Este artículo no
es para leer mientras sube el ascensor,
es para leer
cuando no hay una buena película o un buen partido de fútbol.
Las calificaciones
de sostenibilidad empresarial han sido criticadas por muchas de las partes interesadas. Algunas las critican por arbitrarias e inconsistentes, [i] otras
por no representar lo que pretenden representar, la sostenibilidad empresarial,
otras por falta de transparencia con el objeto de proteger el negocio particular
de las calificadoras, otras porque distorsionan la sostenibilidad de las inversiones.
Sea como sea son pocos los que consideraban que la calificaciones prestan un
buen servicio a los usuarios. Su popularidad se debe a un acuerdo implícito
entre las calificadoras y los valores/empresas calificadas de no alterar el status
quo, y la connivencia de los analistas de valores, para no tener que hacer
sus deberes. [ii]
Pero la Comisión Europea,
preocupada por el funcionamiento de los mercados ha querido poner un poco de
orden a este caos de calificadoras/calificaciones. Para ello, el 19 de noviembre del 2024, el Consejo
de la Unión Europea aprobó la legislación sobre el reglamento sobre
calificaciones y calificadores de sostenibilidad (Regulation
on the transparency and integrity of Environmental, Social and Governance (ESG)
rating activities).[iii]
Pero ¿son
regulables? ¿Qué se puede lograr con la regulación? Analizar esto es el objetivo del presente
artículo. Primero haremos
un repaso del ecosistema de usuarios, calificadoras y calificaciones, incluyendo
sus deficiencias, para poner la discusión en contexto, para luego resumir las disposiciones
de las regulaciones y analizar la contribución
que pueden hacer para resolver las deficiencias y mejorar la utilidad
para los usuarios.
I.
El
ecosistema de las calificaciones de sostenibilidad.
A efectos de
analizar las regulaciones y su potencial efectividad primero debemos considerar
el objeto de la regulación, el ecosistema de las calificaciones de
sostenibilidad empresarial: (a) que son las calificaciones; (b) quienes son las
calificadoras; y, (c) quienes son los usuarios y para qué
(supuestamente) sirven.
a.
¿Qué son las
calificaciones? Tipología.
Las calificaciones
de sostenibilidad, en general, son expresiones cuantitativas o cualitativas de algunos
aspectos relacionados con la sostenibilidad empresarial. No hay uniformidad en
este sentido y las calificadoras diseñan sus propias metodologías y
definiciones. En términos simplistas podemos decir que todas las
metodologías contienen (1) selección de indicadores de los diferentes aspectos de
la sostenibilidad empresarial, (2) su definición, (3) la cuantificación de
acuerdo con …….. (4) sus fuentes de información y (5) la importancia relativa que
le asignan en la determinación de la calificación. Cada calificadora se
diferencia en todos y cada uno de estos cinco aspectos. No es de sorprender que
haya discrepancias en sus resultados. A través de ello, cada calificadora
desarrolla un modelo implícito de lo que es
el la sostenibilidad para cada caso.
Por ende, hay una gran variedad de calificaciones para empresas individuales, proyectos y actividades, fondos de inversiones, instrumentos financieros, entre otros. Cada calificadora tiene sus ideas. Además, hay gran diversidad en su ámbito de evaluación. Sin pretender ser exhaustivos, podemos tipificarlas como:
- Agregadas: que hacen una calificación sobre todo el espectro de la sostenibilidad empresarial: social, medioambiental, gobernanza;
- Temáticas: que califican algunos de esos aspectos, por ejemplo, sociales, ambientales y de gobernanza;
- Sectoriales: por ejemplo, cambio climático, agua, género, condiciones laborales, transición energética, etc.;
- Ámbito de la evaluación: evaluación de los impactos sobre el medio ambiente y la sociedad (p.e. S&PGlobal), o bien el impacto sobre la posición financiera (p.e. MSCI), o bien evaluación de la exposición a los riesgos ambientales y sociales (p.e. Sustainalytics), entre otros;
- Contexto: términos absolutos, relativos (best in class), cualitativos o cuantitativos; y,
- Materialidad: basada en los impactos sobre la sociedad y el medio ambiente y la situación financiera de la empresa (doble materialidad) o solo esta última (materialidad financiera). Añadiendo el impacto financiero no es estrictamente hablando, una calificación de sostenibilidad es una calificación financiera con una base de información ampliada.
