I.
Volando alto y bajo
Si observamos lo
que sucede alrededor de la RSE desde un punto de vista imparcial, elevándonos a
cientos de metros de la tierra, viendo todas las partes, empresas, consumidores,
gobiernos, organizaciones de la sociedad civil, consultores, centros de
enseñanza, etc. posiblemente veríamos que cada uno va por su cuenta, un
enjambre de posiciones diferentes Si
la miramos desde la tierra, la perspectiva se reduce mucho y posiblemente vemos
esfuerzos de múltiples partes donde cada una de ellas esta tan absorto en lo
que hace que parece homogéneo, compacto, coherente..
La adopción
casi universal de este punto de vista terrestre nos ha impedido ver que ello es
un obstáculo en sí mismo para la RSE, pro encima de las dificultades, obstáculos,
omisiones, prejuicios, etc. ya inherentes en el tema.
Si la miramos
desde muy arriba, con una visión global, podremos apreciar la existencia de no
menos de tres grandes puntos de vista, tres maneras de ver lo que pasa con la
RSE, tres grandes mundos, lo que puede explicar que nunca nos pondremos de
acuerdo y el tema de la RSE se mantendrá en discusión constante, con desacuerdos.
II.
Tres visiones de la RSE
El primer punto
de vista sobre la RSE es el de los productores de responsabilidad, las
empresas. Aquí no me refiero a su opinión de lo bien que lo hacen, sino de
cómo ven o perciben a la RSE. Para
muchas empresas son una serie de actuaciones en respuesta o en anticipación sobre
lo que creen quieren sus stakeholders y dirigentes. Para la gran mayoría es un conjunto de actividades
especificas a su empresa y su entorno que tienen el denominador común de no
hacer daño y tratar de hacer el bien. No es que esta manera de ver la RSE
sea equivocada, es que es incompleta por cuanto, para muchas empresas es improvisada,
reactiva, incoherente. No hay un consenso
entre las empresas en lo que se refiere a cuál debe su responsabilidad en el
contexto en que opera, hay muchas opiniones.
El segundo punto
de vista es el de los promotores de la responsabilidad, incluidos nosotros
los “expertos”, y los que la promueven dentro de la empresa, los
académicos que investigan, escriben y enseñan, la industria de la promoción, que
va desde instituciones como las Naciones Unidas y sus objetivos de Desarrollo
Sostenible y las empresas de comunicación y consultoría, con sus intereses en que
se produzcan mayor numero y más extensos informes de sostenibilidad, pasando por
las instituciones que promueven lineamientos o reglas para el reporte de información,
entre otros. Cada uno persigue sus
intereses, personales, reputacionales, pero sobre todo los monetarios, al
tiempo que se critica a las empresas por priorizarlos. Y en todo ello hay gran
diversidad de opiniones y versiones, por ejemplo, sobre como informar (múltiples
esquemas competitivos de reporte), enfoques parciales competitivos (valor compartido,
economía circular, capitalismo de los stakeholders, entre muchas otras). Hay una carrera en proponer diferentes
nombres o concepciones a ver si salimos ganadores y la nuestra obtiene aceptación.
[1]
El tercer punto de
vista es el de los consumidores de responsabilidad, el resto de la
sociedad, los que la usamos para tomar decisiones de compra (consumidores),
de empleo (trabajadores actuales y potenciales), de promoción y regulación de
la actividad comercial (gobiernos), monitoreo y denuncia (ONG), difusión (los medios
que difunden verdades y mentiras), los consultores, para ganarse la vida y el
suscrito, para poder escribir los artículos de este blog, entre muchas otras partes.
