier
inquietud por promover a los descartados de la sociedad.
Una crítica a la manipulación
de la opinión pública para sobreestimar los beneficios y subestimar los cortos
y al uso de las variables y su valoración en los análisis económicos “racionales”,
ignorando algunos impactos, como por ejemplo el impacto sobre la salud de la
contaminación o el impacto social de sueldos injustos.
Se desarrollan planteos equivocados en torno a la llamada
“meritocracia”, convertida en un “merecido” poder humano al que todo debe
someterse, en un dominio de los que nacieron con mejores condiciones de
desarrollo. Una cosa es un sano planteo sobre el valor del esfuerzo, el
desarrollo de las propias capacidades y un loable espíritu de iniciativa, pero
si no se busca una real igualdad de oportunidades esto se convierte
fácilmente en una pantalla que consolida más aún los privilegios de unos pocos
con mayor poder.
Llama la atención
a que la promoción de la meritocracia puede ser un instrumento de discriminación
de la poblaciones marginadas cuando su marginación es debida, no a la falta de esfuerzos,
sino a la carencia de recursos y oportunidades. En el entorno empresarial se hacen necesarios
los esfuerzos DEI. En el artículo Greenhushing al rescate de la Diversidad,
Equidad e Inclusión, decíamos
“Una meritocracia no es justa en entornos con inequidad, con grandes
diferencias de oportunidades. A lo mejor lo sería si el mundo
comenzara de cero y con todas las personas en igualdad de condiciones y
capacidades, si no hubiera historia”
Terminemos de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema
como algo sólo ambiental, “verde”, romántico, frecuentemente ridiculizado por
los intereses económicos. Aceptemos finalmente que es un problema humano y
social en un variado arco de sentidos.
Una crítica a la
crítica fácil de los irresponsables a los que promueven la justicia social y ambiental,
que generalmente no son segmentos de la población con poder económico.
II.
La sostenibilidad empresarial: Oeconomicae
et Pecuniariae Quaestiones.[3]
Este documento ciertamente
no fue escrito por el papa, pero fue producido por la Congregación para la
Doctrina de la Fe y del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano
Integral, en mayo del 2018, y es de suponer que refleja sus principios e ideas
y es compatible con los demás documente de su papado. Fue publicado entre las dos encíclicas y se
dedica a cuestiones económicas y monetarias.
Este es un
documento relativamente sorprendente por su amplia cobertura, su precisión en
el uso de los términos y la claridad sobre lo que debe ser la responsabilidad
de los mercados, de las instituciones financieras, de las empresas, de los
dirigentes y de la sociedad civil, en particular de las personas y de las
instituciones educativas, para promover el bien de la sociedad. En
este sentido sus objetivos se asemejan mucho a los Encíclica Laudate Sí.
El documento es
una exposición relativamente técnica que parece más un manifiesto para la
reforma del sistema financiero que una exposición de principios de la
Doctrina Social de la Iglesia en la gestión de ese sistema.
En particular
denuncia los abusos de las instituciones financieras en vender productos
complejos a un público sin cultura financiera.
“……hay que destacar que en el mundo económico y financiero se dan casos en
los cuales algunos de los medios utilizados por los mercados, aunque no sean en
sí mismos inaceptables desde un punto de vista ético, constituyen sin embargo
casos de inmoralidad próxima, a saber, ocasiones en las
cuales con mucha facilidad se generan abusos y fraudes, especialmente en
perjuicio de la contraparte en desventaja….”
El documento no es una crítica de los mercados ni de la libre empresa, sino
del cómo se usan y abusan las instituciones y los instrumentos.
………ese potente propulsor de la economía que son los mercados es incapaz
de regularse por sí mismo: de hecho, estos no son capaces de generar los
fundamentos que les permitan funcionar regularmente (cohesión social,
honestidad, confianza, seguridad, leyes...), ni de corregir los efectos
externos negativos (diseconomy)
para la sociedad humana (desigualdades, asimetrías, degradación ambiental,
inseguridad social, fraude……. presupone, de hecho, la igualdad en la
capacidad de proteger el propio interés por parte de los contrayentes, lo
que, de hecho, hoy en día en muchos casos no existe, ya sea por la
evidente relación jerárquica que se instaura en algunos tipos de contratos …. ya
sea por la compleja estructuración de muchas ofertas financieras.
Así, todo progreso del sistema económico no puede
considerarse tal si se mide solo con parámetros de cantidad y eficacia en la
obtención de beneficios, sino que tiene que ser evaluado también en base a la
calidad de vida que produce y a la extensión social del bienestar que difunde, un bienestar que no puede limitarse a
sus aspectos materiales.
