Con el ponerse de moda la denominación ASG, Ambiental, Social y Gobernanza, se está comenzando a analizar por separado cada uno de estos criterios de evaluación de aspectos de responsabilidad empresarial, con varias consecuencias no muy afortunadas para la asunción e implementación de esa responsabilidad (ver también el Adendum a este artículo).
Primero porque
la responsabilidad es integral, no es cuestión de componentes, aunque resulte atractiva su descomposición
para efectos de análisis. Y es mucho más que conjunción de estos componentes.
[1]
Segundo, porque ello conduce a la idea de que se pueden compensar unos con
otros, como si se pudiera compensar alguna irresponsabilidad en S con una
responsabilidad en A, como suponen las calificaciones de sostenibilidad, que
las agregan en un número o una letra. El número de directores independientes no
vale el doble que la igualdad de género, por ejemplo. ¿Se pueden compensar sueldos
indignos con ahorro de agua? Y tercero, porque no se puede decir que uno es
más importante que el otro, como alegan los expertos en alguno de los tres
componentes, depende del contexto de la empresa y la sociedad donde opera.
La denominación ASG
tiene el sesgo de los mercados financieros, son criterios de evaluación
de las actividades de las empresas en esos tres aspectos, no representa la
responsabilidad de la empresa. En este artículo tomamos el punto de
vista de lo que debe preocupar y tomar en cuenta la empresa, no lo que
deben ser los criterios para esos mercados.
El objetivo de
este artículo es rescatar la importancia de los aspectos sociales en la
responsabilidad empresarial frente al sesgo que la confusión de criterios ASG
de evaluación financiera con actuaciones en responsabilidad. Los criterios
“S” de la ASG no constituyen lo que debe ser la responsabilidad “S” de la
empresa (como enfatizamos en la sección VI).
Para ello pasamos
revista a los temas ambientales y de gobernanza y postulamos que hay
componentes que están más desarrollados que otros, más populares, que reciben
más atención que otros, por razones no necesariamente relacionadas con el
impacto de cada uno en la sociedad, por lo que se pueden favorecer unos en
detrimento de otros. Si bien la pandemia ha estimulado el interés en los
aspectos S, siguen siendo los que están menos desarrollados, menos
concretizados, son los que menos se prestan a la cuantificación y por ende
pueden ser la cenicienta de la ASG. Es necesario realzar su
contribución a la sociedad. Consideraremos brevemente la G y la A para
poner la S en contexto.
Alguien puede preguntar
cuáles son los criterios más importantes.
Los criterios más importantes son los que representan los aspectos materiales
para la empresa.
I.
La G de Gobernanza, el decano de los criterios de evaluación ASG
De la misma
manera que el suscrito alega que la S es subvalorada, un reciente estudio
publicado por la asociación que agrupa a las instituciones de inversión
responsable en España, SPAINSIF, La Gobernanza en las Finanzas Sostenibles, alega que “Dentro de los aspectos
Ambientales, Sociales y de Buen Gobierno quizá sea este último el que menos presencia
propia ha tenido en las finanzas sostenibles.”
Al contrario, los
criterios de Gobernanza, G, son los más conocidos y desarrollados por la
industria de los mercados financieros, desde mucho antes de que se desarrollara el interés por la sostenibilidad
empresarial y la inversión socialmente responsable. Han estado en el centro del
análisis financiero de las empresas casi desde que se crearon los valores
negociables. El tema de la gobernanza, como sinónimo de gestión, ya estaba
en las metodologías de su valoración. La idea de que los aspectos
ambientales y sociales tienen algún impacto sobre el valor de las empresas es
relativamente reciente.
Los criterios
G surgen de los códigos de buen gobierno y, desde la disciplina de compliance, con las disposiciones de esos códigos y ya
estaban muy desarrollados, a nivel global, en la versión original de los Principios de Gobierno Corporativo de la
OCDE y del G20, del 1999. A nivel de países, en España
se publicó el primero en el 2006, en Alemania en el 2002. En países de derecho
común o anglosajón, que se guían más por buenas prácticas y jurisprudencia, no
son comunes. El Reino Unido solo lo tiene consolidado desde el 2018, aunque ya
en el 1992 existían guías oficiales. EE. UU. no tiene un código como tal y la práctica
se basa en regulaciones a nivel estadual, legislaciones a nivel federal y
buenas prácticas.
