En un artículo
anterior ¿Es
la información no financiera no financiera? decíamos que darle el nombre de “no financiera”
a un conjunto de información clave sobre las actividades de la empresa:
…..tiene la connotación para
muchos, de que la información no es sobre las “finanzas” de la empresa, sobre
su rentabilidad, que es algo accesorio, secundario, de menor importancia que la
información financiera. Degrada la información “no financiera.
Pero la pregunta relevante
es: ¿tiene la información no financiera impacto financiero? Y la
respuesta es SI, tiene impacto financiero, el problema es que todavía no
sabemos cuándo lo tiene, como lo tiene y dónde lo tiene y todavía no sabemos cuantificarlo
en la gran mayoría de los casos. ¿Es la información no financiera no
financiera? No, gran parte de la información llamada “no financiera”
es financiera. Mal nombre que induce a su menosprecio.
¿Qué se puede
hacer para que no la menosprecien y le den la importancia que en realidad
tiene? Una de las cosas que se deben
hacer es, primero, identificar la que es clave y, segundo, evaluar el impacto que
puede tener su gestión para darle la importancia que se merece.
¿Un nuevo cargo?
Pero otra cosa, a
nivel institucional, es elevar el rango de los que son responsables de prepararla
para la toma de decisiones. Y una posibilidad en este sentido es asignarle la
gestión de esa información a un “Contador
Jefe de Sostenibilidad”, como sugiere un informe publicado a mediados del
2018, Sustainability
CFO: The CFO of the Future?, [i]
(CFO: Chief Financial Officer) que
aboga por este cargo nuevo en las empresas, aunque con el título de “financiero”.
El título de Sustainability CFO parece más
prestigioso y es mejor que “contador” por aquello de que esa palabra tiene
todavía una connotación de tradicionalismo, de reglas fijas e inamovibles, de
cosas que se pueden contar, antitética a la innovación. Esto no es generalizable pero la percepción
todavía prevalece en los países de Iberoamérica. Suena mejor que Chief Sustainability Accounting Officer,
CSAO, y de hecho es un reconocimiento de
que la información no financiera, no es no financiera, es financiera pero que
todavía debe esperar a que evolucionen las metodologías para poder cuantificarla
como tal, como alegábamos en el artículo mencionado. Aunque políticamente hablando, la oposición
al uso del título Sustainability Chief
Financial Officer, por parte del CFO (generalmente con mucho poder dentro
de la empresa) será feroz y podría
llegar a que el CFO perdiera el interés en asuntos de sostenibilidad, que ya le
interesan poco. A lo mejor será
necesario adoptar el “second best” de
Accounting Officer,………. si acaso se
llega algún día a ello.
¿Se justifica un nuevo cargo?
¿Pero no bastaría con expandir o modificar la
función del CFO y/o del Sustainability
Officer tradicionales? En el caso del CFO es lo que tratan
de hacer algunas grandes empresas, dado el poder y amplia visión de toda la
empresa que estos suelen tener. Es lo
que se ha venido proponiendo en muchos foros.
Por ejemplo, las grandes empresas de auditoria que se especializan en
temas de sostenibilidad como Deloitte en Sustainability
and the CFO publicado
por Deloitte y Ernst and Young, EY en How
sustainability has expanded the CFO’s role
Esta propuesta de
asignarle al CFO la responsabilidad además por la información no financiera (entiéndase
como financiera en ciernes) representa una intensificación de sus funciones
hacia la sostenibilidad y es perfectamente compatible con la tendencia que
exigen los informes integrados (ver ¿Qué
integran los informes integrados?), y con la tendencia a reconocer
que para todas las empresas, una buena parte de su valor esta representado por
el valor de los intangibles (marca, reputación, capital humano, capital social,
capital intelectual, etc.) en adición al capital financiero (el único que ahora
se cuenta en la gran mayoría de las empresas). La responsabilidad por la contabilidad de
todos los capitales caería bajo el CFO y no solamente la del capital financiero.
Es hora de que contemos lo que cuenta (ver No
todo lo que se puede contar cuanta no todo lo que cuenta se puede contar).
Pero la pregunta
clave es, ¿es posible “reformar” al gerente
financiero? ¿puede ser “convertido” de “maximizador” de beneficios financieros
a “maximizador” de valor total? ¿se puede cambiar esa cultura? Dependerá de cada empresa, persona y su
contexto, pero no es nada fácil.
Por otra parte, se podría expandir o profundizar
el papel del “sustainability officer”, conocedor de todo lo relacionado con la
responsabilidad de la empresa ante la sociedad, con una visión de conjunto y
con un ethos más compatible con lo que afecta a todos los stakeholders, con una visión del valor total de la empresa, y no solo a
los stockholders, como es el caso del CFO. Está
mejor posicionado para entender las necesidades y los usos de esa información,
en teoría, “no financiera”.
