domingo, 26 de marzo de 2023

¿Cómo mejorar el acceso de la mujer a cargos directivos en la empresa?


Las mujeres tienen una capacidad de gestión y de pensamiento 

totalmente diferente a la nuestra, superior (2023)

Papa Francisco

 

 El siglo XXI es el momento en el cual las mujeres

deben hacer oír sus voces y los hombres su corazón.  

Jane Fonda  

 

La respuesta para algun@s es muy simple: Nombrándolas, por la fuerza.  ¡Y he allí el problema! Ignorando los sesgos, las oposiciones dogmáticas y las obstáculos reales o imaginarios y las diferencias en aptitudes se puede lograr un posicionamiento numérico, ficticio, temporal. Para desarrollar una estrategia viable y sostenible es necesario conocer con cierta certeza las causas y acciones que impiden y se oponen.

Disculpas querido lector si el articulo es largo, el tema es muy complejo como para tratarlo en una página.

Se han publicado centenares de estudios sobre este tema. En este artículo pasaremos revista a algunos que consideramos ofrecen acciones potencialmente efectivas. Para ello es necesario considerar las ventajas comparativas que la mujer ofrece en la gestión empresarial y los obstáculos y oposiciones a las que se enfrenta. Este tema ha sido objeto de muy extensa cobertura en la literatura (el suscrito ha publicado quince artículos en su blog, algunos con Helena Ancos [i]) por lo que minimizaremos repeticiones. 

El valor agregado de esta articulo está en destacar algunos aspectos menos desarrollados y algunos que creemos han sido considerados de impacto/factibilidad exagerado o subestimado. Ponerlo todo en la realidad de la práctica.

I.                Ventajas de la participación femenina en cargos directivos.

No debería hacer falta una sección como esta, debería ser obvio, pero para poner la discusión que sigue en contexto haremos un breve repaso.

En esto podemos usar la misma dicotomía que se usa en la promoción de la responsabilidad empresarial: el llamado argumento empresarial, de que se debe ser responsable porque es rentable y el argumento moral de que hay que hacerlo porque sí, porque es de simple justicia, no hace falta recurrir a argumentos económicos. Ojalá no hiciera falta recurrir al argumento empresarial para promover esa participación, pero como en el caso más amplio de la responsabilidad empresarial, si ello es necesario para convencer a los escépticos, que así sea.

El problema en este caso es que los escépticos son dogmáticos, por no decir machistas, y ninguno de los dos tipos de argumentos son suficientemente poderosos.  Y este es el primer y mayor obstáculo: un sesgo consciente, de posible, pero difícil gestión, y uno inconsciente, mucho más difícil de vencer, del estereotipo de que la dirigencia empresarial es cosa de hombres, como ha venido siendo tradicionalmente. Se ve la participación de la mujer como algo excepcional. ¿Y no caemos en el juego al tener un “excepcional” Día Internacional de la Mujer?

Para respaldar el argumento económico se apela a estudios que muestran que los resultados financieros de las empresas son mejores cuanto mayor es la presencia femenina en los puestos de comando, sobre todo a nivel de consejos directivos. Y que también hay mejoras en materia de creatividad e innovación. Puede ser cierto, pero por ser resultados de estudios estadísticos, esto debe ser interpretado como que aplica al promedio de los casos, que no es verdad para todas y cada una de las empresas, que no es válido para “nuestro caso particular”, que es diferente.

Por ejemplo, un estudio [ii] estadístico concluye que “Las empresas que tienen un 30% de presencia femenina en altos puestos ejecutivos tienen un 15% más de beneficios que aquellas que no las tienen”. Eso es en el gran promedio.  No espere que si su empresa coloca un 30% mujeres en posiciones de liderazgo sus rendimientos aumentarán en un 15%.  Puede que sea más puede que sea menos, puede que sí, puede que no.  Dependerá de cada caso y su contexto, de las cualificaciones y aptitudes de ellas y ellos, de cuál es la cultura de la empresa, de los incentivos, procesos, y un gran etcétera

Lo único que se puede aseverar es que las empresas que tienen mujeres en cargos directivos y ejecutivos tienen mejores posibilidades de lograr mejores rendimientos.  Si lo logran o no, dependerá del contexto de cada caso y como lo gestionen. No dependerá solo del número en sí, sino de como se gestione.