Lo que este grupo tiene en común es la
diversidad de intereses y opiniones, y en algunos casos la indiferencia o incompetencia,
ya que tienen muchas otras prioridades y preocupaciones para sobrevivir en la
vida cotidiana como para preocuparse de ello, y la ignorancia de lo que hacen las empresas (en
el mejor de los casos se enteran de lo que les dicen, lo que les conviene), no
saben lo que deben exigir como responsabilidad empresarial. Y aun sabiéndolo son muy pocos los que actúan
y logran algún impacto. Es un punto de
vista que debería tener un frente común, pero que es muy desarticulado como
para lograr cambios en el camino a seguir, sobre el cual ni siquiera hay
consenso.
Esta tipología
no es hermética ni es completa, es solo una caracterización del problema de la atomización de la percepción
de la responsabilidad empresarial y de cómo implementarla. Hay superposición entre los tres puntos de
vista: como empleado tengo una visión de mi empresa y a lo mejor de nuestros
competidores, pero también soy consumidor y puedo tener ideas sobre lo que deberían
hacer otras empresas y puedo ser consumidor y experto con diferentes puntos de
vista según el papel que desempeñe en ese momento.
Vistos desde
arriba, estos puntos de vista parecen un movimiento browniano (para los que no son
muy de la física, digamos que parecen “correr como pollos sin cabeza” o parecen
un enjambre de abejas). Desde la tierra,
con menos perspectiva, pueden parecer grupos (puntos de vista) homogéneos, hasta
que nos adentramos en ellos.
Pero lo importante
de todo esto es que no solo no hay consenso intragrupo, es que no lo hay entre
grupos. Dentro de cada
uno de los grupos, cada subgrupo (decenas o miles de ellos) no tienen una idea generalizable
de lo que debería ser la responsabilidad de la empresa, aunque pueda haber
algunos puntos de encuentro. Y al contrastar esta diversidad de visiones dentro
de un grupo, con las de los otros grupos nos damos cuenta de que tampoco hay
consenso, aunque, de nuevo, puede haber elementos comunes.
Para ilustrarlo consideremos
dos excepciones, el cambio climático y reciclaje. En estos casos es muy posible que haya armonización
entre los diferentes puntos de vista, y ello ilustra, por contraste, lo lejos que
estamos de la visión holística en el resto de los temas.
III.
¿Reconciliables?
Parte del
problema es que en la práctica los puntos de vista son relativamente impermeables
entre sí, hay muy pocas interacciones, cada uno vive en su mundo, en su torre
de marfil, y en muchos casos hasta parece que hablan idiomas diferentes. Mejoraría
la implantación de la RSE si se intensificaran estas interacciones. Si los presidentes de empresa trabajaran algún
tiempo en una ONG de reducción de la pobreza; si el director de una ONG
estuviera a cargo, por un tiempo, de la comercialización de un producto con
fines de lucro; si hubiera más sociólogos y antropólogos dentro de las empresas
y más MBA en las ONG; si las escuelas de negocios mirasen a la sociedad como el
objeto de la actuación empresarial y no solo a los dueños; si los ingenieros entendieran
que no todo tiene solución cuantitativa; si los economistas priorizaran en el análisis
de las decisiones no solo la eficiencia económica sino además la justicia social,
considerando todos los costos y todos los beneficios, medibles o no; si si los dirigentes
entendieran que no todo lo que cuenta se puede contar, ni todo lo que se puede
contar cuenta; si los abogados de la empresa consideraran los beneficios de las
actuaciones responsables y no solo los potenciales riesgos legales; si los
profesores de economía y finanzas hicieran voluntariado en ONG; si la
remuneración de los consultores estuviese ligada a la efectividad de sus
recomendaciones; si la remuneración de los dirigentes estuviera ligado al
impacto en la sociedad de sus decisiones y no solo a los beneficios monetarios;
si, si, si ………El lector puede añadir sus ideas de interacción, para vencer
los silos.
¿Podremos
avanzar en la RSE para el beneficio de todas las partes, si cada uno se mira al
ombligo, si cada uno promueve sus intereses individuales?
¿Son estas diferencias
irreconciliables?
Querido
lector, ¿cree Ud. que ante escenario vamos a alguna parte?