Nunca antes la eliminación de una empresa de un índice de sostenibilidad había despertado el interés de no especialistas. Como muchos de los lectores sabrán, S&PGlobal sacó a Tesla de su índice S&P500 ESG.
Normalmente este tipo de acciones solo son difundidas en medios
especializados, pero por la popularidad y la reacción de su locuaz CEO, Elon
Musk, se ha difundido en todo tipo de medios, sobre todo su reacción que afirmó
que “ASG es un fraude escandaloso”, que “Exxon está calificada
entre las diez primeras del mundo en ASG por S&P 500, mientras que Tesla no
entró en la lista”, que “S&P ha perdido integridad” y
que sus criterios se refieren a “la compatibilidad de las acciones empresariales
con la agenda de la izquierda política”. Si bien es una reacción emocional,
exagerada, no deja de tener razón en sus dos primeras aseveraciones (aunque
él no justifique su opinión). Las otras dos le quitan credibilidad.
La masificación de la noticia ha dado lugar a análisis y opiniones superficiales
por parte de pseudo expertos. En este artículo pretendemos hacer un análisis más
riguroso de: (1) porque Tesla ha sido sacada del índice y si ello es justificable;
(2) que dice esta situación sobre la ASG (¿un fraude?), sobre las calificadoras
y sobre las calificaciones y, (3) cuál es el impacto sobre la empresa.
I.
¿Porque eliminaron a Tesla del índice y dejaron a Exxon Mobil?
En su reevaluación periódica de los integrantes del índice S&P 500 ASG,
producido por S&PGlobal (la que también produce el Dow Jones
Sustainability Index), se decidió eliminar del índice a Tesla. También
eliminaron a Home Depot (bricolaje), Accenture (¡consultora en
sostenibilidad!), Chevron (petróleo y gas) y Delta Air Lines, que pasaron
desapercibidas.
En el caso de Tesla se adujeron las siguientes deficiencias:
· Discriminación racial y condiciones
laborales deficientes
· Su actitud ante la investigación de accidentes
bajo piloto automático
· Carencia de una estrategia de bajo carbono
(que sí tienen otras automotrices)
Pero dejaron en el índice a Exxon Mobil, la mayor empresa privada del mundo
en combustibles fósiles, ampliamente
conocida por su oposición y cabildeo a la lucha contra el cambio climático y por
su programa de mitigación que vapulea las metas del Acuerdo de París. Y
también está Amazon reconocida por sus condiciones laborales deficientes,
bajos sueldos, oposición a la sindicalización de sus empleados, resistencia a
medidas contra el cambio climático, entre otras deficiencias. [1]
MSCI, la mayor calificadora ASG (competidores directos de S&PGlobal),
todavía incluye a Tesla y a Exxon Mobil en sus índices ASG. En MSCI la calificación
es por letras, a diferencia de S&PGlobal, que es un número del 0 a
100, lo que da la impresión más defendible de que no es algo muy preciso. Tesla tiene una calificación de “A”, tercera en su escala de siete grados y
Exxon Mobil “BBB”, cuarta calificación, pero Exxon Mobil es mucho peor en
términos de impacto climático.
Pero Exxon Mobil tiene una “estrategia” de neutralidad en emisiones (alcances
1 y 2: sus emisiones directas y las derivadas de sus compras de energía, pero
no las de alcance 3, las causadas por sus productos, el otro 90%) para el 2050 (atacada por no creíble). Tesla no ha publicado tal estrategia,
lo que le quitó puntos. La factibilidad y efectividad de la estrategia no es
evaluada por la mayoría de los calificadores. Los puntos los dan por tenerlas
no por implementarlas, lo que será en un futuro lejano (algunas calificadoras
sí valoran la existencia de metas intermedias).
¿Es una más (ir)responsable que la otra?
Imposible decirlo, lo que se puede decir es que una sobrepasó el número
de puntos mínimos para ser incluida en el índice y la otra no. ¿Y que reflejan
entonces los puntos?
II.
¿Qué es ASG? ¿Cómo
la califican las calificadoras?
La remoción de Tesla del índice ha expandido la discusión, ya bastante
encendida, sobre dos temas claves: qué es ASG y que quieren decir sus calificaciones. Además, la reacción de Elon Musk ha encendido
aún más las críticas a la responsabilidad empresarial y está dando alas a
aquellos que creen que la preocupación por aspectos ASG es negativo para el
crecimiento económico, la causa del aumento del precio de los combustibles
y de otros insumos, al reprimir la oferta de algunos productos (¿por ser irresponsables?).
