domingo, 27 de enero de 2019

Bonos verdes, sociales y sostenibles. Quinta parte: Mejorando la legitimidad e impacto



I.                Introducción[1]


En las cuatro partes anteriores habíamos presentado un extenso análisis de los bonos verdes, sociales y sostenibles.  La primera, Bonos verdes, sociales y sostenibles. Primera parte: ¿Qué son y para qué sirven? incluye una amplia cobertura de los bonos verdes (medio ambiente), sociales y de sostenibilidad (social y ambiental), BVSS, generalmente agrupados bajo el nombre común de “verdes”.  Analiza qué son los bonos BVSS, las definiciones y criterios más aceptados para su calificación como tales, las actividades y proyectos financiables de acuerdo con estos criterios, las diferentes modalidades financieras de emisión de estos bonos, un análisis de la evolución reciente del mercado de estos bonos y las metodologías para la calificación y verificación de las emisiones. 

La segunda parte, Bonos verdes, sociales y sostenibles. Segunda parte: ¿Añaden valor?, presenta un análisis de algunos ejemplos de emisiones de estos bonos para poder apreciar la gran variedad de modalidades y emisores (instituciones multinacionales, gobiernos nacionales y subnacionales, instituciones financieras y empresas) y el destino de sus recursos, analiza las razones para emitir este tipo de bonos en contraste con los bonos tradicionales, discute el valor agregado que pueden tener estos bonos, elemento clave para poder determinar su legitimidad, y analiza el argumento, muy común para promover estas emisiones, de que representan un costo de financiamiento más barato. 

La tercera parte, Bonos verdes, sociales y sostenibles. Tercera parte: ¿Legitimidad o Greenwashing?, incluye una amplia discusión sobre el uso de estos bonos para parecer responsable y analiza las condiciones de legitimidad, a través de un análisis detallo de los principios que deben cumplir, la información que se presenta, las metodologías de verificación, calificación y seguimiento y las motivaciones de los emisores con el objeto de determinar el potencial de que sean usados para greenwashing. Incluye el análisis de cinco casos sospechosos y cinco que parecen legítimos.  La cuarta parte, Bonos verdes, sociales y sostenibles. Cuarta parte: Un ejemplo paradigmático, analiza con más detalle una emisión del Banco Mundial, con elementos innovativos, que deber ser un buen ejemplo de estas emisiones.

Esta quinta parte, Bonos verdes, sociales y sostenibles. Quinta parte: Mejorando la legitimidad e impacto, usa las lecciones aprendidas en los cuatro artículos anteriores para proponer una mejora en los criterios de calificación, la información a presentar, la verificación, calificación y seguimiento de la ejecución de las actividades y proyectos, con el objeto de pasar de intenciones a impacto real.


II.              Despliegue publicitario

Parece que los Bonos verdes, sociales y sostenibles, comúnmente llamados Bonos verdes, son la última moda en finanzas. Con el énfasis en la mitigación y la adaptación al cambio climático, el tema de la financiación de las actividades necesarias se ha puesto en primer plano. Uno de los principales escollos para el Acuerdo de París [2] fue el de la financiación, en particular para que los países en desarrollo puedan ponerse al día. En este entorno, los Bonos verdes se han convertido en una de las soluciones más simples para financiar proyectos que pueden contribuir a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los del Acuerdo. Casi se está convirtiendo en la panacea: Emite bonos verdes y el problema será resuelto. En este breve artículo queremos discutir la brecha potencial entre la financiación verde y los proyectos verdes, lo que puede llevar a un greenwashing, y sugerir algunas medidas para cerrar la brecha.

Los bonos verdes se emiten para financiar proyectos verdes, pero el vínculo entre la emisión y el impacto no es automático. ¿Qué tan verde es el proyecto financiado por un bono verde? ¿Los bonos verdes realmente financiarán proyectos verdes que tengan el supuesto impacto? Con la presión de aparecer avanzando en el cierre de la brecha financiera, se pueden emitir bonos que estén “coloreados” de verde o bonos que comiencen en verde y pierdan su color durante la ejecución de sus proyectos. La mayoría de los indicadores de progreso se expresan en términos de financiamiento verde disponible y no en términos del impacto de los proyectos verdes que han sido financiados. Los números relacionados con la emisión son de fácil acceso y disponibles al comienzo, pero el impacto de los proyectos financiados es muy difícil de medir y ocurre, si sucede, más adelante. Y en el largo plazo todos nos hemos olvidado de los proyectos que se financiaron.