El resultado de un estudio de esta naturaleza es un gran promedio estadístico, posiblemente con muy baja capacidad de predicción, sin demostración de causa-efecto. ¿No será que las empresas que son más rentables es porque estan mejor gestionadas y es por esto que tienen mayor número de mujeres en los consejos?, ¿o es que el mayor número de mujeres conduce a una mayor rentabilidad? 

En términos de contexto, los resultados de este estudio también sugieren que algunas características nacionales, incluyendo elevadas calificaciones en pruebas de competencia matemática, concentración en formación en gestión de empresas, la relación de ingresos hombre/mujer, que pueden interpretarse como indicadores de la apertura a la participación de la mujer en la actividad económica, tiene una correlación robusta con estos resultados. Un ecosistema externo favorable.

Otro estudio analizó el impacto sobre la participación utilizando 13 grupos de variables [iii] que incluyen una gran cantidad de características que pudieran explicar las diferencias en la participación en la dirección y en la remuneración entre hombres y mujeres y encontró que solo explicaban el 18% de las variaciones en nombramientos y el 27% en remuneración.  Ante la amplia cobertura de las variables utilizadas se puede razonablemente suponer que la explicación que queda es que en efecto la mayor parte de la diferencia en nombramientos y remuneraciones entre hombres y mujeres es muy difícil de explicar.  Aunque tengan muchas características en común, las mujeres y los hombres no tienen las mismas oportunidades en el tope de las empresas. ¿Sesgos, estereotipos, inercia?

El argumento empresarial es interesante para discusiones académicas y en conferencias, pero si se quiere promover la participación de la mujer en cargos directivos se deben vencer los obstáculos explícitos e implícitos, caso por caso. Las supuestas ventajas comparativas de la mujer en general no bastan para vencerlos. Pero sí es cierto que gran número de esos obstáculos son comunes a todo tipo de empresas y por ello hay que identificarlos y tomar las acciones necesarias para aprovechar las ventajas comparativas que esa participación puede conllevar.

Es posible que parte de la explicación necesaria se encuentre en la tesis de un libro, [iv] que argumenta que la solución pasa por reconocer que todos tenemos sesgos y que cambiarlos es extraordinariamente difícil, aun cuando se disponga de información sobre cuáles son.  El problema es que la inmensa mayoría no estamos motivados para cambiar esos sesgos.  La concientización y la educación sobre los sesgos no es suficiente, ya que la “mayor parte de nuestro comportamiento responde más a reflejos condicionados que a la toma de decisiones basadas en comportamiento racional”. [v] Siendo así, cambiar la mentalidad puede ser muy difícil y hay que apoyarse en cambios en el diseño de la gestión como comentamos más adelante

    II.    Obstáculos y ventajas comparativas.

a            a.    Obstáculos más generalizados

Los obstáculos a la participación de la mujer en la dirección de las empresas, en condiciones de igualdad de características, son muchos. Solo comentaremos muy brevemente los que creemos que son de mayor impacto y que ofrecen mayor resistencia.