La respuesta a que es la ASG es simple: ¡Lo que Ud. quiere que sea! Y ese es el problema. [2] [3]
ASG es un acrónimo, resultado de la aplicación de criterios de evaluación
sobre las actividades, impactos y planes de la empresa en aspectos ambientales,
sociales y de gobernanza, en muchos casos desde el punto del impacto que
estos tengan sobre la situación financiera de la empresa. En la practica la utilización
de estos criterios se ha expandido simplistamente, calculando calificaciones
que convenientemente ignoran o subestiman la complejidad de las actuaciones
empresariales. Muchos analistas
financieros necesitan tener un numero o letra que les encapsule o etiquete
toda esa complejidad para poder ser usada en la sección de las inversiones
que recomiendan, delegando (ciegamente en algunos casos) la evaluación a las
calificadoras. [4]
Cada productor de estos números o letras calificadoras define cuales son
los criterios ambientales, sociales y de gobernanza relevantes para su modelo
de lo que debe ser la sostenibilidad empresarial, en este caso reducida a
criterios ASG. Cada uno se enfrenta a millares de piezas de
información, algunas cuantitativas, otras cualitativas, otras desconocidas y
otras ignoradas (elusión fiscal, el bien que hacen, su cultura organizacional,
valores, procesos, su carácter etc.).
Solamente en el tema social, S, se encontraron en la práctica más de 1 700
indicadores, [5]
pero lo más significativo es que el estudio que los identificó encontró que solo
el 8% de estos indicadores se refieren a los efectos de las prácticas
empresariales y el 92% pretenden medir los esfuerzos y actividades,
como lo son la existencia de políticas o compromisos, la ejecución de
auditorías, evaluaciones de riesgo, entrenamiento, membresía y colaboración en
organizaciones e iniciativas o las consultas con stakeholders.
Cada uno de los centenares de instituciones de calificación usa sus propias fuentes de información
(de la empresa, del domino público, de agregadores de información, de sus investigaciones,
etc.), seleccionan algunos criterios de A, de S y de G, y los combinan en su
modelo de conversión de “actividades, impactos y planes” para determinar un número
o letra, lo cual es a su vez utilizado como si fuera indicativo de la
responsabilidad de la empresa y, por ejemplo, decidir su inclusión en índices y
carteras de inversión especializadas en valores de empresas “responsables”.
Cada una de ellas produce su propia calificación ASG de la empresa por lo
que no es de sorprender que el resultado sea una gran variedad de diferentes
calificaciones para una misma empresa. [6]
Un reciente estudio académico comparando las calificaciones de las seis
instituciones más activas encontró apenas una correlación entre ellas del 0.54
(correlación varía entre 1.0, perfecta correlación, y 0.0, totalmente
independientes). [7]
[8]
Para la consolidación de la información en una letra o número, se le
asignan importancias relativas a cada una de esas piezas de información o
características empresariales, con el supuesto implícito que unas pueden compensar
unas con otras. Por ejemplo, S&PGlobal selecciona
entre 16 y 27 criterios que
considera financieramente materiales para el sector industrial respectivo, en
las dimensiones A, S, y G, les asigna pesos relativos dentro de cada dimensión
y luego asigna pesos a las tres dimensiones para calcular un promedio
ponderado global de las calificaciones en cada criterio.
¿Cómo se determina la importancia relativa de emisiones de carbono versus
consumo de agua, versus porcentaje de mujeres en el consejo, versus medidas
anticorrupción, versus desarrollo profesional? ¿Se puede decir que uno es
diez, cinco, tres veces más importante que el otro? Cada
calificadora tiene su modelo. [9]
Cuando analizábamos la evaluación del BBVA por parte de S&PGlobal
[10] veíamos
que los indicadores que usan para la evaluación de su responsabilidad reflejaban
muy parcialmente lo que es la responsabilidad es una institución financiera
ante la sociedad y que no reflejaban lo que la empresa reportaba como sus
aspectos materiales específicos. Por ejemplo, según el modelo de
sostenibilidad de S&PGlobal para los bancos, tiene el doble de
valor la existencia de un Código de Conducta, 8% (no debe
leerse “la implementación efectiva del código de conducta”) que la Inclusión
Financiera, 4%. La reciente “desinclusión” financiera llevada a cabo
por la banca española y sus consecuencias es un buen ejemplo de estas
inconsistencias en prioridades y evaluación. ¿Qué haría una empresa si quiere
subir en el ranking?
No, una calificación ASG no refleja la responsabilidad de la empresa ante
la sociedad. Es un indicador muy parcial y muy dependiente del modelo del
evaluador. Si se cambiasen
un poco los pesos relativos al impacto sobre el cambio climático, Tesla estaría
en el índice y Exxon Mobil no.
