La invasión está teniendo impacto sobre la sostenibilidad empresarial y sobre la ambiental, algunos inesperados. Consideraremos cuatro aspectos: responsabilidad de la empresa privada; energía y cambio climático; responsabilidad social de los armamentos; e, inversiones ASG.
1. Responsabilidad de la empresa privada
Centenares de empresas están cerrando sus operaciones en Rusia y Bielorrusia o dejando de
comercializar con instituciones de esos países.[1] La
invasión es tan injustificada como brutal que hacía previsible que algunas
empresas expresaran su opinión via desinversiones. Lo que es sorprendente es la cantidad de
empresas que lo están haciendo, con costos significativos. Algunas podrán ser expropiadas con compensación
dudosa y/o serán excluidas de hacer negocios con los dos países en el
futuro. En todo caso, algunas tendrán
pérdidas muy significativas y es laudable que las acepten para hacer valer sus
valores.
Como parte de su
responsabilidad empresarial, algunas lo harán bajo el argumento moral,
de no querer asociarse con esa violencia, otras lo harán con un argumento
empresarial, al considerar que las perdidas, monetarias y reputacionales,
por esas decisiones serán menores que las pérdidas en los demás mercados donde
operar por no actuar. Habrá algunas que lo hacen porque no tienen nada que
perder o algo de reputación que ganar.
Y otras, como
Danone y Nestlé, al contrario, rehúsan salir, usando también argumentos de responsabilidad
ante la sociedad. Danone alega: “Tenemos una responsabilidad con la
gente a la que alimentamos, los ganaderos que nos proporcionan la leche, las
decenas de miles de familias que dependen de nosotros". La
compañía tiene a en torno a 8.000 empleados en el país. Hubiera sido interesante
ver la reacción del CEO de Danone que fue removido en marzo del 2021 en parte
por su estrategia de sostenibilidad empresarial. [2]
Nestlé defiende su posición con argumentos muy semejantes.
Por otra parte,
están empresas como McDonald’s, que ha cerrado sus operaciones en el país pero
que, por lo menos en el corto plazo, está manteniendo el sueldo a sus 60 000
empleados, para no perjudicarlos por algo de lo que pueden ser víctimas.
Y las empresas que
decidan quedarse muy probablemente aumentarán su filantropía en Ucrania.
Parece que con
la responsabilidad de la empresa ante la sociedad se puede justificar todo tipo
de acciones, salir, quedarse y quedarse saliendo.
De cualquier
manera, el comportamiento de las empresas que cesan sus operaciones no ha
dejado de sorprender. Ojalá se extienda esa responsabilidad a otras áreas,
por ejemplo, suplidores, y países, que no respeten los derechos humanos y el
medio ambiente.
La reciente propuesta de la Comisión Europea de hacer obligatoria la diligencia debida sobre esos aspectos en la cadena de valor no debe haber tenido un impacto directo sobre las decisiones de estas empresas, pero sí refleja una preocupación compartida.
2. Energía, cambio climático
Posiblemente
este sea el aspecto donde la invasión tenga un mayor impacto y sea el más
duradero. Hay por lo
menos tres frentes: cambio en el modelo energético del mundo, en particular
de Europa; reconsideración del impacto ambiental de los combustibles fósiles;
y, cambio en los patrones de consumo a nivel personal.
Se hace necesario
un aumento de la producción de petróleo y gas en otras regiones para suplir la
caída en el suministro por parte de Rusia, aceptando que el petróleo y el gas
son imprescindibles. No era de
esperar que los países más afectados tuvieran que aumentar su propia
producción, si pueden, y pedir aumentos a otros, en particular a los
miembros de la OPEP, en especial Arabia Saudita. Y hasta con Venezuela, EE., UU ha reabierto el
diálogo buscando aumentos en el suministro de crudo cuando en los últimos años le
había impuesto el embargo. Y hay una urgencia
añadida en lograr un acuerdo con Irán sobre sus armas nucleares con la idea de
que pueda aumentar su producción y venta de crudo y gas que ahora está
limitada.
¿Nos hará el
petróleo y gas ignorar los derechos humanos?
Hasta el
carbón puede llegar a ser menos odiado.
En este sentido
es oportuno recordar la oposición de algunos sectores a la inclusión del gas y
la energía nuclear en la Taxonomía verde de la Unión Europea, como fuentes
energéticas en la transición a energías limpias. La actual situación estimulará una
reevaluación de esta oposición ya que la transición energética adquiere mayor urgencia.
Y todo el tema
del cambio climático puede sufrir una pausa, a pesar del reciente informe del Intergovernmental Panel on Climate
Change, IPCC, cada
vez más alarmante. Ha quedado muy claro que hay un conflicto de intereses,
no de fácil resolución: costo, seguridad y cambio climático. Por una parte, en el corto plazo no es
factible un aumento significativo de la producción de energía renovable para
substituir la reducción en el suministro de combustibles fósiles, sobre todo en
Europa. Pero por otra, la crisis va a estimular
aún más la necesidad de reducir la dependencia de estos combustibles y la de
estimular la producción de energía renovable. El cambio de modelo energético
se hace más imperativo.
