sábado, 22 de octubre de 2022

Un compendio de la sostenibilidad empresarial en dieciséis generalizaciones falsas: Primera parte: Las ocho de los detractores

 

Todas las generalizaciones son falsas, incluida esta.

atribuida a Mark Twain, 1835-1910

 A la popularización le sigue la generalización y a la generalización, la confusión.

Yo

 En efecto, todas las generalizaciones son falsas y en el área de sostenibilidad empresarial son además contraproducentes para su avance. Y esto aplica tanto a las generalizaciones de los detractores como a las de los promotores. Unos tiran el bebé con el agua sucia después del baño y los otros con su asumida superioridad moral reducen la credibilidad de sus propios argumentos.

Y cuando algo se populariza, cae bajo el dominio de los aficionados y neófitos, que al no conocer los detalles generalizan, perdiendo rigor y propendiendo a la confusión.  Esta es la tendencia que sigue actualmente la sostenibilidad empresarial, abriendo las puertas a ataques de los detractores, que también suelen ser generalistas.

En este articulo analizamos las generalizaciones de ambos grupos, que llevan a confusiones, después de poner la discusión en contexto considerando el problema de la extralimitación conceptual y lo que (algunos) entienden por sostenibilidad empresarial. En la primera parte lo haremos con las de los detractores y en la segunda con las de los promotores.

Y la lista de generalizaciones no es completa, cada día surgen más. He seleccionado ocho generalizaciones en contra y ocho a favor para que parezca que soy imparcial. En realidad, soy critico de ambos, unos pecan de desdén y los otros de ingenuidad.

I.                ¿De qué estamos hablando?

Ese el principal problema de toda la discusión, desavenencias y confusiones sobre la sostenibilidad empresarial: Cada uno tiene su idea de lo que es y lo que no es, de lo quiere que sea y del impacto que cierta interpretación pueda tener sobre sus intereses.  No hay y no habrá consenso generalizado lo cual da lugar a una discusión donde cada uno habla un idioma diferente, pero cree que es el mismo. Y hay muchos grupos interesados en que su concepción o su nombre de la idea sea el aceptado, con lo que se contribuye aún más a la confusión y desavenencias. No solo no entendemos lo mismo con un mismo nombre, sino que damos nombres diferentes a lo mismo.[1]

a.     El problema de la extralimitación conceptual

Consideremos primero el problema de la generalización reflejada en la extralimitación conceptual. Un artículo pionero sobre este concepto, en el contexto de la discusión pública sobre derechos humanos y la seguridad jurídica, Conceptual Overreach threatens the quality of public reason (“la extralimitación conceptual amenaza el discernimiento publico”) dice que ello: “…ocurre cuando un concepto en particular sufre un proceso de expansión o inflación en el cual absorbe ideas y requerimientos que le son extraños. En su manifestación más extrema la extralimitación conceptual muta en un dogma, en un “todo en uno”, totalizante” (énfasis añadido). Es más que un problema de semántica.

Un caso muy paradigmático de esto en la sostenibilidad empresarial es el término ASG, que siendo solo criterios para la evaluación numérica de algunas características de las actividades de las empresas se ha “expandido, inflado y mutado” en un dogma, que está siendo usado para representar todo lo bueno, lo malo y lo feo de esa sostenibilidad, cada usuario de la palabrea entendiendo algo distinto, sin explicitarlo. 

Responda querido lector a la pregunta: “¿Una buena calificación ASG quiere decir que la empresa es responsable? NO, a lo sumo quiere decir que, según el modelo de la calificadora sobre lo que puede impactar la situación financiera de la empresa, la empresa está menos expuesta. NO se refiere al impacto positivo que la empresa tiene ante la sociedad y el medio ambiente, ni considera el impacto negativo. [2] Pero se ha “expandido, inflado y mutado” a un dogma que pretende representar lo que es responsabilidad empresarial. Esta popularización da lugar a generaciones y confusiones y al movimiento anti-ASG (otro que ataca generalidades sin ver todo lo positivo que hay detrás de la sostenibilidad empresarial, que no es lo mismo que “ASG”). Atacan la sostenibilidad empresarial basándose en una extralimitación conceptual de la palabra ASG. [3] [4]

Lo mismo sucede con el término “responsabilidad social de la empresa” como veremos a continuación.

