Los Objetivos de
Desarrollo Sostenible, ODS, se están
poniendo tanto de moda que están llevando a algunas empresas a confundirlos con
la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, RSE. [1]
Una consulta
reciente que me hicieron refleja esta confusión: “Creo que para nuestra organización, XXXXX, es un excelente momento para
cambiar el concepto de Responsabilidad
Social Empresarial, por un concepto mucho más ligado a la sostenibilidad de las
empresas como modelo de negocio y creo que los ODS sean un excelente vínculo para mostrar a las empresas lo
que ya están haciendo o lo que podrían hacer cumpliendo las diferentes metas…..
¿Qué opinas?
¿Es que los ODS y la RSE son versiones diferentes
de una misma cosa? ¿Son substitutivos? ¿Es un concepto superior al otro?
¿O es que estamos cansados de la RSE?
Por el tenor de
la consulta me temo que refleja más el
agotamiento sobre el uso del nombre de RSE que por el deseo de ampliar el
ámbito de acción de la empresa. Es un
fenómeno que se ha venido observando con creciente frecuencia en las empresas. Después de tantos años de hablar de RSE parece
hora de pasar a algo más “moderno” de “aggiornarse”. Como muchas “modas” de gestión empresarial muchos
suponen que ésta también ha pasado. Esta
posición es la que da lugar a todo tipo
de nombres “nuevos” para referirse a partes de esa responsabilidad empresarial ante
la sociedad. [2]
Esta situación es lamentable ya que la inmensa
mayoría de las empresas no ha llegado ni siquiera a establecer cuál es esa
responsabilidad, mucho menos haberla superado. Lo que
sucede es que están cansados del término RSE (en diciembre del 2014 ofrecía 20
razones por la que nos estamos cansado de la RSE). Pero la
responsabilidad empresarial no puede ser una moda, no puede ser nunca obsoleta,
por definición, ya que las empresas siempre tendrán una responsabilidad ante la
sociedad en que operan. El problema es
determinar cuál es esa responsabilidad en el contexto en que se desenvuelven, contexto que es cambiante, dinámico, y por
ende su responsabilidad también es cambiante y debe adaptarse a esa realidad cambiante.
Nunca podrá ser obsoleta. Lo que cambia es la forma en que se asume e
implementa esa responsabilidad de acuerdo al contexto en que se opera.
Esto también
refleja que para muchas empresas buena parte de su interés en la RSE es para poder “parecer” responsable. Cierto es que es importante parecerlo ya que
ello puede estimular la reacción favorable de los mercados de la
responsabilidad (léase stakehoders),
pero para parecerlo primero hay que
serlo. Lo demás es greenwashing
y los ODS ofrecen un marco ideal para hacerlo, como comentábamos en el artículo
anterior (De cómo los Objetivos de Desarrollo
Sostenible contribuyen al greenwashing).
Pero, ¿son los ODS comparables con la RSE?
Es importante
clarificar lo que es la responsabilidad de la empresa ante la sociedad y lo que
es su contribución al logro de los ODS. Por
responsabilidad de la empresa ante la sociedad entendemos aquellas acciones que
persiguen mitigar los impactos negativos
de sus actividades, potenciar los positivos y buscar, proactivamente, impactos
en el futuro que mejoren la calidad de vida de la sociedad, siempre dentro los
ámbitos de competencia de la empresa en particular. [3]
Ello quiere decir que estas acciones deben estar determinadas por el contexto y
momento en que opera la empresa, en el
marco de sus estrategias de negocios y dentro de sus capacidades financieras y
de gestión.
Y que quede claro
que no estamos hablando de las
actividades filantrópicas de la empresa o de su Fundación, que pueden no
estar relacionadas con la estrategia del negocio, que puede ser una asignación
de recursos para hacer el bien por sí mismo.