Un muy buen caso de énfasis en los insumos en contraposición con los resultados o el impacto logrado es el Green Pledge, iniciativa propuesta en el 2018, que promueve la emisión de bonos verdes por valor de 1 billón de dólares durante el 2020. Pero la emisión es una condición necesaria pero no suficiente para lograr objetivos, como el mantener el aumento en la temperatura promedio del planeta por debajo de los 2 grados. Las finanzas no ecologizan el medio ambiente, los proyectos efectivos sí. Hay una brecha que puede ser llenada con pintura verde. Existe la tentación de etiquetar todo de verde.

Uno de los ejemplos más notorios es el de Francia que emitió bonos por valor de 7 mil millones de euros etiquetados de color verde para financiar actividades relacionadas con el logro de los objetivos del Acuerdo de París. Estas han sido y pueden ser financiados por la deuda regular del Tesoro, pero al agrupar las actividades que generalmente financia el Tesoro en las que tienen algo de verde, la deuda puede denominarse "el mayor bono verde soberano" y presumir de liderazgo. También está el tema de la adicionalidad, es decir, ¿los nuevos bonos verdes aportan financiamiento adicional que de otra manera no estaría disponible? La experiencia hasta el momento indica que la mayoría de las emisiones, como la de Francia, eran y podrían ser financiadas con instrumentos tradicionales. Por ejemplo, lo que solía ser la financiación de proyectos para la energía hidroeléctrica o las energías renovables, ahora estarán etiquetados como finanzas verdes. Y no solo la energía hidroeléctrica (verde) generada, sino también la línea de transmisión ahora será llamada verde. Pero concentrémonos en la brecha entre las finanzas verdes y los proyectos verdes.

III.           Brechas

No es que cualquier emisión pueda ser etiquetada como verde, debe cumplir con ciertos requisitos, los más utilizados son los Principios de la Asociación Internacional de Mercados de Capitales, ICMA, aunque hay muchos otros, incluidos los de países o grupos de países y, en un futuro cercano, los de la Unión Europea. Los Principios de Bonos Verdes de la ICMA, GBP, requieren que los emisores cumplan con los requisitos de cuatro Principios: 1. Uso de fondos; 2. Evaluación y Selección de Proyectos; 3. Gestión de fondos; y, 4. Informes. Bajo el Principio #1, el marco o prospecto debe indicar los tipos de Proyectos / actividades que serán financiadas; bajo el  #2 debe indicar cómo los proyectos / actividades contribuirán a la sostenibilidad y cómo serán seleccionados (metodología); bajo el #3, debe indicar cómo se asignarán y administrarán los fondos (gobernanza); y bajo el #4 debe indicar los informes que se prepararán sobre la implementación de proyectos/actividades y que sería conveniente incluir un informe (voluntario) sobre los resultados e impactos logrados (se sugieren indicadores para algunos casos).

En teoría, los Principios cubren todos los aspectos que se consideran necesarios para garantizar que los bonos verdes sean verdes, pero el problema está en su implementación y verificación del cumplimiento de los objetivos (¿prometidos?) establecidos. En la implementación hay lagunas en los cuatro Principios:

1.      Marcos de emisión o prospectos de los bonos: estos documentos establecen cómo la emisión pretende cumplir con los GBP, pero la gran mayoría de los casos incluye generalidades, el mínimo necesario para cumplir. La prioridad parece ser mantener la flexibilidad operativa, evitar tener que revelar más información de la necesaria, evitar posibles impactos reputacionales negativos y, especialmente, evitar riesgos legales. Muchos simplemente indicarán los tipos generales de proyectos o actividades que se realizarán sin especificar ningún detalle. Con muy pocas excepciones, no establecen cómo los proyectos o actividades contribuirán a la mejora del medio ambiente y la sociedad, en muchos casos solo se enumeran los tipos de proyectos y actividades.

