A finales de cada
año son frecuentes las “….del año”, palabra del año, color del año, libros del
año, películas del año, etc. etc.
En el 2023
propusimos como Palabra del año en sostenibilidad empresarial:
Ecosusurro (greenhushing), pero que siguió siendo
la del año en el 2024 y hasta la del 2025, aunque con cambios de énfasis. Cuando la nominamos en el 2023 era con
connotaciones negativas, las empresas no querían revelar sus actividades y comprometerse
con metas en sostenibilidad para no crear expectativas, que luego se pudieran
volver en su contra, incluyendo demandas legales por información falsa o por
exageración.
Con la
revuelta de los siguientes años en contra de la sostenibilidad y su regulación,
la palabra empezó a tener un carácter neutral y hasta positivo. No alardear mucho no sea que se
estimulen reacciones negativas de los enemigos, pero seguir actuando. Posiblemente en el 2026 algunas empresas se
darán cuenta de que recopilar y dar información y tener metas es un estímulo y
una guía necesaria para la gestión interna de la sostenibilidad por lo que el
ecosusurro tendrá múltiples objetivos, selectivos. Y habrá de todo, empresas que abusen, empresas
que usen y empresas que aprovechen.
Para el año 2025
nominamos como palabra del año en sostenibilidad empresarial a la “simplificación”. De todo lo que se ha hablado y se hablará en los
próximos años será de simplificación de regulaciones y reporte. Después del vendaval de regulaciones, sobre
todo en la Unión Europa, vino la reacción opuesta (parece que en sostenibilidad
empresarial también aplican las leyes de la física, la tercera ley de Newton) y
se desató una tormenta perfecta que favoreció a la desregulación, en algunos
casos a mansalva. [i]
Y como con el ecosusuro,
la simplificación tiene connotaciones positivas y negativas. Para la Comisión Europea, el Parlamento
Europeo y el Consejo de la Unión, es (supuestamente) positivo, mejorará la
competitividad de las empresas al reducir los costos de cumplimiento. Pero es
un eufemismo, ya que es también negativo, porque reducirá la información
disponible para que los stakeholders, sobre todo los consumidores y
financistas, tomen las decisiones que impulsen esa sostenibilidad y para que
las mismas empresa articulen y gestionen sus estrategias y actividades. El problema
es que a la simplificación también se le puede haber ido la mano, como se le
fue a la regulación, y sea más una “dilución”, o hasta un “vaciado”.
Y ya me adelanto
a los años venideros donde la palabra del año será “reconciliación”, cuando se tengan que revisar las
simplificaciones y se logre un mejor balance entre la regulación excesiva y la
dilución que tengan un impacto decisivamente positivo sobre la
sostenibilidad empresarial.[ii]
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