sábado, 25 de septiembre de 2021

Evidencia de greenwashing en fondos ASG


En el artículo ¿Tienen tus inversiones ASG “grado de sostenibilidad”? publicado el 2 de septiembre del 2021 analizábamos las posibles decepciones de los fondos y valores calificados como responsables, ASG, y su consecuente greenwashing y ofrecíamos una propuesta para paliar estos problemas.

El 21 de septiembre la escuela para negocios (como se autodenominan para enfatizar su enfoque pragmático) École des Hautes Etudes Commerciales du Nord, EDHEC, especializada en finanzas, presentó los resultados de su estudio Doing Good or Feeling Good? Detecting Greenwashing in Climate Investing en el webinar The Climate Deserves Better than 12%! (presentación). El estudio corrobora con evidencia tangible que muchas de las inversiones calificadas como A, “ambientalmente responsables” (el estudio se concentra solo en el tema del cambio climático) dejan mucho que desear en cuanto a impacto en el cambio climático.

En aquel artículo preguntábamos: ¿Cuánta A, o cuánta S, o cuánta G deben tener las empresas que emiten valores o piden préstamos? ¿Cuál es el mínimo necesario para calificar? Este estudio analiza la primera de estas preguntas y concluye que muchos valores calificados como A tienen muy poca A y mucho de greenwashing, pero son calificados como tales, con la implicación (no explícita) de que son “completamente A”.

En este adendum consideramos los resultados del estudio en el contexto de nuestras observaciones.

El aquel articulo analizábamos también el argumento de que los fondos calificados como ASG rendían más que los fondos tradicionales y lo atribuyamos (sin hacen un análisis estadístico riguroso) a que tenían una mayor proporción de valores que eran considerados como ASG, pero que lo eran poco, pero siendo valores de elevada capitalización en el mercado eran incluidos en los fondos para no desviarse mucho del rendimiento de los índice que se usan como benchmark para la evaluación de sus rendimiento.  En efecto, estos valores tienden a ser incluidos en mayores proporciones que en los índices benchmark, lo cual ha dado lugar a un mayor rendimiento de los fondos ASG.

El estudio citado, para mostrar el efecto del greenwashing, se hace también un análisis comparativo de las proporciones de los diferentes valores con supuesto impacto en el cambio climático (A) en fondos comercializados como de ese impacto, con los de los benchmarks. Pero en este caso se concluye con una observación sobre el potencial greenwashing en la composición de los fondos.  Si en nuestro artículo atribuíamos las diferencias de proporciones a la busca de un argumento de mayor rentabilidad, en este estudio es la similitud de proporciones la que sugiere el argumento de greenwashing.

Concluye, por ejemplo, que:

“las estrategias de los fondos que alegan combatir el cambio climático son muy parecidas a las de los fondos tradcionales……..Por ejemplo, los diez valores con mayor proporción en el fondo ASG de MSCI (US$22.500 millones en inversiones: iShares ESG Aware) son las mismas que las de mayor proporción en el índice general S&P 500. 

O sea, que no se enfatizan los valores (acciones y bonos) de las empresas con impacto en el cambio climático. De hecho, la principal conclusión del estudio es que la diferencia global agregada entre las proporciones en los fondos de cambio climático y los tradicionales es de solo el 12%

Como tal, el estudio del greenwashing en la construcción de los fondos de inversión muestra que las calificaciones sobre cambio climático solo corresponden, en el promedio, a un 12% de la diferencia en las proporciones de los valores en los fondos con todas las estrategias de inversión con las que tienen como objetivo primario el impacto sobre el rendimiento climático.

¿Se puede justificar la etiqueta ASG, o en este caso de A, a fondos que en el promedio se diferencian de los tradicionales en un 12%? O sea, un caso de etiquetado más que de impacto, como denunciábamos en el artículo.   

Y no vale la pena entrar en argumentaciones metodológicas sobre el valor del 12% de diferencias. Lo que si es cierto es que la correlación entre la composición de un fondo tradicional y uno dedicado al cambio climático es muy alta y ello indica que hay poca diferencia de estrategia entre ambos, poco valor añadido por los fondos dedicados a valores de empresas que supuestamente son ambientalmente responsables. Los autores del estudio llaman a esto greenwashing, en el sentido de que “venden” un fondo como ambientalmente responsable cuando se diferencian muy poco de los fondos tradicionales.  En el lenguaje de nuestro articulo podríamos decir que con muy poca “A” estos fondos se denominan “A”.

No se puede esperar que los componentes de los fondos ASG sean 100% ASG, pero como proponíamos con la calificación de “grado de sostenibilidad” se debe exigir que cada uno de los valores que se incluyen en esos fondos y los mismos fondos resultantes (no compensar irresponsables con responsables) deban superar un umbral de impacto positivo en sus respectivas especializaciones, en este caso en A.

