A medida que avanza
el interés de la sociedad por el papel y la responsabilidad de las empresas, se
están usando estos tres términos sin prestare mucha atención a sus diferentes
connotaciones, en muchos casos como si fueran equivalentes y en otros para denigrar
al concepto tradicional de la responsabilidad social de la empresa,
RSE.
¿Pero qué
importancia tiene esto si nos entendemos? El problema radica en cada uno que
usa uno de estos términos tiene una visión implícita de lo que quiere decir,
que no necesariamente coincide con la del que los escucha o lee. Agranda la confusión
sobre la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, conspira contra su
avance y da municiones a los enemigos. Cada uno por sus ideas.
Y estos tres términos
son los más populares, pero hay decenas más de términos que se usan para expresar
estas ideas, cada uno inventado para tratar de ganar notoriedad (véase
mi lista de más de 30 nombres y el análisis del efecto pernicioso de esta proliferación
de términos sobre la adopción de prácticas responsables en el artículo Los trece enemigos de la RSE(C): Los
primeros seis).
Concentrémonos en
estos tres términos y su evolución para poder apreciar el impacto sobre el
desarrollo de la responsabilidad empresarial. Concluiremos con una
discusión sobre la relevancia e impacto de esta tendencia, de una visión integral
a una atomizada.
I.
Tres conceptos con efectos diferentes
Comencemos por
definir sus diferencias para luego comentar sobre su uso. Ya en el artículo No, no es semántica, es en serio, publicado hace más de diez años
presentábamos una diferenciación del significado de los tres términos:
RSE son acciones llevadas a cabo por las empresas para asumir su
responsabilidad ante la sociedad, Sostenibilidad es el resultado global
de las acciones a nivel de empresa o planeta y ASG son los criterios que
se usan los inversionistas para evaluar estas acciones.
Concepto
|
Efecto
|
Responsabilidad social de la
empresa
|
Acciones que llevan a resultados
|
Sostenibilidad
|
Resultados de las acciones
|
ASG
|
Criterios para evaluar las acciones
|
II.
Responsabilidad Social de la Empresa
El término que
ahora es considerado como el tradicional es el de Responsabilidad Social de la
Empresa, RSE (o RSC), que es tan usado que ha cansado a muchos y ha llevado
a decenas de propuestas para cambiarlo.
El principal problema que enfrenta es el abuso al que ha sido sometido y
la confusión, o falta de entendimiento, de lo que en realidad representa: la responsabilidad
de la empresa ante la sociedad como consecuencia de ser parte de ella y de usar
sus recursos, materiales, humanos, financieros y naturales, para llevar a cabo
sus actividades y obtener la aprobación para operar por parte de esa
sociedad, incluidos los reguladores de la actividad empresarial.
Este concepto
ha sido abusado, desde
los que lo confunden con la filantropía, a los que la confinan a la acción
social o al voluntariado, al apoyo a fundaciones y ONG, o al hacer “cositas”
para quedar bien. Y la palabra “social”
en su nombre no ha ayudado, llevando a la connotación de que es un tema de servicios
sociales, cuando en realidad se refiere a “sociedad”, en el sentido más amplio.
Los críticos más severos suelen ser los más ignorantes de lo que representa
esa responsabilidad.
Sin entrar en
muchos detalles recordemos que la concepción integral de esa responsabilidad es
la asunción y gestión de los impactos que la empresa tiene en la
sociedad (y el medio ambiente) y los que quiere tener
(ver ¿Cómo interpretar LA definición de la RSE?).
Los impactos negativos, pasados, presentes y futuros son indiscutibles,
hay que gestionarlos. En los países con instituciones avanzadas son parte de la
regulación. Los positivos, presentes y futuros, y los que quiere tener,
dependen de la voluntad y de su capacidad gerencial y financiera de acometerlos.
Y la gestión
de la responsabilidad no es algo que se limita a “actividades”, como muchos
creen, incluye además la cultura organizacional, la gestión interna, sus
políticas y su implementación, el carácter de sus dirigentes y empleados, entre
otros (ver Reduccionismo
en la RSE: El total debe ser mayor que la suma de las partes). Si bien se refleja en actividades, la responsabilidad
empresarial es el carácter de la empresa.