Con el súbito y
elevado aumento de los precios de los combustibles, gasolina, diésel y gas, los
consumidores tendrán estímulos a cambiar su “modelo de consumo de energía”, como
en el caso de los países. En algunos
países aumentará el interés por los vehículos de menor consumo, que se había estabilizado. En todos los países aumentará el interés por
los vehículos eléctricos, aun cuando el costo de la electricidad también
subirá, pero menos que el precio de la gasolina y el diésel, sobre todo en los
países que tienen una mezcla energética menos dependiente de los combustibles
fósiles. Y algunos consumidores, que puedan hacerlo, cambiaran sus medios de
transporte a transporte público y bicicletas y motos, preferiblemente
eléctricas para desplazamientos largos. Y por supuesto una reducción del
consumo energético en el hogar, menos calefacción, menos aire acondicionado.
Todo esto podría estimular
el ahorro de energía, con una reducción del consumo de combustibles fósiles
y un impacto positivo sobre el cambio climático. Algo parecido a lo que ocurrió con el covid, cuando
se redujo la movilidad y la actividad económica, aunque será en menor escala.
Aun cuando el problema se resuelva a corto (ojalá) o mediano plazo, quedará el shock y es posible que los cambios sean permanentes, aunque dependiendo de este plazo de resolución serán más o menos intensos y más o menos duraderos. Algo parecido al impacto del COVID.
3. Responsabilidad social del armamento
De la misma
manera que la invasión está forzando la reconsideración del impacto ambiental
de los combustibles fósiles, lo está haciendo con la responsabilidad social
de los armamentos. Ambos han
adquirido más urgencia y con ello una reevaluación de su impacto.
Pero, a diferencia
de los combustibles fósiles, la apertura al financiamiento responsable del
armamento tiene muy poco consenso. En el artículo ¿Son
las empresas de armamento socialmente responsables? ya habíamos analizado esto con algún detalle por
lo que no lo repetiremos. Baste con
resumir que algunos alegan que ….
“la altura de la responsabilidad social en estos momentos requiere
invertir en acciones de empresas que producen armamentos ….la defensa de los
valores de las democracias liberales y la creación de disuasivos, que preserven
la paz y la estabilidad global es tan importante que las empresa
productoras de armamentos deben ser incluidas en los fondos con la etiqueta ASG,
medio ambiente, social y gobernanza” (énfasis añadido).
Estaremos de
acuerdo que preservar la paz y la estabilidad global es una responsabilidad
social, pero que hacerlo via la producción de armamentos es descabellado. ¿Podemos suponer que el armamento será
utilizado responsablemente? ¿Qué solamente tendrán acceso a ellos los lideres
responsables? ¿Qué no causarán destrucción?
Por ahora el consenso parece ser que no solamente es “absurdo” sino además, innecesario. Estas empresas no requieren acceder al mercado del financiamiento responsable para cubrir sus necesidades. Su rentabilidad las hace atractivas a muchos inversionistas, a los que no les importan el uso que se les dé a sus productos. No solamente hay fondos que contienen empresas de tabaco, alcohol, apuestas, pornografía y armamento, los hay especializados a cada uno de estos sectores y aun fondos que excluyen el resto de los sectores, como por ejemplo, los “fondos de vicios”
4. Inversiones ASG en Rusia
Con la invasión
se ha hecho del conocimiento público que muchos fondos etiquetados como ASG
(que no es lo mismo que inversiones socialmente responsables [3])
poseen valores de empresas rusas. Muchos expresan sorpresa. Sin entrar en
detalles sobre la responsabilidad de las empresas seleccionadas (la etiqueta
ASG aguanta de todo), que desconocemos, parecen confundir la empresa con el
gobierno del país. Es posible que haya empresas en Rusia que sean ampliamente
responsables y el hecho de estar localizadas en el país no debería
descalificarlas, deben ser analizadas por sus propios méritos. Pero vista
la creación de muchas empresas rusas en la transición del comunismo al
capitalismo oligárquico, es posible que haya pocas que lo sean y que coticen en
bolsas con estándares elevados de gobernanza.
Y ello no
obsta para que los inversionistas responsables, los de verdad, no los de imagen,
no quieran invertir en empresa supuestamente responsables localizadas en un
país que asesina a sus ciudadanos y los de sus vecinos. Y que, junto con las exclusiones de
armamentos, tabaco, apuestas, alcohol, exijan exclusión de países. Así debería
ser. [4]
[1] Algunos sitios publican la lista de empresas que lo han hecho y
las que no lo han hecho.
[4] Algunas empresas productoras de índices
de empresas responsables ya están excluyendo los valores de empresas de Rusia
de sus índices.
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