Más adelante
analizamos las deficiencias de las calificaciones como expresiones de la sostenibilidad
empresarial en función de los tipos y sus usos.
b.
¿Quiénes
son las calificadoras?
Las calificadoras son
entidades especializadas en análisis de la sostenibilidad. En los comienzos del interés por el tema eran
entidades que se dedicaban exclusivamente a ello (pure play), o
combinándolo con servicios de consultoría relacionados. Pero con el paso del tiempo y el aumento del
interés en la sostenibilidad, se ha estado produciendo una consolidación y las
más reputadas han sido adquiridas por proveedores de servicios financieros, en
particular por entidades especializadas en calificaciones de riesgo crediticio,
que pueden aprovechar sinergias en los accesos a información y su procesamiento
y satisfacer la creciente demanda por la
integración de la consideración de los riesgos en la sostenibilidad en los
riesgos crediticios. Esto está siendo estimulado por los estándares
de reportes, tanto europeos como internacionales, que requieren la
consideración de la materialidad financiera de los impactos sociales y
medioambientales y la consideración del informe de sostenibilidad como complemento
del financiero.
Para dar una idea
de la oferta, se estima que en el mercado hay cerca de 150 calificadoras que
venden sus productos y servicios en los mercados financieros. Una de las
activas, Sustainalytics produce más 13 000 calificaciones. Se estima que
las regulaciones de la Comisión Europea reducirán el número de calificadoras a menos
de 50, las más prominentes, que puedan cumplir con los requisitos.
c.
¿Quiénes
son los usuarios y para qué (supuestamente) sirven?
Los principales usurarios
son los inversionistas, las instituciones de los mercados de capitales (gestores
de fondos de inversión) y de crédito (banca), proveedores de índices y
estándares de referencia (benchmarks) y las mismas empresas
objeto de calificación.
1.
Instituciones
de los mercados financieros
Los inversores y gestores
de fondos de inversión sostenibles utilizan
cada vez más las calificaciones para seleccionar los valores a invertir,
considerando los riesgos y/o impactos vinculados a la sostenibilidad (por
ejemplo, para la inclusión o exclusión de acciones en una cartera o fondo). También
se utilizan a menudo análisis posteriores a la inversión (por ejemplo, para
calificar la "sostenibilidad" de un producto o fondo de inversión). Y a efectos de evaluar el rendimiento
de esas carteras y fondos se utilizan índices de referencia (benchmarks)
que han sido constituidos utilizando calificaciones individuales.
Pero ante las
deficiencias que analizamos más abajo, muchas de estas instituciones efectúan
sus propias calificaciones, privadas, basadas en sus objetivos y en las
características de sostenibilidad de las empresas y valores y usan las calificaciones
genéricas solo como referencia. Pero aun conociendo las deficiencias muchos
analistas en las gestoras de fondos siguen utilizando
las calificaciones genéricas para obviarse el trabajo de hacer la diligencia
debida.
2.
Empresas
Las empresas
utilizan las calificaciones para atraer a las entidades de los mercados financieros
responsables como fuentes de inversión y crédito y a sus grandes clientes, y en
menor medida, para informar a los consumidores, pero también para verificar
su desempeño en comparación con sus pares.
Se alega que las
empresas usan las calificaciones como fuente de retroalimentación sobre
sus estrategias de sostenibilidad con el objeto de mejorarlas. Esto es
una falacia ya que las calificaciones suponen un modelo de lo que deben ser
las empresas sostenibles que es genérico, que no es aplicable a ninguna empresa
en particular. La realidad es que las empresas usan esa retroalimentación
para mejorar su calificación, buscando influenciar con sus respuestas y
actividades las puntuaciones. Las usan más como un instrumento de mejora de imagen que
de mejora de sostenibilidad. “Qué debemos hacer para mejorar la
calificación”, en vez de “Qué debemos hacer para mejorar nuestra sostenibilidad”.