Por ende, estos recursos pueden
asignarse a contribuir a cualquiera de los ODS, independientemente de si forman
parte del impacto del negocio de la empresa, aunque lo deseable sería que
la filantropía y el negocio estuviesen alineados (filantropía estrategia). Para algunas empresas la filantropía es vista
como algo aparte del negocio, con otras reglas y prioridades.
Por otra parte, los
Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS representan aspiraciones, a nivel agregado de la sociedad, a las que pueden y
deben contribuir todos los actores,
gobiernos, empresas, sociedad civil
y las personas a título individual, sobre el desarrollo sostenibile de todo el
planeta.[4] Representan
objetivos y metas a lograr de forma colectiva, con la participati’on de todos.
Pongamos algunos
ejemplos de los que son los ODS para
ilustrar mejor su relación con la RSE.
Por ejemplo la meta 1.2 (meta 2 del objetivo 1 de Fin de la Pobreza)
dice: “Para 2030, reducir al menos a la mitad la
proporción de hombres, mujeres y niños de todas las edades que viven en la pobreza en todas sus
dimensiones con arreglo a las definiciones nacionales.”. La meta 5.5 (del
objetivo 5 sobre igualdad de género) dice: “Asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo
a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública.” La
meta 12.5 (meta 5 del objetivo 12 sobre producción y consumo responsable) dice:
“De aquí a 2030, reducir considerablemente la generación de desechos mediante
actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización”.
Viendo estas
metas (que hemos seleccionado a propósito) se puede constatar que las empresas pueden hacer una contribución.
Para la primera, el empleo es uno de los mejores antídotos a la pobreza, y si
bien la empresa crea empleo, no puede ser su objetivo, es un medio para logar
sus fines como empresa. Pero su
objetivo, dentro su responsabilidad ante la sociedad, debe ser que el empleo
que crea sea un empleo digno, con
sueldos y condiciones justas. Y esto
lo debe hacer, con o sin los ODS, y en este caso iría más allá que los ODS, que
solo piden reducción de la pobreza. También puede usar sus recursos
filantrópicos para reducir las condiciones adversas de la pobreza extrema. En el caso de la igualdad de género, también
puede hacer una contribución a través de políticas y acciones de igualdad en
selección, remuneración y promoción. Pero esto lo debe hacer, con o sin ODS. El tercer ejemplo de reducir la generación de
desechos es una parte fundamental de toda estrategia de RSE y toda empresa
responsable lo debe hacer, con o sin ODS.
Pero hay muchas
metas (son 169) en las cuales la empresa
no puede hacer una contribución perceptible en el contexto de su
responsabilidad ante la sociedad. Por ejemplo, la meta 12.3 dice: “De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita
mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las
pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las
pérdidas posteriores a la cosecha”. Una empresa que no se dedique al
negocio de alimentos no puede contribuir a ello de forma material, aunque por
la presión mencionada en el artículo anterior no faltarán empresas que se
vanaglorien de la reducción de desperdicios de alimentos en la cafetería (o que
los donan a los pobres y con ello contribuyen al objetivo 1 y así tendrán algo
más que reportar). Y aun esto es algo
que se debe hacer, con o sin los ODS.
Una consultora en
sostenibilidad relata que estuvo en una conferencia en la que oyó decir a un
responsable de sostenibilidad en una empresa que estaba recibiendo presiones
para encontrar la manera de relacionar las actividades de responsabilidad y
filantropía en su empresa a cada ODS.
Esto refleja lo que
describíamos en el artículo anterior, (De
cómo los Objetivos de Desarrollo Sostenible contribuyen al greenwashing), donde comentábamos que los esfuerzos del
algunas organizaciones, en particular del Pacto Mundial, están llevando a las
empresas a querer figurar, a exagerar y
a tergiversar sus contribuciones a la sociedad y que las llevará a apelar
al lavado de cara. Imputarán lo que ya están haciendo, como si fuera especial, para
contribuir a los ODS y buscarán lo que sea para poder decir que contribuyen a
más metas, aunque sean nimiedades.
