En una
conferencia un directivo bancario se vanagloriaba de que su empresa había sido
incluida en el índice Dow Jones de empresas sostenibles y recordaba el proceso
necesario para lograrlo:
“………..Dow Jones nos incluyó hace dos años en el exigente
índice de las empresas más sostenibles del mundo, lo que tiene un mérito
añadido por las adversas circunstancias en que se produjo, cuando el banco
estaba todavía en pleno proceso de reestructuración. Recuerdo cómo hubo
que rellenar un cuestionario con cientos de preguntas, que pasaron por
analistas encargados de verificar que las respuestas eran coherentes con
el contenido de la memoria, con la página web y con
lo que puede encontrarse en Google sobre la entidad.” (énfasis añadido).
Nótese como los
analistas del banco verificaron que las respuestas coincidieran con la información
disponible al público (memoria, página web y Google), o sea, que no hubiera
contradicciones que Dow Jones pudiera detectar con la información externa.
Hubiera sido
deseable que los analistas verificaran que las respuestas coincidieran con lo que
HACE el banco, no solo con lo que DICE que hace.
¿Honestidad, lapsus
linguae o greenwashing?
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