Cuando hay razones para ser optimista, se
es sobre optimista
y cuando hay razones para ser pesimista se
es sobre pesimista
Sabiduría de los mercados de valores
¡Qué difícil
es mantener el balance!
El objetivo de
este artículo no es analizar las propuestas de desregulación en la Unión
Europea, ya hay suficientes
análisis y opiniones en el mercado, quizás demasiadas, y no tengo nada que
añadir. El artículo tiene dos objetivos: (1) poner en contexto los objetivos
de la regulación y desregulación y puntualizar la necesidad de que el proceso desregulatorio
tome en cuenta sus costos/impactos; y, a partir de ello, (2) cuestionar las
prioridades de la Comisión Europea en la desregulación de la sostenibilidad
empresarial.
I.
El nuevo juguete de los políticos: Desregular.
En esta sección reconocemos,
por una parte, los beneficios de la desregulación y, por otra, los incentivos perversos de los reguladores,
pero postulamos la necesidad de hacer un balance, y tomar en cuenta los
beneficios que se pueden perder con ello. Tiene costos.
a.
Tanto la regulación como la desregulación tienen costos.
La desregulación
se ha puesto de moda, está tomando un gran impulso. Tanto es así que un numero
reciente del periódico (así se denominan ellos) The Economist, le ha
dedicado la portada y el tema central. Many governments talk about cutting
regulation but few manage to (febrero 1, 2025) sin duda estimulados por las actividades de la Comisión
Europea y el cambio de gobierno en EE. UU.
Su principal
argumento es el impacto que las regulaciones tienen en el crecimiento económico
y la necesidad en los actuales momentos de reducirlas. Pero, con el impulso
hacia la desregulación se están ignorando los beneficios de las regulaciones. Es el mismo problema de los costos y
beneficios en la sostenibilidad empresarial, donde los costos de la
responsabilidad (regulaciones) suelen ser más tangibles y en el corto plazo y
los beneficios más difusos y en el largo plazo. Y en ese “análisis de
costo-beneficio” implícito, los beneficios salen perdiendo. Y para colmo de
males, les aplican una tasa de descuento elevada, que en su valor presente los reduce
significativamente. No es que esto se haga de forma explícita y cuantitativa,
pero es el análisis que va implícito en las justificaciones de la desregulación.
El énfasis en el impacto económico está llevando a un cambio de
prioridades. Si bien es
cierto que muchas regulaciones obstaculizan la actividad económica, en especial
de las empresas, no es menos cierto que muchas tienen objetivos de protección
de prácticas inescrupulosas que causan daños.
Así como muchos
gobiernos exigen que las nuevas regulaciones sean sometidas a un análisis de
sus costos, las desregulaciones también deberían ser sometidas a análisis de los
beneficios perdidos, de sus consecuencias, …….. aunque solo sea cualitativo.
b.
Pero las regulaciones nacen con distorsiones.
Muchas regulaciones
nacen para combatir comportamientos perjudiciales y se suelen guiar por los
peores. Se regula para lo peor, que aplica a todos, también a quienes tienen
comportamientos responsables. Pagan justos por pecadores. Con ello se puede
coartar la innovación, la toma de riesgos, lo que lleva a hacer el mínimo
necesario. Se pasa de responsabilidad discrecional a cumplimiento
obligatorio, que suele ser a nivel menor. Sería deseable, pero a veces no es práctico,
hacer regulaciones más enfocadas a la medida de los comportamientos.
Adicionalmente
hay que recordar que los reguladores enfrentan incentivos que pueden ser
perversos. En general tienen una cultura de gran aversión al riesgo, están
tan imbuidos en la problemática a resolver que ejercen sus tareas con gran celo,
a veces sin considerar el contexto y las consecuencias. Hay obsesión por el
producto final, por los beneficios potenciales, pero no por los costos en los
regulados. Ello los lleva a evitar a toda costa los errores de omisión, por lo
que las regulaciones pueden ser excesivas.