La
responsabilidad de la empresa ante la sociedad así entendida cubre todo el
espectro de la actuación empresarial, desde la acción social, la gestión de
capital humano, a los impactos sociales y ambientales en el entorno en que
opera, incluyendo dentro de la misma empresa. No hay concepto más
incluyente.
El hecho de que
sea abusado para aparecer sin serlo (greenwashing), el hacer filantropía
o voluntariado para enmascarar el comportamiento irresponsable, el limitarlo a
acción social, el usar el efecto aureola para crear imagen y mejorar la
reputación (ver ¿Se puede manipular la reputación?: El efecto
aureola) no es
culpa del concepto, es culpa de la implementación y abuso por parte de algunas
empresas. “No hay que tirar el bebé con el agua del baño”.
Una cosa es el
concepto y otra es su implementación, mala, deficiente o mal intencionada.
III.
Sostenibilidad Empresarial
Desde la Cumbre para
la Tierra celebrada en Rio de Janeiro en el 1992 cuando se definió la sostenibilidad
en el sentido ambiental (satisfacer las necesidades del presente sin
comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las
propias), se ha querido aplicar esa misma idea a la empresa, entendiéndola
como su comportamiento para asegurar su continuidad a largo plazo. Se ha importado la concepción ambiental al
entorno empresarial. Si en aquel se refiere a la utilización de los recursos
naturales de forma responsable para asegurar la calidad de vida de futuras
generaciones, en este se refiere a la utilización responsable de los recursos humanos,
financieros, materiales y ambientales para asegurar la continuidad de la
empresa como institución viable, lo que incluye la aceptación y apoyo por parte
de la sociedad de sus actuaciones.
Algunos creen que
este concepto es superior al tradicional de la responsabilidad social de la
empresa, cuando, como mostramos en el cuadro precedente, es el resultado de
la responsabilidad de la empresa, o sea el resultado de la gestión de aquellos
recursos. Hay que reconocer que tiene una ventaja semántica: es una sola
palabra en vez de tres. Pero tiene la
gran desventaja de que es usada muy frecuentemente en el sentido ambiental, y
sobre todo ahora con el énfasis en temas de cambio climático, con lo cual se
crea una confusión adicional. Sostenibilidad
no es una alternativa a la responsabilidad, es el resultado de la
responsabilidad. Y en todo caso, la deberíamos
llamar “sostenibilidad empresarial”.
Responsabilidad
y sostenibilidad empresariales tienen tanto en común que no vale la pena la diferenciación. Ambos tienen una visión holística de la
empresa, de sus impactos y de sus stakeholders. De allí que no los contrastaremos,
si bien estrictamente hablando, se refieren a cosas distintas (actividades versus
resultados), en la práctica es lo mismo. El contrate a continuación será entre
responsabilidad/sostenibilidad empresarial y ASG.
IV.
ASG: Ambiente, Social y Gobernanza
Ante las resistencias
internas y presiones externas en algunas empresas a asumir la responsabilidad
por los impactos que tiene y sobre todo por los que quiere tener, se ha
recurrido, para promoverla, al argumento empresarial, o sea que la responsabilidad
también beneficios financieros. Con esto se pretende convencer a los
escépticos, sobre todo a los dirigentes financieros, de que sus beneficios compensan
los costos financieros tangibles. Se ha apelado a todo tipo de argumentos
imaginables, algunos con mayor anclaje en la realidad que otros.
Y para ello se
ha tenido que elevar la responsabilidad ante la sociedad a un asunto financiero.
Para muchos no basta el argumento moral, de justicia social, de solidaridad, de
compartir con la sociedad lo que ella le aporta a la empresa, que en algunos casos
no paga por su verdadero valor. Y lo mismo ha ocurrido para convencer a los que gestionan recursos financieros
(industria de la inversión responsable e inversión de impacto) para que los
dirijan a empresas responsables.
Pero ¿cómo se
determina el potencial impacto financiero de la responsabilidad? Hay centenares de estudios que tratan de
correlacionar los rendimientos en bolsa con medidas de responsabilidad, con
resultados mixtos. Pero para analizar el
concepto ASG es importante distinguir entre el potencial impacto de la
responsabilidad en bolsa a nivel general y el impacto en las finanzas de una
empresa en particular (ver Confusiones y malentendidos en la
rentabilidad de la responsabilidad).