II.
La
regulación y su razón de ser.
a.
¿Cuáles
son los problemas que resolver?: Objetivos de la regulación.
El objetivo general
de la regulación es la protección de los inversionistas mejorando la información
de la cual disponen para tomar sus decisiones, tanto a nivel de valores individuales
como de fondos, al aumentar la transparencia, confiabilidad y calidad de las
calificaciones y la gobernanza, la responsabilidad y la supervisión y control de
las calificadores, para mejorar la integridad de los mercados y promover
una mejor comparabilidad de las
calificaciones y calificadores y con ello estimular la competencia en ese
mercado.
El informe de progreso
sobre el greenwashing preparado por la Autoridad Europea de Valores y
Mercados (ESMA) [iv] destacó a las calificaciones como un
importante canal de transmisión de aseveraciones engañosas sobre sostenibilidad
empresarial y abogó por la regulación de la industria. En este sentido, la regulación
forma parte de las estrategia general de la Comisión Europea de protección de
los inversionistas y consumidores combatiendo el greenwashing. [v]
De un estudio
previo [vi] y posteriores consultas a las partes
interesadas sobre la industria de las calificaciones, la comisión determinó la
existencia de conflictos de intereses, falta de transparencia y precisión en
las metodologías de evaluación y una falta de claridad sobre la
terminología y las operaciones de las calificadoras. Paralelamente la Organización Internacional de
Comisiones de Valores (IOSCO) realizó un estudio y consulta con objetivos y
resultados similares, lo que dio lugar a una serie de recomendaciones que la
comisión también utilizó en la preparación de la regulación mencionada arriba [vii] [viii]
b.
Qué no es
objeto de la regulación
Y para entender
los objetivos y potencial efectividad de las regulaciones es crítico destacar
que no se ocupan del uso que se les da a las
calificaciones, ello es responsabilidad de los usuarios. Tampoco pretenden regular ni armonizar las metodologías, lo que
queda a discreción de cada calificadora. Se concentra en asegurar que los
usuarios tengan mejor y más información para tomar sus decisiones.
c.
Pequeñas y
medianas calificadoras
Para equilibrar la
carga regulatoria la regulación introduce un régimen temporal más ligero
para los pequeños proveedores de calificaciones. El régimen más ligero es
opcional y los que opten por participar solo estarán sujetos a requisitos
organizativos y de transparencia específicos. Aquellos que opten por participar
estarán sujetos al Reglamento completo después de tres años.
d.
Principales
disposiciones.
Las disposiciones
son muy detalladas y solo describiremos las más significativas.
1.
Sobre las
calificadoras
Las calificadoras
deben divulgar información al público sobre las metodologías, modelos y
supuestos clave de calificación que dichos proveedores utilizan en sus
actividades de calificación y en cada uno de sus productos y las limitaciones
de la información disponible para ellos y de la metodología utilizada. Esa
información debería permitir a los usuarios de las calificaciones realizar
su propia diligencia debida al evaluar en qué medida sirven para sus
objetivos. Sin embargo, la divulgación de información no debe revelar
información empresarial sensible ni impedir la innovación.
Para garantizar la
calidad y confiabilidad de las calificaciones, las calificadoras deben utilizar
metodologías de calificación que sean rigurosas, sistemáticas,
independientes, capaces de verificación y que se apliquen de forma continuada y
transparente. Sin embargo, es importante dejar
que las propias calificadoras determinen sus propias metodologías de acuerdo
con esos principios.
También deben
revelar información sobre cualquier posible compromiso con las empresas, proyectos,
valores, etc. objeto de la evaluación. Y para evitar conflictos de intereses,
las calificadoras de sostenibilidad no pueden proporcionar servicios de consultoría
a los inversionistas, la venta de calificaciones de crédito, el desarrollo de índices,
ni llevar a cabo actividades de inversión, banca, auditoría, seguros y
reaseguros.