Y algunos ejemplos de esta extralimitación conceptual en ASG:

·       “¿Cuál es su programa de ASG?” No, la empresa no tiene un programa ASG, tiene una estrategia, actividades, etc. de responsabilidad ante la sociedad, que (muy imperfectamente) se pretende caracterizar con criterios ASG.

·        “La ASG no rinde en bolsa”.  A lo mejor las inversiones seleccionadas usando criterios ASG (que no reflejan la sostenibilidad de la empresa) no rinden más que las demás, pero la ASG no es valor financiero, son criterios.

·       “Casos de éxito ante los desafíos ASG en la UE”. ASG no son desafíos, son criterios de evaluación. El desafío, en este caso, es lograr cumplir con los requerimientos de la Unión Europea, en materia ambiental, social y de gobernanza, que no es lograr algunos indicadores A, S y G.

·       “ASG” son tres letras que no salvarán el planeta” según el prestigioso periódico The Economist, en un suplemento especial. [5] Tienen razón las letras no salvan al planeta.

·       “Empresas reducirán sus gastos en ASG”. ¿Reducir gastos en criterios de evaluación?

b.     ¿Qué es sostenibilidad empresarial?

La discusión que sigue podría más bien titularse: ¿Qué debería entenderse por sostenibilidad empresarial para que haya consenso? Es posible que si todos entendieran lo mismo podría intentarse el consenso, pero aquí entran otros factores que lo imposibilitan: los prejuicios, las ideas preconcebidas, los intereses creados y el dogmatismo.  Entonces es mejor centrar la discusión en porque el consenso no es factible y porque las generalizaciones contrastantes continuarán.

En el artículo Los trece enemigos de la RSE(C): Los primeros seis decíamos que la conceptualización de la RSE o sostenibilidad empresarial es su principal enemigo. En principio debería haber consenso de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad es la asunción proactiva de su responsabilidad ante la sociedad como consecuencia de los impactos que tiene y que quiere tener y de los recursos que de ella usa y consume. [6]

 

Concepto

Que es

Contexto

Responsabilidad empresarial

Acciones y estrategias de la empresa para asumir su responsabilidad ante la sociedad

Actividades de la empresa

Sostenibilidad

Resultados de la implementación de las acciones y estrategias de responsabilidad

Información sobre la RSE

ASG (ESG)

Tipificación y criterios para evaluar los resultados de la implementación

Inversiones responsables

 

El problema es que no hay consenso, ni en la conceptualización y menos en la implementación. Algunos piensan que la empresa no tiene que asumir responsabilidad por sus impactos negativos (externalidades), como por ejemplo por su contribución al cambio climático, ya sea porque niegan su existencia, ya sea porque alegan que el cambio no es atribuible a la empresa. Piensan que corresponde a los mercados financieros penalizar a las empresas si consideran que afecta la sostenibilidad financiera de la empresa, a los clientes si no les gusta (que en general no son muy proactivos), y a los reguladores de prohibir comportamientos irresponsables. Algunos piensan que la empresa no debe invertir recursos en contribuir a mejorar la calidad de vida de colectivos afectados, ya que excede su ámbito. Algunos piensan que sus intervenciones en estos temas son asuntos que competen a la moral y la política, también fuera de su ámbito (como veremos más adelante).

