domingo, 13 de octubre de 2024

¿Basta con darle un nuevo nombre a la sostenibilidad?: Dos estudios destacables

 

Obviamente que no, como ha sido ampliamente demostrado por las decenas de nombres que diversos autores le han dado, más con el objetivo de figurar que de contribuir al desarrollo de la disciplina. Pero cuando se hace con justificaciones razonadas pueden destacar características o puntos de vista que sí ayudan a una mejor interpretación e implementación de los conceptos. El objetivo de este artículo es analizar un par de publicaciones recientes con potencial de logar esa mejora: Sostenibilidad competitiva y Sostenibilidad racional.

La siguiente tabla muestra un gran número de esos nombres, la inmensa mayoría de los cuales han pasado a la historia sin pena ni gloria. ¿Alguien se acuerda de la “Creación de valor compartido” que causó furor en su momento y tuvo sus cinco minutos de gloria? [i]

 

¿Alguien quiere ponerle un nuevo nombre a la responsabilidad empresarial?

Responsabilidad social de la empresa

Sostenibilidad

Medio ambiente, Social y Gobernanza

Ciudadanía Corporativa

Triple Balance

Creación de Valor Compartido

 

CAPITALISMOS

 

Capitalismo de los stakeholders

Capitalismo Consciente

Capitalismo Creativo

Capitalismo Cooperativo

Capitalismo Limpio

Capitalismo Responsable

Capitalismo Humanista

Capitalismo Sostenible

Capitalismo Comprometido

Capitalismo Múltiple

Capitalismo Progresivo

Capitalismo Regenerativo

Capitalismo Moral

Capitalismo Democrático

Capitalismo 2.0…3.0…4.0, etc.

Capitalismo Distributivo

Capitalismo Inclusivo

Capitalismo Ciudadano

 

ECONOMÍAS

 

Economía Circular

Economía del Bien Común

Economía de la Mutualidad

Economía Social y Solidaria

Economía Verde

Economía de Impacto

Economía Colaborativa

Economía Naranja

Economía de la Comunión

Economía Civil

Economía Azul

Economía Cordial

Autor: Antonio Vives

 

Recientemente se ha publicado un informe y un artículo, producidos en entornos académicos, por lo que suelen basarse en el “debería ser” lo deseable como si ello fuera automático, más que en el “es”, que debe ser el punto de partida para logar el cambio hacia el “debería ser”. No obstante, ambos tienen una visión que, en opinión del suscrito, sí avanzan la comprensión de la sostenibilidad empresarial.

El primero propone una idea conceptualmente rica, pero de limitada aplicación para el avance de la sostenibilidad empresarial, en tanto que el segundo propone hacerlo no dejándose llevar por ilusiones o deseos de poca factibilidad, siendo realistas.  En cierta forma proponen visiones contrapuestas: uno partiendo de aspiraciones y el otro partiendo de la realidad.

I.                Competitive Sustainability

Un documento para discusión del Institute for Sustainability Leadership de la Universidad de Cambridge Survival of the  Fittest: From ESG to Competitive Sustainability, se basa en una premisa relativamente simple para el avance de la sostenibilidad: que las acciones empresariales relacionadas con la sostenibilidad tengan un mercado competitivo en el que desarrollarse, o sea, aprovechar las características del mercado competitivo como son la existencia de demanda y oferta, precios, competencia para transar mejores productos, exclusión de productos indeseables, innovación, diseminación de información, etc.

No basta un cambio de mentalidad. El mercado debe ser diseñado para eliminar la tensión entre rentabilidad y sostenibilidad. [ii] Necesitamos mercados activos para productos que sean neutros en carbono, circulares y que produzcan beneficios ambientales netos positivos. Los gobiernos deben crear las condiciones para que sea económicamente atractivo la eliminación de actividades dañinas. De otra manera, las empresas que quieren hacer una transición voluntaria serán coartadas por los que no la quieren.

Lo que sigue es mi interpretación de esta cita ya que el estudio no entre en detalles. Si bien la idea puede parecer utópica a nivel agregado, ya que no son muchas las actividades donde la operatoria de un mercado competitivo es factible, es posible hacerlo en algunos casos y la idea tiene potencial.