Enfrentan incentivos asimétricos ya que serán castigados si algo sale
mal, pero no son premiados si algo sale bien. Se pagan los errores de omisión,
pero no se premian los de comisión. [1]
Como muy bien
resume el artículo central de The Economist:
La regulación también tiende a funcionar como un trinquete, volviéndose
cada vez más estricta. En parte, esto refleja la aversión al riesgo por parte
de los reguladores: ¿por qué desechar una norma y sufrir recriminaciones si
sale mal cuando simplemente se puede dejarla vigente? Las burocracias también
tienen sus propios intereses. Es poco probable que una persona cuyo único
trabajo sea hacer cumplir una norma desee abolirla.
Y siempre es
más fácil añadir que quitar. El presidente de EE. UU., en sus primeros días en el cargo emitió un
decreto que exige eliminar 10 regulaciones por cada una nueva y que el costo
neto sea “significativamente negativo”. Habrá
que ver la implementación practica del decreto. Afortunadamente Europa no opera
por decreto, pero los políticos también han reactivado el celo por la desregulación.
II.
¿Primero lo prioritario?
El caso de la
Unión Europea es paradigmático de los extremos. Hubo un vendaval de regulaciones
en la década reciente y a finales del 2024 se produjo la “tormenta perfecta” contra las regulaciones [2]: (1) Se publicó
el informe Draghi sobre la competitividad en Europa, que en una parte las
culpaba de impactos negativo; (2) cambió la composición de Parlamento Europeo,
girando hacia la derecha y ampliando las funciones de simplificación; (3) tomó posesión
la nueva Comisión Europea, con sesgo desregulatorio; (4) se produjo la Declaración
de Budapest donde los jefes de estado se comprometieron a mejorar la
competitividad y para ello, a reducir las regulaciones; y (5) se produjo el cambio
en el gobierno en EE.UU. hacia uno nativista, anti regulatorio, lo que
añade urgencia a la mejora en la competitividad europea.
Como respuesta a
esta tormenta, la Comisión Europea publicó el 29 de enero el documento Competitiveness Compass donde se establecen los lineamientos
del plan de acción para mejorar la competitividad, como lo había recomendado el Informe
Draghi, y que quedo recogido en la Declaración de Budapest.
Este documento lista
como el primero de los “facilitadores transversales”: “Simplificar el
entorno regulatorio, reduciendo las cargas y favoreciendo la velocidad y la
flexibilidad.” (énfasis en el original). Y entre las medidas a tomar dice:
Esta Comisión realizará un esfuerzo de
simplificación sin precedentes .... Esto comenzará el próximo mes con el primero de una serie de paquetes Ómnibus de
Simplificación. El primer Ómnibus cubrirá, entre otras cosas, una
simplificación de gran alcance en los
campos de la presentación de informes sobre finanzas sostenibles, la diligencia
debida en materia de sostenibilidad y la taxonomía. En consonancia con los
objetivos del marco de financiación sostenible para movilizar inversiones en la
transición limpia, la Comisión garantizará una mejor alineación de los
requisitos con las necesidades de los inversores, plazos proporcionados,
métricas financieras que no desalienten las inversiones en empresas más pequeñas
en transición, y obligaciones proporcionales a la escala de actividades
de las diferentes empresas. En particular, abordará el efecto de goteo para
evitar que las empresas más pequeñas a lo largo de las cadenas de suministro se vean
sometidas en la práctica a solicitudes excesivas de informes que nunca fueron previstas por los legisladores. (énfasis en el original) (énfasis añadido).