2.      Verificación: Una institución independiente verifica el cumplimiento del marco o prospecto con los GBP, emitiendo "una segunda opinión", basada en el "aseguramiento limitado" en lugar de un "aseguramiento razonable". Esta opinión se limita a la verificación de que los cuatro principios se abordan en el documento, es decir, los documentos indican dónde se utilizarán los fondos, cómo se seleccionarán los proyectos, la gestión de la emisión y los informes ofrecidos. Pero es una evaluación de cumplimiento de contenido.


3.      Calificación: Algunos emisores obtienen una calificación del bono en relación con el cumplimiento de los GBP en algunos aspectos (transparencia, gobierno, proyectos propuestos, informes, etc.). S&P y Moody's han desarrollado metodologías. Estas calificaciones agregan un nivel de rigor al aseguramiento limitado del marco o prospecto, ya que evalúan la efectividad potencial del cumplimiento propuesto, no solo si se describen los requisitos de los GBP. Pero esto todavía es una evaluación ex ante, basada en promesas en el prospecto o marco. Aún no ha ocurrido ninguna inversión.

4.      Monitoreo: Y aquí es donde pueden ocurrir las mayores brechas. Se puede recurrir a las mismas instituciones independientes para evaluar el contenido de los informes del emisor. Estas evaluaciones limitadas evalúan si el informe de monitoreo incluye lo que el prospecto indicaba que iba a incluir (ver KPMG en Unilever). También hay evaluaciones del progreso en la implementación del problema, pero el monitoreo se limita a evaluar si se siguieron los procedimientos descritos en el marco o prospecto, no al logro de resultados y mucho menso del impacto de los proyectos.

En todas estas etapas no hay garantía de que los bonos verdes conduzcan a proyectos verdes, solo presunción.


IV.            Cerrando las brechas

La herramienta más efectiva para asegurar la alineación de las intenciones con el impacto de los proyectos o actividades es la responsabilidad social y el carácter del propio emisor. Si quisiéramos regular todas las fases para que haya garantías de efectividad e impacto, las regulaciones deberían ser tan detalladas que resultarían inflexibles, muy caras para todos y se perdería toda la flexibilidad necesaria durante la ejecución ante el entorno cambiante. Pero esto no significa que los principios y procedimientos actuales no puedan hacerse más rigurosos y seguir siendo manejables. Los Principios deben reforzarse para evitar generalidades, las verificaciones para incluir la evaluación de los impactos potenciales de los proyectos y las actividades deben ser obligatorias y no opcionales, y el monitoreo debe ir más allá de afirmar que los procesos han sido seguidos, su eficacia debe evaluarse y, lo que es más importante, debe evaluarse el impacto alcanzado. Algunas de las brechas identificadas anteriormente podrían ser reducidas:

• Incluyendo una justificación de que los fondos están aprovechando un mercado que no estaría disponible para proyectos no verdes, que no es solo un cambio en la denominación (adicionalidad). Esto puede ser especulativo, pero combinado con el aseguramiento (más abajo) daría mayor credibilidad al mercado de finanzas verdes.
• Incluyendo criterios detallados para la selección de proyectos/actividades basados ​​en los impactos esperados, no solo en su vaga caracterización de "verde", como se hace actualmente en la mayoría de los casos.
• Incluyendo una descripción de los impactos esperados de las actividades/proyectos en base a los indicadores acordados (por ejemplo, los de SASB). Por ejemplo, si es eficiencia energética, ¿cuáles son los objetivos cuantitativos?
• Requiriendo una calificación de la emisión o una segunda opinión de “aseguramiento razonable”, que incluya una evaluación del cumplimiento de los procesos propuestos con los criterios de selección detallados y una evaluación de su potencial para lograr el impacto propuesto de los proyectos, no solo una aseguración limitada de que el contenido del marco se alinea con los Principios.
• Requiriendo un “aseguramiento razonable” de los informes de monitoreo del proyecto y de que se han cumplido con los GBP, de que el uso de los fondos ha sido efectivo y de la medida en que se están logrando los impactos, más allá de lo que actualmente se evalúa de si los recursos se han utilizado en los proyectos y actividades propuestas, que podrían haber sido muy generales y vagas. Actualmente, una declaración típica, muy vaga, concluye: "no se nos ha llamado la atención que los recursos no se hayan utilizado para los fines previstos" (DNV-GL en al emision de del bono verde de Unilever). Como la explosión del mercado ha sido tan reciente, hay muy pocos ejemplos de evaluación de impacto (ver más abajo).