La preocupación
por la gobernanza es simultánea con la creación de las acciones en empresas y
la delegación de la gestión a terceros (ya en el 1609 se registra una disputa entre
accionistas y dirigentes por la gobernanza de la empresa en la East India
Company de los Países Bajos).
Lo que si es
cierto es que ahora que los criterios G se han se han agregado a los de A y de S,
para completar el trio ASG, incorporándolos al análisis de la sostenibilidad de
esos valores, se debe transitar desde criterios de evaluación financiera a
criterios de evaluación de sostenibilidad. Para ser usados como base para toma de
decisiones de inversiones socialmente responsables (que no es lo mismo que
inversiones ASG [2]
), deben considerar que el interés de los inversionistas está no solo en el
impacto sobre las finanzas de la empresa, sino además el impacto de la empresa sobre
los stakeholders.
Se debe
transitar de la visión reactiva de gobernanza como compliance, a una
visión proactiva de responsabilidad ante la sociedad. [3]
La gobernanza de la empresa es crítica para la gestión de los impactos
ambientales y sociales y es mucho más que la operatoria de los Consejos y de las
Asambleas de Accionistas.
Algunos ejemplos
de esta transición de la gobernanza de compliance a responsabilidad,
en el caso del consejo (directorio), es el cambio de la preocupación por la
remuneración de los consejeros en relación a la del empleado medio a la
remuneración ligada al logro de indicadores de sostenibilidad, de la preocupación
por el número de consejeros independientes a la del número de consejeras, de la
existencia de comités de auditoría y remuneraciones a la de un comité de
sostenibilidad y de las competencias de los consejeros en el negocio a
competencias en sostenibilidad empresarial. [4]
II.
Los A de Medio Ambiente, los príncipes de los criterios de la evaluación
ASG
Los criterios
A son de creación más reciente, desde que comenzó la preocupación por el impacto de las actividades industriales
y comerciales sobre el medio ambiente, desde que, a mediados del siglo pasado, se
generalizó la idea de que los recursos del planeta son finitos y que el ritmo
de su explotación debe moderarse. Y el interés está creciendo muy rápidamente,
sobre todo en le aspecto del cambio climático, de mas reciente descubrimiento.
Si bien su
desarrollo ha sido continuo hubo dos eventos que fueron críticos en
despertar en los gobiernos y en las empresas la preocupación por el medio ambiente
y en particular por el cambio climático. La Cumbre de la Tierra,
celebrada en Rio de Janeiro en el 1992, que desarrolló un marco para la
protección del medio ambiente y la promoción del desarrollo sostenible, y el Acuerdo
de París [5]
que logró el acuerdo de los gobiernos en la toma de medidas para la mitigación,
adaptación y financiamiento de los impactos del cambio climático.
Si bien la responsabilidad
por el control de las emisiones recae en los gobiernos a través de las
regulaciones, las emisiones se deben en gran parte a las actividades de las
empresas. De hecho, solo 20
empresas contribuyen al 47% de las emisiones y 100 empresas contribuyen al 71%
Pero el medio
ambiente es mucho más que cambio climático, sin embargo, para las empresas se
ha convertido en un tema sexy, por su impacto global y porque se presta a su
cuantificación. Es el único tema de ASG para el que se han desarrollado esquemas
de reporte específicos,
separados de los esquemas integrados (aun cuando hay un movimiento para su absorción
por los esquemas integrales de reporte). [6]
Se ha progresado mucho en la estimación de las emisiones, lo que ha dado lugar
a que se convierta en un tema favorito de conferencias, documentos, reportes,
etc. Ha dado lugar a la moda más reciente, la del Net Zero, la de prometerse
(¿compromiso vinculante?) a la neutralidad en emisiones, generalmente con la
meta a ser lograda antes del año 2050 (cuando posiblemente será muy tarde). [7]
La preocupación
por el cambio climático le resta atención al resto de los temas, incluyendo a
otros del medio ambiente,
que incluye además otros aspectos como el consumo de otros recursos naturales, en
particular el consumo de agua, el reciclaje, y en su concepción más amplia, la
economía circular y el impacto sobre la biodiversidad y el valor de sus
recursos.