Como base de la
responsabilidad está el comportamiento de los dirigentes, que el documento
destaca que tienen incentivos para actuar que no están alineados con los de la
sociedad a la que deben servir:
En este sentido, donde el mero beneficio se sitúa en la
cima de la cultura de una empresa financiera, ignorando las simultáneas
necesidades del bien común –…..la finalidad del mero lucro crea fácilmente una lógica perversa y
selectiva, que a menudo favorece el ascenso a la cima empresarial de sujetos
capaces pero codiciosos y sin escrúpulos, cuya acción social es
impulsada principalmente por una ganancia personal egoísta,
Y estos
incentivos son perversos ya
que además propician una visión cortoplacista y la toma de riesgos elevados por
la asimetría entre los beneficios que los dirigentes pueden obtener y los
costos que en todo caso son atribuidos a la empresa y a veces a la sociedad.
Además, esta lógica obliga …..a incrementar solo los beneficios de
los accionistas (shareholders), perjudicando así los intereses legítimos de todos
aquellos que, con su trabajo y servicio, operan en beneficio de la misma
empresa, así como a los consumidores y a las varias comunidades locales (stakeholders). ….. que, si bien a corto plazo
aseguran grandes ganancias a los directivos y accionistas, terminan por
propiciar la aceptación de riesgos excesivos y dejar a las empresas debilitadas
y empobrecidas….
Y destaca la
necesidad de cambiar la cultura de la empresa (nada, nada fácil) para cambiar las
prioridades y los incentivos al comportamiento.
Por lo tanto, es urgente una autocrítica sincera a este respecto, así como
una inversión de tendencia, favoreciendo en cambio una cultura
empresarial y financiera que tenga en cuenta todos aquellos factores
que constituyen el bien común. Esto significa, por ejemplo, que hay que colocar
claramente a la persona y la calidad de las relaciones interpersonales en el centro
de la cultura empresarial…..
Y también, como
se alega en la literatura de la RSE, la responsabilidad de las empresas
no es sólo responsabilidad de las empresas, es responsabilidad también de los
gobiernos y de la sociedad civil, incluidos nosotros y las instituciones
educativas. En particular destaca el poder que deben ejercer los
consumidores a través de las compras responsables (como ya se había mencionado
en la encíclica Laudato Sí.)
Hacer la compra,…… que a menudo realizamos de manera
inconsciente, comprando bienes cuya producción se realiza, por ejemplo, a
través de cadenas productivas donde es normal la violación de los más
elementales derechos humanos o gracias a empresas cuya ética, de
hecho, no conoce otros intereses sino los de la ganancia de sus accionistas a
cualquier costo.
Es necesario seleccionar aquellos bienes de
consumo detrás de los cuales hay un proceso éticamente digno, ….., en este sentido, de “votar
con la cartera”: se trata, en efecto, de votar diariamente en el
mercado a favor de lo que ayuda al verdadero bienestar de todos nosotros y
rechazar lo que lo perjudica.
En realidad, cada uno de nosotros puede hacer
mucho, especialmente si no se queda solo. Muchas asociaciones con origen en la sociedad
civil son, en este sentido, una reserva de conciencia y responsabilidad social,
de la que no podemos prescindir.
Y destaca la necesidad
de que las escuelas de negocios no refuercen y perpetúen los sesgos que
tienen muchos dirigentes sobre la primacía de los beneficios monetarios.
Corresponde a estas escuelas la educación sobre las demás variables y valoraciones
de costos y beneficios que son necesarios para balancear el beneficio monetario
con el bien común.
En este sentido, es deseable que, sobre todo las universidades y las
escuelas de economía, en sus programas de estudios, de manera no
marginal o accesoria, sino fundamental, proporcionen cursos de capacitación
que eduquen a entender la economía y las finanzas a la luz de una visión
completa del hombre, no limitada a algunas de sus dimensiones, y de una
ética que la exprese.
Reitera lo
expresado en la Encíclica Centesimus Annus del Papa Juan Pablo
II del año 1991, una frase muy sucinta que resume la responsabilidad social de
la empresa:
Los beneficios son un elemento
regulador de la vida de la empresa, pero no el único; junto con ellos hay que
considerar otros factores humanos y morales que, a largo plazo, son por lo
menos igualmente esenciales para la vida de la empresa.
III.
Inversiones socialmente responsables: Mensuram
Bonam.