  • Sesgos implícitos y explícitos que ya mencionamos arriba.  Su identificación en caso por caso puede ayudar a vencerlos, pero en el caso del papel de la mujer forman parte del condicionamiento histórico, profundamente engranado, parte de los reflejos condicionados.
  • Roles históricos sobre el papel de la mujer en la sociedad, derivados de su sexo, lo que de confiere un papel natural, pero también de la dominación de la figura masculina. Esto ha ido cambiando solo en países y regiones con alto grado de desarrollo económico y social.  Aquello ha conducido a una perpetuación de estereotipos. Y en esto no son solo los hombres los culpables, son muchas las mujeres que se quieren aprovechar de su condición y, de forma consciente o inconsciente, afectan el potencial de la mujer profesional. Es de notar que en algunos países hay un movimiento que puede combatir estos sesgos en el largo plazo al destacar que, por ejemplo, no hay juguetes ni colores masculinos y femeninos. Sutil, pero puede tener impacto. 
  • Disponibilidad y capacitación, que es una consecuencia de los roles históricos. La capacitación tiene todavía en muchos casos el sesgo para ciertas funciones tradicionales, lo que perpetua ese rol histórico y que conduce a la menor disponibilidad de la mujer para ejercer ciertos cargos como, por ejemplo, la dirección empresarial. En la educación secundaria aún se distinguen cursos para mujeres y para hombres y en la primaria son separados los niños y las niñas para diferentes actividades, como por ejemplo, en la educación física.
  • Y las expectativas sobre el papel de la mujer en la empresa se basan muchas veces en un estereotipo no muy explícito y es que su comportamiento, aptitudes, actitudes y habilidades se evalúan en función de esas características en los hombres que ya ocupan esos cargos y en la comparación “salen perdiendo”. Esto un grave error en el proceso de selección ya que no necesariamente esas características son las mejores para el cargo o que otras, en particular las diferentes que aportan las mujeres, no sean más efectivas.
  • Lo que se traduce en aspiraciones diferenciales. En reciente estudio que analiza los resultados de 174 estudios [vi] a lo largo de seis décadas concluye que, para las desigualdades entre géneros en los cargos directivos, la diferencia más generalizada es la diferencia en aspiraciones, que no ha disminuido con el tiempo y que estas aspiraciones se forman antes de comenzar a trabajar, en la educación universitaria (y yo alegaría que mucho antes, en la primaria), por lo que sugieren que las intervenciones para gestionar estas aspiraciones no se limiten al ambiente laboral, sino que se adelanten al proceso educativo. Pero en muchos países se piensa que el problema está en el entorno de trabajo que enfrentarán, que las diferencias en aspiraciones es algo engranado, casi genético, en el desarrollo de la mujer, sobre todo en países menos avanzados y que resolverlo no es responsabilidad de la educación formal.
  • Por otra parte, hay una escasez de modelos a seguir para las mujeres en el mundo empresarial, que es un factor importante para estimular el interés en la carrera profesional empresarial. Y los pocos modelos que hay no son suficientemente destacados, o lo son en un contexto poco generalizable. Contrástese con el impacto de modelos a seguir en deportes y política, por ejemplo. O en emprendimientos para los hombres (¡sesgo!).

 

b            b.    Ventajas comparativas de la mujer para la dirección empresarial: ¿Diversidad de género o diversidad de aptitudes?

Pero la mujer tiene muchas ventajas comparativas para la gestión empresarial.  La cuestión clave es si son suficientes y suficientemente conocidas y apreciadas como para vencer algunos de los obstáculos mencionados. Claramente que una estrategia para ayudar en esto debe ser el ampliarlas y mejorarlas y profundizar su conocimiento, apreciación y adopción.  

En nuestro artículo (con Helena Ancos) comentábamos las diferentes aptitudes ente hombres y mujeres:

Aunque nuestra discusión puede carecer de rigor, es generalmente aceptado que las mujeres suelen albergar sentimientos de comprensión, de compasión, de introspección, son más capaces de tolerar la ambigüedad, suelen tener una visión de más largo plazo, más paciencia, más perseverancia.  Son más proclives a cuidar, educar, nutrir, cultivar con sentido de largo plazo.  Por el contrario, los hombres suelen (o pretenden) ser más racionales, menos emocionales, buscando la satisfacción en el corto plazo, prefiriendo la certidumbre.  Esto no quiere decir que no haya hombres con espíritu de colaboración, intuitivos o mujeres poco emocionales y competitivas.