Y la confusión que se crea con las calificaciones de sostenibilidad, como comentábamos arriba y más adelante, contribuye aún más a la imposibilidad de lograr consenso. Los esquemas de reporte tampoco ayudan ya que no tienen una concepción consensuada de lo que debe ser objeto de reporte, que es lo que la sociedad percibe sobre la empresa. La propuesta a nivel internacional del International Sustainability Standards Board, ISSB, aboga por reportar sobre aspectos que tienen potencial impacto sobre su situación financiera (materialidad financiera) en tanto que la propuesta, a nivel europeo, de la Comisión Europea aboga por reportar sobre el impacto ante la sociedad y el medio y sobre la situación financiera (ambos, materialidad de impacto y materialidad financiera). [7]

Y encima de todo esto, la RSE y su resultado, reflejado en su sostenibilidad empresarial, es especifica a cada empresa, depende de su contexto, no todo es material, no todo es atendible y, desde el punto de vista de la sociedad y de los inversionistas responsables (los de veras, no los ASG [8]), debería incluir además la cultura, actitudes, valores, procesos, comunión de objetivos, incentivos positivos y negativos, internos y externos, entre otros, que afectan la viabilidad de la empresa en el largo plazo. Va más allá de actividades y sus resultados.

La denominación ASG, que tanto se ha popularizado recientemente conspira contra esta visión integral y la separa en componentes, Ambiente, Social y Gobernanza, que con sus criterios de evaluación lleva la concepción de que ello es “hacer cositas” en estos temas, abriendo las puertas a la criticas de hipocresía. Al fragmentar se pierde la interacción, sinergias y complementariedad necesarias para una concepción integral de la responsabilidad.

Dentro de este contexto caben todo tipo de generalizaciones que siendo generalizaciones contienen falsedades y verdades en algunos contextos. El problema se crea cuando los promotores y detractores las quieren convertir en falsedades o verdades universales, en dogmas.

II.             Generalizaciones de los detractores 

1.  1.    El propósito de la empresa es maximizar los beneficios financieros porque los accionistas son los dueños.

Este el mantra más extendido entre los detractores, alimentado en buena parte por el famoso artículo de Milton Friedman en el New York Times de septiembre de 1970 [9] y su pertuación en la enseñanza en las escuelas de negocios y de economía. El argumento es que la empresa es de los accionistas y se debe a ellos.  Esto es una falacia ya que los accionistas no son dueños de la empresa. Al adquirir acciones no han adquirido una parte de los activos, lo que han adquirido es el derecho de recibir dividendos, de nombrar miembros del consejo (pero limitado por las disposiciones de las regulaciones de las comisiones de valores de los respectivos países, aunque con poder de persuasión sobre el comportamiento de algunos consejeros) y a recibir su cuota parte de los activos de la empresa en una liquidación. Es cierto que tienen poder, pero solo pueden determinar la estrategia de la empresa de forma indirecta, via el nombramiento de consejeros y participación en las asambleas generales de accionistas.

El dueño de la empresa es la empresa misma, una persona jurídica, por sorprendente que parezca, [10] y la responsabilidad de los dirigentes es hacer lo más convenga a la empresa para su sostenibilidad, en el sentido más amplio de la palabra, en el largo plazo (no nos referimos al caso especial de empresas con un número limitado de accionistas, no sujetos a las regulaciones de los mercados de capitales y donde si se pueden considerar dueños).

Ninguna legislación exige que la empresa maximice los beneficios financieros.  Lo que sí exigen es que los directivos gestionen los recursos de manera prudente, eficiente y eficaz, promoviendo los objetivos de la empresa y que eviten que esos recursos sean utilizados para beneficios personales de los directivos; nunca prohíbe que los recursos de las empresas se utilicen para fines del bien común.

Sin embargo, este el sesgo que se ha infundido en la formación de los dirigentes en las escuelas de economía y de negocios, que han sido incrustados en la gestión de las empresas y donde la gran parte de los incentivos monetarios son de tipo financiero relacionados con el logro de indicadores de ingresos o beneficios. Y estos sesgos e incentivos son más poderosos que cualesquiera argumentos de tipo legal sobre la responsabilidad fiduciaria de los dirigentes. No debería ser, pero lo es.

