sábado, 11 de febrero de 2012

Hombres necios que acusáis a la RSE sin razón, sin saber que ………..

Sor Juana Inés de la Cruz (Juan Ines de Asbaje y Ramírez, 1651-1695) fue una monja mexicana, poetisa, escritora, científica, adelantada a su tiempo, gran defensora de los derechos de las mujeres en tiempos de la colonia, menospreciada y abusada en su época, abandonada por su padre, abandonada por la iglesia.  Fue victima de la persecución de una iglesia que no podía entender la presencia de una mujer intelectual, y menos en la colonia, que los vapuleaba en los debates teológicos.
Compuso unas Redondillas en defensa de la mujer (mi poesía favorita), que tienen una gran actualidad al día de hoy.


Y tan adelantada estaba a su tiempo que ahora acabo de encontrar, en una librería de libros antiguos en el Zócalo de Ciudad de México, un manuscrito en borrador con otras Redondillas defendiendo a la RSE como antes defendía a las mujeres. Como el original, están dedicadas a todos aquellos que no se cansan de atacarla.
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Redondilla en defensa de la mujer

Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

  
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?

Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
   

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

Redondilla en defensa de la RSE

Hombres necios que acusáis
a la RSE, sin razón,
sin ver que lo que proponéis
es lo mismo que culpáis;

si con ansia sin igual
le dais vuestro desdén,
¿por qué queréis que obre bien
si la implementáis mal?

Combatís su gran potencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la incompetencia.

    
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunta maldad,
hallar a la que se fue
en la posesión RSE,
y para pretendida, sostenibilidad

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si se implementa mal,
burlándoos, si se hace bien.

Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no es efectiva, es ingrata,
y si lo es, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que con muy poco criterio
la culpáis con vituperio
sin entender lo que culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si cuando es difícil ofende,
y si es fácil enfada?

Mas, entre el rencor y la pena
que vuestro gusto prefiere,
bien hecho si no os quiere
y a los que sí, enhorabuena.

Dan vuestras prácticas penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
   

¿Cuál mayor bien ha hecho
en un buen partido
la que comparte el valor creado,
o la que crea valor compartido?

¿O cuál es de más agradecer,
aunque ambas el bien hagan;
la que lo hace porque pagan
o la que paga por hacer?

¿Pues, para qué os vanagloriáis
del error que cometéis?

Hacedlo como debéis
y obtendréis lo que buscáis.

Dejad de criticar,
y después, con más razón,
evitareis la desazón
que os produce el errar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
complicáis lo bueno de este mundo.

© Derechos Reservados


Sor Juana Inés de la Cruz, incomprendida en su época.  Tiene algo en común con la RSE, por eso la defiende.


Y no se pierdan mi próximo artículo:  No es lo mismo crear valor compartido que compartir el valor creado.


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