La inclusión en un índice de responsabilidad se basa en la calificación global
obtenida. ¿Cuánta A, o cuánta S, o cuánta G deben tener las empresas? ¿Cuál
es el mínimo necesario para calificar? ¿Tiene políticas
antidiscriminación? Entonces es un poco S. ¿Tiene un programa de reciclaje?
Entonces es un poco A. ¿Tiene directores independientes y más de un 30% de mujeres
en el consejo? Entonces es un poco G. ¿Cuánto? ¿Qué constituye un nivel
aceptable de ¿S?, de ¿A?, ¿de G? ¿Cuánto se puede intercambiar A por S o por G?
¿Cómo agregamos y cuál es el ASG mínimo que se considera suficientemente bueno?
Aun dentro de las imperfecciones y omisiones mencionadas ¿no sería deseable
que tuvieran no solo una calificación global por encima de cierto nivel, sino
que además superaran un mínimo en cada una de las subcategorías? [11] Esto es lo que da lugar a inconsistencias como
el excluir a Tesla e incluir a Exxon Mobil (para índices específicos como por
ejemplo los constituidos por empresas bajas en emisiones bastaría con que
tuvieran la calificación mínima en ese aspecto, pero no para índices globales
como el que nos ocupa).
¿Equivalen estas calificaciones a responsabilidad de la empresa ante la
sociedad? No.
III.
La gran omisión en la ASG: el producto, P.
Y la diferencia entre los productos de Tesla y Exxon Mobil destaca una gran
omisión: la responsabilidad el producto no es tomada en cuenta por la gran mayoría
de las calificadoras. Algunos índices y algunas estrategias de
inversión responsable basadas en estas calificaciones excluyen a priori empresas
en industrias como armamentos, [12]
tabaco, combustibles fósiles, y apuestas, independientemente de su calificación.
Pero ello no obsta para que las carteras que usan calificaciones con estrategias
de inclusión de empresas calificadas con ciertos grados ASG no incluyan a estas
empresas. Los valores negociables de Exxon
Mobil (combustibles fósiles), Northrop Grumman (armamento), Phillip Morris
(tabaco, número uno en su sector industrial para el Dow Jones Sustainability
Index) y los casinos de Las Vegas están en algunas carteras etiquetadas ASG.
Al no tomar en cuenta la responsabilidad del producto, en este caso no son
consideradas las emisiones evitadas, el punto fuerte de Tesla.
Y otra omisión crítica: los ratings, con sesgo a lo negativo, no toman en
cuenta, por ejemplo, el impacto que ha tenido Tesla en el desarrollo de la
industria de automóviles eléctricos a nivel mundial.
Algún día se extenderá la ASG a la ASGP
IV.
¿Qué consecuencias tiene para Tesla la eliminación del índice?
Ante la reacción tan estridente del Sr. Musk es de suponer que la
eliminación de Tesla del índice tiene consecuencias. En efecto las tiene,
pero analicemos su impacto.
1.
Precio de las acciones.
Al salir un valor de un índice, las carteras etiquetadas ASG que usan la composición
del índice para la selección de sus inversiones, deberían vender esos valores
para poder mantener la etiqueta del índice, en este caso S&PGlobal ESG,
lo que podría causar una presión a la baja en el precio de las acciones. Pero para que ello ocurra se deben dar dos factores:
(1) que el volumen que se pone a la venta es de tal magnitud que es capaz
de afectar el mercado y, (2) que el resto del mercado, los compradores, que o
no se preocupan del ASGismo de las empresas o que creen que a pesar de
ello vale la pena tener esa inversión en cartera, cambie de opinión.
Ambos casos son poco probables con Telsa. En primer lugar, hay $65 000
millones en activos invertidos en fondos ligados a ese índice ASG, pero solo
$11 000 millones en fondos gestionados pasivamente, que son los que deberían
vender para poder decir que siguen al índice S&P 500 ASG, pero hay más
de $13 000 000 millones invertidos en fondos pasivos que siguen el índice
S&P 500 general, del que Tesla sigue siendo miembro. Además, los fondos
pasivos ASG que siguen aquel índice, que quieran vender, tendrán cuidado en vender
las acciones muy poco a poco para no promover la caída del precio de las
acciones que quieren vender.
En segundo lugar, en poco probable que los inversionistas en Tesla hayan
invertido en sus acciones por la responsabilidad global de la empresa. Algunos
lo han hecho porque aprecian las emisiones evitadas con su producto, que la
eliminación del índice no cambia, y que el índice no tomó en cuenta (¡!). Otros
han invertido por las expectativas de ganancias ante la popularidad de esos
productos. Su revaloración en bolsa
es de tal magnitud que opaca las deficiencias en responsabilidad. En dos
años, febrero 2020 a febrero 2022 su precio se multiplicó por 6,8, un
rendimiento del 1 500% anual, sí, mil quinientos porciento (¡irrepetible!).