La clave está en
como determinar cuál es el potencial impacto de la responsabilidad sobre
la rentabilidad. A nivel de una
empresa en particular es relativamente más acotado, lo gestiona la empresa,
aunque depende de la reacción de los stakeholders a sus iniciativas (ver
¿Cuál es el argumento empresarial de la RSE?). Pero la industria de la inversión
responsable necesita de criterios simples, de aplicación generalizada, que han
sido desarrollados bajo el nombre genérico de ASG, Ambiental, Social y de Gobernanza.
Con ello ha
surgido una gran industria de información ASG que la recopila, agrega y
disemina y produce calificaciones y clasificaciones basadas en los criterios
ASG. Cada institución de ese mercado,
cada analista, ha desarrollado sus propios criterios y sus modelos de
agregación, con las importancias relativas que se da a cada uno de esos miles
de criterios, y con ello crean su propia concepción de ASG. Solamente una de las calificadoras, MSCI, ha
desarrollado más de 1500 índices ESG. El sitio Reporting
Exchange del World
Business Council for Sustainable Development, lista más de 1400
indicadores, más de 2000 requerimientos de reporte y más de 650 instituciones
de calificación, clasificación e índices de sostenibilidad, cada
uno con su modelo de lo que quiere decir ASG.
Ante este caos
de indicadores para definir los criterios, en EE. UU. se creó la Sustainability
Standards Accounting Board (nótese que usa el nombre “sustainability”),
produciendo indicadores para 30 aspectos agrupados en cinco tópicos (1 en A, 2
en S y 2 en G) para 77 subsectores industriales, aspectos que son considerados
materiales, pero en el sentido de “materialidad de vuelta”, o sea, del impacto
de los mercados sobre la situación financiera de la empresa. No les preocupa el impacto de las actividades
de la empresa sobre la sociedad. Esto es en contraste con los estándares de preparación
de reportes del GRI que se preocupan por la “materialidad de ida”, impacto
sobre la sociedad (hasta la versión 2021 de sus estándares, el GRI
consideraba la doble materialidad porque su objeto es la sociedad, pero ahora
solo considera la de ida, con el cambio presumiblemente para diferenciarse de
la SASB).
Las propuestas
de la Comisión Europea, a oficializarse próximamente, consideran la doble
materialidad. Y las que
eventualmente produzca el recientemente constituido International Sustainability
Standards Boards, ISSB, liderado por las instituciones responsables por
los estándares de contabilidad financiera y apoyados por instituciones de los
mercados de valores, se basaran en la materialidad de vuelta: impacto
financiero. La discusión está servida.
El uso de estos
criterios ha llevado a fondos de inversión, emisiones de capital, deuda y otros
instrumentos financieros a usar la “calificación ASG”, con el entendido de
que al dársele ese nombre se entiende que el instrumento, fondo o empresa, son
“ambientalmente, socialmente y en gobernanza responsables”. Se pasa de
criterios a calificación, sin rigor alguno. Esto ha llevado no solo a confusiones
sobre lo que puede considerarse ASG, sino además a grandes abusos de la
denominación.
Y es oportuno
enfatizar que a pesar de que está usando el término ASG como caracterización, no
constituye una guía para la acción por parte de la empresa como si lo es la
asunción de su responsabilidad ante la sociedad, es una ligereza del lenguaje
pero que afecta las actividades responsables de la empresa.
Entonces, ¿qué
es ASG? ¡Cualquier cosa! (ver la sección III de ¿Cuántos esquemas/estándares de información sobre sostenibilidad se
necesitan? Primera parte: ¿Cuántos hay?). Hay fondos que por el mero hecho de invertir
en empresas que tienen cierto porcentaje de mujeres en el Consejo, se llaman
fondos ASG. Todos los demás aspectos de la A, S y G y los correspondientes a
una interpretación holística de la responsabilidad son ignorados (ver ¿Tienen
tus inversiones ASG “grado de sostenibilidad”?).