¡Gran sorpresa! El primer ómnibus es sobre la desregulación de la sostenibilidad
empresarial. ¿Son estas regulaciones el
principal obstáculo a la competitividad europea? En el conjunto de las regulaciones que supuestamente
entorpecen la competitividad hay muchos otras que tienen un impacto
significativamente mayor y las lista el mismo informe Draghi. Trabas como la creación de empresas, a la
innovación, el financiamiento de capital de riesgo, las capacidades de la
fuerza laboral, la infraestructura, entre otras, tienen mucho mayor impacto. El
informe menciona las regulaciones sobre la sostenibilidad empresarial pero no
como un obstáculo mayor. [3] Y
como comentábamos arriba, en este caso también se ignoran los beneficios, la
contribución que esa sostenibilidad puede hacer a la misma competitividad y las
inversiones, como lo demuestra, por ejemplo, el liderazgo tecnológico
europeo en energías renovables y en el mismo bienestar de la población.
¿Por qué se la tomaron con la sostenibilidad empresarial? Es cierto que durante el proceso de aprobación
algunas empresas e instituciones se quejaron de las regulaciones, en particular
con la de Diligencia Debida,[4] pero
estas protestas eran algo de esperar, no es algo extraordinario, es la función
de las asociaciones gremiales (más abajo comentamos las reacciones opuestas de
varias partes). ¿Seleccionan estas
regulaciones porque recientemente habían adquirido mucha visibilidad? ¿porqué
de entre todas las regulaciones son, relativamente, las más fáciles de cambiar?
¿por qué pueden proporcionar un “éxito” temprano a los políticos? Esto no es una manera de establecer prioridades.
¿Y es el cumplimiento de las regulaciones sobre sostenibilidad empresarial
en las pequeñas empresas lo que tiene mayor impacto en la competitividad
europea? No, pero es políticamente
atractivo. No queremos decir que no sea necesario, que lo es, pero que no
parece ser lo más prioritario para la competitividad europea. Las mismas
empresas ni siquiera lo consideran como un gran obstáculo. Sus problemas de competitividad
son otros. Un estudio de la misma Comisión sobre las empresas mid-cap
(entre 250 y 1500 empleados), Study to map, measure and portray the EU
mid-cap landscape lo muestra:
III.
¡Una caja de Pandora!
Es bueno pedir
consejo, pero hay momentos mas oportunos que otros. Ahora se pide después de
varios años de haber sido aprobadas, en algunos casos, y después de extensas
negociaciones, en otros, y en todos los casos resultado de intensas actividades
y negociaciones por múltiples grupos de trabajo con instituciones europeas,
incluyendo el Parlamento.
Y está sucediendo
lo que los más afectados, las empresas, se temían y no querían: abrir otra vez
las negociaciones y añadir incertidumbre regulatoria. Con el Competitivenes Compass, en
general y el Ómnibus en particular se ha abierto la cacería, una caja de
pandora, donde todo el mundo quiere opinar.
a.
Quienes quieren cortar.
Francia y Alemania
en particular han enviado comunicaciones a la Comisión pidiendo amplias reducciones
en las regulaciones, desde posponer su aplicación, a reducir el ámbito de
aplicación a reducir los requerimientos de reporte. [5]
La Plataforma
sobre Finanzas Sostenibles (PSF), un grupo de expertos encargado por la Comisión Europea para asesorarla
sobre el desarrollo de políticas financieras sostenibles, anunció la
publicación de un nuevo informe con recomendaciones integrales destinadas a
simplificar la Taxonomía verde de la UE, en un documento de 111 páginas, Simplifying the EU Taxonomy to Foster
Sustainable Finance basado en cuatro pilares: (1) Reducción de más de un tercio de los
requerimientos de reporte; (2) Simplificación del Green Asset Ratio para
estimular al financiamiento verde y de transición; (3) Simplificación de los
criterios del Do Hot Significant Harm; y, (4) Apoyar el financiamiento
sostenible para las PyME.
b.
Quienes quieren continuidad.
Pero muchos de
los afectados consideran no solo los costos de las regulaciones en el status
quo, sino además los beneficios y los costos del cambio en lo que ya estaba
aceptado. Y se han
producido múltiples comunicaciones a la Comisión pidiendo que no se hagan cambios
significativos, que no se reabran las negociaciones. Desde las empresas hasta los intermediarios financieros
hay acuerdo en la necesidad de las regulaciones, pero a lo sumo se pide que se
eliminen superposiciones, confusiones, algunas simplificaciones, y sobre todo, que
se dediquen los esfuerzos a apoyar la implementación.