En efecto, un reciente
estudio mostró que, como consecuencia de la adquisición de calificadores de sostenibilidad
por parte de calificadoras de crédito, sus calificaciones tienden a ser superiores
para los que también son clientes de las calificadoras de crédito. [ix]
Para operar en
Europa, estas disposiciones obligarán a reorganizaciones de las calificadoras
y a separarlas de otras partes de sus negocios. Desharán las consolidaciones recientes.
Ello puede tener consecuencias negativas al no poder aprovechar las
sinergias en la integración de todos los riesgos, y reducción de la
competencia, con un consecuente aumento de costos. También puede conllevar a
limitar el número de calificadoras con el riesgo de reducir la competencia y
tener menos calificaciones de sostenibilidad.
2.
Sobre las
calificaciones
Las calificaciones
deben revelar el tipo de calificación, la calificación otorgada a cada
factor relevante y la ponderación que se otorga a cada uno de esos factores en
la agregación cuando la calificación se expresa en valor absoluto o
relativo.
Deben revelar
claramente qué dimensión del principio de doble materialidad aborda la
calificación, es decir, si se trata tanto del riesgo financiero material para
el elemento calificado o para el emisor, como del impacto material en el
medio ambiente y la sociedad en general, o si aborda solo uno de esos
asuntos. También deben revelar claramente si la calificación aborda otras
dimensiones.
3.
Supervisión
y control
Uno de mayores
valores agregados de la regulación es la obligación de que las calificadores
que entren en el ámbito de aplicación de obtener la autorización de la
Autoridad Europea de Valores y Mercados, ESMA, que será responsable de
desarrollar la legislación secundaria/Estándares Técnicos Regulatorios (RTS)
que aclararán aún más las responsabilidades de las calificadoras bajo el nuevo
régimen.
Peor es de destacar
que el esquema propuesto por las regulaciones de aprobación, supervisión y
control por parte de ESMA se asegura que las calificadoras cumplen con los requisitos
para operar, pero no le corresponde emitir opiniones sobre la calidad de sus
productos o servicios, sus metodologías y los resultados. Corresponde a los
usuarios hacerlo, paro cual ahora dispondrán de más y mejor información para
hacerlo.
La información
sobre las calificaciones y las calificadoras debe estar disponible en el punto
de acceso único europeo (ESAP) y deberán reportar la información pública en
lenguaje de maquina a partir de enero del 2028.
III.
¿Serán
efectivas las regulaciones? (algunos) Criterios para evaluar la efectividad.
En otros artículos
[x] analizábamos
seis deficiencias de las calificaciones lo que nos puede servir de base para
evaluar la efectividad de las regulaciones analizadas arriba. Claro está que las regulaciones no tienen
como objetivo subsanar estas deficiencias, tienen objetivos más generales, pero
si no se superan estas deficiencias se puede reducir su efectividad.
Las seis
deficiencias se pueden resumir en:
1.
Indefinición
del objeto de la evaluación: ¿Qué entendemos por sostenibilidad?
A medida que la calificación
pretenda ser más agregada, a incluir más aspectos, será menos confiable al abarcar
gran diversidad en aspectos que no se compensan ni deben compensarse. Es el
opuesto al caso de agregar aspectos con errores estadísticos que se pueden compensar
y el agregado resulta más preciso en la medida que hay más números, una muestra
mayor (ley de los números grandes) (ver la deficiencia 6). Si la calificación es sobre aspectos muy
concretos, digamos cambio climático o inclusión, la calificación es menos dependiente
de supuestos y de la compensación entre los diferentes aspectos de la
sostenibilidad y puede ser más confiable.
