A mediados de
octubre se publicó un artículo, Materiality
Is Broken. But It Doesn’t Have to Be (por los gurús de la sostenibilidad
Daniel Aronson, Gil Friend y Andrew Winston) donde alegan que los análisis de
materialidad que se llevan a cabo actualmente “tienen seis huecos”. Es el típico artículo escrito por consultores
que quieren excitar la participación en alguna de sus conferencias o que contraten
sus servicios, puntualizando deficiencias (¿ficticias?) en las prácticas actuales. En
este artículo pretendemos cerrar algunos de estos huecos y comentar sus falacias.
Los listamos y comentamos a continuación:
1. El análisis de materialidad pretende
responder a la pregunta “¿Qué es lo importante para nuestros stakeholders?”. Pero no es la pregunta correcta, lo que
importa es “¿Qué es lo importante para
el mundo?
¿Es esta en realidad la pregunta correcta? ¿Cuántas pueden darse el lujo de
dispersar sus esfuerzos en pretender resolver los problemas del mundo? ¿Para cuales empresas son sus stakeholders el “mundo entero”? Si hay algunas se pueden contar con los dedos
de dos manos.
Todo lo contrario, para la
inmensa mayoría la pregunta no es ni siquiera ¿Qué es importante para nuestros stakeholders?”, sino ¿Qué es lo
importante para mis stakeholders más relevantes,
más críticos para mi operatoria? La inmensa mayoría de las empresas
cuenta con limitados recursos financieros y gerenciales que deben ser enfocados
en aquello que tenga más impacto, tanto en la empresa como en “su sociedad”, la parte que es crítica para
ella, que no es toda, y mucho menos “el mundo”. [1]
2. Tiene una
visión temporal innecesariamente corta de, a lo sumo, 3 a 5 años. Esto conduce
a menospreciar o ignorar aspectos de impacto en el largo plazo (y ponen como ejemplo en tema del cambio
climático, que consideran el aspecto de mayor prioridad).
De nuevo, esto suele
poder ser considerado por un grupo muy selecto de empresas. Para la inmensa mayoría de las empresas considerar
horizontes de 5 años para su análisis de materialidad ya representa un gran
esfuerzo. El impacto sobre el cambio climático es de relativamente menor
importancia crítica. Recordemos que sólo
100 empresas son las responsables por el 71% de las emisiones de gases
de efecto invernadero (¿y es crítico para el otro 99.9999% de las empresas?).
3. Consultan con menos de 30-50 stakeholders,
lo que no permite desarrollar suficiente perspectiva y puede traer sorpresas.
Para no ser
repetitivo dejaremos al lector que emita su juicio sobre la posibilidad y
efectividad de consultar a un número mayor de stakeholders para la inmensa mayoría de las empresas. Pero lo más relevante no es el número, es
lo crítico y pertinente para la empresa de los stakeholders consultados e involucrados.
4. Pasan completamente por alto el “valor
sumergido”, ….otros beneficios como las recomendaciones de los consumidores,
lealtad y compromiso de los empleados….”
Si el análisis de materialidad omite los clientes
y empleados, no hay nada más que decir, no merece el nombre de análisis de
materialidad. ¿Quién los
omite? Y esto sí aplica a todo tipo de empresas.
5. Ignoran las dependencias, los efectos que
algunos aspectos materiales tienen sobre otros ………por ejemplo la relación entre
las donaciones de una empresa farmacéutica y la igualdad de género…...
O sea, ¿que su
filantropía no es estratégica?, ¿que no identifican la potencial contribución
de sus actividades ante la sociedad? Si
es así, si es un hueco grande.
6. E ignoran los rezagos en las acciones. Algunos
aspectos tienen consecuencias que tardan años en sentirse……. porque no se hacen
la pregunta obvia “Cuan rápido lograremos los resultados con nuestro proyecto?”
O sea que las
empresas no toman en cuente la distribución en el tiempo de las acciones y sus resultados,
de los costos y los beneficios, lo más básico en el análisis de proyectos, que se
embarcan en el proyecto sin saber cuándo se obtendrán y cuáles serán los resultados. Hasta las de menor tamaño consideran esto,
a menos que consideren que su responsabilidad ante la sociedad consiste en algo
cosmético, en parecerlo.
Y este tipo de recomendaciones son
contraproducentes para la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, porque
las estimulan a querer hacer de todo para todos y la clave está en enfocarse en
lo que es efectivo y que cae dentro de sus capacidades. Hay que considerar el contexto en que se
opera.
No todos los gurús son realistas.
[1] Este es uno de los conceptos más
básicos que analizábamos en los artículos Materialidad:
12 principios básicos y una metodología para la estrategia de RSE: Ia y IIa
Parte.
2 comentarios:
Comparto sus críticas al artículo citado. En mi caso soy consultor en Sostenibilidad y Responsabilidad Corporativa pero también lidero un departamento académico en una escuela de negocios. Considero que la academia debe ser lo más objetiva y realista posible a fin de que los estudios sirvan en la vida real del mundo empresarial.
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