 La conjunción de valor económico y valor social requiere de la combinación de valores “femeninos” y “masculinos”, con, entre otras cosas, espíritu competitivo, pensamiento lineal y racional por una parte y cooperación, visión holística y pensamiento intuitivo por otra.  [vii] 

Y lo complementamos con lo que Rosario Sierra, directora de Negocio Corporativo de LinkedIn España y Portugal dice: [viii]

“Las mujeres destacan por disponer de habilidades blandas como el trabajo en equipo, la comunicación interna, la empatía, las decisiones por consenso, entre otras, que pueden aportar un punto de vista nuevo y diferencial.”

Y es a esto es a lo que refiere la cita de Jane Fonda, mencionada al comienzo: El siglo XXI es el momento en el cual las mujeres deben hacer oír sus voces y los hombres su corazón.  Intercambiar actitudes para aprovechar ambas.

Quizás tendríamos más éxito si sacáramos la discusión del terreno del género y lo llevamos al terreno de las aptitudes. A fin de cuentas, la selección de las personas debería hacerse por aptitudes gerenciales que aportan en función de las necesidades de los cargos y no por las características físicas que tienen poco efecto en ello. No hablemos de diversidad de género, que suele ser un concepto binario y por ende muy fácil de atribuir prejuicios y sesgos a las dos partes y hablemos de diversidad de aptitudes que son multidimensionales como lo son las necesidades de los cargos.

Como dijo el papa Francisco en vísperas del Día Internacional de la Mujer del 2023, “Las mujeres tienen una capacidad de gestión y de pensamiento totalmente diferente a la nuestra, superior.”  Sí aceptamos que esa “capacidad de gestión y de pensamiento”, es en efecto diferente a la de los hombres, pero para nuestros efectos no sería necesario demostrar que es “superior”, sino que aporta aptitudes y habilidades complementarias para la gestión de la empresa.

III.              Como promover la participación.

En otros artículos hemos analizado la problemática de la participación de la mujer en cargos directivos en las empresas, por lo que solo comentaremos algunas de sus conclusiones claves.

a.     Por las buenas: gestionado el ecosistema interno.

Si bien es necesario hacer esfuerzos para vencer los sesgos y estereotipos, es misión casi imposible, como hemos comentado, por lo que es más productivo destinar los escasos recursos financieros, organizacionales y emocionales a mejorar el ecosistema interno y externo a la empresa. Que tampoco hace milagros, pero es condición necesaria, aunque no suficiente para resolver la brecha, de aptitudes, en la alta dirección.

Ya hemos insinuado en la sección precedente los obstáculos que se encuentran generalmente en el ecosistema interno y externo. Al referirse este artículo a las actuaciones dentro de la empresa solo comentaremos algunos de los aspectos internos más comunes, en el contexto de su efectividad.

En primer lugar, consideremos los sesgos y prejuicios, que aunque sean muy difíciles de vencer se deben tener en cuenta para evitar que se manifiesten y actúen. En el artículo  ¿Son las cuotas para mujeres en Consejos y Alta Dirección la solución? comentábamos:

 “La conducta no es percibida de la misma manera para los hombres que para las mujeres.  Si el hombre tiene el escritorio desordenado es porque tiene mucho trabajo.  Si la mujer lo tiene desordenado es porque no tiene control sobre su trabajo.  Si el hombre es agresivo es porque trata de hacer valer su opinión.  Si la mujer es agresiva es porque tiene problemas emocionales.  Si un hombre es exitoso, las mujeres hacen fila, si una mujer es exitosa, los hombres salen corriendo. Son prejuicios muy arraigados.”

En octubre del 2022 se publicó el informe anual de PwC sobre la gestión de los consejos,[ix] basado en una encuesta a cerca de 700 consejeros (73% hombres) de grandes empresas en EE. UU., con un par de resultados destacables para el tema que nos ocupa:

  •  Si bien el 86% cree que la diversidad mejora el consejo, 34% cree las adiciones de mujeres son innecesarias y el 31% cree que resulta en consejeros no cualificados. Las respuestas de las mujeres consejeros son más favorables a la diversidad. Y me atrevo a suponer que estos números entre los hombres exageran su opinión sobre el valor de la diversidad, que en realidad creen que es todavía menos favorable.
  • El 64% de los hombres, pero solo el 29% de las mujeres cree que la diversidad se implementa por razones de corrección política

Lo que confirma que el prejuicio esta engranado en términos como “innecesario”, “no cualificadas”, “por corrección política”.