Siendo criterios
de evaluación o caracterización, cada uno desarrolla los suyos, sin que haya consenso
alguno y mucho menos estándares. De
hecho, hay un intenso movimiento en parte liderado por los reguladores de
los mercados financieros para poner algo de orden. La Comisión Europea es líder en este sentido
y ha puesto en vigor la Taxonomía
de actividades sostenibles, donde se describen las actividades que pueden
considerarse verdes, que por ahora son su prioridad (las sociales se están
desarrollando y las de gobernanza presumiblemente se harán el futuro). Adicionalmente
han publicado la Sustainable Finance Reporting Directive, SFRD, donde se detallan los requisitos
(destino, políticas, diligencia debida, información, etc.) para las instituciones
e instrumentos financieros quieran tener la denominación de verde claro o
verde oscuro (artículos 8 y 9), ni siquiera ASG. Para los bonos verdes, sociales, sostenibles y
ligados a la sostenibilidad existen principios que deben cumplir (que la Comisión
Europea está haciendo más estrictos) (ver Mis
veinte artículos sobre financiamiento sostenible)
Lo más
parecido a un listado de indicadores estándar son los de SASB, pero aun en este
caso solo es una sugerencia de números a reportar en aspectos ASG, pero no lo
que es o no satisfactorio, y mucho menos en su integración en un todo.
Y como un hecho
paradigmático de la desvirtualización de la RSE y de la preferencia por
siglas que luego expanden su interpretación más allá de su verdadero sentido
y lo desvirtúan, se está substituyendo la S de ASG por DEI, Diversidad,
Equidad, Inclusión, remplazándola, muy mal, haciéndola más restrictiva, como si
solo fueran esos tres aspectos los relevantes a la responsabilidad hacia el
capital humano. Adolece de los mismos problemas que la concepción ASG. Si
algo bueno está teniendo la pandemia (¡basta!) es que ha colocado al capital
humano como el núcleo de la actividad empresarial y de la imperiosidad de su
gestión responsable.
V.
Lo bueno, lo malo y lo feo de la tendencia
El lector puede
haberse dado cuenta de que la tendencia en el “mercado de la responsabilidad” es
desde la empresa, su papel y responsabilidad ante la sociedad, hacia el impacto
financiero de sus actividades en busca de su sostenibilidad. De una visión holística de la empresa como
fuente empleo, de producción de bienes y servicios, de cohesión social, de
miembro de la comunidad, a una fuente de recursos financieros. De un aliado a un extractor de beneficios.
|
Responsabilidad/Sostenibilidad
|
ASG
|
Principales actores
|
Dirigentes, empresas
|
Analistas/Inversionistas
|
Principales afectados
|
Sociedad
y el medio ambiente
|
Mercados
financieros
|
Visión de la empresa
|
Holística (empleo, productos, etc..)
|
Generadora de rendimientos
|
Reguladores
|
Sector
público en general
|
Comisiones
de valores
|
Concepto
|
Acciones, actividades
|
Criterios de análisis
|
Materialidad
|
Ida
y vuelta (doble)
|
De
vuelta, estados financieros
|
Estándares de reporte
|
GRI y Comisión Europea
|
SASB y futuro ISSB
|
Pero como hay
agotamiento sobre el uso del término Responsabilidad Social de la Empresa y a todos
les gustan las cosas muevas se está popularizando el termino ASG como substituto.
¿Se puede usar ASG como como sinónimo de RSE o de sostenibilidad empresarial? ¡Enfáticamente
no! Aquellos son meramente caracterizaciones,
expresadas en indicadores sobre el potencial impacto financiero, sin juicio de
valor sobre su idoneidad, con una visión reducida del papel de la empresa en
la sociedad (véase la tabla precedente).
1.
Lo bueno
El movimiento
ASG ha despertado el interés de un sector de la sociedad, de inversionistas y
gestores de inversiones, de analistas y de preparadores de información y hasta
de productores de estándares de reporte y regualdores. Han estimulado el interés, la diseminación y
la evaluación de las practicas responsables de la empresa. Han ampliado el “mercado de la
responsabilidad”. Y ello es bueno. No hay nada de malo en usar criterios de ASG para evaluar el posible impacto
financiero de la responsabilidad empresarial, todos debemos tener interés en atraer
capitales hacia la empresa. Mientras entendamos que esto no es todo.
