Se escribe mucho
sobre cual debe ser la responsabilidad de la empresa ante la sociedad y como se
debe implementar, pero muy poco sobre como se articula dentro la empresa. En
este artículo analizamos con un poco más de detalle como se conforma esa
responsabilidad a través de la interacción entre los valores de los
empleados, que la definen e implementan y la estructura organizacional de la
empresa en la cual se desenvuelve. [1]
Para simplificar usaremos
el término “empleados” para referirnos a todo el personal de la empresa,
si bien es claro que algunos tienen mayor poder de influencia que otros, y
algunos muy poco o nada, pero no queremos referirnos solamente a dirigentes, si
bien son determinantes, porque es todo el personal el que termina definiendo
e implementando esa responsabilidad.
También para
simplificar usaremos el término “estructura organizacional” para
referirnos al conjunto de estructuras jerárquicas, políticas, estrategias,
procesos de toma de decisiones, incentivos explícitos e implícitos para la actuación
del personal y, en general, a la cultura de la empresa.
Los empleados
y la estructura organizacional y sus interacciones son los que dan forma a la
responsabilidad empresarial, que se nutre de las interacciones con el contexto
en que opera, con todos sus stakeholders, incluyendo sus competidores.
Habíamos abordado
el tema en el Capítulo 2 del libro Responsabilidad Social de la empresa en
América Latina; Manual de Gestión (coeditado con Estrella Peinado). Decíamos:
“Aún hoy en día hay alguna discusión sobre si las empresas como
tales tienen responsabilidades, con el argumento de que solo las personas
individuales pueden tenerlas. Un comentarista de mediados del
siglo XIX decía que “las empresas no tienen cuerpos que puedan ser
castigados ni almas que puedan ser condenadas y por ello hacen lo que les da la
gana”[i]. Es
cierto que las personas, dentro de las empresas, actúan a nombre de las
empresas y no a título individual y son ellas las que deben ejecutar la
responsabilidad social y ambiental. Pero estas ejecutarán lo que
colectivamente se haya decidido, vía las decisiones, los procedimientos y
políticas internas a la empresa, que han sido elaboradas por individuos. Si
bien la responsabilidad de la empresa de ser responsable recae en los
individuos que la conforman, el colectivo es responsable de su implementación y
por ello podemos hablar de “responsabilidad de la empresa”.
Claro está que, como en toda organización o burocracia, es posible
esconderse detrás del colectivo para evitar tomar responsabilidad
individual. También es posible que el colectivo tome decisiones que
estén en contra de la ética o sentido de responsabilidad de algunos
individuos. De cualquier manera, es claro que la responsabilidad
social de la empresa depende de la responsabilidad y ética de los individuos
que la conforman, con mayor o menor posibilidad de
influencia. Aunque es posible que esa responsabilidad no sea la suma
de las responsabilidades individuales.”
En el artículo Responsabilidad individual en la
responsabilidad empresarial: ¿es suficiente? decíamos:
La responsabilidad social de la empresa está determinada por sus
esquemas de incentivos, procedimientos y en general de su
cultura. Es cierto que son los individuos los que hacen todo esto,
pero la empresa también tiene historia, una cultura arraigada, y no es fácil
hacer estos cambios. Muchas veces los incentivos están
orientados hacia la obtención de beneficios, que pueden entrar en contradicción
con la ética individual. Y no todos los que estén en desacuerdo
pueden optar por dejar la institución. La cultura empresarial es
determinante. Los individuos también tienen necesidades que satisfacer y así
como las empresas tienen como primera responsabilidad la sobrevivencia, los
individuos también.
La responsabilidad individual es condición
necesaria pero no suficiente para la responsabilidad empresarial.
La empresa es un
conjunto de personas actuando en base a intereses y objetivos comunes, por lo que
la moral, la ética y la asunción de responsabilidades de sus componentes
debería constituir la moral, ética y responsabilidad de la empresa. Pero la empresa es mucho mas que esos
componentes humanos. Esta constituida además por las interacciones
entre ellos, con sus acuerdos y sus conflictos, con las sinergias y con sus discordancias. Adicionalmente la empresa en su evolución y
en sus actividades desarrolla políticas, estrategias, procedimientos, procesos
para tomar decisiones y, en general, una ética y una cultura que le son específicas,
que constituyen su estructura organizacional. Son el resultado de las infinitas
interacciones entre sus empleados y entre estos y el entorno en que operan y
con los demás stakeholders, pasados, presentes y en las expectativas del
futuro, evolucionadas a través de muchos años.
Por ejemplo, si
la empresa tiene un proceso de decisiones colegiadas, ninguno de los miembros
de ese “colegio” es responsable, la responsabilidad se ha transferido al
“comité”, aunque algunos de los miembros habrán sido más influyentes que otros
en la decisión. Y quienes se vuelven más influyentes está determinado por esa
misma estructura organizacional. La responsabilidad individual es suplantada
por la responsabilidad del comité, por la del colectivo empresarial. La
responsabilidad individual pasa a ser anónima.
¿Qué quiere
esto decir para la responsabilidad de la empresa? Que si bien los valores de sus empleados son un
punto de partida, son las múltiples interacciones las que conducen a la
estructura organizacional y esta a su vez determina los empleados que se incorporan
y como se desarrollan y adaptan dentro de la empresa.
Y en esto juegan
un papel clave las políticas y prácticas de selección del personal que
deberían reflejar los valores de la empresa y a su vez influir en la
conformación de esos valores. Si bien muchas empresas dicen utilizar
criterios de compatibilidad en la selección, es más teoría que práctica ya que
no son muchas las que analizan explícitamente los valores de los potenciales
empleados en su selección.
Los valores
individuales son un punto de referencia, pero es la colegiación de todos esos
valores la que constituye la responsabilidad de la empresa. Y dentro de este proceso de colegiación
los incentivos implícitos y explícitos que condicionan el comportamiento son críticos,
ya que pueden potenciar los valores de los individuos pero también pueden contrarrestarlos
(ver los artículos Cultura empresarial para la responsabilidad y Compatibilidad entre directrices,
incentivos, cultura y ética para la responsabilidad).
En resumen, la
responsabilidad de la empresa va más allá del conjunto de los valores de los
empleados y se conforma en base a estos, pero también en base a su fusión
dentro la estructura organizacional, donde pierden individualismo, en base a
las interacciones con todos los stakeholders, y en base a la
retroalimentación que todo esto tiene sobre los individuos, en un proceso dinámico,
continuamente cambiante.