Además, los emisores de los Principios (ICMA, Unión Europea y otros) y la industria de las finanzas verdes deberían tratar de promover la experiencia y la participación de las organizaciones de la sociedad civil en el seguimiento de los prospectos de bonos verdes y los proyectos financiados, ya que estos temas aún no están en el radar de la sociedad civil cuyas organizaciones deberían exigir la rendición de cuentas y asumir responsabilidades.

Sin duda, esto aumentará los costos de las emisiones, pero como suelen ser de cientos de millones de dólares, el aumento será muy pequeño en términos relativos y la ganancia de credibilidad será alta. Se necesita la rendición de cuentas con responsabilidad para el impacto. Pero la aversión al riesgo de los emisores conspira contra la efectividad del proceso.

Esto es, con algunas variaciones, lo que está haciendo actualmente el Banco de Inversiones Europeo, BEI, el más antiguo (primera emisión en 2007 por US $ 800 millones) y el mayor emisor no soberano de bonos verdes (US$ 18 mil millones en 10 años). Por supuesto, esta es una institución de desarrollo que financia proyectos por casi US$ 80 mil millones cada año y tiene la experiencia para monitorear los proyectos que financia y para evaluar sus resultados, según lo exige su normativa interna. Además, el BEI está en el negocio de tener impacto, no solo de proporcionar financiamiento; está comprometido con el proyecto, a diferencia de los bancos comerciales o de inversión que están en el negocio de proporcionar financiamiento y su compromiso es con el prestatario y no con la sociedad. Es precisamente el BEI el que creó y desarrolló el mercado de bonos verdes.

V.               Credibilidad e impacto, no solo cantidad.

Todo esto no implica que los bonos verdes no sean una herramienta efectiva y legítima para promover el desarrollo verde, es para resaltar la brecha potencial entre la emisión y el impacto, a través del etiquetado del financiamiento tradicionales como si fuera verde y mediante la financiación de proyectos que pueden no ser tan verdes como se alegó. Los GBP, aunque son un gran paso adelante, tienen una implementación débil que tiene el potencial de greenwashing y de ineficacia. Mientras más presión haya para emitir bonos verdes, más greenwashing.  Lamentablemente el greenwashing, el etiquetado verde, contribuye a las estadísticas, pero puede tener poco impacto en la sociedad

El énfasis en las cantidades de emisiones de bonos verdes es inapropiado y puede dar la impresión de que las cantidades son sinónimo de transformación. Se distrae de lo que debería ser la preocupación real: el impacto de los proyectos completados. Desafortunadamente, la memoria es muy corta y los medios de comunicación están dominados por aquellos que se benefician del volumen de emisiones (emisores, bancos de inversión, firmas consultoras, compañías de seguros, incluso las compañías que explotan la publicidad) y no de los resultados obtenidos (sociedad).

La credibilidad de la industria de las finanzas verdes está en juego. En algún momento, el énfasis se moverá hacia la calidad, no a la cantidad de emisiones. Como los inversionistas socialmente responsables exigen que las empresas demuestren su responsabilidad social corporativa y más responsabilidad y quieran invertir más allá de los criterios simplistas de exclusión (no armas, no vicios), la industria de las finanzas verdes debe ir más allá de los proyectos/actividades de financiamiento que se etiquetan de verde hacia los que son demostrablemente verdes.

Un día se nos preguntará: Sí, cumplimos con los objetivos de financiamiento para proyectos de cambio climático, pero las temperaturas globales todavía aumentaron en 3-4 grados. ¿Qué pasó?





[1] Parte de este artículo fue publicado en inglés en el boletín de Greenbiz (11 de mayo del 2018) con el nombre de What's the true impact of green bonds?


No hay comentarios: