sábado, 1 de octubre de 2022

El movimiento anti-ASG llega a las viñetas: Una visión mordaz, pero ………


Algunos de los lectores conocerán la viñeta DILBERT, que desde 1989 satiriza la vida en la oficina de una gran empresa. Las viñetas se publican en alrededor de 2 000 periódicos en 57 países y en 19 idiomas.


Desde hace algunas semanas el autor la ha tomado con saña contra el “woke” de la sostenibilidad empresarial, alegando que esto una farsa y que el cambio climático es un invento de algunos científicos, no probado.

Recientemente se la ha tomado contra las calificaciones ASG.  Su intención, expresada también en entrevistas, es el de ridiculizar los esfuerzos en la sostenibilidad empresarial.  Sin embargo, algunas de sus criticas no son muy diferentes de las expresadas por muchos expertos en medios especializados, incluyendo en mis artículos sobre el tema, pero al ser en forma de viñeta pueden tener un mayor impacto sobre la población en general y permitirse exageraciones y falsedades que no serían tolerables en artículos periodísticos.[i]

Es también indicativo de la preocupación por esa sostenibilidad se está extendiendo de las páginas económicas y medios especializados a las páginas de humor editorial, en medios para un público más amplio.

I.                Movimiento anti-ASG en medios reputados.

Recientemente se están intensificando esfuerzos a nivel de medios prestigiosos, de reconocidos “expertos” y de dirigentes políticos para denunciar los esfuerzos empresariales para contribuir a una mejor sociedad y planeta, como si fuera un tema político y no económico y social (lo hemos analizado en dos artículos ¿Sabías que la sostenibilidad es mala para la economía?Politización de la sostenibilidad: ¡Alucinante!).

Recientemente la revista The Economist publicó un suplemento especial ESG investing. A broken idea el 21 julio 2022 (ver mi extenso análisis del suplemento en La sostenibilidad empresarial es un juego: The Economist vuelve sus andanzas). Posteriormente público un artículo por Vivek Ramaswamy, Stakeholder capitalism poisons democracy, en la edición del 14 de septiembre, donde argumenta que las empresas invaden un terreno que corresponde a la moral y la política y por ende debe están en poder de los ciudadanos y no en manos de algunos dirigentes empresariales y stakeholders seleccionados, por lo que se atenta contra la democracia (una visión muy restringida y conveniente de lo que quiere decir democracia y así crear alarma).  En aras del balance de ideas también publicó en la misma fecha un artículo a favor de la sostenibilidad, People trust executives to intervene in social issues, por el profesor Jeffrey Sonnenfeld, que usa argumentos muy válidos pero agotados.

No entraremos a polemizar para no alargar y desviarnos del artículo, pero aquellos definen lo que es moral y político a su conveniencia.  Para ellos el aborto es un tema estrictamente moral y por ende las empresas no deben incluirlo en sus programas de beneficios sociales.  Lo mismo sucede con el control de armas en manos del público, donde se oponen a que las instituciones financieras pongan limitaciones a su comercialización, porque ello es un tema político. Y si las empresas contribuyen financieramente a la promoción de algunos aspectos que les convienen a esos políticos, entonces la intervención no es política, ni atenta contra “la democracia”.

II.             Movimiento anti-ASG en viñetas.

El humorista Scott Parker se une a este movimiento a través de su medio: las viñetas. Reproducimos y comentamos cuatro que consideramos tienen un mensaje relevante sobre las calificaciones de sostenibilidad, en orden de publicación.

a.     Conflicto de intereses y falta de ética.

Comentario. Esta un critica exagerada, en el sentido de alegar que las calificadoras no tienen ética, que las empresas tienen intereses en las calificadoras, pero si contiene una verdad y es que al ser un negocio competitivo, con el cual se puede ganar dinero, proliferan y pueden buscar el favor de las empresas (ver el enemigo números 2, 3 y 6 en mi artículo Los trece enemigos de la RSE(C): Los primeros seis)

b.     Calificaciones a la ligera.


Comentario. Una acusación muy fuerte y grotescamente exagerada de que las calificadoras no investigan, que se inventan las calificaciones. Lo que si es cierto es que usan información proporcionada por las mismas empresas y completan las informaciones faltantes para sus algoritmos con otras fuentes, a veces no verificadas.

c.     Venalidad de las calificadoras

Comentario. Otra aseveración grotescamente exagerada y no justificada por evidencia de conocimiento púbico, en la que implica que las calificaciones se pueden comprar. Lo que tiene algo de cierto es que las relaciones globales de las empresas con las calificadoras, que a veces son parte de un grupo empresarial de servicios financieros pueden influenciar, indirectamente, la calificación. La siguiente tabla muestra la absorción de calificadoras independientes por parte de grandes grupos.

 

d.     Compensación entre los componentes de las calificaciones.


Comentario. Este el más válido y mordaz de todos. Satiriza que las metodologías de las calificadoras asignan puntaciones a los diferentes aspectos A, S y G, que se compensan entre sí, para llegar a un número global. En esos modelos, en general, las puntaciones son intercambiables, independientemente del impacto que puedan tener ante la sociedad y el medio ambiente. Las puntuaciones las asignan las calificadoras de acuerdo con sus modelos de lo que es sostenibilidad empresarial (ver el artículo sobre la mejor clasificación de una empresa de combustibles fósiles sobre una que promueve el uso de energía renovable en ¿Se justifica sacar a Tesla de un índice ASG?).

Por ejemplo, la desigualdad de género en el consejo se puede compensar con la existencia de un código de ética, o como asevera la viñeta, las emisiones se pueden compensar con diversidad en los consejos.  Este ejemplo es grotesco, al ir más allá de lo que sería la diversidad de género a la que tradicionalmente se refiere la sostenibilidad, la de hombres y mujeres, o de otros grupos no representados, para introducir un tercer género: el no binario, ni hombre ni mujer u hombre/mujer, lo que, según la viñeta, les daría todavía “más puntos” (solo le faltó decir que sería además una persona minusválida). 

Pero esta es la mayor deficiencia estructural de las calificaciones. Véase en el gráfico los puntajes que una calificadora asigna a las diferentes categorías para el caso de la banca. Por ejemplo, in código de buena conducta vale casi lo mismo que el financiamiento de actividades y proyectos sostenibles.

O la variedad de puntuaciones entre calificadoras.

Estas deficiencias las hemos analizado extensamente (ver mis artículos ¿Cuál es el banco más sostenible del mundo?, ¿Se puede encapsular la responsabilidad empresarial en un numero ASG? y El índice IBEX Gender Equality: ¿Igualdad de género? Falacia ASG)

III.           La lucha se traslada a otro plano.

Y esto que parece humorístico puede ampliar la base del movimiento anti-ASG ya que es un mercado mayor que el de las publicaciones especializadas, que son dirigidas a los escépticos profesionales. Estas son dirigidas personas no conocedoras del tema y que pueden ser más crédulos.

¿Y si se publicaran viñetas a favor de la ASG?  No tendrían el mismo efecto, lo negativo atrae más.  Nuestra campaña de concientización se está complicando.  Afortunadamente tenemos a los millenials que son más conscientes de estos temas y tendrán que vivir las consecuencias da la insostenibilidad, pero aún estos dicen más de lo que hacen.  Habrá que retroceder a la educación secundaria y primaria para crear conciencia durable (ver mi artículo de septiembre del 2015, ¿Por dónde empezar para promover la sostenibilidad?).  Y demás esta decir la importancia de la enseñanza en las escuelas de negocio y cursos de desarrollo profesional para ejecutivos, pero no como añadidos, como electivas, sino como parte integral de cada una de las asignaturas (ver el enemigo número 9 en el artículo Los trece enemigos de la RSE(C): Los segundos siete).



[i] En septiembre del 2022 la viñeta Dilbert fue cancelada en 77 periódicos de EE. UU. y aunque no se han revelado las razones (más allá de que “tenemos muchas viñetas para escoger”) se presume que sea por razones políticas.

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