Todos ellos tienen
en común que es relativamente fácil desarrollar indicadores cuantitativos,
que es lo que demandan las calificadoras y la industria de la inversión ASG:
emisiones, consumo neto de agua, consumo de energía, volumen de reciclaje,
desechos, empaques, etc., por lo que se han convertido en los príncipes de
la ASG.
Y su
popularidad los convierte en enemigo de los demás criterios, sobre todo de los
sociales, al robarles atención.
III.
La S de Sociales, la cenicienta de los criterios de evaluación ASG.
En su
concepción amplia la S es el criterio ASG de más reciente interés, pero está en
pleno desarrollo,
estimulado además por la pandemia que ha destacado el papel clave de la persona
y de las empresas en la mitigación de sus impactos. Algunos aspectos, por ejemplo,
el bienestar de los empleados, han sido preocupación de muchas empresas desde la
revolución industrial cuando estas constituían la principal fuente de empleo y
riqueza de sus comunidades. Pero como en el caso de la G, se está produciendo
una evolución desde de la consideración estrecha de empleados y comunidades como
recursos, hacia la ampliación a otros stakeholders, con una consideración
más integral de sus impactos en la sociedad, como fines, y desde la actitud
reactiva de la mitigación de impactos negativos hacia a una actitud proactiva
de hacer el mayor bien posible y usar esos recursos de manera sostenible.
Pero estos criterios,
a diferencia de los A, tendrán obstáculos en su consideración por las
dificultades de su cuantificación. No son físicos como la A o legalistas como
la G, tienen un elevado componente emotivo, al fin y al cabo, se trata de impacto
sobre las personas.
Por su interés
relativamente reciente, su amplio espectro y las dificultades de su cuantificación
y de la determinación de su contribución a la sostenibilidad financiera
(que constituye el interés de muchas empresas) es conveniente analizar en
más detalle lo que constituye la S en la visión proactiva. No pretendemos
hacer una lista de todos los aspectos relevantes, sino más bien destacar su
amplitud y la necesidad de su consideración, a pesar de aquello.
Los dos
componentes anteriores tienen sus propios grupos de interés. La G está muy relacionada con los
inversionistas y las relaciones financieras. La A es de interés especializado a
los ambientalistas, y por la frecuencia e impacto de los desastres naturales,
de gran parte de la sociedad. Pero la S, por ser tan amplia, no tiene un grupo dedicado,
es la cenicienta, y por ello puede perder importancia relativa (“perro de muchos dueños se muere de
hambre”). Pero debe ser del interés de todos.
¿Cuáles son
los aspectos que las empresas deberían considerar en su “responsabilidad S”?
Tradicionalmente han sido, internamente, las condiciones (ambiente
físico) y beneficios laborales (salud, educación, vacaciones) y externamente,
el impacto en las comunidades. Recientemente el interés se ha profundizado y expandido a temas como las remuneraciones
para un nivel de vida digno (seguridad financiera), el ambiente de
trabajo con apoyo emocional, la igualdad de condiciones para todos los
empleados (no discriminación), promoción de la diversidad, el desarrollo de oportunidades
de crecimiento y de progreso, entre otros.
Ante los cambios acelerados
en el entorno del trabajo, sobre todo los tecnológicos, muchos empleados confían
en que la empresa los protegerá contra su obsolescencia profesional y promoverá
su empoderamiento personal y el enriquecimiento del trabajo. [8]
Y no es que se garantizará el empleo, pero sí que mitigarán los impactos del
cambio. La pandemia fue paradigmática en este sentido y distinguió a las
empresas responsables que no descargaron el impacto financiero sobre los empleados,
y en algunos casos mantuvieron, en la medida de lo posible, los niveles de
empleo en espera de la recuperación, con la conciencia de que la empresa
tenía mayor capacidad de aguante y recuperación.
El cambio en las
modalidades de trabajo, estimulado por la pandemia, está reduciendo el
sentido de pertenencia, de unidad, de colaboración, de equipo, con el riesgo de
la perdida de identificación con la empresa, por lo que adquiere todavía mayor
importancia la consideración de los aspectos sociales.