Es relativamente sencilla la creación y operación de un mercado emisiones de gases de efecto invernadero, donde hay muchos participantes en el mercado y se pueden establecer precios a un producto relativamente bien definido. Sería deseable, por ejemplo, en el caso de algunos productos, que en el mercado se incluyeran los costos la totalidad de los factores de producción incluyendo el valor de las externalidades, el daño que hace con la contaminación ambiental o el uso de recursos escasos, por ejemplo, el agua, por los que no se paga su verdadero valor en el mercado.

En Europa están poniendo en práctica aranceles a la importación de bienes y servicios que tomen en cuenta la contribución que han hecho al cambio climático, o sea incluir indirectamente en su costo el valor de esa externalidad. Si China no tiene regulaciones sobre ello que eleven el costo de sus productos, pero Europa si las tiene, el arancel pretende hacer una competencia justa. Pretende crear un mercado competitivo, aunque con ello no se eviten las emisiones en China, pero se les envía el mensaje de que si quieren evitar los aranceles deben tener regulaciones similares a las de Europa.

El mercado laboral, si funcionase, pagaría remuneraciones conmensuradas con su contribución a la creación de valor en la producción y no, por ejemplo, en función del precio  de la mano de obra en un mercado con exceso de oferta. Los gobiernos pueden regular las condiciones laborales y en algunos casos el sueldo mínimo general, pero no el sueldo justo en función de su contribución a la creación de valor. Y no digamos el sueldo conmensurado con la dignidad y necesidades de las personas, que es la idea de los sueldos justos. 

No todos los productos y servicios relacionados con la sostenibilidad son susceptibles de transacciones en mercados y ni aun aquellos que sí lo son pueden hacerlo en un mercado competitivo. Y no siempre los gobiernos tienen la capacidad para regular esos mercados imperfectos.

Mi conclusión:  la voluntariedad y las buenas intenciones de las empresas no ha funcionado y las actividades de la sostenibilidad empresarial deben operar, en la medida de lo posible,  en mercados que ofrezcan los incentivos propicios, y los gobiernos deben crear las condiciones para la operación de estos mercados y regular las actividades donde esos mercados no sean factibles.

II.             Rational Sustainability

Rational Sustainability [iii] por el profesor Alex Edmans, [iv] de la London School of Business, es un artículo publicado en un medio académico, pero con criterios eminentemente de aplicación práctica. Su valor, para los que practicamos la sostenibilidad empresarial, es la visión crítica que adopta y en consecuencia una mejor apreciación de la realidad y menor volubilidad. Podría haberse titulado “Visión crítica de la sostenibilidad” pero no sería tan atractivo, y el autor no pretende que sea vea como solo como un nuevo nombre que mejore su reputación (¿otro para la tabla?), sino que se adopte como un enfoque novedoso, como una manera de implementarla. Pretende que cuando se considere se haga de forma “racional”, “cuestionada”. En resumen, ¡Piensa!

Dice:

“Racional” se refiere a un enfoque….basado en evidencia y análisis, que cuestiona las convenciones y prácticas de la sostenibilidad empresarial en vez de seguir al rebaño….. No es poner el viejo vino en nuevas odres, es un cambio fundamental de la manera en que se practica, no solo como se la denomina.

Sin embargo, como veremos a continuación, no es un cambio fundamental. El artículo propone una manera de apreciar la sostenibilidad, no necesariamente de una implementación “diferente”. Ciertamente que ofrece ideas para una implementación más realista, pero no de nuevas prácticas como podría esperarse.

Para justificar el cambio de denominación pasa revista a las deficiencias del término ASG para representar la sostenibilidad empresarial, en términos muy semejantes a los que hemos destacado en nuestros artículos, por lo que no lo comentaremos. [v]

Propone diez principios sobre los cuales afinar la perspectiva, las primeras cinco sobre la sostenibilidad en sí y las siguientes cinco sobre la racionalidad. Son relativamente evidentes por lo que solo añado brevísimos comentarios.