Debe estar claro
que a estas aspiraciones tan ambiciosas debemos contribuir todos, no es posible
logarlos con solo la participación de alguna de las partes. Pero también debe quedar claro que no todos pueden contribuir de manera
perceptible al logro de algunos de ellos y mucho menos a un gran número de ellos.
La contribución al logro de los ODS debe ser una
consecuencia de la asunción de la responsabilidad ante la sociedad, no el
objetivo de la estrategia empresarial. En las acciones para asumir e implementar
esa responsabilidad la empresa debe analizar el contexto en que opera y los
impactos que puede y quiere tener sobre algunos miembros de la sociedad, por
ejemplo sus empleados y clientes actuales y potenciales, la comunidad en la que
opera, los gobiernos locales, las organizaciones de la sociedad civil,
etc. Su responsabilidad no es genérica, depende del lugar y del tiempo. Para ello la empresa hace un análisis de
materialidad (ver capítulo II.3, Materialidad: 12 principios básicos y una
metodología para la estrategia de RSE en Una
Mirada crítica a la responsabilidad social de la empresa en Iberoamérica, Vol.
III). Pero, por
definición y por sus limitados recursos, las acciones deben ser enfocadas, efectivas
y eficientes.
Ello no obsta para que la empresa pueda y deba
contribuir con el desarrollo económico y social y que en sus estrategias
considere los ODS como un marco de referencia, como una lista exhaustiva de posibilidades de
contribuir (véase, por ejemplo, la Séptima Parte del Volumen
IV de Una mirada crítica a la Responsabilidad Social de la Empresa en
Iberoamérica donde se
analiza en más detalle lo que pueden y
deben hacer las empresas para contribuir a los ODS). Si no contribuía a los ODS que debería es porque su análisis de
materialidad era incompleto no porque tenía que extender sus responsabilidades
ahora que llegaron los ODS. Pero no son los ODS los que deben guiar la
estrategia de responsabilidad ante la sociedad. Su contribución al logro de
los ODS debe ser el resultado de asunción de su responsabilidad ante la
sociedad en función de sus impactos pasados, presentes y futuros, que tiene y
quiere tener.
Obviamente que habrá superposición entre las
actividades para implantar su estrategia de responsabilidad y su contribución
al logro de los ODS. Por
ejemplo, al atender sus impactos (actuales y deseados) sobre la comunidad podrá
contribuir a la creación de empleo, al preocuparse de sus empleados contribuirá
a su salud y educación, al reducir sus impactos ambientales contribuirá a la mejora de la calidad del medio ambiente,
todo lo cual contribuye al logro de los ODS. Pero es después de decidir y
ejecutar su estrategia de responsabilidad que podrá determinar cómo ello
contribuye al logro de los ODS. El fin
es ser responsable ante la sociedad y la contribución a los ODS es un
subproducto de la ejecución de esa responsabilidad.
¿Son los ODS superiores
a la RSE como estrategia?
¿Dónde está en
los ODS la prevención del comportamiento negativo? ¿El no tratar mal a los
empleados? ¿El no incurrir en corrupción, fraude, evasión fiscal? ¿Dónde está
la transparencia? ¿Dónde está el buen gobierno corporativo? ¿Dónde está la
responsabilidad del producto? ¿Dónde
está el mercadeo responsable? ¿Dónde está el no aprovecharse del consumidor
incauto? ¿Dónde está la atención al consumidor? ¿Dónde está el desarrollo
profesional de los empleados? ¿Dónde está la ética? El lector podrá añadir otras omisiones. ¿Puede la contribución a algunos de los
ODS considerarse como sustituto de la RSE?
Es aquello superior a la RSE?