Cada calificadora
tiene su modelo implícito de lo debe ser una
empresa sostenible, lo que se refleja en los indicadores que utilizan y los
pesos relativos para determinar una calificación global. Y ni los pesos ni
los indicadores suelen reflejar los aspectos materiales, los que tienen impacto para cada empresa en la práctica
y los que la empresa quiere priorizar. Las
calificaciones no se basan en las estrategias empresariales. A lo sumo se especifican
a nivel de sectores industriales (p.e. modelos para petróleo y gas diferentes
de alimentos), pero no específicos para cada empresa, como sí lo hacen, por ejemplo,
los gestores de fondos responsables especializados que no ofrecen productos al
público en general, que hacen sus propias calificaciones privadas. [xi]
Esto es el
principal problema de las calificaciones: el concepto de sostenibilidad no está
definido y cada calificadora,
para diferenciarse, tiene su propio modelo. Pero es que, aunque se usara un
concepto relativamente uniforme, su implementación es especifica a cada empresa
y su contexto, y la forma de medirla, está sujeta a grandes supuestos.
Y aun
así suelen ignorar otros aspectos claves para la sostenibilidad como la
cultura, integralidad de la estrategia, sinergias entre actividades, etc.
2.
Sesgo a la
calificación basada en la materialidad financiera.
Gran número de las
calificaciones se hacen para ser usadas por participantes en los mercados financieros,
que tiene implícita la evaluación del potencial impacto financiero de las
actividades de las empresas, o los valores de un fondo, sobre la sociedad y el
medio ambiente. Como hemos comentado, son las calificadoras de riesgo
crediticio las que han ido absorbiendo calificadoras de sostenibilidad.
El interés, y por
ende el objetivo de la evaluación, no es la sostenibilidad empresarial, es
el impacto financiero de la sostenibilidad. Un caso extremo puede ilustrarlo
mejor: una empresa que causa grandes impactos negativos sobre la sociedad o el
medio ambiente, pero que opera en un entorno que no tiene capacidad de reacción
o donde la empresas es capaz de anular o mitigar esa reacción, tendrá una
evaluación neutra o positiva ya que sus impactos no se reflejan en impactos
financieros, pero no se puede decir que es una empresa sostenible
3.
Indicadores
inadecuados para capturar la sostenibilidad.
Las calificaciones
se basan en los insumos asignados y las actividades llevadas a cabo, medidas
con indicadores indirectos, pero no se basan en los resultados obtenidos de
las actividades ni el impacto (cambio) logrado. Usan mayormente información
estática, del presente y pasado. ¿Es la existencia de un código de ética
indicativo de impactos favorables sobre la sociedad? ¿Por tener una política de
diversidad? ¿Se deben otorgar puntos por tenerlos o por los impactos
logrados? Muchos de los indicadores utilizados no son ni siquiera condición
necesaria para ser sostenible.
4.
Ignoran
aspectos negativos.
En general, las
calificaciones se basan en el otorgamiento de puntos a los diferentes
indicadores, pero no restan puntos por impactos negativos, en el peor de los
casos le asignan calificaciones de cero. Por ejemplo, las empresas de
petróleo y gas reciben puntos por tener un plan para la reducción de emisiones,
pero no reciben puntos negativos por su contribución la cambio climático; la
industria de bebidas azucaradas no recibe puntos negativos por el cabildeo
contra las regulaciones, pero sí recibe puntos por el reciclaje de las botellas;
una empresa de apuestas recibe puntos por el reciclaje de papel, pero no recibe
puntos negativos por los daños que causa en las comunidades y familias. Son muy pocas las calificaciones que incluyen la
evaluación de la responsabilidad el producto.
A lo sumo se espera que ello sea parte de los criterios de exclusión. En
algunas calificaciones la tabacalera Philip Morris tiene mejor calificación que
Tesla. Y en la evaluación de S&PGlobal es la empresa “best in class” e incluida en el Dow Jones Sustainability index. [xii]
5.
Usurpación
de papeles.
Las calificaciones
son presentadas y usadas como si representaran la sostenibilidad empresarial. S&P
Global sacó a Tesla de su índice de sostenibilidad, por bajo puntaje en
relaciones laborales en el año en curso e introdujo a ExxonMobil por haber
preparado un plan de transición energética para el 2050 (demostrado no
factible) con lo que decía que la petrolera era más “sostenible” que la pionera
en vehículos eléctricos. Podemos no estar de acuerdo que quiere decir “ser
sostenible” y a mejor no lo podemos articular, pero como dijo un presidente de la
Corte Suprema de Justicia de EE. UU., “no puedo definir la pornografía, pero sí
sé lo que es cuando la veo”. Tesla es más sostenible que ExxonMobil.