Una muestra es la
carta de un grupo de gestores de fondos por 6,60 billones de euros, Investor joint statement on Omnibus Legislation, donde dicen:
Para desempeñar su papel, los inversores necesitan divulgaciones
corporativas de calidad, confiables y comparables, incluso sobre los riesgos e
impactos de la sostenibilidad. Se esperaba que las normas de la UE sobre
informes de sostenibilidad corporativa llenaran el vacío de datos existente.
Los cambios radicales en estas reglas, antes de que se implementen plenamente,
crearán incertidumbre regulatoria y probablemente obstaculicen la
contribución que los inversores pueden hacer al crecimiento sostenible. (énfasis añadido).
Y una carta de grandes
empresas a los miembros de la Comisión involucrados, Business views on the EU omnibus proposal, donde dicen, entre otras cosas:
“El paso más práctico que puede dar la Comisión Europea para apoyar la
competitividad futura es centrarse en desarrollar las orientaciones claras y
prácticas necesarias para apoyar a las empresas ….. Las normas de debida
diligencia y presentación de informes de la Unión Europea se basan en normas
internacionales autorizadas y establecidas de debida diligencia en materia de
sostenibilidad que muchas empresas llevan años poniendo en práctica.
Ahora que muchas de estas normas se han traducido a la legislación europea y
otras jurisdicciones están considerando medidas similares, queremos
continuar con esa inversión.” (énfasis añadido).
IV.
En resumen.
Es saludable de cuando
en cuando revisar la regulaciones existentes para eliminar las redundantes y
actualizar las pertinentes, ya que tienen la tendencia natural a crecer, pero
ello debe tomar en cuenta no solo los beneficios de hacerlo sino además los
costos de la posible desprotección. Es que suponer que muchas regulaciones tuvieron
razón de ser.
Y esto es lo que
está ocurriendo en la Unión Europea, pero en este caso hay urgencia, y diría
que casi pánico, con lo que se corre el riesgo que se les vaya la mano desregulando. Y como muestra de esto es la injustificada prioridad que se le ha dado a la desregulación
de la sostenibilidad empresarial, que no se ha demostrado que sea uno
de los principales factores en la baja competitividad en Europa, que es el
objetivo del vendaval de desregulación. Se están ignorando los beneficios
que esas regulaciones pueden tener, por ejemplo, para atraer inversiones
sostenibles, en particular para la transición energética, además de ignorar los
costos ya incurridos para el cumplimiento de muchas de esas regulaciones. Y
recodemos su razón de ser: mejorar el bienestar de la sociedad y el planeta.
Se ha abierto una
caja de pandora, en un proceso que había sido largo y costoso. Y
se ha abierto a recomendaciones de múltiples partes, con intereses muy diferentes,
que tienen la tendencia natural a evitar omisiones con lo que se pide mucho, y
las decisiones se ha puesto en manos de los políticos, por lo que los resultados pueden no ser los más necesitados
por la sociedad.
Nuestro argumento
no es contra de la desregulación, es sobre mejorar la efectividad de la regulaciones
remanentes y en caso de la sostenibilidad empresarial que se logre el balance
entre la competitividad económica y los objetivos sociales y medio ambientales,
que las motivaron.
[1] Es el mismo caso de los consultores en
sostenibilidad empresarial, que recomiendan hacer de todo, más allá de las
capacidades financieras y gerenciales de las empresas. Si las recomendaciones
no producen los resultados prometidos se culpa a la implementación por parte de
la empresa, no de las ideas propuestas.
[2] Lo habíamos analizado en Regulaciones
sobre sostenibilidad: Después del vendaval viene la dilución.
[5] Omnibus: Analysis of the positions of France and Germany
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