2   2.    El capitalismo de los stakeholders es una falacia y una utopía.

Estos argumentos son los que fomentan la discusión entre los promotores del capitalismo de los shareholders y el de los stakeholders. Ni los shareholders, ni los stakeholders son dueños de la empresa, ambos ejercer su poder dentro de las regulaciones pertinentes. Ambos son parte integral de la empresa, algunos con derechos legales reconocidos, otros con derechos de impacto. Y si la empresa decide considerar los intereses de los stakeholders es porque cree que es lo que conviene al dueño: la empresa. Demás está decir que para que la empresa sea sostenible en todo sentido primero debe ser financieramente sostenible, pero ello no quiere decir maximizar beneficios financieros, quiere decir maximizar beneficios financieros y no financieros, en el corto y largo plazo.

Otra de las principales críticas al capitalismo de los stakeholders es que es imposible para la empresa balancear los intereses de múltiples grupos, que muchas veces tienen conflictos entre sí (los empleados quieren mejores condiciones y no reducción del personal, los consumidores menores precios y los accionistas más dividendos). Complicado es gestionarla con un solo objetivo como para buscarse decenas más. Si bien hay que reconocer que tienen mucho de razón y que no es fácil, ello no obsta para que sean considerarlos, no solo sus intereses sino además las contribuciones que pueden hacer al progreso de la empresa, incluyendo el beneficio financiero. 

Se supone que los dirigentes no son autómatas que solo pueden gestionar un objetivo, son personas supuestamente seleccionadas por esa misma capacidad de balancear múltiples objetivos, algunos no cuantificables y algunos contrapuestos. Es la base de la gestión empresarial. Y ello no quiere decir que hay que satisfacerlos todos, quiere decir que hay que considerarlos y decidir lo que más le conviene a la empresa en su contexto y momento.  Es por esta razón que se han desarrollado los conceptos de la materialidad financiera y la materialidad de impacto.

3    3.    ESG atenta contra la democracia, es un movimiento político.

Este argumento es relativamente reciente y surge en parte por la creciente polarización entre ideologías políticas y el surgimiento de la extrema derecha tanto en EE. UU. como en Europa. Estos críticos alegan que la intervención de empresas en temas sociales, como la discriminación o la lucha contra el cambio climático corresponden a la política en el sentido de que afectan las relaciones de poder entre individuos y la distribución de recursos, que corresponden a la política pública.

Algunos llegan al extremo de decir que la sostenibilidad empresarial da poder a los stakeholders sobre los ciudadanos, que son los que tienen derechos políticos. Este es otro buen ejemplo de extralimitación conceptual ya que aglutina en estas dos palabras, stakeholders y ciudadanos, gran variedad de conceptos y opiniones en una gran generalización.  Todos los ciudadanos son stakeholders de alguna o muchas empresas e instituciones y los stakeholders son todos ciudadanos. Ejercen sus derechos y deberes en el contexto en que les toca desempeñarse. A veces votando en elecciones, a veces votando con sus compras o seleccionado las empresas en la que quieren prestar sus servicios.

Uno de los más acerbos críticos de la sostenibilidad empresarial, especialmente de la inversión responsable dice: “Son los ciudadanos, no la iglesia, no los lideres empresariales, no los grandes gestores de inversiones, los que definen el bien común a través del proceso democrático, sin la intervención de las élites”. [11] [12] Obviamente que es una visión muy estrecha del contexto en el que se determina el bien común.  No solo se hace a través de elecciones puntuales, sino a través de la evolución de las preferencias de la ciudadanía expresadas en diferentes oportunidades. De hecho, las elecciones difícilmente incluyen estos aspectos específicos, a lo sumo ideologías. No son referéndums sobre aspectos sociales o ambientales.