2.
Lo malo
Nuestras objeciones
al uso de criterios ASG en la gestión de la responsabilidad empresarial se basa
en dos consecuencias: (1) Conspira contra la visión holística de la responsabilidad
empresarial y distorsiona la estrategia y actividades responsables; y, (2)
Induce a omisiones. Y aquí no nos estamos refiriendo al uso de ASG para
denominar instrumentos e instituciones del mercado financieros, que podrá ser
adecuado, pero que actualmente tiene serios problemas, mayormente en relación
con el greenwashing (ver Mis veinte artículos sobre financiamiento
sostenible).
a.
Visión estrecha
¿Qué
implicaciones tienen estas tendencias para la responsabilidad empresarial? Que lo que importa es el impacto
financiero, no el impacto del ejercicio de sus responsabilidades sobre la
sociedad, no el papel de las empresas en la mejora de la calidad de vida, sino
el impacto sobre su situación financiera, por la reacción de algún subgrupo de stakeholders,
mayormente los inversionistas.
Pero cuando estas
caracterizaciones forman parte de la gestión de la empresa, esta deja de ser una
gestión para la responsabilidad y pasa a ser gestión para la rentabilidad. Se
induce a la empresa a la gestión para mejorar los indicadores y no para necesariamente
para mejorar la responsabilidad, aunque tengan partes en común (véase Greenwashing
a la grande I: Recompra de acciones ligadas a la sostenibilidad, donde mostramos el caso de una empresa que tiene
el ranking en sostenibilidad como uno de los criterios de remuneración de sus
dirigentes, que gestionan la responsabilidad para subir en el ranking). Se
introducen incentivos perversos, y el dinero es un incentivo poderoso.
Para mejorar
su rendimiento en algún indicador, que les conviene para mejorar un ranking, pueden decidir hacer cosas que
son más dañinas, como, por ejemplo, para reducir las emisiones de gases de
efecto invernadero reportadas pueden utilizar materiales menos reciclables o
amigables al medio ambiente o pueden adquirirlos de países en vías de
desarrollo donde tales emisiones no son limitantes, o no se reportan. ASG no es
holístico, no sabe hacer trade offs.
Inclusive, esta
tendencia hacia la ASG ha llevado a creer que la industria de los fondos de
inversión responsable aporta recursos financieros para la responsabilidad
empresarial, cuando, salvo contadas excepciones (inversión de impacto
entre algunas), lo que se sucede es una transferencia de recursos entre los
vendedores y los compradores de los fondos, sin que las empresas reciban
recursos (ver el contraste entre el mercado financiero primario y el secundario
en los artículos ¿Tiene el financiamiento sostenible impacto sobre la
sostenibilidad? Primera parte: Inversiones financieras y Segunda
parte: Inversiones reales).
Para poder usar
los criterios ASG en la selección de inversiones hay una gran presión en los
mercados financieros para su uniformización, con el objeto de que sean comparables
de empresa a empresa. Esto tiene dos consecuencias, una es que se tiende a
homogeneizar los aspectos materiales para las empresas cuando deberían ser
específicos para cada una, en el contexto y tiempos en que opera. Y la otra es que la tendencia a la comparabilidad
reduce la relevancia, ya que induce a generalizaciones. ¿A todos nos debe
importar lo mismo?
b.
Omisiones
Adicionalmente y
los más importante son sus errores de omisión. En primer lugar, se desentiende de lo negativo,
son criterios que pretenden ser agnósticos. Empresas como Philip Morris o Coca Cola pueden
aparecer bien en algunos aspectos ASG, pero que no incluyen sus
contribuciones negativas a la salud. Lo mismo para empresas de casas de
apuestas que no reportan las negativas, como, por ejemplo, la degradación de
las comunidades donde se ubican y el impacto sobre la cohesión familiar. Tanto
es así que la Comisión Europea en sus regulaciones sobre los instrumentos e
instituciones ASG se ha visto en la necesidad de establecer reglas específicas
para el reporte de ciertas actividades bajo los conceptos de Do No Significant Harm, DNSH (no hagan daño significativo) y Minumum
Safeguards (mínimas seguridades)
En segundo lugar,
omite aspectos que son claves en la responsabilidad empresarial como la elusión
y evasión fiscal (ver Eludir y evadir impuestos: ¿Hasta dónde
llega la irresponsabilidad empresarial?), la corrupción, la acción política
de la empresa (contradicción entre el cabildeo y las acciones [1]),
la responsabilidad del producto sobre su ciclo de vida y a lo largo de
la cadena de valor (la única preocupación de la ASG sobre la cadena de valor son
las emisiones de Alcance 3), la justicia social, la comunidad, el ambiente laboral, la
cultura organizacional, los stakeholders a los que quiere impactar pero
que no impactan a la empresa, entre otros.