En el artículo Cuotas para mujeres en Consejos y Alta Dirección: ¿Son efectivas? comentábamos una investigación [x] y decíamos:

Aun los esfuerzos de las empresas por lograr una mayor diversidad de género en posiciones de liderazgo a través de la ampliación del pool de candidatas, del desarrollo de programas de entrenamiento y mentoría fracasan porque las empresas no han atacado el problema de la incompatibilidad entre las percepciones sobre las características de la mujer y las cualidades y experiencias que suelen ser asociadas con los líderes.  No es suficiente con “identificar y desarrollar las destrezas y competencias, como si operara en un vacío social.  El entorno debe respaldar la motivación de las mujeres para liderar y aumentar las posibilidades de que otros reconozcan y estimulen sus esfuerzos, aun cuando ella no se comporte o actúe como la actual generación de ejecutivos senior”.  No basta con desarrollar su talento, el entorno es determinante.

No basta con mejorar la semilla, el terreno debe ser fértil.

Los aspectos más relevantes del ecosistema interno se refieren al proceso de selección, desarrollo profesional y promoción de la mujer. A continuación, comentamos algunos de los más relevantes.

El comienzo, el proceso de selección, suele tener engranados muchos sesgos. Si la evaluación de músicos para integrar orquestas se hace sin ver a las personas, se contratan más mujeres; si los CVs se analizan sin el nombre de la persona, se contratan más mujeres e integrantes de grupos minoritarios que de otra manera. No es que esto sea la solución, pero sí refleja el problema. Por ello, los criterios de selección, el ámbito de la búsqueda de candidatos y la evaluación de los candidatos deben evitar los sesgos implícitos y explícitos contra la participación de la mujer.  La competencia debe enfatizar los atributos que son deseables para el cargo, no solo las calificaciones y experiencia.

En términos de desarrollo profesional, una de las soluciones más comúnmente propuestas es la de la participación de la mujer en programas donde se desarrollan las destrezas, actitudes, aptitudes y conocimientos necesarios para ejercer esos cargos, que supuestamente les faltan. Si bien en principio parece ser una estrategia laudable, en la práctica adolece de serios problemas. En primer lugar, y lo más crítico, es que estos programas son inefectivos si el ecosistema del trabajo no es conducente, si al regresar a la oficina no ha cambiado nada, lo que puede ser hasta frustrante. Por otra parte, la existencia de estos programas, si no son muy bien concebidos y desarrollados puede reforzar los estereotipos sobre las mujeres, al ser ellas las que necesitan este tipo de programas de desarrollo profesional y los hombres no. Quizás si fueran mixtos se reduciría el estigma y los hombres podrían aprender sobre los obstáculos que las mujeres deben vencer. [xi]

Y muchas mujeres profesionales caen en el mismo error al creer que solo ellas tienen la llave para mejorar esa participación, que los hombres no tienen ideas, solo tienen sesgos.  Véase la composición por género de las múltiples conferencias y paneles organizados para discutirlo. La discriminación no se puede combatir con discriminación.

Como hemos comentado, las mujeres tienen muchos de los atributos necesarios para la gestión eficiente, efectiva y responsable y no necesitan de programas para desarrollarlos. Lo que hace falta es reconocer su contribución. Quizás sí los necesitan los hombres que perpetúan los estereotipos de que los atributos necesarios son los que ellos poseen, por ejemplo, espíritu competitivo, pensamiento lineal y racional, disposición a tomar riesgos.

¿Por qué se hace el supuesto de que es a las mujeres que les “falta algo” para el liderazgo y la gestión estratégica de las empresas y que los hombres lo tienen todo?