Con esta aseveración de que la sostenibilidad empresarial se entromete en política alegan que algunas empresas, como las grandes instituciones financieras, quieren restringir los sectores en los cuales se pueden invertir, lo que es dirigisme, que atenta contra la libertad individual. Alegan que si estas instituciones no quieren financiar combustibles fósiles están tomando decisiones políticas que le competen al estado. Si no quieren financiar empresas de vicio (digamos alcohol, pornografía, apuestas) o armamentos están tomando decisiones morales que exceden su licencia legal de operar, lo que compete a la sociedad como un todo.[13]

¿Quién dijo que el papel de las empresas no es hacer juicios morales?  ¿Pero que es moral en el contexto de la actividad de la empresa? Las tarjetas de crédito están siendo presionadas para que no participen en las transacciones de armas al alegar que eso sería ejercer un juicio moral que no les compete. Trasladar el problema de lo que es una responsabilidad de la empresa ante la sociedad a lo que es moral o inmoral permite una fácil excusa.  Lo que no les gusta es inmoral.

4    4.    La sostenibilidad empresarial contribuye a la inflación.

La preferencia por la asignación de recursos financieros a empresas o proyectos que contribuyen a la sociedad y el medio ambiente lleva a excluir sectores como, por ejemplo, fuentes de energía como el gas y nuclear, y hasta el carbón.  Al ejercer restricciones hace que los precios de estos recursos, indispensables para la vida cotidiana, suban de precio. [14]

Y como ha demostrado la crisis energética en Europa con el elevado aumento del precio de la energía eléctrica y los combustibles, no se puede prescindir de esas energías “sucias”. Las restricciones impuestas para promover las energías limpias han sido inflacionarias. [15] Lamentablemente es cierto, pero hay que reconocer que en parte es debido a un factor exógeno como la invasión de Ucrania.  Lo que ello demuestra es que la transición de energías sucias a limpias no es un proceso de corta duración y en el financiamiento hay que considerar la necesidad de la transición.  No financiar la continuidad, pero sí la transición. Ello fue reconocido al cambiar, con muchas protestas de la sociedad civil, la taxonomía verde de la Unión Europea para poder incluir el gas y la energía nuclear.  Pero todo esto no obsta para que los inversionistas responsables decidan no financiar estas energías, que lo hagan otros.

Lo que esta situación también destaca es que en el financiamiento responsable y las estrategias nacionales no pueden poner un énfasis excesivo en los criterios ASG, hay que considerar otros factores que no son ASG ni monetarios, que no es una dicotomía de sí o no. Hay otros elementos críticos como lo son la seguridad energética y la estabilidad de la cadena de valor que tradicionalmente han sido considerados como no monetarios. 

5    5.    La responsabilidad consume recursos financieros y gerenciales, que distraen su viabilidad a largo plazo.

El argumento es que los recursos financieros y gerenciales disponibles en la empresa son escasos y que deben asignarse a las actividades de mayor impacto en su viabilidad. Alegan que la atención a “la ASG” distrae a los dirigentes de lo que importa como innovación, control de costos, atención al consumidor, competitividad, etc., que atentan además contra el crecimiento económico. Los dirigentes podrían pensar que es importante preocuparse más de la diversidad o de sus emisiones, que de hacer mejoras en los productos, desviando escasos recursos.

Es otra falacia derivada de la extralimitación conceptual. La atención a la sostenibilidad empresarial no es incompatible con la innovación y el control de costos, atención al consumidor, competitividad.  Todo lo contrario, la atención a la sostenibilidad empresarial puede llevar a la empresa a acceder nuevos mercados, desarrollar nuevos y mejores productos, reducir el consumo de recursos materiales, reciclar, hacer los procesos de producción más eficientes, mejorar la productividad de los empleados y ni que decir de la atención al consumidor

Lo que critican podría ser válido en el caso de empresas miopes que adoptan estrategias y acciones de responsabilidad más con el fin de parecer que de ser, efímero, sin consistencia e integralidad …..¡que las hay!. Tienen razón, en algunos casos, pero no es generalizable. Las que se lo toman en serio tienen como fundamento hacer el bien sin descuidar su competitividad, o deberían hacerlo.