6.
Compensaciones.
En la medida que las
calificaciones se refieren a aspectos más agregados, implícitamente se permite
compensar deficiencias en algunos aspectos con elementos positivos en otros y
viceversa. Esto permite calificar con elevadas puntuaciones a empresas que
tienen grandes irresponsabilidades. ¿Compensa la existencia de un código de
conducta las elevadas emisiones de gases de efecto invernadero? Para muchas calificadoras sí.
IV.
¿Serán
efectivas las regulaciones? ¿Mejorarán las calificaciones?
Las calificaciones
mejorarían si, como consecuencia de la regulaciones vencieran las deficiencias
que hemos listado arriba, pero ello es una manera, no la única para evaluar si
las calificaciones mejorarán. Debemos
hacerlo además en el contexto de dos consideraciones: (1) cuales son los
objetivos de las regulaciones; y, (2) las diferentes necesidades de los usuarios.
En esta sección
primero evaluaremos en qué medida cumplirán sus objetivos, si se subsanan
algunas de las deficiencias mencionadas y si cumplen con las necesidades de los
usuarios.
a.
Análisis
de su potencial efectividad: objetivos de la regulación.
1.
Información
confiable y confiabilidad de las calificadoras
El mayor valor
agregado de las regulaciones en la obligación de proporcionar información pública
sobre las metodologías, modelos, supuestos claves, fuentes de la información de
base, etc. En la actualidad son
pocas la que revelan estas informaciones que siendo un mercado competitivo
quieren proteger su cuota de mercado y diferenciarse, lo que tiene el efecto de
producir gran diversidad de calificaciones.
Otro aspecto que contribuirá a su efectividad es el énfasis en la confiabilidad
de las calificadoras, su gobernanza y responsabilidad y eliminación del
conflicto de intereses.
Las regulaciones
tienen un perfecta coincidencia entre sus objetivos y sus disposiciones, lo que
debería llevar a que sean efectivas. Lo que
puede poner en peligro parte de su efectividad es el comportamiento de las
calificadores, donde la revelación de la información sea parcial para proteger su
mercado, tratando de cumplir el mínimo posible.
Y la labor de ESMA en la autorización, supervisión y control es crítica,
pero puede verse afectada por la falta de recursos.
2.
Comparabilidad
de las calificaciones
Pero hay un objetivo
que creemos que no solo no se logrará, sino que es además contraproducente
buscarlo y es el de la comparabilidad de las calificaciones. Es incompatible con los otros objetivos, si no se
quieren regular y armonizar las metodologías, no se puede pretender que sean
comprables, lo que depende de ello. No se puede pedir a las calificadoras que
usen modelos, metodologías e informaciones de base semejantes.
Las calificaciones,
por definición, evalúan aspectos diferentes de la sostenibilidad, para cubrir
diferentes necesidades. Solamente
en el caso de las calificaciones sobre aspectos muy puntuales será
razonable la comparación entre calificadoras. A pesar de las regulaciones, continuará
la dispersión de las calificaciones y continuarán produciéndose diferentes
calificaciones para una misma empresa y el mismo aspecto de sostenibilidad. Continuarán las contradicciones entre calificaciones
mencionadas arriba (III.4 y 5.). Pero ahora por lo menos el usuario debería
tener suficiente información para saber que reflejan y como las puede usar para
sus objetivos.
b.
Análisis
de su potencial efectividad: ¿subsana las deficiencias?
Como destacábamos
en la sección II.b. no son parte de los objetivos de la regulación ni el uso
que se les da ni la regulación y armonización de las metodologías. La regulación
regula el entorno, el ecosistema, no las calificaciones ni su metodología, por
lo que las seis deficiencias mencionadas no serán subsanadas por la regulación.