Para mostrar con hechos que no hay discriminación los hombres deberían asistir a programas de desarrollo profesional donde les estimulen el desarrollo de los otros atributos necesarios para la gestión, los que les faltan, visión de más largo plazo, más paciencia, más perseverancia, cooperación, visión holística y pensamiento intuitivo. Contribuiría a la equiparación. Se requieren ambos grupos de atributos, de allí la mayor efectividad de la participación de ambos géneros en la gestión, particularmente en los consejos donde son necesarios toda la diversidad de atributos y se toman las decisiones estratégicas de largo plazo. O como dice el nombre de este blog: Cumpetere: cooperar para competir.

En la promoción, otro estereotipo prevalente es que la mujer puede ejercer solo algunos cargos directivos, si es que puede.  Es muy válido que las mujeres ocupen cargos funcionales donde sus atributos son más necesarios y efectivos, pero ello no debe impedir que puedan optar a otros. También hay que vencer este estereotipo. Sí, en la gestión del capital humano, social y relacional y del capital natural, se pueden utilizar mejor sus ventajas comparativas, pero no hay razón para que no puedan gestionar, por ejemplo, capital financiero, manufacturero, intelectual y aspectos legales, entre otros. Así como no se debe generalizar positivamente no se debe generalizar negativamente.

No se pueden considerar cargos masculinos y cargos femeninos, aunque en general, se presten mejor los atributos de uno y otro género a algunos cargos. Hay que vencer el estereotipo de que para que la mujer ocupe un cargo previamente ocupado por un hombre, ella debe tener los atributos y comportamientos que tenía ese hombre. ¿Necesario o inercia?

No comentaremos otros aspectos importantes del ecosistema que ya ha sido extensamente considerados en la literatura sobre la facilitación de la participación de la mujer, como lo son la mentoría de otras mujeres líderes, horarios adecuados, el trabajo remoto, garantía de regreso al cargo al tomar licencia, apoyo al cuidado infantil, conciliación trabajo familia, códigos de ética, comités de conciliación y antidiscriminación, entre muchos otros. Por ejemplo, cuando Google percibió que las mujeres eran dos veces más proclives a dejar el empleo que los hombres y se analizó el problema se vio que no era una “brecha de mujeres” sino una “brecha de padres” y se cambiaron las políticas y beneficios por paternidad/maternidad.

b.     Por las malas: cuotas. [xii]

Cuando el ecosistema no es conducente, que es en la gran mayoría de casos, se propone recurrir a “la fuerza”, a la recomendación de cuotas voluntarias, y fallando esto, a la imposición de obligaciones a través de leyes o regulaciones

En Europa se ha recorrido este proceso y después de intentos fallidos con la voluntariedad en varios países la Comisión Europea logró vencer la oposición de los reticentes y el Parlamento aprobó a finales del 2022 legislación por la cual, antes del 2026, los consejos de las empresas cotizadas deben tener un mínimo de mujeres del 40% entre los consejeros no ejecutivos y del 33% contando todos los consejeros.[xiii] Esta legislación debe ser transcrita a las legislaciones nacionales que no la tengan antes de diciembre del 2024. Incluye además provisiones sobre el reporte de las medidas adoptadas y de los resultados.

Pero si bien las cuotas pueden lograr el objetivo numérico no suelen lograr el objetivo de fondo, el reconocimiento, el respeto, la credibilidad, legitimidad y la sostenibilidad en el tiempo de la participación de la mujer. No debería ser un logro efímero. Para aquello hace falta adecuar el ecosistema y remover los obstáculos tangibles e intangibles, reales e imaginarios, que impiden que se cree una de disponibilidad de mujeres capaces y preparadas. Que no sean nombramientos “para cumplir con las regulaciones”.

La cuota no es un fin, es un medio, que debería ser temporal. Las cuotas como fin contribuirán a deslegitimizar la contribución de la mujer. No es de descartar que muchas empresas nombrarán mujeres cualificadas o no para lograr la cuota y evitar las penalizaciones, si las hay, que dispongan las leyes nacionales.

c.     Por las buenas y por las malas: a Dios rogando y con el mazo dando.

