A comienzos del año se publicó el Edelman
Trust Barometer 2019 (el
informe completo aquí) que estudia la evolución
de la confianza del público en las diferentes instituciones de la sociedad y en
esta edición se enfoca en la relación empleado-empleador por lo que ofrece elementos
esclarecedores sobre las expectativas que se tienen sobre el papel de las
empresas en la sociedad y en la solución de los problemas sociales, o sea, en
su responsabilidad ante la sociedad. Y
los resultados reflejan elevadas expectativas, en un entorno mundial que se ha
caracterizado por la desconfianza en las instituciones. En este artículo
presento mi análisis e interpretación de los resultados para esa
responsabilidad.
El estudio se lleva a cabo anualmente y se basa en
encuestas a dos “poblaciones”, el público en general y el publico “informado”. [1]
En el primer grupo se hacen 1.150 encuestas por país, en 27 países, y el
segundo grupo incluye 500 personas en EE. UU y China y 200 en los otros 25
países (más de 33.000 personas). Se
estudia la confianza en las instituciones: ONG, empresas, gobiernos y medios.
I.
Desconfianza, individualismo y populismo
En las
encuestas de años anteriores se podía constatar una creciente esconfianza en
todas las instituciones, lo que estaba conduciendo a un atrincheramiento hacia
el individualismo, hacia confiar en los
que tenemos cercanos, que conocemos, en los amigos, familia y colegas, reduciendo
la solidaridad a los “nuestros”.
Adicionalmente a informarse solamente a través de medios que comparten
nuestra opinión, segmentando más todavía a la sociedad, conduciendo al “parroquialismo”
y sentimientos de antiglobalización.
Esto hacía y hace el terreno fértil para populismos y nacionalismos. En el artículo Populismo, nacionalismo, confianza y responsabilidad
de la empresa. 1ª. Parte: El círculo vicioso populismo-desconfianza, publicado a comienzos del 2017
analizábamos ya este fenómeno, basado en los resultados del Barómetro de ese
año y las tendencias electorales de los últimos años.
Son los argumentos que podían
explicar la sorpresa del voto del Brexit y la de victoria de Trump, en contra
de los pronósticos de las élites, de lo que podríamos llamar “los informados”,
los que si creen que la globalización conduce al progreso económico, pero que a
veces ignoran que ese progreso económico se logra en “el promedio”, en el
“agregado”, y que conduce a grandes desigualdades, que no son compensadas
por los que salen beneficiados a los que salen perjudicados, sean países sean
personas. También permiten explicar los movimientos
recientes hacia el populismo en Italia, Brasil, México y España.
Y el nivel de pesimismo continua en esta nueva
encuesta. Solo el 15% de los encuestados
revela plena confianza en el sistema actual.
Y la brecha entre las opiniones del público en general y el
informado sobre las instituciones ha ido aumentando y se coloca en los máximos niveles desde que se hace la
encuesta, el 16%. Esto tiene importantes implicaciones políticas ya que, si bien los
“informados” suelen tener más poder económico y de opinión que la población en
general, estos últimos tienen mayor número de votos. A las élites nos pueden parecer ignorantes,
que no saben nada, pero tiene más votos. En el artículo citado también comentábamos un
libro que analizaba el estado de la democracia y proponía que el poder de voto fuese
en función del conocimiento de la operación de los sistemas económicos y
políticos. El sistema de “una persona un voto” conduce a gobiernos incompetentes
(según las élites, claro está).
II.
Expectativas sobre las empresas y sus dirigentes
Como mencionamos al principio, el Barómetro 2019 dedicó
buena parte de las encuestas a la confianza en las empresas y sus dirigentes y
sus relaciones con los empleados. El
análisis de los resultados nos permite hacer algunas consideraciones sobre las
expectativas sobre la responsabilidad de la empresa ante la sociedad.
- Expectativas sobre la empresa
Dentro de un entrono generalizado de desconfianza en las
instituciones, los empleados se están
volviendo hacia el empleador, quizás como parte de la tendencia a concentrarse
dentro de su pequeño mundo para escapar de las preocupaciones globales
sobre las que no tiene control, percibido como cada vez más hostil. Como el niño que ante las dificultades se
aferra a los padres (o familiares).
El 75% responde que tiene confianza en su empleador, 19
puntos más que sobre las empresas en general y 27 más que sobre el gobierno. De una
manera aplastante, los empleados esperan que sus empleadores sean sus “socios
en el cambio”. Sus expectativas de que
los empleadores serán parte de la acción en temas sociales (67%) son casi tan altas
como las expectativas sobre que permitirán
su empoderamiento personal (75%) y les darán oportunidades de empleo (80%). Casi seis de cada diez creen que el empleador
es una fuente confiable de información sobre los aspectos sociales contenciosos
y en temas tan importantes como la economía (72%) y la tecnología (58%). Este significativo cambio en las expectativas
presenta una enorme oportunidad para que los empleadores contribuyan a reconstruir
el capital social ya que la población en
general ve a las empresas como capaces de lograr ambos objetivos: hacer dinero
y mejorar la condición social (73%).