La
implementación, que no el concepto, de la RSE no está exenta de problemas, pero
por lo menos tiene (debería tener) una visión integral de la actuación
empresarial y no fragmentada en tres silos y decenas de indicadores.
¿Y dónde está el
hacer el bien en la caracterización ASG? ¿Y alguien ha oído hablar del Propósito de la
empresa, otro tema de moda, en el contexto de la ASG?
Y omite a las
PyME, ¿tiene sentido usar el concepto ASG cuando nos referimos a una PyME o una
empresa familiar de capital cerrado que no cotizan en bolsa (en la Unión Europea más del 99.8% de las
empresas)? ¿Lo usaríamos para referirnos a su responsabilidad o sostenibilidad
empresarial? (ver ¿Y la RSE en el otro 99% de las empresas?). Es cierto que aquel 0.2% tiene un
impacto económico y social desproporcionado, pero las PyME existen y necesitan
más apoyo para asumir su responsabilidad que aquel 0.2%.
3.
Lo feo
Lo feo es la
superioridad, arrogancia y desdén con la cual se expresan los proponentes de
usar ASG como sinónimo de responsabilidad empresarial (no me refiero a su uso como categorización en los
mercados financieros). Son los nuevoricos
de la responsabilidad empresarial. Los que abogamos por la visión holística somos
anticuados, no entendemos la evolución de papel de la empresa en la
sociedad. Pero, son superiores aquellos que hacen lo mejor por la sociedad, no
los que se expresan con términos de moda.
Con ASG sucede
algo parecido a lo que sucedió con la llamada Creación de Valor Compartido,
concepto inferior de responsabilidad, que estuvo de moda por una década. Adolece de muchos de los mismos problemas:
Visión reducida, omisión de aspectos claves, concentración en partes del
impacto empresarial (lo que creaba valor simultáneo a la empresa y algunos stakeholders)
y todo para parecer novedoso y diferente (ver RSE
y creación de valor compartido: Mis trece artículos).
VI.
¿RSE o ASG?
¿Qué les debe
importar a los responsables de la responsabilidad al interior de las empresas? ¿la concepción holística del papel ante la
sociedad o la reacción de las bolsas de valores? ¿Se debe determinar la
estrategia empresarial en función de la materialidad de vuelta o la de ida y
vuelta? La tendencia de las recientes
décadas de la primacía de los accionistas debe superarse.
Y hay quién dirá
que ASG es solo otro nombre para la responsabilidad. A lo mejor para algunos, pero
la connotación que tiene es de que esa responsabilidad debe estar guiada por el
impacto en la rentabilidad y …… a corto plazo, porque hay que reflejarlo en los
estados financieros.
¿Qué estamos
hilando muy fino? Puede ser, pero tener las cosas claras ayuda
mucho a su efectiva y eficiente implementación (véase el mayor enemigo de la
RSE: la confusión sobre qué es, enemigo no. 1 en Los trece enemigos de la RSE(C): Los primeros
seis).
La responsabilidad empresarial no necesita de nuevos nombres, necesita de una implementación integral, honesta y efectiva.
¿Tendencia positiva
o perversa?
[1] Exxon Mobil defendió públicamente un
impuesto a las emisiones de carbono, con lo que quedó bien con algún público, a
sabiendas de que no se iba a aprobar, para lo cual hace cabildeo. Y Coca Cola
defiende el reciclaje de agua y de plástico, pero hace cabildeo en contra de
regulaciones para combatir la obesidad. El GRI, el de materialidad de ida, tiene un estándar sobre la consistencia entre cabildeo y acciones, el GRI 415: Política Pública