Para vencer la discriminación por género en cargos directivos son necesarias la facilitación y la obligación. Como ejemplo de esto, en uno de nuestros artículos [xiv] comentábamos una oportunidad perdida en la revisión del Código de Buen Gobierno en España del 2020 y hacíamos una recomendación para mejorar esa participación:

Una parte de la remuneración variable de los consejeros debe estar determinada por avances en la participación de las mujeres en los Consejos y en la alta dirección.

 Las empresas deberán reportar en sus estados de información no financiera, de acuerdo a lo establecido en la Ley 11/2018, los porcentajes de mujeres en los Consejos y en la alta dirección, las políticas y estrategias vigentes para el aumento de esa participación, las medidas adoptadas en el período de reporte, los indicadores que utilizan para medirlo, el nexo entre la remuneración variable de los Consejeros con el progreso en estos indicadores y los valores monetarios y porcentuales de las remuneraciones, a nivel agregado de todos los Consejeros, resultantes de las medidas adoptadas.

Y tampoco es que la implementación de esta recomendación resuelva al problema de la legitimidad, pero contribuiría a ponerlo en el foco de atención de los dirigentes continuamente. Excusas nunca faltarán.

Para cambiar los sesgos es importante hacerlos ver, pero también cambiar las motivaciones para actuar sobre ellos y una manera con potencial de efectivad es el uso de incentivos, en el más amplio sentido de la palabra, que pueden ser positivos y negativos, explícitos o implícitos, monetarios y no monetarios. La recomendación de relacionar las remuneraciones variables de algunos dirigentes al logro de metas de diversidad es un incentivo positivo, explicito y monetario. Es uno de los más simples y populares, aunque no siempre es efectivo, como las cuotas, se pueden lograr de manera superficial, sin impacto. [xv]

Pero hay muchas otras posibilidades como reconocimientos, monetarios o no, por mentoría, por contratación y preparación de mujeres para cargos superiores, por eliminación de obstáculos y sesgos. Y la inclusión en las evaluaciones de personal de los dirigentes de las acciones que han tomado para vencerlos, crear un ambiente propicio y adaptar la cultura empresarial.  Esquemas donde se investiga y castiga los comportamientos que son considerados ofensivos o discriminatorios también pueden tener efectividad, dependiendo de la cultura empresarial y el carácter de los dirigentes.  Es deseable elevar el logro de resultados en este sentido entre los objetivos de la empresa a niveles semejantes al logro de resultados de producción o financieros.

IV.           En resumen.

De la discusión precedente podemos concluir que existen sesgos en los nombramientos y remuneraciones de las mujeres en cargos ejecutivos y directivos que no pueden ser explicadas por las diferencias entre las características personales y profesionales entre ambos sexos y que muy posiblemente se deban a sesgos inconscientes en las partes involucradas, en particular los hombres, y que estos sesgos no pueden ser eliminados solamente a través de su reconocimiento y educación de las partes afectadas ya que aun conociéndolos, es muy difícil cambiarlos, están enraizados en su DNA. 

Es necesario además cambiar los sistemas, al interior de las empresas, de gestión de forma integral, incluyendo los incentivos (en su acepción más amplia) y mejorar el ecosistema interno y externo de desarrollo y promoción de la mujer profesional para poder afectar a centenares de miles de mujeres y no solo a un pequeño grupo en el tope.

¿Qué implicaciones tiene todo esto para mejorar la participación de la mujer en cargos directivos?

·       Si hay que recurrir a las cuotas para romper los prejuicios y sesgos arraigados, que así sea.

·       Pero sería preferible que no fuera necesario. Pero si lo es, el ecosistema debe ser tal que no se pueda percibir a la mujer como “la cuota” (ver la viñeta del apéndice).  El nombramiento debe ser legítimo. Evitar a toda costa que sea percibido como una obligación.

·       Por lo que hay nombrar mujeres altamente cualificadas para el cargo que, lamentablemente ante los sesgos, deberá tener mayores cualificaciones que los hombres del grupo, para ser aceptada.