La empresa
se vuelve como una fuerza centrípeta para las expectativas de los empleados,
gravitan hacia ella.
En este
entorno, el principal temor expresado por los empleados en la pérdida del
empleo, ya sea por los cambios
tecnológicos (55%), ya sea por la falta de las destrezas necesarias (59%). El 54% cree que la innovación va demasiado
rápido. ¿Quién debe resolver este potencial problema sobre la mano de obra? Es un problema que en principio corresponde
al gobierno, con una visión de largo plazo, pero sobre el cual los empleados
tienen poca confianza. Las empresas
tienen un importante papel que cumplir como comentamos más adelante.
- Expectativas sobre los dirigentes
De la
encuesta también surge que los empleados tienen las expectativas de que los dirigentes,
CEO, tomen el liderazgo del cambio en vez de esperar que sean los gobiernos los
que lo impongan (76%). El 74%
revela expectativas de que el CEO personifique los valores y misión de la
empresa que dirigen y el 66% que debe tomar posiciones sobre los aspectos
sociales más candentes como por ejemplo inmigración, diversidad e
inclusión. Deben hacer mucho más que
hablar, deben mostrar su compromiso personal, dentro y fuera de la empresa.
[2]
- Brecha por género
Y hay una brecha por género en estas expectativas. Las
mujeres son más escépticas sobre los cuatro grupos de instituciones que los
hombres y la brecha es en algunos casos superior al 10%, mayormente como
consecuencia de la desconfianza en el grupo empresas. Quizás porque, siendo muchas de las opinan
empleadas, ven de primera mano la discriminación
explícita o implícita de la que son objeto.
III.
Implicaciones para la responsabilidad de la empresa ante
la sociedad
En el artículo Populismo, nacionalismo, confianza y responsabilidad
de la empresa. 2ª. Parte: La RSE en tiempos revueltos (febrero 2017), analizamos con
mucho más detalle el entorno existente y proponíamos una revisión de la
relación empresa-sociedad. Recomendábamos
“Siete imperativos para las empresas en tiempos revueltos”, para hacerle
frente a estas tendencias de desconfianza y hacia el localismo. Los siete imperativos se referían a: (1) Condiciones
laborales; (2) Acercamiento a los stakeholders; (3) Desarrollo
local; (4) Responsabilidad en la gestión financiera; (5) Comunicación; (6) El
papel público del sector privado; y, (7) Desigualdad.
Ahora, con los resultados dos
años después, del barómetro 2019, y las expectativas reveladas de los empleados
se hacen todavía más necesarios. Se deben enfatizar todavía más los
imperativos de las condiciones laborales en los temas de desarrollo profesional
y discriminación por género y del papel público del sector privado [3]
en lo que respecta a la participación de los dirigentes en los grandes problemas
sociales.
Si bien el
impacto de los avances de la globalización y el desarrollo tecnológico (precariedad
y pérdida del empleo) en principio excede las capacidades de las empresas, individual y colectivamente, de paliarlo, no deja de
ser una preocupación que afecta a las empresas.
Aun cuando la responsabilidad básica parece residir en los gobiernos en
adecuar las redes de protección social y los sistemas educativos para hacerlos más
robustos ante esos cambios, las empresas no
pueden esperar ya que se trata de soluciones de largo plazo y el cambio no
espera. La posición fácil es
despedir a los que no se han podido adaptar y contratar nuevos empleados
capacitados. Pero esto solo contribuiría a profundizar el problema de la sociedad,
pasárselo a otro.
Una empresa responsable, además de que tiene un capital
invertido en sus empleados (lamentablemente no contabilizado), debe preocuparse
no solamente de adaptarse a los cambios tecnológicos sino además de adaptar a su capital humano, reduciendo la precariedad
del empleo, su desarrollo profesional y el enriquecimiento del trabajo
(para una discusión más extensa ver mi artículo Empleo y desarrollo humano como responsabilidad
social de las empresas). [4]
Los resultados del Barómetro
2019 reflejan las expectativas de los empleados en este sentido y,
lamentablemente, su dependencia. No
es tanto el Estado benefactor como el empleador responsable, que es parte de su
pequeño mundo.
[1] El público
en general incluye personas mayores de 18 años, el público informado se define
como las personas que han completado la universidad, entre 25 y 64 años (los
mayores de 64 no interesan, estamos “demasiado” informados), están el primer
cuartil de ingresos en su grupo de edad y tiene un elevado consumo de noticias,
incluyendo las de negocios y políticas públicas.
[2] El papel del CEO lo habíamos analizado
ampliamente en la serie de cuatro artículos sobre Activismo de líderes
empresariales.
[3] Ver el extenso análisis en Responsabilidad política de la empresa responsable.
[4] En
marzo del 2019, JPMorgan Chase anunció un variado y amplio programa de
desarrollo profesional JPMorgan Chase is investing $350 million to get workers
ready for the future. El anuncio contiene una cita muy
destacable, que respalda lo que decimos en este artículo y el citado arriba: “el mundo real del trabajo necesita destrezas
no grados académicos”.