6.  6.    Responsabilidad es una excusa para tapar irresponsabilidades

Es un caso como el anterior.  Hay muchas empresas que lo hacen, para las que la responsabilidad no forma parte de su carácter, de su propósito, que se usa como instrumento para mitigar o enmascarar actuaciones o productos irresponsables.  Es el greenwashing en estado puro.  Pero, como en el caso anterior no se puede/debe generalizar a todas las empresas.  Pagan justos por pecadores. No hay estadísticas sobre la proporción de empresas que pertenecen a esta categoría, pero es cierto que está muy extendido. Y aun las empresas consideradas responsables, a veces pecan en este sentido. Este comportamiento esta potenciado por las calificaciones de sostenibilidad como veremos a continuación.  Generalización válida en muchos casos, pero no en todos.

7.  7.    Inversiones ASG son una falacia.

Otra generalización que contiene mucho de verdad, pero no es totalmente cierta. Las inversiones usando criterios ASG para la selección de los valores negociables ha crecido dramáticamente en los últimos años en parte debido a la oferta (a veces irresponsable) de las gestoras de fondos para ampliar su cartera de negocios y en parte por el creciente interés de inversionistas de colocar su dinero en actividades que además de ser razonablemente rentables, contribuyan al bien común.

La utilización de los criterios A, S y G para la selección de los valores adolece de un gran número de problemas que tienden a justificar la generalización.  Se basan en gran medida en las calificaciones de sostenibilidad por agencias calificadoras. [16] Básicamente hay seis problemas. El principal problema (1) es que, como comentábamos arriba, califican algo que no está definido y que cada calificadora define y modela a su gusto.  ¿Qué es sostenibilidad empresarial?  Lo único que tienen en común es que todas le dan el nombre de calificaciones de sostenibilidad o algo parecido. Adicionalmente, (2), siendo su principal mercado los inversionistas, las calificadoras usan modelos en base a la materialidad financiera, que pretenden indicar el potencial impacto sobre la situación financiera de las empresas, pero muchos de los participantes también están interesados en la materialidad de impacto, el efecto de las actividades de la empresa en la sociedad y el medio ambiente.

Pero (3), ello es ignorado por las calificadoras.  Se basan en los insumos asignados y las actividades llevadas a cabo, pero no en sus resultados y el impacto logrado. Y lo que es peor, (4), se ignoran los impactos negativos, no restan puntos.  Hay empresas con el máximo puntaje que tiene impactos negativos no mitigados y comportamientos irresponsables.

Pero (5), se utilizan como si indicaran la sostenibilidad empresarial, o sea como indicadores del bien que supuestamente hacen para la sociedad. ¿Inconscientemente, por ignorancia, por complicidad o por comodidad? Sea como sea, no solamente tienen los problemas de conflictos de definición de algo no definido, sino además de usos que no se corresponden con su determinación.

Y (6), asignan clasificaciones a los diferentes criterios A, S y G, y calculan una calificación agregada, lo que implícitamente permite compensar deficiencias en algunos aspectos con elementos positivos en otros y viceversa. ¿Pueden problemas laborales superar la contribución a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero? Ese fue el caso de la exclusión de la líder en vehículos eléctricos, Tesla, de un índice de sostenibilidad.  Para la calificadora, los problemas laborares fueron más determinantes que su contribución a la reducción de emisiones. En su lugar incluyeron a la petrolera Exxon Mobil porque había aprobado un plan para la reducción de las emisiones. [17]¿Coinciden estas importancias relativas con los intereses de los inversionistas responsables? Para las calificaciones todo es cuestión de números, pero no de impacto.