Pero ese oficial
tiende a estar más preocupado por las actividades a desarrollar e internalizar
esa responsabilidad en la empresa que sobre el sistema de información no
financiera y el impacto financiero de
esa información. En todo caso el
foco se centra en la cuantificación de la información no financiera a través de
indicadores de actividad, como lo piden el GRI y el SASB, pero menos en el
impacto de esa información sobre el valor de la empresa (aunque hay algunos
buenos ejemplos como lo mencionamos en el artículo citado al comienzo). El foco
informático es para la preparación del tradicional informe de sostenibilidad.
Puede entonces ser deseable tener un officer que cierre la brecha, uno que
sea conocedor de los impactos de la información no financiera sobre todo el
valor de la empresa. Para la gran mayoría de las empresas esto
puede ser un lujo, pero no deja de ser una consideración pertinente para
algunas. Dejaría al sustainability
officer ocuparse de la estrategia, procesos, acciones, promoción, etc. para
que el nuevo officer se encargue de
la información, en forma y fondo para ser usada en la gestión interna y el
reporte externo en los informes
integrados. De hecho, el objeto de este informe es para cerrar la brecha entre
los informes financieros y los informes de sostenibilidad.
Esta
especialización podría absorber el desarrollo de la nueva disciplina de la contabilidad de la sostenibilidad, la
tendencia hacia la cuantificación y monetización de la información no
financiera, a la asignación de valores a los diferentes capitales que gestiona
la empresa, que comentábamos en el artículo citado arriba sobre la información
no financiera donde destacábamos un caso paradigmático:
“Un interesante ejemplo reciente, más
integral, sobre la cuantificación de la información no financiera lo constituye
la medición del cambio en el capital ambiental en el informe especial del Grupo Kering,
que agrupa a 14 marcas de lujo (Gucci, Bottega Veneta, Balenciaga, Saint
Laurent y otras diez) sobre un estado de “ganancias y pérdidas” ambientales (lo
que podría llamarse la cuenta de resultados ambientales). El más
reciente disponible (a finales del 2018) es el correspondiente al 2017, Environmental
Profit & Loss (Ep&L) 2017 Group Results.”
Por sus
conocimientos y especialización, contribuiría además a paliar los conflictos
entre sostenibilidad y contabilidad que analizábamos en los artículos Contabilidad
y Sostenibilidad: ¿Amigos o enemigos? y a poder hacerle frente a la proliferación de
regulaciones sobre la información sobre sostenibilidad. [ii] Esto es más difícil para los profesionales en
contabilidad financiera o los especialistas en sostenibilidad.
Pero si se crea
un cargo de CSAO se corre el riesgo de que el CFO se desentienda de la sostenibilidad
(“ya no es problema mío”), lo cual sería contraproducente ya que su posición en
las decisiones financieras (financiamiento, inversión, gestión de recursos
financieros, etc.) es crítica para el avance de la sostenibilidad.
¿Vale la pena discutir todo esto?
Dado que este
nuevo cargo parece poco factible en la práctica, salvo en algunas grandes
empresas y en aquellas donde la sostenibilidad sea un factor de sobrevivencia o
de competitividad (de hecho, el estudio mencionado solo ha identificado 8, en
multinacionales), ¿para que lo discutimos?
Porque, aunque ello sea poco probable en la gran
mayoría de las empresas, no se debe descartar que sea factible y necesario en
algunas de ellas. Y la discusión nos ha
permitido analizar la brecha que suele haber en la empresa en la preparación y
utilización de la información financiera y la no financiera, que no se debe
ignorar. La discusión permite apreciar lo que puede hacer a nivel institucional,
interno, para cerrarla.
Sería una solución con valor agregado, lo que
falta por definir, caso por caso, es si ello compensa el costo agregado, ¡valor
y costo medidos no solo en términos financieros! (no nos libramos de los
valores financieros).
[i] El informe
fue publicado por el Institute of Management Accountants, institución
de amplia trayectoria en la promoción y desarrollo de los profesionales de la
contabilidad de gestión (información financiera contable para la gestión
interna). Es artículo es relativamente corto,
menos de 10 páginas de substancia y muy leíble.
[ii] En el artículo Cinco estudios de interés para los estudiosos de la RSE, comentábamos sobre un estudio llevado a cabo sobre 71
países sobre las disposiciones (regulaciones, estándares, códigos de conducta,
etc.) de presentación de información, con algunos resultados sorprendentes: En
los 64 países que si las tienen se encontraron 383 disposiciones de las cuales
248 son de carácter obligatorio y 135 de carácter voluntario. Son emitidas
por gobiernos (61%), reguladores financieros (17%), reguladores industriales
(4%), bolsas de valores (11%) y otras instituciones (8%).
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