Los acuerdos y
convenciones internacionales sobre los Derechos Humanos, DD.HH., están
comenzando a formar parte de las estrategias de las empresas, pasando desde la
concepción tradicional de evitar violaciones, a considerarlos como un marco
para asumir la S de la responsabilidad empresarial. Esto ha sido estimulado con
la aprobación en el 2011de los Principios Rectores sobre las Empresas y
los Derechos Humanos
de la ONU, que si bien son de aplicación voluntaria, aterrizó la extensión y
complejidad de las declaraciones y convenciones sobre DD.HH., a la realidad
cotidiana de la empresa y su contexto. No era un problema solo de países, es un
problema también de empresas. La propuesta de la Comisión Europea sobre
diligencia debida en derechos humanos y medio ambiente del 2022 contribuirá a internalizar la
consideración de los DD. HH. en las grandes empresas.
Externamente la S tradicionalmente incluía el apoyo a
las comunidades afectadas positiva o negativamente por las actividades de la
empresa, mayormente educación, salud, infraestructura y la mitigación de
impactos negativos, a través de actividades filantrópicas. El interés se ha
expandido hacia la responsabilidad social y ambiental de los suplidores,
hacia el desarrollo y expansión de suplidores locales, con impacto en el desarrollo
local, sobre todo en el empleo y la pobreza, y al apoyo a las autoridades
locales para potenciar el impacto positivo de ambas partes, entre otros
aspectos.
Y para algunos
la responsabilidad del producto y la atención al cliente son parte de la S
externa a la empresa.
IV.
¿Y la A, B, …X y Y omitidas?
Pero ahora que
se ha puesto de moda el confundir la responsabilidad y la sostenibilidad
empresarial con los criterios ASG que se usan para la evaluación de las
características de los instrumentos financieros, se tiende a olvidar cuales son
los conceptos a nivel de actividad empresarial. Son mucho
más que A, S, G o su agregación en una calificación más o menos arbitraria [9].
Para no alargar más la discusión, reproducimos un par de párrafos del artículo De
la Responsabilidad Social, a la Sostenibilidad, a la ASG: Lo bueno, lo malo y
lo feo donde lo analizábamos:
Sin entrar en muchos detalles recordemos que la concepción integral de esa
responsabilidad es la asunción y gestión de los impactos que la
empresa tiene en la sociedad (y el medio ambiente) y los que quiere tener
(ver ¿Cómo interpretar LA definición de la RSE?).
Los impactos negativos, pasados, presentes y futuros son indiscutibles,
hay que gestionarlos. En los países con instituciones avanzadas son parte de la
regulación. Los positivos, presentes y futuros, y los que quiere tener,
dependen de la voluntad y de su capacidad gerencial y financiera de acometerlos.
Y la gestión de la responsabilidad no es algo que
se limita a “actividades”, como muchos creen, incluye además la cultura organizacional,
la gestión interna, sus políticas y procedimientos y su implementación, el
carácter de sus dirigentes y empleados, entre otros (ver Reduccionismo en la RSE: El total debe ser
mayor que la suma de las partes). Si bien se refleja en actividades, la responsabilidad empresarial es
el carácter de la empresa.
Los indicadores
A, S, y G son reactivos, del pasado. ¿Invertiría basándose solamente en
la rentabilidad que los valores han tendido históricamente en bolsa? Es posible que los utilice como “indicadores”,
pero no los debe usar como determinantes, querrá conocer además las perspectivas
de la empresa, de los competidores, del mercado, de las regulaciones, etc. El
caso de la responsabilidad empresarial es semejante, requiere de una
consideración holística y en este caso de otras consideraciones que van más
allá de la pura definición de A, S y G, incluyendo aspectos como los
mencionados en el párrafo precedente.
V.
Contenidos de esquemas de reporte e indicadores para calificaciones ASG
Y ante la
confusión entre responsabilidad o sostenibilidad empresarial y los criterios de
evaluación ASG, se tiende a pensar que la responsabilidad denominada S son
actuaciones en el componente S de los criterios. Pero la responsabilidad S que le interesa
a cada empresa es lo que es material para ella en función de su situación,
contexto y tiempo en el que opera. Pero
estos esquemas e indicadores de reporte y evaluación suelen influenciar lo que
las empresas creen que debe ser su responsabilidad empresarial. Si hay que
informar sobre algo y nos van a evaluar sobre algo, debe ser que es
“importante”.