El hecho de que el producto se considera sostenible puede compensar en la
mente de los inversionistas otras deficiencias en la sostenibilidad de la
empresa. Tienen un
modelo diferente de calificación de la sostenibilidad de la empresa.
Si el precio de las acciones de Tesla cae, será por otras razones, no
porque salió del índice.
2.
Reputación y ventas.
La eliminación del índice y su extensa difusión ha puesto del conocimiento
público las irresponsabilidades sociales y de gobernanza de la empresa, lo
que tiene un impacto sobre su reputación como empresa responsable. Pero la pregunta clave es si estas
deficiencias en S y G no son contrarrestadas en la mente del público por la
contribución a la E. ¿Dejarán de comprar sus vehículos por aquellas
deficiencias? Es posible que ello ocurra en consumidores muy conscientes, pero
para ello es necesario que haya alternativas competitivas a los vehículos
eléctricos de Tesla por parte de empresas “más responsables”. Creemos que el impacto en el corto plazo
será imperceptible.
3.
Imagen del CEO.
La imagen del CEO es suficientemente controversial como para que esto
adicione poco. Sus opiniones políticas, sus problemas con la compra de Twitter
y las acusaciones de hostigamiento sexual pueden ser más dañinas para su
reputación.
4.
Reacción de la empresa.
La clave del impacto pasa por la reacción que tenga la empresa.
Si continúa adoptando una actitud agresiva en contra de las calificadoras
puede perder credibilidad. Si bien es
cierto que las calificaciones son incoherentes, sobre todo en términos relativos,
de comparabilidad entre empresas, no obstante, tienen valor agregado al
puntualizar las deficiencias, según sus modelos de sostenibilidad, que en
términos absolutos son observaciones válidas.
Obviamente que lo que deberían hacer es abocarse de inmediato a la
mitigación y reversión de las deficiencias que aduce S&PGlobal y que hemos
detallado arriba.[13] La actitud del avestruz será contraproducente.
Pero las deficiencias en gobernanza, el control casi férreo y el narcisismo del
Sr. Musk, no ayudan a que se tomen estas medidas.
V.
¿Tiene razón Elon Musk en decir que ASG es un fraude escandaloso?
De la discusión precedente a lo mejor no podemos concluir que la ASG es un
“fraude escandaloso”, pero ciertamente que es una etiqueta inconsistente,
incoherente, engañosa y abusada para reflejar la responsabilidad de las
empresas ante la sociedad.
Y las dificultades (¿imposibilidades?) en encapsular un tema tan complejo
como el impacto de las empresas en la sociedad en un acrónimo burdo como ASG,
no nos debe distraer de la verdadera tarea de fomentar la contribución de la
empresa al desarrollo económico, social y ambiental.
Y ciertamente que Tesla debe hacer mucho más por ser una empresa
responsable. No basta con tener un producto responsable.
[3] Ver los mitos 3 y 6 en Seven Myths of ESG.
[4] Hay una diferencia entre inversionistas
responsables, que sí hacen su propia evaluación, de acuerdo a sus criterios de
inversión, y los inversionistas ASG que se basan en criterios genéricos de
otros. Ver ¿Es lo mismo Inversión Socialmente Responsable,
ISR que inversiones ASG?
[6] Y nosotros como inversionistas, consumidores
o miembros de la sociedad tendríamos nuestro propio modelo de calificación, de
que es más importante, de lo que no es negociable, de lo que no es compensable.
Cada uno de nosotros podría tener su versión de ASG para cada empresa.
[7] Según la investigación Aggregate Confusion: The Divergence of ESG
Ratings (Florian
Berg, Julian F Kölbel y Roberto Rigobon, agosto 2019).
[9] El modelo de evaluación de Just Capital mide estos pesos en función de las
opiniones de la sociedad afectada. Ver Rankings de responsabilidad social de
empresas: Una metodología más confiable.
[13] La promotora de responsabilidad
empresarial Just Capital le recomienda una estrategia (¿idealista?): (1) Evaluar el sueldo
justo necesario a lo largo de toda la fuera laboral; (2) Analizar la brecha salarial
por género raza/etnicidad; (3) Reportar información sobre diversidad por raza y
género; (4) Comprometerse y reportar sobre metas para contribuir a la mitigación
del cambio climático basándose en el Acuerdo de París; (5) Basar parte de la
remuneración de los ejecutivos al logro de metas de sostenibilidad (ver mis
recientes artículos sobre esto en Remuneraciones ligadas a responsabilidad).; y, (6) Informar sobre la diversidad
del consejo por género y raza.
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