Pero en esto es importante distinguir entre inversiones socialmente responsables, ISR, e “inversiones ASG”. [18] En las segundas se usan los criterios de selección con los problemas que hemos mencionado, lo que da lugar a que contengan empresas de tipo de responsabilidad. En la ISR el análisis es más completo, analizando cada aspecto de la responsabilidad explícitamente, tratando de evitar los seis problemas mencionados.

Las inversiones ASG, en general, son una falacia. Las inversiones ISR, en general, no lo son.  Pero no son muchos los que saben hacer la distinción.

8.  8.    La desinversión en empresas irresponsables no contribuye a la sostenibilidad.

Los promotores de la sostenibilidad empresarial, en especial los fondos de inversión responsable, en particular los grandes fondos de pensiones, abogan por la desinversión en empresas que son consideradas irresponsables, muchas veces más para cumplir con sus políticas de inversión y supuestamente enviar un mensaje a esas empresas para que cambien, que como medida de castigo, como suele aparecer en las noticias. Esto es particularmente usado en el caso de las empresas de combustibles fósiles. 

Sin embargo, como alegan los detractores esto no suele tener efectos significativos sobre el comportamiento de las empresas. Los valores que aquellos fondos venden son comprados por otros inversionistas, ya sean indiferentes ya sea irresponsables, que continuaran, o empeorarán el comportamiento de esas empresas. Y posiblemente hayan adquirido los valores a buen precio ya que aquellos inversionistas quieren salir de ellas (aunque suelen hacerlo poco a poco para no afectar el precio de venta). A lo sumo pueden hacer subir su costo de capital por el riesgo que conllevan, pero también esto es posible que ya este incorporado en la valoración de esos valores en el mercado de capitales.

Para los inversionistas responsables puede ser más efectiva la opción de mantener la posesión de los valores y como accionistas activistas abogar en las asambleas generales y en los consejos para el cambio paulatino de las actividades de esas empresas. Claro está que esto requiere tener un poder de voto o de influencia considerable, y es una opción más al alcance de grandes inversionistas institucionales. Este es un debate muy candente en la actualidad: desinversión versus involucramiento. [19]

La desinversión no suele tener el impacto que alegan los promotores sobre la sostenibilidad empresarial, pero hace sentir bien a algunos.

Segunda parte

En la segunda parte analizaremos las ocho generalizaciones de los promotores y haremos una recapitulación a modo de resumen.

 



[1] Ver Los trece enemigos de la RSE(C): Los primeros seis donde listamos 36 nombres diferentes para referirse a la responsabilidad de la empresa ante la sociedad.

[4] El articulo The Making and Meaning of ESG (E. Pollman, septiembre 2022) pasa revista a la evolución del término, como se ha convertido en un mantra que ha contribuido a la confusión y propuestas para su futuro.

[6] Esta es mi versión de la definición de la Comisión Europea. Espero no añadir a la confusión. Ver ¿Cómo interpretar LA definición de la RSE?

[9] Este es un tema que he analizado extensamente en varios artículos, ver Mis trece artículos sobre el propósito de la empresa

 y Friedman, The Economist y la perpetuación del pasado.

[11] Ver The Stakeholders versus the People, Vivek Vivek Ramaswamy, 17 febrero 2022, Wall Street Journal.

[12] Esto es una expresión moderna de la posición del “padre del liberalismo”, el filósofo John Locke (1632-1704), de que la religión y los mercados deben ser separados. La religión (y la moral) es una cuestión personal y los mercados deben estar libres de consideraciones éticas.

[14] Se estima que como consecuencia de su exclusión en carteras desarrolladas con criterios ASG estas empresas tienen un costo de capital superior en un 15% de que sería de otra manera.

[16] Para paliar en parte estos problemas de las inversiones ASG habíamos hecho una propuesta en ¿Tienen tus inversiones ASG “grado de sostenibilidad”?

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