Y lo más pernicioso
es que muchas empresas siguen los criterios de evaluación de algunas
calificadores ASG o los esquemas de reporte (GRI, SASB, Unión Europea, ONU,
entre otros) para establecer sus estrategias de responsabilidad. El objetivo termina siendo el mejorar la
calificación más que responder a los stakeholders o ser responsable
porque sí.
Basta recordar
nuestros tiempos de estudiantes, cuando estudiábamos lo que creíamos que nos
iban a preguntar en el examen, no lo que era relevante conocer. Algunos
pasaban más tiempo averiguando lo primero que estudiando.
A continuación,
listamos los estándares y esquemas de reporte y algunas fuentes de indicadores
que son indicativos de “lo que van a preguntar en el examen”.
1.
Estándares de reporte (sociales) GRI, SASB, Comisión Europea e ISSB
Son o serán
los más usados. El primero
tiene como objeto todos los stakeholders de la empresa y requiere el
reporte de información que los afecta (materialidad de ida). El segundo tiene
como objeto los inversionistas y requiere el reporte de información que
pueda afectar la situación financiera de la empresa, en parte como
consecuencia de las acciones de los stakeholders (materialidad de vuelta).
El tercero, en proceso de elaboración, requiere el reporte de información
sobre ambos impactos (doble materialidad). [10]
El cuarto, el International Sustainability Standards Board, ISSB (que
absorbió a la Value Reporting Foundation, que a su vez había absorbido
al SASB y al International Integrated Reporting Council), y es de
suponer, por quienes son sus promotores, que se concentrará en la materialidad
financiera, la de vuelta.[11]
GRI detalla la información que debe
presentarse, incluyendo algunos indicadores, el SASB, todavía efectivo, contiene
un extenso listado de indicadores y guías para su presentación. El borrador de la propuesta de la Comisión
está siendo preparado por el European Financial Reporting Advisory
Group y es de esperar que será muy detallado en
requerimientos, procesos e indicadores. Los estándares del ISSB están en un
proceso muy preliminar.
2.
World Economic Forum
El World Economic Forum, WEF, ha producido una lista de
indicadores a ser reportados, que consta de 21 indicadores de base y 34
suplementarios. Aunque no es un esquema de aceptación universal, lo
mencionamos porque está apoyado por el WEF, un gran número de grandes empresas
y las cuatro grandes firmas de auditoría. No hace mención explícita a la
materialidad.
3.
Comisión Europea
a.
Taxonomía Social
Consideramos
esta Taxonomía por su especificidad en los aspectos sociales. Es complementaria a la más conocida Taxonomía Verde, y fue publicada como borrador de consulta en
febrero del 2022 (esta secuencia y el nivel de detalle relativo en ambas demuestra
la prioridad que se le asigna en la Comisión a los temas medio ambientales, tratando
los sociales como de añadidura).
La taxonomía social
no incluye una lista de actividades ni de indicadores de impacto social. Se
limita a sugerir los stakeholders a considerar, y los ámbitos de
actuación: (i) empleados
(incluyendo la cadena de valor); (ii) consumidores/usuarios finales; y (iii) comunidades
afectadas (directamente y a través de la cadena de valor. A través de: (i)
trabajo decente (incluyendo la cadena de valor; (ii) estándares de vida
adecuados y el bienestar de los usuarios finales; y (iii) comunidades
incluyentes y sostenibles.
La Taxonomía
Social está muy verde. Y el
documento nos recuerda que, a diferencia de los impactos ambientales, las
actuaciones sociales tienen de por sí impactos positivos (empleo, impuestos y
bienes y servicios necesarios para la sociedad) que se dan por un hecho, que no
hay que vanagloriarse de ello. Se deben
crear otros impactos positivos y obviamente, mitigar todos los negativos.
b.
Guías para el reporte de información no financiera
La Comisión
Europea esta preparado una Directiva sobre reportes de sostenibilidad
corporativa, CSRD, en contraposición a los del GRI y los eventuales
del ISSB. Especificará, en particular, la información que debe reportarse sobre
los aspectos sociales. Mientras tanto rigen unas guías para la presentación de información no
financiera, en
cumplimiento de la respectiva Directiva 2014/95EU, que sugieren algunos aspectos.
4.