1.      Sostenibilidad Racional se refiere a la creación de valor, no a política.

Es cuestión de lo que le conviene a la empresa, no de vencerse a las ideologías políticas.

2.      Sostenibilidad Racional se refiere a resultados, no etiquetas.

Lo importante no es el nombre, es lo que se logra.

3.      Sostenibilidad Racional es intrínseca, no instrumental.

Se debe ser sostenible porque es lo que hay que hacer, no solo porque rinde beneficios.

4.      Sostenibilidad Racional es nuclear, no periférica.

Es parte fundamental de la estrategia, no es hacer “cositas”, aquello del DNA de la empresa.

5.      Sostenibilidad Racional propicia, no prescribe.

Debe propiciar el logro de los objetivos de la empresa en el largo plazo, no prescribir cuales son.

6.      Sostenibilidad Racional se basa en evidencias y análisis.

No creérselo todo, hay que basarse en evidencias tangibles y confiables.

7.      Sostenibilidad Racional reconoce los rendimientos decrecientes y los balances.

Hay que hacer lo que es más efectivo, lo material, pero priorizando.

8.      Sostenibilidad Racional establece límites.

No se puede hacer de todo en todo momento.

9.      Sostenibilidad Racional previene la irracionalidad.

Si se es racional, sí.

10.   Sostenibilidad Racional cuestiona y reta.

Es su razón de ser, el resumen de todo.

Al tratar las deficiencias de la ASG como representativa de la sostenibilidad empresarial y comentar sobre la gran mayoría de los aspectos de esta, el artículo es un excelente compendio de la conceptualización de la sostenibilidad, si bien no de detalles de implementación: qué es y que no es la sostenibilidad empresarial.

Mi conclusión: Estos principios representan una manera de entender la razón de ser y la forma de lograr la sostenibilidad empresarial. Si bien el autor hace su defensa en base a las deficiencias de la ASG, la realidad es que lo que propone, en pocas palabras, es ser escépticos.

III.           En resumen

¿Dos nombres más para mi colección?, sí, pero con valor añadido, uno más que el otro.

En el caso de Competitive Sustainability, es la idea de la necesidad de crear o mejorar los mercados donde las actividades de sostenibilidad de las empresas enfrenten incentivos y penalizaciones financieras, como una manera de incrementar su aplicación y efectividad, y donde no sea posible, recurrir a las regulaciones. Lo que no cubre el informe es como desarrollar esos mercados. Conceptualmente rico, pero de compleja utilidad práctica.

El valor añadido en el caso de Rational Sustainability es más evidente ya que se trata de afinar la perspectiva, con espíritu crítico, con la cual se desarrollan e implementan las políticas, estrategias y acciones, lo que es mucho más factible y práctico, con resultados tangibles.

Pero debe quedar claro que la implementación actual no es que sea “irracional”, es que es ingenua y muchas veces engañosa.  El valor de este articulo radica en cuestionar la implementación y la adopción de la sostenibilidad empresarial, sin un análisis crítico, más que ofrecer nuevas ideas para la implementación. [vi]



[iii] Edmans, A. 2024. “Rational sustainability.” Journal of Applied Corporate Finance 36: 8–15. https://doi.org/10.1111/jacf.12609

[iv] El profesor Edmans es un prolífico autor sobre sostenibilidad y finanzas sostenibles. Se caracteriza por su espíritu crítico, por cuestionar las generalizaciones y las pruebas sin pruebas. Su estilo e intereses coindicen con los del suscrito. El artículo es muy indicativo de su estilo (recomiendo seguirlo en LinkedIn, si bien sus notificaciones y escritos son en inglés).

[vi] Un buen ejemplo de esto lo presentábamos en Si no está roto no lo arregles: Porter y Kramer sobre RSE

En el 2011, Compartir el Valor Creado versus Crear Valor Compartido: Diferentes estrategias, diferentes implementaciones, diferentes resultados en el 2012, y Creación de valor compartido: Cómo no reinventar la RSE en el 2013,

 donde analizábamos la “revolucionaria” idea de la creación de valor compartido.

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