El estudio también destaca una conclusión colateral pero que es relevante para la construcción de estos fondos de inversión.  Es la estrategia que usan algunos de evitar invertir en empresas que tienen alta contribución a las emisiones, lo cual en principio parece que debe ser la estrategia que seguir, pero que tiene efectos secundarios importantes en la economía real.  Por ejemplo, evitar inversiones en generación de energía eléctrica con fuentes no renovables parece ser razonable, pero ello implica que los fondos afectan la asignación de recursos financieros a ciertos sectores que son (todavía) necesarios para hacer la transición de una economía baja en emisiones carbono.  No se puede vivir sin la electricidad y no toda puede ser generada por fuentes 100% renovable en el corto y mediano plazo.  Lo razonable sería la de no excluir aquella actividad, pero enfatizando su transición a energía limpia.  Debería ser aceptable incluir inversiones en función de su mejora y no solo por su condición actual.  Significativamente el estudio también concluye que los fondos siguen invirtiendo en empresas que empeoran su contribución al cambio climático.

Pero este requeriría de un activismo proactivo de los fondos de inversión, no solo favoreciendo las empresas responsables sino además exigiendo la mejora de ese comportamiento.  Recordemos que la responsabilidad empresarial, en la mayoría de los casos, se aleja mucho de ser inmejorable. En general los fondos de inversión ESG son relativamente pasivos en este sentido [1](con algunas excepciones como el fondo de pensiones más grande del mundo, el de los empleados públicos del estado de California, CalPERS). ¿Debería esto ser parte de la responsabilidad social de los fondos de inversión?

En nuestro artículo comentábamos que se podrían construir fácilmente fondos ambientalmente responsables, aumentando las proporciones en empresas de consultoría (bajas emisiones) y, según el análisis del estudio, reduciendo las proporciones en generación eléctrica.  Pero ¿qué es más importante para la transición a la economía limpia y el desarrollo económico, que es lo que la sociedad necesita? ¿más capital para la consultoría y menos para la electricidad? ¿o más recursos para las empresas de electricidad y con ello estimular el cambio? Mientras tanto ¿podemos vivir sin combustibles fósiles? No, pero se puede estimular a esas empresas que inviertan los beneficios que obtienen con esas fuentes para diversificarse a fuentes renovables. 

En este sentido es de destacar el impacto que puede ejercer la demanda, como es el caso de las empresas de mayor consumo energético del mundo, como Google y Amazon.  Google, desde hace 13 años es neutro en sus emisiones de GEI utilizando energía renovable y compensado emisiones con inversiones en proyectos que evitan o reducen emisiones. Es el mayor comprador del mundo de energía renovable. Amazon también es un gran comprador de energía renovable y se comprometió a usar exclusivamente energía renovable para el 2030 y ser neutrales en carbono para el 2040.

Ejercer el poder de compra es un cabildeo muy efectivo. Al contrario del cabildeo greenwashing que hace el mayor fondo de inversión del mundo, BlackRock, cuyo CEO se ha hecho todavía más famoso al pontificar sobre la responsabilidad de las empresas ante la sociedad, aun cuando sus fondos no actúan en consecuencia.  Se defienden diciendo que consideran más efectivo el involucramiento directo con los dirigentes de las empresas en que invierten.  Mientras tanto no votan a favor de resoluciones, por ejemplo sobre cambio climático, en las Asambleas Generales de Accionistas. [2]

Y ha habido denuncias públicas de este greenwashing por parte de exempleados. Tariq Fancy, el ex jefe de inversiones sostenibles de BlackRock ha denunciado en tres artículos (Secret Diary) la hipocresía de su ex empleador, alegando que sus políticas y esquemas de inventivos conspiran contra sus acciones en sostenibilidad.  La ex jefe de inversiones sostenibles del mayor gestor de inversiones bursátiles de Europa, DWS (Deustche Bank tiene el 80% de las acciones), Desiree Fixler, denunció que su empleador no incorporaba criterios de sostenibilidad en la composición de gran parte de los fondos comercializados como ASG (ello ha dado lugar a su despido y a investigaciones por parte de los reguladores de EE. UU. y de Alemania).

El estudio mencionado hace un breve análisis de este greenwashing en el cabildeo por parte de algunos gestores de fondos responsables. Esto ya lo habíamos analizado en algunos artículos. [3]

En resumen, greenwashing en la selección de los valores a incluir en los fondos, en sus proporciones, en su calificación y aun en el cabildeo a favor de la sostenibilidad.

 

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