Y el lector
avezado dirá que el impedir el comportamiento negativo le corresponde a la ley. Pero sabemos que la ley no puede cubrir todos
los aspectos del comportamiento empresarial, por varias razones
fundamentales. Si quisiera hacerlo las
leyes y regulaciones serían abrumadoras y coartarían la actividad y la
innovación empresarial. Muchas de las
leyes y regulaciones son de mínimos, regulando para la que peor se porta,
creando costos innecesarios para las que se portan bien. Por otra parte los gobiernos siempre están
por detrás de las empresas en cuanto a creatividad y recursos, con una actitud
reactiva ante el mal comportamiento, no son proactivos, no se anticipan. Muchas regulaciones se quedan obsoletas
y no son actualizadas para el entorno cambiante. Y en los países en vías de desarrollo no
suelen estar a niveles de mejores prácticas internacionales y no tienen
capacidad (o voluntad) para hacerlas cumplir. No, no bastan las leyes y regulaciones
para impedir el comportamiento irresponsable (Véase el caso de la elusión
fiscal, que se hace dentro de las leyes vigentes [5]
).
El hecho de que los ODS abarcan casi todas las actividades del desarrollo
sostenible no quiere decir que sea un concepto superior. Lo de superior o inferior es algo relativo,
debe verse en función del sujeto, del contexto, y para la empresa la RSE es
parte integral de su propósito y la contribución a los ODS es accesorio.
Los ODS
transcienden a las empresas
Es oportuno y
necesario destacar que los ODS
transcienden a las empresas y las responsabilidades son mayormente de los
gobiernos, aunque las empresas pueden y deben contribuir. Llevar a las pequeñas y medianas empresas
en países en vías de desarrollo (99% de las empresas) a preocuparse de los ODS
es contraproducente, excede su capacidad de tener impacto. No es
recomendable. La expansión de la responsabilidad hacia los ODS es cosa de
grandes empresas, aunque las PyME puedan hacer alguna contribución.
Sí, los ODS
abarcan más contribuciones al bienestar de la sociedad que las
responsabilidades de todas las empresas
juntas ante la sociedad, lo cubren todo.
Pero el hecho de que los ODS sean
más amplios no quiere decir que para una empresa en particular sean una
estrategia superior a la RSE. Para la empresa lo relevante es lo que es
parte de su responsabilidad, dentro de su negocio. La RSE es específica y diferente para cada empresa, pero para una
empresa los ODS son genéricos. No la
va a hacer más responsable si se enfoca en los ODS, que representan tiros de
perdigón, dispersos. Ello puede llevar a la dispersión de esfuerzos, distraer la atención de lo que es material
para la empresa y puede hasta afectar su reputación al querer aparecer como
responsable no siéndolo.
En resumen
Es una pena que antes de haber entendido e
implementado la RSE nos queramos mover hacia
conceptos genéricos, restrictivos, desenfocados para la realidad empresarial que
enfrentamos, por aquello de querer estar en lo que está de moda y no parecer
anticuados.
Pero, hay
contribuciones y contribuciones. En el próximo artículo de esta serie, “¿Legitimidad o greenwashing en la
contribución de las empresas a los ODS?: Criterios para discernir”, postularemos algunos criterios
para determinar si las contribuciones alegadas por las empresas son legítimas o
son parte del greenwashing.
[1] Este es el tercer artículo de la
serie sobre los riesgos de los ODS para las empresas. Los dos anteriores son El Pacto Mundial otra vez (mal) otorgando premios y De
cómo los Objetivos de Desarrollo Sostenible contribuyen al greenwashing.
[2] Véase, como ejemplo muy paradigmático, la
popularidad de la Creación de Valor Compartido, concepto inferior a la RSE (Compartir el Valor Creado versus Crear Valor
Compartido:¡El diablo está en la implementación!).
[4] Sobre la diferencia entre desarrollo
sostenible a nivel agregado y la sostenibilidad y la responsabilidad de la
empresa ver el artículo Responsabilidad Social, Sostenibilidad y Desarrollo
Sostenible: ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de las empresas?).