“Mensuram
Bonam” Faith-Based Measures for Catholic Investors: A Starting Point and Call
to Action (46 pgs., no disponible
en español) es un documento producido por la Pontificia Academia de las Ciencias
y las Ciencias Sociales, junto con ECHo Fund, consultora basada en África del Sur. En este caso es obvio que tampoco es un
documento escrito por el papa, fue producido a su solicitud y publicado en noviembre
del 2022, después de los tres documentos precedentes. Su objetivo fundamental
es presentar guías para los inversionistas responsables, en particular para
aquellos que quieren hacerlo de acuerdo con los principios de la Doctrina
Social de la Iglesia Católica, DSI.
El documento está
estructurado en dos grandes capítulos, Principios y Guías prácticas para la
aplicación y un anexo con criterios de exclusión. En esta
discusión nos concentraremos en la aplicación práctica y los criterios de
exclusión y, por ende, obviaremos la discusión de los Principios, que
son relativamente especializados para religiosos o expertos en la DSI.
Para la aplicación
de la DSI, es tan importante la exclusión como la inclusión, por lo que dedica
buena parte a las “líneas rojas”, de lo que no es permitido. Solo presentamos los
títulos para dar una idea de la extensión y el lector interesado puede consultar
nuestro artículo para el análisis de sus implicaciones. [4]
· Dignidad humana.
o
Aborto.
o
Armamentos
y armas nucleares.
o
Pena
de muerte.
o
Anticonceptivos.
o
Investigación
con células madre.
o
Experimentación
con animales.
· Adicción y abuso.
o
Substancias
adictivas.
o
Juguetes
y juegos de computación.
o
Pornografía.
· Impactos y desarrollo sostenible
o
Violación
de leyes laborales y discriminación.
o
Corrupción.
o
Derechos
de las poblaciones indígenas.
o
Violencia
totalitaria y opresión.
o
Prácticas
desleales y no éticas.
· Medio ambiente.
o
Cambio
climático.
o
Explotación
del medio ambiente.
o
Mercancías
alimenticias y agrícolas (se refiere a algunos casos, pero sin detallarlo).
o
Ingeniería
genética/verde (no lo excluye, solamente destaca el potencial conflicto ético
de las nuevas tecnologías).
o
Químicos
peligrosos y substancias dañinas al clima.
o
Productos
de la minería y minerales (no lo excluye, solo destaca sus potenciales impactos
sociales y ambientales negativos.
o
Agua
limpia (excluir empresas que la contaminan o abusan).
Se puede observar
que esto va mucho más allá de los criterios “seculares” de exclusión que
solo suelen cubrir armamentos, alcohol, tabaco, apuestas, pornografía y combustibles
fósiles. A nivel conceptual y en el agregado estas exclusiones tienen sentido,
pero no es fácil traducirlo o aterrizarlo en guías para la inversión en
empresas específicas. En cierto sentido es una de las deficiencias del
documento y no queda otra que descansar en el buen juicio de los gestores de
los fondos.
En la discusión
de la implementación se hacen una serie de acotaciones que son dignas
de destacar, en parte porque pueden sorprender en un documento de esta
procedencia.
No se propone
que se sacrifiquen rendimientos para el cumplimiento de los principios. Lograr la
preservación del capital y obtener rendimientos son parte de la responsabilidad
de los gestores de los fondos, aunque reconoce que puede ser
necesario sacrificar rendimientos para el logro de algunos objetivos
sociales.
Pero, algunos
instrumentos y formas de inversión, debido a sus inherentes
características, no son adecuados para combinar el uso del capital con
la promoción del bien común, aun si ello quiere decir que se pierden
algunos beneficios.
Hay algunas
situaciones basadas en los lineamientos de la fe que prohíben al inversionista
asociarse con empresas que puedan parecer ejemplares, como aquellas que tienen elevadas
calificaciones ASG, pero que producen o comercializan productos y servicios que
son incompatibles con las normas y valores de la fe.
Es crítico notar que la ASG no es sinónimo de DSI.
En su núcleo la DSI tuerce la trayectoria de la economía y de la cultura para
hacerla más humana y “humanizante”. Por ejemplo, la dignidad de la persona
es una categoría más completa que la capturada en “satisfacción del consumidor”
o “involucramiento del empleado”. El desarrollo integral de la persona no puede
ser separada de su entorno social y ambiental que sostiene la vida. Si
bien la ASG puede considerar partes de ese desarrollo integral, no llega a
completar el ámbito de la DSI. Esta contribuye a un auténtico
desarrollo integral al conectar estas medidas individuales de forma
sistemática, al ligar las medidas sociales con las ambientales dirigidas por la
gobernanza basada en la ética del bien común y la inclusión de los más
vulnerables” (mi
traducción, cita textual, énfasis añadido).
Esta última es mi cita favorita de todo el documento. Demuestra un conocimiento, no muy
generalizado en el sector de la inversión responsable, y es la diferencia entre
ASG y sostenibilidad empresarial. La ASG son criterios de selección, separados, que compensan aspectos
negativos con positivos y los consideran separadamente. Reflejan un
conocimiento de que la sostenibilidad empresarial es una visión integral, de
todo el conjunto, donde los diferentes aspectos se deben potenciar unos con
otros y se debe exigir no solo un valor positivo/alto en el promedio o en el
agregado sino en todos y cada uno de los aspectos. Y en este documento al basarse en la DSI se podría
considerar que pide un nivel todavía superior a la sostenibilidad empresarial
al incluir aspectos morales y de justicia social.
El documento no propone ningún enfoque para la selección de las inversiones, sin embargo, ofrece algunas consideraciones para la gestión del proceso:
Involucramiento: la promoción de los valores de la DSI, tanto a nivel de dialogo con los dirigentes como a nivel de activismo en la participación en las votaciones en las asambleas generales de accionistas.
Mejora: activismo para que sus acciones vayan más allá de lo que se considera tradicional en la sostenibilidad empresarial, extendiéndolo a consideraciones morales y de justicia social en sus intervenciones.
Exclusión. Como vimos, la exclusión es mucho más extensa que la tradicional. Esta la mayor diferencia sobre la gestión tradicional de la inversión socialmente responsable.
En resumen, el
documento propone la gestión de inversiones responsables basada en los
principios de la Doctrina Social de la Iglesia, DSI, con un proceso muy similar
al de la gestión tradicional, incluyendo la
preservación del capital y la obtención de rentabilidades en la inversión,
aunque considera razonable su reducción si con ello se logran los objetivos de
la DSI. Enfatiza que se gestionan inversiones, no donaciones. Su
principal responsabilidad fiduciaria es hacia el aportante de fondos (inversionista,
pensionista, ahorrista, etc.), pero con el objetivo de mejorar la condición
humana y el medio ambiente.
No propone una
distorsión de la inversión responsable, sino una ampliación de los criterios que
se usan para la toma de decisiones. Por ello el documento constituye una
valiosa contribución a la discusión sobre la expansión del ámbito y alcance de
las inversiones socialmente responsables.
IV.
¿Y ahora qué?
Todo momento es
malo para perder un líder que promueve el progreso y la ampliación del ámbito
de atención a aspectos sociales y ambientales, pero la situación socioeconómica
de buena parte del mundo lo hace posiblemente el peor momento, es ahora cuando
más se necesita. Es muy poco probable que surja uno, ni fuera ni dentro de
la Iglesia Católica, para sostener el ímpetu necesario durante los años que
se requieren para volver a tomar el rumbo que había marcado.
A muchas
personas le molestaba que transformara lo que consideraban un asunto político
en uno espiritual, pero es
que el bienestar social y ambiental son más que asuntos estrictamente
políticos, son “aspectos demasiado importantes como para dejárselo a los políticos”,
cuyos objetivos son cortoplacistas y personales, no son el buscar el bien común
en el largo plazo que es lo que el progreso requiere. Y de la misma manera que la empresa, que también
tiene objetivos muy específicos, no puede permanecer indiferente a la problemática
social y ambiental, tampoco lo puede hacer la Iglesia Católica, con sus objetivos
de mejora de la calidad de vida de las personas y su entorno.
Y el papa Francisco
ya dijo en alguna ocasión: “la política y las políticas están en el núcleo
de la enseñanza de la Iglesia”.
Y aun cuando fue
criticado duramente por sus opositores como anticapitalista y opuesto a la operación
de los mercados, como vimos arriba, sus criticas eran a la perversa
implementación del capitalismo, las fallas del mercado y el estrecho espíritu
economicista que, al concentrarse en lo monetario y cuantificable, ignora muchos
costos y beneficios sociales y ambientales. La dignidad de la persona y el
contexto en el que se desenvuelve debe formar parte de las decisiones empresariales
y políticas.
Poco a poco las regulaciones y la praxis de las sostenibilidad empresarial
y ambiental se van acercando a sus posiciones.
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