Contenido de calificadores de sostenibilidad
Cada una de las
centenares (aunque tan solo 8 controlan gran parte del mercado) de empresas
calificadoras de sostenibilidad tienen sus modelos e indicadores privados
[12]
de lo que quiere decir sostenibilidad en general y la S en particular, y no hay
consenso sobre lo que son. No hay un inventario exhaustivo de indicadores, pero
se puede decir que hay millares de indicadores ASG y centenares
específicamente S. Esos criterios suelen ser generalizaciones. La base de
datos del Reporting
Exchange (una
iniciativa del World Business Council on Sustainable Development) contiene
más de 1400 indicadores.
VI.
¿Qué es entonces la S de ASG?
Como
mencionábamos, buena parte de la menor importancia relativa de la S es
la dificultad de cuantificar muchos de sus componentes de manera confiable por
su carácter parcialmente subjetivo. Pero
¿si no se pueden cuantificar no cuentan?
La empresa es movida por personas, donde recaen todas las responsabilidades
por la sostenibilidad empresarial.
De allí que se deben intensificar los esfuerzos para la identificación
de los elementos relevantes, cualitativa o cuantitativamente. Y porque además cubre
un espectro de actividades mucho más amplio que la A y la G.
El objetivo de
esta sección final no es hacer un análisis exhaustivo de todo el espectro de
actividades calificables como parte de la “responsabilidad S”, tarea
prácticamente imposible. Solo ofreceremos una tipología a nivel agregado
para guiar las estrategias. Dentro de cada categoría se pueden considerar
decenas de acciones que son específicas a cada empresa, en su tiempo y en su
contexto. Con objeto de ilustrar lo que queremos decir con cada categoría, incluimos
solo algunas acciones.
Postulamos que
las actividades sociales caen dentro de cinco grandes categorías. Recordemos que
cada empresa calificadora, cada estándar y esquema de reporte tiene su propia
versión.
El valor agregado de nuestra presentación está en el objetivo. No es guiar el reporte para todas las empresas, no es conducir a una calificación de la empresa comparable con otras, es guiar la estrategia de responsabilidad y su gestión para una empresa en particular. Estos tres objetivos requieren de insumos diferentes.
a.
Capital humano de la empresa
1.
Entorno
físico.
a.
Seguridad
laboral.
b.
Calidad
del espacio.
c.
Trabajo
remoto.
2.
Entorno
emocional.
a.
Diálogo
entre supervisores y supervisados.
b.
Conciliación
trabajo familia.
c.
Canales
de denuncia de irregularidades.
d.
Protección
contra represalias.
e.
Políticas/procesos
contra hostigamiento.
f.
Soporte
emocional en crisis generales y/o personales.
3.
Justicia
social.
a.
Diversidad,
inclusión.
b.
No
discriminación por ninguna característica personal.
c.
Procesos
de resolución de discrepancias.
d.
Políticas
de retención, terminación, estabilidad laboral.
4.
Remuneraciones.
a.
Sueldos
compatibles con el costo de vida.
b.
Remuneración
compatible con el trabajo efectuado.
c.
Promociones
y desarrollo en base a rendimiento.
d.
Incentivos
no monetarios.
e.
Pensión
corporativa.
5.
Desarrollo
profesional.
a.
Enriquecimiento
del trabajo.
b.
Entrenamiento
para el trabajo.
c.
Oportunidades
de avance en la profesión.
d.
Participación
en la toma de decisiones.
6.
Beneficios
sociales.
a.
Seguros
de salud, servicios médicos.
b.
Vacaciones.
c.
Contribución
al ahorro personal.
d.
Razonabilidad
y flexibilidad de horarios.
e.
Apoyo
familiar (licencia maternidad/paternidad).
b.
Clientes.
1.
Responsabilidad
del producto o servicio.
a.
Impacto
positivo sobre el bienestar social.
2.
Efectividad
del producto o servicio.
a.
Calidad,
durabilidad, confiabilidad.
b.
Compatibilidad
entre lo dice que hace y lo que hace.
3.
Ética
en la publicidad.
4.
Servicio
al cliente y al producto o servicio post adquisición.
5.
Apoyo
en la utilización responsable del producto o servicio.
6.
Respeto
a los derechos del consumidor, regulados o no.
c.
Comunidad.
2.
Apoyo
al desarrollo económico local (infraestructura social).
3.
Apoyo
al desarrollo social local (salud, educación, etc.).