·       Y el ecosistema interno a la empresa debe producir mujeres cualificadas, a través de programas de adiestramiento, mentoría, disponibilidad de carrera, condiciones laborales favorables, etc.

·       Y el proceso de desarrollo profesional no debe ser diseñado que parezca como que se pretenden remediar deficiencias en las destrezas de la mujer. Ambos géneros tienen deficiencias. No debe haber distinción entre hombres y mujeres, ambos tienen ventajas y desventajas comparativas.

·       Y el ecosistema externo a la empresa no debe imponer restricciones al avance de las mujeres y facilitar su participación en la actividad económica, a través de la legislación y regulaciones laborales.

·       Y el proceso de preparación para la vida empresarial no puede empezar en la empresa, es muy tarde. La concientización sobre su valía y sus aptitudes para el liderazgo y la gestión empresarial deben comenzar en la educación formal, cuanto antes mejor.

·       Las mujeres tienen un conjunto de atributos que pueden ser de mucha efectividad para la gestión empresarial: sentimientos de comprensión, de compasión, de introspección, capacidad de operar en la ambigüedad, visión de más largo plazo, más paciencia, más perseverancia, trabajo en equipo, comunicación interna, empatía y apoyarse en el consenso. Tan necesarios como los que tienen algunos hombres que suelen ser más racionales, menos emocionales, con espíritu competitivo, pensamiento lineal, buscando logros en el corto plazo, prefiriendo la certidumbre.

·       Lo que se debe promover no es la diversidad de género, sino la diversidad de aptitudes. Los géneros son iguales, las aptitudes son diferentes y ambos grupos son necesarios para la gestión eficiente y efectiva de las empresas, se potencian unas a las otras: hay sinergia.

·       La efectividad de estas acciones depende del contexto y la cultura empresarial donde se implementan. De por sí son solo condición necesaria pero no suficiente. El ignorarlo es la causa de muchos fracasos y frustraciones.

 

Y este artículo fue escrito por un hombre.

 


 

APENDICE: En broma, pero es serio.

Estas dos viñetas ilustran claramente los riesgos de las cuotas:

 





 



[i]Ya habíamos considerado estos temas en otros artículos. Ver Mis quince artículos sobre el liderazgo de mujeres en las empresas.

[ii] Is Gender Diversity Profitable? Evidence from a Global Surveypor Marcus Noland, Tyler Moran y Barbara Kotschwar, publicado como documento de trabajo del Peterson Institute for International Economics.

[iii] Equal Opportunity? Gender Gaps in CEO Appointments and Executive Pay. Incluye indicadores en 13 grupos de variables como nivel de educación, especialización académica, redes de influencia, desarrollo de la carrera (ésta por ejemplo descrita en nueve variables: edad, experiencia, variedad de experiencia, desempleo, lucro vs. no lucro, etc.), características familiares (orden entre l@s herman@s, tamaño de la familia, inmigrante, etc.), familia (estado civil, número de hijos e hijas, si viven en casa), tolerancia al riesgo, personalidad (habilidad cognitiva, salud, fortaleza física, etc.), características de la pareja (educación, empleo, ingresos, cargo, etc.) de los padres (educación, empleo, edades), vocación al emprendimiento, capacidad de negociación y nivel de ingresos en varios períodos.

[v] Daniel Khaneman en el libro Pensar rápido, pensar despacio, editorial DEBOLSILLO, 2013.

[vi] A meta-analytic review of the gender difference in leadership aspirations (solo disponible el resumen, el artículo completo requiere subscripción).

[viii] Citada en un artículo muy ilustrativo para el caso de España: Mujeres y liderazgo empresarial: ¿grietas en el techo de cristal? por Ana Muguerza en la revista Haz.

[x] Women Rising: The Unseen Barriers, por Herminia Ibarra, Robin Ely y Deborah Kolben, Harvard Business Review, septiembre 2013.

[xi] Where Women’s Leadership Development Programs Fall Short, W. Brad Johnson, David G. Smith y Heather Christensen. Harvard Business Review, marzo 8, 2023.

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