No es su objetivo. Y si no es su objetivo
subsanarlas, ¿para que las mencionamos? Para advertir a los usuarios que las
calificaciones siguen sin resolver los problemas de: (1) Indefinición del
objeto de la evaluación: ¿Qué entendemos por sostenibilidad?; (2) Sesgo a la
calificación basada en la materialidad financiera; (3) Indicadores inadecuados
para capturar la sostenibilidad; (4) Ignoran aspectos negativos; (5) Usurpación
de papeles; y, (6) Compensaciones entre buenos y malos comportamientos. Y
para enfatizar que el usuario debe hacer sus deberes para interpretarlas de acuerdo
con su objetivos y que las “nuevas calificaciones”
no le resolverán estos problemas.
c.
Análisis
de su potencial efectividad: necesidades de los usuarios.
En este sentido
las regulaciones hacen una gran contribución ya que, si bien los usuarios
tienen necesidades específicas que la regulación no puede atender, su implementación
permitirá afinar la compatibilidad entre sus objetivos y el contenido, metodología
utilizada y la confiabilidad de la calificadora en términos de su gobernanza
y responsabilidad. Siempre han tenido objetivos, pero con el esquema actual les
es más difícil saber cuál es la calificación que es más compatible y como interpretarla.
V.
En resumen:
¿Son regulables las calificaciones y calificadoras en sostenibilidad
empresarial?
Si bien las calificaciones
y las calificadores no son regulables por la especificidad de cada caso, y se
debe dejar que el “mercado” funcione, los esfuerzos de la Comisión Europea, siempre
en línea con mejorar la operatoria de los mercados y facilitar las decisiones
de los participantes en esos mercados, los consumidores, inversionistas,
empresas, etc. están promoviendo una mayor
transparencia y confiabilidad de la información para que los interesados puedan
tomar decisiones informadas (valga
la cacofonía). Están regulando el ecosistema.
Las regulaciones
no resolverán el problema de la dispersión y las contradicciones entre
calificaciones de las empresas. Continuarán, pero con las regulaciones los
usuarios tendrán mayor y mejor información para distinguir entre ellas y seleccionar
las que sean más compatibles con sus objetivos.
Cada empresa tiene
su visión de lo que debe ser su sostenibilidad empresarial y cada calificación
tiene su modelo de qué debe ser esa sostenibilidad y sus objetivos y no suelen
coincidir.
El ideal de
calificar a cada empresa en función de su especificidad y para cada uno de los
posibles usos de las calificaciones, es factible pero no es práctico. Se deberán hacer compromisos, pero los usuarios:
inversionistas, empresas, reguladores y el público, deben (deberían) conocer
las especificidades de cada calificación (objeto y la compatibilidad con sus
necesidades antes de usarlas.
No
es fácil dar forma a lo informe, claridad a lo nebuloso o estructura a lo
desestructurado.
Las regulaciones
de la Comisión Europea van en este sentido: idoneidad de las calificadoras y
transparencia sobre metodologías y datos.
CONCLUSIÓN:
Las regulaciones allanan el terreno para las decisiones más efectivas, pero la
responsabilidad permanece en los inversores ….. que deben hacer sus deberes. La
Comisión se ha tomado el trabajo de facilitarlo, pero no de hacérselo. Cada
usuario tiene sus propias necesidades.
[i] Ver un exhaustivo análisis en Aggregate Confusion: The Divergence of ESG
Ratings (Florian
Berg, Julian F Kölbel y Roberto Rigobón, agosto 2019).
[ii] Ver ¿Son
sostenibles los valores y fondos sostenibles?: El inversionista tiene que hacer
sus deberes
[iii] Un excelente resumen del documento
se puede leer en European Parliament Adopts Regulation on
ESG Ratings, y en The EU ESG ratings regulation - ten
questions
[v] Si bien la regulación de las
calificaciones es parte de la operatoria de los mercados de valores, en este
caso el liderazgo lo ha asumido la comisión, para poder darle la fuerza de
regulación obligatoria.
[vii]
Environmental,
Social and Governance (ESG) Ratings and Data Products Providers, Final report,
(noviembre 2021.
[viii] A finales del 2024 no está
disponible en español, pendiente de su publicación en el boletín oficial.