4.
Mitigación
de impactos negativos.
5.
Apoyo
a los gobiernos locales para el servicio de la comunidad.
d.
Derechos Humanos (transversal sobre los tres precedentes).
1.
Políticas,
procedimientos y diligencia debida para el respeto.
2.
Mecanismos
de rectificación.
3.
Cumplimiento
de los acuerdos y convenciones internacionales.
4.
Mano
de obra infantil y/o forzada.
5.
Libertad
de asociación.
e.
Proveedores.
1.
Apoyo
a replicar su responsabilidad en los aspectos sociales precedentes.
2.
Requerimientos
contractuales sobre su comportamiento en los aspectos sociales y ambientales.
3.
Proceso
de cumplimiento, sanciones y exclusión.
Y esta lista de conceptos y actuaciones, que no es exhaustiva, da una idea de la importancia y del impacto de los aspectos sociales de la responsabilidad empresarial. Algunas son cuantificables y otras no, pero ello no quiere decir que no son gestionables. [13] Para asumir la responsabilidad se requieren conceptos y actuaciones, que no es lo mismo que indicadores para calificaciones.
Contrástese con
la lista de indicadores (y sus respectivos porcentajes) que usa S&PGlobal
(Dow Jones)[14]
para calificar la “S” en la industria minera (de alto impacto social):
Y de este contraste
se puede apreciar la relativa pobreza de los “indicadores S” para capturar la “responsabilidad
S”. [15]
No, las calificaciones sobre sostenibilidad no son guías para la responsabilidad
empresarial, aunque algunas empresas “hagan cositas” para mejorar la calificación.
VII.
En resumen
Los aspectos
sociales de la responsabilidad empresarial pueden ser subvalorados por: (1) la competencia por espacio que le dan
los aspectos ambientales (la moda del cambio climático sobre todo en las
grandes empresas); (2) la influencia y el sesgo que los pocos criterios “S”
usados en las evaluaciones ASG para la conformación de fondos de inversión, al
ser extrapolarlos como si fueran las actividades responsables; y, (3) la relativamente
mayor dificultad de la cuantificación de las actividades y de sus impactos.
Hay que vencer
esta subvaloración y elevar los aspectos sociales de la responsabilidad
empresarial al impacto que tienen en la sociedad y en el medio ambiente. Esa responsabilidad esta ejercida por personas
que son el centro de la actuación empresarial. Todos sus stakeholders
son personas o el resultado de la actuación de personas.
[1] Ver Reduccionismo en la RSE: El total debe ser mayor que la suma de las partes.
[2] Ver ¿Es lo mismo Inversión Socialmente Responsable, ISR que inversiones ASG?
[6] Ver ¿Cuántos esquemas/estándares de información
sobre sostenibilidad se necesitan? Primera parte: ¿Cuántos hay?
[7] En el informe Road to Zero
Emissions, se presenta un análisis de estas promesas para 55 grandes
empresas en el que se concluye que “la gran mayoría de las empresas
evaluadas no han establecido metas de reducción de emisiones alineadas con el
aumento de 1,5`grados, ni han demostrado progreso en reducir sus emisiones en
compatibilidad con las metas de cero emisiones netas”. El informe Are Companies Being Transparent in their
Transition? 2021 Climate Transition Plan Disclosure, solo el 6% de las empresas analizadas revelan detalles
completos de sus metas de cero emisiones.
[9] Para el análisis de un caso donde
se compara la responsabilidad de la empresa con su evaluación en base a
criterios ASG, ver el banco más sostenible del mundo.
[11] Aunque el GRI firmó
un acuerdo de colaboración con el ISSB para promover la consideración de la
materialidad de ida.
[12] Una de las pocas calificadoras que
los divulga es S&PGlobal, que califica las empresas para los Dow
Jones Sustainability Indices.
[13] Ver No
todo lo que se puede contar cuenta, ni todo lo que cuenta se puede contar y ¿Cuánto vale tu madre?: Relevancia versus
medición.
[14] Usamos estas por ser la única disponible. Es de enfatizar que es posible que cada uno
de estos indicadores este compuesto de otros no revelados.
[15] Nótese que no hemos incluido
filantropía en la lista porque la consideramos como una modalidad de ejercer
la responsabilidad en los demás conceptos no como un concepto separado.